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Mejores Amigos por Shirahoshi_Akira

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Notas del capitulo:

Los personajes  pertenecen a Masashi Kishimoto Sensei.  
Itachi x Deidara
 

Quiero estar a tu lado 
 
   El viaje de regreso fue silencioso, estaban cansados por razones diferentes por lo que solo se dedicaron a dormir y cuando regresaron no hubo despedidas, cada uno simplemente se retiró a su casa.

-

 Cuando entró a su casa se le apareció Sasuke preguntando –¿Y bien, cómo salió todo?– su hermano sabía que esperaba haber arreglado todo con Deidara pero no lo había logrado y además había acabado mal, así que solo le comentó –Lo intenté, pero ya no hay nada que hacer… no te preocupes- podía ver en su rostro que estaba asombrado; no se veía con frecuencia que rechazaran a un Uchiha y menos tantas veces por un mismo chico, pero era así, Sasuke quería saber más pero ver la cara decaída de su hermano por el momento era suficiente, le preparó algo de café y se lo ofreció para recibir un corto –Gracias-. Itachi tomó la reciente taza que le era ofrecida y revolviendo un poco los cabellos de su hermano se retiró a su habitación.
 
Deidara llegó a su casa, la luz de afuera estaba encendida y se podía ver un poco el interior, entró sin hacer mucho ruido esperando no levantar a su madre, pero cuando cerró la puerta y se dirigió al comedor, ahí la encontró.
 
Ella estaba preparando un poco de té, cuando vio a Deidara le sonrío, aunque al verlo bien le pareció ver un semblante diferente en el rostro de su hijo; el rubio se sentó a un lado de ella en la mesa y suspiró, su madre se acercó lentamente a él tocando su mejilla, era un tacto simple pero característico de su mamá; con inquietud ella le preguntó –¿Estás bien, pareces cansado?-, no tenía muchas cosas claras, así que se limitó a decirle  –Sí, estoy bien mamá.
 
Con los años que pasaron la relación con su madre había mejorado, no eran la típica familia que paseaba y hablaba a todas horas o que se daban muestras de cariño de manera constante pero ella estaba para él, y para el ojiazul tenerla presente era más que suficiente; tristemente al pensar en ella también venía a su mente cierto pelinegro, porque todo ello se lo debía a Itachi.
 
Después de hacerse su amigo y frecuentar su casa, Itachi platicaba con ella y los hacía estar juntos; a pesar de que no fue fácil el Uchiha lo ayudó mucho, lo acompañaba incluso cuando su madre enfermaba;  poco a poco la madre de Itachi se involucró también, la señora Mikoto invitaba a Deidara y a su madre a pasar los fines de semana con ellos. Más tarde hubo un momento en el que el recibir ayuda psicológica fue lo mejor para ella y por Deidara lograron que aceptara; fue un cambio lento pero se pudo ver cómo mejoraba y sin duda el menor nunca dejó de quererla y ahora su mamá tenía ésas pequeñas muestras de afecto con él.
 
Iba a levantarse de su lugar, pero ella se adelantó a comentarle  –¿Tiene qué ver con Itachi?-, al ver la expresión de sorpresa y miedo en la cara de su hijo le hicieron darse cuenta de lo que estaba ocurriendo; había notado su comportamiento semanas atrás y sin duda el hecho de que Itachi dejara de visitarlos. También se había percatado de la mirada que Itachi tenía únicamente con Deidara y sin duda ella la reconocía, era una mirada de amor, de cariño; los errores que cometió en el pasado ahora los estaba pagando, no solo ella sino su hijo, porque aunque ella no pudo ser feliz era algo que deseaba para él.
 
Antes de que Deidara se alejara por el pasillo y le diera la espalda ella le comentó  –Comprendo, sé que es por Itachi, hijo, pero no te sucederá lo mismo, lo sabes, tienes tu propia vida y tú decides que rumbo tomar- el rubio se detuvo ahí mismo, cómo podía hablar así después de todo lo que habían pasado, iba a reprocharla cuando escuchó  –Creo que Itachi es un buen chico y sé que te quiere, ¿no es así?- no estaba dispuesto a responder, así que enfrentó a su madre de una manera diferente  –¿Te arrepientes, mamá?- su madre aunque tembló un poco y sintió un escalofrío recorrerle su columna vertebral, no podía dejarse cegar como lo había hecho todos esos años; después de todo ya había perdonado a su padre, así que lo alentó  –Supongo que diría que no, no me arrepiento, es cierto que los primeros años fueron muy difíciles y aún lo son; lo siento mucho, pero gracias a él te tuve a ti, no importa que tan parecido seas, eres mi hijo y te quiero- Deidara no esperaba ésa respuesta, su madre sin duda había cambiado y su contestación era muestra de ello.
 
Pudo ver un destello de alegría en sus ojos azules, era consciente de todo el daño que le provocó en el pasado al no aceptarlo y culparlo por la separación que tuvo; pero ahora agradecía que no se hubiera alejado de ella y quería lo mejor para él. Su madre se acercó en un intento de darle un abrazo, extendiendo sus brazos y susurrando  –Solo deseo que seas feliz, una felicidad que yo no pude darte por completo- su mamá estaba ahí pensando en lo mejor para él, se acercó la rodeo con sus brazos también y lloró en su hombro, en verdad la necesitaba, ahora más que nunca.
 
Durante ese momento una memoria apareció, unas palabras amables: “Yo te cuidaré, cuando tu mamá no esté yo lo haré, siempre estaré para ti, por eso somos amigos” era Itachi quien se la repitió muchas veces.
 
La primera vez que las escuchó fue cuando se escapó de casa, llevaba 2 años de conocer al azabache y estaba enojado con su mamá; aunque quiso huir, lo hizo en un arrebato de enojo y cuando logró calmarse no sabía cómo regresar pensando que su madre estaría feliz de que se hubiera alejado, era un niño y no tenía el valor de enfrentarla; sin otro lugar a donde ir se dirigió a la casa de los Uchiha, el pelinegro bajó corriendo con tanta velocidad que al abrazarlo casi caían al suelo, era la primera vez que alguien lo recibía de esa forma, lo que lo hizo agradecer en silencio.
 
Gracias a él tomó valor y se dirigieron a su hogar, el mayor estaba preparado para rogarle a la mamá de Deidara que lo dejara regresar. Ése día llegaron un poco tarde y por primera vez el ojiazul vio la preocupación en los ojos de su madre; ella luego de explicarle lo que ocurrió se disculpó con Itachi y le agradeció, abrazó a Deidara y cuando terminó se dirigieron a la cocina para tomar una taza de chocolate; por primera vez el menor sentía que recuperaba poco a poco su vida y lo único diferente era que Itachi estaba a su lado.
 
La noche le parecía especialmente silenciosa y fría, estaba solo, todos los problemas que había causado eran únicamente su culpa y ahora se sentía mal por ello; abrazándose a su almohada decidió hacer lo único que podía, dormir.

-  

El lunes había llegado y era momento de pensar qué era lo que debía hacer, por su propio bien, el de Itachi y Sasori. Era demasiado para él, era joven y pareciera que ya tenía que decidir sobre su futuro; pensaba en el por qué no tenía una vida más simple, pero no, él era Deidara y su vida solo estaba llena de obstáculos.

Prefirió quedarse en la banca de la escuela, llevaba como dos horas acostado y seguía sin moverse, recordaba su mañana y había hablado con todos de manera normal, saludó a Sasori y a su parecer aunque creyó que sería algo incómodo, no lo fue.
 
Cuando llegó a su aula el Uchiha no estaba ahí, imaginó que llegaría más tarde pero no lo hizo y fue ahí cuando su mente empezó a colapsar pensando en lo que le habría pasado o si estaría molesto, sabía que no volverían a ser amigos pero no esperaba que cambiara toda su vida, solo por él.
 
Al no poder verlo y desear más que nada estar con él, su mente sabía lo que en verdad quería; lo amaba, lo amaba mucho, y eso era lo más difícil; no solo era la situación parecida al pasado de sus padres sino también su miedo a enfrentarse a un futuro incierto con Itachi; estaba asustado pero cada que su mente pensaba en los momentos que podría pasar con el pelinegro, su corazón se alegraba y el mundo parecía un lugar mejor.
 
Se debatía ahora entre corresponder su amor por Itachi, habían convivido por mucho tiempo y se conocían demasiado el uno al otro, que tal si en algunos años su afecto se terminaba, que tal sino sabían cómo ser una pareja, eran demasiadas sus dudas.
 
Por otro lado pensaba si debía tomar el camino seguro y fácil acompañado de Sasori; con el pelirrojo experimentó nuevas cosas, tantas que cuando se lo contaba a Itachi, aunque él siempre lo escuchaba parecía no entender sus emociones; pero ahora sabía que no era que no lo entendiera sino que no lo aprobaba. Sasori también se mostró muy comprensible con él, le había dado la oportunidad de elegir, de poner su mente en orden y lo quería; pero también sabía que nada saldría bien si no sentía lo mismo por él.
 
Una voz lo devolvió a la realidad  –¿Qué haces aquí?- era la voz de Naruto a quien conocía de algunos años; con confianza comenzó a platicar con él.
 
El pequeño rubio lo escuchaba y se mostraba atento, en ocasiones asentía o desaprobaba con la cabeza algunos de sus comentarios hasta que le preguntó lo que pensaba, en verdad necesitaba un consejo.
 
Naruto meditó muy bien acerca de qué palabras usar, no quería confundirlo y tampoco quería decidir por él, con esfuerzo mencionó –Claramente se ve que quieres a Sasori, pero a mi parecer siento que es muy distinto a cómo debe sentirse una pareja- cuando Deidara lo escuchó se sonrojó un poco, Naruto pensó que simplemente no debía ahondar más en el asunto, por lo que prosiguió –También veo que toda tu vida la has compartido con Itachi, además ya estás seguro que Itachi te ama-, así debería de ser pero por alguna razón la decisión no era tan obvia para el rubio; cuando terminó de escucharlo, le reprochó –No es tan fácil, no es como Sasuke y tú, ustedes eran enemigos cuando empezaron a salir, no tuviste que arriesgar nada con él.
 
Naruto se sorprendió un poco, pero en su corazón sabía que si el rubio se arriesgaba valdría la pena –Entiendo lo que dices y sí, Sasuke era mi rival, pero también se convirtió en mi amigo, en mi confidente, y ése paso ya lo has dado con su hermano, ahora sólo tienes que decidirte y elegir- su mirada perdida le hacían ver que su amigo tenía miedo, no podía culparlo; pero también sabía que nada bueno resultaba por aferrarse al pasado, tenía que superarlo y este era el momento de hacerlo.
 
Deidara veía a Naruto y se dio cuenta que su amigo era más listo que él y sobretodo siempre había sido sincero, lo admiraba, y se sentía mal de lo dicho hace un momento por lo que se corrigió –Lo siento Naruto, sé que igual pasaste momentos difíciles con Sasuke, es solo que yo, no soy tan valiente como tú, ni tan obstinado como él.
 
Naruto río un poco por la forma en que lo dijo, en definitiva era un cumplido pero no diría nada o sabía que haría a Deidara avergonzarse y retractarse, además su rubio amigo era más que obstinado.
 
–Tengo que irme Deidara, piénsalo bien, pero cómo yo lo veo ya tienes la respuesta- le sonrió en señal de complicidad.
 
Naruto conoció a Deidara cuando empezó a salir con Sasuke; siempre lo veía acompañando al Uchiha mayor, por lo tanto su primera impresión fue que era el novio de Itachi; pero cuando le preguntó a Sasuke acerca de su relación este le dijo que no era así, que solo eran buenos amigos de infancia; claro que al ver su mirada de desconcierto el azabache agregó que estaba seguro que su hermano lo quería como algo más pero todavía no se daba cuenta. Para Naruto fue muy extraño pero lo comprendió, el carácter de ambos no ayudaba mucho, siempre veía a Itachi seguir a Deidara y este contaba con él en todo momento, por lo que no se daban cuenta que su amistad se estaba convirtiendo en algo más y solo cuando apareció Sasori las cosas empezaron a cambiar.
 
Cuando terminaron de hablar, Naruto no quiso mostrarse a favor de nadie, pero ya había dicho más de lo que debía, así que con el afán de corregirse le aconsejó –Sólo camina- Deidara no entendía que quería decir, cómo podría obtener una respuesta de solo caminar, ante la confusión preguntó –¿A qué te refieres?- Naruto repitió –Camina... tus pasos te llevarán a dónde debes ir, deja de pensar por un rato.
 
Decidido siguió el consejo de Naruto, sabía que su mente siempre lo traicionaba, le daba muchas vueltas a las cosas, y recordaba que en los momentos más importantes cuando quiso decidirse a aceptar a Itachi, no pudo hacerlo.
 
Así que desistió de pensar y dejó a sus pasos avanzar con la brisa del viento y el sonido de los árboles, sin alzar demasiado la mirada, solo viendo el movimiento de sus pies.

Cuando su sombra le indicó que el tiempo había pasado, alzó la mirada para encontrar una respuesta, pero nada estaba ahí, estaba solo; esa sensación nunca le agradó, observó con más detenimiento el lugar al que había llegado y se dio cuenta que le era familiar, reconocía el piso, los juegos, la banca de metal, las flores; había pasado algo inesperado, su cuerpo lo había llevado al lugar dónde huyó la primera vez, y como en aquella ocasión su cuerpo le indicaba que fuera por Itachi, que él era lo que siempre había anhelado.
 
Con ello su  decisión no fue otra que buscar a Itachi, se dio cuenta que tal y como su madre le dijo que no sentía arrepentimiento por haber amado a su padre, él tampoco lo haría. La frase “no controlamos el tiempo y este está fuera de muestras manos” cobraba más fuerza en su mente, y lo siguiente que pensaba era “quiero a Itachi”, “quiero estar con él”.
 
Con determinación se dirigió a la casa que tan bien conocía a pesar de no pertenecerle. Itachi siempre lo había buscado, ahora era su turno de hacerlo, sabía que lo había lastimado, y que había sido muy duro con él; esperaba que el pelinegro pudiera perdonarlo y darle otra oportunidad.
 
Tenía prisa, no quería dejar pasar más tiempo, no quería tener más minutos lejos de él.
 
Itachi se encontraba en el sillón, tratando de leer, pero su mente no lo dejaba terminar ninguna línea y sus ojos lo hacían repetir el inicio de la oración, se estaba cansando pero por el momento podía estar distraído.
 
Cuando escuchó el timbre sonar, esperaba que Sasuke comenzara a gritar por tardar tanto en abrir pero nada, así que al segundo toque se levantó, dejó el libro en una mesa, y se dirigió a la puerta. Cuando estuvo a punto de abrirla, se detuvo al escuchar esa voz tan conocida para él.
 
–Itachi ¿estás ahí?
 
–…- no sabía que responder, y para ser sincero no quería hacerlo, no se encontraba bien para encararlo ahora.

–Por favor, responde.
 
–¿Qué quieres Deidara?- la voz seria lo desconcertó, y solo pudo rogar que le abriera la puerta.
 
Cuando la puerta se abrió y sus ojos se cruzaron, Deidara sintió por primera vez a esos ojos negros juzgarlo, lo hacían sentir incómodo.
 
Era Sasuke, una versión más pequeña de Itachi, pero ahora no era el compañero de Naruto, ni era su rival de videojuegos, era el hermano menor del hombre que él había rechazado.
 
Sasuke estaba furioso, su mirada no dejaba duda de ello; al verlo le reclamó que era lo que estaba haciendo en su hogar, y eso solo le ponía las cosas más difíciles, no sabía cómo enfrentarlo por lo que pensó en ser directo –necesito hablar con tu hermano- Sasuke había escuchado lo que ocurrió aunque Itachi se negó a contarle; después de todo le preocupaba, así que pidió información a Kisame y supo toda la verdad –Ahh, creo que ya dijiste todo lo que tenías que decir.
 
Sasuke no dejaba de echarle en cara cuantas veces dejó a Itachi, también todas las veces que él tuvo que hacerse cargo cuando llegaba en mal estado y aunque el mayor no lo admitiera no se sentía con ánimos para nada; en palabras del Uchiha menor “Itachi podría conseguir a alguien mejor”; cuando escuchó eso salir de su boca su inseguridad creció, lo sabía y lo peor de todo era que el diablillo tenía razón, sin embargo no estaba dispuesto a echarse para atrás.
 
Deidara lo intentó de nuevo –Sé que cometí un error, pero vengo a arreglar las cosas- Sasuke, estaba esperando ese momento, lo veía nervioso y preocupado, distinto al rubio orgulloso y enérgico que conocía, solo quería que en verdad se diera cuenta de sus sentimientos; Naruto ya le había contado lo que pasó con ellos en la tarde, pero él siendo tan orgulloso y queriendo tanto a su hermano, no estaba dispuesto a dejarle el camino fácil.
 
Sasuke suspiró para decirle –En este momento no se encuentra, está en su departamento– la cara de Deidara era un mosaico de expresiones –¿Ehhh?, ¿un departamento, por qué? –Por muy obvia que fuera la pregunta Sasuke le contestó –Para vivir en él– el rubio estaba desconcertado y su semblante más desanimado –no lo entiendo, no me dijo nada.
 
Sasuke continuó –No entiendo por qué, ustedes ya no son amigos, ¿no es así?– las palabras eran fuertes pero tenía que mantenerse, después de todo era por el bien de su hermano, aunque si este se enteraba no quería saber lo que haría con él.
 
Había pasado tan poco tiempo y ya había cosas que desconocía, él, quien siempre fue el primero en saber todo de Itachi. Después de divagar un poco le pidió –puedes darme la dirección– el pelinegro menor como si supiera todo con antelación, tomó una pluma y una nota blanca cerca de la mesa, mientras escribía veía al mayor ansioso y nervioso con las manos en los bolsillos.
 
Al terminar de escribir le dijo –Aquí está–, cuando Deidara tuvo la nota en sus manos, Sasuke le deseó –suerte– Deidara agradecido se inclinó levemente hacia él –Muchas gracias.

Deidara se dirigió a la dirección escrita en el papel.
 
Encontrando unas pocas luces encendidas, y el mayor de los silencios.
 
–Itachi ¿estás ahí?
 
–…- No sabía que responder, y para ser sinceros no quería hacerlo, no se encontraba bien para encararlo ahora.
 
–Necesito que platiquemos– mientras las palabras salían de su boca se acercaba más y más a la puerta.
 
–No hay nada que decir Deidara, está bien, solo dejemos las cosas como están.
 
–Mira Itachi, como no fuiste a la escuela, me preocupé y… comencé a pensar en ti, ¿sí?
 
Para Itachi todo lo que oía era extraño, pero estaba seguro que Deidara estaba confundido y se sentía solo, después de todo estaba acostumbrado a su presencia, pero nada más, le respondió lo más corto posible y con eso esperaba se fuera de ahí –Solo no pude asistir, no me sentía bien, Dei, lo siento si te preocupé.
 
La forma en que decía su nombre hacía su sangre hervir y a sus orejas calentarse. Sin embargo estaba preocupado, tanto así que había pasado por alto que Kisame estaba tomando apuntes, algo raro en él, y Pain se había quedado a limpiar después de clases aunque no era su turno sino el del pelinegro; ahora que lo pensaba mejor, debían hacerlo por Itachi, eso solo le hizo caer en cuenta en lo desesperado que se encontraba con toda esta situación, pero ahora dejaría de poner excusas.
 
–Lo siento, no es por eso que estoy aquí.
 
La cabeza de Itachi reposó en la puerta, estaba cansado –Entiendo, ¿qué necesitas?
 
Deidara escuchaba la voz de Itachi impaciente, imaginaba que el pelinegro ya no quería saber nada de él, o qué pensaría que solo se aprovechaba de sus sentimientos, después de todo él siempre había necesitado de Itachi y nunca había sido lo contrario.
 
–No me refiero a eso, solo escúchame una vez más, es todo lo que te pido… lo que decidas después lo respetaré.
 
De todas las cosas que Dei se atrevió a pedirle esta parecía un ruego, no imaginaba que Deidara tuviera algo más que decir o al menos algo que lo hiciera poner de lado sus emociones y continuar su relación como amigos. Itachi cerró los ojos y guardó silencio, después de decir –Adelante, te escucho.
 
Al percatarse que el pelinegro no estaba dispuesto a abrir, continuó –Itachi, yo… no estoy listo para estar contigo…
 
Ahí iba de nuevo, el corazón de Itachi ya no quería más rechazos, si era todo lo que iba a decir solo quería que se fuera, tomó el pomo de la puerta para encararlo, pero se detuvo cuando escuchó:
 
–pero, quiero intentarlo… Sí, quiero intentarlo– su voz presentaba duda pero era fuerte, quería que la persona al otro lado de la puerta pudiera escucharlo y pudiera saber cómo se sentía.
 
La vista de Itachi se levantó, quiso abrir y verificar si todo era verdad, pero tenía que esperar.
 
–Tú me gustas, me has gustado desde que éramos más jóvenes pero me negué a aceptarlo… ahora quiero tomar esta oportunidad, si nos equivocamos será nuestro error y no el de mis padres.
 
Al no tener respuesta siguió hablando –Déjame darte lo que quieres.
 
Itachi le dijo –yo te quiero a ti-, Deidara al oírlo tembló, su cuerpo reaccionaba inmediatamente a cada palabra pronunciada por el pelinegro.
 
Después de una pausa el mayor le aseguró –Sé que tienes miedo y que estás asustado, pero ya no tienes que correr, o alejarte.
 
Deidara se pegó más a la puerta y le confesó –Lo que me asusta más que nada, es separarme de ti– en ese momento sus lágrimas lo habían traicionado.
 
Itachi le hizo saber –Quiero que estés conmigo porque así lo decidas, no porque me necesites… no quiero forzarte a estar junto a mí.
 
–Lo sé, yo, te amo Itachi, te amo… pero no estaba preparado para afrontar el pasado.
 
Itachi no podía creer lo que escuchaba, había perdido todas sus esperanzas días atrás, y ahora parecía un sueño, su mente no lo dejaba reaccionar, no como él quería.
 
Deidara empezó a sentir inseguridad al ver que Itachi no hacía ningún movimiento y como último mencionó –Ahora todo depende de ti-. Aunque fue difícil para él se desprendió poco a poco de la puerta, limpió su rostro y se paró firme esperando una respuesta.
 
–No, Deidara.
 
La respuesta fue corta y le llegó al rubio como un piquete directo al corazón, en esta ocasión el que se había equivocado había sido él.
 
Itachi lo amaba pero necesitaba que Deidara estuviera seguro, sólo así las cosas funcionarían para ellos.
 
–No es así Deidara, las cosas no dependerán de mí, sino de nosotros, si te quedas a mi lado, vamos a dar todo de nosotros.
 
Deidara recordó en ese momento todas las veces que le había dicho que no, y jamás pensó que Itachi hubiera soportado tanto por él, si el mayor lo había esperado, él también resistiría.
 
–Por eso, dame nuevamente la oportunidad de enamorarte, de estar a tu lado como tu pareja, Itachi.
 
Su voz sonó nuevamente –Yo siempre he estado enamorado de ti Deidara, todavía lo estoy; mi corazón siempre ha estado en tus manos, solo tenías que aceptarlo.
 
Deidara tenía a la persona que más amaba al otro lado de la puerta, y ahora podía demostrárselo sin barreras. Preguntó con más deseo –¿Puedes abrir ahora?
 
Itachi ilusionado respondió –Sí, por supuesto que sí.
 
Nada más asomar su cabeza, pudo ver el rostro de Deidara húmedo por todo el recorrido y rojo por las lágrimas, no pudo resistirse más y lo jaló hasta su pecho.
 
El primer impulso de Itachi había sido abrazarlo, sentirlo cerca, algo que pensó ya no sería posible, quería atesorarlo por siempre.
 
Mientras el azabache no dejaba de abrazarlo, Deidara percibía un poco de su aroma, la mirada de Deidara se fue levantando, hasta ver que Itachi estaba en las mismas condiciones que él, sus ojos rojos y cansados, rastros de haber llorado y él causante de todo eso había sido él; no podía hacer menos que abrazarlo fuertemente también.
 
Distraído entre sus pensamientos, Itachi lo tomó desprevenido, sujetándolo por ambos lados de sus mejillas y lo besó.
 
Al separarse del rubio, lo miró a los ojos para hacerle saber –Estoy demasiado feliz porque vinieras a buscarme.
 
Deidara le devolvió la mirada, observando esos ojos negros que hacia tan solo unos segundos se miraban opacos y vacíos, ahora relucían con una luz, que lo hacían perderse y su sonrisa era maravillosa, quería protegerla, quería que Itachi fuera siempre feliz.
 
Ante tales acciones Deidara se sentía reconfortado, pero con voz baja le pidió –No huyas cuando te canses– sus manos se habían aferrado con mayor fuerza a la espalda del mayor, no quería separarse del pelinegro; al sentirlo Itachi le prometió –No lo haré… pero no huyas más de mí.
 
–Lo siento, en verdad lo siento.
 
Deidara no era de las personas que se disculpaban o de las que les era fácil admitir sus errores, pero en ése momento sintió que debía hacerlo, había pensado solo en él sin tomar en cuenta los sentimientos de Itachi; había causado malestar e inseguridad en él, la persona que había sido su mejor amigo y primer amor; aún en su mente una disculpa no era suficiente, por lo que daría todo de sí para hacerle pasar los mejores momentos a su lado.

 

Notas finales:

Nos leemos en el siguiente capítulo.

Shirahoshi ^^ 


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