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Entre sabores por Leda97

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Notas del fanfic:

Espero les guste 

Notas del capitulo:

Dos ingredientes encontrandose 

No hay mejor camino que aquel que te conduce a una aventura inesperada…

La mañana pintaba como a ella le encantaba, buena música, buen clima, ninguna de las personas en el pequeño edificio de apartamentos se encontraba, ni arriba se escuchaba el sonido del zapatear de la pareja de recién casados, ni a la derecha la música antigua del señor Guerra, ni tampoco a la izquierda la risa de su no solo vecina sino que también amiga Brisa, todos habían ido a su trabajo o a realizar otras tareas, por eso había un agradable silencio, al abrir su refrigerador se encontró con lo necesario para preparar su desayuno favorito, sándwich de queso derretido con jamón y mayonesa, nada saludable pero ese día rompería un poco la dieta y se permitiría ser feliz, no todos están hechos para las ensaladas y cosas saludables todos los días, (no es un consejo), una enorme taza de café y un baño caliente después, estaba lista para iniciar con su poco remunerado y a veces estresante trabajo, el cual amaba.

Se coloco su mandil y pañoleta para cubrir su cabello y entro en batalla, no una real claro pero terminaban tan cansados que si se podría usar esa palabra para describir lo que sucedía en esa cocina…

-Dos numero 7 – tocaron la campanilla que indicaba al corredor de comida que debía retirar el plato de la mesa de entrega antes que el chef gritara en su cara lo lento que podía ser.

-Tres Mignon a la carta – campanilla

-Rick ¿Qué es eso? – decía uno de los preparadores de ensalada en tono irritante y cansado - ¿Cómo quieres que le quite el ajo al aceite en ajo?

-Quieren solo el sabor mas no los ajos enteros

-Los trozos son demasiado pequeños, dile que no

-Pero es que…

-No
-Ella se molestara
-No se puede
-Por favor

*los tres preparadores en esa estación al unisonó* -QUE NO.

-Ok – cabizbajo y resignado al reclamo que estaba apunto de recibir abrió la puerta que separaba el gran comedor de la cocina y salió pensando en las palabras que ocuparía para amenizar el golpe.

Noa- ¿Qué tenemos? – se dirigió al chef principal de la cocina mientras arremangaba su uniforme, le parecía molesto si no hacia esto.

Leo– Tomas acaba de decirle a Rick que no se puede remover los trozos del aceite en ajo.

Noa- Que use una coladera y un paño delgado.

Leo- Ya lo mandaron al frente.

Noa – Laura – se acerco la mesera que iba pasando frente a la cocina – detén a Rick y que le diga al cliente que si tenemos del aceite, que perdone el error.
El control y la serenidad con la que esta chica de cabello oscuro y ojos avellana tenia para resolver tales situaciones eran justamente lo que Leonardo buscaba para la persona que seria su reemplazo luego de su retiro, con una sonrisa observo como esta encaraba al encargado de tal estación para que se pudiera llevar a cabo la orden.

Noa- Tomas – se acerco y este solo bufo mientras seguía preparando una ensalada Santa Fe – tu puedes remover eso, de hecho, tu diste parte de la idea, agregando el colador debajo de el paño.

Tomas- Esa vez fue para uno de los dueños, esta solo es una mujer que busca molestar y que se le complazca para sentir la satisfacción de ganar, seguramente es su marido quien decide todo y viene a estos restaurantes de segunda a desquitarse esa impotencia, no tengo tiempo para eso.

Noa- O talvez esta tan acostumbrada a obtener lo que quiere que lo hace de forma automática y cuando encuentra un lugar que hace justo lo que busca, lo habla con su circulo de amigos y con su esposo ya que son casi nulos los restaurantes que logran eso para ella, y eso atrae clientes y si son importantes mas clientes porque este restaurante será como su iglesia, para su religión donde gastar el dinero es tan monótono que la única forma de darle sentido es saber dónde gastarlo, porque los divierte, y esos billetes son los que pagan tu auto deportivo y mi apartamento asi que, haz la ensalada – eso ultimo lo dijo con tono serio y autoritario, entregándole el paño.

Leo- Y aun así te pagan menos que a todos – burlón y con una sonrisa que hacían marcar las arrugas a los lados de sus ojos y de su boca paso a un lado de la muchacha que era mucho mas baja que el mientras limpiaba sus manos con el paño que acostumbrara llevar en uno de los bolsillos de su mandil.

Noa- Por la política del año, dame un mes más y ganare más que tu – seguridad y presunción se escucharon en su tono de voz, esto se lo había enseñado él, cuando un chef es un BUEN CHEF, merece presumir, esa seguridad lleva a los mejores platillos, esa valentía lleva a los nuevos sabores, o al menos era eso lo que había aprendido de Leonardo.

El final del almuerzo y la cena no tuvieron mayor variante, ocupadas y siempre con pedidos especiales, desde un ¨podría por favor asegurarse que este dorado por fuera pero aun un poco rosado por dentro¨ hasta un cambio total del plato y la presentación, podría decirse algo nuevo u original

Leo- ¿vendrás a tomar algo con nosotros o te quedaras ordenando los cuchillos por tamaño y utilidad?
Noa- cuchillos que tu usas y dejas desordenados pero que te agrada hallarlos en orden.
Leo- El reclamo del día, pensé que estarías triste, eso me deja mas tranquilo.
Noa- Solo revisare el menú de la fiesta de mañana para el comedor exterior, los alcanzare apenas termine, ¿en que bar estarán? ¿Julio’s?
Leo- No, hoy no, de hecho iremos a un restaurante nuevo cerca de aquí, realmente nuestra intención es ver su calidad - dijo con mayor naturalidad posible - checaremos la comida como simples comensales y luego planearemos la forma de hacer que queden de tercera y nosotros de primera.
Noa- ¿percibo miedo? – lo vio por encima de su hombro, alejando un poco la lista que tenia en la mano, si algo conocía bien de Leonardo era su seguridad, y eso le parecía un poco desesperado de su parte.
Leo- Eso nunca – negó con los brazos cruzados y con altivez – conozco al chef principal, fue amigo mío cuando tan solo éramos ayudantes de los preparadores.
Noa- Le resultara sospechoso verte ahí ¿no crees?
Leo- Lo tomara como un reto, y ahí empezara la diversión.
Noa- Llegare en 15 minutos, quiero ver a su ayudante – una competencia, ya entendía el porque y quería hacerlo, quería demostrar que Leonardo tenia un mejor equipo, que era mejor maestro, porque la importancia que percibía de él, era pura, su mirada lo decía, perdida y pensando sus movimientos y a la vez quería entretenerse un poco, su sonrisa la delataba.
Leo- Ahora entiendes – se volteo y abrió la puerta no sin antes amenazarla – ni un minuto tarde o te quedaras limpiando camarones con Sebastián mañana.

La cocina quedaba impecable luego de cerrar, Noa se regalo un minuto para apreciar aquella vista que solo los amantes de cocinar podrían comprender , ese lugar donde tus creaciones deleitaban a miles de comensales, donde el estrés y la felicidad, el enfado y el alivio eran una mescla de dramas que luego se contarían con una copa en la mano, entre risas y risas, donde las ideas cobraban vida en minutos, donde el tiempo pasaba y no lo sentías, a sus cortos 23 años había podido llegar a ese lugar, había empezado desde los 18 pero se apasiono tanto que fue de restaurante en restaurante, escalando cada vez mas, callando para aprender, pasando las noches y repasando sus notas hasta que a sus 21 llego Leonardo a su vida, le consiguió un pequeño empleo en un restaurante mexicano donde el dueño era un colega suyo, la observo, pasaba por la cocina y le daba a conocer en que debía mejorar, hasta que un día llego con un papel en su grande y pecosa mano, una solicitud de trabajo con el nombre “Mariposa ” en el encabezado. Luego de eso, todos dirían, “fue hermoso” pero no, regaños y tareas como lavar todas las cacerolas, utensilios y mariscos fueron su martirio durante meses, su Chef tenía una manera efectiva y dura de enseñar. Con este pensamiento apago las luces y se retiró.

El restaurante era un contraste al de su trabajo, este era minimalista, mesas blancas como el marfil con paredes negras en tono mate y sillas pastorales, se escuchaba al fondo música Jazz en un tono angelical al estilo de Ella Fitzgerald, los comensales sonreían y comentaban acerca de la fabulosa comida que en ese lugar se servia, el grupo de Leonardo se encontraba en una mesa de rincón, intentando pasar desapercibidos, habían ordenado dos botellas de vino uno grenache y uno afrutado, de aperitivo unos langostinos envueltos en bacón y servidos en brocheta, hablaban de los puntos débiles y fuertes del lugar, los 15 minutos pasaron mas rápido de lo que Leo pudo calcular, esperaba no irritarse si Víctor, su antiguo compañero y ahora futura competencia, lo llegaba a distinguir y el sin su mejor ayudante al lado para apoyarlo.

Noa – Lamento la demora – tomo el lugar al lado de Leonardo – chequee dos veces el salmón marinado en aceite de olivo y me tomo tiempo ver las 12 bandejas.
Leo- Estaban bien, las hizo Luis – su segunda mejor ayuda – lo bueno que llegaste ¿Afrutado o Grenache? – tomo una copa para pasar a servirle.
Noa- Grenache.

La comida había sido impresionante para ellos, de muy buen sabor y presentación, Noa se decidió por calabacines con tomate y apio cuyo nombre era Zucchini al pomodoro sus otros compañeros variaron, pero todos llegaron a una simple conclusión.

-Debemos mejorar
Luis- Estaremos cerrados en un mes si no lo hacemos
Noa- Ellos son buenos, pero nosotros conocemos los gustos de nuestros clientes, solo no bajemos la guardia y ….hay que mejorar algunas cosas si.

Leonardo – si baja el porcentaje de ventas, llegaremos una hora antes y saldremos una hora después para ver que todo este perfecto, ¿entendido?
Nadie contesto, solo miraban a sus platos vacíos, pensando en como poder superar lo que acababan de comer con tal gran gusto.
Cada uno se despidió en el estacionamiento, Leonardo dijo a Noa que le gustaría hablar con ella mañana antes de que entrara a su turno, esta se imaginaba que seria una charla de como motivar a sus compañeros y demás, también pensó en un cambio de menú futuro o al menos renovación. Sus ojos se dirigieron a contemplar la arquitectura de aquel lugar, le parecía muy simétrica para su gusto, pero los ventanales le habían encantado, en un suspiro dejo salir todo aquel ápice de temor y lo cambio por valentía, ese lugar era su Goliat, y ella tenia en su mano un cuchillo, su preferido para cocinar y para derrotarlo.
Pero la vida no es siempre lo que nos esperamos, si así fuera, seria aburrida y fácil.
Esa noche recordó su tramo por la cocina, su trabajo en aquel local de comida rápida, donde la lentitud en sus manos y torpeza en sus movimientos le hicieron objeto de quejas y burlas, donde en aquel restaurante de poca categoría aprendió a usar el cuchillo y la espátula, y en aquel buffet donde aprendió de paciencia y resalto por su calculo e ingenio, y en aquel restaurante mexicano donde aprendió de sabores y recetas. Luego soñó, y al despertar tuvo un vago recuerdo de aquel sueño, donde habían nubes y ella lograba controlar que cambiaran de color, un maravilloso sueño lucido.

Esa mañana decidió comer algo ligero, una avena con pasas, miel y manzana, la canción con la que abrió esa mañana fue These Are The days of Our Lives de Queen, la escucho mientras se daba una ducha, el agua estaba templada, y recorría su espalda cuando esta bajaba la cabeza y apoyaba una de sus manos contra la pared, las comisuras de sus labios formaron una sonrisa de satisfacción, este era su momento de paz y le encantaba disfrutarlo. El clima volvía a ser agradable y decidió tomar prestada la bicicleta de una de sus vecinas, la de Brisa para ser mas exactos, eran amiga y hacer eso era habitual.
Califronia le fascinaba, y su variación cultural aun mas, entro a un pequeño mercadito chino, compro un poco de fruta, pensó en cocinar algo de salmón pero al ver la hora supo que no le daría tiempo de ir a otra tienda, llegar a casa y prepáralo y luego seguir con sus quehaceres y llegar temprano a su trabajo, vio a su alrededor y se decidió por un restaurante “Le charme”, el ambiente no era basado ni en lo minimalista que esta tan de moda ni al decorado llamativo, era el clásico lugar con mesas redondas con manteles blancos, la colocaron en la unics mesa disponible, una pequeña al lado de uno de los ventanales, ordeno una Piccata de pollo y lo acompaño con un vino blanco.
La comida se había tardado un poco, pero esto seria lo mas común por supuesto ya que el lugar estaba lleno, se levanto para dirigirse al tocador, camino entre esos camareros que se movían de manera rápida de un lugar otro con bandeja en mano, observo la rapidez de los asistentes de estos al limpiar las mesas, como removían los platos y luego el mantel en su totalidad, en otra estaban colocando los cubiertos y copas seguramente para una reservación un poco grande, el zapateo de todos estos le parecía tan común, casi como canción, entro al tocador, solo necesitaba lavar sus manos, al momento de abrir el grifo del agua escucho la puerta abrirse y al levantar la vista observo a una mujer con su celular casi pegado a su oreja, sosteniéndolo con el hombro ya que sus manos buscaban algo en su bolso, un cigarrillo, su mirada era bloqueada por unos lentes oscuros que luego retiro para ver si así podía encontrar algo.

-Maldita sea – exclamo entre dientes – si aquí estoy - soltó el bolso con rendición y tomo el celular con una mano – no podre ni comer lo que quiero porque el lugar esta lleno – continuaba en la llamada, Noa termino de lavar sus manos y tomo algunas toallas de papel – no, no se me antoja comer algo mas, simplemente me iré a la oficina y luego ordenare algo – Noa se giro y al levantar la vista se encontró con los ojos verdes mas cautivadores que había encontrado en su vida, y sin darse cuenta se había quedado congelada, ignorando la reacción de la mujer frente a ella, esa mujer alta y de rasgos finos, de cabellera ligeramente ondulada y pelirroja, no pudo ni notar como esta la miro de arriba a abajo con expresión entre curiosa y juguetona, aparto el celular de su oreja y con una sonrisa se dirigió a la muchacha que ahora estaba ligeramente ruborizada - ¿esta usted bien?

Noa – Yo…- sacudió su cabeza y se apresuro a contestar – si, lo lamento, permiso – y a su mente vino una idea, una impulsiva, pero necesitaba llevarla acabo – mi mesa… – se volteo a verla – la mesa en la que estoy es para dos, no me molestaría su compañía, no la conozco pero es injusto que alguien no coma antes de trabajar – no podía creer que lo había dicho – estoy ubicada cerca de los ventanales de la izquierda, a un lado del minibar – los ojos verdes la miraban sorprendida pero una sonrisa suavizo el momento, Noa solo salió rápidamente sin creer lo que acababa de hacer e irguiendo su espalda.

Al llegar a su mesa la comida ya estaba servida, se sintió nerviosa, apenada y un poco ansiosa pero no lo dejaba ver, tomo un tenedor, coloco la servilleta de tela en sus piernas y suspiro antes de dar el primer bocado, intento no ver a su alrededor aunque en realidad quería hacerlo, pero ¿Qué pensaría esa mujer si la ve buscándola entre tantas personas?, prefirió ver los carros pasar, las personas caminando en la acera, las flores color violeta que adornaban el pequeño jardín que rodeaba los lados del lugar, pensaba en como un día común podría volverse interesante tomando solo un poco de valentía.

-Es muy amable al invitarme a sentarme con usted – Noa salió de su tranquilidad y su corazón se empezó a acelerar, los latidos retumbaban en su clavícula muy difícil de ver al ojo humano pero muy fácil de percibir a la persona que lo esta sintiendo, y dirigió su vista a ella, abandonando la tranquilidad que daba el paisaje detrás de aquellos vidrios , pero quizás para prestar atención a algo mejor.

Noa – Es un placer … - sintió el calor en sus mejillas – a mi también me ha pasado, que un lugar al que quiero ir esta lleno, es frustrante – y entonces cayo en cuenta que no había invitado a que se sentara –por favor – extendió la mano señalando el asiento.

-¿Y a quien le debo las gracias? – coloco su bolso a un lado, y se quito la chaqueta formal que llevaba en combinación con la falda negra, quedando solo con una blusa azul sin nada mas que un pequeño escote.

Noa – Noa Torres.

-Mucho gusto señorita Torres – extendió la mano en saludo de presentación – Alexis Macuil.
El mesero llego luego de que estas lo llamaran, entrego un menú y relleno la copa de vino de Noa, mientras Alexis ordenaba Noa no podía dejar de ver sus movimientos, delicados y gentiles, una sonrisa cálida y sus ojos con una mirada apacible pero segura, al terminar de ordenar Noa se oculto tras un bocado y un sorbo de Vino.

Alexis - ¿Hace esto muy seguido?

Noa- ¿Invitar a una persona que no conozco a que comparta mi mesa? – lo pensó y sonrió al ver lo curioso de su actuar – no

Alexis – Entonces tuve suerte de que hoy cambiara un poco de rutina – intento encontrase con los ojos de la chica pero esta solo miraba el plato y se dedicaba a jugar con el tenedor, clavándolo en los trozos de pollo uno a uno, sonriendo nomas, captando las palabras que esta acababa de decir - ¿Qué mas puedo saber de usted? Además claro de que es su primera vez comiendo con una total extraña.

Noa – Soy Sous Chef en un restaurante de aquí cerca, ¿usted a que se dedica?

Alexis – Mi padre, mi hermano y yo tenemos una cadena de Restaurantes, los compramos, los renovamos y luego si nos gustan nos los quedamos y si no simplemente los vendemos a mejor precio.

Noa - ¿Y porque vine aquí? – escucho lo que acababa de decir, como si otra persona lo hubiera dicho, de esa clase de personas que no piensan antes de hablar – perdone, no es de mi incumbencia.

Alexis – No hay porque disculpase, es una pregunta muy habitual de hecho, y la respuesta sería que yo soy una obsesionada con el trabajo, no puedo sentarme en un lugar que es mío o que quiero comprar porque luego pienso en mejoras, presupuestos, tratos con los dueños, y no me concentro en lo importante, “Comer”

Noa – Tiene sentido

Alexis - ¿Qué más me puede decir? – El camarero llegó con un vino tinto y lo sirvió en la copa de Alexis.

Noa- A mi tampoco me gusta comer donde trabajo, aún no se porque, o al menos será porque me resultaría aburrido.

Platicaron de todo referente a comida, luego hablaron de viajes, resultaba que Alexis había viajado con su familia durante mucho tiempo en su adolescencia, ahora constaba con 36 años de edad, le gustaba el color azul, más en sus tonalidades oscuras como el Naval o el Oxford, Noa mencionó que ella nunca había viajado a otro país pero si a diferentes estados, también que su familia se encontraba en Baja California y que los visitaba muy amenudo, que le gustaba el sol de las 5 de la tarde y que su color favorito era el Rojo en tonalidad Marsala, ese último tema lo discutieron como un par de colegialas.
La charla se había vuelto tan amena que las copas se transformaron en un par de tazas de café, los ojos de Noa brillaban ante Alexis cuando esta se dedicaba a decir algo sin miedo al que puede pensar la otra gente.

Noa - ¿Usted piensa que la critican por dedicarse mas a su trabajo?

Alexis – Por supuesto que lo hacen, dejarían de ser la familia de mi madre si no lo hicieran, es habitual en ellos, será que todos crecieron en un ambiente donde eso es lo principal, me pregunto ¿de que hablarían cuando no hay nada que criticar?, ¿de el clima? – lo pensó – por supuesto que no, también a a el lo criticarían, que esta muy caliente como para que sea Febrero o muy frío como para que sea agosto.
Noa – Eso fue muy…- rio en tono bajo – original – Alexis estaba fascinada con la chica pero recordó que había trabajo que hacer.

Alexis – Creo que se me ha hecho tarde – observo la hora en su reloj – tendremos que terminar aquí la charla – la miro y noto como la comisura de los labios de Noa bajaban haciendo desaparecer lentamente la sonrisa.

Noa – A m también se me ha hecho tarde – tomo su pequeña mochila de cuero para buscar su tarjeta de crédito.

Alexis – Por favor déjeme invitarla.

Noa – No seria…

Alexis – Por favor – repitió y coloco su mano sobre la mano con la que Noa tomaba su mochila para evitar que siguiera, sintió la piel suave y joven y tal textura le robo un latido tan fuerte que en su momento la lleno de una especie de felicidad interior que hace mucho no sentía – me ha agradado tanto su compañía que me sentiría mal si no lo hiciera.

Noa – Muchas gracias – Noa también había sentido no solo la misma sensación ante el toque de Alexis, si no también la alegría de que tomo la mejor decisión al invitarla a la mesa – a mi también me ha agradado mucho hablar con usted.

Intercambiaron números de teléfono, prometiendo que esa no seria la ultima vez que hablarían en persona. Ese día Noa fue a su trabajo de un humor tan alegre que no sintió el tiempo pasar e hizo algo que hace mucho no hacia, poner música en su trabajo, y para Alexis no fue diferente, no quería que nada arruinara su día, durante la junta con su padre no había hecho mas que estar de acuerdo, y la verdad es que poco presto atención, en su mente solo estaba la sonrisa y los ojos Avellana de Noa.

 

 

Notas finales:

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