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Muérdeme por Alex_Kuran

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Notas del capitulo:

Disfruten de la lectura.

Título: Muérdeme.
Sinopsis: No sólo había despertado su interés, sino también la necesidad por morder su piel.
Capítulos: Uno.
 
 
Capítulo Único
 
 
Durante toda su vida, nada había despertado realmente su atención. No existía ese algo que él pudiera decir que le interesaba realmente. Para él, todo resultaba gris e insulso. Sin ningún tipo de atractivo.
 
Hasta que lo conoció a él.
 
En un comienzo, lo primero que llamó si atención fueron sus características poco comunes en Japón. Para empezar, sus cabellos eran de un brillante color rubio casi semejante al del sol. Y sus ojos eran de un intenso y precioso azul. Como el mismo cielo o el inmenso y basto océano. Y su piel era de una tonalidad acanelada, como si hubiese sido abrazada por los rayos del sol. En definitiva, poseía el tipo de aspecto que de una u otra forma no podía ignorarse.
 
Creyó que tras mirarlo un par de veces, dicho interés desaparecía. Pero para su sorpresa, era todo lo contrario. Descubrió en aquel joven una personalidad apabullante, revoltosa, demasiado ruidosa a su parecer y con un magnetismo que atraía a todas las personas a su alrededor. Inclusive a él.
 
Tras un tiempo, descubrió gracias a comentarios de sus compañeros datos básicos sobre él. Se llamaba Naruto Namikaze, tenía diecisiete años y era un estudiante nuevo de América que al igual que él, cursaba el último año de preparatoria.
 
Le pareció curioso el hecho de que su último año fuera en Japón y no en su país procedente, sin embargo pensó que no debía darle demasiada importancia. Después de todo no era su problema y ese rubio ni siquiera estudiaba en la misma aula que él.
 
Sin embargo mientras transcurría los meses, su interés no remitía y varias veces se encontró buscándolo con la mirada a la hora del almuerzo e incluso a la hora de salida. Todo empeoró cuando el día correspondiente a su hora de deporte, unieron su clase con la de él para realizar un amistoso juego de fútbol.
 
Había participado en el mismo y durante el partido, estaba más concentrado en el chico nuevo que en el balón. Provocando que cometiera errores que sorprendieron a sus compañeros e incluso a él mismo.
 
Una vez que el partido terminó, siendo ganador el equipo del rubio, todos asistieron a las duchas. Y a una distancia prudente, como un total acosador miraba al rubio deshacerse de sus prendas antes de dirigirse con sus amigos a tomar un rápido baño. 
 
Sus ojos no perdieron rastro de cada detalle del cuerpo ajeno, quedando embelesado por aquella piel que casi parecía brillar gracias al sudor, de cada músculo que se flexionaba y de la contextura física que para su sorpresa se veia bastante tonificada.
 
Pero lo que más asombró al azabache no fue aquel espectáculo ante sus ojos, sino aquella cosquilleante sensación que sintió en sus encías. Misma que le incitaba a morder y marcar la piel de aquel revoltoso rubio que no podía sacar de su cabeza.
 
Por lo que no pudo evitar el preguntarse a sí mismo: 
 
¿Qué mierda sucedía con él?
 
 
Lo que empezó como miradas furtivas, terminó en búsquedas no sólo en el interior del colegio, sino también fuera de este.
 
A veces al terminar las clases, a una distancia prudente lo seguía mientras este caminaba en dirección al parque con sus amigos. Muchas veces a conversar u otras para jugar, pero Sasuke siempre lo seguía porque le gustaba mirarlo, aunque le fastidiara continuamente aquella molesta sensación en sus encías que no comprendía.
 
Pero nunca se atrevió a acercarse directamente a él y hablarle. No cuando no estaba seguro de lo que realmente sentía. Si era simple curiosidad o una genuina y sorpresiva atracción física. Siendo la segunda opción la que más lo perturbaba. Tal vez nunca había tenido novia y tampoco mostró interés en las chicas pero eso no lo convertía en homosexual.
 
¿Verdad?
 
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Desde que había llegado a Japón, Naruto había disfrutado cada día de los paisajes, la cultura y por supuesto, la comida. Haciéndose adicto a un platillo llamado ramen, mismo que solía degustar casi todos los días. Su padre había tomado la decisión de que cursara su último año en dicho país ya que era el lugar natal de su fallecida madre. Y él estuvo de acuerdo.
 
Kushina, su madre, había fallecido cuando él apenas tenía diez años de cáncer. Él y su padre estuvieron afectados por mucho tiempo por la tristeza y depresión, pero junto al otro lograron salir adelante. Porque eso es lo que su madre hubiese querido.
 
Había ingresado a un famoso colegio del centro de Tokyo y gracias a que había aprendido el idioma desde temprana edad, no presentó ningún problema. Había hecho amigos desde el primer día y aunque no era excelente en clases, siempre se esforzaba por aprobar cada examen.
 
Durante un tiempo, su estadía fue tranquila y porque no, incluso algo aburrida. Aunque poseía amistades y solía salir con estas, sentía que algo faltaba. Pero desconocía que era.
 
La respuesta llegó a él un día mientras estaba en clases y mirando por la ventana, se encontró con la figura de un chico de su edad sentado bajo un árbol de cerezos leyendo un libro. No sabía quién era, pero en aquel momento, aquella imagen le pareció tan etérea y mágica que se quedó absorta en ella. Incluso demasiado, ya que fue reprendido por el profesor por no prestar atención. Y entre regaños y disculpas de su parte, cuando quiso darse cuenta, aquel chico había desaparecido.
 
Luego de aquel día, no había logrado sacarse aquella imagen de la cabeza. Y aunque no comprendía el porqué, emprendió la búsqueda de aquel chico. Descubriendo su identidad más rápido de lo pensado. Sasuke Uchiha, diecisiete años, el mejor estudiante no sólo de su aula, sino de todo el jodido colegio.
 
Había escuchado que era alguien distante, arisco y por demás frío. Que no solía socializar con sus compañeros pero a pesar de eso, era el estudiante más popular. Siempre había chicas hablando de él por todas partes, cosa que no entendía ya que si no solía hablar con nadie, ¿qué le veían de genial?
 
En definitiva, Sasuke era todo lo contrario a él. No sólo en su personalidad, su aspecto también. Aunque no podía decir que era feo. No cuando aquella piel parecía de porcelana, los rasgos de su rostro eran masculinos y atractivos y sus ojos eran de un intenso negro que podría atraparte en ellos. O eso decían sus compañeras.
 
Aunque él no podía rebatir esos argumentos, no cuando inconscientemente siempre lo buscaba con la mirada para simplemente observarlo desde la distancia.
 
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Finalmente comenzaría el fin de semana y para su fastidio, el único compañero que parecía soportar sus miradas de desprecio, le insistía para asistir a una fiesta que a él no le interesaba en lo mas mínimo.
 
–No iré, Suigetsu.
 
–Vamos, Sasuke. –insistió el albino. –La fiesta será en casa de Karin, no habrán adultos y tendremos alcohol gratis.
 
–No. 
 
–Salir una vez no te matará.
 
–...
 
–¡Por favor! Será la última fiesta antes de comenzar las semanas de exámenes y graduarnos.
 
Frustrado, llevó su diestra a su rostro y apretando el puente de su nariz con el pulgar e índice, trató de encontrar algo de calma. Suigetsu podría decirse que era su único amigo, y con amigo podría decirse a la única persona que no se dejaba amedrentar por su mirada y palabras cortantes. Y conociendo lo insistente que podía ser si no aceptaba, aceptó ceder por esta vez.
 
–De acuerdo, iré. Pero me iré cuando yo quiera, así que ya no fastidies.
 
–¡Perfecto! Nos vemos esta noche en casa de Karin. –se despidió el albino más que triunfante al lograr su objetivo de convencer a su poco tolerante amigo.
 
 
Esa misma noche era la dichosa fiesta y Sasuke había optado por usar una camiseta blanca con cuello en v, unos jeans oscuros, sus converses y una chaqueta negra de cuero por el frío. Suigetsu le había avisado que irían a las diez de la noche, hora en que para él, todo comenzaba a animarse.
 
El albino lo había buscado, para evitar que a última hora cambiara de opinión y ambos se dirigieron a la casa de aquella pelirroja. Siendo que esta no vivía demasiado lejos, optaron por irse caminando. Llegando al lugar a los quince minutos.
 
Lo primero que Sasuke pudo notar, fue la música ensordecedora y la notoria cantidad de gente que estaba fuera y dentro de la casa. Todos reían, bebían, hablaban o bailaban. Muy inmersos en su mundo de diversión.
 
Apenas ingresaron a la casa, fueron abordados por la dueña de esta.
 
–¡Sasuke! Que alegría que vinieras. –exclamó la pelirroja con emoción mientras se aferraba a uno de los brazos del mencionado.
 
–¿Ah? Deberías agradecerme a mi. Sasuke vino porque yo se lo dije. –soltó muy seguro Suigetsu, ganándose una mirada de odio de parte del azabache.
 
–Sólo vine por un rato. –soltó tajante mientras con cierta firmeza se liberaba del agarre.
 
Pero a Karin sin importarle su reacción e ignorando al albino, le dedicó una sonrisa a Sasuke.
 
–Muy bien, entonces vengan. Les daré unas bebidas.
 
Apenas había terminado de hablar, ella los guió hacia la cocina, donde le preparó un trago a Sasuke y a Suigetsu le decía donde estaba el licor para que él mismo se preparara el suyo.
 
Y mientras estos se enfrascaban en una tonta discusión, Sasuke aprovechó en simplemente retirarse con su bebida en mano. Él no solía beber pero queriendo desestresarse un poco aprovechó la ocasión y comenzó a beber de su vaso.
 
Con el transcurso de las horas había bebido más de lo esperado pero aún estando en sus cinco sentidos, consideró la idea de irse a casa. Sin embargo, aquella idea desapareció de su cabeza al notar a cierta distancia una rubia cabellera, misma que reconocería en cualquier lugar.
 
Naruto también había asistido y bajo los efectos del alcohol, tenía la acuciante necesidad de acercarse. Pero antes de hacer cualquier movimiento o de poder arrepentirse, sintió como alguien lo tomaba del brazo y lo jalaba en dirección al rubio.
 
–Te estuve buscando, Sasuke. Los chicos y yo vamos a jugar al juego de "yo nunca" y nos falta gente. Ven con nosotros. –decía Suigetsu con palabras atropelladas mientras llegaban al lugar.
 
–Listo, chicos. Ya podemos jugar.
 
El albino había gritado ello mientras de una vez obligaba a todos a hacer un círculo y a él lo sentaba junto a Naruto. Estaba tan asombrado por estar por primera vez tan cerca del rubio que no tuvo fuerzas para negarse y se enfrascó en aquel juego.
 
No supo cuanto bebió pero comprendió que fue lo suficiente cuando su cuerpo se sentía ligero y feliz. Emoción que crecía cuando durante el juego, Naruto y él habían reído y hablado como si fueran viejos amigos. Ambos afectados por el alcohol.
 
Pero hubo un momento en que notó a su compañero con una rostro de molestar y sabiendo que probablemente tenía ganas de vomitar, lo ayudó a levantarse y lo llevo al baño.
 
Acción complicada cuando sus cuerpos se tambaleaban y compañeros borrachos les dificultaban el paso. Pero una vez llegaron, el azabache le dio paso al rubio y le señaló el inodoro.
 
–Debes vomitar o te sentirás peor. –le aconsejó al ojos claros.
 
–Mierda, me siento mal. No debí beber tanto. –soltó el rubio con malestar mientras ignoraba sus palabras y acercándose a la ducha, abría la regadera y metía la cabeza bajo el agua en busca de alivio.
 
El azabache negó con la cabeza al ser ignorado. Sin embargo en silencio observó cada detalle de su compañero. El cual al sentirse mejor, había cerrado la llave del agua para luego apoyar su frente sobre las frías baldosas, sintiéndose más sobrio.
 
Sin embargo Sasuke estaba embelesado por la imagen frente a él. El chico que siempre seguía con la mirada estaba débil frente a él, con los cabellos mojados y con estos escurriendo agua sobre su ropa. Pero ante la posición, Sasuke pudo observar el cuello expuesto de Naruto y sintió como sus encías cosquilleaban repentinamente con fuerza, casi obligándolo a morderlo.
 
Por lo que sin poder soportarlo mas, acortó la corta distancia que los separaba. Una vez cerca, su diestra se acercó al cuello de Naruto mientras la izquierda se aferraba a su cintura. Y antes de darle tiempo de reaccionar, encajó sus dientes sin contemplación sobre su nuca. Escuchando como un sonoro gemido escapaba de la boca ajena.
 
Naruto no sabía qué hacer. Un momento estaba apoyado contra las baldosas tratando de pasar la borrachera y ahora estaba aprisionada contra gracias al azabache, el cual mordía y succionaba su piel como si no hubiera mañana.
 
Y para su sorpresa, aquel gemido que salió de sus labios estaba cargado de sorpresa y placer. Incluso su cuerpo estaba reaccionando ante aquella repentina succión y esas manos que lo aferraban con una fuerza que le provocaba escalofríos.
 
–Sasuke.. –gimió su nombre, perdido entre la nebulosa del alcohol y el placer. Inseguro de si lo llamaba para que se detuviera o para suplicarle que siguiera.
Aquel gemido solo enardeció al azabache. El cual en ese instante bajo la influencia del alcohol, pudo comprender que esa búsqueda constante con el rubio era atracción. Por eso lo buscaba, por eso siempre tuvo esa acuciante necesidad de tocarlo como ahora e incluso más.
 
Y sintiendo como su propio cuerpo reaccionaba, su diestra dejó de aferrarse a las caderas del rubio para moverse hacia el frente, donde pudo notar una protuberancia oculta bajo sus pantalones. 
 
Por lo que liberando la nuca de sus dientes, dirigió sus labios a uno de sus oídos y susurró su nombre con lentitud, casi como una invitación a dejarse hacer por él.
 
Y Naruto, completamente seducido por Sasuke como estaba desde que lo había conocido, sólo pudo girar su rostro ligeramente y con la pupila dilatada por el alcohol y el posible placer sólo pudo susurrar.
 
–Por favor, muérdeme más...
 
 
Y ante aquellas palabras, Sasuke supo que ambos estaban condenados.
Notas finales:

Si llegaron hasta aquí, ¡gracias! Espero hayan disfrutado de este pequeño one shot que simplemente surgió tras leer un manga.

 

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