Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

RE- por Silence Tsepesh de Lenfet

[Reviews - 55]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola~

Espero que disfruten este segundo capítulo.

La presencia de los Sentinellas en este lugar aumento. Todos paseándose por las calles con la ropa negra y dorada. A todos los hace sentir más tranquilos, todos dicen que es mejor que estén aquí, los rumores de lo que paso se han salido de control, no me creo muchas cosas de lo que dicen en la calle.  Sí hubo una explosión que hizo una abertura en un muro, y también es verdad que los prisioneros escaparon. Nadie ha podido explicar cómo es que nadie vio como lo hicieron, y cuando pasó la explosión no se encontró más que escombros. Sé que no escaparon por los bosques, pero no quiero decir nada sobre mi encuentro. 


El libro que encontré resulto una especie de diario, pero no conozco el idioma en que está escrito,  y lo único que entiendo son  unos dibujos que están en las hojas centrales, son dibujos de Melauth, no están bien hechos, pero al menos sé lo que es.


— Rahn…


— ¿Qué?— me empujan, casi me caigo cuando tropiezo con mis pies.


—  Apártate, perro inútil— suspiro cuando Margio pasa por un lado. Su poder es hacerse invisible, y le gusta mucho hacerlo y ponerse en mi camino y luego culparme por haber chocado.  Ya no me importa lo que haga, en tres días no le veré más, habilidades como la suya le hace más indispensable en una ciudad que en el campo, yo haré lo posible por estar fuera de la ciudad.


— Deberías hacer algo con él, no puedes dejar que siga molestándote.


— No me importa,  me iré pronto— silencio. Oh, no… Vanna tiene los labios apretados, casi blancos, y los ojos con lágrimas— lo siento, no quería decirlo así. Si puedo, prometo que vendré a visitarte. 


— No lo harás. Te irás lejos  y no volveré a verte.


— Por supuesto que vendré, vendré antes de tu prueba, y cuando sea también, para saber a dónde tendré que ir a visitarte— Ella sonríe, y algunas lágrimas  caen por sus mejillas— no pasara nada, ya verás que no será muy diferente— Pero ni siquiera yo me creo eso. Es difícil intentar calmarla cuando yo solo intento seguir con mi vida, conformarme.


No estoy nervioso,  pero he comenzado a dormir poco. Me quedo sentando en la ventana, mirando al cielo, las tierras más allá de los muros. Podría haber escapado con los prisioneros esa noche ¿tendría el valor? Lo he pensado, mucho, pero siempre que comienzo, pienso en otras cosas porque sé que no me atreveré y solo voy a darme esperanzas que me harán sentir peor cuando las cosas no salgan como pensé. He tomado como habito hojear el librito, en busca de cualquier cosa, como si entendiera las palabras. 


 


Quiero vivir en el bosque. No me gusta la ciudad, y no me gusta hacer lo que otros me dicen.


Se siente bien escribir, aunque no lo hago a menudo. Prefiero dibujar hago un dibujo del bosque. Imagino montañas, ríos… todo lo que nunca he visto y pienso que está más allá de las murallas. Mientras hago un dibujo de lo que veo desde la ventana, centrándome en la luna sobre los árboles, lo escucho. Viene del bosque, un sonido largo, sostenido. El aullido de un lobo a la luna. Solo que no hay lobos en este bosque.  El sonido se apaga, pero pocos segundos después lo escucho de nuevo. Me dan ganas de responderle, porque de algún modo entiendo lo que quiere decir.


Cierro la ventana y voy a la cama.


 


— Rahn, despierta— hay mucha luz en la habitación. Chaelene ella está cerrando las ventanas. Mucho ruido— ¿Estas despierto?


— ¿Qué hay?


— No respondas así— Chaelene es una mujer de casi sesenta años, muy estricta, siempre trae el cabello blanco recogido y la hace parecer más molesta de lo que esta— es importante, levántate.


— ¿Qué paso?


— Habrá una revisión. Están inspeccionando cada casa— me mira,  luego da una mirad alrededor y baja la voz cuando vuelve a hablar— han estado robando alimentos y armas de las bodegas. Los vendedores han estado quejándose de robos también, ¿sabes algo sobre eso?


— ¿Estás diciéndome que yo me he convertido en un ladrón?


— Solo digo que pudiste escuchar algo.


— No sé nada. Si supiera algo te lo diría— ¿Qué hago con el cuaderno? ¿Lo oculto? Quizá deba llevarlo conmigo, aunque si me revisan  tampoco sé cómo explicaría tenerlo cuando ni siquiera sé en qué idioma esta. Chaelene sale, dejándome a solas. Mis compañeros ya deben estar levantados, así que comienzo a vestirme.  Cuando termino de abrochar mis botas, me quedo observando el libro sobre la cama. ¿Y si es importante? ¿Qué pasa si ese chico en realidad fue el culpable de lo que paso? Yo debería decírselo a alguien para que resuelva el problema ¿no? 


Me guardare conmigo el libro. 


 


Estoy en la ventana, esperando. Hace un rato que ya no escucho a nadie despierto en casa. Quiero hacer algo por mí, algo que no me hayan dicho que tenía que hacer, algo que pueda ser solamente mío.  Quiero comprobar que está pasando, y la respuesta solo la voy a encontrar si hago algo.  Hoy de nuevo hay luna llena, y lo que espero no tarda en llegar: El aullido proviniendo de los bosques. Apenas lo escucho, salto por la ventana. No me convierto, aunque el aullido  resuena en mis huesos.  Corro hasta el bosque, pero ya no escucho nada.  Me quedo esperando, sentando en el pasto, sin ocultarme. Si también puede convertirse en un lobo, esconderme no servirá de mucho.  Pasa mucho tiempo antes de que escuche los pasos sobre el pasto. Son pasos humanos, lentos y suaves. La figura aparece en el campo, y aunque va cubierto, sé que es el mismo chico. Carga un montón cosas en los brazos. No me ve, yo me acerco, sin hacer ruido hasta que estoy a su espalda.


— Tu…— deja caer las cosas y se da la vuelta con rapidez, me agacho antes de que su pie  golpee mi cara.  Inicia a intentar golpearme, soy más rápido y tengo buenos reflejos, solo logra darme un golpe en la pierna antes de salir corriendo hacia el bosque de nuevo. Le alcanzo, dándole un empujón que le hace caer.


— ¿Qué demonios eres?— su rostro bonito está sucio, y le sangra la boca— un momento, no usas la vestimenta de los Sentinellas. No eres un Sentinella…


— Solo quiero hablar contigo.


— No he hecho nada, solo estaba…


— ¿Paseando? Imposible, si vivieras en Melauth sabrías que nadie se acerca a este bosque porque temen perderse y hay varias leyendas que hacen que le teman. Además ¿para qué necesitarías eso en un bosque estando solo?


— Demonios…


— ¿Qué haces? ¿Para que llevas todo eso?— señalo las cosas que dejo caer.


— Eres el lobo— No suena a pregunta, pero no hago ni digo nada y sigo esperando su respuesta, que tampoco llega.


— ¿Fuiste el culpable de las cosas que pasaron? ¿Las explosiones, el escape de los refugiados y los robos?


— Prisioneros querrás decir— tomo sus palabras como una afirmación— ¿Por qué no le has dicho a nadie de esto?  Estaría lleno de Sentinellas si les hubieras dicho sobre lo que viste ese día— ninguno está respondiendo como debe, no llegaremos a ninguna parte de este modo.


— No estoy seguro de que estás haciendo, ¿eres parte de la Fortaleza?


— Pues…— muy tarde escucho el sonido de un arma de fuego. Siento el metal en mi pecho, y el olor a pólvora me pica la nariz— quizá sí. Ahora,  ¿Qué vamos a hacer, chico lobo? No puedo dejarte ir ahora que sabes algunas cosas interesantes.


— si me matas todos sabrán que está pasando algo más que unos robos.


— Podría irme y  no volver— no le creo del todo. Si quisiera matarme, lo hubiera hecho desde que saco el arma— no tienes miedo de morir ¿eh? Interesante… creo…— sube el arma hasta que queda en mi cuello— Levántate. Y déjame ver tus manos, nada de movimientos bruscos— me levanto, el arma no deja de apuntarme.


— ¿Qué vas hacer?


— vas a ayudarme. Nadie más puede venir y tengo muchas cosas que hacer aquí todavía. Si me atrapan, diré que tú estás ayudándome.


— ¿¡Qué?!


— diré que eres mi cómplice y que me dejaste hacer todo lo que hice. Me creerán, así que solo se bueno unos días más y…


— ¿estás loco? No voy hacer nada, y tampoco tengo unos días.  En un día yo… yo…


— en un día ¿Qué?


— será el día de mi nacimiento.


— ya veo… será suficiente. Además, creo que será más fácil para ti conseguir algunas cosas que necesito.


— no voy a robar


— no tienes opción. ¿Sabes leer? Encontraras una lista de lo que necesito por la mañana, aquí. Date la vuelta y vete. Yo te llamare por la noche si lo necesito—  no quiero una bala en mi cuerpo, así que le obedezco. Cuando volteo, ya no está.


 


Ah, sí seré idiota. En mi tonta búsqueda, jamás pensé que me vería chantajeado de esa forma. Me despierto muy tarde por la mañana, pero no me levanto de la cama.  Debí haber hablado cuando tuve la oportunidad, es demasiado tarde ahora. Si realmente está involucrado con la Fortaleza, entonces estoy en más problemas de los que pensé al inicio.


— Rahn, ya sé que estas libre de tus obligaciones el día de hoy, pero quedarte en la cama no servirá de mucho.


— tendré pocos días para quedarme en cama después de mañana. Ni siquiera sé a dónde iré, ¿vas a encargarte de Vanna cuando me vaya? Le dije que  vendría a verla de vez en cuando, pero no sé si podré hacerlo— Chaelene me mira, y cierra la puerta antes de acercarse mucho y bajar la voz.


— sé que no quieres vivir de esta manera, siempre has sido un muchacho tranquilo, nunca has dado problemas. Si pudieras elegir…— se queda callada.


— Si pudiera elegir…— nunca he pensado en que haría si pudiera elegir.  Todos aquí vivimos resignados, ya ni siquiera pensamos en lo que hay más allá de estos muros— seria libre— es lo único con lo que puedo terminar la frase. Chaelene solo me da unas palmaditas en el brazo.


— Entonces si tienes la oportunidad, se libre, Rahn— no lo entiendo, siempre creí que ella era muy conservadora con la forma en que vivimos.  Tengo mucha curiosidad, casi nunca siento nada que no sea aburrimiento, y solo por eso voy al lugar donde me encontré anoche con ese chico. No es difícil encontrar la dichosa nota que menciono, y aunque pensé que no iba a entenderla, está escrita con letras que entiendo, es solo una lista con cosas, la mayoría son medicinas y ropa. Debe haberse golpeado la cabeza si quiere que me ponga a robar todo esto sin que nadie se dé cuenta.  Tonterías. Rompo el papel y dejo que los pedazos vuelen.  


Por la noche, ignoro los aullidos. No es fácil, porque de nuevo el llamado recala en mis huesos, me jala como si hubiera hilos tirando de mí.


El ruido me despierta. Lo escucho desde los cuartos de la zona baja. Están hablando en voz baja, pero yo lo escucho claramente, y lo intento ignorar hasta que escucho mi nombre. No conozco la voz, pero por el tono debe ser un Sentinella, la otra voz es la ayudante de Chaelene. Alguien está subiendo, y la puerta se abre.  Chaelene me hace una seña de silencio y luego de que la siga. Salgo de la cama y de la habitación.


— ¿Hiciste algo, Rahn?— me pregunta, entre susurros rápidos y miradas furtivas hacia todos lados. Entramos a su habitación y comienza a poner un montón de cosas en mis manos: Algunas monedas, una cobija, y un rollo de papel. 


— ¿Qué? No he hecho nada.


— te están buscando.


— no hice nada.


— Alguien encontró un cuaderno en tu habitación— con la mano libre busco entre mis ropas el libro. Lo deje… ¿Cuándo lo deje? No lo recuerdo, pero ya no lo tengo—  ¿desde cuándo apoyas a la fortaleza?


— ¡Yo no…!


— Shh… no importa. Tienes que irte.


— Chaelene, te juro que yo no soy nada de eso. Encontré esa cosa el otro día, ni siquiera sé leerlo.


— yo lo sé, pero no te creerán— empuja la cama varias veces hasta que deja ver una puerta pequeña, apenas para que pase una persona gateando. Me jala del brazo y casi suelto las cosas que me dio, me tengo que inclinar para entrar. No hay otra habitación, hay unos trozos de madera clavados en el muro, solo hay el espacio justo para bajar. Arrojo las cosas, que no voy a poder usar las manos para ambas cosas.


— ¿Chaelene?


— anda. Hay una puerta apenas llegues al piso. Ábrela y sal—  La madera cruje mucho, pero no se rompe como pensé. La puerta está trabada, le empujo con el hombro y toda la fuerza que puedo usar sin que me escuchen.  Con la poca luz que hay, recojo las cosas y salgo cuando escucho la madera crujiendo de nuevo.


— ¿A dónde iré? No tengo a donde ir, no sé qué hacer.


— tienes que buscar una salida, irte sin que nadie sepa de ti. Ve a las zonas indómitas.


— Yo…


— Ustedes…


— ¡Corre, Rahn!— el Sentinella nos mira, no sabe quiénes somos, pero Chaelene lo ha arruinado. Me hace correr, jalándome del brazo de nuevo. Al inicio me cuesta seguirle el ritmo, me siento torpe corriendo, como si estuviera dormido todavía— más rápido, no te detengas— sé que no tenemos mucho tiempo, y no sé porque ella viene conmigo, va a tener que irse como yo.


— Por acá— doy la vuelta. Escucho demasiado ruido, ya no sé de dónde viene, para mi viene de todos lados y el único lugar silencioso es el bosque. Ahora yo la guio a ella. Está en buena forma para la edad que tiene.  Es imposible saber que pueden hacer todos los Sentinellas, no es seguro quedarnos, casi puedo ver el bosque.  Escucho el sonido lejos, un chasquido que retumba,  me muevo, dando un salto a un lado. Algo sacude mi brazo, siento un tirón, me veo libre y veo como Chaelene cae al suelo— no…— dejo las cosas y me arrodillo a su lado. Olvide… olvide que ella también… que yo…  una macha roja comienza a extenderse bajo su cuerpo.


— Chico, ponte de pie. Estas metido es un serio problema…— otros tres sonidos retumbantes, el Sentinella se queda de pie unos momentos, sin hablar, luego la sangre le corre por todos lados.  Estoy de pie ante dos cadáveres.


— chico  lobo, tenemos que movernos. Vamos, corre— escucho los pasos rápidos hacia nosotros, hacia mí y el chico  del libro. Sin pensarlo corro hacia donde me dice, escucho su arma dos veces más y luego corre delante de mí.  Salimos casi volando al prado antes del bosque, y luego, entre el ruido de las armas, gritos y otros ruidos, atravieso los primero arboles del bosque. Solo quiero silencio. No me detengo hasta que solo escucho mis pasos y mis jadeos. Me detengo, y como sigo escuchando pasos, deduzco que no estoy solo. Unos momentos más tarde el chico que me salvo se detiene junto a mí. También jadea, e incluso se inclina para respirar— eres… muy rápido…— me doy la  vuelta y vomito. Todo me da vueltas.


—  ¿Qué eres? ¿Quién demonios eres tú?


— te has metido en un problema serio ¿no? ¿Tienes a dónde ir? ¿Qué vas hacer?


— ¡No lo sé! Yo…— me siento tan desesperado que mi transformación es involuntaria. Cuando menos lo espero, ya estoy  andando en cuatro patas. Ser un animal no quiere decir que no tenga emociones, pero es más  fácil lidiar con ellas. Doy un par de vueltas, y luego aulló.  Me hace sentir mejor, todo lo que siento sale en ese lamento lastimero que emito. 


— vaya… ¿sabes? Tienes un poder muy interesante. Nunca había sido un animal, pero es increíble— me doy la vuelta, echándome al suelo— gracias a eso pude encontrar la forma de ir y venir por este bosque. Puedo llevarte a un lugar donde estarás mejor que aquí. ¿Qué dices, chico lobo?— solo gruño, no tiene caso responder— ah, bien… supongo que responderás cuando seas humano otra vez— escucho las hojas crujir, pero ya no dice nada.  Su respiración se atenúa mientras el sol comienza a salir. Yo también me quedo dormido, la luz no llega a ese lugar del bosque.


 


Despierto siendo un lobo.  Tengo hambre, huele a humo y a carne cocida.  Hay una fogata encendida, y el chico está sentado a un lado. Me muevo, estirando el cuerpo. Es de noche otra vez.


 — has despertado… ¿quieres un poco?— arroja algo que huele delicioso. Sobre el suelo hay carne cocida, un conejo. Mi instinto  me gana cuando me estiro y me lo como, los huesos truenan en mis dientes— no nos han seguido. Debo irme hoy, tardare unos días en llegar y será una decepción no llevar nada pero desde el escándalo que ocasionaste es imposible volver. Ah, claro, puedes llamarme Zachelle— el mismo nombre que el libro— Soy parte de la Fortaleza, y es allí a donde me dirijo. Puedes venir conmigo, no tienes que unirte a nosotros— ya lo suponía. Él también está comiendo algo que coció en el fuego, ha conseguido  una capa con capucha— ¿Qué dices?— no hago nada más que relamerme el hocico.  


Él se pone a recoger algunas cosas que hay regadas en el suelo, y hecha tierra al fuego. Cuando ya parece que nadie estuvo aquí, comienza a caminar. Entiendo que se va y no va a esperar más,  me levanto hasta que ya no le escucho, aunque es fácil seguirlo y no tardo en alcanzarlo. Él solo me mira e inclina la cabeza sin decir nada. No sé si es una buena idea,  es difícil pensar mucho cuando estoy siendo un lobo pero no quiero quedarme solo o hare alguna tontería, además aún hay cosas que quiero preguntare. 


 Cuando vuelve a ser de noche, ya no soy un lobo. Estoy cubierto con una manta, y hay un montón de ropa a mi lado. Estoy solo aunque hay una fogata casi apagándose a unos pasos de donde estoy.  Me visto, aunque no hay zapatos, y me acerco a la fogata.  Zachelle regresa cuando estoy cabeceando de aburrimiento.


— ¿Por qué hacen eso? ¿Por qué quieren destruir todo y tomar el control?


— ¿destruir?  Nadie quiere tomar el control— se sienta y deja en el suelo dos conejos muertos antes de ponerse a avivar la fogata— Si hablas de la Fortaleza, no quiere tomar el control de nada, ni siquiera conquistar las tierras.


— ¿entonces porque hacen todo eso?


— ¿no es obvio? Solo queremos que nos dejen en paz.


—no tiene sentido.


— no es difícil de entender, no queremos ser obligados a nada. Solo queremos ser libres, sin meternos con nadie. Pero cada vez ustedes buscan más y más poder, nos creen  inferiores sin saber que no nos interesa lo que hagan.


— no quiero hablar de esto.


— tú comenzaste… la mujer que murió…


— no te importa.


— no realmente. Es solo que estoy aburrido de no hablar con nadie más que conmigo mismo.   He estado atravesando este lugar por días, no puedo traer a nadie más. Debo darte las gracias, de no ser por tu transformación, no hubiera podido encontrar el camino.


— ¿el camino?


— te lo diré, alguna vez ¿Cuál es tu nombre?


— Rahn.


— creo que seremos compañeros de viaje, Rahn— me sonríe, una sonrisa ladina.


No respondo. Las cosas han cambiado, siempre pensaba en la libertad que podría tener,   en lo mucho que me gustaría hacer tantas cosas, pero siempre eran sueños lejanos que nunca se harían realidad y que por lo mismo nunca los tome en serio. Ahora que soy libre, que no tengo nada que me obligue a nada, no sé qué hacer.  No sé qué hacer con mi libertad.­

Notas finales:

Gracias por leer, nos leemos el próximo viernes


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).