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La conocí una noche cualquiera por BlackPhilip

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Notas del capitulo: - Lamento no poder poner guión largo. Mi teclado no tiene:( 
Intenté sustituirlo colocando doble guion corto: "--"
Perdón por las molestias 
- Ooc 

El cielo matutino brillaba sobre ella, los colores suaves y las nubes blancas ofrecían un espectáculo tan natural y pacifico. Y como si fuera un espejo, esa paz también se notaba en su entorno, pues las demás personas caminaban sin apuros y apacibles. Era demasiado temprano para estar apurado. Pero Peridot no percibía nada de eso, en ese momento a ella solo le importaba la agenda de su celular que le recordaba una tarde llena de pendientes, en su cabeza repasaba una y otra vez la planificación de su día. "Primero esto porque es más importante, luego aquello, después lo otro...". Podría estar cayendo un meteorito y ella seguiría estudiando sus planes. Una tersa brisa mañanera revolvió ligeramente sus rubios cabellos despeinados. No solía esforzarse en su cabello, incluso olvidaba peinarlo en ocasiones, por lo que lo mantenía corto para ahorrarse todos esos problemas. El frío que se colaba por su ropa la hizo aferrarse involuntariamente a la chaqueta deportiva verde que llevaba puesta. Tal vez no había sido buen día para usar una delgada blusa y un simple short. Detrás del cristal de sus delgados lentes, se mostraban unos ojos verde cetrino cansados, y con obscuras ojeras debajo de ellas, que se negaban a apartarse de la pantalla del celular. A su alrededor la tranquilidad moría lentamente por los estudiantes que comenzaban a abundar y el murmurio comenzaba a hacerse más alto. Finalmente su vista fue obligada a despegarse del aparato cuando un balón de fútbol pasó justo delante de su rostro, lo que la hizo sobresaltarse, tan solo unos centímetros más adelante habrían causado que el objeto la golpeara. Molesta, levantó la vista hacía el par de sujetos que jugaban en la explanada, que lejos de disculparse siguieron en lo suyo sin preocupaciones. Peridot gruñó en bajo y siguió su camino con el ceño fruncido.

Normalmente le gritaría insultos a los chicos hasta que la vieran como una lunática, pero no tenia la energía ni los ánimos, el día anterior había sido agotador, con el trabajo, los deberes pendientes y un examen próximo, y la ruidosa compañía de su compañera de cuarto no había ayudado en nada. En plena noche, Peridot tuvo que estudiar en las escaleras del edificio porque la radio en alto de la otra chica no la dejaba pensar. Aun así, no le tenia ningún rencor a Amatista, al contrario, era su amiga, realmente la apreciaba. Había aprendido a vivir con su desordenada y enérgica personalidad.

Y como si la hubiese invocado, la rubia escuchó como alguien corría hacia ella. Cuando se dio la vuelta, se encontró con su amiga, que al alcanzarla decidió descansar un momento para calmar su agitada respiración.

--¿Por qué corres? --Preguntó Peridot, sin perturbar su paso para esperar a la otra chica--. ¿Otra vez la encargada de piso te encontró paseando por los pasillos sin blusa?

--La encargada es una mojigata. Pero no fue eso --Comentó Amatista, poco a poco recuperando el aliento--. No me despertaste.

--Sabía que me olvidaba de algo --Susurró--. Tengo la mente muy perdida por el examen.

--¡¿Examen?! --La pregunta sonó tan fuerte que se ganó varias miradas de los demás que pasaban por ahí--. ¡No me dijiste que hoy era el examen, tú, pequeño duende!

--Te lo dije, pero seguiste arrojando estúpidas bolas de papel al cubo de basura toda la noche --Mientras hablaba, Peridot guardó su celular en su bolsillo--. Y solo soy ocho centímetros menor que tú, deja de decirme duende.

--Debiste insistir, pararte enfrente de mi y decirme algo como: "Estudia, o reprobaras y terminarás siendo la conserje que limpie mi oficina".

--Estudia, o reprobaras y terminarás siendo la conserje que limpie mi oficina. --Repitió la rubia, sonriendo un poco.

--Ahora que lo dices tú, no suena tan mal, al menos podre comerme las sobras de tu almuerzo.

Lo siguiente fueron un par de risas de ambas chicas. Caminaron en silencio por unos minutos, viendo a los demás chicos ir y venir. El rostro de Peridot se había relajado un poco, tener a Amatista a su lado la ayudaba a pensar mejor.

--Maldición, en serio no estudié absolutamente nada --Murmuró la chica mientras sujetaba su larga cabellera lila en una cola de caballo.

--Deja de actuar como si te importara, siempre te sales con la tuya y terminas copiandome todo.

--Bueno, para eso están las amigas, ¿No? Tu me ayudas, yo te ayudo.

--¿Ah, si? ¿En qué me ayudas?

--A hablar con la mitad de la maldita escuela para conseguirte tus piezas, tarjetas, desarmadores y todas esas cosas que usas para hacer tus cosas nerds --La chica hizo gestos y ademanes al decirlo--. Me preocupas Peridot. Creo que tienes un problema. Necesitas salir más antes de que termines construyéndote una clase de pareja robot.

--Cuando tengo que reparar tus consolas de videojuegos no tengo un "problema", ¿Verdad? --Cuestionó la más baja rodando los ojos.

--Es diferente --Dijo entre dientes--. Al menos deberías broncearte esa pálida piel, me duelen los ojos con solo verte

--¿Broncearme? ¿En una maquina tecnológica que es lo que mas odias? --La voz de Peridot era una mezcla entre sarcasmo y diversión--. "Es diferente" --Añadió, imitando la voz y gestos de su acompañante.

--Dejemos tu insana obsesión por las máquinas de lado por un momento y ve a ese chico de allá --Susurró Amatista, apegándose al brazo de su amiga.

--¡Oh, si, ese chico, ya lo veo, claro! --Dijo Peridot con notorio sarcasmo--. ¡Estamos rodeadas de al menos 30 chicos!

--El moreno que está hablando con el delegado --Susurró la chica con ligera molestia--. Me pregunto en que clase irá.

--¿Para que quieres saber eso? --Preguntó la rubia con desdén, sin sentirse tan animada por el muchacho como su amiga.

--¿En serio, Peridot? -Amatista puso una cara de incredulidad--. Oh, lo olvidé, eres súper gay. Quiero saber su clase porque es lindo y quiero salir con un chico lindo para beber y acostarme con él.

--Espera, pero estas saliendo con Perla --Recordó Peridot, un poco alterada.

--Oh, bueno... --Titubeó la otra, soltando a su amiga--. Ya sabes...

--¿Terminaron? --Preguntó, más comprensiva.

--En realidad jamás fue algo serio --Confesó--. Creo que ambas lo sabíamos desde el principio.

Amatista se quedó en silencio unos momentos mientras Peridot asimilaba la información. En realidad le costaba creer que las chicas no hayan sido "algo serio", pues siempre le pareció que eran unidas. Si, quizás eran disparejas, polos opuestos, pero creía ver mucho cariño en esa relación. Tal vez si lo hubo. La chica tenia tantas preguntas pero no estaba segura, no quería herir a su amiga, pues sabia que esta solía restarle importancia a las cosas cuando realmente la herían.

--¿Como fue que pasó? --Preguntó Peridot con cuidado.

--Simplemente nos dimos cuenta de que no estaba funcionando --Dijo Amatista, despacio, ahora demostrando pesadumbre.

--¿Cuando-

--Hace dos días --Interrumpió antes de que la otra terminara.

La rubia colocó una mano en el hombro de la chica con cariño, ofreciéndole apoyo. Amatista lo aceptó con una pequeña y triste sonrisa.

--Tengo que irme, mi clase está por comenzar y todavía tengo que llegar a la facultad. Creo que llegaré tarde otra vez --Dijo, tratando de romper la melancolía--. Nos vemos en el examen.

Peridot asintió y vio a su compañera irse. Soltó un suspiro y sin más, volvió a tomar su celular, retomando su solitario camino hacía el edificio en el que le tocaba clase.

_____

Entró al cuarto y cerró la puerta con su pie, azotándola. Era un lugar mediano, dos camas a cada lado, dos roperos pequeños y un escritorio con una ventana por encima. Pero la habitación se veía más pequeña de lo que era por el desorden de Amatista, pareciera como si un tornado pasará todos los días por ahí. Ropa sucia tirada aquí y allá, pared tapizada de fotos e imágenes, libros y cuadernos en el suelo y otros lugares donde no deberían estar, incluso objetos varios que no cumplían una finalidad. El lado de la más baja era muy diferente, limpió y ordenado en lo más posible. Al entrar tiró su mochila en algún rincón de su lado y se dejó caer en su cama, agotada y suspirando de alivio al sentir la suave superficie. Llevaba toda la mañana y tarde en la biblioteca terminando tareas y resolviendo operaciones. Cerró los ojos unos minutos, tendría la noche libre y solo quería dormir.

--Fue una maldita perra. --Murmuró Amatista, concentrada jugando en una pequeña consola portátil. Peridot rápidamente la identificó, era su vieja PsVita.

--¿De qué hablas? --Preguntó la blonda, adormilada y con los ojos entrecerrados.

--El examen. Fue una perra. Traté de copiarte, pero ese maldito anciano tenia ojos de halcón --Se quejó, apretando los botones con un poco más de vigor--. Reprobé, Peridot, estoy segura.

--Si, creo que yo también --Musitó Peridot, quitándose los lentes y dejándolos al lado de su almohada.

--Cierra la boca.

--Creí que querías escuchar eso, cuando alguien reprueba todos decimos eso aun cuando sabemos bien que no es así.

Peridot se relajó más en la cama, aun no se quitaba las botas pero aún así se sentía bien. Mientras, su compañera, estiró la mano hacía la pequeña radio que tenia en su mesa noche y la encendió, girando el botón para subir el volumen. Estaban reproduciendo <i>The End</i> de The Doors. Ahora todo parecía tan tranquilo, la suave brisa que se colaba por la ventana abierta, la luz anaranjada del cielo atardeciendo iluminaba el espacio, su amiga estaba a su lado jugando en silencio y el sonido de la música la adormilaba. Podría quedarse así toda la vida. Se relajó con las otras tres canciones que siguieron, estaba al borde del sueño cuando Amatista habló.

--¿Tienes algo que hacer hoy en la noche?

--No.

--Si, si tienes. Saldremos a tomar algo --Afirmó, mientras dejaba de lado la consola portátil.

--No.

--No estoy preguntando.

--No puedes obligarme a ir a donde tu quieras todo el tiempo. Es mi día de descanso.

--Quieres ir conmigo, e iras conmigo --Aseguró la chica, divertida--. Te hará bien, saldrás de aquí por un rato y volverás más relajada.

--Olvídalo. Eres lo suficientemente mayor como para ir sola, ¿No te parece?

--Necesito que alguien me regrese sana y salva a la habitación 3-17 --Declaró Amatista, refiriéndose a su cuarto.

--Y yo necesito que no regreses a la habitación 3-17.

--¿Y qué harás aquí sola?

--Un chico vino a dejarme un viejo cpu --Dijo, señalando al objeto en una de las esquinas--. Creo que lo voy a revisar esta noche.

--Dios, Peridot, aveces eres tan aburrida.

--Tengo trabajo que hacer, no podre ir.

Amatista iba a discutirlo, pero solo bufó y murmuró un: como sea. Dejo de hablar del tema y se levantó de la cama para merodear por su ropa, buscando algo limpió y lindo para usar. Peridot la seguía con la mirada, viéndola como levantaba prendas y las volvía a tirar. Cuando la chica abrió el pequeño ropero de su lado, una nueva pila de telas y objetos cayó al suelo. Era un desastre y la rubia comenzaba a ponerse ansiosa por todas las cosas tiradas. Entre todo eso, Amatista encontró una blusa que sobresalía de todos los tonos morados y negros. Era de varios colores pastel, e inmediato supo que era de Perla. La chica más alta se quedó quieta, Peridot no podía ver su rostro pero sabía que tenia una expresión pensativa. Permaneció de pie por varios segundos, estrujando un poco la tela entre sus dedos hasta que finalmente la soltó y cayó al piso. La rubia se puso de pié, solo para sentarse en el colchón de la otra, mirándola de cerca. No debía dejar a su amiga sola luego de su rompimiento.

--Debo devolverle su blusa --Fue lo único que susurró Amatista, mientras seguía buscando.

--Mañana nos toca clase juntas, yo podría dársela por ti.

--No, yo lo haré.

Peridot asintió. Luego de unos minutos, Amatista terminaba de colocarse un suéter cuando la menor tomaba algo de dinero de un cajón de uno de los escritorios.

--Pensé que no ibas a salir.

--Iré contigo --Murmuró Peridot, cerrando el zipper de su chaqueta. No iba a dejarla sola sintiéndose afligida.

Amatista soltó una pequeña sonrisa y abrió la puerta para salir.

_____

Cuando llegaron al centro de la pequeña ciudad, Amatista insistió en ir a un preciso lugar. La más baja no estaba segura, pues se adentraron a un pequeño callejón de un pasaje. Al final de este no había nada más que unas escaleras de concreto viejas con un barandal sucio y oxidado, y una puerta metálica. Encima se leía un pequeño letrero en luces neón rosa, morado y azul. El lugar en serio le daba algo de pavor, no sabía que era lo que su amiga buscaba ahí.

--¿Club X-travaganza? --Murmuró Peridot, leyendo el nombre--. ¿Qué lugar es este? ¿Vamos a entrar a una clase de burdel de cabina?

--Es un bar, ¿Nunca habías venido a uno? --Preguntó, mientras comenzaba a subir los angostos escalones.

--¿Qué clase de bar es este?

--Uno adecuado para ti y para mi.

--¿Otra vez me trajiste a un bar gay? --Peridot vio a la chica subir hasta la puerta, pero ella seguía al pie de la escalera sin animarse a subir.

--Oye, tal vez salgas de aquí con novia.

--Tal vez salgas de aquí sin celular o billetera.

--Tal vez salgas de aquí con nuevos amigos.

--Tal vez salgas de aquí sin riñones --La conversación de ambas era de extremo a extremo.

--Deja de ser tan odiosa y trae tu trasero aquí --Amatista abrió la puerta antes de que la otra dijera algo.

El metálico y pesado chirrido causó que Peridot hiciera una mueca de disgusto mientras alzaba un poco los hombros, vio un montón de luces entre el espacio que se abrió, y Amatista desapareció dentro. Subió las escaleras antes de separarse por completo de ella. Al abrir ella misma la puerta la sintió tan pesada y oxidada. Tan pronto como entró se sumió en un pasillo neón, pensó que se quedaría ciega por tantos colores, la música ahí estaba, alta y ruidosa. Avanzó por todo el corredor, dejando atrás series y series de luces, ella misma estaba bañada de colores por la iluminación fluorescente. Caminó lento, mirando a ambos lados, sabía que Amatista no pudo haberse ido tan lejos así que se permitió ver, el lugar era tan cegador, tan irreal que era atractivo de cierto modo. Detrás del umbral al final del pasadizo vio a las personas bailar e ir de aquí a allá. Caminó, algo insegura por no tener a la otra chica de su lado. Cuando entró por completo al club se inundó en una uniforme luz neón azul que bañaba todo. Avanzó despacio, viendo a todos lados, descubriendo donde estaba, la gente bailaba y reía a su alrededor sintiéndose casi como una ilusión. Pronto sintió que su brazo era sujetado por alguien, era Amatista, sonriéndole y arrastrándola a una pared cercana, donde la rubia se recargo.

--¿Ahora qué? --Preguntó Peridot, acercándose al oído de Amatista para que la escuchara.

--¿Vienes de Marte? Simplemente hay que dejarnos llevar --Fue lo único que obtuvo de respuesta.

--¿No podemos "dejarnos llevar" en otro club, tal vez?

--Ven --Amatista la tomó de la mano y nuevamente la guiaba, pero al sentir que la otra se resistía, le sonrió con sorna--. Al menos inténtalo.

Peridot suspiró, caminando al lado de su amiga y terminando en la pista, donde los otros se movían al ritmo de la música. Amatista pronto se unió a ellos, bailando enérgicamente. Su extroversión era algo que la de lentes admiraba, la rapidez con la que se adaptaba y disfrutaba. Motivada por esto, empezó a moverse torpemente en un intento por imitarla, nunca fue una gran bailarina y lo estaba demostrando, su movimiento no era tan fluido ni llamativo como el de la otra, pero aun así, Amatista la animaba a hacerlo. Pero Peridot dejo de hacerlo, en su mente, el pensamiento de que estaba haciendo el ridículo no la dejo continuar y permaneció de pie, quieta y cabizbaja mientras su amiga continuaba.

--Iré por algo de beber --Dijo Peridot, teniendo que acercarse como antes.

Se fue a buscar la barra antes de que Amatista pudiera responder. Caminó empujando un poco a las personas que se cruzaban en su camino. Unas llamativas lineas fluorescentes rosas la hicieron voltear. Era la barra. Llena de colores morados y rosados. Era atractiva la forma en la que las luces iluminaban las botellas de cristal. Se sentó en un banco, el más alejado en un extremo y permaneció ahí, esperando al barman. En una hojeada rápida vio a muchas personas conversando, bailando, besándose, era un buen lugar después de todo. Una chica limpiaba la superficie de madera con un trapo mientras se acercaba a ella. Y cuando esta levantó el rostro se sintió un poco turbada. La joven era muy atractiva, con una melena corta y grandes ojos, relajados. Llevaba puesto un pequeño top negro de tirantes dejando ver en sus brazos algunos tatuajes que Peridot encontró sumamente atrayentes. Las luces de colores le pigmentaban la piel, haciéndola ver como si fuera una clase de imagen virtual. "Pero no lo es", pensó Peridot, "no lo es y se esta acercando". Se sintió tan nerviosa cuando la fascinante chica le sonrió, quedando frente a ella y apoyando sus brazos en la barra.

--¿Qué vas a beber, cariño? --Preguntó la chica, alzando la voz por la música pero sonando tranquila de igual forma.

Peridot tardó unos segundos en entender la pregunta, tragó duro y soltó una sonrisa boba.

--C-Cerveza... Si, solo una. Solo una cerveza, p-por favor --Tartamudeo, tan nerviosa y tan intimidada por la belleza de la chica.

La joven de cabello corto asintió, con la misma sonrisa relajada. Se alejó un momento, y Peridot vio como se hincaba para sacar la botella del minibar. Regresó con ella y destapó la cerveza.

--¿Por qué tan nerviosa? --Cuestionó la chica, divertida. Le entregó la botella.

--No estoy nerviosa. Solo... Solo no estoy acostumbrada a estos lugares. --Respondió, tomando la botella.

--¿Nunca habías venido a un club gay?

--No, no... Quiero decir... si he ido a bares gay pero nunca a uno como... este.

--Si, lo supuse. --Comentó la desconocida, recargando su brazo en la barra--. Te ves diferente a las personas que vienen aquí.

--¿Diferente? --La rubia comenzó a sentirse algo insegura sobre su aspecto.

--Oye, no te asustes, lo diferente es bueno --Añadió, notando la expresión de la otra--. Es solo que... te ves diferente --Repitió con simpleza, sonriendo.

--Tu también eres diferente a las personas que veo todos los días.

--¿Como son las personas que ves todos los días?

--Aburridas. Bueno, en su mayoría --Agregó lo ultimo recordando a sus amigas--. Nada exótico.

--¿Crees que soy "exótica"? --Preguntó, con una expresión que Peridot interpretó como molesta.

--No, yo-.

--Me gusta esa palabra. "Exótica" --Volvió a sonreír y Peridot sintió alivio.

La rubia acercó la botella a su boca y bebió un trago. No era de la marca que solía tomar y no estaba segura de que le gustara, pero en realidad eso le importaba menos que nada. Solo quería seguir hablando con aquella chica.

--Te ves como alguien inteligente --Comentó la joven--. ¿Estudias o algo así?

--Soy universitaria --Respondió Peridot--. Estudio una licenciatura en sistemas computacionales.

--Ya veo, números y formulas y esas cosas --Dijo, con cierto desdén.

--Es más que solo números o formulas, es una carrera genial. --Declaró, ligeramente a la defensiva sonriendo de lado.

--Lo siento, soy más una chica artística --Confesó, alzando los hombros.

--El arte también es genial --Exclamó Peridot, tratando de no dejar morir la conversación--. El arte es... tan wow, ya sabes... tan artístico.

Al decir tal tontería, Peridot sintió tantas ganas de ocultar su rostro detrás de sus manos y permanecer ahí hasta que la chica olvidara su existencia, pero algo como eso no podía pasar. Su mente trató de pensar en una disculpa o una excusa pero la risa de la joven la trajo a la realidad, por la música la escuchó lejana pero ahí estaba.

--Si, exacto --Respondió al fin, sin borrar su radiante sonrisa--. Me llamo Lapis, por cierto. Lapis Lazuli.

Peridot sonrió bobamente otra vez. Ahora sabía el nombre de esa increíblemente atractiva chica, y sintió que jamás lo olvidaría.

--Peridot, mucho gusto --Extendió su mano para saludarla formalmente, a lo cual la chica correspondió entre risas.

--Entonces, eres universitaria. Interesante. No vienen muchos por aquí.

La de lentes solo asintió y le dio otro trago a su cerveza. Lapis seguía mirándola y Peridot se preguntó si le había gustado a la chica.

--¿Qué es este lugar exactamente? --Cuestionó la rubia con verdadero interés--. Se ve más... urbano que otros lados.

--Es una casa. Una casa donde las personas pueden ser quien realmente son sin miedo a la represión. La dictadura social no existe aquí.

--Por dictadura social te refieres a...

--Los demás tratan de decirte quien ser, que usar, incluso a quien amar --Explicó Lapis con energía--. Nos reunimos aquí, amontonados con miedo, escondidos como si fuéramos criminales. Esperando a que un día las cosas sean mejor, esperando a que el odio muera.

Peridot solo asintió, escuchando y haciendo una nota mental: en cuanto viera a Perla le pediría prestados algunos libros sobre arte.

--¿Comprendes lo que digo? --La voz de Lapis interrumpió sus pensamientos.

--Eso creo... --Contestó con sinceridad.

--Deberías venir más seguido, ver a estos chicos, podrías conocer más sobre su lucha --Invitó la chica, volviendo a sonreír amigablemente--. Incluso podrías verme voguear.

--¿Voguear? Es algo que tiene que ver con... ¿Vogue, la revista?

--No, no, es una danza --Aclaró Lapis, riendo--. Lo siento, lo olvidé, eres una chica de números.

--Los números también bailan --Rápidamente Peridot se arrepintió de haber dicho lo primero que se le ocurrió.

--¿Ah, si? ¿Y lo hacen bien? --Preguntó, divertida.

--Tal vez no tanto como para "voguear".

--Esta bien. Si te interesa, tal vez podría enseñarte más sobre eso.

Peridot sonrió. ¿Podría ser esa una señal irrebatible de que Lapis quiere verla en otras ocasiones?

--Eso suena genial. Claro.

Antes de que la conversación siguiera, una persona llamó a Lapis, pidiendo que le atendiera. La chica le dio una sonrisa rápida y se acercó al cliente. Mientras tanto, Peridot se peinaba nerviosamente su cabello. Observó los gestos y movimientos de la chica al trabajar como si los estuviera estudiando, se sentía muy atraída hacía ella. Conforme más se reunían personas sobre la barra entendió que no debería interrumpirla en su trabajo, por más que quisiera conocerla. Realmente deseaba quedarse y hablarle, preguntarle cosas sobre ella, estar ahí toda la noche. Pero no podía. Sacó dinero de su billetera y cuando la vio acercarse lo dejó sobre la barra. En su mente planeaba largas palabras para despedirse, pero en el último segundo se dio cuenta de lo extraño que sería decir esas cosas a alguien que acaba de conocer.

--Hey, ¿Tienes que irte tan pronto? --Lapis recogió el billete y jugueteó con él un poco.

--No quiero seguir molestándote.

--¿Lo dices por el trabajo? Descuida, soy buena haciendo varias cosas a la vez.

--Ha sido genial conocerte. Esperó que algún día puedas enseñarme lo que es voguear.

--Hablas como si no nos fuéramos a ver jamas --Comentó, cruzándose de brazos--. ¿No nos volveremos a ver, chica de números?

--Si, si nos volveremos a ver, chica de arte.

--Bien, adiós, Peridot.

Lapis se alejó, despidiéndose con un pequeño gesto de mano. La rubia solo se apartó de la barra y se alejó, sintiéndose un poco desanimada. Amatista, quien había estado quien sabe donde, la vio a lo lejos y comenzó a hacerle señas, Peridot supo que la estaba llamando pero por el ruido de la música era un gritó que no escuchaba. Ella estaba sentada en una mesa junto a otras personas desconocidas. La de lentes se unió a ellos, que parecían tener una entusiasmada platica, intercambió su nombre con ellos un par de veces, reían fuerte y se tomaban algunas fotos pero en ningún minuto estuvo realmente ahí. A cada oportunidad que tenía, volteaba hacía el bar, buscando con la mirada a la enigmática chica.

Solo pensaba en Lazuli y en alguna manera de convencer a Amatista de volver.

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!
En serio me disculpo por lo del guión largo:(


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