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Experiencia Religiosa por Liss83

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Notas del capitulo:

Si señores

Volvi!!!

 

 
La campana daba su último repiqueteo cuando Minerva entraba al comedor del orfanato y caminaba deprisa hasta su lugar en la mesa de los profesores 
 
 
- Hermana Minerva… – dijo Dumbledore 
- Mil disculpa obispo – dijo la religiosa bajando el rostro – anoche me excedí en mis oraciones 
- Nada en exceso es grato a los ojos de nuestro señor – recordó el hombre 
- Si padre – dijo la mujer 
 
 
Las horas siempre pasaban lentamente para las estudiantes del orfanato Santísimo Corazón de María. Entre clases y oraciones diarias no había mucho tiempo para pensar en las banalidades. La campana sonó nuevamente y todas las estudiantes se levantaron para encaminarse a su siguiente clase. Minerva levanto la vista y se encontró con el hecho de que alguien cerraba la puerta 
 
 
- ¿Ocurre algo Greanger? – pregunto la hermana Minerva 
- Quería que me ayudase con unas lecciones, hermana – dijo la chica de cabello rebelde 
- ¿De qué se trata? – dijo la religiosa sentándose a su lado 
- Son algunas lecciones que no logro entender… – dijo la chica colocándole el cuaderno sobre las piernas de ambas y accidentalmente rozo el muslo de la religiosa – este número… – pero Minerva escuchaba a lo lejos, como entre sueños, ya que su cuerpo por alguna razón empezaba a arder como no lo había sentido jamás – entonces hermana, ¿puedo ir esta tarde a su habitación para que me ayude? 
- Cla… cla… – dijo la mujer – ro. La es… es… pe… ro a las… cinco 
- Ahí estaré – dijo Hermione sonriendo – …hermana – y salió sin más del lugar 
 
 
La hora del almuerzo fue un tanto incómoda para la hermana Minerva, pues sentía una mirada penetrante sobre ella, pero por alguna extraña razón cada vez que intentaba levantar el rostro, sentía a este arder como si tuviera una hoguera sobre ella 
Cerca de las cuatro de la tarde, la hermana McGonagall revisaba unas carpetas con total concentración cuando alguien llamo a su puerta 
 
 
- Adelante – dijo sin levantar la vista 
- Permiso hermana – dijo Hermione entrando en el lugar 
- Greanger – dijo la reverenda sorprendida – ¿Qué necesita? 
- Me dijo que viniera a esta hora para que me ayudara con mis lecciones de matemáticas 
- Cierto – dijo la mujer nerviosa – pase… y… cierre la puerta – la chica así lo hizo – tome asiento – dijo señalando y la chica volvió a obedecerla 
 
 
Ya habían pasado un rato desde que la clase privada había empezado 
 
 
- Y este sería el resultado final – dijo sor Minerva – ¿lo entiende? 
- Ahora si – dijo la chica dijo levantando el rostro y quedando a milímetros  del contrario – muchas gracias hermana 
- Ya va ser hora de la cena – dijo Minerva nerviosa sin despegar la vista de los labios de la chica – será hora que… 
- Por supuesto – dijo Hermione pero cuando se iba ponerse de pie su lápiz cayo a los pies de la religiosa – lo siento – dijo y se inclinó a recogerlo, pero al levantarse su mano se enredó en la sotana de esta, rozando la piel de Minerva desde su tobillo hasta los muslos, arrancándole un profundo jadeo – tiene una piel muy suave – en ese momento tocaron la puerta y rápidamente Hermione estuvo nuevamente de pie 
- A…a…adelante – dijo Minerva temblando 
- Hermana – dijo la hermana Pomona entrando 
- Yo me tengo  que ir – dijo Hermione – muchas gracias hermana 
 
 
Las siguientes semanas fueron como si nunca hubiese pasado nada. Hermione no volvió a pedir la ayuda de la religiosa y este hecho le devolvió la tranquilidad a la mujer. 
Sin embargo una tarde la suerte la abandono. 
 
 
Minerva McGonagall caminaba por el jardín mientras leía la biblia, cuando escucho los gritos desesperados de unas chicas, por lo que no dudo en correr hacia el lugar 
 
 
- ¿Qué pasa? – dijo Minerva 
- Es Greanger – dijo una chica – no respira 
- ¿Qué cosa? – dijo Minerva y corrió a  su lado. Verifico su pulso pero no lo sentía – Vamos niña – susurro aplicándole el RCP – vamos – susurraba pero esta no reaccionaba. De pronto siente como una lengua se introduce en su boca y empieza una batalla feroz con la suya y dos ojos marrones la miraban directo a los ojos con ¿lujuria? Intento por varios segundos separarse sin éxito 
- ¡Hermione! ¡Hermione! – decía Luna desesperada mientras sor Minerva se alejaba y la chica empezaba a toser 
- Gracias Dios – susurraba Hannah Abbott – gracias 
- Greanger – dijo la hermana Siniestra desde algún punto 
- Llévenla a la enfermería – se escuchó decir al obispo Dumbledore 
 
 
 
La hermana Minerva no volvió a saber de la chica el resto del día, ni tampoco durante la cena. Según le había dicho la hermana Pomfrey estaba internada en la enfermería. 
Después de la cena fue a su recamara y se colocó de rodillas para decir sus oraciones antes de dormir. Ya llevaba unos  diez minutos orando, cuando sintió como una mano empezaba a masajear su seno izquierdo mientras otra mano se colaba entre su hábito hasta llegar a su entrepierna arrancándole un profundo jadeo que la obligo a echar la cabeza hacia atrás 
 
 
- ¿Esta lista hermana para tener una experiencia religiosa? – le susurro una voz muy conocida al oído y todo lo que consiguió fue un jadeo desesperado mientras introducía un dedo por su vagina – vamos hermana quiero escucharla – la mujer gimió algo incompresible mientras un segundo y un tercer dedo la invadían – ¿acaso eso fue un sí? – pregunto mordiéndole el cuello levemente 
- E… es… p… pe… ca… ah… do – gimió sor Minerva 
- Pecado es no hacerla mujer aquí y ahora – dijo Hermione moviendo los dedos dentro de ella, haciéndola gemir aún más – ¿acaso usted no lo quiere también? 
- Yo… ah – empezado a moverse al ritmo que le marcaban los dedos 
- Aquí – dijo Hermione moviendo los dedos mientras con la otra mano le abría la parte superior del hábito –, frente a su Dios, la hare suplicar por mis atenciones –la llevo hasta la cama y la acostó boca  arriba sin sacar sus dedos de su interior – a partir de hoy voy a ser su dueña – le susurro mientras se acomodaba entre sus piernas y la hermana Minerva  gemía perdida en el mar del placer – no la escucho hermana 
- ¡Mas! – gemía la mujer – ¡más! ¡quiero mucho más! – y justo cuando llego al clímax, una boca voraz acallo sus gritos 
- Buena chica – susurro su alumna con una sonrisa depredadora cuando sus bocas se separaron por unos segundos 
 
 
A la mañana siguiente unos golpes en su puerta la despertaron sobresaltada 
 
 
 
- Hermana Minerva – dijo la voz de la hermana Sybill – ¿se encuentra bien? ¿hermana? 
- Si – dijo sentándose sobresaltada, se puso su habito a toda prisa y entre abriendo su puerta, mostrando solamente su rostro – se ve agitada – dijo intrigada la hermana Sybill 
- No se preocupe hermana – dijo Minerva 
- La paz este con usted – dijo Sybill 
- Y con su espíritu – contesto Minerva antes de cerrar la puerta 
 
¿Y ahora que iba pasar con ella? ¡Había roto sus votos de castidad! ¡Y por si fuera poco, había sido con otra mujer! No tenía la menor duda, ardería en las llamas del fuego eterno del infierno, sin contar que si alguien se enteraba de lo que había pasado la excomulgarían  al instante. 
¡Toda una vida completamente dedicada a Dios! ¿Por qué el Padre Todopoderoso la había abandonado? Miro la cama con las sabanas deshechas que le recordaban lo que había ocurrido tan solo unas horas antes y se exigió a si misma controlarse. Aquello era un pecado capital y ella no volvería a ceder ante tanta abominable tentación. En su congregación era común auto flagelarse para expiar sus culpas, por lo que camino hasta el armario y del saco un látigo. Se arrodillo en mitad de la habitación y mientras se auto flagelaba su espalda se repetía el gravísimo pecado que había cometido al no haber detenido a Greanger a tiempo. Sin embargo por alguna razón que la hermana Minerva no alcanzaba a entender cada golpe solo avivaba el recuerdo de la noche anterior llevándola nuevamente al estado de excitación que había sentido mientras su alumna la tomaba como suya. Y la prueba irrefutable fue cuando sus sentidos estallaron en mil sensaciones al mismo tiempo mientras de sus labios solo salían gemidos que decían ¡Mas! ¡Mas! 
Una hora después, la hermana Rolanda fue quien esta vez llamo a la puerta de su hermana en fe 
 
 
- ¿Hermana? – dijo – ¿hermana? – como nadie contesto entro lentamente – ¡Por los clavos de Jesucristo! 
 
 
Tendida boca abajo sobre el suelo estaba la hermana Minerva, profundos surcos atravesaban toda su espalda ensangrentada. Tenía un rosario enredado en su mano, en la cual sujetaba firmemente una biblia 
 
Notas finales:

Opiniones?


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