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Slam Dunk: un gran sueño por HimuraKenji

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Capítulo 2: Kaede

Martes 26 de Abril

Ring, Ring, Ring, Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing

 

El sonido estridente de la alarma no cesaba. Era ya la tercera vez que se encendía y aún no estaba completamente despierto. No del todo.

Ring…

Suficiente. Se revolvió enérgicamente entre sus sábanas antes de asomar su largo y blanquecino brazo en dirección al ruidoso aparato móvil sobre la cómoda junto a su cama. A duras penas consiguió agarrarlo antes de lograr apagar esa maldita alarma.

-          Aghhhhhh – bostezó mientras refregaba sus ojos con ambas manos en un intento de sacudir los últimos atisbos de un profundo sueño.

Siempre tenía sueño. No importaban las circunstancias, la mayoría del tiempo prefería estar durmiendo. Si no estaba jugando basquetbol o bien entrenando, pues dormía. Dormir era su segundo pasatiempo favorito. Mientras pensaba en eso, escucho a lo lejos el ruido amortiguado de varias pisadas apresuradas. Por aquí y por allá, todos en casa estaban despiertos mientras él seguía luchando por salir de la cama. En el piso de abajo el ajetreo estaba en su punto máximo aquél martes por la mañana.

7 de la mañana con cinco minutos.

Tenía poco menos de una hora para levantarse, tomar una ducha, bajar a desayunar lo que su madre estuviese preparando, cepillar sus dientes, montar su bicicleta (dormir mientras tanto) e ir a clases… y dormir entre medio. Todo rutina, lo hacía casi robóticamente. Se podría decir que recién despertaba del todo cuando era hora de entrenar después de almuerzo.

Luego de tres semanas en el equipo de baloncesto de Shohoku, aún no se sentía completamente a gusto. Las prácticas iban bien, y debía reconocer que Takenori Akagi era un capitán bastante competente, único en su clase y lo suficientemente talentoso para dirigir el equipo; pero el resto de los miembros de Shohoku… Dios, no sabía cómo iba  salir adelante con un equipo tan carente de talento. Y ese otro novato que ingresó junto a él, Hanamichi Sakuragi… sólo con pensar en él sentía un fastidio surgir desde sus entrañas.

-          Kaede, amor, date prisa. El desayuno está listo – escuchó fuerte y claro a su madre que lo llamaba desde la escalera.

Volvió a frotar sus ojos mientras se incorporaba hasta quedar sentado en la cama.  Su habitación era bastante amplia y sencilla. Un práctico escritorio en un rincón junto a la ventana, un portátil sobre éste, con la pantalla aún encendida demostrando que se estuvo usando hasta hace no mucho. Más allá, hacia la derecha, un televisor de pantalla plana con una consola de Play Station última generación, una repisa con chucherías ligadas al mundo del baloncesto, una amplia cómoda y clóset, y posters adornando las paredes por aquí y por allá. Todos de grandes jugadores de la NBA. Su favorito, el que coronaba la decoración sobre su cama al estar pegado en el techo, era el de Michael Jordan, el mítico jugador de los años 80 y 90.

Con apenas su ropa interior puesta (producto del intenso calor de esta época del año) salió de su habitación dando un fuerte portazo, más producto de su aturdimiento a esas horas de la mañana que por su atribuido mal genio. Atravesó el pasillo en dos grandes zancadas antes de irrumpir en el baño, quitarse la ropa interior y meterse de lleno en la ducha. Al abrir la llave que da paso al agua, ésta cayó sobre su acalorado cuerpo como un bálsamo que sosegó sus sentidos mientras cerraba los ojos, hasta que sintió un fuerte dolor en sus costillas.

-          ¡Mierda! – gruñó levemente adolorido mientras con una mano tanteaba cuidadosamente la zona magullada. Al ver la enorme marca sobre sus costillas recordó el origen de ésta. Y dicho origen no era sino cierto revoltoso gamberro de pelo rojo… - Do´aho. – murmuró fastidiado, cerrando los ojos nuevamente para continuar con su rutina.

El entrenamiento de ayer resultó problemático, una vez más. Mientras él y el resto del equipo se sometió a una intensa sesión de entrenamiento en diversos partidos de práctica junto al capitán Akagi, quien era muy exigente, el estúpido de pelo rojo estaba apartado en un rincón, estrictamente vigilado por Ayako, quien a punta de golpes con su abanico le enseñaba a driblear correctamente con el balón. Todo estuvo relativamente tranquilo. Eso, hasta que logró salirse con las suyas para conseguir que le permitieran unirse a los partidos… y para su desgracia le tocó jugar junto a él.

Sakuragi, Kakuta y él contra Akagi, Kogure y Yasuda. Bastante parejo, considerando que el mono pelirrojo no sabía siquiera driblear correctamente. Pero bastó tan solo un minuto de partido para terminar enfrascados en una brutal pelea junto a Sakuragi. Los golpes sin cesar iban y venían hasta ser detenidos por un irritado capitán que le propinó un sonoro golpe en la cabeza a cada uno.

-          ¡Ya basta, par de idiotas! – rugió enfadado. – Se suspende el partido de practica. ¡50 vueltas a la cancha cada uno! – ordenó - ¡¡¡AHORA!!!

 

Sí, el capitán Akagi era realmente severo en ocasiones. Como premio a tan prometedor entrenamiento no había ganado más que un par de golpes.

- Do´aho – volvió a murmurar mientras terminaba su reponedor baño matutino, para luego envolverse con una enorme toalla y salir rápidamente rumbo a su habitación.

7 de la mañana con 20 minutos.

El comedor en el primer piso de la casa era un hervidero de actividad. Su madre iba para todos lados acarreando platos, sirviendo el desayuno, recogiendo el servicio ya utilizado. Mientras su padre terminaba de organizar unos papeles sobre la mesa, pretendiendo poner atención al discurso que animoso recitaba su hijo pequeño de tan solo 8 años, Hikaru.

-          Y así es como se hacen Los buñuelos papá. Lo aprendí ayer mientras la profesora nos narraba los pasos, uno a uno… ¡Kaede! – gritó de pronto mientras su hermano mayor irrumpía en el comedor, ya vestido con su uniforme. - ¡Kaede, Kaede! ¿Quieres saber cómo se hacen los buñuelos? – preguntó emocionado por su presencia.

 

-          Hmm – se encogió de hombros mientras tomaba asiento en la mesa, a su derecha, y no sin antes percatarse de que la silla para bebés, justo al frente, estaba vacía –“Aún debe estar durmiendo… qué envidia me da.” – pensó sonriendo somnoliento por dentro y por fuera.

 

-          Mira…–continuó Hikaru con una enorme y radiante sonrisa - para poder hacer un buñuelo primero tienes que tener harina y...

 

-          ¿Sabes hacer buñuelos, hermano? – interrumpió hoscamente Kaede mientras cogía una tostada para comer.

 

-          ¡Sí! Ayer la profesora nos contó cómo hacerlos, fue bast…- el pequeño no pudo continuar, ya que nuevamente fue interrumpido por su hermano mayor.

 

-          Sabes cómo se hacen. Pero no sabes hacerlos, y no sabrás hasta que hagas uno tú mismo. No es lo mismo, hermanito – un aparentemente severo Kaede corrigió a su hermano, intentando detener lo que de seguro sería una de esas tediosas explicaciones del mundo a las que todos estaban acostumbrados en casa. Hikaru, al contrario que él, era un niño extremadamente comunicador. Parecía no tener límites con su energía y ansias de explicar con lujo de detalles todo lo que llamaba su atención.

 

-          ¡Pero! …– intentó protestar Hikaru.

 

-          No. Hasta que no hagas uno tú mismo, no quiero saber cómo se hacen. – tajante y dando la conversación por terminada, Kaede se llenó la boca con pan y una gran porción de huevos revueltos que había preparado su madre.

 

-          Hikaru, ve arriba a cepillarte los dientes. – ordenó su madre mientras entraba una vez más en el comedor con una taza de té para ella y otra de café para su esposo.  El niño obedeció instantáneamente mientras le dedicaba una cara lastimosa a su hermano, coronada por un cómico puchero.

Aiko Rukawa era una esposa afable, con un espíritu enérgico y vigoroso aún a sus 42 años de edad. Había estudiado abogacía y ejercía como tal en una prestigiosa firma de abogados particulares, pero tuvo que retirarse temporalmente al enterarse que con 41 años estaba nuevamente embarazada, y que dicho bebé tendría complicaciones al nacer.

-          Toma, tu café. – lo sirvió a su marido, mientras se sentaba a su derecha, oportunamente alejando la carpeta que este estaba revisando, para exigir su atención.

 

-          Gracias. – Isao Rukawa, con 44 años, era un hombre ya entrando en una etapa madura de su vida. Con su esposa en casa este último tiempo, había notado cómo su carga laboral había aumentado considerablemente con el fin de poder sostener las cuentas del hogar. Amaba a su familia antes que todo, y como hombre de honor y muy trabajador (haciendo fama de su nombre) sabía que su esposa tenía toda la razón al reclamar su atención. El trabajo, por mucho que fuese, debía quedar fuera de casa. Salvo contadas excepciones, pero esta no era una de ellas.

 

-          Cariño, ¿cómo dormiste? – Aiko dirigió ahora la atención a su hijo mayor, esperando (o más bien deseando) poder establecer una conversación fluida con él. Si bien amaba a su hijo más que nada en el mundo, sabía perfectamente lo terco que podía llegar a ser a la hora de comunicarse con ellos.

 

-          Hmn. – como respuesta, Kaede se encogió de hombros mientras sorbía un poco de leche.

 

-          ¿Qué tal va el equipo de baloncesto, eh? ¿Kaede? – esta vez su padre decidió intervenir, buscando un tema que fuera del agrado de su hijo.

 

-          Bien. – fue la escueta respuesta a cambio. Kaede seguía desayunando como si nada, aparentemente indiferente a todo. Pero en el fondo estaba bastante alerta a las señales.

 

-          Ayer recibí un e-mail, era desde la dirección de Shohoku. En dos semanas más será la primera reunión de apoderados… - Aiko, su madre, no se iba a dar por vencido aún.

 

-          ¿Va todo bien en la escuela, Kaede? ¿Cómo van los estudios? – Isao sabía perfectamente que en cuanto a los estudios Kaede siempre tenía problemas. En los años previos, durante su estadía en Tomigaoka, apenas y si había conseguido aprobar las asignaturas. En más de una ocasión tuvo que intervenir ayudándolo a estudiar arduamente para aprobar los exámenes.

 

-          Normal, aún no hemos tenido una prueba. – 7 palabras. Todo un logro. Con su hermano Hikaru era distinto, ya que con él, parecía no tener problemas de comunicación.

 

-          El próximo martes tendrás tu primera evaluación de Matemáticas. – puntualizó Aiko, con un aire de dignidad adornado sus facciones. Estaba orgullosa de lo bien informada que se mantenía de todo lo relativo a su hijo mayor, Kaede. Por él había incluso estudiado acerca del basquetbol con el fin de sentirse más cercana a su pasión.

 

-          ¿Có-cómo lo sabes? – Kaede no tenía ni idea. De seguro le habían avisado en clases, pero ya lo había olvidado. Y estaba seguro de que nunca le había comentado nada a su madre al respecto.

 

-          Notificaciones. – Aiko sacó su aparato móvil de entre su ropa. – Shohoku cuenta con un sistema de notificación a los padres, por si no lo sabías.

 

-          Pfff…  - vaya noticia, a Kaede sí que le fastidió enterarse de que podría llegar a ser estrictamente notificado de sus pasos en la preparatoria. - “¿Notificarán también de las actividades del club de baloncesto?” – se preguntó antes de que un fuerte grito los alarmara a todos en el comedor.

 

-          ¡Mamá la niña está llorando! – era Hikaru, que desde la planta alta sonaba bastante molesto. - ¡Hazla callaaaaaaar!

 

Era su señal. Mientras sus padres se levantaban de prisa para ir al segundo piso, a la habitación de la bebé, supo que era su oportunidad para tomar sus cosas y escabullirse.

 

xXx

 

7 de la mañana con 45 minutos.

Contaba con 15 minutos para llegar a clases. Tal vez nuevamente llegaría tarde. Si bien Shohoku era la preparatoria más cercana a su casa (y la razón principal por la que se matriculó allí), quince minutos era un margen de tiempo muy estrecho para llegar, salvo que fuera a toda prisa.

En estas tres semanas ya había sido castigado y expulsado de clases varias veces. Si no era por llegar atrasado, era por quedarse dormido mientras sus maestros intentaban explicarle a él y  sus compañeros de clases la importancia de la materia impartida en aquél momento.

-          “Vaya fastidio.” – pensó mientras pedaleaba por las ya soleadas calles de Kanagawa.

El compás de la música en sus oídos, auspicio de su inseparable reproductor digital, no tardó en hacerle caer en un trance entre la vigilia, el sueño absoluto y el estar despierto. Y así, medio dormido mientras pedaleaba cuesta abajo a toda velocidad en una poco concurrida calle, no se percató de una bicicleta azul claro que atravesaba el cruce hacia otra dirección justo unas milésimas de segundos antes de su paso. No fue hasta que inevitablemente colisionaron ambos cuerpos en movimiento que volvió a despertar.

-          ¡Mierda! ¡Mierda, mierda, mierda… lo siento! – escuchó al levantar la vista mientras se incorporaba rápidamente desde el suelo, quitándose los audífonos de sus oídos. Había aterrizado de lado, y por fortuna del lado contrario a su magulladura en las costillas.

Al ponerse de pie, Kaede Rukawa notó que el otro sujeto era alto, aunque no tanto como él pues le sacaba un par de centímetros de altura. Tenía la cabellera desordenada (tal vez producto de la colisión) de un nítido tono castaño, medio cubierta por un casco de seguridad blanco, todo lleno de rayones y un par de golpes.

-          “Uh, cuántas veces se habrá caído ya…” – pensó Kaede mirándolo de mala gana… No parecía ser mayor que él. Sin embargo, lo que llamó su atención no fue otra cosa que sus llamativos ojos... ¿turquesa? No estaba seguro del color. De lo que sí estaba seguro es que de pronto se sintió intranquilo ante aquél muchacho.

 

-          Lo siento, lo siento mucho. – se excusó una vez más el otro joven mientras recogía su propio bolso azulino tirado en el suelo. La gente que transitaba por la calle a esas horas pasaba junto a ellos mirándolos a ambos con los ojos abiertos. No todos los días se veían cosas como esas, un accidente entre dos ciclistas, y mucho menos cuando los involucrados eran dos jóvenes nada comunes  físicamente en un país como Japón.

Kaede solo atinó a recoger su propio bolso, también cubierto de polvo, mientras lo frotaba enérgicamente para quitar la suciedad (era un bolso Nike después de todo, su marca favorita). En eso estaba cuando volvió a escuchar la voz del otro joven.

 

-          Es mi culpa. Venía medio dormido y no te ví jejeje. – sonrió mientras se rascaba la nuca, debajo del mal ajustado caso. Y algo en su tono de voz hizo pensar a Kaede que no era la primera vez que tenía un accidente como éste. – Aunque tú también venías distraído…. – puntualizó mientras cogía ahora su bicicleta.

 

-          Hmn. – fue la respuesta de Kaede. No recordaba bien lo sucedido. No estaba en sus cabales hasta que ya había chocado con el otro muchacho para luego reaccionar tendido en el suelo. Vaya papelón. Tampoco era la primera vez que le sucedía algo así, aunque estaba más acostumbrado a chocar contra autos que contra otros ciclistas. – Do´aho. – respondió mientras cogía su propia bicicleta para seguir con su camino.

 

-          Bueno, que estés bien. Y disculpa una vez más… – el otro pareció no percatarse del insulto de Kaede Rukawa y simplemente se montó en su bicicleta azul claro como el cielo y partió rumbo al norte, pedaleando a buen ritmo.

 

Kaede Rukawa se quedó contemplándolo a aquél extraño muchacho durante unos segundos hasta que lo perdió de vista, y luego volvió a montar en su propia bicicleta para hacer lo suyo, pero sin conectar los audífonos esta vez. Ya estaba ligeramente fastidiado y no le apetecía repetir la escena. Así que completamente despierto y alerta, continuó con su camino hasta que por fin llegó a la entrada principal de la Preparatoria Shohoku.

El timbre que anunciaba el inicio de las clases acababa de sonar mientras discurría entre los últimos rezagados que, como él, habían conseguido llegar (milagrosamente) justo a tiempo para el inicio de  las clases. Pensó que no lo lograría, pero sí que pudo. Dejó rápidamente su bicicleta en el aparcamiento asignado para ello y caminó a paso rápido pero seguro hasta el hall central del gran edificio.

Al atravesar la puerta principal del recibidor donde estaban los cientos de casilleros personales para estudiantes dispuestos en diversas filas consecutivas según año escolar, fue recibido con un inconfundible corillo de gritos, alabanzas y admiraciones.

 

-          ¡RU-KA-WA! Ahhh, ya llegó. ¡Está aquí!

 

-          ¡Es hermoso, es hermoso!

 

-          ¡KYAAAA! ¡Hoy está más guapo que nunca!

 

-          ¡Pero mira qué perfecto es! ¡Parece una súper estrella!

 

Siempre lo mismo. Su grupo de admiradoras no fallaban a la hora de darle la bienvenida cada mañana al ingresar al edificio. Aunque él tampoco hacía gran cosa por evitarlas, simplemente… pasaba de largo ignorándolas por completo. Haciendo gala por fuera de su actitud fría y distante, caminó rápidamente hacia su casillero, anulando todos los gritos que le seguían de cerca a cada paso que daba, cuan sombra. Con toda la calma del mundo, demostrando unos nervios de acero al aguantar con total serenidad  semejante espectáculo, se calzó sus zapatillas para andar dentro de la escuela, y fue entonces cuando lo sintió, directo en su cara.

Una encandilante luz le dio de lleno en los ojos, provocando que se le nublara la vista por una fracción de segundo. Al pestañear rápidamente para enfocar mejor, se percató que ya no eran solo tres las muchas que conformaban el corillo, sino que mágicamente había aumentado el número de estas. Y es que alarmadas por el escándalo, otro pequeño grupo de rezagadas se unió al clamor general.

-          ¡Date prisa Rumiko, tómale otra foto! – logró escuchar antes de volver a ver un flash estallando en su dirección.

Tampoco era algo nuevo para él. Al llegar a Shohoku, una institución mucho más grande que Tomigaoka, y por ende que albergaba mayor número de estudiantes; se encontró con que su presencia atraía aún más muchas a su alrededor. Allí donde sea que fuera, algunas de ellas parecían seguirlo… incluso algunas habían formado un club de animadoras “oficiales” para ir a echarle porras en sus entrenamientos de básquetbol.

 

-          “Son unas babosas” – pensó mientras apretaba fuertemente los puños de su mano. Quería gritarles a todas ellas que lo dejaran en paz, pero no iba a demostrar jamás cuánto en realidad le afectaba toda esta situación.

-          ¿Se puede saber qué estás haciendo parado ahí, Kaede Rukawa? – un suave agarrón en su brazo derecho le hizo voltearse para enfrentar al nuevo intruso, dispuesto a mandarlo a donde no se debe mandar a nadie.

Pero al girar se topó con los ojos inquisidores y preocupados de Ayako, que mirándolo desde abajo esperaba alguna respuesta por parte del novato.

-          Ayako-senpai. – logro articular, dejando su furia de lado. Ayako era la única mujer aparte de su madre que toleraba que hiciera contacto físico con él.

 

-          Llegarás tarde a clase, ¿sabes? – Debido al griterío de las muchachas, Ayako tuvo que alzar la voz divertida al ver la cara de sorpresa del menor. Sabía que Rukawa era un muchacho tímido y en ocasiones disfrutaba presionándolo un poco. – No deberías estar posando para fotos, te castigarán si no te das prisa – guiño el ojo.

 

 

Kaede, por su parte, solo pudo abrir levemente los ojos mientras trataba de buscar las palabras adecuadas para explicar la situación a su superior, pero no conseguía articular una frase alguna. Ayako, nuevamente, se le adelantó.

-          Jajaja sólo bromeaba, chico. No te pongas nervioso. – nuevamente le guiño el ojo, divertida. – Ven, démonos prisa y larguémonos de acá. Yo también llego tarde.

Ayako empujó a Kaede por la espalda para hacerlo atravesar la masa de chiquillas que ahora histéricas gritaban aún más al ver el atrevimiento de la chica de pelo rizado.

 

xXx

 

El timbre que anunciaba el final de las clases del día sonó exactamente a las 15:45 horas. Luego de escucharlo, Kaede Rukawa se removió perezosamente de su asiento para despertar. Se había quedado dormido hace unos instantes por lo que no tenía noción exacta de lo que sucedía a su alrededor.

-          Mmmmm. – reprimió un bostezo mientras parpadeaba y paseaba su mirada a través del salón, contemplando cómo sus compañeros se levantaban paulatinamente de sus pupitres, recogían sus cosas y se marchaban. Algunos, los menos, se demoraban para charlar entre sí o esperaban a alguien más para salir juntos.

Le pareció escuchar a lo lejos la voz del profesor de matemáticas que hablaba animadamente con un grupillo de dos o tres estudiantes que de seguro estaban preguntando alguna cosa relativa a la clase ya concluida.

Sacudió levemente su cabeza y miró la hora en su móvil. Las 15:46. Si se daba prisa alcanzaría allegar al gimnasio a tiempo para contar con un margen de 10 minutos de entrenamiento completamente a solas.

Era su costumbre: entrenar a solas. Se le hacía más cómodo, práctico y productivo partir la jornada así, lanzando tiros a la canasta por medio de distintas jugadas que iba planeando e ideando en su mente.

Se puso de pie de un golpe, cogió su bolso y se dirigió lo más rápido posible al gimnasio entre bostezos.

El recinto estaba desocupado, tal como esperaba. Se sumergió entonces en los vestuarios para cambiarse el traje del instituto por su ropa de entrenamiento cuando, al sentarse en el banquillo para ello, se encontró con que ya había un bolso. Era azulino, y sobre él había un casco blanco un poco maltratado.

-          Mmmm… – murmuró Kaede, extrañado. No había visto ese bolso nunca antes en el gimnasio, por lo que no estaba seguro de quién podría ser su dueño. Ni mucho menos ese casco. ¿O sí? Escaneó el vestuario con su mirada, buscando al dueño de esos objetos… pero no había nadie cerca. Se encogió de hombros indiferente y continuó con lo que estaba haciendo.

Al volver al gimnasio ya listo para comenzar a lanzar tiros hacia la canasta, comprobó una vez más que no había nadie cerca.

-          “Entonces… ¿de quién serán esas cosas?” – se preguntó.

Cogió un balón y boteándolo suavemente corrió hacia la canasta más cercana para encestar una sencilla bandeja. Entró sin problemas.

Estuvo cerca de 10 minutos practicando a solas hasta que las puertas principales que daban al pasillo que conectaba con los vestidores se abrieron de par en par. Por ella entraron Ayako acompañada de Kogure, Akagi y otro chico más de primer año cuyo nombre no recordaba. Les dedicó una mirada seguida de un asentimiento de cabeza a modo de escueto saludo.

-          ¿Qué tal Rukawa? Qué alegría verte nuevamente. ¿Entrenando ya, muchacho? – una contenta Ayako fue la primera en saludar.

 

-          Rukawa. – Kogure asintió mientras correspondía el saludo del novato.

La entrada de otros jugadores continuó gradualmente mientras él seguía lanzando tiros, totalmente ajeno a los movimientos dentro del gimnasio y las distintas charlas que se sucedían por todos lados.

-          Nyahahahaaha ¡Hola a todos! – un gran estruendo de puertas al abrirse alarmó a todos en el gimnasio – ¡El gran Tensai Hanamichi Sakuragi ya está aquí! – se anunció el pelirrojo a la vez que ingresaba con una enorme sonrisa en el rostro. Era el último en llegar.

 

-          Vaya Hanamichi Sakuragi, ¡Llegas 5 minutos tarde! ¡estas no son horas de llegar! – Ayako lo recibió con un sonoro golpe de abanico en la cabeza.

 

-          Ouch! ¡Ayako! – se quejó el muchacho con un puchero en la boca.

 

-          Do´aho. – murmuró por lo bajo Kaede, que contemplaba la escena en silencio apartado del resto, continuó lanzando sus tiros.

 

-          ¿Qué demonios dijiste? ¡ZORRO APESTOSO, ya verás! – sin saber cómo, Sakuragi escuchó a lo lejos el murmuro de su rival, y ya estaba listo para iniciar una pelea con él cuando de pronto las puertas del gimnasio se volvieron a abrir para dar paso a una prominente barriga con pies.

 

-          Jo jo jo, ya están aquí muchachos. ¡Qué alegría me da al verlos a todos reunidos! Jo jo jo – saludó entusiasta el profesor Anzai, haciendo una entrada que llamó la atención de todos, incluido Kaede Rukawa.

 

-          ¡Viejo! – cambiando el objeto de su atención, Sakuragi corrió presuroso a recibir al profesor Anzai, tirando de su papada mientras alardeaba - ¡Qué bueno que llegas! Estaba diciéndole a ese presumido de Rukawa de que yo soy el mejor jugador de Shohoku Nyajajajajaja.

 

El profesor Anzai solo podía reírse ante el entusiasmo desbordante del pelirrojo. Kaede no podía creer el descaro del Do´aho y Kogure se apresuró a socorrer al anciano para rescatarlo de las indiscretas manos de su compañero.

-          Ya déjalo en paz Hanamichi. – Kogure tiró de él, pero su fuerza no era suficiente para competir contra la mole de 1,88 metros de estatura que era Hanamichi Sakuragi.

 

-          ¡Díselos viejo, viejo! Diles a todos que yo me encargaré de derrotar a Ryonan en el partido del sábado nyaahahahaha. – Sakuragi continuó tirando de la papada del profesor Anzai hasta que notó que unos pasos atrás, ligeramente cubierto tras la sombra del pasillo que conectaba con los vestidores, un joven estaba de pie contemplando  la escena en absoluto silencio.

 

Kaede Rukawa también lo había notado, y al igual que el resto de sus compañeros se acercó poco a poco al profesor, armando un pequeño grupillo en torno a él y el intruso.

-          ¡Y tú! – Sakuragi por fin soltó la papada del viejo y se acercó rápidamente hasta donde estaba el joven, que continuaba aún sin atravesar las puertas. - ¿Quién eres tú?

Indiscretamente el pellirrojo se acercó más hasta el otro y casi pegando su cara a la de él se dedicó a mirarlo a los ojos para luego recorrer todo su cuerpo, escaneando cada parte de su cuerpo en busca de algún reconocimiento que le sirviera de ayuda para identificarlo.

-          Mmmm tus ojos son raros, se parecen a los del zorro, pero más claros mmm… – murmuró Sakuragi. – Y estás un poco flaco además. – continuó escaneando- Tu cabello… es como el del Zorro Apestoso también… – tomó un par de hebras entre sus manos ante la atónita presencia del joven que no hacía nada ante el descaro del otro.

Todos en el gimnasio quedaron perplejos ante el atrevimiento y falta de modales de Hanamichi Sakuragi. Especialmente Kaede Rukawa, quién no perdió detalle de lo que decía el pelirrojo. Aunque mantuvo su habitual expresión de desinterés ante lo que sucedía, logró reconocer claramente la figura del chico que ahora había sido empujado al interior del gimnasio donde la luz le permitió comprobar que efectivamente ¡era el chico con el que se chocó esta mañana! Vaya coincidencia. Dos veces en un día.

-          “Entonces ese bolso y ese casco deben ser de él.” – concluyó Kaede Rukawa. –“¿Qué hará acá, de todos modos?

 

-          ¿Quién eres tú, Zorro Dos? – remató Sakuragi, parándose frente a él.

¿Zorro Dos? El apodo no pasó desapercibido para nadie. Ayako rio suavemente entre dientes mientras Akagi murmuró “Idiota” por lo bajo, negando con la cabeza totalmente resignado.

- “¿Zorro dos? ¿Qué? ¿Acaso nos parecemos, Do´aho?” - meditó furioso Kaede mientras sentía su radar encenderse ante la afirmación del pelirrojo.

 

-          ¿Hmnn? – el muchacho estaba confundido. Evidentemente un poco nervioso ante la intrusión del exótico muchacho de pelos rojos. – Tú debes ser Hanamichi Sakuragi, ¿cierto? Tu cabello rojo me lo dice jejeje – rio tímidamente.

 

-          ¿Yo? –  Sakuragi se sintió claramente aludido, aunque el llamado era más que evidente – ¡Yooo! ¡Sí! Soy el gran Tensai Hanamichi Sakuragi, futuro capitán del equipo nyahaha. – explotó ante la tímida sonrisa del otro muchacho más bajo que él – ¿Quieres un autógrafo, Zorro dos? – ofreció sonriendo ampliamente.

 

-          ¿Un autógrafo? – preguntó con cara de circunstancias.

 

-          ¿Es idea mía o lo llamó ´Zorro Dos´? – preguntó Yasuda a un Kogure que estaba a su derecha. Al igual que él, todos se estaban haciendo la misma pregunta.

 

-          A decir verdad, se parecen un poco. – susurró Kakuta por lo bajo mientras miraba de reojo a Kaede.

 

-          Vaya… - Kogure solo paseaba su mirada entre el chico y Kaede, rezagado más atrás y con cara de nada. -“¿Qué estarás pensando, Rukawa-kun?”-

De pronto la puerta principal del gimnasio que daba al exterior se abrió por completo dando paso a un nuevo grupo de personas. Se trataba de Haruko y sus dos amigas: Fujii y Matsui, y tras ella el afamado Ejército de Sakuragi que venía en tropel a ver a su líder en acción.

-          Hola chicos. – saludó alegremente Haruko.

 

-          ¡Haruko! – luego de sentir la inconfundible voz de su amada, Hanamichi Sakuragi se olvidó completamente del desconocido y se volcó ahora completamente a ella, con una cara de enamorado que todos notaron.

 

-          “Idiota.” – por su lado, Kaede sintió cierta incomodidad ante la escena. No despegó la cara del desconocido, que al deducir de su mirada se podría desprender que no entendía nada de lo que sucedía a su alrededor.

 

-          ¡¡¡Kenji!!! – el grito de Fujii, a quién todos consideraban una chiquilla de lo más tranquila, sobresaltó a más de uno en el gimnasio. El aludido solo pudo corresponder al saludo con una enorme sonrisa a la vez que agitaba su mano por lo alto.

 

-          ¡Fujii-chan! ¡Estoy aquí, ya vine! – saludó Kenji, dando un pequeño paso al frente.

 

-          ¿Kenji? – preguntó Ayako al oír el nombre del chico.

 

-          ¿Quién es él, Fujii? – susurró Matsui.

 

-          ¿Has venido a ver a este Tensai, Haruko-chan? – Sakuragi estaba en su propio mundo, completamente ajeno a todo lo demás.

 

-          ¿Por qué ese chico que se llama Kenji viste ropa deportiva como nosotros? ¿será un jugador nuevo? – preguntó Kakuta que había armado un corillo junto a Yazuda y Kogure para compartir sus propias opiniones.

 

-          ¡Ya basta! ¡Silencio todos! – bramó el capitán Akagi, silenciando instantáneamente los murmullos por todos lados. – Profesor Anzai, ¿sería tan amable de explicarnos qué es todo esto? ¿Quién es este muchacho? – exigió al anciano que hasta ahora permanecía en silencio.

Con la interpelación, se instaló una atmósfera expectante mientras todos esperaban una respuesta de parte del profesor Anzai, quién solo se ajustó las gafas antes de dar una la tan esperada explicación del caso.

-          Muchachos… éste joven será vuestro nuevo compañero de equipo a partir de hoy. – habló lo suficientemente alto como para ser escuchado por todos al interior del recinto.

 

-          Entonces, ¿juegas basquetbol? – preguntó directamente Ayako mirando con una sonrisa al joven que seguía rezagado cerca de la puerta que conducía a los vestuarios.

 

-          Sí. – respondió escuetamente a la vez que asentía con la cabeza.

 

-          ¿Cuál es tu nombre completo? ¿De qué escuela vienes? – quiso saber Ayako, ansiosa.

 

-          Mi nomb…- trató de responder el aludido antes de ser interrumpido por una conocida risa.

 

-          Jo jo jo, Himura-kun... creo que lo mejor será que te presentes a todos tus compañeros de equipo como corresponde. ¿Lo crees así también, Akagi-kun?

 

-          S-sí profesor. – convino Akagi, no estando preparado para la apelación. – Sería bueno que se presente y nos cuente un poco de él.

Silencio. Lentamente se armó un grupo entorno al muchacho que los miraba a todos, un poco nervioso. Incluso los muchachos del Ejercito de Sakuragi se reunieron con el resto, estando igualmente intrigados por lo que estaba sucediendo.

El desconocido paseó su vista por todos. Se fijó en sus nuevos compañeros de equipo ataviados con sus ropas deportivas. Se fijó en el alto pelirrojo milagrosamente en silencio junto a una curiosa Haruko. Se fijó en su amiga Fujii que sonreía encantada. Se fijó en el imponente y serio capitán del equipo. Se fijó en el grupo de chicos con cara de maleantes que al parecer, dedujo, no pertenecían al equipo (dado que no vestían ropa deportiva). Y por último,  se fijó en un ligeramente apartado del resto Kaede Rukawa, que no le quitaba los ojos de encima.

“¿En serio nos parecemos, Rukawa?” – se preguntó internamente mientras sostenía su mirada intensa, que parecía desafiarlo.

 

-          Bu-bueno – comenzó el joven, luego de romper el leve contacto visual con Kaede. – Buenas tardes a todos, mi nombre es Kenji Himura. – se presentó. Nada más que silencio siguió a sus palabras – Eh… tengo 15 años, vengo de la Secundaria Shanon donde formaba parte titular del equipo de baloncesto…De hecho, era el capitán. – agregó - Mido 1,82 metros y peso algo así como 66 kilos. – continuó con un poco de duda.

 

-          ¿En qué posición juegas? – preguntó amistosamente Kogure para aligerar la atención del novato. Conocía la secundaria Shanon, había oído hablar de ella hace unos meses atrás. Era un muy buen equipo, según llegó a escuchar.

 

-          Principalmente como base (Point Guard), aunque también suelo desempeñar la posición de alero (Small Forward). – respondió rápidamente mientras Kogure procesaba la información. – Disculpa, ¿cuál es tu nombre?

 

-          Oh, cierto. Mi nombre es Kiminobu Kogure, tengo 17 años y soy el vice capitán del equipo. – se presentó educadamente con una leve inclinación de cabeza – Y este de aquí... – apuntó a su derecha – es Takenori Akagi, el capitán.

 

-          Ohh, ya veo. Mucho gusto Kogure-senpai, mucho gusto Akagi-senpai. – se inclinó respetuosamente ante sus superiores.

 

-          Dime muchacho, ¿tienes algún pasatiempo? – preguntó severamente Akagi, tal vez más estricto de lo necesario.

 

-          Mmmm muchos… – Kenji Himura no se amilanó ante la severidad de su nuevo capitán. – Me gusta la música, la lectura, el deporte en sí… suelo andar en bicicleta y a veces nadar. Y mmm ¿dormir?.... Jejeje me encanta dormir. – esto último lo dijo entre medio de una risa nerviosa, temiendo haber dicho algo absurdo. ¿Quién podría considerar como pasatiempo el dormir?

 

-          ¿Dormir? ¿El ´Zorro Dos´ dijo dormir? – preguntó Sakuragi en voz alta – ¡Les dije! Es igual al Zorro Dormilón nyahahahahahaha – estalló de pronto.

 

-          ¡Cállate! – gritó Akagi, lo cual produjo un silencio inmediato por parte del pelirrojo ante la severa mirada del capitán. – Cuéntanos, ¿por qué no habías aparecido antes? – se dirigió a Himura para retomar la presentación.

Las miradas del paseaban automáticamente de Akagi a Himura conforme avanzaba el diálogo.

-          Pues… - se rascó el cabeza nervioso, revolviendo su cabellera. No esperaba una pregunta como esa. – pues estuve un poco complicado por diversos problemas y no pude venir hasta hoy. Mañana me incorporaré a las clases jejeje – la verdad era sencilla dicha así, pero no necesitaba entrar en más detalles, por ahora.

 

-          ¿En qué salón estás? – quiso saber, curiosa, Ayako. Tenía una intuición que no lograba descifrar aún.

 

-          Salón 10, primer año, Ayako-senpai. Mucho gusto – se inclinó ante su manager. La reconoció al instante por ser la única mujer de todas ataviada con ropa deportiva.

 

-          Ohh, sabes mi nombre. – Ayako afirmó complacida. Viendo al profesor Anzai dedujo que éste ya le había hablado de ella al novato – Así que salón 10... serás compañero de salón con nuestro Rukawa. – apuntó.

Himura solo asintió en silencio, mirando de reojo a Kaede.

-          ¿”Compañeros de salón? ¿Dijo que seremos compañeros de salón?” – de la sorpresa, Kaede casi deja caer el balón que sostenía atrapado entre su brazo. Desde luego no llegó a expresar su incertidumbre en voz alta.

 

-          Conozco bien la secundaria Shanon, solían ser los rivales más difíciles para Tomigaoka. Lo último que supe es que jugaron en la semifinal contra ellos en la pasada temporada de la copa de invierno para secundarias. Dime, Himura, ¿cómo estuvo ese partido contra mi antigua escuela? – preguntó Ayako. De momento estaba bastante complacida con la presencia del chico– “Es guapo y es probable que sea un buen jugador si viene de Shanon y fue capitán del equipo” – pensó.

 

-          Mmmm – el joven estaba buscando las palabras adecuadas para responder.

 

-          No debió ser tan complicado, ya que Rukawa se quedó dormido y no llegó a jugar el partido final ajajajaja – Ayako comenzó a abanicarse fervientemente mientras se reía del As de Shohoku.

 

-          Yo tampoco llegué a jugar, Ayako. – respondió Himura, tomando nota de la ausencia de Rukawa en el partido clave – Tuve una complicación y … tampoco pude llegar. Desde entonces he estado fuera del baloncesto… – Añadió.

 

-          Oh… ya veo. - ¿parecía decepcionada Ayako?

 

-          Los chicos consiguieron una victoria estrecha sobre Tomigaoka, pero cayeron en la final. – añadió Himura para complementar.

 

-          “¿Tampoco jugó en la semi final?” – se preguntó Kaede que no perdía detalle de la conversación – “Himura… creo que he escuchado su apellido antes. ¿Es él el As de esa escuela, ese que dijeron que no podría detener?” – buscaba en su memoria algún recuerdo, pero no llegaba a él. La verdad es que la memoria no era su fuerte.

 

-          Dime Himura, ¿por qué no jugaste en la semi final y por qué no has jugado baloncesto desde entonces? – Ayako detuvo su abanico. De pronto se había vuelto seria - ¿Sufriste de alguna lesión o algo por el estilo?

 

-          ¡No! – respondió Keji Himura, instantáneamente alerta. – Es solo que… ya sabes. Tuve un par de complicaciones. – se encogió de hombros. No iba a dar más detalles. No por ahora.

 

-          Jo jo jo, buen trabajo muchacho. Con eso es suficiente. – Anzai hizo su irrupción para evitar que las preguntas siguieran sucediendo. Había un entrenamiento que iniciar. – Ahora, si son tan amables, reúnanse todos en la cancha con el capitán Akagi, por favor. Me gustaría decirles algunas cosas antes de iniciar el entrenamiento de hoy. Ayako, acompáñame un momento a la banca, tengo los libros que necesitas de vuelta para entregarte.

 

-          ¡Estupendo! Muchas gracias profesor. – Ayako dedicó una última mirada de reojo a Kenji Himura para luego sonreírle cálidamente y dirigirse a los bancos junto al profesor Anzai.

 

-          ¡Bien muchachos, todos acá! – llamó Akagi adoptando su posición al centro la cancha. Una vez se hubieron reunido todos en torno a él, éste prosiguió. – Como todos sabrán… - se detuvo al ver a Himura entre el grupo. – No, corrección. Tú no lo sabes aún. – se corrigió en voz alta, deteniendo su discurso.

 

-          Bien, tenemos un nuevo compañero de equipo. Démosle todos la bienvenida. – silencio. Todos miraron a Himura por unos segundos hasta que Akagi prosiguió.-  “¿Y ahora qué”? – se preguntó, pero por fortuna no tuvo que continuar porque el profesor Anzai con Ayako ya los habían alcanzado.

 

Un poco apartado, cerca de la entrada principal, estaban los visitantes contemplando todo en silencio. Fujii lucía una sonrisa radiante de orgullo por la llegada de su amigo.

-          Jóvenes… - todos se voltearon a ver al profesor junto a Ayako. – Este sábado tendremos nuestro primer partido de práctica de la temporada contra la Preparatoria Ryonan, como ya sabrán. Eso implica que tenemos por delante 4 sesiones más de entrenamiento para prepararnos como corresponde.

Todos asintieron en silencio.

-          La Preparatoria Ryonan tiene uno de los mejores equipos de la prefectura de Kanagawa. El año pasado quedaron terceros, y si bien no lograron clasificar para el Campeonato Nacional, estuvieron muy cerca de hacerlo. Además en la última copa de Invierno hace solo unos meses atrás, obtuvieron una excelente temporada al quedar segundos… - aportó Ayako desde sus estadísticas.

 

-          Así es. Eso significa que solo podemos esperar que ahora sean aún más fuertes que hace un año atrás. – tomó la palabra el profesor.

 

-          ¡No te preocupes viejo! ¡Conmigo en el equipo la victoria está asegurada! ¡Nyahaha! – un orgulloso Sakuragi sacó la voz rompiendo la atmósfera de aparente tensión que iba en aumento con los comentarios de Ayako.

 

-          No estés tan seguro, Hanamichi Sakuragi. – inesperadamente para todos, Kogure fue el que tomó la palabra – El jugador estrella de Ryonan, Akira Sendoh, es un rival formidable. No he visto a jugador más... talentoso que él.

Akira Sendoh. Tanto Rukawa como Himura escucharon ese nombre con atención. Incluso en la secundaria el nombre del mítico de Akira Sendoh, jugador de preparatoria, era tema de debate y alabanzas.

-          Según mis estadísticas…. – intervino Ayako buscando en su libreta. – durante el último campeonato de invierno, en el partido de la semifinal contra Shoyo, Ryonan obtuvo el triunfo gracias a la participación de Sendoh, quien anotó… ¡70 puntos! – exclamó al encontrar el dato que buscaba.

 

-          ¿70 puntos él solo?

 

-          ¿Y contra Shoyo?

 

-          ¡Pero si Shoyo es algo así como segundo equipo más fuerte de Kanagawa!

 

-          Eso es increíble.

 

Las reacciones no se hicieron esperar.

 

-          Así es. En aquél entonces jugaba como alero y sus movimientos eran simplemente fuera de serie. Yo misma presencie ese partido como espectadora. – recordó Ayako lo sorprendida que había estado al ver el despliegue de habilidades de Sendoh.

 

-          Jo jo jo. No se preocupen chicos. Si nos esforzamos estoy seguro de que tendremos una oportunidad de derrotarlos. – trató de conciliar el profesor Anzai. – Lo más importante de todo es que cada uno de Uds. de lo mejor de sí para conseguir la victoria.

 

-          ¡ESPERA UN MOMENTO VIEJO! – Sakuragi volvió a saltar, caminando velozmente hasta ubicarse frente al profesor. - ¿Qué quieres decir con ´cada uno de nosotros´? – comenzó a tirar de su papada, una vez más.

 

-          ¡Hanamichi, déjalo! – Kogure se apresuró a detenerlo.

 

-          ¡Acabas de meter a un desconocido a MÍ equipo y ¿ahora dices que ´cada uno de nosotros´ de lo mejor de sí?! SOLO YO le daré la victoria al equipo. – siguió tirando de su papada de manera enérgica mientras el profesor sólo reía afablemente.

 

-          ¿Cómo que TU equipo mocoso insolente? – Akagi dio dos pasos al frente, cogió a Sakuragi de la polera y sin mayor esfuerzo lo aventó hacia atrás, librando así al profesor de su inescrupuloso agarre.  – Disculpe su insolencia, profesor. Es un tarado y no sabe lo que hace.

 

-          Jo jo jo, no te preocupes Akagi-kun, estoy bien. No te preocupes… - Anzai se rio suavemente y se ajustó las gafas.

 

-          Profesor Anzai… - interrumpió Ayako.

 

-          ¿Sí, Ayako? ¿Te gustaría agregar algo?

 

-          Me preguntaba sí… - de pronto, había tenido una idea. Una loca idea. Recordando que el enfrentamiento entre Rukawa y Himura no se había producido hace unos meses atrás…- me preguntaba si no sería oportuno revisar el nivel de las habilidades de Himura. Ya sabe, dado que se está integrando al equipo. Es  lo más lógico a estas alturas, ¿no lo cree?

 

-          ¿Qué estás sugiriendo, Ayako? – Akagi creyó captar la idea de la manager, pero prefirió esperar a que ella lo confirmara.

 

-          Un enfrentamiento. Uno a uno. – respondió la manager con una sonrisa.

 

-          ¿Un enfrentamiento uno a uno? – preguntó Akagi para corroborar si lo que había escuchado era cierto. Miró hacia atrás, hacia Himura. Este parecía igualmente sorprendido, en silencio.

 

-          Me parece una excelente idea, así nos permitirá comprobar su nivel y de esa manera será más fácil integrarlo al equipo en una posición adecuada que nos sea de utilidad conforme a su potencial. – aportó Kogure, sorprendido por la sugerencia de Ayako.

 

-          ¿Tú qué opinas, Himura? – Akagi se dirigió directamente al sujeto en cuestión.

 

-          Me parece bien. – simplemente se encogió de hombros.

 

-          ¿Profesor? - Ahora Akagi esperó la confirmación del profesor Anzai.

 

-          Al igual que Kogure, creo que sería una excelente idea, Akagi-kun. – el profesor Anzai asintió levemente con un enigmático brillo en sus ojos.

 

-          Pero, ¿contra quién se enfrentará? – preguntó Akagi en voz alta mientras barajaba distintas posibilidades.

 

Afortunadamente para él, Ayako ya tenía la respuesta.

 

xXx

-          Este será un duelo uno contra uno. El primero en anotar 10 puntos será el ganador. Las canastas cuentan 2 puntos. Y los tiros triples, cuentan 3. – Kakuta recitó las reglas del encuentro a ambos jugadores mientras se posicionaban en el centro de la cancha. Él ejercería el rol de árbitro en esta contienda. En esta ocasión solo disputarían en la media cancha, dado que solo eran dos los jugadores.

 

-          ¿Listos para el salto? – preguntó Kakuta con el silbato en la boca mientras extendía su brazo con el balón en mano. Ambos jugadores asintieron al mismo tiempo mientras se miraban a los ojos, desafiándose mutuamente. Pura competencia, pura anticipación.

Con un rápido movimiento ascendiente, Kakuta hizo volar el balón por el aire al mismo tiempo que el fuerte sonido del silbato anunciaba el comienzo del duelo que tan expectante tenía a todos en el gimnasio. Ambos saltaron al mismo tiempo. Por la diferencia de estatura entre ambos, Kaede Rukawa pensó que sería fácil conseguir la primera posesión del balón, pero comprobó su error cuando vio de reojo el brazo del otro chico alzarse en el aire, casi a la par del suyo.

“¿Qué? ¿C-cómo puede ser?” – pensó levemente sorprendido mientras hacía el máximo esfuerzo por extender su brazo más hacia arriba. Sintió rozar el balón en la punta de sus dedos hasta que finalmente lo palmeó consiguiendo posteriormente agarrarlo firmemente con ambas manos. La primera posesión ofensiva sería de Kaede Rukawa.

-          ¡Eso estuvo cerca! – una maravillada Ayako comenzó a anotar los datos rápidamente en su libreta.

 

-          ¡Muy cerca! Casi pudo saltar a la par de Rukawa, pese a la diferencia de estatura entre ambos.-  a su lado en la banca, Kogure secundó la exclamación mientras se ajustaba las gafas.

Kaede Rukawa no esperó a ver qué hacía su contrincante y comenzó a driblear fuertemente el balón cortando hacia el tablero de la derecha (su zona de anotación) a toda velocidad. Sería una primera canasta fácil, tenía el camino despejado. No valía la pena intentar algo arriesgado, con una simple bandeja sería suficiente. Se elevó por el aire con un espectacular salto y estiró el brazo con el balón en la mano, listo para depositarlo en la canasta.

Instantes antes de entrar en la zona misma de anotación en la canasta, cuando pensó que ya lo tenía, sintió con sorpresa una presencia emergiendo desde atrás. Contuvo el aliento, anticipando lo siguiente…

Desde atrás y con un salto igualmente sorprendente Himura logró interceptar lo que sería la primera anotación de Kaede. Con un fuerte manotazo desvió el balón hacia la derecha dejando a todos en el gimnasio atónitos, especialmente a Kaede Rukawa.

 

-          ¡Buen bloqueo Himura! – animó Ayako, reconociendo la jugada del novato.

Kaede Rukawa se recuperó de inmediato de la conmoción  de haber perdido su primera oportunidad. El balón estaba libre y se dirigía hacia los límites de la cancha. Como un rayo fue tras él mientras su rival seguía sus pasos con el mismo objetivo. Por poco logró coger el balón tras el primer intento,  y cuando volvió a intentarlo por segunda vez, logró alcanzarlo y asegurarlo entre sus manos. Con el balón a salvo, se volvió para dirigirse al tablero una vez más, pero se encontró con Himura ya en posición de defensa, a escasos centímetros de él.

Se detuvo en su intento de avanzar, acorralado contra el límite de la cancha. Reconoció por dentro que no la tendría fácil. Alzó el balón emulando un tiro, una finta. Pero su adversario reconoció el intento y no se movió de su marcaje.

-          “Es astuto.” – pensó Kaede barajando otras alternativas para pasar al chico más bajo. De pronto recordó una jugada.

Dribleó el balón fuertemente, pasándolo de una mano a otra, buscando distraer al otro jugador que seguía el curso del balón con atención. Rápidamente levantó una vez más el balón simulando que lanzaría, y cuando notó que la mirada de Kenji siguió el curso del balón al alzar la vista, lo bajó rápidamente a nivel de piso para rebotarlo a través de las piernas del otro en un rápido pase a la zona de tiro.

Ya con el balón libre una vez más, Kaede corrió rápidamente a la zona de tiro para coger el pase fantasma que había lanzado para él mismo. Había funcionado, se había desmarcado de su oponente y tenía una nueva oportunidad de anotar los primeros dos puntos. Listo para avanzar una vez más hacia el tablero, dribleó el balón con potencia.

Con lo que no contaba era con que Kenji ya estaría ahí, listo para defender nuevamente.

-          “Demonios, es bastante rápido.” – pensó evaluando las primeras habilidades de su contrincante que  lo miraba desafiante- “Salta bastante alto, es astuto y es rápido…”.

Detuvo su avance momentáneamente mientras contemplaba a Himura que, con una mirada radiante, lo invitaba a tratar de pasarlo nuevamente para anotar. Volvió a botar el balón, esta vez más alto de lo normal dando a entender que intentaría otro tiro desde debajo de la canasta. Y funcionó… La finta esta vez sí funcionó.

Cuando notó que Himura retrocedía un par de pasos anticipando una defensa ante la eventual penetración hacia la canasta por parte de Kaede, éste supo que tenía una oportunidad. Acto seguido cogió el balón con ambas manos y saltó elegantemente para luego lanzar hacia la canasta.

Swish… el balón entró sin problemas abriendo el marcador a favor Kaede Rukawa.

-          ¡Yuhu! – aplausos desde la banca.

 

-          ¡Excelente tiro Rukawa! – Ayako gritó aplaudiendo.

 

-          ¡Aggg madito zorro engreído eres un tramposo! – abucheó Sakuragi, enojado ante el júbilo del resto de sus compañeros que alababan al jugador de cabello negro azabache.

 

Kaede ignoró por completo todos los comentarios a su favor mientras trotaba lentamente hacia la media cancha, listo para defender el contra ataque del otro jugador. Sí, había anotado, pero le había costado conseguir la oportunidad de hacerlo.

-          “Su defensa es bastante buena.” – volvió a pensar mientras se pasaba una mano por la frente para secar el incipiente sudor que ya comenzaba a asomar por su cuerpo.

 

-          Buena jugada, Rukawa-kun. – felicitó Himura mientras se ubicaba al frente, con el balón en las manos listo para iniciar su jugada. – Pero no creas que la tendrás fácil. – sonrió.

 

-          No espero que lo sea… ataca. – de pronto, Kaede Rukawa se sintió más animado. Por fin tenía a un rival digno contra quien competir al interior de Shohoku.

 

Kenji Himura no lo pensó dos veces y acató la solicitud de su rival. En un primer movimiento absolutamente rápido y que dejó a todos perplejos en el gimnasio, boteó el balón hacia la derecha con energía lanzando un pase invisible hacia la nada, directo hacia el tablero  para luego correr velozmente tras él, hasta cogerlo a escasos pasos de la zona de tiro.

Kaede Rukawa no tuvo tiempo ni de pestañear cuando ya el otro chico se encontraba dribleando rápidamente acortando la distancia hacia la canasta, listo para anotar. Cuando vio que se encontraba en posición, listo para saltar y emular su anterior jugada, se apresuró y corrió para alcanzarlo, pero era demasiado tarde. Cuando por fin llegó hasta la posición de Himura, el balón ya no estaba en sus manos, estaba atravesando la red e igualando el marcador 2 a 2.

-          ¡Yuhu! ¡Bien hecho Zorro Dos! – aplaudió Sakuragi al ver la jugada. - ¡TOMA ESO ZORRO APESTOSO! Wajajajaja ¡No lograste ni mover un músculo! Kyajajajaja ¡Debilucho! – gritaba fuera de cualquier decoro hasta que fue silenciado por un fuerte golpe en la cabeza cortesía del capitán Akagi.

 

-          ¡IDIOTAA! Guarda silencio y pon atención. – señaló apuntando con su mano hacia la cancha. – Escucha bien Sakuragi, al igual que tú, ellos son novatos de primer año. Pero aun así están muy por sobre tus habilidades. En vez de estar chillando como un mocoso podrías tomar conciencia y aprender de ellos.  – sentenció severamente mientras volteaba a ver a los novatos disputando el duelo.

 

-          Jo jo jo, no seas tan estricto Akagi-kun. – rio divertido el profesor Anzai.

 

-          Profesor Anzai, esa jugada fue bastante rápida, ¿no lo cree? – Ayako, sentada a la derecha del entrenador, abrió su abanico para echarse un poco de aire fresco en la cara. Al igual que el resto del equipo, había quedado gratamente sorprendida por tan rápido movimiento por parte del novato Himura.

 

-          En efecto Ayako. Esa fue una astuta manera de deshacerse de la defensa de Rukawa-kun. – El profesor Anzai sorbió un poco de su té luego de dirigir una corta mirada a la manager.

 

De vuelta en la cancha, Kaede Rukawa boteaba el balón listo para iniciar su jugada. Era su turno de atacar.

-          “No esperaba que hiciera ese movimiento.” – pensó rememorando la última jugada de su rival,  lo miraba directamente a aquellos intrigantes ojos. Lo veía jadear moderadamente, aspirando con un poco de dificultar. - “Y no puede ser que esté cansado tan pronto, apenas estamos comenzando.” – él mismo se había agitado un poco cuando trató de pasarlo antes de anotar hace unos instantes, pero no se veía ni sentía tan cansado como Himura. - “Lo mejor será terminar con esto pronto.” – concluyó.

Haciendo uso de su fuerza, Kaede embistió fuertemente contra la defensa de Himura, quien ante la presión del empuje tuvo que ceder paulatinamente hasta quedar ambos cerca de la zona de tiro.

-          Observa esto… – advirtió Kaede Rukawa en un tono bastante serio que causó sorpresa en su oponente.

En un lapso de fracción de segundo, Kaede Rukawa giró hasta quedar de espalda a su contrincante, imposibilitándole ver el balón y con ello la posibilidad de anteponerse a sus próximo movimiento.

- “La derecha, está presionando más su defensa por la derecha.” –notó Rukawa al sentir la presión de la defensa de Himura, casi pegado a su espalda. – “Será mejor que penetre por la izquierda.” - decidió mientras lo hacía.

Kaede Rukawa detuvo su dribleo y apoyó fuertemente su pie derecho para acto seguido pivotear sobre su pie izquierdo. Se despegó completamente del cuerpo del otro joven al girarse y crear una brecha entre ambos, lo cual creaba una zona libre lo suficientemente amplia para permitirle saltar y lanzar otra vez hacia la canasta. Al soltar el balón miró sorprendido, una vez más, cómo el otro chico había saltado al mismo tiempo que él buscando bloquear el tiro.

No fue difícil desbordar su defensa con esa jugada. Pero de lo que no se percató ni logro anticipar Kaede Rukawa es que al girar, Himura no lo siguió en absoluto, sino que más bien había esperado esa jugada alerta hasta el momento en que ejecutó su tiro. Naturalmente al sentirse desmarcado y con un espacio libre lo suficientemente cómodo para ejecutar su jugada, Rukawa había lanzado el balón con un arco natural, no lo suficientemente alto.

Y así es cómo, a unos centímetros de distancia, un astuto Kenji Himura saltó casi al mismo tiempo que él, estirando su mano para anteponerla en la trayectoria natural del balón y así evitar lo que sería una canasta fácil.

Kaede Rukawa se percató de que el balón no alcanzó a ser desviado completamente de su trayectoria, pero tampoco estaba seguro de si su oponente había alcanzado a rozarlo lo suficiente como para llegar a frustrar la canasta. ¿Entraría? ¿Sería un rebote?

Rápidamente, mientras el balón estaba a punto de alcanzar su punto de llegada en el tablero, y viendo cómo Himura ya estaba corriendo hasta la zona del ahora inminente rebote, Kaede Rukawa lo emuló y se apresuró a llegar. Apenas dio un paso cuando efectivamente el balón dio en el aro botando hacia adelante, ante lo cual cambió de idea y brincó lo más alto posible hacia adelante.

Todo sucedió casi a la velocidad del rayo. El balón rebotó. Himura, en posición de rebote se alistó para cogerlo. Kaede, avanzando hacia la zona hizo gala de sus atléticas habilidades de salto y brincó con todas sus fuerzas para acto seguido coger el balón y encestarlo con una sonora clavada que dejó a todos boquiabiertos al mismo tiempo que se llevaba por delante a su compañero.

-          ¡ESO ES UNA FALTA! ¡ZORRO TRAMPOSO! – rugió un enfadado Hanamichi Sakuragi una vez se repuso de su asombro por tan imponente jugada.

 

-          ¡Esa clavada estuvo asombrosa!  - animó Yasuda, quien junto a algunos de sus compañeros aplaudía discretamente.

 

-          ¡OYE KAKUTA! ¿Estás ciego o qué? ¡Eso fue una falta! – insistió Hanamichi Sakuragi, al tiempo que comenzaba a caminar amenazadoramente hacia el árbitro.

Pero el pelirrojo no dio ni dos pasos cuando nuevamente fue detenido por un golpe en la cabeza.

-          ¡Eso no fue una falta, zopenco! – Akagi lo arrastró de vuelta hacia las bancas. – Toma, ten. Ya que pareces tan animado, ponte a practicar tu dribleo. – le entregó violentamente un balón casi estrellándolo en su pecho.

 

-          ¡Pe-pero Gorila! – protestó el pelirrojo.

 

-          ¡Que no me llames así! – una amenazadora vena apareció en su cabeza. – Hazme caso, ponte a entrenar si no quieres tener problemas.

De mal humor Hanamichi Sakuragi obedeció y se puso a botear el balón en silencio, a un costado de las bancas, mientras un enorme chichón aparecía en su cabeza.

-          ¿Te encuentras bien? – Kaede Rukawa extendió su mano para ayudar a su compañero a ponerse de pie. El marcador iba 4 contra 2, a su favor.

 

-          Si… eso fue intenso. – gustoso y sonriendo Kenji Himura aceptó la mano y se puso de pie rápidamente. – Fue una gloriosa clavada, Rukawa-Kun.

 

-          Hmn. – el aludido simplemente se encogió de hombros mientras trotaba de vuelta al centro de la cancha.

 

Himura recibió el balón entregado por el árbitro Kakuta y rápidamente se reunió con su contrincante. Era su turno de contraatacar. Le sonrío enérgicamente mientras paseaba la vista por la cancha, comprobando el terreno.

-          “¿Qué planeas hacer ahora?”- se preguntó Kaede Rukawa, listo para defender.

 

-          Te la devolveré – advirtió Kenji Himura mientras comenzaba a botear el balón. Sin saber por qué Kaede se puso tenso.

 

Himura bajó su cuerpo, listo para iniciar la ofensiva. Avanzó un par de pasos y Kaede Rukaw estaba listo para recibirlo, no le dejaría pasar a través de él.

-          “¿Harás una jugada agresiva para intentar superarme?” - se cuestionó Rukawa mientras preveía que su contrincante iniciaría un feroz empuje cuerpo a cuerpo para abrirse camino hasta la canasta, tal como había hecho él hace unos instantes.

Pero lo que Kaede Rukawa no esperó es que, al estar a solo dos pasos de él, Kenji Himura lanzaría un tiro a la canasta nada más y nada menos que desde la media cancha.

-          “¡Está loco, desde esta distancia no entrará!” – se sorprendió Rukawa mientras levantaba la vista para seguir el balón, totalmente estupefacto por esa jugada tan extraña y carente de lógica.

El balón iba demasiado alto para interceptarlo. A propósito su oponente había descrito un arco más pronunciado de lo habitual, situándolo inmediatamente fuera de su alcance - “Astuto, está usando mis propios errores en mi contra” – pensó. A su lado pasó una veloz mancha corriendo a toda velocidad. “¡El rebote!” – recordó de pronto.

Sin embargo, Kenji Himura no tenía intención alguna de encestar desde esa distancia, sino que más bien pretendía acortar camino hasta la canasta y provocar así un rebote. Pero ya era demasiado tarde.

Aun cuando el balón no llegaba a la canasta para rebotar, Himura saltó para coger el balón en el aire y posteriormente encestarlo con una poderosa y aún más ruidosa clavada. Era un desafío directo a su rival que parecía indicar: “Tú haces eso, y yo lo haré también”.

Nuevamente estaban igualados, 4 contra 4.

La banca estaba atónita por tan reñido el duelo entre los novatos, duelo que escalaba de intensidad a medida que pasaba el tiempo. Hanamichi Sakuragi, estrechamente vigilado por el capitán Akagi, estaba echando humos mientras entrenaba sus movimientos básicos. Por una vez que la atención estaba dirigida a otros y no a él, sentía que perdería los estribos en un parpadear.

-          Bastardos, luciéndose de esa manera sin este tensai para detenerlos. – gruño por lo bajo.

 

-          Esa jugada… esa jugada fue bastante impactante. – susurró Haruko detrás de Ayako. A su lado, Fujii solo pudo asentir satisfecha.

 

-          Kenji es excepcional. –sonrió orgullosa - Él y Rukawa-kun, ambos son bastante buenos.

 

-          Y tú, tan calladita que estabas con todo esto, ¿eh? – Matsui, la otra amiga, codeó suavemente a Fujii con un tono picarón en su voz.

 

-          ¡Matsui! No digas eso. – le reprendió Fujii escandalizada ante la insinuación.

 

-          Jajaja no seas tan grave Fujii, tómatelo con calma. – rio esta última.

 

-          Esa jugada fue astuta, profesor. Rukawa la está teniendo difícil. – Ayako sonrió complacida al ver que el jugador estrella tendría que sacar toda la artillería si quería conseguir la victoria.

 

Himura se descolgó del aro y aterrizó suavemente en la cancha. Al girarse se topó con la molesta mirada de Kaede Rukawa.

-          “¿Por qué demonios me molesta tanto?” –  se preguntó un enfadado Rukawa mientras observaba a su rival acercarse lentamente  hacia la posición central de la cancha.

 

-          Eso… - Kenji Himura señaló hacia atrás con su pulgar, hacia el aro que acababa de machacar hace unos segundos.  –…eso fue por lo de antes. Te la devolví. – sonrió al pasar por su lado, como si nada.

Rukawa estaba que echaba humos. Esto era una declaración de guerra, y él no estaba dispuesto a perder.  Sintió la llama de la competitividad arder al máximo en su interior mientras recibía el balón de manos de Kakuta, listo para iniciar su turno una vez más. Era su momento para atacar.

-          “Ahora verás de lo que soy capaz” – pensó Kaede Rukawa internamente mientras bajaba el cuerpo y boteaba el balón. Una vez, dos veces… iba a dar el primer paso cuando con asombro vio cómo Himura se abalanzaba sobre él y le arrebataba el balón de las manos con un hábil movimiento de manos. El tipo era más bajo que él, incluso más rápido, lo concedía; pero no llegó a creer que pudiera ser tan bueno a la hora de robar.

 

-          ¡WAJAJAJA! ¡Zorro estúpido! – estalló Sakuragi, perdiendo su propio balón al desconcentrarse de su entrenamiento.

 

Himura dribleó rápidamente mientras corría hacia la canasta, usando su velocidad para ganar ventaja y anotar una vez más. Pero esta vez Kaede no cometería el mismo error puesto que ya estaba en marcha para recuperar el balón robado, a solo dos pasos de distancia.

-          “Será un tiro con salto.” – dedujo Kaede Rukawa a partir de los movimientos del otro. Se apresuró interrumpir el tiro y saltó, estiró su brazo al máximo desde atrás y logró empujar con fuerza el balón antes de que abandonara las manos de Himura directo al borde del aro – “Será un rebote.” – anticipó mientras aterrizaba.

Ambos se percataron de lo mismo y lucharon por mantener su posición debajo de la canasta, listos para saltar.

Un tiro mal ejecutado  se convertía en un rebote seguro prácticamente la mayor parte del tiempo. Y a pesar de la diferencia de estatura entre ambos, Kaede Rukawa había comprobado que las habilidades de salto de su contrincante eran lo bastante competentes como para tener en cuenta. El balón tiene, por lo general, la tendencia de rebotar hacia el origen, es decir, hacia el jugador que en primera instancia hizo ese tiro. O al menos así era en casos en que el tiro se hacía desde una posición claramente establecida.

 

Kaede Rukawa saltó por el rebote con toda su capacidad, alzando sus brazos en todo su esplendor. Sintió que un segundo cuerpo, el de Kenji Himura, se pegaba estrechamente al suyo en busca del mismo objetivo: conseguir el rebote. Y por un pequeño margen casi lo pierde.

Kaede cogió el rebote rápidamente para reanudar la ofensiva. Aterrizó fuertemente en la duela con sus dos pies, mientras que un desafortunado Kenji Himura no logró un buen aterrizaje y perdió el equilibrio hasta caer sobre su propio trasero con un sonoro golpe. No hubo espacio para la consternación, puesto que en una fracción de segundo, casi imperceptible y que pareció desafiar cualquier lógica, ya estaba de pie listo para correr a defender. Tampoco él iba a ceder.

La principal complicación de jugar contra alguien que tiene las mismas habilidades que tu (o al menos al menos está al mismo nivel) es que no eres capaz de anticipar con exactitud cuál será siguiente paso ya que lógicamente el adversario preverá cualquier movimiento que intentes con el fin de superarlo.

Kaede Rukawa ya estaba un paso por delante corriendo a toda velocidad en dirección a la canasta para anotar cuando Kenji Himura comenzó a recuperarse  y ganar terreno hasta alcanzarlo e intentar robarle el balón una vez más.

-          Wooow, ¿vieron eso? – exclamó un emocionado Yasuda con los ojos bien abiertos, atento a todos los movimientos de sus compañeros.

 

-          ¡Logró superar la velocidad de Rukawa en un abrir y cerrar de ojos! – Kogure estaba en la misma situación que Yasuda, absolutamente maravillado por las habilidades del nuevo jugador. - “Esto se pondrá interesante, ahora Shohoku cuenta con dos estrellas” – pensó emocionado con un particular brillo en sus ojos, a la vez que dirigía su mirada a un estoico capitán Akagi, que contemplaba el duelo en absoluto silencio con sus brazos cruzados a la altura de su pecho.

 

-          “Vaya, Himura sí que tiene agallas para contenerlo de esa manera. En todo este tiempo no había visto a Rukawa tan complicado como ahora para conseguir anotaciones. Ambos están bastante igualados.” – un apreciativo capitán Akagi estaba tomando nota interna de cada una de las jugadas de ambos novatos.

En la cancha, Kenji Himura desbordó la posición de Kaede Rukawa, ubicándose entre éste y la canasta, bloqueando su campo de acción para conseguir anotar. El marcador seguía igualado en 4 puntos para cada uno.

-          Sí que corres rápido, Rukawa-kun – jadeo Himura, mientras se inclinaba y extendía sus brazos, consolidando su defensa.

 

-          Hmn. – Rukawa obvió el comentario. ¿Cómo podía decirle eso cuando logró superar su propia velocidad, pese incluso a que se había caído? ¿Estaba siendo irónico acaso? – Concéntrate en el juego. – le espetó.

Mientras dribleaba el balón lejos de las indiscretas manos de su rival, Kaede Rukawa levantó la vista y miró un poco alrededor de la cancha, buscando alguna posibilidad de anotar, hasta que se topó con la mirada de Hanamichi Sakuragi, que le sonreía con abierto desprecio –“Do´aho... eres un imbécil”. – pensó Rukawa, un tanto resentido. Desvió la vista a la canasta una vez más y creyó encontrar una posibilidad por el flanco derecho.

Sin embargo, cuando dio un paso adelante para pasar a través de Kenji, notó como el cuerpo este  se tensaba, estrechando aún más su posición. Definitivamente no iba a ceder.

A lo lejos logró escuchar, fuerte y claro

-          ¡Nyajajaja, ese Zorro estúpido no tiene ninguna oportunidad! ¡Acaba con él, Zorro Dos! – Hanamichi Sakuragi estaba divertido al ver cómo Kaede  Rukawa no lograba romper la defensa de Kenji Himura para conseguir otra canasta. El reloj estaba a punto de señalar el fin de la posesión de Rukawa, con apenas 6 segundos restantes.

Bajo la perspectiva de Kaede Rukawa, el mayor problema con la basura que tiene por costumbre hablar, como en el caso de Hanamichi Sakuragi, es que no sabes precisamente de qué son capaces de hacer. Y tal era el caso en esta situación que, cuando Rukawa  giró dribleando a su derecha, esperando abrir una brecha entre su oponente y la canasta, no tuvo tiempo de reaccionar a un segundo balón naranjo que a toda velocidad atravesó el gimnasio para dar de lleno en su cabeza, rebotando fuertemente en plena cara de un Himura también con la guardia baja ante ese inesperado ataque.

-          ¡Wajajajajajaja! ¡Son unos estúpidos! ¡Los dos Zorros engreídos! Ajajajaja ¡Deberían prestar más atención! – un frenético Hanamichi Sakuragi se desternillaba de la risa mientras el resto del equipo miraba atónito lo sucedido, sin poder creer el atrevimiento del pelirrojo.

No pasó mucho tiempo hasta que la estridente risa de Hanamichi se viese interrumpida cuando un balón estalló ahora en su cara, seguido de… un segundo balón aterrizado con aún más fuerza que el anterior.

-          Oooooouch – se quejó el pelirrojo.

 

-          Do´aho. – exclamó Kaede con su habitual tono de voz, pero lo suficientemente alto para que se escuchara en todo el gimnasio.

 

-          ¡¿Pero cuál es tu problema, subnormal cara de mono?! – Kenji Himura avanzaba furioso hacia Sakuragi. Había lanzado el segundo balón que estalló en la cara del pelirrojo y ahora iba en busca de un confrontamiento.

 

Kaede Rukawa lo vio pasar por su lado con mala cara, furioso, y se preguntó si el chico mucho más bajo sería capaz de pelearse con el Do´aho

-          “No sabe en lo que se está metiendo”- pensó Rukawa mientras muy, pero muy en su interior se preocupaba por el destino de su nuevo compañero. Una cosa es que él, Kaede Rukawa, fuera capaz de enfrentarse en una pelea de igual a igual contra Hanamichi Sakuragi. Ambos medían prácticamente lo mismo y estaba igualados en fuerza. Pero, ¿y el chico nuevo?

 

-          ¡¿Quién te crees que eres para interrumpirnos, fenómeno?! – Himura ahora estaba a solo unos pasos de Sakuragi que ya estaba echando humos ante la provocación.

 

-          ¿QUIERES PELEAR, ZORRO DOS? – Saltó el pelirrojo, listo para el enfrentamiento.

 

-          ¡BAS-TAAAAA! – pero dicho enfrentamiento no se produjo puesto que oportunamente el capitán Akagi se interpuso entre ambos estableciendo una amenazadora barrera de separación.

 

-          ¡Quítate de en medio Gorila! ¡Le daré una lección a ese Zorro dos, maldito engreído! – rugió Hanamichi Sakuragi, tratando de pasar a través de Akagi.

 

-          ¡Quédate ahí, tarado! ¡PUM! – con un fuerte golpe en la cabeza Akagi detuvo cualquier intento de avance del pelirrojo que aturdido volvía a sobarse la cabeza.

 

-          Auuuuuuch, deja de pegarme en la cabeza. ¡Me dejarás tonto! – gimoteó.

 

Estupefacto por la nueva escena, el enojo de Himura se esfumó de golpe al ver la enorme mole llamada Takenori Akagi furioso, gruñendo contra Sakuragi y completamente enajenado. Sintió un agarre en su brazo y se volteó a ver el origen, que no era otro que Kaede Rukawa.

-          No. – murmuró sacudiendo la cabeza.

Himura entendió el mensaje de inmediato: “no te metas con el capitán Akagi o te irá mal”. Se encogió de hombro mientras miraba a Kaede, quien solo mantuvo su cara sin expresión alguna.

-          ¿Continuamos? – señaló hacia la cancha a la vez que Kaede sólo asentía en silencio.

Ambos jóvenes, ahora totalmente ajenos a la discusión entre el capitán Akagi y Sakuragi, iban a emprender su camino de vuelta para reanudar el duelo, pero se detuvieron al ser sorprendidos por un claro llamado del profesor Anzai.

-          Jo jo jo. Rukawa-Kun, Himura-Kun… por favor acérquense – los llamó poniéndose de pie, aún con su taza de té en la mano.

Al escuchar al profesor Anzai, Akagi detuvo inmediatamente su agarre sobre el cuello de Sakuragi que estaba aturdido y casi sin aliento ante la presión del mayor.

-          Disculpe profesor, me dejé llevar por ese tarado. – se inclinó Akagi, completamente avergonzado.

 

-          No te disculpes, Akagi-Kun jo jo jo.

Obedientemente Rukawa y Himura se acercaron a las bancas, en absoluto silencio ante la atenta mirada del resto de los miembros del equipo.

-          “¿Qué? ¿qué tanto están mirando?”- pensó irritado Kaede Rukawa al sentir la presión de la mirada de sus compañeros sobre él y un anonadado Kenji Himura.

 

-          Anzai-sensei… - Himura se inclinó respetuosamente ante el profesor una vez estuvo frente a él.

Al ver la actitud del otro, Kaede Rukawa se apresuró a seguir sus pasos inclinando solo la cabeza en señal de respeto.

-          Muchachos, dejaremos el duelo hasta aquí. Se declarará un empate… por ahora. – sentenció el profesor. A su lado, Ayako solo sonreía mientras paseaba su mirada entre ambos muchachos. Al parecer estaba maravillada con los dos nuevos novatos del equipo. – Excelentes jugadas de ambos. Los felicito.

 

-          Muchas gracias, profesor. – los aludidos agradecieron al mismo tiempo. Al mirar al resto de sus compañeros de la banca y pasear la vista entre ellos, de pronto Himura se topó con la mirada acusadora de Fujii, quién parecía decirle “¿Qué fue eso de hace un rato?”. El joven solo pudo sonreírle mientras se encogía de hombros.

 

-          Akagi-kun. – ahora Anzai se dirigía al capitán del equipo – Por favor, continúen con el entrenamiento según lo acordado.

 

-          Así se hará profesor. – una reverencia - ¡Ya escucharon al profesor! ¡Cinco vueltas a la cancha! ¡AHORA YA! – Akagi palmeó fuertemente ambas manos como señal de partida mientras iniciaba el trote alrededor de la cancha inmediatamente seguido por el resto de los integrantes del equipo.

 

-          ¿Vamos? – invitó Kenji Himura a Kaede Rukawa, de pie a su lado. Este solo se encogió de hombros mientras ambos iniciaban el trote juntos al final del grupo.

 

xXx

A las 19:00 horas el entrenamiento había concluido. Todos estaban exhaustos luego de una intensa sesión de trote. A las cinco vueltas iniciales se le sumaron otras 15, pero a máxima velocidad alternando momentos de un trote más pausado para luego acelerar nuevamente. Posteriormente practicaron movimientos varios con el balón a lo largo de la cancha y finalizaron con un partido de práctica entre los jugadores de primer año contra los de segundo y tercer año. Por primera vez los novatos consiguieron la victoria por un margen de 10 puntos, todo gracias a las espectaculares jugadas individuales de Kaede Rukawa y Kenji Himura, quienes parecían haber encontrado un ritmo particular de juego, lo cual provocaba un constante enojo por parte de un frustrado Hanamichi Sakuragi.

Todos, a excepción de Kaede Rukawa que se quedó a entrenar a solas nuevamente, y Kenji Himura que se quedó conversando con Ayako para ponerse al día sobre algunos temas; se dirigieron en silencio hasta los vestuarios.

Luego de un par de minutos comenzaron a salir, uno a uno, para marcharse a casa.

-          Ayako, ¿aún estás por aquí? – preguntó Akagi mientras caminaba junto a Kogure.

 

-          Capitán Akagi. Sí, estaba revisando unas cosas con Himura y poniéndonos al día. – contestó alegremente. Al parecer la conversación el chico nuevo había estado animada.

 

-          Ya veo. ¿Te vas a casa? – quiso saber Akagi.

 

-          Si, en unos minutos. Acabaré de ordenar las estadísticas de hoy y me marcho. ¿Qué hay de ustedes dos?

 

-          Nosotros ya nos marchamos a casa – respondió Kogure.  – Hasta luego Ayako. Hasta luego Himura.

 

-          Hasta luego chicos. – se despidió Akagi saliendo del gimnasio junto a Kogure. Eran los últimos en salir de los vestuarios.

 

-          Ufff, solo quedan ustedes dos, chicos. – apuntó Ayako en voz alta, llamando la atención de Rukawa a unos pasos de distancia, bajo la canasta lanzando tiros.

 

-          Se ha hecho tarde, deberías marcharte a casa y terminar ahí con las estadísticas, Ayako. – Himura consultó su reloj. Eran las 19:45.

 

-          Sí, tienes razón. Me muero por darme una ducha. – Ayako metió sus papeles en la mochila - ¿Te quedas a entrenar a solas nuevamente, Rukawa?

 

-          Sí. – respondió el aludido mientras lanzaba otro tiro, sin siquiera volver la vista hacia la manager.

 

-          Tan locuaz como siempre. – rio Ayako – Siempre está entrenando por su cuenta hasta tarde… – se dirigió ahora en tono confidencial hacia Himura. -  Será mejor que tú te tomes una ducha y te marches a casa también. Mañana será tu primer día de clases.

 

-          Esto… creo que tienes razón Ayako. Casi había olvidado lo de mañana jejeje – se rascó la nuca, de pronto mirando a Kaede lanzar otro tiro más que entró sin problemas a través de la red –“Vaya sí que trabaja duro”- pensó.

 

-          Bueno chicos, los dejo. Yo me retiro. Hasta mañana Rukawa. – el aludido ahora si se giró y despidió a su sempai con un movimiento de cabeza – Hasta mañana Himura, buena suerte en tu primer día de clases. – guiñó un ojo confidencialmente antes de desaparecer por la puerta.

 

Los novatos quedaron completamente a solas. El silencio que envolvía el gimnasio era solo interrumpido por los pasos de Kaede Rukawa al correr hacia la cancha boteando el balón antes de encestar. Kenji Himura lo observó en silencio durante unos instantes antes de tener una idea. Aún no era tan tarde, después de todo. Y había un asunto pendiente que resolver.

 

-          Oye, Rukawa-kun.– llamó el chico nuevo en voz alta mientras caminaba decididamente en su dirección.

 

-          ¿Hmn? – Rukawa se volteó hacia el otro, con el balón en la mano.

 

-          ¿Terminamos nuestro duelo?

 

Kaede Rukawa abrió levemente los ojos, no esperaba una proposición de ese tipo. Asintió levemente con la cabeza antes de lanzar el balón hacia su oponente.

-          Tu turno. – dijo.

Y así, el duelo pendiente se reanudó entre ambos novatos. El marcador estaba 4 a 4.


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