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SÍNDROME H por Aifoss

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La mano le empezó a temblar, haciendo que su lápiz bailara entre sus dedos y formara pequeños garabatos sobre su hoja. Sentía su vientre estrujarse y un calor que ascendía súbitamente expandiéndose cada centímetro de su cuerpo.

Sus mejillas se tiñeron de carmín, mientras sus ojos se nublaban sin distinguir ni su silueta. No comprendía a cabalidad la situación, mucho menos las razones; se suponía que solo era un resfriado mal sanado o a lo mucho una fiebre, sin embargo esto iba más allá, se sentía húmedo.…estaba excitado…demasiado excitado.

Apretaba su entrepierna contra la silla en una manera desesperada por calmarse, incluso llegó a morderse la muñeca, pero el solo contacto de su propia boca con la piel hizo que tal “fiebre” aumentara, expulsando un muy suave gemido, apenas audible.

 

No lo resistía.

 

Forzó su poca cordura a escribir bien su nombre en el papel, cogió su mochila, se puso de pie con todas sus fuerzas, pues sentía que en cualquier momento se desmayaría; se acercó al escritorio del profesor, entregó su examen y paso a paso, tambaleando salió del salón.

El pasillo se hallaba desierto, aun no tocaba el timbre de salida. Se aferraba a la pared, pues las piernas le flaqueaban; arrastrándose llegó al baño de hombres. Sacó su celular con desespero buscando el contacto de su confianza, su mejor amiga; intentó marcar el número, pero su vista no distinguía dígitos.

Se sofocaba, todo le causaba calor y mareo; instintivamente se retiró el saco y hasta pensó en quitarse la camisa. Se veía así mismo, su reflejo irreconocible…labios hinchados, ojos cristalizados, mejillas rojas y piel perlada de sudor. 

Llevó su vista a la zona baja de su vientre, observando un pequeño bulto asomarse, acercó su mano palpando la zona, pues ni él mismo se la creía que le estuviera pasando, el tacto le hizo soltar un gemido, estaba muy sensible. Se ató el saco a la cintura por cubrirlo,  de pronto sintió un ruido en uno de los cubículos a sus espaldas, unos pies se asomaban por lo bajo seguido de una grosería dicha por aquel intruso, ello lo asustó haciéndolo salir corriendo de allí sin percatarse de su delante chocando de lleno con alguien.

 

-          ¡Tetsu-kun!- su mejor amiga.

 

-          Sat…suki-san.- susurró, entonces sus piernas se doblaron, y antes de desplomarse ella lo agarró de un brazo pasándolo sobre su hombro. Lo miraba angustiada, muy preocupada.- Ayúdame…no puedo…-sus jadeos aumentaban.

 

La pelirosa no creía lo que pasaba a su amigo, puesto que los síntomas se manifestaran tan súbitamente era de sorprender, y más sorpresa se llevaría su amigo al saber que él era un Omega, y que estaba experimentando su primer celo.

*** 

 

(Un mes antes)

 

Extendió el uniforme sobre su cama, lo miró con curiosidad, el emblema de la preparatoria destacaba en su saco rezando el nombre “Teiko” en esta. Viró sus ojos al reloj de mesa, aún era temprano, muy temprano por cierto; la ansiedad por el primer día de clases lo tenía sin sueño, tanto que llegaba a revolverle el estómago.

Con la paciencia del tiempo se tomó una larga ducha tibia, al salir trató de peinarse, ya que por sí su cabello era un caso perdido. Se vistió el uniforme, anudó sus zapatos y bajó a desayunar justo cuando su madre estaba dispuesta a llamarle.

 

-Buenos días cariño.- dijo la mujer.- tienes que comer bien, hoy es tu primer día de preparatoria.

 

-Buenos días madre.- la mujer puso el tazón de frutas delante de él junto con la botella de yogurt.- gracias

 

-¿Ya hablaste con Satsuki-chan o Riko-chan?

 

-Si, con Satsu-san, pasaré por su casa para ir juntos, Riko-san nos esperará allá

 

-Es increíble cómo se pasa el tiempo.- el rostro de la madre era nostálgico.- aún recuerdo cuando iban al kínder juntos los tres, y tú tenías miedo porque creías que no harías amiguitos.- llevó la taza de café a sus labios dando un sorbo.- y mira ahora, los tres siguen juntos doce años después.

 

-No me avergüences con eso por favor.- frunció los labios, su madre rió.- era solo un niño

 

-Hijo.- rio.- no seas amargadito.- disfrutaba sonrojar a su hijo.- no me vas a negar que las quieres mucho

 

-Ellas son muy especiales para mí, son prácticamente mis únicos amigos…bueno, amigas.

 

-Ay cariño.- levantaba el traste recién terminado de su hijo.- verás que en la preparatoria conocerás más personas, muchas sorpresas te esperan.- lo miró y le sonrió.

 

<<muchas sorpresas te esperan>> por alguna razón un presentimiento se enraizó en el pecho del menor, haciendo sentir nervioso y perdido en sus meditaciones.

 

-Será mejor que dejes de mirar la mesa y vayas por Satsuki-chan.- la voz de su madre lo sacó de su trance, miró la hora y efectivamente se le haría tarde.

 

Corrió escaleras arriba, cepillo sus dientes, cargó su mochila y bajó con la misma rapidez para salir cual viento.

 

-Me despides de papá y la abuela, adiós madre.

 

Caminó con apuro un par de casas hasta llegar a la de su amiga pelirrosa. Tocó el timbre y esta salió casi al instante, le dirigió una mirada <<es tarde>> para luego abrazarlo.

 

-Te demoraste Tetsu-kun, Riko se molestará si nos demoramos un minuto más.

 

-Lo siento, creo que me quedé pensando en la nada.- su amiga rió de sus palabras, lo cogió de la manga para salir corriendo rumbo al metro.

 

Como las clases en todo  Japón comenzaban después de unos meses de vacaciones, los vagones estaban llenos al tope, incomodando al par de menores. Milagrosamente encontraron un asiento que el menor cedió a su amiga, pues desde hace un rato vieron a un chico de su misma preparatoria (el uniforme lo delataba) que la miraba inquisidoramente, o eso pensó el peliceleste.

Al bajar del tren y caminar un par de calles varios estudiantes hacían presencia, entre ellos divisaron a su amiga pelicastaña quien también recién llegaba.

 

- ¡Hola Tet, Satsu!- a ambos los abrazó con alegría, una vez más los tres iniciaban otra etapa en sus vidas.- tengo miedo, espero que nos toque las mismas clases.

 

-Obviamente nos tocará las mismas clases Riko.- habló la pelirosa.- somos de primer año, dudo que nos separen.- hizo un ademán.- siempre meten a la carne de cañón en el mismo saco.

 

-Satsuki-san tiene razón Riko-san.- tocó su hombro para darle calma.- no nos separarán, y aunque así fuera nos seguiremos viendo en los recesos y el almuerzo.

 

La preparatoria Teiko era reconocida como una de las mejores de todo Japón, su calidad en la enseñanza la posicionaba en el ranking mundial, siendo foco de no solo alumnos con solvencia económica, sino de numerosos intercambios estudiantiles del extranjero, incluyendo alumnos como docentes.

 

Su infraestructura era imponente, estilizada y moderna, con gran cantidad de salones en cada pabellón; los jardines daban el toque botánico al lugar. Contaba con un gimnasio de basket, otro para natación y dos canchas para deportes diversos. Su auditorio relucía elegancia, pues una preparatoria así solo era apta para alumnos destacados por su talento intelectual o por el dinero de sus padres, el caso de los tres amigos era más por lo primero que lo segundo: becas estudiantiles.

 

Todos los alumnos se conglomeraron en el auditorio, dividiéndose por años (primero, segundo y tercero), y algo más… se dividió entre hombres y mujeres; tal hecho puso ansioso al peliceleste, ver como sus amigas se alejaban para el lado de las mujeres, y él quedándose solo rodeado de chicos para nada confiables, esperaba que tal separación solo sea en formación y no en clases.

 

El director subió al escenario dando la respectiva charla de bienvenida a los nuevos, recalcando las reglas y las metas a lograr en el presente año. Tomó bastante énfasis en aclarar el punto de la división de salones, entonces los miedos de Kuroko crecieron…los pabellones efectivamente se dividían de hombres y mujeres, y ello significaba algo…hacer nuevos amigos, cosa que nunca se había preocupado desde hace doce años, no era un prodigio socializando.

 

Se les entregó a los alumnos de primero una tarjetilla con unas llaves, eran de sus casilleros, allí encontrarían sus horarios, y sin más que decir, el director se retiró mientras los alumnos se dispersaban a sus salones.

 

El trío emprendió la caminata a sus edificios, Kuroko sin expresión alguna tenía los ánimos por los suelo, separarse de sus únicas amigas le era un golpe muy duro, durante la escuela siempre estaban juntos, en el mismo salón y situaciones diversas, esperaba que la preparatoria fuera igual… no lo fue.

 

-Tet, no te preocupes.- abrazaba Riko a su amigo.- no nos olvidaremos de ti, nos seguiremos viendo en los recesos si o si, te lo prometemos.

 

-¡Si Tetsu-kun! Tranquilo.- acariciaba su cabello.- no estas solo, verás…-fue interrumpida por el sonido del timbre que indicaba el inicio de las clases. Sin más el trío se abrazó con fuerza, las chicas se fueron a su edificio mientras el chico les miraba alejarse; suspiró y se dio un par de palmaditas a sus mejillas para relajarse.

 

 “Bien Kuroko Tetsuya, no seas miedoso”.- pensó.- “Positivo, siempre positivo, y trata de sonreír, cambia tu cara de cemento”.

 

Entró a su edificio, según la cartilla su casillero se hallaba en un segundo piso de los cuatro que habían. Evadía los cuerpos que iban y venían con una agilidad propia de un fantasma, así logró llegar a su casilla, metió la llave hallando sus respectivos libros junto a su horario.

 

-Literatura.- susurró, el primer curso que le tocaba. Ojeaba los libros de su casilla, diferenciándolo por áreas. Sintió la presencia de otro chico a su izquierda, miró de reojo; el estudiante era más alto que él (todos eran más alto que él) piel clara y cabellos rubios. Le restó importancia, ahora su preocupación se enfocaba en encontrar el salón, cerró su casilla y encaminó a su nuevo infierno.

Tuvo que doblar varias veces y seguir de largo los corredores para finalmente lograrlo. El profesor no había llegado, eso constaba por el bullicio de dentro. Ingresó por la puerta trasera, quería evadir las clásicas miradas curiosas de los alumnos, buscó un asiento libre pegado a la ventana al final de la fila y sacó los libros a tocar.

El chico rubio anterior se hallaba allí, cuatro asientos delante de él, haciendo escándalo, su voz chillona se le hacía familiar, le recordaba la efusividad de su amiga pelirosa; nuevamente se perdió en sus meditaciones.

 

El profesor ingresó, alguien bastante joven pero serio, se presentó como el maestro Katsuki, les dio la bienvenida y explicó cómo se desarrollaría el curso; le agradó mucho, aclaró que al mes tenían que leer una obra de su preferencia, luego hacer un informe tipo análisis, el trabajo era individual. No se tomó la molestia de hacerlos presentar uno por uno, cosa que también le agradó a Kuroko, y así comenzó su clase.

 

El maestro, con su clase introductoria a la materia hacía preguntas sobre distintas obras, autores y corrientes literarias, obligándolos a levantar la mano a responder. De las veinte preguntas Kuroko sabía todas, su afición enfermiza por la lectura lo condujo a leer tantos libros que debió  usar lentes para no cansar su vista; sin embargo ninguna vez levantó la mano, no quería andar dando explicaciones desde que momento se hallaba allí sentado, las respuestas las cedió a un chico de cabellos rojo fuego, quien alzaba su mano con tal galantería que Kuroko pensó en egocentrismo y altivez.

La campana sonó, el primer receso, sintió su celular vibrar, era Riko.

 

-¡Kuroko! ¿Dónde estás? ¿Ya terminaron tus clases?

 

-Estoy yendo a mi casillero, no sé exactamente dónde es pero…-le interrumpió su amiga.

 

-Ve a la cafetería, es una sola para todos, no creo que te pierdas

 

-Sabes que mi sentido de orientación es  nulo.- bromeó. Apoyaba el celular entre su hombro y mejilla mientras buscaba en la casilla el libro de historia.-A penas vamos tres horas aquí…

 

-¡Qué dramático Tetsu-kun!- la voz de Momoi retumbó el auricular.- Solo pregúntale a alguien.- <<qué fácil decirlo>> pensó.- nosotras ya estamos acá, apúrate.- colgó dejando a Kuroko en el aire.

 

 

 

Ahora…a quién

 

 

Miraba los rostros de los chicos, algunos no daban la confianza ni para preguntar y otros estaban más desorientados que él. Divisó al profesor de Literatura, parecía que se estaba escondiendo, pues miraba con sigilo uno de los pasillos, se acercó a sus espaldas, tocándole el hombro a lo que el mayor respondió con un  gritillo <<qué profesional>>pensó.

 

-Disculpe maestro, ¿Dónde queda la cafetería?- el maestro miraba asustado a todos lados, ignorando su pregunta.

 

-Eh-eh… ¿Qué? A sí…de frente, a la derecha tercer piso.- y sin más salió corriendo, Kuroko se quedó estático viendo desaparecer al maestro en uno de los salones. De pronto él fue quien sintió un toque en su espalda, era un hombre, contextura atlética, entrenador de tal vez, ojos celestes como los suyos pero más pálidos, le sonreía.

 

-¿Viste a…?- tal profesor se quedó a mitad de oración. Le identificó un extraño acento extranjero.

 

-¿…?- << ¿Quién es este?>>.Extrañamente el mayor olfateo el ambiente, alejándose de él adentrándose en el aula que con anterioridad el maestro de Literatura ingresó. Ignoró tal escena, optando por ir a la cafetería. Solo una pequeña duda se asomó, ¿Cómo se percató de mi presencia el entrenador?  

 

La referencia fue precisa y con éxito llegó; allí se mezclaban tanto chicas como chicos. Identificó a sus amigas tratando de comprar alimento, solo verlas pelear entre la marabunta de gente le causó gracia, Momoi ya se había rendido, Riko seguía engullida por la ola de alumnos.

 

-¡Tetsu-kun! ¿Cómo fueron tus clases?- dijo entusiasmada

 

-Bien supongo.- suspiró.- solo se presentó el profesor e hizo preguntas sueltas, nada más.- finalmente se unió Riko con una botella agua y un sándwich.

 

-Nunca más vuelvo a comprar allí.- dijo molesta. Se sentaron en una de las mesas. Momoi hablaba aún de la desilusión sobre los salones y sobre algunos maestros de intercambio que tendrían en el año, según lo que entendió eran dos rusos.

 

-¿Me expulsarán si me ligo a un profesor?- bromeaba coqueta Momoi.

 

-Yo te expulsaré esa idea a cachetadas.- añadió Riko, estallando en risa. -Hay que quedarnos en la salida.- cambió de tema.- los otros años aperturarán cupos para los clubs, estos si son mixtos.- sonrió.

 

-Sii, puedes inscribirte máximo en dos.- completó Momoi.- Hay que elegir, sino nos ganarán.

 

-Yo quisiera el de dibujo y música.- el peliceleste sabía que no coincidía en gustos ni hobbies con sus amigas, aun así, guardó esperanza que una de ellas coincidiera. Las chicas se miraron decepcionadas.

 

-Pero Tetsu-kun, por lo que tengo entendido es un club de arte y otro… de deporte…- lo miró con compasión. El comentario de su amiga lo dejo frío.

 

-Debe ser una broma…- daba una mordida a su sándwich.- una broma de mal gusto…

 

La realidad era que Kuroko cuando inició la secundaria sí hacía deporte, pertenecía al club de atletismo de su escuela, participaba en competencias interescolares, su resistencia se volvía como un soldado espartano, y lo pulió al practicar beisbol.

 

En su tercer año de secundaria, clasificó a los nacionales. Entrenaba sin desfallecer, sobre exigiéndose a todo terreno, desde rocosos hasta en arenales; un mal día, salió a entrenar con lluvia y barro, creía falsamente que ello le daría otro tipo de terreno y dificultad. Después de trotar, cuando quiso medir su tiempo de 100 metros en subida, pisó un charco lodoso provocando que su pierna hiciera mala fuerza y cayera su cuerpo en bajada de la pendiente…fracturándose el tobillo…lo retiraron de los nacionales y no pudo realizar deporte alguno…hasta ahora.   

 

-Nosotras pensábamos…- la pelicastaña hablaba nerviosa.- si retomaras tus controles quiroprácticos… podrías volver a entrenar… - su amigo no la miraba.- hace un año que dejaste de sentir los dolores…

 

- Además.- acotó la pelirrosa.- el doctor aquella vez dijo que era cuestión de tiempo y buena sanación…

 

-Lo pensaré.- se limitó a decir. Las chicas entendieron la evasiva. Tal desgracia no solo fue un golpe físico, sino psicológico para el muchacho.- Ilústrenme.- cambio de tema y humor.- ¿qué clubs elegirán ustedes?

 

- Pues baile y gastronomía, obvio.- dijo animadamente la pelirrosa.- Kuroko no pudo disimular su sonrisa por tal declaración, uno porque ninguna bailaba bien, hasta él se movía mejor; y dos porque tampoco cocinaban, apenas hervir agua.

 

-¡Hey! Qué te ríes Kuroko Tetsuya.- Riko hizo un puchero.

 

-Lo siento- se limpió la lagrimilla de risa.- solo espero que les vaya bien…supongo que no podremos estar en los mismos clubs.- lo último lo dijo algo triste.

 

Su charla fue interrumpida por el timbre de regreso a clases, rápidamente se despidieron quedando encontrarse en el mismo lugar para el almuerzo. Kuroko repasó el mapa mental de camino a su aula, por desgracia su anterior asiento se hallaba ocupado, suspiró con pesadez, el único libre era adelante, frente al pizarrón…al lado del rubio. Sin merodeos se dirigió, sentándose sin mirar más que la mesa. El rubio lo miró con curiosidad y sorpresa, su mirar era tan indiscreto que Kuroko pensaba que le preguntaría algo.

 

<<¿Y este que tiene?>>

 

Uno de los alumnos que pasaba buscando asiento libre se acercaba donde el peliceleste, al parecer no lo veía, lanzó su mochila en el pupitre ya habitado, su ocupante fantasma estaba dispuesto a pararse y arrimarse en el rincón del salón, evitar problemas y explicaciones era su mayor objetivo, cuando estaba por hacerlo una voz interrumpió.

 

-Oye tú! ¿No ves que ya está ocupado? Busca atrás.- resondró el rubio. <<frío y contundente>>. El chico despistado dio un sobresalto por dos razones: ver que efectivamente alguien más se hallaba en el asiento, y por la voz de tan mal genio.

 

-Disculpa, no te vi.- una cortesía mal disimulada y un ceño fruncido fue lo último que vio el peliceleste antes que entrará el profesor.

 

Empezó a transcurrir una lista por el salón, todos debían llenarla con su nombre. El peliceleste firmó, al pasarle la lista al rubio observó por el rabillo del ojo que este leía la lista aún sin escribir nada para seguidamente mirarlo. Trató de restarle importancia, por lo contrario el rubio no colaboraba, podría asegurar que de las dos horas el 90% de ella se la pasó mirándolo descaradamente, irritado de sobremanera ni bien se anunció la hora de almuerzo fue el primero en salir.

 

 

 << ¿Acaso espera un gracias? Ni lo piense>>

 

 

Se halló con sus amigas en el lugar citado, ellas se tomaron la molestia de recoger su almuerzo, lo cual evitó hacer la fila interminable. Hablaban de todo y a la vez de nada, se quejaban de sus compañeras y comentaban sobre los chicos atractivos que habían, pidiéndole a Kuroko que si se familiarizaba con alguno se los presentara.

Hace unos instantes se percató que la pelirosa miraba detenidamente a sus espaldas, hasta que ella misma habló.

 

-Oye, Tetsu-kun.- el mencionado le prestó atención al igual que Riko.- no sé si estoy loca pero… ¿conoces a ese chico de atrás?- el peliceleste sin comprender volteó con disimulo encontrándose de lleno con unos ojos gatunos color oro.

 

-Está en mi salón.- tomó un sorbo de su malteada.- ¿por?

 

- Está mirando hacia acá desde que te sentaste con nosotras.- dijo Riko.- es muy guapo…

 

-Pues…me salvó de ser aplastado, creo que es amable.- entonces recordó el tono de voz que usó el pelirubio.- o creo que no…

 

-Sigue mirando.- la pelirosa se hallaba ansiosa.- ¡Se paró! ¡Está caminando hacia acá!

 

-Ya quisiéramos, solo fue a dejar su bandeja…

 

-Seguro gusta de una de ustedes…-habló sin interés alguno el peliceleste.- ¿Ya les presentaron a su tutor?- intentó cambiar de tema en vano, sus amigas prestaban más atención al muñeco de plástico a metros de distancia que a él estando frente suyo.

 

-Parece modelo.- babeaba Momoi

 

-Quiero su autógrafo.- acotó Riko. Esto hizo saltar un vena en su frente a Kuroko, si solo era el primer día no se imaginaba el resto del año. Cogió su charola para levantarse, entonces recordaron su existencia.

 

-¡Hey Tet! Aún no ha tocado el timbre

 

-Prefiero llegar antes, luego no consigo asiento.- colgó su mochila alhombro.- las veo a la salida.-sin más se fue.

 

Faltaba media hora para reanudar las clases. Su intención inicial era pasear por los pasillos, en cambio se vio saboteado al constatar a un merodeador…el rubio… <<¿Qué no estaba en la cafetería?>>. Su mirada dorada perforaba la nuca de Kuroko. Aceleró su paso por la intromisión a su espacio para, finalmente,  doblar un pasillo y correr escaleras arriba.

 

<<Rayos, cuánto más>>

 

El cuarto piso no pareciera ocupado por alumnos, más bien no había ninguno. Se planteó esperar unos minutos hasta el timbre, pero su curiosidad lo hizo husmear los salones, llevándose una sorpresa. En uno de los ambientes, al medio se hallaba un piano cubierto por una sábana, prácticamente dejado a su suerte para oxidarse. Descubrió la zona del teclado y soplo para retirar el polvo encima de ellas, sus yemas acariciaban con delicadeza las teclas mientras una melodía imaginaria danzaba en su mente haciendo que sus dedos se movieran instintivamente sobre ellas sin llegar a tocarlas.

 

Kuroko desde que tenía uso de razón adoraba el piano, su pasión surgió al ver un concierto que emitieron en la televisión, por ende sus padres lo motivaron a inscribirse en clases especiales. Poseía un gran dominio del instrumento y su lenguaje musical que, de vez en cuando, redactaba sus propias partituras. Se prometió de ahora en adelante que tal ambiente sería su guarida secreta.

 

No escuchó el timbre, las clases estaban llenas, en esos momentos agradeció su falta de presencia, puesto que pudo colarse ágilmente a su aula por la puerta trasera sin ser visto, a excepción de alguien…el pelirrojo egocéntrico.

 

Al parecer el docente que les tocaba aún no se había incorporado a las clases; tenían “libre” hasta que el director viniera a supervisar, en consecuencia, los alumnos continuaban con sus escándalos. Un grupo de ellos se hallaban delante, en el escritorio del profesor, un rubio hablando alto con otros que contestaban sus bromas, y un pelirrojo sentado en el asiento del docente, con sus pies encima de la mesa, mirando en dirección de Kuroko.

 Esto se volvía cada vez más insostenible, no pretendía pasar lo mismo horas antes como con el rubio, no pretendía hacerse el desentendido cuando la impertinencia de ojos ajenos profanaban su zona confort, así, con determinación, encaró directamente los ocelos de tal chico.

 

 

<<heterocromía>>

 

 

Distinguió un orgullo abominable emanando de sus ojos, notó la intención absoluta en doblegarlo tratando de desafiarlo con solo la vista; tal vez si fuese cualquier persona hubiera cedido ante la turbación, sin embargo, Kuroko no era “cualquier persona”. Sostuvo la mirada por segundos, una mirada de desdén, vacía, sin llegar a intimidarse. Sin más, reanudó su lectura. Una conmoción interior en el pelirrojo lo hizo parpadear de asombro, pues nadie nunca le había dirigido una mirada que escalaba a la insolencia.

 

Al llegar el director espantó a todos a sus asientos. Habló sobre el prestigio de la preparatoria, sobre lo agradecidos que deben ser con sus padres (cosa que no todos se veían dispuestos) y acerca de los alumnos de intercambio que llegarían en una semana a unirse al grupo.

Tocó el timbre de salida. El peliceleste acomodó sus cosas en calma esperando a que la salida del aula se despejara; su vista periférica enfocó a aquellos turbadores de su tranquilidad al lado opuesto del aula; parecieran conocerse, a ellos se les unió un estudiante la cual Kuroko reconoció al instante…<< el chico del tren>>. La situación era esta, “señor egocentrismo” como “señor merodeador”, y ahora “señor del tren” lo escudriñaban a la distancia.

 

 

En el patio se armaron stands que promocionaban los clubs disponibles; chicas y chicos corrían de un lado otro con la emoción en las manos, pues era el único medio para socializar con el sexo opuesto. El trío se inscribió en sus clubs correspondientes dando por terminado su primer día.

Atardecía, el sol mostraba su manto anaranjado sobre el cielo, dando una sensación de calidez y comodidad. El trío caminaba hacia la puerta hablando sobre la atroz tarea que les encargó la maestra de matemáticas a las chicas.

Cada vez que estaba con sus amigas Kuroko le restaba importancia al mundo entero, por ello, no reaccionó a la voz que lo llamaba a sus espaldas quien por cierto ya había armado un escándalo en medio patio con tal de llamar su atención. Un jaloneo en su hombro lo hizo voltear intempestivamente junto con sus amigas, y un rostro muy familiar se mostraba delante suyo aferrándolo a su cuerpo.

 

-¡Kuroko! ¡No puedo creerlo!- decía aquel chico con una sonrisa en su rostro y corazón.

 

-…-el peliceleste se quedó sin aire, efectivamente su madre fue muy certera al decir que le aguardaban muchas sorpresas, y solo era el primer día. Miró a su contrario formándosele una sonrisa única para susurrar.-…Kagami-kun…

Notas finales:

Holaaaaaaaaa:)

Ha pasado mucho desde que publique; en esta plataforma:( ya lo extrañaba.

Tengo nuevos proyectos (demasiados, incluso con otros animes jeje) asi que estare retomando unos antiguos y formando unos nuevos (como este) en razón que estaban muy prematuros (también yo) y he madurado la ideas y perfil de los personajes.

 

Bueeeeeeeno, mucho escribo xd

La historia presente aun está en edición, espero que les gustará :')

 

 


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