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Mi destino es amarte por shiki1221

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto sólo el fic es de mi autoría. Este es un omegaverse. AU. Escolar. Narusasu. Shonen ai y muy fluff. Espero que les guste :3

Notas del capitulo:

Este es mi primer omegaverse y es el premio de la ganadora de un sorteo en mi página de facebook. Nunca antes maneje esta temática así que espero que les agrade :D

CAP 1: Aquel beta

El destino era una manera sencilla de sentirse seguro teniendo la certeza de que el universo tiene algo preparado para cada persona. Para los alfas y omegas esa premisa era suficiente. Ellos nacían con un alma gemela predeterminada a amarlos de manera incondicional y “eterna”. Al menos toda su vida tendrían una única persona a su lado portando una marca en el cuello. Un símbolo de unión irrompible e incuestionable, cuya mayor dificultad residía en hallar a esa persona especial. Quizás se podría agregar como extra el problema del celo de los omegas, siendo una de las cosas más peligrosas. Debido principalmente a la cantidad de alfas que se creían con el derecho de tomarlos a la fuerza. El periodo de celo de los propios alfas también era un asunto serio, el cual forzaba a los omegas a huir en cuanto sentían las feromonas de alguno. Permanecer cerca de ellos cuando pensaban con la “cabeza” incorrecta, era un suicidio.

¿Y dónde quedamos los betas?

Esa era la pregunta constante en la mente de cierto beta cada vez que sus pensamientos volaban libremente. Era cuestión de quedar a solas, ―cosa bastante frecuente dado su estilo de vida―, para comenzar a divagar respecto a ese asunto. El mundo funcionaba perfecto con esa jerarquía. Era mentira, lo sabía, muchas cosas no estaban bien. Sólo estaba tan normalizado un cierto comportamiento de parte de alfas, betas y omegas que nadie se paraba a cuestionar. Todos estaban conformes con su función en la sociedad. Era cuestión de adaptarse al sistema establecido, no de cambiarlo. Un sólo beta de pensamiento rebeldes jamás podría contra costumbres, tradición, sociedad y sobre todo, la mentalidad de los demás. Sus palabras posiblemente caerían en oídos sordos y todo sería un esfuerzo en vano.

―¡Sasuke! ―gritó Itachi golpeando su cabeza al verlo distraído en su asiento mirando por la ventana del auto.

―¿Qué demonios quieres, Itachi? ―cuestionó sobando la zona donde recibió aquel pequeño golpe.

―Te avisaba que ya llegamos, tonto hermano menor ―señaló al frente del auto haciendo a Sasuke girar la cabeza para ver la casa frente a ellos―. Ya bájate y ayúdame con las maletas.

―Pudiste pedirlo de buena manera, idiota ―reprochó el menor de los azabaches descendiendo del auto con sólo su mochila a la espalda.

―Lo hice y me ignoraste ―respondió el mayor de los hermanos mientras fruncía el ceño al ver al otro irse sólo con su mochila al hombro―. Hay mucho para desempacar.

―Sí y la mayoría es tuyo ―se burló Sasuke con una media sonrisa―. Mi ropa necesaria para vestirme un tiempo está en mi mochila.

―¿Eso cuánto durará? ¿Dos días? ―preguntó con ironía. Parte de la mudanza también era de Sasuke y conociendo la caprichosa naturaleza del menor, no le sorprendería terminar haciendo todo el trabajo él solo.

―Existe un invento muy útil que quizás conozcas llamado “lavadora” ―respondió mirándolo por sobre el hombro mientras caminaba a través del patio de la casa.

―Estás buscando excusas para no ayudarme ―reclamó el mayor siguiéndolo de cerca. Pensando en dejar para después sus maletas más pesadas.

―Todos los bolsos en el auto tienen tu ropa y libros, no cargaré eso ―excusó el menor de ojos oscuros negándose a detenerse. El sospechoso movimiento del césped lo alertó de la posibilidad de tener alimañas entre el alto y descuidado pasto del patio.

―Los libros son tuyos también ―replicó intentando darle alcance sin perder la compostura. No pensaba rebajarse a correr como un niño pequeño.

―Ah ―exclamó Sasuke de manera exagerada viendo a su hermano con molestia―. ¿Así que ahora son míos cuando hay que cargarlos, pero no cuando te los pedí prestados? ―preguntó con rencor por sus anteriores prestamos negados.

―Tú sabes la diferencia ―declaró Itachi de forma tajante mientras finalmente estaba a la par del menor.

―No, no la sé ―contestó tercamente mientras abría la puerta de la casa con su llave―. Cárgalos solo ―ordenó dándole la espalda.

―Mocoso malcriado ―murmuró con molestia por esa actitud suya.

Mientras Itachi continuo un largo rato maldiciendo a su hermanito por negarse a su pedido, Sasuke inspeccionó la casa con la mirada. Un lugar modesto y de tamaño ideal para una familia de cuatro. Espacioso patio verde, el cual tuvo que atravesar para llegar a la puerta y habitaciones para cada integrante de la familia. La fachada estaba algo descuidada, a simple vista la pintura blanca desquebrajada dejaba ver la superficie de la madera, de la cual estaba hecha la casa en su totalidad. Prueba del poco cuidado puesto durante esos años a la propiedad Uchiha. Sus ojos negros miraron con nostalgia hacia atrás. El pasto inmensamente alto ocupó sus pensamientos con recuerdos de su niñez. Allí era donde solía jugar cada tarde hasta la puesta del sol. Empero, pronto dejó eso de lado e ingresó a la cocina sin perder el tiempo.

―Está completamente sucia ―comentó viendo el polvo sobre cada mueble. Una capa espesa en la cual podría hacer dibujos con el dedo si quisiera.

―Nos espera una larga tarde limpiando este sitio ―dijo Itachi una vez que inspeccionó un poco la casa.

Pese a sus comentarios negativos respecto a limpiar, Sasuke terminó ayudando a su hermano con todo lo necesario para amueblar la casa. Todo su fin de semana se fue entre las cajas de la mudanza y la mugre acumulada. No era el fin de semana ideal para un adolescente de diecisiete años. La única ventaja era que Sasuke siempre había sido bastante reservado y no gustaba de salir a lugares bulliciosos. A veces incluso parecía poder prescindir de la presencia de su hermano. No obstante, Itachi sabía lo necesaria que era su compañía para su hermanito menor. Aun si no era cariñoso o muy demostrativo como en su niñez, sabía la necesidad de afecto oculta bajo esa fachada de seriedad. Les había tomado mucho tiempo recobrar su relación de hermanos normal luego de perder a sus padres. No fue sino hasta hacía poco tiempo que Sasuke volvió a hacerle bromas y pequeños comentarios burlones.

―Oye, ¿quién cocinará? ―preguntó el menor de los azabaches con el teléfono en la mano.

―¿Para qué preguntas si intuyo que ya encargaste comida a domicilio? ―cuestionó viéndolo con una ceja arqueada.

―Ya imaginaba que ninguno querría cocinar, por eso pedí comida y sólo por cortesía vine a preguntarte ―respondió sencillamente antes de ir a recostarse en el sofá―. Ambos estamos cansados y sin ganas de cocinar. Sólo me salté ese paso.

―No tienes remedio ―suspiró yendo a sentarse en un sillón individual cerca de su hermano―. ¿Estás nervioso por tu primer día de clases en escuela nueva? ―cuestionó cambiando el tema.

―Sólo es otra escuela más a la cual asistiré un año, luego a la universidad ―contestó Sasuke mientras jugaba con su celular.

―Al menos deberías estar un poco emocionado ―comentó Itachi acercándose a sentarse en el mismo sofá que él―. Tal vez podrías volverte a encontrar a tus viejos conocidos, como… ―dijo dejando la frase sin terminar mientras le revolvía el cabello.

―¡No fastidies! ―exclamó azorado por la expresión traviesa de su hermano mayor. ¿Nunca se le escapaba nada?

―Me pregunto si se verá más lindo… ―habló en un tono pensativo cerrando un ojo, mientras que el otro lo usaba para vigilar a su hermanito.

―¡Cállate! ―ordenó Sasuke lanzándole un cojín a la cara―. Eres un alfa pervertido. ¿Cómo puedes hablar así alguien que tiene mi edad?

―Son sólo cuatro años por eso lo comento ―se burló un poco más antes de recomponer una amable sonrisa―. Él seguramente también te extrañó, Sasuke. Tienes mucho que decirle, ¿cierto?

No respondió al ser interrumpido por el timbre sonando. Fue a atender sabiendo que ese sería el repartidor, además le daba la oportunidad de huir de aquella conversación. No era momento aun para verlo. Tanto tiempo alejados lo ponía nervioso y no dejaba de darle vueltas al asunto. Luego de pagar por la comida, cenó junto a su hermano sin dejar de meditar lo dicho por éste. ¿Cómo sería ahora su amigo? Habían pasado años y estaba preocupado por el mismo. Su partida había sido antes de manifestarse sus géneros correspondientes, ¿cuál le habría tocado al otro? Si resultaba alfa, todo estaría bien. No, no del todo. Muchos alfas que conoció se volvieron idiotas al saber su posición en la jerarquía. Y si era omega sería todo un peligro tener a los alfas tras él.

“Sólo quiero saber que sigues siendo la misma persona de antes”. Fue el último pensamiento surcando la mente de Sasuke antes de quedarse profundamente dormido esa noche.

En la mañana fue despertado por un muy entusiasta Itachi, quien no tuvo consideración con él al hacerlo levantarse dos horas antes de lo previsto. Ya debía irse al trabajo, pero no lo haría sin antes asegurarse de tener a su hermanito listo para su primer día de escuela. Naturalmente fue maldecido por un furioso Sasuke, quien no dudó en arrojarle su almohada e intentar conciliar el sueño por las horas restantes. Sin embargo, su hermano mayor se aseguró de tenerlo en la mesa desayunando antes de irse. A esas alturas era imposible volver a la cama sin correr el riesgo de quedarse dormido. Se despidió de su hermano mayor y se quedó un rato leyendo el periódico antes de retomar brevemente un libro dejado de lado. Todo fuera por hacer tiempo y mantener su mente entretenida. No le gustaba estar solo en la casa. Le traía recuerdos de sus padres y de su infancia cuando eran una familia feliz.

No pudo más que agradecer cuando finalmente fue hora de irse a la escuela. Salir de su solitario hogar era mucho mejor, así fuera para ir a un lugar lleno de personas escandalosas. El primer día de clases en una nueva escuela suponía nervios o incertidumbre para ciertas personas, pero no para Sasuke. Era su último año de preparatoria antes de ir a la universidad. Poco y nada le importaba cómo sería su estancia en ese lugar, si en poco tiempo no volvería a ver a ninguno de los que serían sus compañeros. Si aquellas buenas amistades, con juramentos de ser inquebrantable, con facilidad quedaban olvidadas en pocos años, no había necesidad de tener expectativas altas. Llegó caminando tranquilamente mezclándose entre la multitud de alumnos. Ignoró a quienes se le quedaban viendo o susurraban por lo bajo. No valían la pena. Él sólo era algo “novedoso” dentro de la rutina y en cuanto se volviera una costumbre verlo, esa fascinación por él se perdería.

―Alumnos ―dijo el maestro Kakashi en el pasillo―. Es hora de que entren a clases. Se les hace tarde ―anunció siendo ignorado por algunos y escuchado por otros. Aunque eran menos, se movían deprisa para ingresar al aula.

―¿Para qué nos avisa que entremos temprano si usted siempre viene cuando faltan minutos de terminar la clase? ―cuestionó un alumno de cabellos blanquecinos mostrando una sonrisa burlona.

―Yo no llego a tiempo por unos buenos motivos ―justificó Hatake frunciendo un poco el ceño. Sus ojos quedaron fijos en los tres alumnos problemáticos frente a él, debía asegurarse de su entrada al aula.

―¿El motivo será acaso el maestro Iruka? ―interrogó una chica pelirroja de manera coqueta y divertida.

―No, no tiene nada que ver con el maestro Umino ―negó con algo de vergüenza mal disimulada.

―¡Se sonrojó! ―exclamó Suigetsu señalándolo con su dedo índice.

―No pueden verlo gracias a mi máscara ―aclaró Kakashi viendo al menor celebrar su leve sonrojo junto a la chica de cabellera rojiza.

―Pero lo está ―dijo secamente el tercer alumno, de nombre Juugo.

―¡Ya! ―zanjó el mayor perdiendo la paciencia, mirándolos con reproche―. Vayan de inmediato al aula o los castigaré e incluiré tarea extra o mejor aún, un examen sorpresa ―amenazó de manera firme llevando las manos a su propia cintura.

―No, por favor, Kakashi-sensei ―suplicaron al unisonó ambos alumnos , mientras el más alto, Juugo, permanecía en silencio, ajeno al escándalo de sus amigos.

―Entonces dense prisa ―cedió resignado el maestro. Tenía muchos pendientes y prefería no perder su valioso tiempo en las discusiones de todos los días―. Debo ir a hablar con alguien ―murmuró más para sí mismo que para los menores.

―¿Con su novio? ―preguntaron nuevamente con burla.

―Iruka me espe… ―respondió Hatake por inercia, mas al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir, terminó interrumpiéndose a sí mismo―. Son unos…

―¡Son novios, son novios! ―canturrearon Suigetsu y Karin de manera infantil. Casi por costumbre los alumnos bromeaban con noviazgos entre los profesores más “cercanos”.

―Estos niños ―negó con la cabeza Kakashi viéndolos con aburrimiento―. Ya no hay respeto. En otro tiempos estarían de rodillas sobre maíz mientras se los azotaba con una regla larga ―afirmó al aire con tono melancólico.

―Nos vamos ―anunció Jugo jalando a sus dos amigos. Él odiaba oír a las personas discutir a gritos, no podía soportarlo ni siendo en broma.

El de cabellos anaranjados estaba medianamente acostumbrado a lo bulliciosos que podían ser sus dos amigos, pero era incapaz de estar continuamente oyéndolos. Requería de silencio y tranquilidad para estar en calma, de lo contrario su temperamento se volvía violento. Se apresuró a dirigirse al salón como les pidieron. Mientras eran jalados por Juugo, el de cabellos blancos no pudo evitar fijarse en el azabache recién llegado. Pasó caminando sigilosamente hasta un asiento en el fondo del salón. Al no escuchar más reclamos de parte de Suigetsu, la pelirroja se extrañó y curiosa buscó lo que tenía tan entretenido a su amigo. Abrió la boca sorprendida de lo atractivo que resultaba ser el azabache, mas también se sintió intrigada. ¿Cómo un alfa carecía de olor? Debería estar enloqueciendo a todos con sus hormonas. Era extraño la ausencia de omegas revoloteándolo desesperados por su atención.

―¿Conoces a ese alfa? ―preguntó Karin, incapaz de contener su curiosidad.

―Creo que sé quién es ―respondió viéndola de reojo un momento antes de girar su cabeza nuevamente en dirección al azabache―, pero… no estoy seguro.

―¿Por qué? ―cuestionó nuevamente la pelirroja ladeando un poco la cabeza con confusión.

―Si es quien creo ―dijo Suigetsu algo pensativo―, es alguien a quien no veo hace varios años ―habló con cierto tono de tristeza.

―¿Me lo presentas? ―preguntó la pelirroja con un notorio sonrojo en las mejillas―. No es que me interese ni nada por el estilo, pero me da curiosidad que alguien como él, fuera amigo de un anormal como tú ―justificó tartamudeando en algunas partes por los nervios.

―No le gustarás, fea ―declaró Suigetsu de forma tajante.

―¿Qué dijiste, adefesio? ―preguntó ella sujetando la ropa del otro con un gesto amenazante.

―Lo que oíste, ninfómana ―insultó de nuevo mirándola con desafío listo para seguir una de sus habituales discusiones.

―Ya dejen de pelear ―ordenó Jugo mirándolos con reproche. Su voz había sonado tan seria y enojada que les causó mucho miedo logrando callarlos de inmediato.

Luego de eso la discusión verbal cesó momentáneamente e ingresaron finalmente a su salón. Estuvieron varios minutos conversando entre ellos y peleando especialmente. Cuando Hatake se dignó a regresar a darles clases, se dio cuenta de la presencia de un nuevo alumno. Como era costumbre para cualquier recién llegado, le pidió que pasara al frente para presentarse ante sus compañeros. Sasuke de mala gana acató la orden de su maestro y fue al frente del pizarrón. Mientras más pronto cumpliera con eso, menos tiempo tardaría en volver a su lugar.

―Mi nombre es Uchiha Sasuke ―se presentó escuetamente―. Gusto en conocerlos ―dijo más por educación que por un sentimiento real.

―¿Eso es todo? ―preguntó Kakashi al verlo a punto de volver a su sitio―. ¿No nos dirás un poco de ti? ¿De dónde vienes? ¿Lo que te gusta y esas cosas?

―Tokyo y nada en particular ―respondió aburrido queriendo volver a su lugar.

―Qué aburrido ―dijo Kakashi al verlo tan poco comunicativo.

―Sasuke-kun, Sasuke-kun ―llamó insistentemente Karin mientras alzaba la mano logrando hacer al mencionado arquear una ceja con curiosidad―. Mi amigo de aquí ―señaló a Suigetsu―, pregunta por qué tus feromonas de alfa no son tan fuertes como las de los demás.

―Es porque soy beta ―contestó con simpleza.

Sin embargo, aquello había decepcionado bastante a la pelirroja. ¿Cómo era posible que alguien tan guapo fuera un simple y corriente beta? Según la escala jerárquica de toda la vida, los alfas eran los guapos, fuertes e inteligentes, los omegas los lindos, débiles y algo tontos y los betas destacaban por, literalmente, nada. Todo en cuanto a ellos era simplemente “normal”. Por dicha razón, nunca nadie se fijaba en ellos, ya que carecían de todo tipo de belleza; ni la sexy masculinidad de un alfa ni la belleza delicada de un omega.

―Volveré a mi asiento si ya terminé de satisfacer su curiosidad ―avisó Uchiha mirando de reojo a su maestro, antes de guardar las manos en sus bolsillos y caminar a su asiento.

La mente del azabache divagó por varias cosas de poca relevancia durante el resto de las clases. No esperaba ser confundido con un alfa. Su hermano ciertamente lo era, pero él no. La ausencia de feromonas fuertes debería ser prueba más que suficiente para saberlo. No existía supresor lo suficientemente poderoso para ocultar el aroma de un alfa u omega. Muchos comerciales y farmacias prometían soluciones milagrosas, pero siempre era el mismo cuento. Eran tan efectivas como aquellas medicinas alternativas ofrecidas por hippies y curanderos de dudosa procedencia.

El resto del día pasó aburrido y corriente; maestros dando clases, receso, más clases. Al finalizar su jornada escolar, salió sin ningún apuro, ni siquiera los gritos de sus compañeros lo hicieron moverse con mayor velocidad. Su curiosidad ni siquiera fue picada por el escándalo montado, al menos no hasta oír cierto nombre. Fue en ese momento donde se dignó a moverse con más prisa. Quizás estaba ilusionándose demás, pero prefería salir de dudas en ese momento. Se había figurado no poder encontrar nuevamente a aquella persona de su infancia. Empero, parecía tener cierta suerte, si él mismo se acercaba a él. No perdería semejante oportunidad. Comenzó a caminar deprisa entre el resto del alumnado, oyendo todo tipo de comentarios, a los cuales se vio forzado a prestar atención.

―¿Ya vieron? ―preguntó un chico a sus compañeros―. Otra vez está aquí.

―¿No se cansa de ser rechazado? ―cuestionó uno de los alfas.

―Es un perdedor. Simplemente no aprende.

―¿Por quién viene esta vez?

―Según oí vino por Hyuga.

―Ese chico está más que muerto si intenta declararse a la novia del capitán del club de karate.

Sasuke oyó muchos comentarios similares durante su travesía hacia el origen del conflicto. Siguió sin entender lo que estaba sucediendo, mas dejó eso de lado al llegar a donde todo el alumnado estaba reunido. A lo lejos vio a un chico de cabello largo y castaño peleando con alguien. Mejor dicho, dándole una paliza a alguien, ya que la otra persona en cuestión, estaba tirada en el suelo recibiendo sus golpes. Los murmullos a su alrededor no se detenían. Los gritos de euforia resonaban cual coliseo romano viendo a un prisionero siendo devorado. Al parecer el chico en desventaja era conocido en esos lares y en varios más. Varios hablaron pestes acerca de él, otros tantos estaban sacando dinero, aprovechando la oportunidad para apostar cuánto tardarían en dejar inconsciente al blondo o cuántos huesos tendría rotos al salir de allí.

―¿Qué pretendías lograr intentando robarme a mi novia, sucio beta? ―interrogó el castaño dando una patada directamente al rostro del otro.

―Liberarla de una basura como tú ―respondió escupiendo un poco de sangre hacia los zapatos de su agresor.

―Soy su destinado ―afirmó mirándolo con desprecio desde arriba. Mostró una expresión de asco por la sangre del beta en su zapato―. No tienes derecho a intentar separarnos ―declaró con furia dispuesto a retomar la lluvia de golpes anterior.

―Ella merece tener un lazo con alguien que sí la valore, no un hijo de perra como tú ―protestó tercamente el chico de ojos azules.

―El destino ya nos eligió como pareja y nada de lo que hagas va a…

Su frase se vio interrumpida, al igual que el golpe a punto de impactar contra el rostro del de ojos claros. Una piedra había salido volando de entre la multitud de espectadores, dando de lleno contra el rostro del Hyuga. Éste ante el golpe tan sorpresivo no tuvo oportunidad de eludirlo. Se llevó una mano a la zona afectada y sumamente molesto volteó buscando al responsable. La mayoría se apartó, temiendo ser el siguiente objetivo del castaño. Nadie quería vérselas con alguien tan peligroso y menos, si llegaba a pedir refuerzos a los demás miembros de su club. Sólo una persona permaneció sin moverse ni un sólo paso hacia atrás. Aumentando la sorpresa de los presentes, tenía unas rocas pequeñas en sus manos lanzándolas al aire y volviendo a atraparlas en su mano. Jugaba con las mismas como si se trataran de pelotas o un juguete.

―¿Fuiste tú quien lanzó esa roca? ―preguntó Hyuga parándose derecho, demostrando lo poco que lo había afectado aquel golpe.

―Creía que esos ojos blancos eran alguna condición rara, no pensé que realmente estuvieras ciego ―respondió Sasuke mirándolo desafiante. Sus ojos negros se encontraron con los blancos sin ninguna intención de retroceder.

―¡Responde lo que he preguntado! ―ordenó usando la “voz de alfa”. Aquella peculiaridad capaz de forzar a los omegas a obedecer.

―¡¿Sasuke?! ―preguntó sorprendido el rubio desde el suelo―. ¿Eres tú, Sasuke-Teme? ―repitió su pregunta incrédulo de su presencia allí.

―Siempre metiéndote en problemas, Usuratonkachi ―comentó Uchiha con una ligera sonrisa viéndolo por breves instantes.

―No me digas así, bastardo ―contestó soltando un suspiro difícil de catalogar. No se sabía si era de alivio, melancolía o algo más.

Al ser ignorado, Neji se dio cuenta de su error al creer omega al chico de cabellos oscuros. Decidió retomar los ataques contra Naruto en represalia. Se cobraría el golpe del azabache luego de terminar sus asuntos con el rubio. No lo dejaría escaparse luego de semejante afrenta contra su persona. Sería el hazme reír de los demás alfas si permitía cosa semejante. Sin embargo, nada más alzar la pierna para darle una patada a Uzumaki, éste se sujetó a la que estaba usando como único apoyo y lo hizo caer al suelo. Los blancos dientes de Naruto relucieron en una enorme sonrisa al lograr tirarlo al suelo. Comenzaron a rodar golpeándose mutuamente hasta ser detenidos por los gritos de los maestros. Era obvio que sólo era cuestión de tiempo antes de la aparición de los mismos a frenar esa pelea, por dos razones; la primera, lo estaban haciendo en la entrada de la escuela y la segunda, Hinata fue a pedir auxilio a los adultos para pararlos.

―¿Otra vez por aquí, Naruto? ―preguntó Iruka cruzado de brazos bastante enojado―. Te he dicho cientos de veces que no vengas a donde trabajo si sólo buscaras pelea ―regañó con las manos en su cintura.

―Neji ―llamó seriamente Hatake mirándolo con severidad―. Esperaba más de ti. Se supone que eres un alumno modelo ―dijo severamente. Hatake como buen alfa sabía mostrar una expresión capaz de imponer respeto en los más jóvenes de su género.

―Lo soy, pero… ―dijo el de cabello castaño intentando justificar su pelea.

―No es la primera vez que se reportan personas de tu club causando problemas a los demás ―intervino Iruka mirándolo enojado―. Prometiste hacerte cargo de eso y te veo siendo tú, el capitán, un mal ejemplo ―regañó mostrando su ceño fruncido. Pese a ser un omega sabía actuar de acuerdo a su cargo.

―Yo puedo explicarlo ―repitió su intento de justificación anteriormente interrumpido, resultando igual al anterior.

―Eso espero ―comentó Kakashi asegurándose de mantenerlo vigilado―. Ya llamamos a tus padres a una reunión con nosotros para hablar sobre tu mala conducta y de la posible mala influencia que podría ser tu club ―advirtió con un gesto de su mano indicando el camino hacia la dirección.

El joven Hyuga no tuvo más opción que guardar silencio ante la presión de los adultos. Estaría metido en serios problemas en cuanto viera a sus padres, lo sabía, no necesitaba escuchar más para imaginar su castigo. Su padre era una persona sumamente estricta, cuyo mayor orgullo era la tradición de la familia Hyuga siendo capitanes del club de karate. Si por su culpa era cerrado o peor, era él expulsado de su puesto, su castigo no sería simplemente quedarse en su habitación un par de días, sino algo mucho peor. Debía buscar una forma de aminorar las cosas. Por el momento, su problema con Naruto era la menor de sus preocupaciones.

―Qué suerte tienes ―comentó Neji de forma sarcástica y venenosa dirigiéndose al rubio cerca suyo―. Como no tienes padres, no hay quien te reclame por este tipo de cosas.

―Joven Hyuga ―llamó Umino mirándolo con reproche―. Le recuerdo que su club depende de su comportamiento.

―No he dicho nada que no fuera cierto ―aclaró Neji restándole importancia. Al ser Iruka un omega, tenía menos respeto y temor hacia él, mas Hatake estaba cerca para evitar que intentara pasarse de listo.

―Te salvas por el momento ―susurró el castaño al pasar al lado de Naruto.

―Tú también estarás en problemas, Naruto ―avisó Iruka mirándolo con el ceño fruncido―, pero de ti me encargaré después, ¿de acuerdo?

―Sí, Iruka-sensei ―asintió el rubio con un gesto culpabilidad por complicar las cosas para su querido maestro.

Ambos maestros se fueron del patio y se dirigieron a la dirección de la escuela mientras seguían vigilando a Neji. No podían permitir algún intento de huida, pues debía recibir un castigo por lo sucedido. Sin embargo, le darían el beneficio de la duda y le dejarían contar su versión de la historia. Empero, aunque no lo dijeran en voz alta, tanto Iruka como Kakashi no creían a Naruto capaz de iniciar una pelea sin una buena razón detrás. Ellos lo sabían bien, especialmente el castaño. No obstante, no podían hacer favoritismos y tendrían que informar a la escuela de Uzumaki acerca de lo sucedido. Les correspondería a ellos decidir su castigo así como ellos debatirían el de Neji.

―¿Cómo te sientes? ―preguntó el azabache mirando los golpes en todo el rostro de su amigo de la infancia.

―Eso no importa ―dijo de inmediato el rubio con un gesto algo molesto. Las palabras de Neji, pese a intentar evitar su efecto, lograron su cometido―. Lo que quiero saber es, ¿cuándo volviste? ¿Estás estudiando en esta escuela? ¿Itachi vino contigo? ¿Qué cuentas? ¿Cómo has estado? ―preguntó de forma atropellada por el cumulo de emociones en su pecho.

―En orden ―dijo Sasuke preparándose para responder todas sus preguntas―, el fin de semana, sí, ¿por qué te importa? No mucho y normal ―contestó de forma corta y sencilla, pero con una pequeña sonrisa dirigida solamente para él.

―Tan hablador como siempre, ¿verdad, Teme? ―preguntó mirándolo detenidamente. Viendo cada cambio en su apariencia. La última vez que lo había visto eran apenas unos niños y ahora lo tenía frente suyo tan diferente a la vez de tan idéntico a cuando se fue.

―Y tú tan escandaloso, Dobe ―replicó burlón como en antaño hacía para para molestarlo.

―Bueno, fue un gusto volver a verte, nos vemos ―despidió repentinamente, sorprendiendo a Sasuke.

―Espera ―pidió Uchiha intentando detenerlo―, primero hay que curarte la cara, torpe ―regañó su descuido a la vez que usaba eso de excusa para retenerlo un poco más a su lado.

―Gracias por ayudarme, pero ya debo irme ―dijo dándole la espalda para acercarse rápidamente a una chica de cabellos oscuros y ojos blanquecinos―. Adiós, Teme ―se despidió sin voltear a verlo por tener la mirada en la fémina.

En ese momento Sasuke tuvo el impulso de preguntar cuándo podrían volver a verse, pero se contuvo. Aquellos ojos azules lo miraron con cierto rencor mal disimulado. El rubio siempre había sido una persona demasiado transparente, por ello esconder algo como eso le resultó imposible. Sin embargo, le llamaba poderosamente la razón de ir tan a prisa con aquella chica. Sus feromonas eran fácilmente perceptibles, incluso para un beta, suaves y dulces, muy atrayentes para cualquiera. Los ojos de Sasuke no perdieron detalle en cuanto la joven sacó un pañuelo y comenzó a limpiar la sangre de las heridas de Naruto. Ante eso apretó los puños frustrado y sus dientes rechinaron levemente. Tanto tiempo pensando cómo hablarle cuando volvieran a encontrarse y fue fácilmente ignorado.

―Hey, Sasuke ―llamó Suigetsu acercándose con la mano en alto―. ¿Te acuerdas de mí? ―preguntó mostrando sus puntiagudos dientes.

―No tengo tan mala memoria. Te he visto en mi salón de clases ―respondió chasqueando la lengua antes de dejar de mirar al rubio. Le molestaba verlo coqueteando con aquella chica.

―No, no ―negó el de cabellos blancos invadiendo el espacio personal de Sasuke al hablarle―. De antes, nos conocimos antes de irte de aquí. En primaria ―aclaró poniendo su rostro a centímetros del azabache para ser visto en detalle.

Uchiha entrecerró un poco los ojos viendo esa enorme y puntiaguda sonrisa. Meditó un poco haciendo memoria antes de responderle.

―Me debes un helado ―dijo el joven de ojos oscuros sonriéndole levemente.

―¿De eso sí te acuerdas? ―preguntó riendo mientras lo abrazaba por el cuello y lo acercaba a él para oler su cuello―. Hueles bien para ser un beta ―comentó satisfecho al terminar su inspección.

―Obviamente yo me ducho seguido ―respondió comenzando a caminar sin importarle tenerlo pegado―. Tú sigues oliendo a mar y pescado ―agregó sintiéndose un poco más relajado luego de su encuentro con Naruto.

Por el momento, el joven de ojos negros juzgó preciso darle algo de espacio al Uzumaki. No era capaz de imaginar a su mejor amigo molesto por mucho tiempo, mas tenía cierto temor de no poder retomar la amistad de antaño.

―Aunque ya no deseo ser sólo tu amigo ―susurró al aire mientras veía al cielo―. Al menos con eso me tendré que conformar ―intentó autoconvencerse.

―¿Dijiste algo, Sasuke? ―preguntó Suigetsu, pese a haberlo oído perfectamente al estar pegado al otro.

―Nada que te interese ―respondió Uchiha escuetamente.

“Aunque me decidí darle espacio al Dobe, han pasado días y aún no logro ningún avance con él. No entiendo la razón de su resentimiento. Bueno, en realidad creo que sí lo entiendo un poco. Luego de mudarme con mis tíos, no lo contacte en ninguna ocasión. No envíe mensajes, cartas ni hice llamadas ni nada por el estilo. Tal vez eso lo molestó. Mi falta de interés en mantener una comunicación constante con él. No es sencillo para mí pensar en esa época. Estaba dolido por la pérdida de mis padres. No es una excusa. No usaría tan terrible pretexto para justificar mi promesa rota. Empero, fui una persona horrenda.

Creía entenderte cuando te decía infinitas veces que contabas conmigo luego de perder a tus padres. No estabas solo, no debías estar triste. Me equivoqué, lo reconozco. Cuando perdí a mis padres sentí mi mundo desvanecerse poco a poco. Fue inesperado, repentino y yo no supe sobrellevarlo. Me fue sencillo decirte “anímate, aún estoy yo contigo”. Me siento hipócrita al pensar en cuan tonto fui al soltar semejante frase descuidada. Yo tenía a mis tíos y a mi hermano a mi lado. Aun así, me sentía solo e incomprendido, incapaz de aceptar ser huérfano. Fue en ese momento donde supe lo superfluas que resultaron mis palabras.

Entendí tu dolor y a la vez te desconocí al recordar esa sonrisa de alegría en tu rostro. En tan sólo unos días habías dejado atrás el luto. ¿Cómo lo lograste? Estuve durante años, literalmente, años superando mis problemas de depresión a causa del shock vivido. Incluso me llevaron a psicólogos y a varias sesiones de terapia. Me costaba aceptar el cambio de hogar. Una nueva vida lejos de todo lo que alguna vez había conocido. La casa donde nací y viví con mis padres, la escuela a la cual asistí toda mi infancia contigo. Todo mi mundo estaba de cabeza. Salí adelante, pero no solo, jamás habría podido hacerlo. Y es por ello mi duda acerca de ti, ¿cómo superaste el dolor? ¿Tuviste a alguien contigo de quien no me entere?

Eso supongo debe quedar en el pasado. Ya no importa. No puedo cambiar lo sucedido, pero puedo estar contigo de ahora en adelante. Quisiera recuperar nuestra relación de antes. Eres alguien a quien no quisiera perder y ahora sí me siento verdaderamente listo para ser tu apoyo cuando lo requieras.

―¿Irás al viaje escolar? ―preguntó Itachi durante la cena sacándolo de sus pensamientos―. Vi tu formulario. Yo puedo llenarlo y firmar la autorización para que vayas ―comentó el mayor viéndolo con interés.

―Me da igual ―respondió con fastidio. Ese tipo de actividades eran las que más evitaba y en las cuales Itachi más insistía su participación.

―Al menos dime si necesitas mi firma o no ―comentó algo enojado por lo aislado que era su hermanito―. Además deberías comprar diversas cosas para ir, dime claramente si irás ―pidió un poco más suave. Quería alentarlo a relacionarse con más personas y exigiéndolo no lo conseguiría.

―Me basta con la ropa que tengo en mi armario ―respondió rodando los ojos. Sabía de las intenciones de Itachi. Su terapeuta sugirió enfáticamente socializar y la importancia dada por el mayor a ese aspecto de su vida era a causa de ello.

―Irán a Kyoto, ¿no estás emocionado? ―preguntó fingiendo entusiasmo. Tenía la esperanza de contagiarlo mostrándole buen ánimo, pero se veía forzada aquella expresión de júbilo.

―No mucho realmente ―contestó intentando no sonar demasiado despectivo. Si hacía el intento por ir, era sólo por no preocupar a su hermano―. Mis compañeros han estado pensando en diversas tonterías, como jugarle bromas a los demás. Siento que será estresante tener un estado de alerta permanente para evitar ser el blanco de eso o tener que soportar sus chillidos durante día y noche ―se quejó abiertamente jugando con la comida en su plato para evitar mirar directamente a la cara de su hermano.

―Esta podría ser una buena oportunidad para reconciliarte con Naruto-kun ―comentó al aire haciéndose el desentendido―. Según me dijiste has vuelto a encontrarlo, pero aún no está aquí autoinvitándose a dormir como hace años ―explicó mientras apoyaba su cabeza en su mano.

―¿Qué te hace pensar eso? ―preguntó alarmado soltando su tenedor para clavar sus ojos en el mayor―. Es más, ¿por qué crees que quiero acercarme a él?

―Yo lo sé todo, estúpido hermano menor ―respondió Itachi sin inmutarse por aquella fiera mirada―. En este viaje irán varios colegios de la zona, quizás tengas suerte y puedan convivir ―soltó sin poder reprimir una pequeña sonrisa divertida.

―Si he decido ir no es por el Dobe ―declaró de inmediato levantándose de la mesa―. He terminado de cenar ―avisó llevando su plato al lavado antes de retirarse a su habitación.

―Eres todo un idiota para mentir ―susurró al quedarse solo en la mesa.

Itachi sabía perfectamente del carácter de su hermanito. No admitiría, ni siquiera ante él, lo mucho que había necesitado al rubio en su vida. Empero, al menos se conformaba con ser alguien a quien le contaba una gran parte de lo que sentía. Le tenía confianza, mas en algunas cosas no podía evitar intentar mantener apariencias. Meditó en los “si hubiera…” sobre su pasado. ¿Qué habría sucedido entre Naruto y Sasuke si nunca hubieran sido separados? ¿Hubiera caído en depresión de haber estado juntos para apoyarse mutuamente? Seguramente no se hubiera evitado. Ambos eran niños pequeños lidiando con un concepto difícil de procesar hasta para los adultos, jamás sería fácil de hablar con ellos. Sin embargo, una parte de él le decía que juntos habrían sobrellevado eso con mucha más facilidad. Tal vez Sasuke no hubiera estado metido durante años en distintos consultorios de terapeutas.

Por su parte Sasuke seguía metido en sus tormentosos pensamientos y recuerdos sobre Naruto. En esas semanas había intentado hablarle al otro nuevamente, pero era evadido rápidamente y a falta de una buena razón para retenerlo, el rubio se le escapaba de las manos. Lo único meritorio logrado en ese tiempo fue averiguar un poco más sobre la vida de quien fue su mejor amigo. No obstante, hubiera preferido que fuera por boca del mismo y no por terceros, mas no tuvo opción. Suigetsu por alguna razón fuera de su entendimiento estuvo a su lado y le relató lo referente a la fama de Uzumaki. Todos conocían su nombre y no por las mejores razones.

Según lo relatado, Naruto desde hacía años se declaraba a cualquier omega o alfa y prometía formar un lazo de destinado entre ellos. Era imposible. Todos lo sabían, pero el blondo insistía. ¿La razón? Nadie la conocía. Sólo sabían de los problemas causados por él y de las burlas generadas por sus absurdas palabras. Muchos de los rechazos hacia su persona fueron crueles, algunos sólo en palabras y otros llegaron a las agresiones físicas. Era un beta considerado defectuoso. Hasta demente se lo llegó a clasificar ante sus afirmaciones de “tener una persona destinada”. Eso era exclusivo de los alfa con su respectivo omega. Siempre fue así. ¿Qué pretendía con semejante mentira?

Al menos le tengo que agradecer a Suigetsu darme esa información sobre Naruto. Lo que no entiendo es porque se autodenominó “mi amigo”. De niños nunca fuimos cercanos. Sólo recuerdo que me dio un pelotazo en la cara y tiró mi helado. En esa ocasión casi se peleó a golpes con Naruto. O tal vez lo hizo. No recuerdo bien. Estábamos muy pequeños y es algo difícil recordar detalles. Sólo estoy seguro de que Suigetsu tiró mi helado y Naruto se enojó con él. Luego de eso nada, pese a ir a la misma primaria no tengo algo memorable respecto a él. Y ahora él está encima de mí cada día durante el receso. Para colmo, vino con extras.

Karin y Juugo no son tan insoportables, al menos cuando ella no pelea con él y el otro no se enoja. De no ser por ellos estaría completamente solo en la escuela. No me molesta estar aislado de todos, pero debo admitir, sólo para mí mismo, lo cómodo que es estar en compañía. Además, mi hermano se siente menos preocupado al saber lo bien que voy adaptándome a volver. Mientras menos complicaciones le dé, mucho mejor. Ya me ha apoyado mucho durante estos años. Sé lo difícil que debe haberle resultado superar la muerte de nuestros padres y lidiar con mi depresión. Aquellos días en los cuales no tenía deseos de salir de mi cama y hacer nada quedaron atrás. Merece estar tranquilo respecto a mí, ya he superado la depresión y mi sociabilidad no es la más destacada, pero solo no estoy. Eso ya debe ser un avance.

El más joven de los Uchiha cerró los ojos para finalmente descansar. Torturándose con lo vivido esos últimos días no obtenía ninguna respuesta a sus incógnitas. Sólo le quedaba descansar para iniciar un nuevo día. Sin saberlo, no era el único perdido en sus propios pensamientos. Cierto rubio de ojos azules también tenía muchos problemas para dormir. Había estado tirado en su cama dándole vueltas al asunto del viaje teniendo algunas preguntas similares a las de Sasuke.

 

CONTINUARÁ…

 


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