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El Último Viaje por VeKuLove06

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Notas del fanfic:

Los Universos de Dragon Ball y Titanic son propiedad exclusiva de sus creadores. Sólo es nuestra la historia que leerán a continuación.

Aclaraciones antes de leer:

  • Somos dos personas quienes escribimos el fic, de momento nos pueden identificar como E y G (respectivamente. E escribe a Vegeta y G escribe a Goku.

  • No utilizaremos letreros para avisar cuál personaje está narrando. Es decir, cuando sea la perspectiva de Vegeta, no estará su nombre al comienzo. El modo en que lo haremos será cambiando el formato de letra: Goku en escritura normal y Vegeta en negritas. Ejemplo: “Goku”|”Vegeta”. Cuando la letra se vea normal, es porque narra Goku. Cuando esté ennegrecida, es porque narra Vegeta. Esperamos se entienda esto, ya que es fundamental para una buena comprensión de la narración al momento de leer.

  • El fic está basado en la muy conocida historia de Titanic, pero básicamente sólo tomaremos aspectos puntuales de la película que consideramos interesantes. Por lo demás, la trama al completo estará absolutamente adaptada a nuestra manera.

  • Para mayor coordinación entre las autoras del fic, las actualizaciones del mismo serán mensuales. Se subirá, sin falta, un nuevo capítulo los 20 de cada mes por la noche.

  • Están contemplados alrededor de diez capítulos, pero esto puede variar según la creatividad y disposición de las autoras.

  • El fic contendrá, a futuro, escenas de sexo explícito entre los protagonistas. Llegado dicho capítulo, se informará antes de, para evitar cualquier inconveniente que pueda resultar perjudicial para algún/a lector/a.

Hechas estas aclaraciones, podemos comenzar. ¡Esperamos lo disfruten!

Capítulo 1: El Barco de los Sueños

Reacomodé los auriculares en mis oídos, que por poco se caían con mis sobresaltos, mientras presionaba el teclado a gran velocidad. Suspiré al oír una enorme explosión justo a mis espaldas y corrí tomando mis armas para colarme entre los escombros, pateando ametralladoras sin municiones y cantando por lo bajo Come out and play de The Offspring, «Buena banda…» Sonreí complacido, preparando una granada de mano y apuntando hacia el pequeño cuartel enemigo, cantando el estribillo de la canción a todo lo que daba mi voz:

–¡Hey! ¡Come out and play!

La explosión no tardó en hacer un estruendo, lanzando polvo por doquier, al tiempo que yo me echaba a correr, riendo satisfecho y alistando otra granada. Pero de la nada mi música se cortó, robándome un sonoro resoplido y haciéndome fruncir el ceño horriblemente hastiado. «¿Qué demonios querrá este idiota ahora?» Oprimí la tecla de pausa para la partida de Call Of Duty que jugaba en ese instante, reajustando el micrófono para poder responder.

–¿Hm?– musité de mala gana, con mi tono cargado de molestia.

–V, tenemos que irnos ahora–

–¿De qué diablos hablas, Broly?– cuestioné incrédulo, rodando mis ojos y recostándome en mi silla giratoria.

–¡Nos localizaron! ¡Así que debemos irnos al demonio antes de que vuelen nuestros departamentos!– su voz se oía de verdad agitada, el temor exudando en cada sílava, logrando que mi ceño se frunciera incluso más.

¿Cómo nos encontraron? Puse miles de barreras de fuego y destruí cada historial, cada infiltración… ¡No dejé un solo rastro! ¿Qué mierda pasó?

–¿En qué maldito momento sucedió eso y cómo?– pregunté, completamente desconcertado, cerrando abruptamente el juego y entrando a una página al azar, listo para hackear nuestra vía de escape.

–El estúpido de Nappa no cerró bien los directorios, por eso les fue sencillo dar con nuestra localización. Lo peor es que si llegan a venir, es más probable que se centren en ti primero, porque habían enlaces creados por él y avatares desconocidos vinculados contigo.

«Grandísimo imbécil…» murmuré para mis adentros, chistando la lengua exasperado, aunque no demorando mucho en sonreír maliciosamente. «Bien, parece que V tendrá vacaciones…»

Copié códigos, inventé unas cuantas contraseñas e invadí una jugosa cuenta de banco, cubriendo meticulosamente cada uno de mis pasos. «¿Un crucero? No suena nada mal…»

–¡¿Qué haremos, V?!

–Ya cálmate, Broly. Toma todas tus cosas y espérame en el puerto de Southampton en una hora, justo en la plataforma principal– demandé, terminando de imprimir los boletos.

–¿Qué demonios hiciste ahora?– «Maldito idiota, es molesto.» –¡Hoy zarpa el Titanic ahí!

–¡Sólo cállate y haz lo que te dije!– exclamé, llegando a mi límite de paciencia. –Nappa puede joderse, nosotros nos vamos de crucero.

Colgué sin más y tomé un par de bolsos, empezando a empacar lo necesario.

~~~

–¡Vamos, Goku! Será divertido, te lo puedo asegurar…– mi mejor amigo no dejaba de insistir. –Necesitas tomarte un tiempo, estos últimos días no han sido del todo agradables para ti, en especial por lo de tu nov…– lo interrumpo de golpe.

–Lo sé, Krillin– suspiro y comienzo a caminar desesperadamente de un lado a otro, molestándome y logrando perder el control. –No puedo viajar contigo, porque Milk se molestará y volveremos a discutir sin llegar a ninguna parte… de alguna forma siempre logra chantajearme y…

Krillin me detiene y de la nada me abraza fuertemente, a lo cual yo reacciono devolviéndole el abrazo sin dudar, sintiéndome horriblemente indefenso. De un momento a otro lloraba, deseando con todas mis fuerzas que todo aquello terminara de una vez… ¡Realmente estaba más que harto de esa situación! Sólo quería alejarme, ser libre de compromisos no deseados…

«Poder amar de verdad a alguien.»

–Tranquilo, Goku; sé que llegará quien logre sacarte de este infierno y te dé ese amor incondicional que tanto necesitas…– sabía que a mi amigo le dolía verme así de vulnerable, para él yo era alguien muy tierno y a veces excesivamente inocente, lo que me volvía demasiado débil para aguantar todo esto; Krillin quizás deseaba ayudarme, pero sólo podía consolarme y darme los ánimos que hicieran falta, más allá nada podía hacer. –¿Sigues sin querer ir conmigo al viaje en el Titanic?– volvió a preguntarme, un amague de esperanza reflejándose en su voz.

Nos alejamos lentamente para vernos de frente, mi amigo dedicándome una cálida sonrisa.

–Bueno, no sería mala idea ir de viaje por unos días, quizás así pueda olvidar por un rato todo esto– le devuelvo el gesto, poco a poco regresando el antiguo y alegre yo. –Podremos ir a la piscina, comer hasta estallar, cantar, conocer nuevos lugares, a nuevas personas… ¡Incluso puede que encuentre a alguien especial!– mis ojos brillan de sólo imaginar aquello, mi corazón latiendo con mayor rapidez por la ilusión que la idea me provoca.

No dudé en ir en busca de mi maleta para comenzar a empacar lo necesario.

Krillin sólo observaba la emoción con que guardaba mis cosas, quizás llegando a adivinar que me sentía ansioso, imaginando a esa persona especial que el destino tal vez me permitiría conocer. Sé que me veía como un niño ilusionado igual que en navidad, pero me dominaba la ansiedad de cumplir aquello. Al terminar, me puse un voluminoso sombrero para cuidarme del radiante sol.

–Bueno, ya está todo listo, ¿no?– me pregunta mi inquieto compañero de aventuras.

Asentí con la cabeza, ambos empezando a caminar hacia la salida. Al llegar a la puerta, mi padre (con quien compartía un inmenso parecido físico) nos detuvo, observándome sorprendido al verme con la maleta ya preparada, soltándome de golpe la noticia más “maravillosa” que podían darme en ese momento.

–Hijo, Milk y Ox Satan acaban de llegar, me dijeron que compraron boletos para embarcar en el Titanic… ella desea que la acompañes, si gustas puedes llevar a tu amigo.

Sentí como mi corazón se apretaba dolorosamente, el brillo en mis ojos apagándose de súbito, no quedándome más opción que fingir alegría por poder estar junto a mi “agradable” novia. Krillin estaba triste, no esperaba que Milk también se animara a ir al crucero. Ambos no tuvimos otra alternativa que recibir a los invitados e ir al puerto de Southampton, notando que no sería para nada “bonito” aquel lujoso viaje.

~~~

Llevaba sólo lo esencial en mis bolsos; algo de ropa y todas mis cámaras y laptops, discos duros extraíbles, programas almacenados en memorias SD, todo tipo de instaladores y demás; los computadores de escritorio no me servirían para nada de todas formas, por lo que ni me molesté en empacarlos.

El taxi me dejó justo en el puerto, por lo que tras pagar y bajar dejé mis cosas en el suelo para tomar un cigarrillo, encenderlo y sacar mi celular de mi bolsillo para enviarle un mensaje a Broly. “¿Dónde estás?” La respuesta no tardó en llegar, pues percibí un suave golpe en medio de mi espalda a mano abierta.

–¿Qué haces, idiota?– repliqué, entornando mis ojos con furia.

–Darte amor– bromeó él, rodeándome por la cintura con un brazo.

Era un real fastidio tener la asquerosa suerte de ser varios centímetros más pequeño que éste imbécil, que parecía jugador de Rugby con su imponente altura y esa cara de pocos amigos que a menudo dedicaba a las personas que se me acercaban más de la cuenta. Tenía muy asimilado su rol de protector, a pesar de que jamás le pedí que lo fuera.

Con un resoplido me zafé de su agarre, escuchándolo reír bastante divertido.

–No iremos en primera clase, pero la intención es huir– comenté con tedio, dando una profunda calada y soplando despacio el humo justo en su rostro.

Sonreí victorioso al verlo fruncir el ceño, consciente de que detestaba que hiciera aquello. Ambos contemplamos el gigantesco barco que se hallaba frente a nosotros, mientras miles de personas hacían fila para abordar.

–Espera… ¿Qué? ¿Subiremos al Titanic?– inquirió Broly al captar el mensaje, viéndose completamente desconcertado, clavando sus ojos en los míos con una expresión entre sorpresa, algo de entusiasmo y cierta incredulidad.

–Ahá…– fue mi escueta respuesta, mientras terminaba el cigarrillo y tomaba mis cosas para comenzar a caminar en dirección al enorme trasatlántico.

–Tienes que estar bromeando…

–Yo no bromeo– espeté, frunciendo el ceño. –Ten, idiota– le entregué su propio boleto, mientras llegábamos al fin hasta donde una inmensa aglomeración de gente esperaba ansiosamente poder entrar luego de la inauguración. Vi la hora en mi reloj y supe por qué todos estaban tan desesperados… ¡Ya casi zarpaba! –¡Corre, se irán sin nosotros! Maldición…

Chocaba con personas, animales, maletas, postes y miles de cosas más, mientras el estúpido de Broly se sostenía de mí como si fuera un maldito mocoso, estirando a más no poder la tela de mi chaqueta favorita. Hasta que al fin llegamos a la escalera de abordaje, ganándonos una mirada extrañada y algo recelosa por parte del guardia. Inhalé hondo y hablé, apartando de mí a éste idiota con un leve, pero muy efectivo empujón.

–También somos pasajeros– le extendí nuestros pases, quitándome el cabello de la frente.

El hombre asintió y nos permitió abordar, viéndonos en todo momento con suspicacia.

Luego de que nos asignaron un camarote compartido en la sección para personas de clase media baja en el enorme barco, Broly y yo caminamos con toda tranquilidad por los largos y estrechos pasillos hacia allí.

–¿Cuándo planeas encender el equipo?– me cuestionó en cuanto llegamos.

–Cuando el Titanic esté un poco más alejado de Inglaterra, de esa forma se les hará más difícil rastrear mi laptop, tiene un programa específico para camuflarme a una cierta distancia– respondí con simpleza, dejando mis cosas sobre una de las dos camas para tirarme en el colchón con pesadez.

–Eres un crío muy escurridizo– comentó mi compañero, permitiendo que una perspicaz sonrisa se posara en sus labios.

–No soy un crío– repliqué fastidiado, girándome a verlo con una ceja alzada.

–¿Ah, no? Ja… ¡tienes diecisiete años y eres el hacker más buscado del mundo! Y para rematar nadie ha visto tu rostro… ¡ni siquiera saben tu nombre! Demonios, ni siquiera YO sé tu verdadero nombre…– recriminó, haciendo una mueca dolida.

Broly siempre me reprochaba lo mismo, ya que éramos como hermanos; nos conocíamos desde que mis padres murieron y fui a parar en aquel orfanato en Londres a los once. Y pese a que tenía plena confianza en él, me negaba a que me llamara de otra forma que no fuera V.  Él me sacó de allí ni bien cumplió la mayoría de edad, sabiendo que al ser yo bueno para robar en la red, no nos iría nada mal una vez fuera. Tenía veinte años y, como dije antes, se tomaba muy a pecho su rol voluntario como mi guardaespaldas.

–Tranquilo, algún día lo sabrás– sonreí de lado. –Justo antes de que muera.

–¡Eres cruel!– fueron sus últimas palabras, mientras apagábamos las luces del camarote y quedábamos en silencio.

De verdad estaba cansado y necesitaba dormir.

~~~

Cuando llegamos al puerto, nos encontramos con una gran multitud intentando abordar, casi como si fuera el fin del mundo. A través de la ventana del auto, Krillin y yo pudimos ver que había dos tipos de fila. Al comienzo no entendí por qué, pero por suerte mi amigo me explicó que la gente dentro del barco sería dividida en dos niveles; por un lado los de estatus económico bien acomodado y por el otro quienes pertenecían a la mal vista clase humilde.

–¿Por qué no les tratan a todos por igual?– me molesté bastante al saberlo, pues no me parecía justo semejante tipo de discriminación social. –¡Tsk! No puedo creer que tengan preferencias…

Me perdí en mis quejas, murmurando enfurruñado por lo bajo, hasta que una mano en mi hombro me hizo volver a la realidad.

–Lo sé, Goku, es horrible. Pero nosotros no podemos hacer nada…– dijo Krillin, bajando la mirada, seguramente sintiéndose muy mal al tener que darme una respuesta que no deseaba oír.

–Esos pobretones e inadaptados de tercera clase no merecen mezclarse con nosotros, son igual que animales maleducados que avergüenzan a quienes sí somos aporte en esta sociedad– opinó Milk sin siquiera dirigirnos la mirada, moviendo su costoso y elegante abanico de diseñador para intentar refrescarse, observando asqueada a través del parabrisas. –Será mejor que abordemos ya, el Titanic no tarda en zarpar.

No le respondí, ya que no quería discutir innecesariamente. Al bajar del carro me coloqué mi voluminoso sombrero, llendo en busca de las maletas. No entendía por qué ella traía tanto equipaje, siendo que sólo sería un viaje de unos días, no todo un año.

–¡Vaya! ¡Sí que es enorme!– exclamé emocionado, contemplando maravillado la embarcación.

Era la primera vez que estaba así de cerca de un trasatlántico, ya que por lo general yo solía evitar los viajes por mar o aire, prefiriendo la seguridad de la tierra siempre. Y a pesar de tener los recursos para pagar estadías  en cruceros así de lujosos, no era algo que llamara mi atención.

–Tienes razón, Goku, es muy grande– mi amigo estaba tan impresionado como yo, no podía negar que su expresión era hasta adorable.

Milk fue la última en bajar, no viéndose para nada sorprendida con lo que sus ojos le mostraban. Aunque bueno, ella solía ser bastante especial para estas cosas… más bien, era exigente en todo.

-¿Este es el famoso Titanic?– su voz sonó burlesca. –No sé de qué se sorprenden, he visto mejores.

Se notaba hasta hastiada, pese a que ella misma compró los boletos. ¿Acaso no sabía cómo sería?

–No seas tan exigente, Milk, el crucero es muy grande y asombroso, además está llevando un cargamento impresionante… ¿Eso no te sorprende?– Krillin intentó hacerla entrar en razón, su voz sonando serena y respetuosa, tratando de convencerla y hacer que viera las cosas de otro modo.

Pero no creo que halla funcionado, por lo que sólo espero que no lo regañe demasiado.

Milk sólo nos dio su típica mirada de desaprobación y fue con su mayordomo para empezar a acoplarse con los de su “clase”.– ¡Date prisa, Goku!- gritó, sin bajar el tono de su voz, lo cual no era una buena señal.

–¡Sí, ya voy!– fue lo único que se me ocurrió decir, deseando no ser blanco de su descontento.

Krillin y yo corrimos, ya que Milk estaba muy adelantada, y casi todas las personas ya estaban dentro del barco, creo que solo faltábamos nosotros dos.

Al ingresar quedamos asombrados con cada detalle que había dentro, realmente era hermoso. No dudé en sacar muchas fotos, incluyendo algunos momentos divertidos que protagonizaba mi amigo, quien no dejaba de hacer gestos graciosos. Estaría eternamente agradecido con él, sin su presencia este viaje sería muy aburrido para mí.

Fuimos guiados por algunos oficiales hacia nuestras “lujosas” suites y en el camino, había señoritas que me miraban extraño, hasta el punto de ser agobiante; tal vez era por el traje que me obligó a usar mi padre (odiaba ir vestido así a lugares innecesarios, era realmente incómodo). Mi querida novia se encontró con sus amigas y no dudó en presentarme y alardear que yo era su prometido… «No me agrada esa palabra, para nada», presumiendo que era su novio “ejemplar”, quien con tan sólo diecisiete años había logrado ingresar a la mejor universidad de Inglaterra en la carrera de medicina. Krillin sólo se reía, mientras yo le daba ligeros, pero efectivos coscorrones. «¡Vaya que goza bastante verme así de avergonzado!»

Al llegar a la distinguida y muy lujosa sección de primera clase, decidí compartir mi habitación con mi mejor amigo, mientras Milk se iba a dar un paseo junto a una amiga con la que se encontró por los pasillos. Dejé mi equipaje en una esquina y me tiré a la cama, contemplando fijamente la elegante lámpara de araña que colgaba del techo.

–Excesivamente decorado…

–Goku– me llamó Krillin, su voz sonando algo juguetona.

–¿Qué pasa?– musité distraído, ensimismado observando esa lámpara.

La verdad era que me sentía sin ganas de salir, sólo esperando lo que me deparara el destino.

–¿Qué tal Si vamos a ver cómo es la piscina y si encontramos algunos juegos?– me sugirió, viéndose muy animado e insistiendo demasiado para que aceptara a acompañarlo.

No podía negarme, en especial porque este era su primer viaje en uno de estos lugares costosos, así que me levanté, me quité el saco junto con el chaleco (por fin me sentía cómodo) y fui en busca de mi sombrero, sin olvidar mi celular con mis auriculares (por si me dejaba solo y se distraía con una linda chica que se encontrara por allí)

–¡De acuerdo! Pero luego vamos a comer un poco– de pronto me sentía animado, por lo que no perdí la oportunidad de insinuarle que se buscara alguna chica bonita que quisiera salir con él.

Corrimos por todos los pasillos sin importar las “clases”, saludando, incluso jugando con algunos niños que nos encontrábamos en el camino.

Hasta que en un momento me choqué con un hombre que apareció de la nada. Era bastante alto, de mirada fría como el hielo y gran musculatura. No sabía qué hacer, le había manchado su polera con café… ¡Estaba realmente nervioso!

Me quedé paralizado con sólo verlo, vaya que sí estaba muy enojado. En ese momento no supe cómo reaccionar, me llegaban muchas ideas (para nada agradables) de lo que iba a sucederme. Sólo deseaba conversar con él, pedirle disculpas, incluso si era necesario limpiar su polera y comprarle un nuevo café, sin embargo él parecía no tener intención de permitirme dirigirle ni una sola palabra.

Al parecer yo a sus ojos no era más que un blanco fácil para ser usado como saco de boxeo, ya que sólo estaba allí quieto sin defenderme. Al verme así de inerte, mi amigo decidió ir en mi auxilio, caminando hacia donde estábamos para ponerse frente a él.

–Eh… o-oye… discúlpalo… s-sólo fue un… accidente– intentó razonar, hacerle entender que no tenía por qué ponerse así, todo con el afán de que no me hiciera daño.

Pero era inútil, sus ojos estaban fijos en mí (¡su mirada me daba escalofríos!). Sin ápice de delicadeza empujó a Krillin de la manera más despiadada posible, quien no pudo hacer nada más que protegerse el rostro, cayendo bruscamente al piso metálico. Fui corriendo en su ayuda, mientras ese hombre daba pasos gigantescos para darme mi merecido. Apenas lo ayudé a levantarse, me puse delante suyo para protegerlo .

En ese momento adopté una postura muy seria (rara vez usaba esos gestos, ya que no quería que vieran mi lado agresivo). Levanté los brazos en pose de combate y creo que eso lo molestó más, ya que gruñó y se tronó los dedos en actitud amenazante. No tenía opción, debía pelear con él.

No obstante sentí como alguien me agarraba por la muñeca izquierda, haciéndome girar bruscamente, logrando que de un solo movimiento le diera la espalda a mi “agresor”. Tiraron de mí y de pronto ya corríamos alejándonos de allí, mientras él nos seguía a toda velocidad. Me giré a mirar y era como ver una máquina demoledora, destruía todo a su paso, realmente parecía que deseaba embestirme o bueno, me daba esa impresión… «¡Aterrador!» Volteé de nuevo para ver a mi salvador, encontrándome con un chico unos centímetros más bajo que yo, de cabello negro en corte melena y ojos azul zafiro, que me devolvió la mirada sonriéndome de forma divertida, sin soltar mi mano en ningún momento. Me percaté entonces de que Krillin estaba en la misma situación, una chica rubia de rasgos delicados le jalaba, prácticamente arrastrándolo tras ella.

Visualizamos el pasillo que guiaba a la sección de primera clase, mientras la señorita decía algo:

–¿Por dónde vamos, Lapis?– Sonaba agitada, pero sí que tenía energías para seguir corriendo, parecía ser un androide o algo así.

El chico que me guiaba ya estaba por darle las instrucciones, pero mi amigo le interrumpió.

–Yo puedo guiarlos, conozco un atajo– creo que estaba divirtiéndose bastante con esta “gran huida”. Ambos le sonrieron y asintieron afirmando que estaban de acuerdo, así que Krillin comenzó a guiarles tomando algunos desvíos (era una suerte que hubiera estudiado un mapa del barco y ahora se lo conociera como la palma de su mano, pues eso nos ayudó bastante).

Finalmente atravesamos la puerta de cristal que resguardaba el área de primera clase, por lo que aquel tipo imponente y agresivo no tuvo más remedio que detener su andar, lanzándonos una mirada asesina antes de ser echado de allí por uno de los guardias que custodiaban el lugar.

~~~

Los pasos de gente corriendo fuera del camarote, hicieron que me despertara sobresaltado. Me incorporé desorientado en la cama, algo mareado por el repentino movimiento. Noté que el lugar estaba en penumbras, por lo que deduje que habían transcurrido un par de horas desde que Broly y yo abordamos el Titanic. Las últimas noches desvelándome me habían pasado la cuenta, dejándome prácticamente muerto sobre el colchón desde que me recosté.

Me levanté y prendí la luz, frunciendo el ceño molesto al pasear mi mirada por el pequeño cuarto y no encontrar por ningún lado a mi estúpido compañero de viaje. Observé mi muñeca para chequear mi reloj de pulsera, corroborando que en efecto había dormido por más de dos horas completas. Resoplé fastidiado, llendo hacia los bolsos que aún estaban tirados de cualquier modo en el suelo a los pies de mi cama, para abrirlos y empezar a sacar de dentro algunas de mis computadoras portátiles. Las acomodé en una especie de escritorio que se hallaba arrinconado en la pared junto a la puerta, disponiéndome a poner en funcionamiento el software de camuflaje que previamente había creado e instalado en mi laptop principal.

Clickeé con el mouse sobre el ícono del programa y tras unos segundos se abrió, mostrando un gigantesco mapa con las coordenadas exactas de mi ubicación actual. Ingresé códigos, me inventé una decena de contraseñas para proteger celosamente el acceso e inicié el camuflaje, recostándome sobre el respaldar de la silla, mientras esperaba a que terminara de cargar. Escuchaba un gran barullo en los pasillos, pero me venía valiendo madres el por qué.

No me tomó más de quince minutos ejecutar en su totalidad el programa, por lo que apenas terminé abrí mi rastreador y me puse a chequear a todas las personas que, en ese momento, se encontraban en línea dentro del barco.

«Estoy aburrido, Broly se fue a quién sabe dónde y no me interesa ir a buscarlo como si fuera su maldita niñera. ¿Qué puedo hacer?» Inicié un juego virtual, pero sinceramente no tenía muchas ganas de completar los desafíos, sin mencionar que había dejado mi consola de videojuegos portátil cargándose poco rato antes de quedarme dormido y todavía no estaba lista. Opté por sólo empezar a husmear entre las diferentes cuentas que tenía la gente a bordo, por desgracia no encontrando nada interesante que llamara mi atención.

–Demonios, esto es un asco– murmuré más que harto, revisando todos los nombres y preparando pequeños virus al azar para joder un rato a los idiotas estirados de primera clase.

Sí, soy algo infantil a veces, pero ese es el efecto que el aburrimiento masivo provoca en mí.

Luego de un rato hackeando un par de cuentas bancarias de idiotas que no me importaban en lo más mínimo, apagué el equipo y me puse de pie para buscar alguna otra forma de entretenerme. Era poco más de las dos de la tarde, por mucho que la poca luz que entraba por la ventana, diera la impresión de estar el día pronto a anochecer.

Cambié mi ropa por algo más casual –jeans negros ajustados, camisa manga larga azul rey y encima una sudadera de tela muy fina– y me animé finalmente a salir del camarote. Inhalé una bocanada de aire salino en cuanto me hallé subiendo la larguísima escalera que llevaba hacia las plantas superiores, caminando con las manos en mis bolsillos en pose de despreocupación total.

Recorrí a paso tranquilo las inmediaciones del gigantesco crucero, encontrándome a un sinfín de gente explorando al igual que yo. Familias enteras tomándose fotos en lugares estratégicos del barco, niños jugando entre risas a la pelota o con carritos de juguete, parejas paseando tomadas de la mano e incluso personas solas simplemente dejándose maravillar por los lujos a su alrededor. Fruncí el ceño al verme en medio de semejante multitud, arrepintiéndome en seguida de haber abandonado el solitario resguardo de mi habitación. No era en absoluto alguien sociable, de hecho detestaba en demasía establecer cualquier tipo de relación interpersonal, por lo que sin vacilar decidí irme de allí rápidamente.

Pero un grito detrás de mí me forzó a detener mis pasos y voltear, reconociendo a la perfección esa burlona voz llamándome con ese jodido apodo que tanto me repugnaba.

–¡Hey, príncipe!

Gruñí por lo bajo al verlo caminar en mi dirección, sin dudar en soltarle un fuerte puñetazo en el brazo en cuanto estuvo lo suficientemente cerca. Broly se quejó al instante, frotándose la zona agredida, mientras fruncía los labios en una mueca que lo hacía ver como un mocoso.

–Deja de decirme así, grandísimo idiota– musité enojado, haciendo un gesto de asesino serial.

–¿Por qué siempre me maltratas?– se quejó, abrazándome por la cintura ¡otra vez! –Sabes que lo hago de broma, V. Aunque ciertamente tengo razón, pareces un príncipe con esa actitud.

–Ya suél…

Pero calló mis quejas con un beso fugaz en mis labios, gesto que últimamente se le venía haciendo costumbre. Con un gruñido lo aparté de mí, empujándolo tan bruscamente que su cuerpo se tambaleó un poco. Aún así el muy tarado sólo se limitó a sonreírme divertido, como siempre restándole importancia a sus arrebatos tan estúpidos y malditamente incómodos.

Fue entonces que me percaté de una gran mancha bastante visible en su polera, la cual se extendía por todo su pecho y parte de su abdomen. Enarqué una ceja confundido, pidiendo en silencio una explicación. Él resopló hastiado, sus ojos adquiriendo ese brillo malvado que tanto asustaba a quienes no lo conocían tan bien como lo hacía yo.

–Un niñato estúpido chocó conmigo en los pasillos y me derramó encima un vaso de café entero– me contó, viéndose realmente enojado. –Pero antes de poder darle su merecido, huyó como una rata cobarde hasta la sección de primera clase y le perdí el rastro– concluyó, frustrado. –Pero ya verás cuando lo vea de nuevo– se tronó los dedos. –Lo voy a hacer pagar.

No pude evitar sonreírle con burla, internamente preguntándome quién sería el pobre idiota desafortunado que se atrevió a despertar la ira de esta bestia. Negué con la cabeza y chisté la lengua, cruzándome de brazos con mi típica expresión ceñuda.

–Que dramático eres– ironicé, comenzando a caminar hacia el bufet correspondiente a la sección de tercera clase. –Estoy seguro que en unos minutos, ni siquiera recordarás su rostro.

Broly resopló fastidiado y caminó junto a mí, entrando así los dos en el lugar para comer algo.

~~~

Suspirando de alivio seguimos de largo por un extenso corredor que llevaba a la suite que mi amigo y yo compartíamos, dejándonos caer agotados y bastante divertidos sobre el suelo amaderado tras llegar y cerrar la puerta. Nos miramos sonriendo cómplices, entonces la señorita tomó la palabra, viéndose sumamente divertida con la recién vivida situación.

–¡Que divertido! Ustedes sí que corren rápido– exclamó, dándole codazos a mi compañero de aventuras, quien no pudo evitar sonrojarse y dedicarle una tímida sonrisa.

No pude evadir el sentir gran ternura al verlos… «¡Creo que al fin encontramos a la chica indicada!» Eran muy adorables, en especial él.

–Sí, es verdad, corren muy rápido. Gracias por mostrarnos el camino, calvito– añadió el chico de ojos azules, sonando entre divertido y burlón.  Reí por lo bajo, pues no era la primera vez que alguien se burlaba de él por no dejarse crecer el cabello.

–No pasa nada, gracias a ustedes no recibimos una golpiza, en especial mi amigo– respondió él, señalándome y sonriéndome. No se enojó por el comentario que hizo aquel muchacho, creo que ni si quiera lo escuchó.

–¡Hola! Me llamo Son Goku, les agradezco por habernos ayudado, realmente no quería pelear con aquel sujeto, no hubiera ganado– solté una risita nerviosa, mientras me levantaba para darles mi típico saludo, extendiéndole una mano al chico que me había salvado la vida para ayudarlo a ponerse en pie también. Sé que suena dramático llamarlo así, pero realmente me salvó de muchas cosas, en especial de las riñas de Milk, me hubiera matado o peor aún… ¡Me hubiera lanzado al mar sin clemencia alguna!

Krillin se levantó también, sujetando a la señorita de la mano para ayudarla a hacer lo mismo.

–¡Es verdad!– sonaba sorprendido y avergonzado. –Me presento, mi nombre es Krillin, mucho gusto en conocerlos. Siento si no me presenté antes– hizo la reverencia ojigi… ¡Vaya! Realmente estaba avergonzado.

–No es necesario que pidas disculpas, calvito, nosotros tampoco nos presentamos– le respondió el chico pelinegro, acomodando las manos en su cintura. –Mi nombre es Lapis, pero pueden llamarme Diecisiete. Y ella es mi hermana melliza, La…– fue interrumpido por la mencionada, quien resopló y le dedicó una mirada enfadada, mientras se cruzaba de brazos y le dedicaba una bonita sonrisa a mi amigo.

–Mi nombre es Lazuli, pero sólo díganme Dieciocho– era un poco tajante, pero si me parecía una buena persona con un carácter un poco reservado.

Krillin se quedó embobado, podría decir que se enamoró a primera vista de ella.

–¿Por qué vinieron al Titanic? ¿Algo en especial? – les pregunté a ambos, pues me mataba la curiosidad, deseaba saber su propósito, me llamaba mucho la atención.

–Vinimos a este estúpido viaje, porque mi abuelo, el “Doctor Gero” – hizo comillas con los dedos, –nos obligó, ya que somos su única descendencia y otras idioteces más…– realmente estaba hastiada de todo esto, al terminar de explicarnos se sentó en las “costosas” sillas de la habitación, muy molesta. No faltó el cruce de brazos y piernas, mostrando su gran disgusto.

Diecisiete no dudó en sentarse con despreocupación a su lado, se veía muy tranquilo y relajado.

–¿Y ustedes por qué vinieron a este lujoso viaje? También son de clase alta, ¿no? – nos preguntó, sin dejar de mostrarse excesivamente tranquilo y desinteresado.

Krillin y yo nos sentamos frente a ellos, pensando en si contarles o no lo que realmente sucedía. Estaba muy nervioso, pero mi amigo me agarró la mano izquierda, dándome el valor suficiente para poder soltar ese maldito nudo que oprimía mi garganta.

–Con Krillin teníamos pensado venir a este viaje a divertirnos, pero mi “agradable” novia– no pude evitar hacer comillas con mis dedos, ya que era todo lo opuesto a esa palabra, –me obligó a venir. No me explicó el propósito, pero tengo un mal presentimiento. Temo que sea algo que me ate a ella y no pueda alejarla de mí jamás. Sé que si hace eso, no tendré la oportunidad de en…

Fui interrumpido por el fuerte e incesante golpetear en la puerta, la cual había olvidado que yo mismo cerré con llave para que nadie nos interrumpiera. La chillona y furiosa voz de Milk gritaba desde el otro lado, intentando ingresar desesperadamente, totalmente cegada de ira.

–Será mejor que nos larguemos de aquí, Diecisiete, ella no suena nada feliz y dudo que sea agradable con esa desesperante vocecita chillona– Lazuli se levantó del asiento y su hermano enseguida la imitó, se giró a verme y sé que notó mi melancolía al instante, realmente me sentía fatal, no quería abrir la puerta, pero no tenía más opción que aguantar todo para no perder ganancias ni nada por el estilo, no podía fallarle a mi padre y mi fallecida madre, simplemente no podía. Odiaba sentirme indefenso, era la peor parte de mi pasiva y estúpida personalidad.

Sentí una mano en mi hombro, acompañada de una cálida sonrisa de quien menos lo esperaba.

–Tranquilo, Goku, volveremos más tarde para sacarte de esta mierda de habitación y puedas divertirte de verdad– la voz de Dieciocho era suave, teñida de una abismal seguridad.

Tras decir aquello me dio un cálido abrazo, lo cual se sintió demasiado maternal, me sentía protegido, no quería apartarme de aquel contacto, pero tuve que hacerlo, antes de que Milk malinterpretara las cosas y empeorara la situación. Nos alejamos lentamente y le sonreí, mostrándome más tranquilo y animado, realmente ese simple gesto me había ayudado bastante. Su hermano me dio un breve abrazo también, tras lo que ambos se despidieron.

Al abrir la puerta, Milk entró al lugar hecha una fiera, analizando lo que había sucedido en la habitación, viendo a Dieciocho con celos y molestia absoluta. Lazuli notó esa mirada y antes de salir besó en la mejilla a mi amigo, dejándolo más embobado de lo que ya estaba. Agitó su mano, despidiéndose de nosotros por última vez, posteriormente los dos se fueron con un señor bastante alto, creo que era más alto incluso que el tipo que me topé anteriormente y que casi me mata. Ahí fue que recién me percaté de su presencia, pues al principio sólo había visto a Milk. Sí que era un guardaespaldas muy intimidante, pero supongo que protegía muy bien a ambos hermanos.

Cerré la puerta, preparándome para la siguiente discusión. Mi amigo a regañadientes se fue a nuestra habitación, dejándonos solos. Realmente me sentía aterrado, no estaba seguro cuánto tiempo aguantaría todo esto. Sólo respiré profundo, esforzándome por tratarla con amabilidad.

–¿Qué sucede, Milk? ¿Olvidé alguna actividad? – pregunté despacio, sin mostrar mi molestia.

Guardar la calma era mi mayor virtud, pero no estaba seguro cuánto tiempo más duraría.

–Sí, Goku, lo olvidaste– recriminó ella, dándome su mirada asesina, detalle que nunca faltaba a la hora de ordenarme o amenazarme. –Dijimos que almorzaríamos con el Señor Satán para hablar acerca de este barco barato, además de planear la organización de nuestra boda que será en unos días.

«¡Ohhh, genial! Olvidé ese estúpido detalle…»

 Sus manos estaban en su cintura, mostrando molestia absoluta por mi “descuido”. En realidad no quería que nada de esto sucediera, así que me llené de valor para hablarle, aunque la verdad era que deseaba gritarle, pero fue mejor descartarlo para no tener más problemas con ella.

–Está bien, Milk… en cinco minutos estaré listo– fue lo único que se me ocurrió decir.

–¡Apresúrate, Goku, tenemos que estar en el comedor antes de que llegue Señor Satán!– gritó exasperada, dándome la espalda, mientras cruzaba sus brazos; gesto de desaprobación absoluta.

Asentí y me fui a mi habitación. En pocos minutos llegó Krillin para ayudarme con mi vestuario y preguntarme lo que sucedió.

–¿Qué pasó, Goku? ¿Está todo bien?– Sonaba muy preocupado, pero tuve que ser tajante, para ahorrar tiempo y que Milk no lo regañara también a él.

–Sí, pero después del almuerzo te contaré. Ahora necesito alistarme, ayúdame por favor.

Asintió y fue en busca de mi mejor traje, pero no lo encontró, así que tuve que improvisar. Me puse un pantalón gris ceniza, zapatos café intenso a juego, un elegante suéter con cuello en color negro, encima un abrigo gris claro y completé el conjunto con una cadena que mi madre me había regalado en el último cumpleaños que pasó conmigo, de la cual pendía un dije de oro macizo con mi nombre inscrito en letra manuscrita.

Krillin se vistió también y así salimos los tres en dirección al elegante lugar, rodeados por un denso e incómodo silencio. El ambiente entre nosotros era pesado, lo cual me hacía sentir fatal.

Al estar a pocos pasos de entrar al gran y lujoso comedor, comencé a debilitarme sin ninguna razón… sentía un gran peso en mis piernas que no me permitía avanzar, mi cuerpo me imploraba ya no continuar, escapar parecía ser la única opción, pero si lo hacía, ¿a dónde iría? Si me dejaba llevar por mis emociones… ¿Podría llegar a mi casa con la frente en alto? Dudaba mucho que todo terminara bien, era un riesgo que, si tomaba, ya no habría vuelta atrás. ¿Realmente estaba haciendo lo correcto? ¿Debía negar mis sentimientos y ver lo mejor para mi familia? ¿En algún momento podré encontrar lo que necesita mi corazón? Todas estas dudas no me dejaban avanzar, mucho menos pensar con claridad. No obstante no tenía opción, ni derecho a decidir. No me quedaba más que cumplir la promesa que hizo mi padre con el señor Ox Satán.

–Goku, ¿te sientes bien?– aquella voz me hizo volver a la realidad, no debía mostrarle lo que pasaba en mi interior, no quería volver a mostrarle mi debilidad.

–Sí, estoy bien, Krillin. ¡Vamos que Milk nos matará!– le resté importancia, tratando de sonar divertido, lo cual creo que conseguí.

Él sólo me sonrió y me siguió, preparándonos para comenzar una tarde aburrida…


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