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Lascivia por Xora

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Notas del fanfic:

Normalmente no le presto mucha atención al lemmon cuando escribo pero esta vez necesitaba aliviar mis inquietudes eroticas sobre este ship en concreto, así que todos los AU's-cest serán incluídos aquí (por capitulo, por supuesto) comenzando por Echocest que fue el que inspiró esta cosa, ya que no hay mucho material respecto a ellos dos (juntos, me refiero). 
 
Dudo que haya alguien quien esté interesado pero igualmente mencionaré que estoy dispuesta aceptar sugerencias para crear oneshot's sobre algún AU que no conozca y ya que hay tantos... por mi parte estaré preparando sobre los más conocidos.
 
Si, después de esto no necesito especificar que soy sinner, creo que es la forma como nos clasifican en este fandom.
 

Notas del capitulo:

Oh, cierto, casi lo olvido. He de aclarar que, a diferencia de otros fics que ya he escrito, este se publicará únicamente en esta pagina.

Ahora si, disfruten... ¿supongo?

 

I

 

Jadeó al tumbarse contra el sofá. No le importó tirar los cojines ni se preocupó por cerrar correctamente la puerta al entrar, pues lo único que necesitaba en ese momento era encontrar un soporte que lo salvara de impactar contra el suelo. Los sintomas de su mareo le prometían resaca al día siguiente y la debilidad de sus extremidades sugerían pronta inactividad. Realmente no quería pensar si era buena idea caer dormido en la sala ya que su mente se ocupó de llenarse con pensamientos frecuentes. Sans pensó en su hermano. Se preguntó si Papyrus estaría en casa, y de no ser así, ¿cuánto tardaría en llegar? Quiso saber si habría preparado la cena, si lo había esperado con impaciencia y ansiedad, sopesando en la idea de salir a buscarlo. Luego se sonrió al recordar que una de las muchas virtudes de su hermano era la paciencia, era dificil alterarlo, Sans -más que nadie- era consciente de eso. Aún con todas sus fallas e irresponsabilidades, raras veces su hermano fruncía las cuencas o alzaba la voz para reprenderle. Su hermano era así, inalterable y sabio; comprendía el entorno mejor de lo que Sans lo haría nunca a pesar de su edad. Se dio cuenta que no merecía ser atendido por un esqueleto tan maravilloso por muy familia que fueran.
 
Oh, mierda, pensó, aquí viene otra vez. 
 
Su cuerpo se estremeció inspirado por el alcohol en su sistema y el brote caliente que ardió en cada una de sus articulaciones hicieron a su alma transparentarse en su camisa blanca con una luz tenue, hipnotica, producto de su apremiante necesidad. Siempre sucedía. Pensar en su hermano se estaba volviendo adictivo y más lo era la sensación de lujuria que le perseguía en el desarrollo de sus indecorosas ideas, y que hacían de su neurocráneo una orgía de visiones. Sus fantasias se refugiaron en la primera vez que sintió los huesos de su hermano frotandose contra él, la primera vez que se fusionó con su magia y experimentó la asfixia de su poder, la fuerza con la que esa noche lo había sometido a sus demandas, donde habia roto el semblante tranquilo que siempre presumía al subsuelo. La figura de su hermano era todo lo que Sans necesitaba en el mundo. Los vicios que componían su personalidad eran un pequeño fragmento comparado con el placer que le provocaba compartir sus momentos junto a Papyrus, sin mencionar lo mucho que lo deseaba ante el menor lapso del tiempo. Ni siquiera le preocupaba si estas emociones eran incorrectas, enfermizas o perversas, él había construído un refugio eterno en el alma de su hermano menor, le había entregado su existencia entera, y lo haría cuantas veces naciera en el mundo, o en cualquier universo alterno que las leyes de la fisica cuántica le permitieran habitar. ¿Moral? Que se vaya a la mierda. Sans amaba más que a nadie a su hermano, antepondría su seguridad y cuidados frente a todo personaje que intentara arrebatarselo -o alejarlos el uno del otro- y ningún ser humano con la capacidad de escribir, dibujar o programar relatos sobre él podría cambiar este hecho. 
 
—¿Sans? —La voz de Papyrus hizo que la erección ectoplasmica bajo sus pantalones creciera a medida que distinguía su rostro, él estaba de pie a un costado del sillón sosteniendo una libreta pequeña que seguramente contendría sus recientes notas de poesía; desde que comenzaron las investigaciones él había dedicado parte de sus estudios a las líricas humanas porque la armonía de los versos y las letras en cada prosa compuesta por rimas lo habían seducido tan fácilmente que incluso llegó a sentir envidia. Como adoraba los intereses de su hermano, lo volvían mucho más culto—. Supongo que era mucho esperar que por una vez estarías durmiendo en tu habitación —el tono de su voz jugaba completa calma.
 
—Papyrus... justo ahora estaba pensando en ti... —confesó, una sonrisa juguetona extendiendose por su palido rostro adornado con dos lineas negras, y con el brillo de sus pupilas amarillas recorrió a su hermano de pies a cabeza tentativamente.
 
—¿Qué fue esta vez? ¿Insomnio o finalmente te limitarás a decirme que sólo querías beber? —cuestionó acercandose hasta su vinculo fraternal con una sonrisa divertida, ignorando por completo el recibimiento, acostumbrado a sus delirios de borracho—. Desde que usaste la primer excusa no has parado, en verdad logras causarme incomodidad. 
 
—Papyrus... —Sans insistió extendiendo un esqueletico brazo hacia el rostro del otro, sintiendo alivio sólo con tocar esas mejillas, la punta de sus falanjes parecieron quemarse al frotar ligeramente el hueso firme; él era hermoso.
 
—¿Oh? ¿Acaso consumiste otro tipo de sustancias? —Papyrus continuó con el interrogatorio al percatarse de la genuina atención que estaba recibiendo de su hermano mayor—. Tu pupila está expandiendose y contrayendose —por una brevedad se dejó reír causando que el alma de Sans volcara sus emociones como acido sobre sus huesos y ansioso reduciera la distancia lo mejor que pudo en su posición—, eres casi como un gato ahora mismo.
 
—Acercate más, Paps —solicitó al percatarse de la insuficiencia de su acto—, necesito decirte algo muy importante.
 
—¿Si? ¿Qué es?
 
—Aún estás muy lejos, por favor, inclinate hacia mi.
 
Aunque inconvencido, Papyrus no se resistió al impulso de seguir las indicaciones de su hermano, estaba preparado para una travesura sorpresa así que no le sorprendió mucho que sus dientes hicieran contacto con la boca semi-carnosa de Sans* por primera vez en la noche. Su hermano siempre buscaba la manera de invadir su espacio personal, cada vez que lo consideraba oportuno, trataba engreídamente romper los muros que existían entre ellos durante la convivencia diaria, especialmente estando bajo la influencia del alcohol. A él no le molestaban sus acciones del todo, pues se atrevería admitir que le fascinaban cada día un poco más, pero la constancia de estas le hacían preguntarse por qué no establecía un limite concreto. Este tipo de relación entre ellos debería poseer ciertas restricciones pero aunque lo tenía en mente al final aceptaba cada insignificante movimiento de dependencia que nacía de la pelvis de Sans. Papyrus se separó después de responder al beso conjurando una lengua, cuyos colores verde y amarillo al yacer en contacto decretaron una sustancia viscosa de color anaranjado. Con la cercanía de sus rostros cadavericos se miraron un momento en silencio hasta que Papyrus decidió interrumpir la sugerente situación, no consideraba conveniente que hicieran algo así en esos momentos de todos modos.
 
—Ve a la cama, Sans. Mañana tendremos trabajo que hacer y ya has desperdiciado horas valiosas de descanso con tus pequeños paseos nocturnos.
 
—Lo haré... si vas conmigo —dijo mirando con intensidad dentro de las cuencas contrarias. ¿Debía ser siempre tan recatado? Su amabilidad lo estaba enloqueciendo.
 
—No tendré sexo contigo en estas condiciones, así que será mejor que desistas. No creí que tuvieras energias para eso de todas formas, considerando que siempre tienes compañía.
 
—¿Celoso? —inquirió rápidamente. Sans se estaba sintiendo un poco más inquieto cada segundo que pasaba. Necesitaba la cercanía de Papyrus para relajarse en este punto, su alma vibraba con el deseo de enredarse con la luz de su hermano; el único que lograba calmar por completo este apetito incalculable y voraz.
 
—No tengo derecho de estarlo, nuestra relación es un secreto para todo el subsuelo y realmente ya me acostumbré a tus adicciones. Me quedó claro que no puedes vivir sin involucrarte sexualmente con otros desde el momento que te follaste a Grillby e intentaste seducir a Toriel. En verdad, eres peor que las prostitutas a estas alturas, después de todo la prostitución es un negocio, no un pasatiempo.
 
—Sabes que comencé hacerlo porque me estaba negando a lo que sentía por ti.
 
—Y ahora lo haces para mantener las apariencias... si, he escuchado eso muchas veces.
 
—Papyrus... 
 
—No esperes que te arrastre a tu habitación —agregó Papyrus interrumpiendo las palabras del mayor—, si pudiste llegar hasta aquí por ti mismo podrás devolverte también.
 
Papyrus se dirigió a la entrada para comprobar que la puerta habia sido cerrada correctamente y después avanzó rumbo a la cocina pasando por alto la dificultad con la cual Sans se había puesto de pie antes de seguirlo en silencio. Papyrus tuvo la intención de prepararse un café cuando el peso de su hermano invadió su espina dorsal, entonces liberó un suspiro conteniendo la replica que tuvo la intención de espetarle a su hermano.
 
—Es la primera vez que me restriegas en la cara mis errores... estoy feliz —la voz de Sans era perezosa pero confidente, apremiante, casi emotiva—, siempre eres tan reservado con tus pensamientos así que llegué a pensar que sólo me estabas consintiendo como el hermano responsable que eres... pero me equivoqué, como siempre... 
 
—Sans, no empieces. 
 
—Quiero compensarte, Paps —declaró deslizando sus manos lentamente por las costillas de su hermano quien luchó fervientemente por resistirse al contacto, pues no podía mostrarse cómodo con la invitación cuando acababa de negarse por completo al acto—. Has sido tan paciente conmigo todos estos años, no sería justo ignorar tu amabilidad.
 
—Sans, basta —espetó con firmeza—, estás siendo muy quisquilloso. Ugh, apestas a alcohol.
 
—No estuve con nadie —su afirmación tomó a Papyrus desprevenido—, recuerdo vagamente que alguien se acercó a pedirme una noche pero yo le aseguré que tenía trabajo pendiente así que me levanté y vine directo hasta aquí... a ti.
 
—Deja de usar excusas, Sans.
 
—Estoy diciendo la verdad, en serio —agregó sin saber qué más decir, rindiendose al impulso de frotarse contra el cráneo de su hermano suavemente antes de depositar el tacto mágico de un beso en su cuello. Papyrus reaccionó suprimiendo un gemido y, aunque trató contener la respiración carente de pulmones, su vascilante aliento terminó estremeciendose en aceptación a pesar de todo—. Por favor, hermano.
 
—Odio cuando haces esto —dijo con pesadez, una respuesta cuyo significado oculto inspiró una sonrisa en el rostro cadaverico de Sans, y victorioso se permitió acariciar por debajo de la camisa que cubría los huesos de su hermano.
 
—Te prometo que será maravilloso.
 
—Siempre lo es —correspondió Papyrus colando una de su manos entre las piernas de Sans quien inmediatamente reaccionó con un sobresalto y un gemido gustoso.
 
—Oh, Paps...
 
—Veo que no mentías, tienes bastante... magia acumulada aquí —comentó maliciosamente, girandose para observar mejor la expresión que se acentuaba en el rostro de su hermano quien no dudó más en abrazarse al otro antes de impulsarlos a caer y teletrasportarlos a la habitación de Papyrus para que calleran justo en el centro de la cama. Papyrus colocó ambas palmas sobre el colchón, acorralando a su hermano mayor quien emitió una risa traviesa mientras le guiñaba una cuenca y se acercaba para besarlo otra vez—. Me gustaría que fueras igual de ingenioso en tu trabajo —comentó Papyrus con sinceridad abriendo la chaqueta de Sans y elevando la blanca camisa de modo que fuera capaz de apreciar mejor las apetecibles costillas, las cuales rápidamente fueron atendidas por la lengua convocada. Sans se estremeció encantado por la sensación, reconociendose indefenso en cuanto Papyrus descendió directo a su pelvis y lo estimuló con maestría.
 
—Puedo hacer el intento... —respondió Sans elevandose para admirar mejor el trabajo de su hermano, era tan excitante sólo pensar que estaba ocurriendo en verdad, regularmente era dificil convencerlo de llevar a cabo un acto como este ya que siempre daba prioridad a cosas que -según Papyrus- eran vitales para su integridad mental.
 
—¿Siempre eres así de sensible? —cuestionó con sutileza, jugando un acento erotico que Sans juraría era deliberado, o tal vez era su ebriedad gastandole una broma.
 
—Supongo que... me he estado llenando la cabeza de fantasias estos últimas días.
 
—¿Y cualés son esas pecaminosas fantasias?
 
—Papyrus... ¿me vas hacer decirtelas? Y-Yo... dudo estar preparado para los efectos.
 
—Hay tiempo para eso, ¿no? —Papyrus abandonó su actividad, posandose a la altura del rostro excitado de su hermano sin descuidar el movimiento que ejercia en la zona donde los atributos magicos de Sans habían creado un punto de ebullición de placeres que poco a poco estaban entorpeciendo su raciocinio—. Hoy tengo ganas de escuchar tus obsenidades.
 
—Maldición, Papyrus. ¿Estás... bromeando?
 
—Creo que ambos sabemos la aversión que siento hacia las bromas, Sans. —Percibiendo el nuevo estremecimiento, Papyrus disminuyó todavía más la fuerza de su tono— Vamos, sé que los dos vamos a disfrutar de esto... la imaginación es infinita y llena de posibilidades...
 
—Ah, Paps... —Sans echó el cráneo hacia atrás, tratando inutilmente mantenerse aferrado a la compostura—, a-ahora mismo estoy rozando el éxtasis...
 
—Quiero verte aún más extasiado así que no te contengas y dilo... no seas timido...
 
—E-Está bien... como lo desees, hermano. —Sans tomó fuerza de voluntad antes de comenzar a enumerar sus pensamientos y comenzar a relatarlos—... ayer, mientras comprabamos la despensa, pensaba que sería muy erotico follar frente a las cámaras de seguridad, que nuestro momento juntos quedara grabado para todo aquel que sintiera deseos de vernos disfrutando... mi postura favorita de esa escena fue "El perrito".
 
—¿En serio nos imaginaste haciendo eso en vía publica? Tienes una mente muy sucia —comentó Papyrus asombrado con los detalles que Sans había agregado a la situación.
 
—Y todavía hay más... imaginé lo excitante que sería que me golpearas contra la sección de pasta mientras las cajas se abrían y regaban su contenido por el suelo entre nuestros fluidos.
 
—Un desperdicio de comestibles, sin duda —señaló Papyrus cerrando ambas cuencas, concentrado en el aliento entrecortado de su hermano, en el repetitivo movimiento que ejercía y en el calor mágico que apretaba sus falanjes de momentos; la figura ectoplasmica conjurada por Sans realmente se estaba humedeciendo con todo lo que decía.
 
—Si... pero ese no es uno de mis mejores escenarios. Aveces me gusta imaginar que pierdes el control de tus emociones en una de nuestras peleas verbales y como castigo me violas furiosamente en la entrada de nuestra casa sin molestarte en revisar la rendija abierta.
 
—W-Wowie, Sans —aunque no fue su intención, la voz de Papyrus tembló al coordinarse con la revelación de su hermano mayor; simplemente no tenía idea de que la mente de Sans pudiese alcanzar esos niveles de erotismo degenerativo—... estamos comenzando a pisar terreno turbio aqui.
 
—Es tu culpa por ser siempre tan calmado —musitó Sans con un alivio que podría percibirse hasta en la posición torcida de su columna vertebral—, no hay nada más estimulante para mi que pensar en lo que serías capaz de hacer si alguien llegara a perturbar por completo tu compostura. Sólo ponerlo en palabras me excita tanto, Paps.
 
—Está bien... creo que ya he escuchado suficiente —declaró Papyrus, turbado por lo estrecha que se había tornado la propiedad mágica de Sans en el interior de su pelvis luego de compartirle sus pensamientos, incluso él ya estaba bastante excitado con esta reacción.
 
—¿Ya... ? —Sans se mostró decepcionado con el mandato—, pero todavía no he terminado.
 
—Podemos continuar con esto en otra ocasión —anunció haciendo un rápido movimiento para penetrar a su hermano a quien le resultó imposible acallar un largo gemido de placer ante la invasión—, por ahora me gustaría poner en marcha algo de mayor interés.
 
—Maldición... maldición, Papyrus... extrañaba esto... no tardes en moverte...
 
—Hay que ver la prisa que tienes, sólo será un momento... —afirmó juguetonamente.
 
—No, no, Paps... no puedo esperar... —imploró—, he estado ansiando esto por semanas, no sé cuánto más pueda resistir. Hazlo, follame... fuerte, y no me dejes ir... por favor...
 
—Tu lenguaje empeora un poco más cuando estás ebrio, Sans —recriminó Papyrus con un suspiro agotado—. Esta será la última vez que lo haremos así.
 
Finalizadas sus palabras, Papyrus dio inicio al vaivén sin preocuparse en aquello que Sans planeó agregar antes de que fuera interrumpido por tan deseado movimiento, primero lento pero preciso, aumentando la velocidad a medida que la voz ronca e incoherente de Sans lo solicitaba. Una maldición tras otra era formulada por la boca del esqueleto, sin evitarse conjurar una lengua con la que se mantuvo anclado al aliento -cada vez más irregular- de su hermano menor, disfrutando del sonido rechinante de la cama bajo su columna y las ocasionales groserías expulsadas por la dentadura de Papyrus en un tono tan bajo que parecían tratarse de un secreto universal; a Sans le dio gracia considerarlo pero su diversión fue ahogada con el primer orgasmo que azotó sobre sus huesos, dejandolo débil a merced de la siguiente posición que Papyrus le obligó tomar. 
 
—Oh, Paps... eso...
 
—Te gusta que sea profundo, ¿no es así? —aseguró lamiendo el hueco entre el peroné y la tibia componiendo la pierna de Sans una vez los elevó a la altura de su rostro. La visión de la saliva ectoplasmica adhiriendose a sus huesos, enfriandolos, arrancó una nueva ola de satisfacción en el alma de Sans. Su hermano siempre conseguía llevarlo al limite.
 
—Mierda... si... lo amo, Papy... lo necesito noche con noche...
 
—Nye —Papyrus suspiró gustosamente—, eres tan indecente.
 
Las embestidas continuaron su curso, al punto que Sans ya no encontraba de donde sostenerse para resistir los multiples escalofríos que lo recorrieron como la marea a la arena. El toque duro de su hermano en el dorso de la vertebra naciente de su pelvis y la fiereza de su miembro ectoplasmico lo estaban haciendo alcanzar esa superficie que los monstruos no conocían, reduciendo su mente y raciocinio a una consistencia liquida que se evaporisaba mientras el aliento sobre su cráneo actuaba como la llave para abrir los nuevos orgasmos. Sans era resistente a la actividad pero si se comparaba a Papyrus, estaba definitivamente sometido al vigor de su hermano menor. Un último impacto y su placer se había derretido en su alma, salpicando los delirios lujuriosos con los que había alimentado la falta de sexo y se desplomó incapaz de seguir el ritmo, recibiendo unos minutos más tarde la pasión con la cual Papyrus sumó otra serie de embestidas contra su abrazante interior antes de quedarse quieto y agotado. La vista de un Papyrus relajado impulsó a Sans removerse de su lugar.
 
—Hummm, nadie folla más rico que mi hermano~ —canturreó atrayendolo a recostarse junto a él en la cama seductoramente, en reacción las cuencas del menor se fruncieron con irritación y una porción de inevitable vergüenza.
 
—Sans...
 
—No es un crimen hablar con la verdad.
 
—Tus comentarios desvergonzados arruinan la comodidad del ambiente.
 
—Ambos somos desvergonzados por disfrutar de esto siendo conscientes de nuestras raices así que, ¿cuál es el punto de ocultarlo ahora?
 
—Agh, cállate —espetó atrapando al otro en un abrazo que prometía un descanso extenso sin interrupciones, algo que Sans agradecía considerando lo prolongado que había sido la actividad en sí. Aunque Papyrus lo quisiera negar, la frustración sexual había sido un detalle clave para permitir que Sans lograra su objetivo de embaucarlo, una situación que no solía ocurrir tanto como a Sans le gustaría. Se acurrucó un poco contra las costillas de Papyrus disponiendose a reposar cuando el movimiento que hizo su hermano lo obligó entreabrir las cuencas de nuevo. Pensó cuestionar pero la respuesta llegó antes de que pudiera formular palabra—. No queremos que nuestros huesos se congelen demasiado ¿o, si?
 
Las cobijas cubrieron sus cuerpos y Sans no pudo evitar formar una sonrisa enternecida mientras volvía abrazarse al otro esqueleto. Definitivamente no lo merecía pero no pensaba negarse a él todo lo que le quedara de existencia en esta linea temporal.

Notas finales:

*Usé está expresión porque recordemos que estamos hablando de G-Sans y Gaster no es especificamente un esqueleto según el juego original así que al mezclarse con Sans la anatomia de ambos se altera en muchos aspectos aunque fisicamente parezca más un esqueleto que otra cosa.

Bien, este es el primer impulso. Hasta la siguiente actualización.


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