Los que causan la muerte, la muerte los elige.
Odio. Dick no era ajeno al sentimiento, muchas veces había padecido de este sentir, pero siempre lograba enmascararlo detrás de una sonrisa. Esta vez era diferente. Se sentía como una combinación de todas sus malas experiencias, dolores, pesares e incluso amores.
Sus entrañas se retorcieron dejándole sin aliento, pero luego cuando el asqueroso dolor en su estomago se hizo más profundo su respiración era en contrario al principio, errática. Incapaz de controlar el fuego que ardía en su maltratado corazón, su rostro se contorsiono en una mueca de enojo en su estado más puro.
Pero no sólo odio habia que sus entrañas se retorcieran, también había otra sensación que le hizo quedarse paralizado, incapaz de moverse. Muevete, muevete pensó Dick desesperado, aún así su cuerpo no obedecía a sus ordenes.
El miedo parecía ser más grande que su odio. Siempre fue así. Por esa razón nunca fue capaz de agarrar un arma y dispararla al cráneo de quien le causó el oscuro sentimiento en su corazón, de quien encendió sus deseos homicidas que avergonzarían a un asesino en serie.
¿Qué podría causar tanto odio y miedo en el siempre sonriente y valiente primer Robin? Quien causaba terrores nocturnos a los criminales, quien era el compañero del mismísimo Batman, quien no se acobardaba ni siquiera ante las peores miradas de su tutor.
No era un quien. Era una escena la que causaba esos sentimientos.
Damian estaba encadenado a un tubo de hierro, sus manos amarradas brutalmente con cuerdas causaban hematomas en sus muñecas y por los intentos de escapar tenía heridas sangrantes, al estar desnudo Dick podía ver todos los tormentos por los que le hicieron pasar, su hermosa piel bronceada que antes había acariciado susurrando promesas de amor estaba cubierta de sangre por cortadas de diferentes tamaños y profundidades.
Los dedos de sus pies estaban destrozados aparentemente por martillos, sus esbeltas y delicadas piernas estaban cubiertas por laceraciones; algunas infectadas, el área alrededor de su miembro estaba magullado y cortado, tal vez usaron un cuchillo sin filo por el color de las heridas.
Lo peor de todo, eran los signos de un despiadado abuso sexual en el hijo legítimo del caballero oscuro.
Pero no fue exactamente eso lo que causó un paralizante miedo en Dick. No, eso era lo en que causaba el odio en el primer Robin. Fue que su joven amado no mostrará signos de respirar y por consiguiente de estar vivo.
Tal vez fue eso lo que causo un sentimiento aún peor que el odio y el miedo se arrastrará por las venas del ex niño maravilla. Un sentimiento aún más oscuro y vengativo. El causado cuando un diminuto hilo, extremadamente fino era cortado.
Locura. Y el hilo que dividía la cordura de la locura en la mente de Dick había sido tensado tanto que hasta el mínimo soplo de viento podría causar que se cortara.
Ahora el miedo estaba siendo combatido y acabado para que los primitivos instintos del odio y deseo de sangre se hicieran cargo de la rota mente de Dick. De una vez por todas, Dick tomaría una pistola y atravesaría el cráneo de la pobre alma que causo todo el caos en la mente de Dick. Sin remordimiento.
Quien hizo esto no estaba preparado para sufrir la muerte a pesar de haberla visto a los ojos sin miedo muchas veces antes. Pero ahora no era una vieja amiga, era su peor enemigo.