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Una vida como cualquier otra por Roronoa Misaki

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Notas del fanfic:

ADVERTENCIA: MPREG

Disclaimer: Los personajes de One Piece son propiedad de Eiichiro Oda, yo solo los utilizo para mi entretenimiento y el de los lectores, y esta historia se ha escrito sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

Este fanfic será muy tranquilo, pequeñas historias para hablar del día a día de una feliz pareja, y algunas otras cosillas :3 

Espero que les guste >.<

[Capítulo 1 ─ Acerca de cotidianidad]

Sanji amaba su trabajo.

Cocinar había sido su pasión desde que tuviera uso de razón. Recordaba muy bien que, cuando era un niño, solía pedirle a su padre todas las mañanas que en lugar de llevarlo a la escuela le dejara ir al restaurante con él. De vez en cuando lograba convencerlo. Su madre también disfrutaba mucho de contarle todas sus aventuras culinarias, de esas que habían sucedido en tiempos que él no podía recordar por ser demasiado pequeño. Ella decía que le era bastante normal entrar a la cocina y encontrarlo cubierto de harina, con una gran sonrisa adornando su rostro. También le había dicho que, supuestamente, sus primeras palabras fueron «A fuego lento». Así que no había duda de que esa era su vocación, todo el mundo lo sabía y nadie se atrevía a ponerlo en duda.

Él amaba también su hermoso restaurante.

Así como cocinar había sido su pasión desde que aprendió a sostener una espátula, su sueño siempre fue tener su propio restaurante, un lugar que fuera reconocido por su increíble arte culinaria, donde pudiera expresarse con libertad a través de sus propios platillos y deleitar a las personas con su deliciosa comida, un lugar hecho para todos aquellos que disfrutaran de un bien elaborado manjar. Hacía unos cuantos años que lo había conseguido, y era mucho mejor de lo que siempre creyó.

De la misma forma apreciaba bastante los días tranquilos, esos en los que podía trabajar en paz, en que la gente disfrutaba de una amena tarde almorzando en su local, cuando no había inconvenientes ni problemas dentro de su precioso All Blue. Desafortunadamente, ése no era uno de esos días.

Poco después de mediodía, en un momento en que el movimiento en la cocina había disminuido considerablemente hasta ser prácticamente tranquilo, Sanji se había permitido tomar un breve descanso para salir por la puerta trasera del establecimiento a fumar un cigarrillo, dejando a su subchef a cargo con la entera confianza de que el hombre podría arreglárselas con cualquier cosa que surgiera.  Sin embargo, cuando regresó al interior pudo escuchar incluso desde el comedor de empleados un alboroto ocasionado por gritos de lo que parecía ser una voz masculina, acompañado incluso por el sonido de algún objeto de cristal estrellándose contra el suelo.

Sanji avanzó a grandes zancadas con el ceño fruncido, preguntándose qué clase de imbécil se atrevía a romper con la tranquilidad de su precioso restaurante. Esa duda fue aclarada en cuanto llegó hasta el lugar del bullicio.

El ambiente en el comedor era increíblemente tenso. Todos los clientes que ocupaban las mesas tenían la atención puesta en un hombre mayor, de alrededor de 50 años, que estaba de pie junto a la que debía ser su mesa, gritándole improperios a uno de los jóvenes meseros mientras el chico se mantenía impasible frente a él, aguantando sus gritos a pesar de que se notaba que tenía las manos apretadas en puños, como si estuviera conteniéndose para no hacer una locura. A sus pies estaba tirada una charola con unos cuantos vasos de cristal que se habían roto y esparcido su contenido en el suelo. Un poco más atrás, una de las meseras se encontraba temblando y llorando, siendo abrazada por una de sus compañeras tratando de tranquilizarla, mientras otro joven le sostenía los hombros y se aseguraba de mantenerse en medio de ellas y aquel furioso hombre.

La escena hablaba por sí sola.

—¡Esto es inaudito! ¡Exijo hablar con el encargado de este maldito lugar!

—Me pareció escuchar una queja.

Sanji se acercó al centro de la escena con pasos tranquilos y voz serena, observando cada detalle con detenimiento. Reparó en que también había un vaso roto en la mesa del hombre, y su ropa estaba mojada también. Todo parecía como un accidente bastante simple, sin embargo…

Los tres meseros lo miraron acercarse con las mandíbulas tensas, mientras que la chica que lloraba levantó el rostro para mirarlo con miedo, obviamente asustada de haber causado un gran problema. Seguía derramando gruesas lágrimas una tras otra y sus labios temblaban incontrolables. Sanji observó sus ojos, rojos e hinchados por el llanto, y se dio cuenta del profundo terror que escondían sus pupilas. Ese sentimiento no iba realmente dirigido hacia él.

La mirada del cocinero se ensombreció de furia en un instante.

—¿Usted es el encargado? ¡Menos mal! Estos chicos son unos incompetentes, ¡mire cómo me han dejado! ¡Esa chiquilla estúpida ha provocado que me tiraran todo esto encima! ¡Y para colmo, ni siquiera se han disculpado! Estos ineptos solo se han acercado a solapar su torpeza. ¡Exijo que los despida a todos en este mismo instante!

El hombre sonrió grandemente, mirando a los muchachos con superioridad y malicia, muy seguro del resultado que obtendría después de su declaración.

Sanji lo miró en silencio por exactamente dos segundos, simplemente para tranquilizar su propia furia interna, y dejó salir el aire en una larga exhalación—. Coby —llamó, sin siquiera girarse o dejar de ver al hombre frente a él.

El mesero que había estado recibiendo los gritos del hombre anteriormente, un muchacho de estatura promedio y llamativo cabello rosa, dio un paso al frente, con la cabeza en alto y el pecho firme, dispuesto a aceptar las consecuencias de lo que había ocurrido.

—Diga usted, jefe.

—Quiero ver si he comprendido bien la situación. Kaori-chan estaba haciendo su trabajo perfectamente, como siempre, y nuestro… estimado invitado aquí presente, intentó sobrepasarse con ella mientras lo estaba atendiendo. Cuando Kaori-chan quiso alejarse, sin querer chocó contigo, que traías una bandeja de bebidas que terminaron sobre la ropa de este hombre, y ahora está furioso por el accidente que él mismo ha causado. ¿Es así?

El hombre mayor miró a Sanji con los ojos desorbitados, mientras que Coby esbozó una ligera sonrisa, sin estar realmente sorprendido de la capacidad de su jefe por leer la verdad detrás de los ojos de una dama en problemas.

—Es correcto, señor.

—¡Pero cómo se atreve! —exclamó nuevamente el hombre, sintiéndose insultado.

—Me atrevo porque soy plenamente consciente de las capacidades de mis trabajadores, y sé distinguir a un despreciable hombre sin principios como usted sin complicaciones. Será mejor que se retire en este momento.

—¡Esto es el colmo! ¡Me encargaré de que este lugar caiga en la ruina! ¿Acaso sabe quién soy?

—Me importa una mierda —contestó Sanji, dando un paso al frente y mirándolo fríamente con el ojo que no llevaba cubierto por el fleco—, pero yo soy el dueño de este restaurante, y me reservo el derecho de decidir quién puede o no entrar en este lugar. Y le aseguro —continuó, dando un paso más y quedando a solo centímetros de distancia del otro, que retrocedió asustado al notar la forma en que lo miraba como si quisiera clavarle un cuchillo en ese mismo momento—, que si vuelve a intentar poner una mano sobre alguna de estas señoritas o cualquier otra, se quedará sin ella. Largo de aquí.

El hombre, al ver que el cocinero daba un paso más cerca, soltó un chillido entre el miedo y la indignación, y salió prácticamente corriendo del restaurante.

Los comensales que habían observado toda la escena comenzaron a aplaudir y vitorear por el resultado, ocasionando que la tensión en el ambiente se esfumara y todos regresaran a sus propios asuntos.

Sanji se acercó a Kaori. La pobre chica lo miraba con genuina sorpresa, como si no pudiera creer que realmente la hubiera defendido a ella por sobre el cliente. Él le sonrió con cariño, pensando que no había posibilidad alguna de que culpara a una pobre señorita por ser víctima de las despreciables acciones de un hombre como él.

—¿Te encuentras bien, Kaori-chan? —preguntó suavemente, colocándole una mano sobre el hombro.

La mesera asintió levemente—. S-sí. Muchas gracias, de verdad.

—No tienes que darlas. Ten la seguridad de que jamás permitiré que nadie, sin importar quién, intente hacerles daño a ustedes o a cualquier dama. Si algo como esto vuelve a pasar, por favor no dudes en hacérmelo saber. Lo mismo va para todos.

Todos los meseros asintieron en respuesta, y poco a poco regresaron a sus labores. Coby se encargó de limpiar el desastre que aquel despreciable señor había dejado atrás, mientras Sanji le pedía a la chica que había estado abrazando a Kaori que la llevara al comedor de empleados y le diera un vaso de agua para que pudiera terminar de tranquilizarse.

Una vez que todo había vuelto a su lugar, Sanji suspiró. Estaba realmente enojado de que una situación así se hubiera presentado dentro de su precioso restaurante, y era seguro que si volvía a ver a ese hombre cerca, le partiría la cara a patadas.

—Lo manejaste perfectamente bien, cejas de sushi.

Sanji se dio la vuelta al escuchar aquella voz a sus espaldas. Ahí se encontraba un alto, fornido y endemoniadamente atractivo hombre de cabello verde y mirada profunda, esbozando una sonrisa de lado con sus delgados y perfectos labios. Sentado en sus hombros iba un pequeño niño de cabello rubio y ojos oscuros, que sonrió ampliamente al verlo.

—¡Papi! —gritó con entusiasmo, extendiendo los brazos hacia él en una clara muestra de que deseaba ser cargado.

—Akira, ven aquí. —El cocinero sonrió con dulzura y se acercó al pequeño para cumplir su petición, bajándolo de los hombros del otro. Se lo acomodó a la altura del rostro y le plantó un beso en la frente, ocasionando que riera levemente—. Marimo —dijo a modo de saludo hacia el hombre.

Zoro sonrió y se acercó colocándole una mano en la cintura e inclinándose para poder besar sus labios, de esa manera lenta y suave que sabía que le encantaba.

—¡Iuu, asqueroso! —gritó Akira, empujando al de cabello verde en un intento porque se alejara del otro.

Sanji se soltó a reír, mientras Zoro le dedicaba al pequeño una mirada de ojos entrecerrados.

—Akira, ¿qué te he dicho sobre dejar que papá bese a papi cuando quiera?

—¡No, papi es mío! —declaró en respuesta, abrazándose al cocinero con toda la fuerza de sus pequeños brazos—. Papi ama más a Akira que a papá.

Zoro sintió un tic en su ojo derecho—. Condenado mocoso…

Akira se revolvió en los brazos de Sanji, haciéndole saber que deseaba bajar al suelo. El hombre lo bajó, y entonces el niño comenzó a correr, riendo a todo pulmón, mientras el hombre de cabello verde lo perseguía intentando darle alcance (aunque solo pretendiera que en realidad no podía atraparlo). Él se dedicó a observarlos y a reír por lo bajo cada vez que Akira hacía tropezar a su padre con tal de que no lo alcanzara.

Sí, Sanji amaba su trabajo. Amaba su hermoso restaurante también.

Pero amaba aún más a su maravillosa familia.

Notas finales:

Bueeeeeno, eso es todo por hoy.

Como la historia no llevará un desarrollo enlazado cronológicamente, en realidad no tengo una fecha para el próximo capítulo. Saldrá solo xD 

Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado. Recuerden que los reviews siempre son bienvenidos, pueden decirme todo lo que quieran. 

Misa-chan :D


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