Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SEGUNDO OMEGA por sombra_larga

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Felizzzz navidad :D, quiero saber que les esta pareciendo la historia, que yo sepa no existen muchos fanfics con esta pareja.

1 años antes

*Madara*

Siento la cabeza caliente y por más que hago el intento mi respiración no se tranquiliza. Con rabia aparto las lagrimas que amenazan con caer de mis ojos, es raro, pero simplemente no logro reunir el coraje para alzar la mano.

Hashirama sigue en el suelo luego de haber caído a causa del incontrolable llanto, quise golpearlo, pero el solo deseo de hacerle daño a mi omega hace que el lazo queme de manera profunda. Me alejo hasta llegar a la mesa de licores destapando cualquier botella al azar y dándole un profundo trago.

El alcohol quema, pero no es mayor del dolor que siento en el pecho, en el corazón, en el lazo que no une.

Dos días, solo llegue dos jodidos días antes, decidido a por fin arreglar las cosas con mi esposo. Después de interminables meses de peleas, de reclamos debido al exceso de trabajo, por fin iba a dejar todo en manos de Fugaku por algunos meses y recorrer el mundo junto a su amado, revivir esos apasionados días de luna miel, ser de nuevo esos jóvenes que querían comerse el mundo.

Porque Madara sabía que, de no hacerlo, llegarían al divorcio y lo peor, al rompimiento de un lazo, el dolor mas grande que cualquier alfa y omega puede pasar.

Pero todo se fue a la mierda, doy una mirada al omega que no ha dejado de sollozar en el suelo, el cuerpo que creí solo mío envuelto solo en una precaria sabana, en otra situación no hubiera transcurrido ni un segundo para  tomarlo en brazos y llevarlo hasta el nido que siempre estaba esperándolos en su armario, así había sido durante años.

Suelta una risa que suena mas como un sollozo, al recordar las innumerables peleas por ese maldito nido, Madara siempre contrataban arquitectos para construir un cuarto especialmente diseñado para el nido mas hermoso que pueda llegar a imaginar cualquier omega, pero Hashirama siempre terminaba despidiendo a los trabajadores, diciendo que su nido estaba perfecto y no necesitaba cambios, a pesar de las innumerables caídas que sufría el propio omega por la ubicación de este.

Ahora todo eso valía una mierda, todos los pequeños detalles de su vida, todos esos veinte años se habían ido al carajo.

El ramo que le había comprado aun se encontraba tirado en suelo, cientos de flores se esparcían por el suelo, desprendiendo un rico olor a naturaleza que no lograba opacar el olor a sexo y jazmín que había dejado el alfa al salir.

-¿Por qué Hashirama?- al fin me dejo caer sobre el sillón de la lujosa recamara del hotel, aun se arrepentía de haber ido, no puedo creer lo idiota que he sido, como no pude notar ese doloroso tirón en el lazo, o tal vez si lo sentía, pero prefería no hacer caso de su existencia-¿tanto me odias?-

Mi omega al fin alza el rostro, mirándome con sorpresa, como si hubiera dicho la mayor estupidez de mi vida, como cuando éramos niños y yo aseguraba que si tomaba mucho vuelo podría saltar de un techo a otro.

-claro que no Madara, co-como puedes preguntar eso- verlo arrastrase por el suelo hacia mi me hace querer llorar, saber que esta desnudo bajo la sabana me hace apartar las manos cuando el intenta tomarlas, doy un trago mas a la botella- yo te amo y lo sabes-

-buena forma de demostrarlo cariño- le contesto amargamente.

*Hashirama*

-Deberías invitar al chico a cenar- comento mientras paso las puntas de los dedos por las fotografías que decoran la oficina de Madara, todos nuestros hijos en diferentes edades, aprieto los labios al percatarme de la ausencia de la foto de nuestra boda.

Madara alza la mirada de los papeles, quiero reír pero me contengo ante su cara de sorpresa-¿Qué chico?-

Dejo escapar una sonrisa que, por supuesto no me devuelve, camino despacio hasta sentarme frente al imponente escritorio de caoba, donde el cenicero esta hasta el tope y miles de papeles se extienden esperando ser revisados.

Solo Kami-sama sabe cuántas veces tiramos esos papeles al suelo e hicimos desenfrenadamente el amor en aquel escritorio.

-el secretario, he visto como te mira- siento que esas palabras queman en mi boca- y como lo miras tu- Madara resopla con un gruñido, se ve tan guapo con ese traje plata y el cabello suelto, las pocas arrugas que tiene solo lo hacen ver más sensual-podrías llevarlo a ese lindo restaurante mediterráneo en la costa-

-no digas tonterías Hashirama- el alfa se levanta evitando siempre mi mirada-ten, ya firme todo lo que se necesitaba, solo tienes que llevarlo al banco- asintiendo dolido por el tono tan frío que solo estaba destinado para sus empleados tomo los papeles, rosando a penas esas suaves manos.

-Madara…- intento que me mire, solo así podre saber que es lo pasa por su mente, desde lo sucedido hace dos meses, el lazo ha ido soltándose, muy levemente, pero eso me mata.

-no Hashirama, no intentes quitarte la culpa empujándome a otro omega, no dejare que te sientas bien solo porque tu crees que quedaremos a mano si me follo a mi secretario- bajo la mirada apenado, la puerta se abre, el ambiente se inunda de ese infantil olor a canela.

-oh perdone Uchiha-sama, pensé que ya había terminado, los inversionistas le esperan- inhalo tragando las lágrimas, alzo la mirada encontrándome esa linda mirada azul, el rostro del otro omega se torna preocupado cuando me analiza-…pero puedo decirles que la junta se aplazara para mañana- el omega mira a mi esposo buscando aprobación.

-no te preocupes Naruto-kun, yo ya me retiraba- sin darles tiempo de responder me apresuro a caminar entre los pasillos de la enorme empresa Uchiha, muchos empleados hacen el amago de saludarme, pero se detienen al ver mi penoso estado.

Subo con rapidez al carro que me espera en la calle, el chofer cierra la puerta una vez estoy adentro.

- ¿a casa Hashimara-sama? - pregunta el chofer, es amable al pretender que no estoy llorando y temblando.

-si por favor- me dejo caer contra el asiento, tirando los papeles a un lado con furia, es una tontería, pero saber que ahora tenemos cuentas separadas me hace sentir triste.

Pero más me entristece saber que yo fui el causante de esta separación, hace años que nuestro matrimonio no esta bien. Los antes bellos días se habían transformados en horas interminables de peleas, de respuestas toscas, de silencios tensos, que eran menguados por la presencia de nuestros hijos y recientes nietos. Incluso cuando la manera de hacer el amor había cambiado, ya no eran besos dulces y caricias suaves, solo era sexo callado y frío.

Ya habían pasado mas de dos meses desde que Madara descubrió mi infidelidad. Solo estuve tres veces con Shisui, dos veces en su casa y una en un hotel. Fueron cinco orgasmos, cuatro para él.

No se que me hizo cruzar esa línea, que me empujo a saltar a ese maldito camino, ¿fue mi orgullo de omega herido? Si, muchas veces Madara pasaba varios meses de viaje, pero yo sabia que no tenía otra opción, era su trabajo. ¿O acaso fueron lo monótono que se tornaron mis días desde que el más pequeño de mis cachorros se fue a la universidad?  Si es cierto, yo siempre fui un omega hogareño, nunca tuve un trabajo, pasé de la casa de mis padres a la casa de mi esposo, con solo diecisiete años ya esperaba a Fugaku, a partir de ahí nunca tuve tiempo de conseguir algún pasatiempo, siempre fui una madre involucrada en cada asunto de la vida de mis hijos, desde su educación, alimentación, necesidades.

Mi vida giro durante muchos años sobre el crecimiento de mis hijos, pero ahora el más pequeño, Sai, con dieciocho años, se había mudado al campo universitario y por experiencia se que a partir de ahí el solo iría dejando más el nido.

A pesar de que todos vivíamos bajo un mismo techo, cada uno tenía su vida y mis cuidados ya no eran necesarios.

Por lo que no lo pensé mucho cuando me encontré a Uchiha Shisui en una de las tantas fiestas pomposas de la empresa a las cual asistía en nombre mi esposo al estar este de viaje. Shisui era un alfa de cuarenta, soltero y primo tercero de Madara, lo conocía de años y no analice mucho la invitación a cenar que me hizo ese mismo día en la fiesta, luego de haber pasado horas conversando, ese día me reí como no lo hacía desde hace mucho.

Y sin esperarlo, sin pensarlo, sucedió. Primero estaba comiendo un filete que había cocinado el alfa, un poco quemado debo decir, y al segundo siguiente estábamos besándonos desesperados, mi mente se sentía turbia y no podía asegurar que fuera por el vino, la marca me ardía por el toque de otro alfa, pero eso solo me ínsito a bajarle los pantalones al más joven. Se introdujo violentamente, sin dejar que me arrepintiera, el lazo dolió tanto que llore, el creyó que fue por placer.

Esa noche no dormí en lo absoluto, esperando la llamada furiosa de Madara que nunca llego.

La segunda vez iba decidido a terminar con todo, pero recordar la indiferencia de Madara hizo que el enojo nublara mi arrepentimiento ¿acaso me amaba tan poco que no podía notar ese ardor en nuestro lazo? Esa vez yo inicie el beso que nos llevó a la cama. La tercera vez no aguante el dolor del lazo y le dije que se detuviera en medio del acto.

Fue en ese momento que Madara entro. Y mi corazón se rompió al ver su mirada. Traición. Se leía claramente.

Despierto de mi trance cuando el auto se detiene, el chofer me mira expectante con la puerta abierta y mano extendida.

Tomando los arrugados papeles, acepto la mano saliendo al fin del automóvil.  La imponente mansión Uchiha y mansión Senju se alzan frente a mí, una extraña combinación, creada por su esposo.

Hace quince años habían muerto mis padres dejando la casa a mi nombre, no sabía que hacer con la casa, ya que quedaba algo lejos de la mansión Uchicha, separada por un gran pedazo de valle, lleno de hermosa yerba verde. Venderla no era opción, rentarla seria manchar las memorias de la casa, tampoco quería abandonarla.

Su esposo lo soluciono derribando la reja que dividía el valle y construyendo un extraño puente entre ambos hogares, creando así una gigantesca casa con partes desiguales, ya que la mansión Uchiha era de un estilo japones clásico, lleno de tatamis y puertas de corredizas, mientras que la mansión Senju era de fuerte madera en un estilo occidental.

De alguna manera su casa era como ellos, tan diferentes, pero de alguna forma se conectaban, solo que tal vez, ahora, ese precario puente ya no sirviera.

 

*Naruto*

Con un bostezo me estiro hasta acabar semi recostado contra mi silla. Sobo mi adolorida espalda y hago una mueca al ver la hora en la pantalla de la computadora, casi la una de la madrugada. Mi estomago gruñe con fuerza, bufo al darme cuenta de que no he comida nada desde la tarde, me levanto y camino hacia puerta tras la cual sé que aún se encuentra Uchiha-sama.

Doy pequeños toquidos aun sabiendo que tengo la confianza de abrir la puerta. Desde hace mas de un mes Uchiha-sama se ha quedado hasta tarde, no es que antes no lo hiciera, pero no tan seguido como lo hace ahora. Ya van varios días en los que al abrir la puerta me encuentro al alfa profundamente dormido, que avergonzado se despierta pretendiendo no haber babeado algunos papeles probablemente muy importantes.

Por lo que ahora decido tocar, por las dudas, aunque a decir verdad a Naruto le encantaba ese tierno rubor en las masculinas mejillas, ver al viril alfa avergonzado era una de las mejores imágenes que podía conseguir Naruto.

Uchiha-sama me mira molesto.

-¿Cuántas veces te tengo decir que te largues Uzumaki?- suelto una carcajada a pesar de la asesina mirada roja- ya vete a tu casa- ignorando sus gruñidos accedo al cuarto abriendo los enormes ventanales para ventilar el olor a cigarrillo, recojo los papeles del piso alfombrado y los ordeno junto a los que aun descansan en el escritorio, el ceño del alfa se frunce- eres el peor secretario que he tenido Uzumaki-

-y el que mas a durado Uchiha-sama- respondo sin dejar de sonreír, siendo consciente de mantener mi olor controlado ante la atractiva media sonrisa del alfa, trago saliva al verlo solo con la camisa remangada- ya es muy tarde y no hemos cenado, ¿se le antoja algo en especial? – pregunto desviando la mirada y reprendiéndome por estar viendo de esa manera a un hombre casado.

El alfa suelta un largo suspiro quitándose al fin los anteojos y recargándose en la silla entrelazando sus manos sobre el seguramente firme estómago.  De un momento a otro los ojos azabaches me miran fijamente, sin poder evitarlo le devuelvo la mirada, algo nervioso intento hablar, pero nada sale de mí.

-¿Uchiha-sama?- pregunto para aligerar el ambiente que de un momento a otro comienza a tornase pesado con el aroma a cítricos. Puedo volver a respirar cuando el hombre baja la mirada, parándose al mi parecer algo nervioso, tomando su saco del respaldo.

-vamos Uzumaki, ya es muy tarde para que un omega este afuera a estas horas- rio fuertemente ganándome otro ceño fruncido.

-creo que ya soy lo suficientemente grande para andar afuera Uchiha-sama- el alfa solo gruñe saliendo del cuarto.

-solo cállate y sígueme Uzumaki- me apresuro tras el apagando la luz del cuarto tras su paso y recogiendo mi propio saco de mi escritorio.

-¿A dónde vamos Uchiha-sama?-

-a cenar- tiemblo cuan el alfa hace tal afirmación.

Muy bien Naruto, cálmate y solo respira, ¿no es malo no? No están haciendo nada malo, solo eso, cenar, exacto, solo vamos a comer como dos personas adultas, dos personas, un omega y un alfa, una soltera y otra casada. Pero es solo eso, una cena de colegas de trabajo.

¿Colega? Desde cuando decía la palabra colega, niego con la cabeza al pensar que nuevamente me estaba desviando del tema, o más bien evitándolo, mojo mi cara con el agua del lavamanos, el finísimo lavamos. El empelado beta me tiende enseguida un toalla caliente, por eso odiaba los restaurantes elegantes, demasiados empleados siempre pendientes de ti.

El viaje en auto se le había lo más incomodo posible, siempre pendiente de controlar sus hormonas que amenazaban con explotar al sentir el olor a alfa acumulado en un espacio tan reducido.

No sabía porque me sentía tan caliente, aun faltaba algunas semanas para mi celo y estaba seguro había tomado supresores por la mañana.

Por fin salgo del baño caminando entre la multitud de gente elegantemente vestida, no es que yo este mal, tengo mi traje del trabajo, no esta mal, pero no puede evitar sentirse mal al ver a los finos omegas en todas las mesas.

Encuentro a Uchiha-sama hablando con el mesero, a penas alcanzo a escuchar lo que dice cuando tomo asiento, el mesero hace una reverencia, una maldita reverencia, antes de partir, dejándome solo con mi jefe.

Me sorprendí cuando el alfa me dio tal invitación-orden tan esporádicamente, no es que Uchiha-sama no fuera amable, era alguien directo, una persona que te diría cuando no hacías un buen trabajo, alguien que exigía solo lo perfecto y más allá. Alguien que muchos catalogarían como pedante y un hijo de puta, pero Naruto, después de dos años de trabajar con él, había logrado entrever un poco entre esa bruma de hostilidad.

A pesar de tener cierta confianza, siempre se había mantenido una cierta línea entre ellos, Uchiha-sama jamás lo había invitado a cenar, ni siquiera cuando iban de viaje u otras veces que igual se quedaban hasta tarde, siempre terminaban cenando lo que sea que Naruto consiguiera a esas horas. Y ahora de cierta manera sentía que algo se había roto.

Pero aquí estaban, sentados uno frente al otro en un finísimo restaurante mediterráneo, que seguramente requería reservación. Pero con solo mencionar el apellido Uchiha les habían hecho pasar.

-¿y bien Uzumaki, que te parece?-  Naruto dio un rápido  sorbo a su copa de vino intentando refrescar su garganta, intentando no hacer  una mueca ante el sabor, nunca le acababa de agrada el agridulce líquido.

-supongo que es bonito Uchiha-sama- vio al hombre vaciar su copa de un solo sorbo. Incomodo intento apartar la mirada de la boca masculina.

-¿supones que bonito?- dijo con sorna su jefe.

-pue si Uchiha-sama, es…bonito-

-¿si sabes que estamos en un restaurante con tres estrellas Michelin verdad?- alzo los hombros dándole a otro sorbo a mi copa- y deja de decirme Uchiha-sama, no estamos trabajando Uzuma…Naruto-kun-

De un momento a otro el vino en mi garganta decide regresar causándome una estruendosa tos, el escuchar mi nombre, por primera vez, fue, demasiado.

Rápidamente muchos meseros se acumulan alrededor mío, el alfa corre a mi lado dándome suaves palmadas.

Cuando al fin puedo respirar solo se me ocurre decir una cosa.

-prefiero un puesto de ramen tebba-

Y por primera vez en mi vida siento que mi corazón podría salirse por mi boca, al ver algo tan siempre como una carcajada del hombre.

ocho meses después

 No no no no no no no, ¿Qué he hecho?

Sintiendo muchas ganas de llorar recojo mi ropa del suelo, no he terminado de cerrar mi camisa cuando ya estoy en apretando el botón para cerrar las puertas del elevador.

Queriendo poder retroceder todo. Poder viajar en el tiempo y no tomar tantas malditas copas de sake, mierda, grandísima mierda.

Pero mas quisiera poder borrar los rápidos latidos en mi pecho que causo ver la imagen de Madara, plácidamente dormido, aun desnudo, con nuestras esencias mezcladas, en una perfecta sincronía.

 

 

*Madara*

No necesito abrir los ojos para saber que el omega se ha ido. Intento mantener mi mente en calma, lo primero que necesito es hablar con Hashirama, es extraño, pero cuando al fin paso, se que el igual lo sintió, a pesar de los meses alejados, pero, lo que pensé sería un tirón doloroso, fue más bien uno incomodo, como si las cosas se amoldaran, como un rompecabezas fuera completado.

Abrió los ojos causando que un centenar de agujas de dolor se clavaran en su cabeza, hace años que no tomaba tanto como lo hizo anoche, se levanto con pesadez sintiendo el cuerpo molido, en definitiva, su cuerpo ya no aceptaba el alcohol tan bien como hace algunos años.

Se puso los boxers viendo el desastre del cuarto, incluso habían roto una lampara que seguramente le cobrarían, una entremezcla de culpa y placer le invadía al recordar el joven cuerpo tostado de Naruto, sudado y jadeante. Habían follado toda lo noche, no recordaba la ultima vez que tuvo un maratón así.

Cuando termino de vestirme tomo mi teléfono que tiene cientos de llamadas perdidas, la mayoría de la empresa, pero la que me hace temblar, Hashirama reluce como de manera recriminatoria en la pantalla.

Nunca que he sido un hombre que huya de los problemas por lo que, dejando una suntuosa cantidad de dinero para asegurar el silencio de los empleados en el hotel, emprendo camino a mi hogar.

Aun es temprano por lo que tengo la suerte de no encontrarme a la familia reunida desayunando.

-buenos días Uchiha-sama- como siempre Zetsu, un beta cuya familia había servido por años a los Uchiha, me recibe en la puerta, le tiendo mi saco.

-¿sabes si Hashirama se encuentra despierto?- pregunto sin rodeos, alzo una ceja cuando veo al beta dudar en responder- Zetsu- gruño irritado.

-perdone Uchiha-sama, Hashirama-sama ha estado en el patio desde la madrugada, insistimos para que entrara, pero…-

No necesito mas palabras para caminar apresurado por los largos pasillos, entrando en el puente que unen las mansiones y saliendo al valle donde pase la mayor parte de mi infancia junto con mi esposo.

No necesito buscarlo, desde donde estoy logro visualizarlo, rodeado de árboles y rosales, sentado en el pequeño quiosco que mande a construir para nuestro primer aniversario, está helando, pero el omega se mantiene firme, mirando a un punto invisible, con las manos entrelazadas y solo vestido con una fina bata de seda amarilla. El pelo lacio que siempre adoro Madara baila libre en el viento.

Si no fuera su esposo, Madara pensaría que esta ante un espíritu del bosque. Hace meses su familia, e incluso los empleados le rogaban que se acercara al omega, al parecer su castaño había vuelto a sufrir episodios de depresión, siempre lo había tenido, pero habían aprendido a llevarlo juntos, considerando la situación pensó que lo mejor seria mantenerse alejado por un tiempo de su omega.

Pero viendo el pálido y delgado rostro de su esposo, se pregunto como pudo haber sido tan estúpido. Todo esos meses había pasado de la rabia a la tristeza y ahora por fin podía estar tranquilo ante la presencia del omega, era hora de dejar las cosas en claro.

Se acerca despacio tomando asiento en el banco que ocupa el omega, quedando algo apretados.

-no necesitas darme explicaciones Madara- el alfa aprieta los labios, entrelaza su mano con la del omega, a pesar de todo, lo ama, es difícil, pero lo ama. En todos los meses desde su separación nunca paso por su mente divorciarse de su esposo, le es inimaginable una vida sin Hashirama. Y ahora no sabe qué hacer con los sentimientos encontrados hacia su rubio secretario.

En todos esos meses, casi un año, había formado una estrecha relación con el omega. Si es sincero, si pensó en acostarse con el aquella vez que le invito a cenar hace mucho tiempo, pero incluso el no pudo caer en esa ridícula venganza, no solo porque sabría que heriría a Hashirama, sino porque después de largas horas de conversar con el rubio, se dio cuenta que no era un secretario que simplemente podía reemplazar.

Desde que lo conoció supo el potencial del rubio, empezó a trabajar en su empresa incluso antes de salir de la universidad, una bastante prestigiosa, a decir verdad, y poco a poco fue subiendo puestos rápidamente. La personalidad del rubio nunca paso desapercibida para él, pero era solo un empleado más.

Fue un día en especial agotador de trabajo, que su antigua secretaria confundió unos papeles que resultaban cruciales para la junta de ese día, no tuvo reparos en explotar contra la estúpida mujer, pero el omega rubio se interpuso entre ellos, a pesar del dominante olor a alfa que el sabia desprendía.

-no tiene que actuar como idiota Uchiha-sama- recuerda haber sentido la cabeza hervir ante la tal irrespetuosa respuesta de un empleado, el rubio mantenía a la temblorosa secretaria entre sus brazos, protegiéndola con su cuerpo-se puede resolver, no necesita ponerse histérico-

-¡pues resuélvelo!- sintió a todos los empleados congelarse a su alrededor, muchos salieron corriendo cuando el regreso a la sala de juntas, pensando en cómo resolvería ese embrollo.

Quedo mudo cuando el omega en verdad lo resolvió, esa misma noche vio al rubio empezar a poner todas las cosas de su cubículo en una caja.

-¿Qué mierda haces niño?- el omega lo vio sorprendido.

-recogiendo mis cosas señor, después de lo de hoy- Madara no puedo evitar sentir ternura por las mejillas sonrojadas del menor-pensé que estaría despedido-

-pues no lo estas niño, así que termina de recoger tus cosas y sígueme- declaro y sin detenerse se dio la vuelta comenzando a caminar-serás mi nuevo secretario- cuando ya estuvo en el elevador que lo llevaría al ultimo piso, su oficina, se giró verlo-¿Cuál es tu nombre a todo esto?-

-Uzumaki Naruto-

Desde ese día el rubio se volvió su mano derecha, pero nunca paso por su mente llegar al punto en el que terminaron, nunca pensó que podría hacerle eso a Hashirama, bueno igual nunca pensó que el omega le seria infiel.

Pero después de meses de salir todas la noches a cenar, llego a en verdad disfrutar la compañía de Naruto, fuera del trabajo su personalidad escandalosa se acrecentaba mas si era posible, e incluso lo empujo a hacer cosas que Madara nunca imagino realizar, como visitar todo los puestos de hot dogs de la ciudad solo para saber cual era el mejor, o incluso visitar bares en los cuales nunca hubiera puesto un pie en su vida, seguramente sus padres se estarían retorciendo en la tumba al ver que su hijo de cuarenta y cinco años se pasaba todas sus noches haciendo locuras con una joven omega soltero de veinticinco años.

Naruto le había devuelto la alegría y libertad que hace mucho no sentía, era obvia la vibra sexual que siempre estaba presente entre ambos, después de todo Naruto era un hermoso omega, un cuerpo de infarto y unos ojos preciosos. Pero nunca se le cruzo por la mente que en verdad llegarían a acostarse.

La había cagado y en grande.

-te amo Hashirama-dijo seguro, sin dudar ni un solo segundo, porque a pesar de que sentía cosas por otro joven omega, sabia que Hashirama siempre seria su otra mitad, él no podría vivir sin su castaño omega, que sin saberlo se había estado hundiendo en una profunda depresión, siempre solo en su casa, ahora después de todo ese tiempo, se empezaba a plantear que tal vez, él tenía un poco de culpa por todo lo que había pasado.

-lo lamento tanto Madara, lo arruine, si quieres separarte, lo entiendo en serio, yo…-decidió abrazarlo como lo hacía antes, hundiendo su nariz en la castaña melena, aspirando ese suave olor a lavanda-hueles a canela-

Estrecho mas el cuerpo tembloroso no dejando que se apartara.

-lo siento- no supo que mas decir, por largos meses había extrañado ese cuerpo entre sus brazos, ya era la hora de dejar las cosas en claro, sabia que iba a hacer muy difícil, ambos habían fallado en ese matrimonio, por algo había que empezar.

-yo igual lo siento- las palabras del omega al fin salieron tranquilas, sinceras y conscientes.

Decir lo siento, le pareció un buen comienzo a Madara.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).