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Romántico puedo ser por 1827kratSN

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Sus mejillas redonditas cuando las llenaba de galletas, su nariz enrojecida por el frío, la forma en que restregaba sus ojos por el cansancio, esos hermosos labios que se movían al compás de una orden, la forma pulcra en que tomaba los cubiertos, la paciencia en saborear el champagne en alguna reunión, la forma segura y altiva de caminar, esos castaños cabellos que se removían con el viento, esos ojos brillantes debido a la esperanza, la estructura delgada pero de hombros amplios, ese trasero bien formado a base de entrenamiento y… ¡No! Volvamos al aura angelical que tanto adoraba.

 

—Estás babeando-kora —risas de un cómplice silente.

—Cállate —Reborn bufó antes de recostarse por completo en el sofá.

—Yo creo que son las hormonas —el rubio se encogió de hombros—, ya sabes, estamos de vuelta en nuestros quince años —se señaló—, aunque no me quejo… ni Lal tampoco —más risas, ésta vez acompañado de Reborn.

—Llegó la hora —el azabache se irguió y acomodó su fedora.

—Noooo —Colonello también se levantó de un salto—. ¿Ya? —casi saltaba de la emoción—. Entonces te ayudo-kora.

—No, lo haré solo.

 

Llegó el día, Reborn lo decidió, porque ya había esperado lo suficiente como para que Tsunayoshi Sawada entendiera por sí solo esos pequeños galanteos que le dedicaba —cosa que no pasó—. Iba a tomar las cosas en serio, volviéndose más evidente, aunque no siendo tan directo o espantaría al veinteañero ingenuo que lideraba la familia mafiosa más grande del maldito mundo. Le gustaba decirlo: el líder mafioso más grande del mundo. Se sentía orgulloso de Tsuna, no lo negaría.

Pero el asunto principal era ese: confesarse.

Es que Tsuna ya llegó a la edad casadera y muchas personas empezaban a acercarse al castaño con esas intenciones, aunque Tsuna no se diera cuenta, pero ahí estaban, decenas de pretendientes haciendo fila para ganarse el corazón de tan preciosa joya. Pero no. Ese castaño sería solo del hitman número uno, de Reborn. Por eso, los planes para una declaración efectiva empezaron a la primera hora de la mañana siguiente.

 

—¿Qué es esto? —Tsuna observaba el pequeño chocolate en sus manos.

—Es para ti —Reborn sonrió de lado, orgulloso de la forma perfecta que el corazón tenía.

—Oh —Tsuna lo acarició con sus dedos por unos segundos antes de sonreír y mirar a su ex tutor—, es un lindo detalle. ¿A quién se lo vas a dar?

—Pues… —sintió una punzada de molestia por lo despistado de su antiguo alumno—, te lo di a ti.

—Oh… —rio bajito—, gracias —sin embargo, devolvió el chocolate al pequeño plato donde lo halló—, pero lo siento, Reborn —señaló el chocolate—. No me gustan los rellenos de licor, saben raro… ¡Pero a Mukuro creo que le gustan! Podrías dárselo a él.

 

Reborn no se desanimó, bien sabía que Tsuna era despistado, y eso era adorable en parte, así que no dijo nada cuando vio al castaño levantarse y ofrecer el chocolate a un recién llegado Mukuro quien animadamente lo aceptó. La cosa no fue más allá de eso, pero obviamente Reborn sintió ese inintencionado rechazo como un reto personal.

 

—Uy, que romántico —era la burla del reciente huésped de la mansión, porque obviamente Colonello no se iba a perder el espectáculo.

—Si no vas a ayudar, cállate —Reborn ignoró a Colonello y siguió atando los globos a una maceta en el jardín.

—Buena suerte.

 

Eran contados veinte globos de corazones rojos, inflados con helio para que flotaran adecuadamente, posicionados en el lugar indicado en el jardín porque era la zona de visión directa desde el despacho del jefe. Era algo simple, pero efectivo. Por eso llegó a esa oficina, sonriendo al ver a su querido castaño revisando unos documentos, usando un par de lentes que le daban un aire muy maduro y, de cierta forma, sexy.

No fue difícil decirle a Tsuna que se acercara a la ventana porque tenía que ver algo, y así se hizo, el castaño muy interesado en saber qué ocurría. La declaración tuvo que ser perfecta. Pero no… Reborn marcó en su lista mental el castigo que le daría a aquella vaca estúpida que estaba huyendo de cierta tormenta enfurecida, y que enredado en su pie tenía la maraña de cintas coloridas con las que se ató los globos. Obviamente la maceta había sido rota y lo demás era obvio.

 

—¡Hayato! —Tsuna elevó su voz—. ¿Qué te dije de pelear con Lambo?

—¡Lo siento, juudaime! —vociferó mientras apuntaba a Lambo—. Pero la vaca tonta hizo un desastre en el cuarto de entrenamiento.

—¡Lambo! —Tsuna miró ahora al chiquillo—, ¿de dónde sacaste esos globos? —señaló, pero el mencionado solo elevó sus hombros—. Deben pertenecer a alguien, devuélvelos y luego sube a mi oficina, ¡y tú también Hayato!

—Maldición —murmuró Reborn entre dientes.

—Bueno… —Tsuna suspiró—, gracias por avisarme, Reborn. No quiero que esos dos destruyan el jardín mientras pelean.

 

 

Bien, debía ser más imaginativo, un detalle más… personal, algo acorde a las ideas romantizadas que Tsunayoshi tenía sobre las declaraciones y noviazgos. Para nadie era secreto que Tsuna adoraba los detalles, y que el propio castaño era quien los explotaba en fechas como san Valentín y navidad. El plan del hitman era ser romántico y simular uno de esos adorables gestos para que su declaración fuera perfecta.

Decidió que unas flores estarían bien. Era un ramo muy bonito, decorado de rosas rojas y un par de claveles del mismo color, incluso le quitó las espinas para evitar accidentes, y galantemente halló la oportunidad perfecta para entregarlo, justo cuando Tsuna bajaba hacia el comedor para el almuerzo. Y si bien no sabía exactamente qué palabras usar para su declaración, ya improvisaría un poco… O tal vez debió pensarlo mejor.

 

—Wow —Tsuna tomó el ramo que Reborn le ofreció en silencio—, qué bonito.

—Lo es —maldijo, porque no se le ocurría cómo empezar.

—¿Para quién es? —investigó intrigado.

—¿No es obvio? —elevó una ceja.

—Oh —Tsuna asintió—, ¿la dejaron en la entrada? Tal vez tenga una tarjeta —empezó a buscar rápidamente, pero suspiró después—. No, no la tiene.

—Tsunayoshi…

—Tal vez los chicos sepan —sonrió—. Vamos, les preguntaremos en el comedor.

 

Todos en la mesa negaron saber el destinatario del ramo, y solo un par se dio cuenta de lo que pasaba después de escuchar una breve explicación dada por su jefe. Obviamente cierto rubio se estaba aguantando las carcajadas mientras fingía no notar el leve tic en la ceja derecha de Reborn, quien empezaba a maldecir a medio mundo. Pero el asunto quedó ahí, y el ramo fue a parar en un florero en la sala, en espera de que alguien lo reclamara.

Aquel asunto le recordó a Reborn cuando intentó ser un poquito romántico e invitó a Tsuna a unos helados, pero cuando ambos tenían el suyo y Reborn estaba dispuesto a insinuarle al castaño que “quería darle hasta para llevar”, Tsuna se compadeció de un par de niños en la calle que los miraban, y claro, sus helados terminaron en esas manos infantiles. Sí, a veces la amabilidad, ingenuidad y dulzura ganaban en el alma caritativa de Tsunayoshi… y frustraban los planes de Reborn.

 

—Ahora sí tiene dedicatoria —Reborn sonrió orgulloso al leer la carta que le daría a Tsuna.

—Mira que te pones creativo —el rubio rio antes de entregar el sobre—. Me sorprende que escribieras un poema.

—Yo no lo hice —sonrió—, Skull lo hizo.

—¿Y de cuándo acá él te comparte sus creaciones-kora? —pues bien sabía que Skull solo escribía poemas para Enma, porque eran un par de ridículos.

—¿Por qué no lo haría? —sonrió—. Ni a mí, ni a mi arma se les niega algo.

—Tiene sentido para mí.

 

Reborn estaba entusiasmado porque al final de las cursilerías decentes que Skull redactaba, la carta estaba firmada por su puño y letra, con una caligrafía perfecta que retrataba su nombre, colocada en un sobre con sus iniciales y, por supuesto, no había mejor estrategia que entregársela en manos de Tsunayoshi. Así lo hizo, atento cuando el castaño empezó a leerla, disfrutando de la sonrisa y del leve rubor de esas mejillas, esperando una respuesta o un tartamudeo siquiera. No iba a fallar…

 

—Vaya que Skull sabe hacer poemas —Tsuna rio—. Puedes decirle que lo apruebo.

—Espera… ¿qué?

—Es su estilo —guardó la carta con cuidado, obviamente sin fijarse en la firma—, tiene la manía de curvar demasiado las “y” —suspiró—. Enma me mostró algunas de sus cartas, siempre tienen ese tinte muy romántico y dulce.

—Sí —Reborn suspiró, olvidó tomar en cuenta esos detalles.

—Es raro que la haya enviado para que la apruebe, pero supongo que está nervioso —rio entre dientes—. Estoy esperando que anuncie su compromiso. ¿Qué debería enviarles como regalo? —miró al azabache—. ¿Tienes alguna sugerencia?

—Una bomba —murmuró con molestia.

 

Su siguiente intento consistió en llevar a Tsuna a cenar, lo invitó y todo, y obviamente lo esperó en la mesa correspondiente con quince minutos de anticipación, pero grande fue su sorpresa cuando vio al castaño junto a Nana, quien llegó de visita cuando Tsunayoshi salía de la mansión y bueno, lo demás fue predecible. No se molestó, porque Nana sería parte de su familia si es que todo salía bien, así que fue un placer llenar a esos dos de detalles en esa velada.

Pero tenía que hallar una buena maldita forma de declararse.

Su mente estaba trabajando a mil por hora, Reborn lo aceptaba, por eso llegó a la conclusión de que un mensaje en el cielo sería buena idea, hasta contrató a un profesional para que formara un corazón y el nombre de Tsuna, todo para que el mensaje fuera visto desde la ventana de la mansión… Lamentablemente… Muy lamentablemente, olvidó que Tsuna no siempre tomaba bien las invasiones a territorio aéreo de Vongola, así que ese romántico detalle terminó con las alarmas encendidas, las defensas preparadas y un piloto asustado.

¡Maldita sea!

Lo bueno era que tuvo la oportunidad perfecta dos semanas después, y la aprovechó lo más que pudo. Porque nadie en ese maldito mundo salía con vida si atentaba contra la integridad de su precioso tesoro. Oh sí, le faltaron balas para desquitarse con los desgraciados que osaron ponerle un dedo encima a Tsunayoshi Sawada, a quien protegió con esmero hasta el punto en que no dejó que tuviera muchos rasguños, y decía “muchos”, porque tampoco quería ser tan evidente así que lo dejó defenderse por sí solo durante un ratito.

 

—Gracias por ayudarme, Reborn —suspiró profundo—, eso fue peligroso —observó el agujero en su manga.

—Tu guardia debe estar arriba siempre —comentó antes de sacudir su fedora

—Lo sé, lamento eso —se acomodó la corbata—, pero ya terminó.

 

Todo hubiese terminado ahí, pero no, Reborn sabía que otra oportunidad como esa no tendría. Así que galantemente tomó la mano de Tsuna, le dio la vuelta para mirarlo a los ojos y lo acorraló contra la salida. Sonrió de lado, apreció un leve sonrojo en esas mejillas, y soltó la bomba.

 

—Vamos a tener una cita, Tsuna.

 

Sí, muy perfecto, hasta quiso besarlo porque la atmósfera era la correcta…, pero no, Tsuna no opinó igual. Y es que para Tsunayoshi, el tener a su antiguo tutor tan cerca, en un escenario de batalla, cuando dejó que su traje fuera agujereado, para él representaba un claro fallo de su parte que debería ser castigado.

 

—¡Lo siento! —se tensó y entró en pánico—. ¡Prometo no bajar la guardia de nuevo!

—Carajo —Reborn lo captó a la primera, Tsuna estaba asustado.

—No más entrenamiento —susurró cerrando los ojos—, ¡quiero tiempo libre para las fiestas navideñas, Reborn!

 

Se estresó, de verdad que lo hizo, tal vez por eso no se fijó en que su agarre en la muñeca de su castaño tesoro se fue apretando más y más. Tal vez, también debió ordenarle a Leon que dejara su forma de glock, porque en la posición en la que estaban, siendo su arma sostenida por su mano derecha y su izquierda hiriendo la muñeca de Tsuna, era como si estuviera amenazando a su víctima.

¡Maldición!

Lo dejó ir esa vez, aclarándole que no le daría entrenamiento especial, largándose con pasos pesados hacia el auto, recriminándose también porque había hecho su trabajo demasiado perfecto como para infundirle miedo al décimo jefe de Vongola, ¡pero no se esperó que aun tuviera influencia en Tsuna! ¡Por dios! ¡Dejó de ser su tutor hace años!

¿Acaso el mundo estaba en su contra?

¿Por qué carajos nada le salía bien?

¡Solo quería decirle que lo amaba!

¡Tan solo pedía besar esos lindos labios!

¡Carajo!

Así que desahogarse con Colonello fue inevitable, quejándose de la mala suerte que lo aturdía, soportando las burlas y risas del rubio que fue testigo de muchos de sus fallos. Ya ni le importaba que hasta Lal se llegase a enterar, solo necesitaba despotricar contra el mundo.

 

—Solo deberías decirle que lo amas. Decirlo sin rodeos-kora.

—Creo que se merece más que eso —Reborn bufó antes de arrojar un cojín hacia el rubio—. Ha tenido esos pensamientos cursis siempre. Él cree que las declaraciones se hacen con flores o chocolates, ¡y lo intenté! —chistó—. ¡Quise hacerlo bien!

—No es lo tuyo —Colonello rio fuerte—. Admítelo, eso no va contigo. Por eso todos tus intentos fallaron.

—Me estás diciendo que solo debí decirle… —carraspeó para tomar seriedad y fingir que delante de él se hallaba el castaño de sus sueños—. Tsunayoshi, estoy enamorado de ti, y me importa una mierda parecer de quince años, quiero tomar tu mano y ponerle un maldito anillo para que todos sepan que el hitman número uno te considera su tesoro.

—Pues —Colonello intentó no reír—, no así…, pero sí.

 

Las burlas siguieron, los planes también, ambos ex arcobaleno sin percibir que alguien se hallaba fuera de la habitación que usaban para sus rutinarias pláticas, aunque tal vez Colonello sí se dio cuenta, pero creyó que era mejor ayudar a su amigo y acabar con esa estupidez de una buena vez.

Entonces ahí estaba, un castaño avergonzado por completo, jugando con sus dedos, sintiendo calor en todo su rostro, sin saber qué hacer, sintiendo una mezcla entre temor y ternura, escuchando más y más cosas que Reborn planeó hacer para confesarse.

No lo soportó.

Como buen adulto que era, Tsuna suspiró profundo antes de dar un paso al frente y deslizar suavemente la puerta mal cerrada. Cerró los ojos unos instantes cuando esos dos se quedaron en silencio y después elevó su mirada para enfrentar la ónix de Reborn. No pudo evitar morderse los labios antes de carraspear, pero tenía que ser maduro.

Lo que iba a decir, lo improvisaría.

 

—Hubiese sido más fácil… si me lo hubieses dicho de frente —sus labios temblaron al final—, más fácil para mí al menos.

 

Silencio, sus nervios a flor de piel, esos ojos penetrantes que lo tenían por objetivo. Tsuna dio un paso hacia atrás y cerró la puerta despacio, sintiendo su pecho querer explotar, y recordando que no había dado una respuesta a la confesión que escuchó sin querer. Maldijo cuando abrió de nuevo la puerta solo para ingresar su cabeza y decir su sentencia final.

 

—Lo que intentaste hacer fue muy dulce…, gracias.

 

Cerró a puerta de nuevo. ¡Es que no era fácil para él enfrentar esa situación! Menos siendo que acababa de darse cuenta de que no dejó de ser un despistado e ingenuo de peso. ¡Pero era un adulto! Y como tal, volvió a ingresar en esa habitación para decir lo que faltó.

 

—Y… —su voz tembló—, Reborn… —respiró despacio—, yo… te correspondo.

 

No vio nada, cerró los ojos antes de salir y cerrar la puerta con fuerza. No tenía más que decir, no podía siquiera hablar, por eso salió corriendo en cuanto pudo, porque ¡había sido la situación más vergonzosa de su vida y necesitaba hallar refugio en algún lado! Necesitaba un sitio lejano, una isla desierta, un país desconocido, un bote en medio del mar…, pero solo se le ocurrió un lugar.

 

—Enma, ¡escóndeme unos días!

 

Al final salió bien, ¿no? Porque, al fin y al cabo, Reborn pudo declararse, y si bien no salió como alguno de sus planes, hasta obtuvo una respuesta. Ese momento quedaría en su memoria para siempre, y sería usada como anécdota a futuro. Pero por el momento solo debían disfrutarlo en silencio.

 

—No creí que… —Colonello reía sin parar, sosteniéndose el estómago y manteniendo algunos espasmos—, ustedes fueran dos idiotas cuando… están enamorados-kora —casi lloraba de la risa.

—Cállate —sin embargo, Reborn ocultó su sonrisa satisfecha bajo la sombra de su fedora.

—Par de estúpidos —respiró profundo, pero no podía detener sus carcajadas.

—Te dije que puedo ser romántico cuando quiero.

—¿Romántico? —Colonello ya no podía más—. Ey, ¿a dónde vas? —susurró al ver a Reborn caminar hacia la salida.

—Por el amor de mi vida.

 

 

 

Notas finales:

 

Este fic está creado para el #IntercambioR27 de este año, actividad realizada por el grupo R27 fanclub (the chaos club), la condición era que Reborn no supiera como confesarse e hiciera un desmadre.

Krat intentó que saliera algo desmadroso, pero falló, aun así, puse todo mi empeño en esto, ay, al menos espero que le guste un poquito a la persona que va dedicada, persona de la cual desconozco el nickname, así que no mencionaré su nombre real.

Krat los ama~

Feliz navidad para todos~

Muchos besos y abrazos~


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