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Adaptable por lady_chibineko

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Título: Adaptable

Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)

Disclaimer: Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a la novela y serie Good Omens son propiedad exclusiva de sus autores Neil Gaiman y Terry Pratchett, así como a Amazon Studios y BBC Studios. Yo solo escribo sin fines de lucro y por diversión.

Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico; si no es de su agrado este tipo de lectura por favor no sigan.

Dedicatoria: Este fic participa en el evento Angelito Secreto del grupo de Facebook "Good Omens FANS LAT". Para Kanda Mariana Sierra ¡Feliz Angelito Secreto! Espero que el pequeño fic te guste.

~.~.~.~.~.~

Capítulo I

La vida de Anthony J. Crowley no era perfecta, pero no era una vida mala en absoluto.

A sus 11 años, Anthony era un niño común, que vivía una vida común junto a su madre, iba a la escuela, jugaba con alguno que otro chico del barrio los fines de semana y se las arreglaba para sobrevivir el año escolar.

Todo bien, todo normal.

Hasta el día que su mamá casi es atropellada por un ricachón apellidado Young, y de pronto la vida de ambos se transformó en una de esas telenovelas cursis que hacían a su mamá lagrimear por las noches, luego de llegar a casa del trabajo y preparar algo lo suficientemente comestible de cenar.

Todo fue tan rápido que el pobre niño ni lo vio venir.

Un día eran él y su mamá en su pequeño apartamento, y al otro ya no eran solo ellos dos, sino que eran el señor Lucifer y la señora Lilith Young, junto al ahora joven Anthony J. Crowley de 12 años, viviendo en una mansión exageradamente grande y rodeados de más lujos de los que el joven Anthony hubiese siquiera podido imaginar.

Pero el mencionado no era nada sino alguien dispuesto a adaptarse y sobrevivir, y siendo sinceros, el viejo Luci no era una mala persona, y ni siquiera lo obligaba a llamarlo papá o nada de eso.

La vida no era mala en absoluto.

Adaptarse no fue difícil.

Anthony fue enviado a un mejor colegio y la vida simplemente continuó su curso natural.

Y todo fue viento en popa.

Hasta el día que la vida cambió de nuevo.

Mamá estaba embarazada.

Cuando Anthony había cumplido ya los 14 y estaba cada vez más cerca de terminar el colegio.

Y su futuro hermanito o hermanita llegaba en más o menos 6 meses a sus vidas.

El ahora adolescente no supo ni que decir, mucho menos pudo pensar en cómo actuar al ser incluido en lo que parecía ser la celebración debido a las recientes "buenas nuevas".

Pero, en serio ¿Qué se suponía que iba a decir? Aparte de por supuesto 'Er... Felicidades.', luego de ser abordado por los rostros emocionados y casi refulgurantes de su madre y padrastro.

No era como si con ya 14 años y a dos años y algo de terminar el colegio fuera a comportarse como un hermano mayor celoso y malcriado ¿O sí?

Nah... Eso se lo dejaba a los perdedores, y él no era un perdedor. En lo absoluto.

Así que cuando le sonrió a su mamá, lo hizo con sinceridad. Y cuando se ofreció a hacerla de niñero alguna que otra noche, logrando que mamá y Lucifer lloraran de emoción al escucharlo, no rechazó el abrazo familiar que venía implícito junto al agradecimiento de los dos adultos. Y una vez más Anthony se adaptó y la vida continuó su curso.

Y el día que su nuevo hermanito nació, y éste fue puesto por primera vez en sus temblorosos brazos, Anthony se dio cuenta que sería capaz de mover cielo y tierra por ese pequeño de ser necesario, y se prometió en silencio el cuidarlo de todo lo que pudiese ser una amenaza.

Por supuesto... Anthony nunca imaginó que iría a cumplir aquella promesa mucho más pronto de lo esperado.

~.~.~.~.~.~

Fue una noche de sábado, a dos años desde el nacimiento de Adam, su hermanito, cuando Anthony recibió aquella llamada que cambiaría su vida para siempre.

Revisaba universidades online pues acababa de terminar hacía unos meses el colegio y realmente quería ser alguien en la vida y no otro parásito más que viviese del dinero de sus padres, aun cuando Lucifer le había dicho que no había apuro; cuando el teléfono de la casa sonó.

Se apresuró en contestar pues no deseaba que el sonido despertase a Adam de su siesta, y menos si con ello el niño notaba que sus padres aún no volvían de la cena romántica por el cumpleaños de mamá.

Eso siempre ponía triste a Adam.

- Residencia Young, buenas noches.- respondió con voz monótona.

- Buenas noches. Llamamos del hospital St. Barts ¿Es usted familiar de los señores Lucifer y Lilith Young?

Un escalofrío recorrió al muchacho, como un presentimiento de lo que estaba a punto de venir.

Y desgraciadamente no se equivocó.

Un accidente, un conductor ebrio se había saltado una luz roja. Nadie había sobrevivido.

Anthony no estaba seguro de que más había sido dicho, colgó en automático, armó el bolso de bebé de Adam, lo sacó de la cuna, lo abrigó bien y lo siguiente que supo era que estaba en la morgue del lugar, con alguien sujetándolo por los hombros mientras una oficial cargaba a un lloroso Adam.

Sus padres ya no estaban... Eran solo él y Adam.

Claro que aquello no llegó hasta él realmente, no hasta que estuvo sentado frente a la abogada de la familia, la doctora Dagon, quien lo miraba con una mezcla de pena y hastío difícil de ignorar.

La parte buena: Anthony se había emancipado a los 16 años en un repentino acto de rebeldía alguna vez, pero había seguido viviendo en la casa de su padrastro puesto que para Lucifer aquello no había sido una ofensa, sino todo lo contrario.

Aquello le permitiría seguir cuidando de Adam, evitando así que el sistema lo pusiese en una casa de acogida mientras buscaban por un familiar adecuado que pudiese hacerse responsable... ¡No! ¡Eso nunca!

La parte mala: Lucifer y Lilith no habían terminado de poner todos sus asuntos en orden ¿Y por qué lo harían? Eran una pareja joven, ella a finales de sus 30's y él a inicios de sus 40's, con toda una vida por delante.

O por lo menos así se suponía que debía de haber sido.

Así que mientras por ley Anthony sería el heredero de lo que le hubiese dejado Lilith luego de que cumpliese 18, para lo cual aún faltaba casi un año entero; la herencia de Adam demoraría mucho más en ser liberada, y era para el niño, no para Anthony.

No podían seguir viviendo en la casa, ni sacar más de lo que fuese estrictamente necesario al irse. La doctora Dagon se haría cargo de todo, pero no era como si pudiese ir dándole al dinero a los hermanos sin cumplir primero los requisitos legales necesarios.

Y para poder quedarse como guardián de su hermanito, Anthony tenía que ser capaz de proveer.

Iba a tener que trabajar, cuando lo que él quería era estudiar.

La doctora Dagon lo miró con seriedad.

- ¿Estás seguro de que deseas hacerte cargo del niño? Vas a truncar tu futuro de ser ese el caso. Solo recibirás un aporte pequeño cada mes por él y el resto lo tendrás que poner tú. En caso contrario estoy segura que con lo que te dejó la señora Lilith te alcanzará para comenzar de nuevo, y creo recordar que el señor Young tenía familiares lejanos al Norte del país, sería solo cuestión de localizarlos.

Anthony apretó la quijada y los puños al punto de tener los nudillos por completo blancos.

- Solo debo de adaptarme a un par de nuevos cambios. Me las arreglaré.- dijo con más seguridad de la que realmente sentía.

Y así una vez más la vida cambió.

Y un mes después, con un niño y dos trabajos a cuestas, encerrados en un pequeño apartamento, Anthony se arriesgó y aplicó para una beca en la Universidad Imperial College de Londres.

Después de todo, si algo había aprendido de mamá era que solo los perdedores se rendían, y los Crowley no eran perdedores en lo absoluto.

- Allí va diablito, cruza los dedos ¿Lo harías por mí?

Adam lo miró desde su sillita alta y le ofreció una sonrisa mostrando todos sus pequeños dientes de leche.

Anthony le sonrió y se dispuso a terminar de darle la comida antes de bañarlo y prepararlo para ir a la cama.

Después de todo, al día siguiente tenía que limpiar el apartamento antes de ir a trabajar.

La cosa estaba un poco dura, pero como se dijo antes en más de una ocasión, Anthony J. Crowley no era nada sino adaptable.

Y no se iba a dejar ganar por la vida. Eso nunca.

~.~.~.~.~.~

Dos años después

Anthony salió corriendo de su trabajo en el taller de autos a tomar el bus a la universidad, con Adam bajo un brazo, el morral en la mano libre y los lentes oscuros casi escurriéndose por la nariz.

Fue un milagro que llegase antes de que las puertas del bus cerrasen, pero lo logró.

Subió, pasó un par de veces la tarjeta de pago del bus hasta que la pantalla mostró el pago realizado y se acomodó hasta un asiento libre al fondo con Adam sentado sobre sus piernas, y su morral protegido por el abrazo del niño.

Suspiró y echó la cabeza para atrás.

- Casi no la contamos.- dijo a la nada en un gruñido.

La respuesta fue una risita infantil.

- ¿Y tú de que te ríes diablito? ¡Todo esto fue porque cierta persona se demoró un poco demasiado tiempo comiendo las galletas que llevó el viejo Hambruna al taller!

Otro montón de risitas y Anthony no pudo evitar llenar de besos la pequeña mejilla.

Una galleta casi completa apareció frente al rostro del joven.

- ¡Pada ti Tony!- fue lo dicho con gran entusiasmo.

- ¡Ngk!... Hay diablito, gracias.

Tomó la galleta y le dio un mordisco. Era de frutos secos, nada mal.

- ¡¿Vamo a tudiar?!- preguntó el pequeño con la misma animosidad de siempre.

El mayor asintió mientras sostenía la galleta con la boca y sacaba un cuaderno y su móvil del morral, antes de volver a cerrarlo y tomar de nuevo lo que quedaba de la galleta con la mano.

- Si... Tengo que completar un trabajo para el viernes... Veamos, fuentes... fuentes... páginas de internet... ¡Urgh! Tengo que ir a la biblioteca por un libro o dos llegando, y Newt no puede cuidarte porque hoy llega tarde a clases. Vas conmigo.

- ¡YAY!

- ¡Nada de YAY, Adam! Vas a tener que portarte bien ¡Nada de sacar libros de su lugar! Algo escuché de que han cambiado al que atiende la biblioteca este semestre y no quiero que te portes mal o el problema será para mí.

- Oh... Ta bem, Tony.

- Perfecto. Ahora ayúdame con la galleta, diablito. No la terminaré yo solo.

Por supuesto el niño obedeció con deleite. A los 4 años, comer galletas es un asunto muy importante en la vida después de todo.

Por su parte, Anthony guardó el móvil y el cuaderno y se tomó los minutos que faltaban para descansar.

Esos 2 últimos años habían sido difíciles, y le faltaban aún muchos más.

En esos dos años se habían mudado en más de una ocasión, había cambiado de trabajos casi con desesperación y se las había arreglado para ser lo suficientemente solvente para mantener a Adam a su lado, solo el cielo sabía cómo.

Pero solo por escuchar las risitas del niño y poder ser testigo del pasar de sus días, todo aquello valía la pena.

Aún si tenía que balancear dos trabajos y dejar de dormir para no perder la beca que había logrado, o usar ropa vieja por demasiado tiempo, o comer menos para poder pagar el microdepartamento y comprar lo necesario para el niño; pues todo eso valía la pena y lo seguiría haciendo mientras fuese necesario, porque como rezaba su dicho, Anthony J. Crowley no era nada sino adaptable.

Aunque eso no quería decir que no estuviese buscando hacer algunos ajustes, y de allí el anuncio que tenía en el bolsillo de atrás de su pantalón y que pensaba poner ese día en el tablero de avisos de la biblioteca.

*Adam ya tiene 4, y le he enseñado a decir las cosas sin miedos ni tapujos... Ojalá y no esté metiendo la pata con esto.*

El paisaje le dijo al joven adulto que era hora de bajar.

- Muy bien diablito, en la próxima nos bajamos ¡Arriba!

Y el niño se prendió de su cuello como un koala.

Bien, hora de salir de sus propios pensamientos.

Casi media hora después, ambos hermanos entraban a la biblioteca de la universidad, con el mayor sujetando al pequeño de 4 años firmemente mientras suplicaba por que el nuevo encargado de aquel semestre no terminara baneando al niño tal y como lo había hecho su predecesor ¡Y eso sí que le había causado problemas al pelirrojo!

No siempre era fácil encontrar a alguien dispuesto a cuidar de un niño pequeño, y que además fuese de fiar.

- Ya sabes Adam ¡A portarse bien!

- ¡Ti!- llegó la respuesta infantil justo cuando atravesaban la puerta de ingreso.

Anthony observó con confusión el lugar donde se suponía que estaría el nuevo encargado, pero donde de momento no había nadie.

Se acercó al mostrador y tocó la campanilla una vez, y luego tuvo que alejarla para evitar que Adam decidiese dar un concierto y los pocos alumnos presentes presentasen las primeras quejas del semestre.

- ¡Un momento por favor!- llegó una voz joven y modulada desde los estantes que estaban hasta atrás, y Anthony respiró un poco más tranquilo.

Efectivamente unos minutos después, una persona se apareció, aunque el montón de libros que llevaba en brazos le impedía ver el rostro de dicha persona, pero eso era lo de menos.

El encargado, o quien Anthony esperaba fuese el encargado, llegó casi a ciegas hasta el mostrador y colocó la enorme pila de libros encima de éste, justo antes de dirigir su completa atención al par, y parpadear algo confundido ante...

- ¿Un niño?- preguntó algo alelado ante el pequeño visitante.

- ¡Oda!- saludó dicho niño con alegría y una vigorosa pequeña mano moviéndose de un lado al otro, a lo que el joven bibliotecario respondió el saludo aún alelado.

- Si, bien.- decidió interrumpir Anthony- Buenas tardes. Estoy buscando un par de textos ¿Podrías ayudarme?

Esta vez el hombre tomó interés en el adulto y frunció el entrecejo al hacerlo.

- Cabello rojo, lentes de sol dentro... y un niño pequeño ¿Son ustedes por si acaso Anthony Crowley y el pequeño Adam?

- ¡Ngk!- el de 'cabellos rojos' emitió un gruñido ahogado.

¡Por supuesto que el viejo Peters, el jefe del lugar, había dejado una advertencia para el nuevo bibliotecario!

- Mire... ¿eh?...

- Ezra, Ezra Fell.- respondió el otro con una sonrisa indulgente.

- Claro, Fell, ya... Mira, no quiero problemas, solo un par de textos y estaré fuera de tu vista. Y para que quede claro, Adam solo se paseó por el lugar con un par de libros porque quería que alguien le leyese un cuento, eso es todo. Pero ya está un año más grande y no va por allí haciendo eso más ¿Cierto, campeón?

Pero Adam estaba más interesado en mirar al nuevo de la biblioteca mientras trataba de decir el nombre ofrecido en susurros.

Lo cual no es fácil si tienen 4 y hay una 'Z' incluída, al parecer.

Fell, el muy... bueno, eso; solo emitió una risilla divertida.

- Eso espero, fueron 2 tomos de casi 100 años los que fue paseando según tengo entendido, y cada que lo recuerda al señor Peters le vuelven los nervios.- otro juego de risitas y Anthony solo se limitó a volver a gruñir, por completo resignado- En fin ¿Qué textos buscas?

Anthony le pasó la lista y el otro solo asintió.

- Tercer año de Administración de empresas. Ya veo. Han venido ya algunos por aquí, pero tienes suerte, aún hay un par de ejemplares de los textos, déjame traerlos.

Anthony suspiró aliviado y afianzó su agarre sobre Adam, solo por si las dudas.

Unos minutos después el encargado regresó una vez más, con los dos libros solicitados entre las manos.

El de cabello rojo sonrió acercándose a tomarlos.

- ¡Eres un ángel! ¡Me salvaste la vida, gracias! Solo... déjame sacar mi carnet de la biblioteca y...

- ¡Antel!- fue el chillido emocionado del niño que, al verse de pronto libre se abrazó sin pensarlo dos veces al par de piernas enfundadas en un par de elegantes pantalones beige de vestir.

- ¡Oh, vaya!- exclamó el de cabello rubio platinado con un tanto de sorpresa.

Anthony solo sonrió y negó firme, antes de entregar su carnet al otro.

- ¡Oda Antel!- volvió a saludar el niño, sonriendo como mil soles.

- ¿Ángel?... Si, ya veo. Supongo que es menos complicado que mi nombre. Bien, hola allí abajo de nuevo ¿Serías tan amable de devolverme mis piernas?

- Ya escuchaste diablito, deja al hombre trabajar.- Anthony volvió a retomar la mano de Adam luego de desenredarlo del abrazo a las piernas del ahora proclamado 'Ángel'- Lo siento, es solo que es bastante sociable.

- Eso lo puedo ver. Listo, puedes devolver los libros a más tardar pasado mañana ¿Algo más en lo que te pueda ayudar?

- Si ¿Unas 4 tachuelas para poner un aviso en el panel? ¿Por favor?

- ¡Oh! ¡El sistema de avisos ha cambiado un poco! He uniformizado el panel. Si me permites tu anuncio, estará puesto antes de que llegue la hora de cerrar.

Una ceja se alzó por encima del marco de los lentes oscuros y la curiosidad hizo del pelirrojo su presa, quien con la mirada buscó el panel y tras acomodar al niño en sus brazos, se acercó a ver.

Una expresión perpleja se dibujó en sus ojos tras los vidrios oscuros.

El panel ya no portaba los mensajes en diferentes colores de papel impreso en diferentes estilos, tamaños y letras; sino que ahora cada aviso estaba escrito a mano con una letra prístina, en una pequeña hoja de papel con bordes en diseño de tartán.
Anthony volvió la mirada hacia el bibliotecario y se encogió de hombros, antes de sacar el aviso del bolsillo trasero de sus jeans.

- ¿Buscas con quien compartir piso?- preguntó el rubio al leer el aviso.

- Oh, sí... Pero necesito ver que sea alguien de fiar primero. Tengo un niño pequeño después de todo.

- Mmmm... Por supuesto, tiene sentido. Transcribiré tu aviso de inmediato ¿Algo más?

- No, supongo que eso es todo por ahora. Gracias, y hasta pasado mañana.

- Para eso estoy aquí. Hasta luego.

- ¡Ciao Antel!- se despidió entonces el niño, recordándole así su presencia a los adultos.

Ezra no pudo más que sonreír.

Y con Adam en brazos y el morral lleno, Crowley se dirigió a su primera clase de ese día.

~.~.~.~.~.~

Ezra Fell, o más bien dicho Ezra Grace, era el menor de los cuatro hijos de la gran magnate de los negocios Diora Grace; y como tal se esperaba que una cierta cantidad de sucesos se diesen en su vida.

Por supuesto nadie esperaba que se pusiese a la cabeza de Heaven Enterprises & Co., eso estaba la hija mayor, Michael; e incluso el segundo de los hijos, Gabriel. Pero si podría esperarse que el chico exudara un marcado interés por los negocios de su madre, su dinero y por sobre todo, el poder que aquello traía.

Pues bien, para los que esperaban aquello, el resultado final había sido un tanto... Bien... No era que no llegase a cubrir las expectativas, era que ni siquiera parecía propuesto a iniciar el camino para llegar a ellas.

Aquél juego de poder a Ezra simplemente no le interesaba, ni los lujos que pudiesen venir con ello, ni siquiera el apellido.

Esto último al punto de cambiarlo legalmente al de soltera de su abuela materna.

Y es que las actitudes de sus hermanos la verdad, más que atraerlo lo repelían ¿Qué necesidad había de pisotear a la gente solo porque se podía? ¡Él no entendía porque sus hermanos mayores insistían en tratar mal a los otros para hacerse valer!

Y si aquello era necesario para ser parte del negocio de su madre, pues a Ezra aquello tampoco le interesaba.

Y como tal, había comenzado a forjarse su propio camino en silencio; pues a decir verdad tras ser prácticamente ignorado por su familia durante toda su vida y refugiarse en los libros, su camino resultó siendo muy diferente al de los demás.

Y así, en lugar de gastarse su mesada en ropa de marca, fiestas o gimnasios en su niñez o adolescencia; la puso en maravillosos libros que aliviaban su soledad y deliciosa comida que satisfacía no solo su estómago, sino también su corazón.

Y como incluso luego de unas cuantas primeras ediciones, el dinero no se iba del todo, comenzó a guardarlo en una cuenta bancaria cuando tuvo la edad suficiente para abrir una.

Y llegado el momento... postuló a una beca de Bibliotecología y logró hacerse de ella.

Y aunque le dolió no poder compartir su triunfo con nadie, lo tomó como una señal y continuó por el camino trazado sin decir ni una palabra.

Por lo menos hasta esa mañana, cuando Gabriel decidió que Ezra debía de acompañarlo al taller a la revisión de cada 3 meses que le daban a su automóvil.

En el camino, Gabriel había 'sugerido' que era hora de que el Benjamín de la familia comenzase a 'pensar' en su futuro.

Hay que decirlo, para gran satisfacción del interesado, que casi se le cae la quijada cuando dicho Benjamín le comunicó que ya iba en su segundo año de carrera y que tenía su futuro muy bien definido, muchas gracias.

Y fue bueno que Ezra esperase hasta que hubiesen llegado al taller en cuestión para soltar aquella última pieza de información, porque de haber estado manejando, Gabriel hubiese ido derechito al poste de luz más cercano.

- ¡¿CO- QU- BIBLIOTECOLOGÍA?!- preguntó el mayor de los hermanos con incredulidad- ¡Pero si tú eres un programador de sistemas nato! ¡Michael dijo que tú te encargarías de estar a cargo de todo el sistema informático de la empresa!

Ezra rodó los ojos. Allí estaba de nuevo el asunto: Michael decía algo y el resto de los hermanos corría a cumplirlo. Michael decía algo, y Ezra era obligado a dejarlo todo de lado para hacer a los demás felices... todos menos él mismo.

Pues no más ¡Se rehusaba!

- Si tan interesada está Michael en el sistema de la empresa, pues que se haga cargo ella misma. Yo tengo otros objetivos en mente Gabriel, y esta vez voy a llevarlos a cabo.

Y dicho aquello abrió la puerta y salió del auto con un movimiento fluido que en gran parte escondía los nervios que su rebelión le traía ¡Nunca antes había dicho algo como aquello en voz alta!

- ¡Ezra! ¡No te atrevas a dejarme con la palabra en la boca!- amenazó Gabriel en un siseo mientras salía también del vehículo.

El menor puso expresión más seria y enfrentó cara a cara a su hermano.

- No tengo idea de que más podría decirse Gabriel. Me dices que debo de pensar en mi futuro y yo señalé que ya me he hecho cargo del tema. Creo que no hay nada más que decir al respecto.

Gabriel abrió la boca, obviamente dispuesto a replicar aquello, cuando una infantil y conocida voz interrumpió 'el momento'.

- ¡ANTEL!

Seguido de un infantil y conocido peso contra sus piernas, y al bajar la vista, Ezra se encontró a cierto conocido niño de rizos miel mirarlo con adoración y con el rostro lleno de migajas de lo que parecían haber sido galletas de chocolate.

- ¡Adam! ¡¿Qué haces aquí, pequeño?!

Ante la pregunta, el niño se irguió orgulloso en todo su casi metro de altura y respondió.

- ¡Tabajo!

Y fue allí cuando Ezra notó el pequeño mameluco azul de mecánico que el niño usaba, que incluía su nombre y muchas migajas más de galletas en lugar de manchas de aceite.

- ¿Trabajas aquí? ¿En serio?

- ¡Ti!

Ezra comenzó a buscar alrededor, pues si Adam estaba allí entonces...

- Adam, no molestes a los clientes.- vino una voz a la derecha, y un hombre mayor vestido con un viejo mameluco negro se acercó a ellos a paso sereno- Lo siento señor Grace, es un poco inquieto, pero es un buen niño. Espero que no los haya importunado demasiado.

Gabriel abrió la boca claramente para responder algo, pero Ezra ganó por segundos.

- ¡Oh, no se preocupe! Conozco tanto a Adam como a su hermano, y somos buenos amigos ¿Cierto Adam?

- ¡Ti! ¡Mi migo Antel!- respondió el niño feliz, una vez más prendido de la pierna de Ezra.

Y la verdad era que el joven rubio no mentía. En las 2 semanas desde la primera visita de los peculiares hermanos a la biblioteca de la universidad, Anthony Crowley había vuelto varias veces más, a veces solo y otras con el niño, y había sido imposible para Ezra no entablar una amistad con ambos.

Y hablando del demonio.

- ¿Ángel? ¿Qué haces aquí?- preguntó el recién llegado pelirrojo, quien ante la conmoción de afuera y la falta de cierto niño, había dejado del lado el clásico que andaba afinando a favor de buscar a cierto diablito travieso.

- ¡Oh, Anthony! No pensé encontrarte aquí ¿Es aquí donde trabajas?

- Er... Si, lo es.

Ambos se sonrieron.

- ¿Va a ser él quien revise mi auto?- preguntó de pronto Gabriel de manera incómoda.

El señor Muerte, quien había observado el intercambio de palabras con interés, negó ante aquello.

- Serpiente es nuestro especialista en modelos clásicos de colección. Será Guerra quien lo revise, como siempre ha sido.

El hombre asintió y luego miró hacia su hermano menor.

- En ese caso, tú y yo tenemos una conversación pendiente.

Ezra rodó los ojos, pero no se negó, sino que se agachó para darle un último abrazo a Adam y despedirse de Anthony antes de partir.

La conversación que siguió no fue, en absoluto, agradable.

Gabriel volvió a recalcar lo decepcionados que iba a estar todos con las 'pobres' decisiones de vida que estaba tomando Ezra, y como aún estaba a tiempo de cambiar las cosas.

Y lo peor no fue eso, sino que el suplicio continuó al llegar a casa, y tal como lo había dicho Gabriel, Michael y Uriel entraron en el asunto.

Fue tal vez por eso que Ezra decidió poner el punto final.

Y fue tal vez su encuentro de ese día con los hermanos lo que lo orilló a actuar más por impulso que otra cosa y llenar un par de maletas con su media docena de primeras ediciones favoritas, algunos de sus trajes, sus textos universitarios más importantes, enseres básicos y su laptop; y entrar al sistema de la universidad en busca de la información personal de cierto estudiante pelirrojo de Administración de empresas.

Fue tal vez por eso que una hora después tocaba la puerta del, en extremo pequeño departamento donde se alojaban los dos hermanos, y al ser abierta la puerta dejando ver a un incrédulo pelirrojo de ojos color miel, el joven de cabellos rubios preguntó con una sonrisa nerviosa.

- Entonces, recordé lo que dijiste acerca de las terribles entrevistas para encontrar un compañero de piso con el cual pudieses confiar a Adam... ¿Aún no has encontrado a nadie? Porque de ser así... Creo que estoy interesado.


Fin del primer capítulo

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Campaña de NO AL PLAGIO

Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece. Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final. Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá. Gracias


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