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TOMANDO EL CONTROL por DANI DARKRAI

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Notas del capitulo:

Para ver las actualizaciones mas rápidas, pasa a mi cuenta en whattpad VARANTINE PEREZ

Antes de que los demás guerreros dorados intervinieran en la decisión, Aspros utilizó La Otra Dimensión para llegar a la cuarta casa del zodiaco. Los guerreros de plata que aun custodiaban las salidas del templo lo felicitaron ante su evidente victoria. Pero él tenía prisa, así que no dejó que las felicitaciones duraran por mucho tiempo. Les pidió que abrieran los barrotes que encerraban a Manigoldo y al cumplir su orden, ingresó rápidamente para buscarlo.


Sin embargo, al estar dentro notaba que un poder diferente rodeaba la casa zodiacal. No pertenecía a alguien conocido, tampoco era el poder de Manigoldo, "aquí hubo alguien más". Desesperado, ingresó a la habitación principal, esperando encontrarlo allí. Pero no estaba, solo se encontraba su armadura severamente dañada. Indagó por otras habitaciones llamándolo y nada, no había respuesta de su amado cangrejo.


Había escapado. Furioso destruyó uno de los pilares. Su futuro consorte había escapado en el momento más preciso. Si no lo encontraba, daría veracidad a las acusaciones de Kardia.


 


- ¿Crees que podrás escapar fácilmente de mis manos?


 


Resuelto a hallarlo, invocó una pequeña esfera que contenía un universo en su centro, el cual le permitía rastrear la presencia de cualquier ser vivo que desease. En pocos segundos la esfera en sus manos tomó un color azul, dando la ubicación exacta de guerrero de cáncer. El cual parecía encontrarse demasiado alejado de los territorios del santuario.


 


- Te encontré – sonrió divertido para abrir un portal, que lo llevaría de inmediato a su ubicación.


 


 


LIMITE DESCONOCIDO – MANIGOLDO Y VERONICA


 


 


Una vez ambos abandonaron los dominios de Athena, Verónica cayó agotado sobre los pastizales de lo que parecía ser una pradera que rodeaba las ruinas de un pueblo.


 


- ¿Te encuentras bien? – se arrodilló para tomarlo de sus hombros, ayudándolo a sostenerse


 


- Es grato ver que te preocupas por mi bienestar – respondió divertido aprovechando su cercanía para abrazarlo con fuerza, pero ante esto fue apartado con rapidez – oye necesito recobrar energías – alegó en un puchero


 


- Entonces hazlo solo – sin problemas volvió a colocarlo en el suelo, ignorando sus reclamos de ayuda.


 


Aburrido de esperar a que recuperase completamente sus energías. Le avisó a Verónica que iría explorar. Le daba curiosidad el ambiente familiar que rodeaba gran parte del lugar. Al adentrarse, pudo sentir la presencia de diferentes espíritus que rodearon su cuerpo, guiándolo en un camino oculto atiborrado en vegetación.


Al adentrarse, Manigoldo se conmovió al notar que ese lugar alguna vez había sido su hogar. Había nacido y crecido allí. Recuerdos de un pasado feliz junto a su familia lo invadieron. Esas vivencias ahora cimentadas en ruinas.


 


- Ha cambiado por completo – pronunció triste


 


Cada estructura y piedra, estaba bordada por hermosas flores rojizas. Estaban esparcidas por toda el área. Lo que alguna vez fue quemado y destruido por los sirvientes del dios Hades, ahora se encontraba cubierto por ellas. Trataba de no pisarlas, sabía que no era primera vez que veía algo así. Después de la guerra santa, campos de batalla y muchos pueblos que fueron arrasados por lo espectros ahora presentaban este florido manto.


 


- Lo que Hades haya destruido, será sustituido por la vegetación de su esposa – sonrió levemente rememorando los rumores que había al respecto. Era irónico que la Diosa de la Primavera fuese esposa del rey del inframundo. Silenciosamente agradeció sus cuidados y por haber restaurado las vidas que se perdieron.


 


Sin embargo, no pudo terminar sus oraciones de gratitud. Sudó frío. Una presencia maligna estaba detrás suyo. Era Aspros, lo sabía. Ese poder monstruoso que percibieron al escapar estaba comenzando a cargar el terreno.



- ¿Puedes voltear por favor? – fingía amabilidad, distinguía el miedo de Manigoldo. Mas no debía temerle, él solo venía a buscarlo.


 


- Realmente pensé que Sísifo sería el ganador – respondió con decepción, volteando su para observar a un Aspros algo lastimado – pero me alegra saber que no saliste ileso de sus ataques. – Entendía que no era prudente hacerlo enfadar más, pero no le daría la satisfacción de entregarse con tanta facilidad, aunque se encontrase en desventaja.


 


- Eres gracioso, parece ser que aun conservas tu tan característico sentido del humor – caminó en su dirección – es hora de volver a casa.


 


Aspros lo invitó a tomar su mano para que pudiesen volver pacíficamente. Pero entendió que no sería posible al sentir la presencia de diferentes almas a su alrededor, realmente le parecía admirable que tuviese fuerzas para defenderse a pesar de encontrarse lastimado y sin su armadura.


 


- No te atrevas – advirtió – si lo haces... no tendré más opción que llevarte inconsciente en presencia del patriarca.


 


- Salúdalo de mi parte – velozmente, cerró la palma de su mano provocando una explosión inminente, obligándolo a retroceder – ¡si esperas que sea dócil contigo entonces no pierdas tu tiempo!


 


- Hermoso y rebelde... tal como recordaba – ni siquiera le había hecho un rasguño, después de todo él contaba con su armadura y Manigoldo no. Aspros a la velocidad de la luz se posicionó a sus espaldas, sujetando su nuca y uno de sus brazos – pero en tu condición no eres rival para mí.


 


Manigoldo de inmediato se puso a la defensiva, dando un firme golpe a su costado. Logrando liberarse por el momento. Si no estuviera maltrecho por el enfrentamiento contra Thanatos, tal vez se le haría más fácil escapar. Pero se daba cuenta que no podría huir de él en la condición que estaba.


 


- No lo hagas más difícil – invocó gran parte de su poder alrededor de sus puños, dispuesto en golpearlo si continuaba resistiéndose a su poder –


 


- ¡Púdrete, prefiero morir a tener que regresar contigo! – increpó


 


- Entonces será por las malas ...


 


Aspros, a la velocidad de la luz, apareció frente a Manigoldo dispuesto a golpearlo. No obstante, su ataque se vio bloqueado por la intervención de Verónica, quien a duras penas podía contener el poder del guerrero gracias al poder de su maestro.


 


- ¡Manigoldo debes huir de aquí! – con la última reserva de su poder, Verónica logró abrir un camino al inframundo, suplicando que su amigo tomara la decisión de volver al lado de Thanatos –


 


- ¡Estás loco si piensas que te abandonaré! – miró con pánico el último esfuerzo de su amigo por mantenerlo a salvo.


 


- Por favor regresa al inframundo... no me importa dar mi vida por la tuya – suplicó, observando por última vez el rostro asustado del ser del que se enamoró a primera vista – espero que seas feliz...


 


Sin poder impedirlo, el poder de géminis golpeo críticamente el cuerpo del espectro. Creando en el acto una gran onda expansiva que los arrojó lejos y que hizo volar todas las flores que rodeaban el terreno.


Una vez la visión de Manigoldo se restauró por completo, movió con dificultad su cuerpo tratando de ponerse de pie. Al no ver rastro alguno de Aspros o Verónica, desvió su mirada a sus espaldas pudiendo notar que el camino del inframundo aún se encontraba abierto. No perdonaría a Thanatos, pero la última petición de su amigo era que regresara al inframundo.


 


- No te atrevas a dar un paso más – exigió Aspros, sabiendo que si Manigoldo llegaba a pisar el inframundo perdería todo el poder que le fue brindado por Hypnos – veo que este espectro fue el que te ayudó a abandonar el santuario.



Sin cuidado, Aspros levanto del brazo a Verónica mostrándole la gravedad de sus heridas. Su cuerpo estaba lánguido y podía ver que casi no reaccionaba. Si no hacía algo, estaba seguro de que su amigo fallecería en el mismo lugar que había perdido todo lo que alguna vez amó


 


- Si realmente te importa que sobreviva entonces ríndete, no sería problema alguno eliminarlo – al no ver respuesta de su prometido, levantó su mano derecha dispuesto a cortarle la cabeza al espectro de las moscas.


 


- ¡Está bien! ¡Lo hare! – gritó asustado impidiendo que continuara con sus acciones – lo haré... pero déjalo ir


 


- Entonces demuéstralo – arrojó el cuerpo del espectro a sus pies, invitando al canceriano a tomar su mano para cerrar el trato – ven aquí.


 


Con resignación, Manigoldo obedeció. Caminó con dificultad hacia él para ser abrazado de inmediato. Sentir a Aspros tan cerca le repugnaba. Pensando en todo el dolor que padeció al haberse quedado a su lado. "Esto no pude empeorar más", pensó con ironía, soportando la necesidad de llorar por la frustración.


 


- Hay algo que necesito decirte – besó con delicadeza sus cabellos. Para poco después golpearlo con el Satán Imperial, logrando que la fuerza de su cuerpo se perdiera por completo – muchos de nuestros compañeros desean saber tu opinión acerca de nuestra boda, así que una vez que regresemos al santuario deberás expresar tu felicidad.


 


Sostuvo el cuerpo de Manigoldo para abrir un nuevo portal que los llevaría devuelta al templo de cáncer. Le ordenó limpiarse rápidamente para no mostrarse con esa apariencia tan sucia y descuidada. Necesitaban dar una buena impresión. Una vez hecho, su dulce cangrejo se acercó a él.


 


- Esta es tu orden, actuarás a mi favor aceptando nuestra unión frente a todos los santos dorados – levanto con firmeza su rostro– negarás toda objeción dicha por tus amigos, recuerda que tú me amas y te mostrarás como alguien dócil dispuesto a obedecerme. ¿Entiendes?


 


- Sí – respondió dándole un casto beso a su mejilla


 


A pesar de responder a sus deseos, dentro de la mente de Manigoldo existía una lucha interna por negarse a las palabras de Aspros. Pero sus esfuerzos eran inútiles, su cuerpo era dominado a voluntad y hacía todo lo que él demandaba.


 


- Por su puesto – volvió a hablar Manigoldo, mientras sujetaba las manos del guerrero de géminis – yo te amo y haré todo lo que me pidas


 


- Es bueno saberlo – sonrió victorioso.


 


Reforzando el agarre, nuevamente desdobló el espacio para poder dirigirse al templo principal, en el cual los esperaban. Y grande fue la sorpresa de todos al verlos llegar tomados de la mano.


Aspros caminó junto a su futuro consorte en dirección a Sage. Y cuando pasó al lado de sus compañeros de armas, miró con superioridad a los que se oponían a su compromiso. Ya quería ver sus rostros cuando el patriarca aceptara su compromiso.


 


- Patriarca Sage, como puede ver, Manigoldo realmente desea estar a mi lado. Y puedo asegurarle que cuidaré muy bien de él a partir de ahora – habló con suavidad dejando un beso sobre los cabellos del canceriano, quien sonrió ante su gesto –


 


- ¿Realmente deseas eso? – preguntó Sage desconcertado por el cambio de actitud tan repentino de su alumno – jamás mencionaste que estabas en una relación con Aspros.


 


- Usted sabe que detesto las muestras de afecto en público, por esos motivos decidimos mantener esto en secreto – respondió sin ápice de duda –, pero yo deseo casarme y vivir a su lado.


 


Antes de volver a realizar otra pregunta, Sage fue interrumpido por Albafica. Quien por la rabia tomó con rudeza los hombros de su amigo alejándolo de Aspros. En ese momento ni siquiera pensaba en lo dañino que podría ser su cercanía.



- ¡¿Qué demonios te pasa?! – alegó sin poder creer lo que escuchaba, sacudiendo su cuerpo en un intento por hacerlo reaccionar – ¡hace unas horas odiabas con todo tu ser al maldito de Aspros!, ¿por qué ahora actúas de esta forma? – era como si negara por todo lo que habían pasado.


 


- No sé a qué te refieres, yo siempre lo he amado – habló enfadado Manigoldo por la agresividad de su amigo, liberándose de sus manos – además no te permito hablar así de él.


 


- ¿Acaso enloqueciste? – tomó la palabra Kardia, acercándose a ambos guerreros – ¡Este no eres tú! – sin misericordia, golpeo su rostro en un intento desesperado por hacerlo reaccionar – ¡El Manigoldo que yo conozco jamás hablaría así!


 


En ese momento, Aspros intervino inmediatamente. Interponiéndose entre Kardia y su cangrejo. No dejaría que le causaran daño en su presencia. Confrontó al de Escorpio con una mirada agresiva, para luego concentrarse en cuánto había sido el daño que provocó en el bello rostro de su prometido


 


- ¡Ya fue suficiente! – reclamó en voz alta Hakurei – ¡puedo ver que no existe negación alguna por parte de Manigoldo, así que la ceremonia debería ser realizada mañana temprano, junto con la coronación de Aspros como nuevo patriarca! – en ese momento dirigió su mirada a su hermano, para instarlo a pronunciarse al respecto.


 


Mientras Hakurei esperaba a que Sage tomara una decisión. Todos los presentes discutían y hacían preguntas. No entendían en qué momento Manigoldo y Aspros habían comenzado una relación. Kardía y Albafica estuvieron a punto de intervenir por la fuerza nuevamente, hasta que una voz los detuvo. Era Asmita, quien otra vez se sentía forzado a interceder.


"Contrólense, no podremos ayudar si somos sentenciados por desobedecer las órdenes del Santuario. Necesitamos estar juntos para detener los planes de Aspros". La voz de Asmita fue escuchada por Deuteros, Cid, Kardia, Degel y Albafica. Quienes se sorprendieron internamente ante la petición del caballero de Virgo. "Deben mostrar conformidad o al menos no oponerse de momento. Tenemos que organizarnos para hacer algo, es evidente la maldad que existe en Aspros."


Por su parte, Hakurei al no recibir respuestas de Sage lo apartó del bullicio. Odiaba cuando su hermano se ponía sentimental, eso siempre lo llevó a ser blando en sus decisiones. En este momento que tenía a la mitad de la orden dorada en un caos necesitaba demostrar que seguía siendo el líder y que sus mandatos debían ser respetados.


 


- Me gustaría hablar con él a solas para cerciorarme de su decisión – habló Sage afligido


 


- Todo ya fue aclarado – refutó con molestia, intentando hacerlo entrar en razón – los santos de Piscis y Escorpio están difamando a Aspros. Quien será el Patriarca que te sucederá, no puedes dejar que se le revelen incluso antes de ser coronado. Él fue el ganador del combate. Combate que, te recuerdo, nuestra diosa estableció para decidir quién será Patriarca.


 


- Por favor dame tiempo para pensar – le suplicó Sage cansado. Eran demasiadas emociones por un día. El cambio de actitud de Manigoldo lo superaba. Habían tenido una fuerte pelea ese día y ahora estaba como si nada. Estaba empezando a colapsar por el estrés.


 


No me obligues a revelarte como un traidor del santuario, harás lo que es mejor para tu estudiante y para ti – le dijo al oído Hakurei.


 


Sage, asustado por las palabras de su hermano. Miró cómo se presentaba la escena. Observó con amor a su alumno, quien aún se hallaba siendo cuidado por Aspros. Veía consternado a la mayoría de los santos discutir, aunque cada vez más tranquilos. No tenía muchas opciones. De momento tendría que darle el favor a su hermano y a Aspros. Esperaba, sin creérselo realmente, que Hakurei tuviese razón.


 


– ¡He tomado mi decisión! – anunció, causando el silencio esperado. – Aspros ha demostrado que dice la verdad. Ha traído a Manigoldo quien dice quererlo como su consorte. Es el siguiente Patriarca y desde este momento le doy potestad para dar órdenes en el Santuario. Además, a partir de hoy puedes hacer uso del templo principal.


 


– ¡No lo haga gran patriarca! – gritó Kardia


 


– ¡Basta! – vociferó Hakurei, haciéndolo callar.


 


Aprovechando el llamado de atención de Hakurei. Sage se acercó a Aspros y Manigoldo para darles su bendición. Dándole una caricia a su hijo. Volviéndole a preguntar si era feliz con su decisión. Al ver su plácido semblante, se sintió un poco más seguro.


Se separó de la pareja para luego dirigirse a todos los presentes. Informando que su hermano y él ya no eran necesarios allí. Ambos maestros se despidieron, teletransportándose. Dejando en manos de Aspros las siguientes decisiones a tomar.


Inmediatamente Aspros, una vez los ancianos se retiraron, cambió su cínica postura por una de evidente odio hacia los amigos de Manigoldo.


 


- Ustedes son una molestia – declaró apuntando a Kardia y Albafica – si no están dispuestos a aceptar mi unión con Manigoldo, entonces no merecen estar aquí – en una señal, ordeno a Shion apresar con su poder a Albafica y a Dohko sostener a Kardia – quedarán en confinamiento en los calabozos hasta el momento de mi coronación, considérenlo como una llamada de atención.


 


- ¡Púdrete maldito! - exclamó Kardia, escupiendo al suelo.


 


Albafica y Kardia no hicieron mucho por liberarse, sabían que Asmita tenía razón. Debían ser pacientes si querían salvar a Manigoldo de esa unión y hacer justicia por Sísifo.


Sus demás compañeros, que no eran controlados por Aspros, solo observaron impotentes cómo los sacaban de la cámara principal del Patriarca para ser encarcelados. Nadie más habló, solo el de géminis. El cual los despidió de la estancia, tenía mucho que arreglar para él y su consorte.


 


"A partir de ahora yo tomare el control"


 


 


 


ADVERTENCIA: LA SIGUIENTE ESCENA CONTIENE LECTURA PARA ADULTOS Y CONTENIDO VIOLENTO.


Esta escena del fanfic, pertenece y fue escrito por @CronopiaCron, si gustan pueden pasar a leer su borrador original en el perfil 


 


 


 


SANTUARIO DE ATHENA – TEMPLO DEL PATRIARCA


 


El sol hace horas ya se había puesto. Era luna nueva. Las nubes cubrían el cielo estrellado. Y en aquella oscura noche, las luces de las antorchas eran lo único que iluminaba el camino de las doce casas. El viento corría apresurado por los acantilados, haciendo escuchar en su silbido la advertencia de lo que ocurriría.


Las celebraciones por el triunfo de Aspros habían durado hasta muy tarde. Caballeros de plata, bronce y aspirantes habían formado parte de la dulce embriaguez de las que pocas veces se podrían dar lujo. Y ahora todos descansaban. El silencio reinaba.


Al interior del templo principal no habría excepción. El nuevo Patriarca celebraría a su manera. Había planeado este momento por años, no desperdiciaría ningún segundo. Pidió a los sirvientes que se fueran. No quería a ningún fisgón. Nadie a parte de él debería escuchar los placeres que le brindaría a su futuro esposo.


 


– Ven conmigo Manigoldo, ahora que soy oficialmente el patriarca y tú serás finalmente mi consorte, ya no hay impedimentos para consumar nuestro compromiso.


 


Aspros lo tomó de la mano para guiarlo entre los muchos cortinajes que separaban las tantas estancias del templo principal, hasta llegar a una gran puerta que daba a lo que sería su dormitorio. Lo habían preparado especialmente para ellos dos. Era una recámara diferente a la que utilizaba Sage, que era más austera y recatada. Estaba convencido de que ellos requerían algo mejor. Abrió ansioso dándole el paso, deseaba que conociera lo antes posible cuál sería el lugar que compartirían.


Desde su centro, Manigoldo sabía que no debía estar ahí. Estar en ese lugar solo le causaba impotencia. Tenía que huir, correr, hacer lo posible por detener sus movimientos. Pero todo era en vano, su exterior respondía a todas las órdenes de Aspros.


La habitación estaba levemente iluminada por algunos candelabros de bronce. A pesar de ser amplia y de grandes columnas, ésta era completamente cerrada, sin ventanas o lumbreras. Se alcanzaban a ver apenas algunos muebles, que brillaban levemente en sus altos relieves gracias a su pulimentado barniz. Pero lo que sobresalía era el gran tálamo que poseía un hermoso dosel traslúcido, el cual resaltaba por el titilo de las velas.


 


Este último detalle lo hizo caer en pánico. No quería unirse a él. Trataba de inflamar su cosmos, pero era imposible. Su desesperación no era reflejada. Ahora su cuerpo era una cáscara de sí mismo. Solo era ejecutor de los caprichos de su captor.


Aspros llamó su atención dedicándole una caricia, sacándolo de su ensimismamiento. Había dejado su cabello detrás de su oreja izquierda. Si tuviese el poder suficiente, le arrancaría el brazo por atreverse a tocarlo. Pero después sintió como lo llevaba hasta la cama, dejando de lado su momentáneo enojo, para volver a sentirse turbado.


Comenzó delicadamente a desvestirlo en un ritual que le pareció eterno, sintiendo el rasposo tacto de sus manos que consiguió erizar su piel. Su propia reacción solo hizo que se atormentase aún más, estaba respondiendo al tacto de ese maldito.


 


Pero lamentablemente esta tortura estaba recién comenzando. Vio cómo su actual pareja se desvestía y hurgaba en el cajón del velador un aceite de agradable fragancia, que inmediatamente empezó a pasar por su pecho, instándolo a recostarse. La humedad y presión del masaje comenzaba a provocarle un sofocante calor a corporal. Su toque ardía. Quemaba como si le marcase a fuego vivo.


La vergüenza y culpa lo dominaban. Puede que no lo estuviese dañando físicamente. Mas las huellas de sus manos quedarían incrustadas dolorosamente en su pecho. Inolvidable. Nunca olvidaría tal humillación. Y así, al entender que no podría superar algo así, lo recordó. El rostro de Thanatos. Su toque. Sus besos. Su amor. Sabía que su destinado estaba arrepentido, ¿por qué no tomó la oportunidad de volver con él cuando Verónica se lo ofreció?


Contrariamente, para Aspros la escena era estimulante. Ver cómo su deseado cangrejo al fin estaba a su disposición. ¡Y no era una de sus tantas fantasías! Se encontraba ahí. Yaciente. Con sus ojos cerrados, como si quisiera concentrarse en las placenteras sensaciones que él mismo provocaba. Tenía que ser cariñoso con él si quería ganar su afecto.


 


Aunque infeliz. Muy en el fondo. Sabía que se autoengañaba. Que ese que estaba allí era una mentira que él mismo había creado. Pero a pesar de esto, la idea de que Manigoldo no fuera suyo era inconcebible. Intolerable. Y peor era que ese asqueroso dios lo tomase para sí. Sus acciones estaban más que justificadas, incluso Sage los había bendecido en su unión.


Trató de dejar sus pensamientos para volver a concentrarse en su tarea. Lo observó nuevamente. Una mirada era suficiente para entender que hacia lo correcto. Veía sus labios entreabiertos notando el leve brillo de sus dientes, barreras que ocultaban su dulce lengua y que deseaba atrapar. Sentía su respiración bajo la mano que apoyaba en su pecho, acompasada y tranquila.


Su amado estaba relajado bajo sus atenciones, confiaba en él. Orgulloso de sí mismo, decidió dirigir sus caricias a sus gruesos y musculosos muslos, apretándolos con intensidad. Así abrió aún más sus piernas, hincándose entre ellas. Subió suavemente con sus manos hasta el exquisito pliegue de carne que se formaba al iniciar sus nalgas. Deslizando ahí sus índices, para llevar sus pulgares hacia sus genitales. Rozándolos insinuante repetidas veces.


 


Manigoldo inevitablemente flexionaba sus rodillas agitado y empuñaba las fundas, cortando su circulación. Desde abajo Aspros podía notar como al fin su adorado lo miraba a los ojos. Intenso, como una fiera reprimida que se negaba a ser domada. Pero él lo sabía. Sabía que se lo estaba suplicando. Que lo pedía a gritos.


Siguió jugando lentamente en esa área mientras besaba una de sus tetillas, percibiendo en sus labios la vibración exquisita que provocaban sus gemidos. Se distanció para derramar aceite en su entrepierna. El que utilizó en su cuerpo no sería suficiente para lo que iniciaría. Procuró que cayese en un hilo sobre su miembro semi erecto. Relamiéndose al apreciar cómo el líquido caía suave hasta sus testículos, recorriendo su camino final entre sus nalgas. Levantó sus piernas por las corvas poniéndolas en sus hombros, para luego posicionar una almohada debajo de sus caderas.


Todo ese tiempo Manigoldo no dejaba de repetir el nombre de Thanatos, ¡¿Qué tan testarudo tendría que haber sido para darse cuenta, en una situación como esta, que lo amaba?! ¡Que esas caricias que recibía las quería de él! ¡no de alguien más! Se negaba a aceptar la realidad, intentaba eximirse de lo que estaba pasando. Pero la horrible verdad es que esas caricias las estaba sintiendo y le gustaban.


 


El mayor comenzó a masturbarlo de forma envolvente, para posteriormente introducir una de sus falanges. Estaba ansioso por entrar en él. Necesitaba un poco de atención por parte del canceriano. Pero sabía que debido al Satán Imperial no haría nada sin que se lo ordenase.


Por el momento se conformaría con contemplar el fruto de sus esfuerzos. Su goce era evidenciado en todo su cuerpo. Su transpiración, enrojecimiento y respiración. Lo besó deseoso, mordiendo sus labios para que los abriera más y poder profundizar. No recordaba cuánto tiempo había pasado desde la última vez que compartieron ese contacto. Lo había esperado con ansias. No podía desconcentrarse. Siguió con su preparación y esperando más de él, metió otro dedo, escuchando un quejido de incomodidad.


 


– Manigoldo ¿te gusta?


 


"¡No! ¡lo odio! ¡Te odio! ¡Odio todo de ti!" se lamentaba internamente, sabiendo que sus esfuerzos eran en vano.


Silencio... ¿Por qué no le respondía? Tal vez no lo escuchó bien...


 


– Te estoy preguntando si te gusta – se acercó a él tomando sin fuerza sus cabellos. Podía ver que su rostro estaba hirviendo y enrojecido. Aguantaba la respiración. Quería hacerlo reaccionar por lo que presionó con fuerza la punta de su miembro.


 


Manigoldo en respuesta tomó aire, dando un gran gemido. Pero internamente, se sentía podrir. No podía parar de jadear por las atenciones de Aspros. El cual se veía satisfecho. Curvando hacia su próstata los dedos que tenía introducidos, haciendo ahínco en esa zona al escuchar como esos seductores sonidos incrementaban.


 


– ¿Te gusta? – repitió la pregunta con una sonrisa socarrona.


 


"¡No! ¡Thanatos ayúdame! ¡Thanatos! ¡Thanatos! ¡Thanatos! ..." repetía en sus pensamientos Manigoldo sin parar.


Sin embargo, para Aspros, nuevamente no hubo réplica. Podía ver cómo apretaba los dientes y comenzaba a derramar lágrimas. ¿Acaso se le resistía incluso con el Satán Imperial? ¿Tanto lo detestaba para no querer acatar sus órdenes? Vio como cerraba fuertemente sus ojos, enfureciéndolo aún más, dándole una bofetada.


 


– ¡Mírame! – lo agarró de sus hombros zamarreándolo – ¡Háblame Manigoldo! ¡¿Por qué me sigues rechazando?! – su voz se comenzaba a quebrar, rompiendo en llanto abruptamente, apoyando la cabeza cerca de su clavícula y sujetando su rostro.


 


Mas su flaqueza duró poco, si no funcionaba por las buenas, lo haría por las malas... Invocó La Otra Dimensión en silencio, utilizando su poder en un área que abarcaba todo el cuarto. Después, deshizo el Satán Imperial, al mismo tiempo que volvía a tomar sus piernas con fuerza, llevándolo bruscamente a su cuerpo. Hundiéndose en él sin piedad. En ese momento logró obtener una respuesta. Un grito desgarrador desde lo más profundo de su garganta.


 


– ¡Para! – suplicó con la voz extendida, estirando los brazos para alejarlo de él. El dolor era tan intenso que ni siquiera caía en la consciencia de que estaba libre de su técnica.


 


– ¡¿Por qué eres tan testarudo?! – Vociferó amenazante, golpeándolo nuevamente – ¡¿Te das cuenta de que todo es tú culpa?! – retrocedió sus caderas oyendo un sonido ahogado – ¡Si tan sólo me hubieras aceptado! – gruñó volviendo a embestir con fuerza, obteniendo un chillido lastimero


 


– ¡Aspros por favor! – el golpe y el ardiente dolor que sentía en su zona baja, lo hicieron entender que había recobrado el control de su cuerpo. Pero aun así no podía liberarse. Estaba atrapado por el peso del geminiano. – ¡Detente! – volvió a pedir, comenzando a golpear su pecho y jalar su pelo.


 


– ¡Cállate! – Iracundo. Aspros lo volvió a golpear, llevando sus brazos por arriba de su cabeza. – ¡No tienes derecho a quejarte de nada! ¡Tú iniciaste esto! ¡Tú me jugaste esa broma! – veía a Manigoldo con la cara sangrante. Gimoteando. Resistiéndose – ¡¿Por qué mi amor fue solo una burla para ti?! – preguntó trastornado con la vista empañada, desarmándose por segunda vez, soltando levemente el agarre.


 


El canceriano, dándose cuenta de su oportunidad, aprovechó la distracción del geminiano. Movió una de sus piernas para darle un gran golpe en su mentón, logrando que lo soltase y saliendo de él dolorosamente. Se dio vuelta como pudo. Estaba tan agotado y herido que se agarró de las sábanas para impulsarse fuera de la cama.


Corrió torpemente hacia la puerta, abriéndola rápidamente. Dándose cuenta de que había un vacío de estrellas al otro lado ¿En qué momento había caído en la otra dimensión de Aspros? La desesperanza comenzaba a apoderarse de él, la cual aumentó al escuchar una gran carcajada detrás suyo.


Se dio vuelta, divisando a Aspros en el lecho nupcial sobándose la barbilla mientras reía enloquecido. Quiso usar su cosmos para escapar utilizando el Yomotsu, pero el mayor se percató de su estrategia inmovilizándolo con su habilidad. Después de todo, estaba prisionero en su técnica.


Para el de géminis esto solo era un juego. Quería verlo sufrir. Así que solo usaría su control mental para inmovilizarlo lo que fuese necesario. Lo hizo levitar para luego azotarlo boca abajo contra el piso. Una. Dos. Tres veces


Manigoldo apenas se movía, sentía un gran peso impalpable, como si la gravedad se hubiese intensificado. Escuchó como Aspros se aproximaba. Lo agarró agresivamente de los cabellos hasta levantarlo, buscando su expresión, la cual disfrutó curvando su comisura.


 


– Aspros por favor... – suplicó quebrado. Ser derrotado así, tan fácilmente... le hacía perder toda esperanza – por favor... – balbuceó.


 


– Tuviste una oportunidad, pero tranquilo, tal vez después de esto aprendas tu lección y te comportes como corresponde – objetó malicioso. Arrojándolo a la cama boca abajo, dejando su torso apoyado en ella, sus pies tocando el suelo y su trasero alzado para él.


 


– Aspros ... – Manigoldo tiritaba, no sabía si era por el terror o la adrenalina. Estaba inmóvil, ni siquiera intentaba escapar.


 


– Separa las piernas – ordenó, disfrutando como ya no tenía que ejercer sus poderes en él.


 


– Por favor, para... – sollozaba con su frente en el colchón, apretando la suave superficie.


 


– Hazlo, no lo repetiré otra vez – impuso con voz dominante. Manigoldo no debía seguir resistiéndose.


 


Recorrió con uno de sus pies la suavidad interna de sus muslos. Lo veía sacudirse. Le temía. Ese terror palpable que desprendía lo excitaba a niveles desorbitados. Y aun mayor fue su goce al darse cuenta de que lo estaba obedeciendo. La escena era insuperable. Su piel, que ya estaba hermosamente decorada con moretones y fluidos, se complementaba aún más con la rojiza humedad que caía desde su ano. No estaba seguro de poder contenerse más.


En ese momento Manigoldo percibió en su espalda el pecho de Aspros. Tomó una bocanada de aire, ya no se sentía capaz de exhalar. Su percepción de la realidad estaba abstrayéndose. El hálito del contrario estaba en su nuca. El peso asfixiante sobre él comprimía sus costillas contra el colchón. Su estómago estaba tenso y casi lo siente volcar cuando advirtió el gran miembro del geminiano restregarse en su entrada.


 


– Pídelo – susurró a su oído – di que lo deseas dentro – dijo mientras hacía un meneo sobre él.


 


– Lo... – no podía, no podía pronunciar esas palabras, quería vomitar – ... T-Thanatos sálvame – susurró casi inaudible


 


– ¿Cómo?


 


– ¡Thanatos! ¡Ayúdame por favor! – gritó con la garganta rasposa – ¡Ah! ¡Thanatos! – lloriqueaba sin consuelo.


 


– ¡Cállate!


 


– ¡Thanatos perdóname! ¡Nunca te abandonaré de nuevo! ¡Por favor, sálvame! – sollozaba hipando.


 


Aspros, indignado por la falta de respeto de su pareja. Tomó sus brazos hacia atrás, embistiéndolo con furia. Provocando más gritos incontrolables del canceriano.


 


– ¡¿Por qué no puedes ser más sumiso?! ¡Yo soy el patriarca! ¡Yo seré tu esposo! – continuaba empujando sin tregua.


 


– Thanatos... Thanatos – con los ojos ya enrojecidos, no podía parar de llamarlo. Ahora jamás lo perdonaría, nunca disculparía esta traición – Thanatos ...


 


– ¡Ja, ja, ja! ¡Ese dios jamás llegará hasta acá, debe ver lo sucio que eres! Pero después de todo, no tiene importancia, eres mío ... – lo hizo voltear para unir sus labios sin compasión. Era suyo, daba lo mismo lo que él dijera, era solo suyo...


 


Siguió arremetiendo hasta que se vino dentro de él, intensificando el beso. Cuando se alejó levemente de él, notó que su amado se había desmayado. Sonriendo lo alzó en brazos para acostarlo en la cama, para acariciarlo mientras dormía.


 


– Tendré que limpiarte, no queremos que te vean así – pronunció feliz tocando la punta de su nariz juguetonamente – te amo tanto.


 

Notas finales:

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