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TomEdd Week 2019 por black_leger

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"Te encontré".

El recuerdo de aquella voz infantil se sentía tan vivido que era casi ridículo imaginar que había ocurrido hacía casi treinta años atrás, miro el vaso frente a él recorriendo con la punta de su dedo el borde del recipiente frío por el hielo, el recuerdo de su primer encuentro siempre volvía a él como una maldición tan reconfortante como tormentosa.

Siempre fue un niño al que era fácil molestar, pequeño, sin amigos, tímido, quizás fue eso lo que le hizo convertirse en una víctima perfecta para acosar, hacerlo llorar paso a convertirse en una clase de juego cruel de sus compañeros de clases, nunca se lo dijo a nadie y aquellos mocosos era lo suficientemente inteligentes para molestarlo cuando sabían que no podían ser atrapados, aun se preguntaba si fue suerte o instinto materno lo que hizo que su madre lo cambiara de escuela antes de terminar su primer año, lo que fuera, estaba profundamente agradecido.

Fue en aquella nueva escuela donde conoció a la persona que se convertiría en su primer amigo, el causante de los mejores y peores momentos de su vida y por el cual se encontraba en aquel bar deseando morir.

"Te encontré".

Nuevamente la frase llego a su mente haciéndole sonreír con nostalgia.

No esperaba que las cosas cambiaran en aquella nueva escuela, en su mente infantil sus nuevos compañeros no eran muy diferentes a los anteriores, pronto descubrirían que era una presa fácil, le quitarían a su oso, lo apartarían del grupo o sencillamente lo lastimarían fingiendo que había sido un accidente, pensaba que, si se mantenía alejado de todos hasta la hora de la salida nadie se metería con él, sin embargo, que equivocado estaba, nunca puedo llevar al cabo su plan que termino convirtiéndose en un interminable y desesperante juego de las escondidas.

Edd solía salir tras él, buscándolo y encontrándolo como si supiera de antemano cuál sería su escondite del día.

La voz de Edd siempre estuvo cargada de una incontrolable emoción cada vez que anunciaba que lo había encontrado, solo para que segundos después tuviera salir corriendo intentando escapar de su presencia buscando un nuevo sitio seguro, y nuevamente el ciclo volviera a repetirse hasta que llegara el momento del inevitable regreso al aula en donde sabia, no podía escapar.

Bebió hasta acabar con el trago, el alcohol quemaba su garganta y calentaba su estómago, debía estar realmente ebrio para que su rostro enrojecido delatara su estado de embriagues, pero apenas se encontraba comenzando a beber y no pararía hasta ser incapaz de recordar su propio nombre, con un sutil movimiento llamo al hombre detrás de la barra que se apresuró a llenar nuevamente su vaso, no podía verlo, con el tiempo su vista se había vuelto tan terriblemente mala que sin sus lentes fácilmente podría pasar por ciego, aunque en la oscuridad del bar poco importaba que se encontrara usándolos o no, gruño solo para escuchar un suspiro resignado del viejo barman que seguramente le conocía mejor de lo que él se conocía a sí mismo.

Sus pensamientos volvieron nuevamente a los nostálgicos recuerdos de un pasado que no volvería.

¿Por cuánto tiempo fue que Edd se prestó para ese juego de las escondidas? ¿Días? ¿Semanas?

Ambos veían aquel pequeño juego desde perspectivas tan distintas que era sorprendente que aquella dinámica durara tanto como lo hizo, para Edd solo era un juego, mientras que para él se sentía como una carrera por su vida, fue hasta que todos sus escondites fueron descubiertos que llego a su límite; pocas veces se sintió tan aterrado como en aquella ocasión, Edd le parecía tan grande en ese entonces que creyó que lo mataría por atreverse a enfrentarlo, oh bueno, tampoco era como si realmente hubiera estado muy equivocado, pero eso lo descubrió hasta muchos años después.

Era tan vergonzoso recordar como termino aquel primer encuentro que cuando eran adolescentes amenazo a Edd diciéndole que haría que se arrepintiera si alguna vez se lo contaba a alguien, nunca lo hizo, sin embargo, amaba molestarlo fingiendo que contaría aquella anécdota solo para terminar contando una historia tan hilarante que de alguna forma se las arreglaba para ser más vergonzosa que la verdadera, bastaba decir que durante ese primer encuentro, él termino llorando tanto que Edd lo arrastro hasta la enfermería completamente pálido creyendo que había hecho algo realmente horrible pese a que ni siquiera lo había tocado.

Río con desgano ocultando su rostro entre sus brazos, nunca hubiera imaginado cuanto cambiaría su mundo tras aquel encuentro o cuanto cambiaría él desde entonces.

Edd se convirtió en su mejor amigo desde ese momento e incluso continúo siéndolo cuando todos a su alrededor comenzaron a alejarse de él, ni siquiera le importo continuar permaneciendo a su lado aun cuando termino convertido en un alcohólico amargado.

Nunca lo dejo solo sin importar cuan malas fueran las cosas o cuan horrible persona fuera y, sin embargo, fue él quien lo abandono, quien decidió escapar de su mejor amigo, evitar sus llamadas, inventar compromisos solo para no tener que verlo, perdió la cuenta de cuantas veces fingió no estar en casa cuando lo escuchaba llamar a su puerta, tal parecía que nuevamente aquel juego de las escondidas volvía a repetirse, solo que en esta ocasión era él quien ganaba la mayoría de las veces, no solo se sentía como escoria por todo eso, lo era, pero ya no era capaz de soportar estar cerca de Edd viéndolo ser feliz con alguien más y sabiendo que pronto esa persona lo alejaría de su lado para nunca más volverlo a ver, una vez más había perdido ante Tord y no podía hacer nada para cambiarlo, ni siquiera podía estar molesto con ese idiota, solo consigo mismo, él fue el cobarde que paso su vida ocultando sus sentimientos y actuando como si estos no existieran.

No importaba, nada importaba, en unos meses más Edd se iría para siempre, al menos en todo ese tiempo lejos de él, ya se había hecho a la idea de cómo sería una vida sin él a su alrededor y lo soportaría, de alguna forma de la que aún no estaba seguro de cómo, lo haría.

Su vaso fue vaciado tantas veces que dejo de contar su número de tragos, el alcohol nublaba sus pensamientos y adormecía sus sentidos, no quería continuar pensado más en Edd, ni en las memorias de su pasado.

—Te encontré, Tom.

Gracioso, nuevamente aquella frase que no le dejaba en paz volvía para continuar atormentándolo, quizás aún no se encontraba lo suficientemente borracho si continuaba, pero nada que una nueva ronda de bebidas no solucionara.

Con un movimiento torpe y aletargado hizo señas al barman para ser nuevamente servido.

—Hay formas más rápidas de matarse que con una congestión alcohólica.

Le tomo varios segundos darse cuenta que aquella voz no era una jugarreta de su mente y con horror se giró para encontrarse con la última persona que deseaba ver en aquellos momentos, aun con sus lentes torcidos y su visión borrosa, la silueta de Edd era algo que reconocería sin importar que apenas fuera capaz ver.

—¿Qué haces aquí? —podía notar su voz quebrada y sentir que rompería en llanto en cualquier momento, al menos tenía el consuelo de que al igual que muchas veces antes, podía culpar al alcohol por sus acciones.

—Llevarte a casa antes de que te mates.

—Déjame.

Se sacudió y lucho por liberarte del agarre de Edd, sin embargo, su endeble lucha termino apenas el vértigo se apodero de él obligándolo a sostenerse del otro para evitar caer.

—Te llevare a casa Tom.

Escucho la voz decepcionada de Edd mientras colocaba su brazo sobre sus hombros y le sostenía por la cintura para que fuera capaz de caminar por su cuenta.

—Cómprale un buen café en el camino.

—Si, lo sé. Gracias por el aviso.

Así que había sido traicionado pensó con cierto rencor hacía el hombre tras la barra mientras era arrastrado fuera del local, no era la primera vez que el sujeto hacía algo como eso cuando su estado era tan deplorable que resultaba preocupante, pero, de todas las personas a quienes pudo haber llamado, ¿por qué Edd?

Su rostro fue golpeado por una suave brisa helada que le hizo hacer gestos de molestia y sacudirse mientras intentaba limpiar su rostro sin lograr mucho.

Le tomo más tiempo de lo que a alguien sobrio le tomaría, darse cuenta que era una noche de niebla como muchas otras en aquella zona de bares, lo cual le daba una idea, si tan solo pudiera hacer que Edd lo dejara, podría ir a cualquier parte y perderse entre aquellas calles donde nadie podría verlo continuar hundiéndose en su miseria.

—Quiero que te largues y me dejes en paz, Edd.

—Cierra la boca Tom. Ni siquiera puedes caminar o qué, ¿quieres que te deje tirado en la calle para que cualquiera te levante? ¿O quieres continuar bebiendo hasta morir?

No se atrevió a responder, pocas veces Edd había estado enojado de esa manera y sabía que, para estar en aquel estado, realmente debía encontrarse preocupado por él.

<<Esto es cruel Edd, eres cruel y yo soy un idiota>>, pensó haciendo un último esfuerzo por liberarse de aquel agarre.

—Solo pide un taxi y me largare a casa.

—Dios, deja de actuar como un maldito adolescente —reprocho harto de actitud de Tom y de la situación, sin embargo, no se pondría a discutir a mitad de la calle con un borracho, eso era algo que discutirían en privado y que solo les incumbía a ambos, además conocía lo suficiente al otro para saber que aún no se encontraba tan perdido como deseaba que creyera.

Había quedado claro que no había espacio para discusiones o reproches, que Edd se encontraba en su límite de tolerancia y que realmente debía cerrar la boca si no quería que las cosas empeoraran.

La suave brisa se había convertido en una tupida llovizna que hacía que sus lentes se sintieran molestos e inútiles; las calles vacías hacían que aquel momento se sintiera extrañamente íntimo, recordándole aquellas noches en donde simplemente salían a vagar sin un rumbo fijo mientras hablaban de tonterías que se volvían más profundas a medida que la noche avanzaba.

Entraron al auto sin compartir palabras y partieron en un incómodo y silencioso viaje.

Cerro los ojos intentando reducir su mareo para no vomitar dentro del vehículo, ahora lo único que deseaba era llegar a casa y encerrarse en ella para olvidarse de todo, solo esperaba que Edd se encontrara lo suficientemente molesto para simplemente bajarlo en la entrada del edificio e irse y en el peor de los casos..., en el peor caso. Oh dios. ¿Qué tan ebrio pensaría Edd que se encontraba? ¿Tanto como para pensar que hablar con él sería un ejercicio inútil? ¿O ya se habría dado cuenta que su estupor comenzaba a disiparse debido al estrés?

El auto se detuvo y sus ojos se abrieron con horror al darse cuenta que finalmente se encontraban frente a su edificio, lo único que podía escuchar era la risa de Edd que se burlaba de la desespera forma en que torpemente intentaba abrir la puerta, seguramente creía que se encontraba a punto de vomitar o algo parecido. Estuvo cerca de caer cuando finalmente la puerta se abrió, pero de alguna forma se las arregló para mantener el equilibrio mientras era recibido por la lluvia que rápidamente comenzó a empapar su ropa y aclarar su cabeza.

—¡Tom!

Ignoro a Edd, mientras intentaba caminar lo más recto que le fuera posible hasta la entrada de su edificio, ¿sería demasiado pedir que Edd entendiera que deseaba que lo dejara en paz? La mano sobre su hombro fue la confirmación de que, en efecto, era demasiado pedir.

—Bien, ya estoy en casa, vete.

—No.

—Solo vete, Edd.

—Vamos a hablar te guste o no.

—Estoy demasiado borracho para esto.

—Sé que no lo estas, además, ¿con que llaves piensas entrar?

Escucho el tintineo de unas llaves resonar lo suficientemente cerca de su oído para escucharlas por sobre la lluvia, ¿en qué momento Edd las había tomado?, más importante aún, ¿cuándo había aprendido a hacer algo como eso con la destreza de un carterista? Por supuesto, era ridículo que se preguntara eso cuando la respuesta era jodidamente evidente, Tord, solo él le hubiera enseñado algo así.

Cada paso se sentía mucho más pesado y difícil de dar a medida que se acercaban a su departamento, su estómago se retorcía y sentía la bilis subir por su garganta.

Su corazón se detuvo cuando finalmente escucho el clic de la puerta al abrirse y fue empujado al interior del departamento.

Su cuerpo se derramo agotado sobre el sofá solo para que poco después, tuviera que cubrir su rostro deslumbrado por las brillantes luces de su nuevo hogar, realmente odiaba aquellas luces, pero sin ellas no vería ni un carajo en las noches, podía escuchar a Edd moverse por el lugar en lo que seguramente seria su cocina a juzgar por el ruido.

—¿Luces nuevas?

—Las necesito para ver de noche —cierto, sin embargo, rara vez las utilizaba, conocía demasiado bien cada rincón de su departamento como para necesitarlas, así que su uso se podría considerar algo meramente ocasional.

—¿Qué tan mal esta tu vista?

—No peor que la última vez.

La voz se volvió más cercana, tanto para saber que Edd se encontraba a su lado seguramente con una taza de café a juzgar por el olor.

—¿Qué hice mal Tom?

<< ¡Nada! ¡No has hecho absolutamente nada malo! Solo vete Edd, solo déjame, no hagas esto más doloroso de lo que ya es>>.

Deseaba tanto gritar aquellas palabras, confesar todo aquello que había guardado por tantos años y que ahora era un fuego que solo el alcohol era capaz de apaciguar.

—¿Qué fue?

—Nada.

—¿Nada? ¡Has pasado meses evadiéndome!

—Solo he estado ocupado.

—Deja de mentir.

Silencio, solo un agónico silencio siguió a aquella acusación, no quería apartar las manos de su rostro incluso cuando sus lentes comenzaban a lastimar el puente de su nariz, simplemente estaba demasiado atemorizado de ver lo que seguramente sería una expresión completamente destrozada en el rostro de Edd.

—¿Realmente quieres que así sean las cosas? Un día despertaste y decidiste que nuestra amistad te importaba una mierda, que simplemente no me querías más en tu vida, solo quiero saber una única cosa y luego me iré, ¿por qué?

—Yo... Estoy cansando Edd, demasiado cansado de esto.

—Cansado. ¡¿De qué?! ¿De mí? ¿De nosotros?

Más silencio, llanto que no era suyo y su cuerpo paralizado e incapaz de ir tras aquellos pasos que se apresuraban a la puerta.

—Si tanto me quieres fuera de tu vida así será, cuídate Tom.

La puerta se cerró.

Estaba solo, finalmente estaba solo, eso era lo que quería ¿no?

Quería que Edd saliera de su vida para que fuera menos doloroso aceptar que lo había perdido, nuevamente había actuado como un completo cobarde, lo había dejado ir creyendo que lo odiaba.

Tallo su rostro borrando sus propias lágrimas y se enderezo solo para encontrar frente a él dos tazas de café, Edd realmente tenía planeado quedarse con él esa noche, como muchas otras noches en que se desveló cuidando de él.

Miro con desesperación a su cocina donde sabía que había suficiente alcohol para hacer que se olvidara de esa noche y de las siguientes noches que vendrían a partir de ahora.

<<Alcohol para curar heridas externas, alcohol para curar heridas internas>>, recito mentalmente mientras caminaba en aquella dirección ignorando las humeantes tazas de café.

Con suficiente alcohol hasta su corazón dejaría de doler. 


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