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Young & Beautiful (Boku no Hero Academia) por BlackHime13

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen a mi sino a Horikoshi-sensei (=^w^=)

Notas del capitulo:

Hace un tiempo que quería escribir algo de este estilo: omegaverse, org. de emparejamiento, Dabi protegiendo a Izuku, y una escena de baile de un video que me ha inspirado mucho.

Espero que os guste tanto como a mi escribirlo.

PD: OOC en Katsuki xq es adulto y no un crio, y os recomiendo ver el vídeo n.n

Nos leemos en las notas finales n.n

Sabía que no podría librarse esta vez. Aunque quisiera su tiempo había terminado. Para él aquellas puertas que se erigían delante de su persona no eran más que una señal de su final. Eran el símbolo de todo lo que perdería en cuanto se adentrara allí. Si solo tuviera más tiempo… pero el hubiera no existe en la vida real por lo que con un suspiro repleto de agotamiento y resignación caminó hacia lo que sería su futuro.

 

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- ¡Buenos días! Ha llamado a las oficinas de la CAO. ¿En qué puedo ayudarle? – una voz animada habló desde el otro lado de la línea telefónica y él sintió ganas de reventar su móvil contra una pared. “Buenos días, dice como si este día tuviera algo de bueno” gruñó para sí enfadado y apático. Sabía que no le quedaba más opción que ceder y llamar, pero eso no significaba que no pudiera comportarse como se sentía: reacio a lo que se avecinaba. - ¿Me oye? ¡Disculpe! – oyó que decía aquella joven, o mujer, o vieja, en realidad le daba igual, solo sabía que era una voz femenina.

- Sigo aquí. – medio escupió como si el simple hecho de tener que pronunciar dichas palabras fuese una ofensa a todos sus antepasados. Cosa que podría ser cierta. Nunca ninguno de sus predecesores tuvieron la necesidad de hacer esa llamada, excepto él como no. Se le revolvían las entrañas de solo pensarlo. ¿Cómo es que él de todos terminó de aquella forma? Era una ofensa a su persona, un golpe humillante hacia su orgullo. Respiró profundamente para calmarse y se aseguró de que su agarre en el teléfono no le hiciera romperlo. – Llamo por el formulario de…EAO. – logró decir entre dientes. Se sentía humillado por toda aquella situación.

- ¡Magnífico! Pues como mencionamos en nuestra web, tiene que pedir hora para proceder con todo el procedimiento. – dijo ella todavía con aquella alegría que a él le estaba irritando.

- Eso ya lo sé, pero no tengo tiempo para ir en persona a por ellos y por eso querría que me los enviaran. – respondió sobándose las sienes cansado.

- Disculpe, pero eso no será posible. Para evitar malentendidos necesitamos verificar la identidad de la persona antes de empezar con el procedimiento. Es por seguridad. – fueron las palabras de ella y aquello le hizo gruñir.

- Eso lo entiendo, pero como dije no hay forma en que pueda presentarme antes de la próxima…. Del próximo evento. Si necesita mandar a alguien para que verifique no me opondré, pero yo no puedo ir. – insistió exasperado.

- Bueno… si puede verificar que lo que dice es cierto… podríamos enviar a un agente mañana mismo para que se haga cargo de todo. – su voz era insegura y parecía no creerle del todo. “Genial, otra gilipollas que no parece querer creerme.” Pensó rodando los ojos con molestia.

- Le mandaré la dirección e información que necesite y puede llamar al número que le daré para confirmar la visita. – finalizó la conversación con aquella palabras antes de colgar. Se recostó contra el respaldo de su silla y suspiró pesadamente.

- ¿Todo listo? – preguntaron a su derecha y cuando abrió los ojos se encontró con los rojizos de su mejor amigo.

- No. Manda todo esto cuanto antes y avisa a recepción sobre la inminente llamada. – contestó cansado.

- Mira… sé muy bien que esto no es algo que te guste, pero no queda de otra. Ya tienes 25 años y sino hubieras llamado tu, el año que viene hubieran mandado a unos agentes a arrestarte. – recordó con la voz repleta de preocupación.

- Eso ya lo sé imbécil. Solo que el que lo sepa no significa que no me sienta completamente cabreado por ello. – gruñó al tiempo en que volvía a cerrar los ojos.

Sin decir nada más el pelirrojo desapareció de la habitación y él se giró para ver por los enormes ventanales que cubrían toda la pared. – No todos tenemos la misma suerte que tú… - murmuró refiriéndose al hombre que acababa de abandonar su despacho.

La CAO era la Confederación de Alfas y Omegas cuya labor era encontrarle pareja a aquellos alfas y omegas que no pudieron hacerlo antes de un límite de edad. Fue creada en los años 30 cuando una enorme epidemia acabó con gran parte de la población y era imperioso que las dos razas con mayor índice de fertilidad se reprodujeran entre sí. A día de hoy aquello no era tan necesario, pero la gran influencia de la CAO seguía vigente, por lo que todos aquellos alfas y omegas que no tuvieran pareja antes de llegar a los 25 años y los 20, respectivamente, debían de llamar a la oficina más próxima y empezar con el procedimiento de búsqueda de pareja. Para aquello era el formulario de EAO, Emparejamiento de Alfas y Omegas, el cual consistía en preguntas bastante comunes como nombre, edad, profesión, intereses, etc. Lo típico de una web de citas, solo que en este formulario se incluyen muestras de sus olores para facilitar el emparejamiento de dos personas compatibles entre sí.

Una vez la lista se ha reducido a tres o cinco personas, comienzan las citas cuyo número total no pueden superar las 8 para cada prospecto a pareja, y finalmente se escoge a una. El índice de emparejamientos es indiscutiblemente alto, pero aún así de vez en cuando, incluso después de tan largo proceso, la pareja no se forma. En esos casos, la información de ambos permanece en la base de datos de la oficina correspondiente hasta que se encuentre otro candidato compatible. Lo máximo que un alfa ha estado sin pareja ha sido hasta los 32 años, y para evitar que algo como eso suceda se recomienda inscribirse a los 16 años para así tener más margen de tiempo para poder trabajar.

Claro que a no muchos les gusta la idea de usar la CAO, sobre todo a alfas, y estos esperan hasta el límite de edad. La razón es bastante obvia, utilizar la oficina va en contra de los instintos de caza que todo alfa posee en su interior. La cacería de omegas era una tradición datada de hace siglos donde una vez a la semana todos los alfas y omegas de una comunidad corrían por el bosque para buscar a su pareja. A partir de los 15 años se podía participar, pero claro está que aquello no era infalible. El proceso era largo y no siempre conducía a resultados favorables. La CAO contiene información de personas de todo el mundo lo cual ayuda a que dos personas 100% compatibles puedan encontrarse en una cantidad de tiempo relativamente corta.

Suspiró y volvió a darse la vuelta para estar cara a cara con la mesa de su despacho donde reposaban una gran cantidad de papeles que debía revisar. Sin más se resignó a lo que se avecinaba y se centró en su trabajo actual.

 

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- Muchas gracias por esperar. – dijo la mujer de recepción la cual hacía un rato se encontraba al teléfono. Él solo negó con la cabeza y sonrió levemente en respuesta. - ¿En qué puedo ayudarle? – preguntó ella sin borrar su radiante sonrisa. Él suspiró y ella notó lo resignado de su expresión por lo que asintió en comprensión. – El formulario EAO ¿verdad? – confirmó comprensiva. Él solo asintió quedamente.

Ella buscó los papeles necesarios y le indicó que se sentara en una de las mesas de recepción en lo que ella los organizaba. Sin decir nada se encaminó hacia allí y se dejó caer pesadamente sobre una de las mullidas sillas.

- Ya no hay vuelta atrás… - murmuró para sí mismo con los ojos llenos de melancolía. No le hacía gracia el tener que buscar pareja mediante la CAO y mucho menos que tenga que hacerlo para evitar terminar en prisión. Ese año cumplía los 20 y si no se presentaba en la oficina la policía iría a buscarle por incumplir con la ley de emparejamientos. Una ley arcaica a su parecer, pero nadie se había puesto a revisarla y/o modificarla.

- Sé que puede parecer horrible, pero te aseguro que no lo es. – oyó que decían suavemente a su derecha. Dio un pequeño saltito en su lugar por el sobresalto que le provocó el repentino sonido lo que ocasionó que ella riera algo divertida. – Siento haberte sobresaltado. – se disculpó sinceramente al tiempo en que se sentaba en la silla en frente de su persona.

- Voy a empezar mi tercer año en la universidad… ¿y si el alfa con el que acabo decide que quiere que me quede en casa y lo abandone todo solo por él? – inquirió asustado. Había muchas cosas que quería hacer y no quería tener que renunciar a todo solo porque un alfa anticuado crea que los omegas solo sirven para quedarse en casa a cuidar de los niños. Ella frunció el ceño ante sus palabras y le agarró las manos con suavidad notando en ese momento lo mucho que estas le temblaban.

- Para eso estamos nosotros aquí. El formulario, las entrevistas, las muestras de olor… todo está pensado para que nadie salga mal parado. – aseguró ella con voz calmada.

- Pero no es perfecto. Ha habido casos de maltrato después de superar todo el proceso. – rebatió él mordiéndose el labio con fuerza.

- Para eso está la policía. Siempre le damos un código a cada omega cuando sale de aquí, si lo presentas a la policía entenderán que estás siendo tratado mal y automáticamente nos llamarán. Los casos que has leído donde los omegas terminaron mal son porque no utilizaron esa ayuda. Hay algunos que sienten que no merecen la ayuda o que simplemente no comprenden que se encuentran en una mala situación hasta que ya es demasiado tarde. Los abusos son algo que la víctima no suele ver como tales… es algo complicado y difícil de lidiar, pero por eso estamos nosotros aquí… para ayudar en todo lo posible. – declaró mirándole a los ojos. Él suspiró una cuantas veces para tranquilizarse. Lo sabía. Sabía todo eso, es simplemente que no podía evitar pensar en lo peor.

- Lo siento es solo que… me cuesta no pensar en un resultado negativo. – confesó en un susurro.

- ¿Tienes problemas de autoestima o algún otro trastorno como la depresión? ¿Has tenido alguna mala experiencia con alfas? – inquirió ella suavemente.

- Yo…. Si. Eemm… traigo un informe de mi psicóloga. – respondió al tiempo en que le daba un papel algo arrugado. Ella asintió y lo repasó rápidamente. Al parecer durante la secundaria fue maltratado por sus compañeros lo que le ocasionó ansiedad, depresión y baja autoestima.

- Vale… mira este tipo de información es muy buena, porque al tener constancia de ello podemos ser más concienzudos en la persona con la cual te emparejemos. – aseguró sonriéndole con dulzura. Él asintió algo más relajado. – Ahora sigamos con los papeles. Son cosas básicas como nombre, edad, ocupación, etc. Los omegas tienen algunas preguntas más como son las expectativas de futuro, eso es si quieres trabajar, tener hijos, viajar, etc. Esto nos ayuda a tener una idea más clara de lo que quieres y asegurarnos que puedas cumplirlo. A alguien que no quiere quedarse en casa no se le puede obligar, y de eso nos encargamos nosotros ¿vale? – explicó sin borrar su sonrisa. Esta se amplió cuando vio al omega relajarse aún más y sonreír levemente ante algunas de las preguntas.

No fueron ni 20 minutos los que tardó en rellenar todo el formulario y luego le acompañó a la sala para tomarle las distintas muestras de olor y sanguíneas, esta última para comprobar su nivel de fertilidad. Una hora más tarde a cuando entró, salió por aquellas puertas algo menos ansioso de lo que se encontraba al entrar. Ahora solo le quedaba esperar a que le llamaran y rezar por que los candidatos no fueran horribles.

 

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Al día siguiente llegó el agente de la CAO antes de que él se presentara a la oficina, lo cual le sorprendió, pero no dijo nada simplemente se adentró a su despacho donde le esperaba una mujer de unos treinta años, cabellos castaños largos y rizados, ojos color aguamarina y por la falta de olor, una beta.

- Buenos días, señor. Espero no le importara mi visita tan temprana, pero necesitaba hacer unas verificaciones previas. – dijo ella y reconoció la voz como la misma que le atendió el día siguiente.

- Da igual. Mejor incluso. Así no perderé tanto tiempo en esta gilipollez. – gruñó y por la mirada estupefacta de ella supo que sus palabras no eran las que ella esperaba.

- Al parecer no se encuentra muy entusiasmado por la idea. – se recompuso rápidamente y dijo con la voz algo más fría.

- Mira… no soy el tipo de persona que miente para hacer a los demás sentir mejor. Siempre digo lo que pienso aunque a los demás no les guste. Así que sí. No me hace ni puta gracia tener que hacer todo este puto paripé para terminar como empecé, solo y trabajando en mi oficina. – declaró al tiempo en que se dejaba caer sobre su mullida silla detrás del enorme escritorio de madera. Para su sorpresa ella rió.

- Si soy sincera me gusta su actitud. Hay muchas personas que no quieren utilizar nuestros servicios, eso no es para nada sorprendente, pero todos intentan disimularlo. Me he reunido como muchos alfas y omegas, algunos nerviosos, otros cansados, pero todos intentaban poner buena cara y eso es algo que odio. Prefiero alguien que hable claro y diga lo que piense, así es más fácil para todos. – confesó ella sonriéndole y mientras hablaba se acercó hacia su escritorio para sentarse en la silla de delante. Él se cruzó de brazos, pero por su postura contra el respaldo de la silla, ella supo que sus palabras le habían relajado considerablemente. La tensión que percibió en sus músculos al entrar ya no se encontraba allí, cosa que se tomó como un paso en la buena dirección.

- Deje que me presente. Me llamo Kurosaki Hime y seré la encargada de su proceso de emparejamiento. Este es el formulario a rellenar, pero si me permite, me gustaría hacer la entrevista primero. – pidió suave, pero firmemente. Él alzó una ceja como gesto mudo a que continuara. – Como sabrá, primero se rellena el formulario, a continuación se dan las muestras pertinentes, luego procedemos con la entrevista para finalmente llamarle con los resultados donde le presentaríamos a quienes serían sus posibles parejas. En este caso quiero hacerle unas preguntas primero. – explicó y esperó a su respuesta cosa que él hizo al asentir levemente.

- Muchas gracias. Es algo corto y simple se lo prometo. Bueno… ¿por qué no tiene pareja? – cuestionó después de sacar una grabadora de su bolso y colocarla sobre la mesa.

- Directa al grano, me gusta. La razón es simple. No he encontrado a nadie a quien pueda soportar. – respondió claramente, pero al ver la cara de la morena elaboró un poco más en su respuesta. – Siempre he tenido problemas para controlar mi agresividad. He ido a terapia, pero mi temperamento no es algo que mucha gente pueda aguantar. Y por otra parte, no me gustan las personas sumisas. – explicó con sinceridad.

- ¿Tiene amigos? – inquirió ella.

- Hmp. Un grupo de idiotas, algo claro si siguen aguantándome aún después de todo este tiempo de conocerme. – fue su respuesta, pero su tono de voz daba a entender que los apreciaba por ello.

- ¿Ex parejas? – su pregunta le hizo reír, lo cual fue respuesta suficiente para ella. – Bien, una última pregunta si me la permite. – dijo al tiempo en que apagaba la grabadora.

- No creo que tenga que ver con la entrevista. – comentó, pero le indicó con la mano que procediera.

- Sinceramente es una pequeña curiosidad personal. ¿Cree que pueda alguien enamorarse de usted de forma sincera? – preguntó suavemente y él la miró sorprendido, aunque no tardó mucho en suspirar.

- No. Soy muy consciente de lo difícil que soy como persona y no creo que haya alguien quien quiera perder el tiempo conmigo. – confesó.

- No creo que sus amigos opinen lo mismo. ¿O me equivoco? – siguió ella y él solo rió quedo como respuesta. – Si me permite decirlo… y no tiene nada que ver con que sea mi trabajo… yo de corazón espero que pueda encontrarle al o la omega que pueda hacerle feliz. Como le dije antes, he conocido a mucha gente mediante este trabajo y usted es uno de los pocos que es consciente de sus virtudes y defectos… y me aseguraré de que la persona que le encuentre sea alguien que valore todas las partes que le conforman, buenas y malas por igual. – declaró con un brillo de determinación en sus orbes aguamarina.

- Aprecio la sinceridad, pero no venda algo que quizás no pueda conseguir. – dijo con una leve sonrisa de apreciación por las palabras de aquella mujer.

- No lo sabré hasta intentarlo. – comentó ella riendo para luego pasarle los documentos a rellenar cosa que hizo en relativo poco tiempo. Las muestras las tomó en menos de diez minutos y después de guardarlo todo en su bolso se levantó de su lugar. – Ha sido un placer conocerle y espero llamarle realmente pronto. – se despidió con un apretón de manos, pero antes de salir por la puerta se giró levemente y le sonrió. – Le encontraré un omega… lo prometo. – y a continuación salió de allí, dejándole solo y pensativo.

- Eso espero… - se permitió susurrar una vez se vio solo, sus ojos adquirieron cierto tono de tristeza al pensar en lo improbable que sería que aquello sucediera.

 

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Para su sorpresa en menos de una semana ya había recibido la llamada de Hime-san donde le informaba de cinco posibles candidatos: tres hombres y dos mujeres. Lo último le hizo fruncir la nariz en cierto desagrado, pues las mujeres no eran algo que le llamara mucho la atención, pero ella le aseguró que debía de haber algo de variedad y por ello las seleccionó, algo como que sus jefes la sermonearían por no hacer caso a la ciencia y solo escoger hombres, a pesar de tener mujeres más compatibles, incluso si él prefería la primera opción.

Después de hablarlo un rato y mirar su horario disponible y compararlo con el de los demás, concertaron las citas todas para la misma semana, excepto por una. Al parecer uno de los candidatos varones no estaría disponible hasta dentro de dos semanas para poder verle. Sus nervios aumentaron sin que pudiera evitarlo e hizo todo lo posible por centrarse en sus clases y su trabajo para así evitar la inminente tortura.

El martes por la tarde se encontraba frente a una cafetería del centro, era pequeña y acogedora, lo sabía porque había ido allí con regularidad durante los últimos dos años, dado que se encontraba no muy lejos de su campus. Inspiró y exhaló unas cuantas veces para darse valor y se adentró en el local. Pasó su mirada por el lugar hasta localizar a su cita, un hombre de cabellos negros alborotados. A paso nervioso se acercó y se sentó enfrente de aquel hombre quien con una espléndida sonrisa se presentó.

- Me llamo Shindo Yo. ¡Encantado de conocerte! – dijo dándole la mano. Él la cogió y la estrechó brevemente. Solo llevaba un minuto ahí sentado y ya quería irse. No le parecía mala persona, pero era demasiado animado para su gusto y atrevido, como notó al ver cómo le analizaba de arriba a  abajo.

- Midoriya Izuku. – respondió levemente apartando la mirada. Durante los siguientes 20 minutos su acompañante no dejó de hablar de sí mismo, a duras penas preguntándole nada de sí mismo, cosa que no le gustó para nada. Ese hombre parecía demasiado metido en su propia cabeza, además de que no dejaba de intentar cogerle de la mano, o acercarse lo suficiente como para acariciar su brazo, cosa que le hacía sentir incómodo.

Por la ficha que recogió esa misma mañana ya sabía que él tenía 23 años y trabajaba en una constructora, por lo que todo lo que estaba contando no tenía nada de nuevo o interesante. Su olor tampoco destacaba mucho aunque por lo menos no era totalmente desagradable. Era una combinación de flores silvestres que si bien agradables les faltaban algo… un toque más fuerte.

Fue un alivio cuando tuvo que marcharse por una llamada de emergencia del trabajo. Suspiró agotado y escondió su rostro entre sus brazos, los cuales reposaban sobre la mesa del lugar.

- ¿Una cita larga mi niño? – preguntaron a su lado y el solo gruñó sin levantar el rostro. Reconocería esa voz en cualquier lugar. La dueña del lugar era una señora mayor, de unos 65 años, amable y dulce, la cual amaba tratar con sus clientes. Esta rió divertida y dejó un plato enfrente de su persona, por el olor supo lo que era. Galletas de vainilla y chocolate recién hechas.

- No sabe cuánto la quiero. – confesó sonriéndole y esta le devolvió la sonrisa al tiempo en que le revolvía su ya de por si desordenado cabello. Se fue poco después agradeciéndole de nuevo con una sonrisa y un abrazo. Tuvo que mandarle un mensaje a Hime-san dándole su opinión de la cita y ella no pareció sorprenderse cuando le dijo que no quería tener otra con el alfa. Sus palabras fueron algo así como “Si demasiado orgulloso y centrado en sí mismo.” Cosa que le hizo reír divertido.

Las siguientes citas no fueron muy diferentes, para su sorpresa las más educadas fueron las alfas mujer quienes no parecían tratarle como a un objeto de carne, incluso sintió que podrían ser amigos después de que todo acabara. Ahora solo le quedaba una persona por conocer y se encontraba más nervioso que nunca. Ya no sabía qué esperar, pues si las personas que conoció eran lo mejor que Hime-san tenía en su base de datos… temía como sería el último alfa.

Pero bueno, para su cita todavía faltaban cinco días y el día antes tenía algo muy importante que hacer, algo que llevaba esperando con ansias desde hacía varios meses. Decidió olvidarse un poco del tema y centrarse en el viernes por la noche.

 

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Le sorprendió la llamada, pero en parte le agradaba aquella rapidez. Le explicó que serían cinco candidatos, tres mujeres y dos hombres. A pesar de no ser quisquilloso con el género del omega, si era sincero consigo mismo prefería a los hombres antes que a las mujeres, pero bueno tampoco es que haya muchos de estos. Concertar las citas fue algo difícil, pues su agenda era bastante apretada y aunque con cuatro de ellos pudo encontrar un hueco ya fuese para comer o cenar, hubo uno que parecía no tener solución, hasta que le cancelaron una comida de negocios un sábado dentro de dos semanas. A Kurosaki-san no pareció agradarle el tener que esperar tanto tiempo para una primera cita, pero el omega se mostró muy comprensivo cuando le comentó la razón del retraso.

Algo que no le gustaba es que no tendría ni idea de quién era la persona con la que saldría. Kurosaki-san le explicó que los omegas recibirían su ficha el mismo día de la cita y ellos se acercarían a su persona, lo único que él tendría sería un nombre y aunque con ello sería suficiente para averiguar sobre su cita… simplemente no le parecía bien ir investigando a otra persona a sus espaldas.

Era martes al mediodía y aquella sería su tercera cita. La primera fue con una mujer cuyo nombre no recordaba, pero fueron los quince minutos más largos de su vida. La segunda una omega llamada Camie, no fue tan mala, se entendieron bastante bien, pero a los diez minutos ambos supieron que lo suyo no funcionaría, al menos no románticamente, sí podía verse como amigos. Además ella confesó que le iban más las mujeres mientras que él correspondió y dio a conocer su preferencia por los hombres. Esta cita sabía que sería diferente por dos razones: una, era con uno de los omegas hombres y dos…

- Así que sí viniste. – comentaron a su lado y el solo sonrió de lado.

- Me pareció divertido. – respondió sin girar a mirar a su acompañante.

- A mi me pareció una broma de mal gusto. ¿Cómo puede alguien intentar emparejarnos? – comentó con lo que sería apatía, claro para alguien que no le conociera. El rubio por otra parte podía ver el brillo entretenido en sus orbes desparejados.

- Vamos Halfie, es nuestra excusa para pasar del trabajo y comer comida cara pagada por otro. – animó riendo malicioso.

- Sobre todo si ese otro es mi estúpido padre ¿no? – correspondió al gesto el de cabello bicolor.

- Exacto. ¿Cómo te va? – le preguntó a uno de sus más antiguos amigos.

- Bien. Esta es mi quinta cita y aunque no esperaba que fueras tú uno de los candidatos, no puedo quejarme. Me quita el tener que ser educado a la hora de rechazarte. – respondió sinceramente.

- ¿Ya te decidiste por alguno? – inquirió curioso.

- Si. Se llama Yoarashi Inasa, trabaja como bombero y tiene 24 años. Algo animado para mi gusto, pero su aroma me encanta. – explicó con una casi imperceptible sonrisa en su rostro. El rubio sonrió levemente ante sus palabras, al menos uno de los dos había encontrado a alguien. - ¿Tú qué tal? – le preguntó alzando una ceja.

- Bueno… la primera cita fue un horror, aquella mujer era un coñazo; la segunda no estuvo mal, excepto por el hecho de que juntar a un gay y una lesbiana no iba a funcionar; y la tercera es con un cono de helado de fresa y nata. – finalizó sonriendo de lado con un ligero tono de voz burlón. El contrario solo se encogió de hombros ante sus palabras.

- ¿Cuántas citas te quedan? – siguió la conversación como si nada. El ojirubí suspiró a la vez en que se cruzaba de brazos.

- Dos… este viernes con una mujer y el sábado con un hombre. – respondió frunciendo el ceño ante la primera opción.

- ¿Nervioso por conocer a ese omega? – curioseó, dejando de lado a la mujer, sabiendo perfectamente que a su gruñón amigo no le iba a gustar de ninguna forma.

- No lo sé… siendo sincero omegas hombres no hay tantos y encontrar uno que se interese en mi es aún más improbable. – pudo decir aquello porque entre ambos había cierta complicidad. Ambos tuvieron problemas emocionales y sabían que podían confiar el uno en el otro. Hubo ocasiones en que les hablaban de juntarse y ser pareja, pero simplemente no sentían ningún tipo de atracción física, a pesar de que ambos podían admitir libremente que el otro era atractivo.

- Hmm… yo tampoco creía que funcionaría. Mi padre lleva años presentándome alfas y ninguno me llamaba la atención, ¿por qué iba a ser diferente en la CAO? Pero puedo decir que estuvo bien. Conocí gente diferente, algunos con quienes no habría hablado en mi vida, eso seguro, pero otros que fueron un gran descubrimiento. Termina con estas citas. Es el mejor consejo que puedo darte. – habló con la mayor sinceridad que pudo y el rubio se lo agradecía. Siguieron comiendo y hablando de trabajo, amigos comunes, etc.

Cuando habló con Kurosaki-san aquella noche esta casi se desmaya cuando le confesó que ellos ya se conocían y desde hacía bastantes años. Por supuesto que la pobre morena se sintió muy avergonzada, pero comprendió cuando el rubio le explicó el porqué nunca decidieron salir a pesar de su compatibilidad. Preguntó si realmente era necesario que quedara con la mujer, pero ella le aseguró que incluso si ella no le interesaba estaba segura que el omega hombre llamaría su atención. Le confesó que el que ellas fueran candidatas fue más por la directiva de su organización que por decisión propia, si hubiera sido por ella solo habría concertado citas con los dos hombres, pero el mínimo aceptado eran tres candidatos.

Él suspiró después de colgar y se preparó para lo que vendría el día siguiente, el cual llegó demasiado rápido para su gusto, pues volvía a encontrarse en frente de un local, solo que este parecía un teatro. Aquello le sorprendió y pensó que tal vez su cita tendría interés por la música y el baile. Habían pasado cinco minutos de la hora acordada y nadie se le había acercado todavía. Muchas personas entraron al local y él seguía allí de pie. Bufó molesto y se dispuso a marcharse, creyendo que le habían dejado plantado cuando alguien le agarró el hombro. Al girar no vio a una mujer, que era lo que esperaba, sino a un hombre de cabello negro cuyo atractivo se veía distorsionado por diversas quemaduras por el cuello, manos, etc.

- Bakugo Katsuki ¿verdad? – quiso confirmar y él asintió, confundido por la situación. – Mira, no soy tu cita, eso está claro, pero quería advertirte sobre ella. Himiko no está bien de la cabeza. Siente una obsesión enorme por un omega que conozco y por lo que se ha llevado a todas sus citas al mismo sitio que él estaba. Su nivel de acosadora es impresionante. Te aconsejaría que no la conocieras, pero… si tu cita con ella fracasa y le dices a tu agente del CAO el porqué a ella la mandarán a terapia obligatoria… así que quería pedirte que aguantes esta cita. Realmente quiero que Mido pueda salir a la calle tranquilo. – explicó tranquilo, pero por la mirada en sus ojos cierto toque de súplica se podía entrever. Al rubio le costó algo el procesar semejante parrafada, pero pronto sus facciones se endurecieron.

- Si está acosando a alguien ¿por qué no habéis ido a la policía? – inquirió seriamente.

- Estará loca, pero no es tonta. La policía la vigila con cuidado, pero después de un tiempo no pueden seguir monitoreándola sin una causa firme, por lo que ella termina libre para hacer lo que quiera. Si te soy sincero, le daría una paliza si pudiera, pero Mido no es fan de la violencia si no es totalmente necesaria y se sentiría fatal si alguno de sus amigos termina en prisión por su culpa, así que… esta es la única opción que nos queda. ¿Sabes lo difícil que ha sido mantener en secreto que Mido también está en proceso de EAO? Si ella se entera antes de que Mido encuentre un alfa… me temo que ese alfa terminará muerto a manos de ella. – respondió rápida y claramente. No solo su tono le parecía genuino sino su lenguaje corporal le decía que el alfa estaba siendo completamente sincero. Se notaba la frustración de ver a alguien de su familia en peligro y no poder hacer nada para ayudar. Como alfa de su propio grupo, podía entender ese sentimiento.

- Vale… te ayudaré con esto, pero si es tan peligrosa como dices no creo que esto vaya a ser suficiente. – comentó en voz baja, sin dejar de observar a su alrededor, al igual que el contrario hacía, no sería bueno que escucharan su conversación.

- Lo sé, pero será suficiente para una orden de alejamiento, más la terapia… no será perfecto y sé muy bien que ella violará esa orden por lo que tendré motivos para reaccionar de forma violenta si la vuelvo a ver cerca de Mido. – la sonrisa maléfica en su rostro le hizo sonreír. Ese alfa se tomaba en serio la protección de los suyos y eso era algo que él valoraba.

- Me caes bien… solo una pregunta más. ¿Por qué un teatro? – curioseó pues teniendo en cuenta lo que el moreno le había explicado, la chica no parecía estar interesada en el arte.

- Mido y yo trabajamos en un estudio de baile y hoy es el festival para los niños que enseñamos. La última actuación, después de que todos los niños muestren lo que han aprendido a sus padres, es de ambos. – dijo sonriendo algo más dulce que antes.

- Genial, no solo tendré que aguantar una cita con una psicópata sino que tendré que ver a un grupo de mocosos hacer el ridículo. – medio gruñó, aunque sus quejas no eran del todo sinceras, los niños no le molestaban del todo.

- Te sacarán algunas risas eso seguro, pero ten en cuenta que ella no podrá molestarte pues si interrumpe cualquier actuación los padres se la comerán viva. Además… disfrutarás nuestra actuación y no creo que sea por mí. – mencionó divertido y con una sonrisa burlona. A él se le escapó una risita y a continuación siguió al moreno quien le indicó donde sentarse, cosa que agradeció profundamente al ver que era en la última fila, dando al pasillo y junto a la puerta.

Antes de separarse le señaló a una joven rubia que por lo que le dijo tenía solo 18 años y supo que aunque el moreno no le hubiera dicho nada sobre sus tendencias acosadoras, él habría notado que algo andaba mal. La sonrisa de aquella mujer le daba escalofríos. Al sentarse a su lado se presentó, pero por suerte quedaba poco para el comienzo de la función así que no tuvo que escucharla hablar durante mucho tiempo. Siendo sincero le pareció demasiado, pues aquel brillo en su mirada al hablar de la última actuación le dieron ganas de agarrarla por el cuello y hacerla desaparecer. Todos sus instintos le gritaban que se deshiciera de aquella mujer y daba gracias al moreno por contarle aquello de antemano, sino se habría sentido confundido por la reacción de su alfa.

Las actuaciones, tuvo que admitir, fueron bastante buenas. Algunos niños eran mejores que otros, pero en conjunto se notaba lo mucho que habían trabajado en sus coreografías y también lo mucho que se estaban divirtiendo. Hubo diferentes estilos: ballet, hip-hop, bailes de salón, etc. Fue una hora y media larga, pero francamente entretenida. Finalmente el último grupo de niños hizo su actuación y pronto todos los pequeños se acercaron a sus padres para sentarse junto a ellos y el moreno salió al escenario. Todos los niños corearon “Dabi-sensei” cosa que hizo reír a muchos adultos.

- Me alegra que estéis tan animados. – comenzó a hablar. – Como pusimos en los programas, queda una actuación en conjunto. ¿Queréis vernos a Mido-sensei y a mi bailar? – preguntó y todos gritaron a coro un gran “¡SI!” que provocó más risas. – Vale, vale. Esta actuación es un poquito especial y quiero que sepáis que Mido-sensei y yo nos divertimos mucho preparándola. Aunque os advierto que es algo que no podremos enseñaros hasta que seáis algo más mayores ¿vale? – rió algo divertido ante las protestas de los niños, pero logró que a él le entrara algo de curiosidad. No tenía ni idea de qué habían preparado que los niños no pudieran aprender, pues a su parecer esos críos tenían bastante talento, al menos la mayoría de ellos.

YOUNG & BEAUTIFUL VÍDEO

Sin decir nada más Dabi desapareció detrás de la cortina y las luces se apagaron. Para sorpresa de todos, el sonido de la lluvia inundó el lugar, las cortinas se abrieron, pero seguía todo oscuro y el agua seguía oyéndose. La música comenzó a sonar y una luz tenue se encendió dejando ver una delgada figura en el centro, tumbada en el suelo, mojada y con los ojos vendados. No llevaba más que un jersey largo que llegaba hasta sus muslos, pudo notar el cabello corto de un tono verde oscuro, piel pálida llena de pecas e inmediatamente su atención se centró en aquel omega. Porque era imposible que no lo fuera con unas facciones y cuerpo tan finas y atrayentes.

Este se movió por el suelo y apareció Dabi quien intentó tocarle, pero este se apartó haciendo que le abrazara para luego rodar levemente por el suelo mojado. Él levantó su propia venda levemente y entonces empezaron a bailar por la pista, era elegante, repleto de sentimiento y de una belleza impactante. Pronto Dabi volvió a colocarle la venda sobre los ojos y le soltó dejándole caer al suelo para poco después abandonar el escenario. El omega se movió hasta una cuerda en el centro y se subió. Nunca en su vida el rubio había visto semejante número aéreo. Toda la escenografía, la coreografía, la música… provocaba que su piel se erizara, que no pudiera apartar la mirada de semejante belleza en el aire. Más personas aparecieron en el escenario, pero no hicieron más que pararse detrás del omega y él entendió el significado de aquel baile. Transmitía la falta de confianza, el depositar todo de su ser en una persona que le abandonó, olvidando que había personas que seguían queriéndole, cosa que logra ver al final. Para su gusto fue demasiado corto pues la música terminó y el omega se encontraba de pie en el suelo, con el agua todavía cayendo sobre su cuerpo, pero lo que a él le dejó helado fueron sus ojos. Este se había quitado la venda y miraba hacia los espectadores y un escalofrío recorrió todo su cuerpo pues esos ojos esmeralda brillaban con semejante intensidad que lograron quitarle el poco aliento que le quedaba.

Pronto el público se levantó y aplaudieron con fuerza ocasionando que el omega sonriera dulcemente. Las luces volvieron y Dabi no tardó en volver al escenario con una toalla para el contrario. Muchos padres y niños se acercaron al escenario para hablar con los profesores, aunque la mayoría de niños solo querían jugar en el agua que seguía en el escenario. Otros comenzaron a marcharse a sus casas dado que era ya casi la hora de cenar.

La omega a su lado fue de las primeras en correr al escenario aunque lo que parecían guardias le impidieron llegar, sacándola de allí rápida y silenciosamente. Él pudo notar como la mirada del omega les seguía, para luego relajarse visiblemente cuando ella ya no estaba en la sala. Él respiró profundamente y se levantó. Sus ojos se encontraron con los del peliverde y no pudo evitar sonreírle levemente y asentir un poco dándole la enhorabuena de forma silenciosa. Notó como este se ruborizaba levemente, pero le devolvió la sonrisa junto a un leve saludo con la mano.

Sin más se marchó sin dejar de pensar en aquel impresionante trabajo artístico y el magnífico omega que lo interpretó. Suspiró por quien sabe qué vez y se encaminó hacia su apartamento, deseando saber el nombre completo del omega como nunca deseó algo en su vida. Habría permanecido un poco más, al menos para hablar con Dabi y con suerte podría haber entablado algo de conversación con el de cabellos verdes, pero al día siguiente tenía una cita para desayunar y era mejor si se iba a dormir pronto.

Aquella noche se fue a dormir y soñó con una dulce melodía acompañada por un baile maravilloso interpretado por un hermoso omega de ojos esmeralda.

 

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Se encontraba nervioso y excitado a partes iguales. Su actuación de la noche anterior fue un éxito pues muchos padres alabaron su exhibición, pero aunque aquello le hizo feliz, hubo otra cosa que no había desaparecido de su mente. Aquel alfa rubio de ojos rubí que le sonrió al final de la actuación. Fue un pequeño gesto, pero se veía tan maravillado que se sintió morir de vergüenza y felicidad. A su lado Dabi notó su reacción y rió por ello, pero al menos no le molestó mucho a preguntas.

Se fue a dormir más feliz de lo que nunca fue y al despertar al día siguiente gruñó molesto, pues era demasiado temprano.

- ¿Por qué puse la alarma tan temprano? – gruñó al tiempo en que intentaba llegar a su móvil para apagarla. Suspiró y se levantó pues no lograba encontrar el objeto. Bufó molesto al verlo sobre la mesa de escritorio en la esquina de su habitación. No recordaba por qué lo dejó ahí hasta que vio lo que ponía en la pantalla. Su última cita era a las 10 en una cafetería para desayunar y tenía que pasar por la oficina de CAO para recoger la ficha de aquel alfa.

Sinceramente no sabía cómo sentirse, después de sus citas anteriores, y mucho menos al tener todavía la imagen de aquel alfa rubio en su cabeza, pero no podía no ir. Así que se vistió con una camiseta blanca y unos pantalones negros ajustados. Encima se colocó una de sus sudaderas preferidas, esta era de una lana muy suave en un tono verde claro. Por último se colocó sus tan queridas bambas rojas y después de comprobar que tenía todo lo necesario se marchó.

Minutos más tarde cuando salió de la oficina y abrió la ficha de su última cita, Bakugo Katsuki, sintió el aire escapar de sus pulmones de golpe. Aquel era el alfa que vio la noche anterior en su función. Su corazón comenzó a latir con mayor rapidez y su omega comenzó a ronronear de solo imaginar que semejante hombre podría convertirse en su alfa. Intentó tranquilizarse pues no era nada seguro que terminaran gustándose, teniendo en cuenta experiencias anteriores, pero a medida que leía aquellos papeles más creía que él podría ser el definitivo. Se sintió tentado a oler la muestra que venía con la ficha, pero quiso que fuera al verse cara a cara cuando oliera su aroma por primera vez. Notó que se quedó parado en la calle más de lo pensado y se apresuró a llegar al café donde el rubio le esperaría, el mismo donde tuvo su primera cita. Sinceramente quiso escoger ese lugar en todas sus citas, pues era cómodo y conocido, le hacía sentir seguro, pero Hime-san le dijo que no sería posible. Algunas de sus citas especificaron que querían escoger el lugar así que no le quedó de otra que aceptar lo que pudo conseguir.

Llegó y rápidamente entró localizando a su cita relativamente rápido, en la esquina del lugar justo en la ventana que daba a la calle. Respiró para darse valor y se acercó hacia allí con el corazón latiéndole a mil por hora.

- ¿Bakugo Katsuki? – y sus piernas temblaron cuando la mirada ajena se posó sobre la suya. Notó la sorpresa en el contrario quien no dijo nada durante unos minutos. Por fin señaló el asiento en frente de su persona y él rápidamente lo tomó. El silencio les envolvió donde ninguno sabía muy bien qué decir, por suerte fue interrumpido por alguien que el omega conocía muy bien.

- Buenos días, mi niño. – saludó la señora con una sonrisa de oreja a oreja.

- Buenos días. – saludó él sonriéndole nervioso.

- Te traeré lo de siempre cariño, ¿y tu atractivo acompañante qué querrá? – cuestionó con un brillo malicioso en los ojos color chocolate. El peliverde soltó un gemido quedo por la vergüenza y se sonrojó hasta las orejas. Aquello pareció sacar de su trance al rubio quien sonrió de lado ante lo adorable del joven delante de él.

- Café solo. – dijo dirigiéndose a ella quien solo le sonrió amablemente y se marchó. El menor se tensó al oírle hablar por primera vez y le miró de reojo, todavía avergonzado y nervioso.

- Tu actuación de ayer… fue increíble. – comentó el rubio.

- Gracias. Dabi y yo nos esforzamos mucho en crear esa pieza. – respondió tímidamente, pero el contrario notó lo feliz de su aroma y sonrió sin poder evitarlo. Sinceramente el olor a jazmín, limón y vainilla del peliverde le resultaba completamente atrayente.

- Hablé con él antes. – confesó pues había algo que necesitaba saber.

- ¿De qué? – preguntó curioso y sorprendido el menor.

- Pues resulta que tenía una cita concertada con una rubia que conoces y él se acercó a pedirme que la aguantara y le dijera a la agente del CAO la verdad sobre ella. – fueron sus palabras. El ojiverde se sintió morir, su tez palideció considerablemente al oír aquello.

- Entonces… sabes lo de… - murmuró sin poder seguir.

- Lo sé y… me cabreó saber que alguien puede ser tan putamente egoísta. Yo creo que cada uno puede hacer lo que le venga en gana siempre y cuando no le cause problemas a otra persona. – el contrario le miró sorprendido y el rubio no supo si fue por el significado de sus palabras o simplemente por su forma tan brusca y grosera de hablar. Para su sorpresa este se rió, fue repentina y genuina, lo que le hizo sonreír.

- Ha sido… difícil, pero tengo una muy buena familia. – dijo sonriendo dulcemente cosa que le hizo perder el aliento durante un momento.

- Lo noté. Dabi se veía dispuesto a cometer asesinato de ser necesario. – comentó divertido y el contrario asintió algo contrariado.

- Le adoro, pero sería horrible si él termina en la cárcel por mi culpa. Odiaría que tuviera que dejar a su omega solo. – habló mirando algo ausente por la ventana.

- Bueno, esperemos que no llegue a ese extremo. – llamó su atención con aquellas palabras y el omega volvió a mirarle junto con una sonrisa en los labios.

- Si… sabes, gran parte de ese baile fue creación de Dabi. Conoció a Tomura cuando apenas tenían 15 años y un par de años más tarde tuvo un accidente donde se hizo esas quemaduras. Se sentía mal consigo mismo y estuvo a punto de dejar el baile, pero Tomura le convenció para que siguiera. Cuando hablamos sobre qué hacer, quisimos transmitir algo con nuestro baile y juntamos nuestras experiencias. – explicó sonriendo para luego verse algo más dubitativo. El rubio esperó teniendo el presentimiento de que lo que seguía era algo importante y debía ser paciente. - Yo… la pasé mal en la secundaria y sigo yendo a terapia por ello. Dabi y los demás me han ayudado a mejorar y aunque esa canción empieza siendo triste, da paso a un futuro más alegre, donde las cosas pueden ir a mejor. Creo que es la pieza que más me gusta de todas las que hemos creado juntos. – terminó mirándole tímidamente.

- Una confesión por otra. Yo crecí siendo un imbécil. Tenía tantos problemas emocionales que lo tapaba todo comportándome como un capullo. Mi respuesta a todo era enfadarme y buscar pelea. He ido a terapia durante mucho tiempo y sigo teniendo un temperamento de los mil demonios. No suelo decirlo mucho, pero me siento afortunado de tener a los amigos que tengo. Somos un pequeño grupo, pero somos familia y no los cambiaría por nada. – sus palabras provocaron que los orbes esmeralda se aguaran y que una sonrisa tierna se instalara en el rostro ajeno.

- No sabía qué esperar. Cuando fui la primera vez a la CAO… tenía mucho miedo de que el alfa con quien acabaría fuera alguien horrible. En las citas que he tenido, no lo pasé mal, pero sabía que no saldría nada de ellas. Cuando te vi ayer… no pude parar de pensar en cómo sería si hubiéramos hablado, si supiera cómo suena tu voz, cuál es tu carácter o cómo es tu aroma… cuando abrí la ficha hoy… sentí que se me escapaba el aliento. Intenté no hacerme ilusiones, convencerme que no todo saldría como yo quería… - se detuvo y abrió la boca para continuar, pero nada salió.

El rubio le miraba sorprendido y emocionado a partes iguales. Él se sintió de la misma forma, no dejaba de hacerse preguntas e ilusionarse por alguien cuyo nombre ni siquiera sabía. Por alguien a quien solo vio sobre un escenario a lo lejos.

- Me sentí atraído cuando te vi bailar. La forma en la cual te expresabas usando los gestos fue algo que me dejó hipnotizado y al irme me sentí como tú. No dejé de fantasear e imaginar que hubiera pasado si me hubiera acercado a hablar contigo. Cuando te vi delante de mí ahora… pensé que era un sueño. No me van las cursilerías. Yo no creo en la persona perfecta, en el amor verdadero ni todas esas cosas que te venden por la televisión. Pero si creo en el amor para toda la vida, si creo que los instintos de uno no se equivocan, creo que todo necesita un esfuerzo para que merezca la pena. – comenzó a decir y aunque temió equivocarse, el ahuyentar al contrario. Continuó siendo sincero, porque para él, la verdad es algo que no puede faltar en una relación entre dos personas.

- Mi mejor amigo conoció a su pareja cuando estaban en primaria. Ni siquiera habían presentado todavía y él se acercó un día a mí y me dijo que haría a Denki su novio sin importar su presentación. Han pasado años y ellos siguen tan enamorados el uno del otro como cuando éramos críos. Mis viejos son otro ejemplo del esfuerzo y dedicación que hay que poner en una relación. Mi vieja y yo nos parecemos, no solo en el físico, nuestro temperamento es muy parecido y siempre adoré ver como mi padre podía domarla. Como era capaz de tratar con dos alfas orgullosos, groseros y altaneros con una sonrisa en la cara. Ellos me hacen pensar que… la vida no es un cuento de hadas. No puedes esperar que algo mágico haga tu vida más fácil. Cada uno tiene que pelear por su cuenta. Puede parecer irracional lo que sentimos por el otro. Tú sabes muy poco de mí y yo solo se tu nombre, pero quiero darle una oportunidad a esto. Quiero conocerte, quiero convivir contigo y pelear por ver si un futuro juntos es posible. ¿Tú qué quieres? – finalizó con una pregunta tan fácil como difícil, una que le hizo morderse el labio nervioso, una que le hizo jugar con sus dedos indeciso, pero sus palabras anteriores le dieron la determinación que necesitaba.

- Quiero terminar mis estudios, quiero poder dedicarme a lo que más me gusta que es el baile y los niños, quiero tener a alguien que me apoye como un compañero y no una soga en el cuello que me ahogue, quiero averiguar si podemos ser algo más, quiero darle una oportunidad a esto, quiero saber si mi omega tiene razón y tú serás el definitivo. Quiero tenerte en mi vida Bakugo Katsuki. – declaró con los ojos brillando con decisión. El alfa sonrió y cogió una de sus manos para besar el dorso de esta.

- Yo también quiero tenerte en la mía, Midoriya Izuku. – correspondió la declaración y el omega también sonrió. No sabían que pasaría después, tal vez romperían después de tres citas o tal vez seguirían juntos lo que resta de sus vidas. Lo que tenían claro es que ambos querían intentarlo y de momento, eso era más que suficiente.

 

FIN

Notas finales:

Es más largo de lo que había pensado hacerlo, pero me gustó mucho como terminó n.n

Gracias por leerlo y espero me de hagáis llegar vuestra opinión (;


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