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Glicinas eternas | Kimetsu no Yaiba | por Shinjimasu

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Notas del fanfic:

NOTA 1: | ATENCIÓN, SPOILERS | SI NO HAS TERMINADO DE LEER EL MANGA DE KIMETSU NO YAIBA, NO LEAS ESTA HISTORIA.

NOTA 2: ESTA ES UNA HISTORIA CORTA E INDEPENDIENTE, POR LO CUAL NO TENDRÁ CONTINUACIÓN DIRECTA.

Notas del capitulo:

¡Hola! Aquí Shinjimasu con una muy corta historia sobre el final de Kimetsu no Yaiba c: Ya lo advertí antes, si no has terminado el manga, por favor no continúes o te encontrarás con spoilers -u-

-¡Hey, Giyū! ¡Espérame!- exclamó Sabito desde la acera opuesta antes de cruzar corriendo -¡Qué malo eres, no me esperaste!-

-De nuevo vienes tarde- respondió él –Si no te levantas temprano, la profesora volverá a regañarte-

-Ya lo sé, pero es que no puedo evitarlo ¡Las películas que me gustan solo las pasan en la noche y acaban muy tarde! Quisiera no tener que ir a la escuela tan temprano-

-Siempre dices lo mismo-

-A veces quisiera poder quedarme en casa solo a dormir y ver películas ¡Por cierto! El viernes ven a mi casa, le diré a mi mamá que pida pizza. También le diré a Makomo… ¿oye, y Makomo?-

-Su mamá me dijo que está enferma- respondió –En la tarde le llevaré mi libreta para que copie los apuntes de hoy-

-Entonces te acompaño- sonrió.

-Pero está enferma, no podremos verla-

-No importa, le gritaremos desde la calle para que nos vea por la ventana de su recámara. Así no hay problema-

-¡Cierto! Es una buena idea- sonrió Giyū –Pero ya hay que apresurarnos o en serio llegaremos tarde-

-¡Entonces te reto a una carrera!- exclamó Sabito antes de echarse a correr. Giyū no tenía intenciones de quedarse atrás, así que lo siguió sin objetar.

Así eran sus días normalmente: ir a la escuela, jugar en el parque, ver películas con sus amigos, hacer pijamadas y días de campo con su hermana  y sus padres. La vida de Giyū era tranquila y muy divertida, incluso cuando dormía. Sus sueños siempre eran interesantes, era como si se transportara a un mundo antiguo donde él era el héroe que salvaba a las personas como en las caricaturas que veía por televisión. Aunque al principio le daban miedo esas criaturas horribles que lastimaban a las personas, logró acostumbrarse y verlos realmente como sus rivales a vencer, sobre todo con la ayuda de sus amigos ¿Quiénes eran? La verdad no lo sabía, al despertar nunca podía recordar sus rostros, ni siquiera sus voces, pero eso no era extraño, su hermana ya le había dicho que eso era muy común en los sueños de cualquier persona.

Quizá, lo que más le gustaba era poder contarles a Sabito y a Makomo sobre sus aventuras oníricas, pasar esas tardes riendo y jugando a continuar sus fantasías era el centro de diversión de sus tardes, sobre todo cuando podían ir al parque y usaban los juegos para combatir y recrear escenarios maravillosos.

Cuando terminaron las clases se dirigieron a casa de Makomo como lo habían planeado. Le entregaron a su madre la libreta de Giyū y ella les dio unos panes dulces para el camino. Esa tarde no tenían planes, así que solamente irían a casa.

-Espera, Giyū ¡Ya no le dijimos nada a Makomo!- lo detuvo Sabito antes de cruzar la calle –Ven, vamos de regreso-

El pequeño tomó unas piedrecitas de la jardinera junto a ellos y regresaron a la casa de la niña, rodeándola hasta quedar justo bajo su ventana. Giyū apuntó y lanzó las piedritas para hacer sonar su cristal, logrando llamar su atención.

-¡Maakoomoo!- gritaron al unísono. Bastaron unos segundos para que la pequeña niña corriera la cortina de su ventana y los saludara tras el cristal.

-Espero que se alivie pronto, quiero que vayamos a dormir a mi casa todos juntos-

-Sí, yo también- contestó cuando se despidieron de ella y volvieron sus pasos al camino de vuelta a casa. El que vivieran a un par de calles de distancia uno del otro era una gran ventaja y un alivio para sus padres, quienes confiaban en que ambos se fueran y llegaran juntos de la escuela.

-Oye, Giyū ¿qué soñaste hoy?-

-¿Hoy? Creo que nada-

-¿Nada? Pero tú siempre sueñas cosas muy divertidas ¿No soñaste con el cuervo otra vez?-

-No, además ese cuervo ya no me asusta tanto… creo que solo da miedo porque se ve feo porque esta viejo. No creo que sea malo-

-Es sorprendente que incluso puedas saber que ese cuervo es viejo… yo no sueño cosas muy interesantes, de hecho apenas he soñado con una roca muy grande-

-¿Y qué haces con la roca?-

-Nada, solo está ahí en medio de un bosque… no se puede mover y no hay nada más alrededor. Ni siquiera sé por qué sueño con eso-

-Seguramente las películas que ves te están volviendo loco- se burló.

-¿Sí? pues tú estás más loco- correspondió –Qué mal, quería escuchar una de tus historias… me gusta cuando hablas de los demonios y esas cosas ¿por qué crees que sea? Tú no ves tantas películas como yo-

-Seguramente es porque tú las ves y cuando me cuentas de ellas me las imagino mientras estoy dormido- contestó buscando unas monedas en las bolsas de su pantalón –Mi hermana me dijo la otra vez que podría comenzar a dibujarlos. Creo que no quiere que me comience a preocuparme por las cosas malas que suceden ahí-

-Pero tú sabes que no es cierto, solo son sueños: no pueden hacerte daño-

-Sí, eso lo sé- respondió mostrándoselas –Me ganaste en la mañana, aquí está tu recompensa-

-¡Genial! Moría de ganas de comprar un helado ¿Qué dices, vamos por unos?-

Giyū sabía que no era bueno desviarse del camino a casa, pero esa no era la primera vez en que lo hacían y de verdad estaba haciendo demasiado calor como para resistirse.

-Está bien, vamos- sonrió tomando su mano para cruzar la calle. No avanzaron más de un par de locales cuando el alboroto de las personas tras de ellos los hizo voltear.

-¡Cuidado ahí enfrente!- se escuchó un grito. Cuando enfocaron vieron a un par de chicos de secundaria corriendo apresuradamente hacia ellos. Ambos se soltaron de inmediato para moverse, pero el rostro familiar de uno de ellos llamó tanto la atención de Giyū que inconscientemente se detuvo para mirarlo, casi boquiabierto.

-¿Tanjiro?- dijo en un murmuro audible para el muchacho que, al estar tan cerca, no logró frenar ni esquivarlo a tiempo, envolviéndolos en un estrepitoso choque.

-¡Oye, tonto, fíjate por donde vas!- le gritó Sabito molesto mientras se apresuraba a él con intenciones de patearlo.

-¡Hey, hey! Tranquilo, pequeño ¿No eres un poco brusco? Solo fue un accidente- contestó el otro chico atrás de él. Su peinado y cejas extrañas incomodaron a Sabito.

-Está bien, estoy bien- respondió Giyū sobándose la cadera.

-¡De verdad lo siento mucho! Me distraje y no pude frenar a tiempo- contestó ayudándolo a parar –Pero ustedes también deben tener cuidado, tú no puedes solamente quedarte parado si ves que alguien se dirige hacia ti a alta velocidad- dijo a Giyū.

-No lo culpes a él ¡Tú fuiste el tonto!- se quejó Sabito antes de sentir al chico tras de sí alborotarle el cabello.

-¡Pero qué niño tan rudo!-

Giyū se les quedó viendo unos segundos antes de devolver su atención al muchacho que lo ayudó a parar. No podía terminar de entender cómo es que ese rostro llamaba tanto su atención… el cabello, los ojos… ¿de dónde lo había visto antes?

-Ah… disculpa pero, antes de que chocáramos me llamaste “Tanjiro” pero ese no es mi nombre ¿Nos conocemos de algún lado?- preguntó intentando sacudirle la ropa.

-No lo sé… creo que sí. Tu cara se parece a una que ya he visto-

-Eso es algo que le dicen muy seguido a Sumihiko ¿o no?- respondió el muchacho llegando hasta ellos mientras Sabito se encargaba de golpearlo en la espalda –Mi nombre es Tojyuro, y este chico es mi mejor amigo Sumihiko. Entonces ¿por qué dos niños de primaria quieren golpearnos?-

-El único a quien quiere golpear ese chico de cabello anaranjado es a ti- contestó Sumihiko –De cualquier manera, creo que me estás confundiendo con alguien más- dijo a Giyū.

-Sí, eso creo…-

-¿Tú cómo te llamas?-

-S-Soy…-

-¡No, no debemos hablar con extraños!- exclamó Sabito interponiéndose –¡Si no se van, gritaré!-

Tojyuro rió -¡Pero si ya estás gritando! Vamos, vamos, está muy bien lo que dices. Tienes razón, no debes hablar con extraños, y si alguno los molesta, deben pedirle ayuda a un policía de inmediato-

-Está bien, tranquilos…- comenzó a decir Sumihiko justo cuando apareció un auto policiaco junto a ellos en la calle-

-¡Hey, ustedes dos! ¡Deténganse ahí ahora mismo!- exclamaron los policías de aspecto aterrador dentro del vehículo.

-¡Sumihiko, hay que irnos!- exclamó Tojyuro jalándolo del brazo.

-¡Ah, sí, sí! ¡Ustedes dos regresen con cuidado por favor!- les gritó a los niños antes de salir corriendo junto con su amigo.

Los oficiales salieron del vehículo y comenzaron a correr tras de ellos -¡Kamado Sumihiko! ¡Detente ahí ahora mismo!- gritó uno de ellos.

-¿Kamado?- dijo Giyū para sí en voz baja. Ese nombre… ese nombre ya lo había escuchado antes…

-Oye, Giyū ¿estás bien?-

-Ah… sí, estoy bien. No me dolió-

-Esos dos son unos tontos, no deben correr por las calles ¡además los estaba siguiendo la policía! Seguramente eran delincuentes-

-No parecían delincuentes-

-Mi papá dice que precisamente así son todos los delincuentes- respondió tomándolo de nuevo por su mano –Bueno, vayamos por esos helados-

Giyū solamente asintió.

Notas finales:

¡Actualiación mañana!


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