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Mi error, Mi perdición por Amankay

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Notas del fanfic:

Verificando la veracidad de la historia y con arreglos y modificaciones para mejorar la calidad de la historia luego de tantos años.

Notas del capitulo:

Una mejor mirada a lo que representó misterio y horror.

 

El prólogo y el primer capítulo, en esta ocasión, están juntos.

                   

-¡Pero miren con qué nos encontramos hoy! Qué mejor forma de imaginarlo que escribiéndoles un relato extenso pero sangriento, que estimule los nervios y de sus ojos sientan los delirios.

  Expreso una persona de tamaño mediano, con una voz irritante y ahogada por un llanto retenido pero vestido de un presentador de circo y un sombrero que cubría sus ojos, más sin embargo los reflectores lo tomaban como representante del inicio del espectáculo.   -Una manera esencial de elaborar competencias e intereses.   Un muñeco de trapo de cabellos flameantes, un chico ingenuo, un pasado borroso y una familia sin vida.   -Tarble, Bulma y Piccolo ¿Adivinen qué?   Vegeta regresó.           (..)       ¿Alguna razón de por medio?   Pocos lo recuerdan pues les persigue esa angustia.       Como vino se fue, menos llamativo, más extravagante; simplemente hermoso o terrorífico según como uno lo vea.       En todo caso esas cuencas seguían vacías y el descanso eterno era nuevamente anhelado o prejuzgado.       Sólo fueron mentes inocentes o ignorantes, pues sus acciones terminaron siendo la causa de una maldición por un error, alterando la vida común y corriente de varias personas, entre ellas, su parada final, un hombre de buen corazón.       Pese a todo, el menor no dejaría de recordar la razón porqué nadie le devolvería a su hermano...               Hay que empezar de nuevo.      


Veinte años después...

 

En nuestra actualidad, la continuidad de las personas gobierna por sobretodo, como algo común. Sin que nadie mire a su alrededor que no sea de su incumbencia, desarrollando una sociedad egoísta por dónde lo veas.

 

Todo lo vivido se borra de las memorias de las demás personas que mínimamente se interesaron en la aberrante noticia, todo pasa al olvido y surge lo nuevo y entretenido de las mentiras pasadas y dudas sin importancia.

 

Todo seguía su curso, y en un pueblo no tan alejado de la ciudad central no fue alguna excepción, aún si fue alguna vez el centro de ese caos hace ya tantos años...

 

Lo importante es lo que suceda ahora.

 

Una persona sobresaliente pero al mismo tiempo sin salir de lo común paseaba por las calles con paso lento y con gran calma, una sonrisa adornaba su rostro junto a unos ojos sobresalientes de energía y amabilidad, con una cabellera extraña, nada más que eso.

 

Se dirigía al hospital cargando algunas flores coloridas para hacerle compañía a su amada madre que cayó enferma del corazón, por una insuficiencia cardiaca.

 

A cargo ahora de su vida y sujeto a las deudas de la habitación de blancos colores, empezó en trabajar en un restaurante cerca de casa todavía con estudios de la universidad por las tardes. Era cansador y en ocasiones no tenía lo suficiente para pagar los materiales que necesitaba o incluso darse una cena como antes desearía, pero se aseguró que su madre no se preocupe con ello, algunas mentiras podían calmarla con lo atenta con él era.

 

Pero aun así pensaba seriamente conseguir un mejor trabajo o, conseguir otro en la noche.

 

A este paso no tendría tiempo para poder entrenar como fue su pasatiempo favorito, no ahora que todo parecía ir de mal en peor.

 

Sin embargo, siempre destacaba en su persona por esa sonrisa confiable.

 

Una vez llegó, conversó con Gine y la acompañó hasta que durmiese, se fijó en la hora una vez cambiadas las flores echando marcha a su trabajo.

Otro día nada más...

 

El ocaso coloreaba y cubría cual manto el cielo, tiñéndolo a su placer, un rojizo amarillento dejando advertidos a los habitantes el paso de la noche con sus acompañantes.

 

De regreso a casa, y sin energía últimamente común en él, sostenía sus compras para la cena de esa noche pues su estómago crujía y no había almorzado por acompañar durante más tiempo a su progenitora,

 

Las calles comenzaron a vaciarse, los ruidos de la mañana entre bocinas y griteríos con personas corriendo por doquier habían desaparecido, al menos por ese tiempo.

 

La bella Luna iluminada esa noche, fue cubierta por nubes grises avisando alguna otra lluvia de la semana.

 

Goku sólo terminó de bufar, apresurando el paso para no agarrar algún resfriado, unas cuantas gotas terminaron en sus azabaches cabellos y pronto miles más le siguieron.

 

Tomando una decisión apresurada decidió acortar el camino por un callejón, no estaba de humor para resistir una lluvia.

 

Miró por delante a su paso, el lugar estaba oscuro por la venida de la noche y tropezar con algunas bolsas escuchando los maullidos de algunos felinos tratando de cubrirse no ayudaba en mucho, al ver el final del tramo notó como otro hombre también se acercaba a su dirección corriendo, decidió pasarlo de lado, pero ser empujado de frente cayendo ambos al piso y con sus compras tiradas por los suelos perdió su poca paciencia.

 

—¡¿Pero por qué demonios no te fijas?! —se levantó rápidamente recogiendo sus cosas y antes de voltear para seguir regañándolo y descargar lo poco atorado en su pecho por el mal día, calló en silencio total por la impresión al verlo.

 

El muchacho de ojo celeste visible se puso de pie con mayor esfuerzo, con algunos mechones lilas sobresaliendo de la capucha, con toda una ropa de un color oscuro rasgada y hasta podría asegurar que algún animal lo habría atacado; aparte de tener una mirada aterrada estaba prácticamente bañado en sangre, cubriendo con una mueca de dolor uno de sus ojos que parecía ser de donde partía la gran cantidad de líquido vital.

 

—L_lo lamento mucho —trató de pasar de largo para volver a correr pero fue sostenido.

 

—¡O_oye! ¿Te encuentras bien? —su enfado desapareció.

 

—Suélteme por favor, tengo que irme... —trató de hacer fuerza pero su tiempo se agotaba y estaba demasiado débil por la sangre perdida.

 

—¡Tenemos que ir al hospital!

 

—¡Se lo ruego, déjeme en pa-!

 

No acabó cuando repentinamente sus piernas flaquearon cayendo al suelo y siendo socorrido por el de cabellos azabaches.

 

Despertó, levantándose de un sobresalto quedó sentado en lo que parecía ser en una cama y a su alrededor un cuarto algo pequeño con una reconfortante calidez, al no reconocerlo el pánico lo invadió, lo primero en hacer fue verificar su única pertenencia.

 

—¡N_no está!

 

—Si buscas aquella mochila, no te preocupes, la dejé en el asiento a tu lado —habló llegando recién con un té en sus manos.

 

El recién llegado la tomó y verificó su interior a que todo esté en orden, dando un suspiro de alivio, recién dando cuenta de la persona que lo había acogido al encontrárselo en el callejón.

 

—U_usted...

 

—Ten —le alcanzó la taza que trajo, el de cabello lila hizo caso todavía no confiado, pese a la sonrisa tranquila que le transmitía, el mayor se sentó a su lado dando un suspiro aliviado como el suyo hace momentos antes, llamando la atención del invitado—, no es muy seguido ver a una persona bañada en sangre, pero vaya que no quiero volver a repetirlo. No pude llevarte a un hospital por notarte en fiebre así que te traje a mi casa, espero no te haya molestado —se rascó la nuca apenado.

 

El otro sólo lo veía en silencio.

 

—Pero bueno, al menos mi preocupación se fue un poco al ver tu mejoría durante la noche, y que tu ojo no era del que partía tanta cantidad de sangre, sólo estaba cubierto con este, pensé que estaba perforado...

 

Al terminar apenas notó cómo el chico quedó de piedra y se tornó algo pálido, antes de preguntar lo vio llevar ambas manos a su ojo derecho ya limpio dejando caer la taza, se preocupó por tal reacción.

 

—¿E_estas bien?

 

Pasaron otros minutos en los que no obtuvo respuestas más que un incómodo silencio, pero decidió no interferir, hasta que por fin dio movimiento.

 

—Gracias a Dios...

 

—¿E_eh?

 

—L_lo siento por darle tantos problemas —volteó a verlo con una mirada diferente.

 

—No te preocupes... ¿Quisieras otro té? —cuestionó al ver el anterior derramado.

 

—No, gracias. Yo, ya me tengo que ir, una vez más gracias por atenderme no sé cómo podría recompensarle —se levantó con más facilidad del que él mismo creyó, su cuerpo estaba recuperado milagrosamente.

 

Y una sonrisa no se separaba de su rostro.

 

—No, está bien así —Goku correspondió el gesto todavía algo preocupado, no quisiera que vuelva a desmayarse en plena calle, aún sin saber la razón de esas heridas o de ese extraño comportamiento anterior no dejaría de ofrecer ayuda.

 

—¡Oh claro! —expresó de repente y sacó de su mochila un muñeco de tela que cabía del tamaño de una mano, algo viejo pero bien conservado vestido de una camisa azul y unos pantalones oscuros, con la tonalidad de piel algo morena y unos peculiares cabellos como en flama.

 

En su rostro sólo se le veían dos botones como ojos, inexpresivo al carecer de boca.

 

El de cabellos lilas se le quedó mirando un rato cabizbajo cubriendo la mirada de pena y miedo al mayor.

 

—¡Tome! —lo ofreció en su delante con ojos emocionados y una sonrisa—. Es para agradecerle por su cuidado a un chico que casi se muere en la calle.

Sonrió más con algunas risitas.

 

Goku con duda miró el muñeco, trató de rechazarlo pero siguió insistiendo hasta que aceptó, de esa manera el muchacho misterioso terminó de arreglarse y cargando a su mochila salió.

 

Una vez lejos de aquel hogar, el joven de nombre Trunks se detuvo, la amplia sonrisa desapareció y volteó la mirada por sobre su hombro.

 

—Por favor, no le vayas a hacer daño —murmuró.

 

¿Por qué decidió dejarlo así como si nada?

Estaba feliz por ser liberado, pero se sintió mal por ese amable hombre.

 

Se convirtió en otro entretenimiento.

Notas finales:

Una promesa más para compartir nuevamente esta historia.


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