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Roto por Izukiwithoutheart

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El verano estaba por terminar, pronto los árboles se cubrirían con los típicos colores otoñales, las calles estarían llenas de cientos de hojas muertas, las noches se abrigarían con el suave viento del norte, el tiempo seguiría su curso como siempre. Mientras, el solitario niño de cabellos negros se mantiene atrapado en su rutina, preguntándose día con día ¿por qué las cosas son como son?

Él sólo tiene nueve años, y aunque es un chico muy listo, hay muchas cosas que no entiende. Asiste a la escuela todos los días, cumple con todos sus deberes, es callado y no causa problemas, siempre ha tratado de ser el mejor hijo para sus padres.

Como aquella ocasión en que descubrió una gotera en la sala de su casa, pensó que si él la reparaba su padre estaría orgulloso; hizo una mezcla de lodo con la tierra de su jardín, puso un poco en su cubeta de playa, la que le regalaron para hacer castillos en la arena, luego trató de colocar la escalera en la parte más cercana a la sala, lo intentó con todas sus fuerzas, pero la escalera era muy pesada. Tuvo que utilizarla desde donde esta se encontraba, caminar sobre el techo de su casa hasta encontrar el lugar del daño. Para hacer las cosas más complicadas, la suave brisa se había transformado en una fuerte tormenta, el pequeño Sasuke apenas podía ver la punta de su nariz. Aun así no desistió, vació el contenido de su cubeta en el lugar que le pareció el adecuado, sólo para observar como el agua lo arrastraba todo, haciendo que su trabajo fuera en vano.

Se sintió tan mal por lo que pasó, triste y decepcionado. El doloroso sentimiento se extendió por todo su cuerpo hasta que le fue imposible contenerlo y se derramó por sus bonitos ojos negros, pero nadie fue testigo de sus lágrimas.

Cada gotita de agua salada se perdió entre las gotas de lluvia, y en su cabeza resonó el eco de aquellas conocidas voces recordándole que él nunca podría hacer nada bien, que él no era como Itachi, que él no era Itachi.

"Tú no eres él" Escuchaba una y otra vez, y a pesar de estar acostumbrado, todavía dolía.

Después de eso, ya no fue consciente de nada más, cuando despertó se encontraba de nuevo en aquella familiar habitación de paredes blancas, sus padres también estaban ahí, como de costumbre dándole la espalda y sin decir ni una sola palabra. Sasuke tampoco dijo nada, él sólo tiene nueve años, y como es un chico muy listo sabe que nada de lo que pueda decir será escuchado.

Sí, Sasuke siempre ha tratado de ser un buen hijo, pero así como aquel, todos sus esfuerzos han sido en vano. El porqué es una de las cosas que no entiende, aunque en el fondo de su ser, él lo sabe; él no es como Itachi, él no es Itachi.

A pesar de todo Sasuke ama a sus padres, son su única familia y los ama a pesar de que desde que Itachi se fue, ellos no le han dirigido palabra alguna y la mayoría de las veces ni siquiera lo miran.

No importa, mañana será un nuevo día, y entonces cierra sus ojos para dormir, lo último que ven sus ojos es la figura de aquel hombre alto que siempre entra a su habitación para observarle dormir.

Parece sólo una sombra, pero lleva un tiempo considerable acechándolo. Trató de contárselo a sus padres pero no tuvo el valor de hacerlo. Tal vez Itachi podría una ayudarlo, pero lamentablemente ya no estaba. Partió cuando Sasuke tenía sólo siete años, antes de marcharse prometió regresar, prometió que nunca le dejaría solo.

Cuando Sasuke piensa en él, un fuerte dolor envuelve su pecho oprimiendolo hasta dejarlo casi sin respiración.  También tiene el vago recuerdo de las lágrimas surcando su rostro, la tristeza empañando su mirada, es entonces cuando la culpa lo embarga.

Itachi tuvo que marcharse por su causa y por eso ahora sus padres le odian. Él tiene fe, espera que cuando Itachi reaparezca y cumpla su promesa, sus padres le perdonaran y volverán a mirarle.

Durante mucho tiempo Sasuke mantuvo esa esperanza, cada noche antes de dormir cerraba sus ojos pensando que mañana sería un nuevo día. Pero pasaron los años y sus padres no le hablaron ni le miraron, además Itachi nunca volvió. Así que su esperanza, como cualquier otra cosa que no se alimenta, lentamente murió. También murieron muchos de sus sueños, y su corazón, que alguna vez albergó sentimientos de amor, ahora estaba acorazado en su pecho, escondido tras un sin fin de emociones oscuras, asfixiandose por la soledad y la tristeza.

El sufrimiento sólo crecía, pues  eso no fue lo único que cambió en la vida de Sasuke; el hombre que se dedicaba a verlo dormir, el hombre al que cada noche su padre le abría la puerta de su hogar, pronto no le bastó con verle.

Durante todos estos años, Sasuke nunca se ha atrevido a abrir sus ojos, eso no le impide sentir las enormes y frías manos recorriendo su cuerpo, despojándole de su ropa, la lengua viperina humedeciendo cada rincón, el pútrido aliento rozando sus mejillas, y las afiladas uñas que se clavan en su piel hasta hacerle sangrar. Puede sentirlo todo, y aunque lo desearía, sabe que no debe gritar, si lo hace sus padres se molestaran con él y el castigo será peor.

Debe dejar que el hombre serpiente haga con él lo que desee, lo merece, es su castigo.

Luego de un tiempo el hombre serpiente ya no estuvo solo, empezó a visitarlo acompañado de hombres tan extraños como él. Hombres que disfrutan lastimándolo, a los que les gusta alimentarse con su sangre y con sus silenciosas lágrimas.

Sasuke no puede huir ni decir nada, si huye sus padres estarán decepcionados, si habla los hombres le harán aún más daño. Él sabe que le vigilan, en cada sitio al que va siente la presencia de alguno, observa su reflejo, siente sus pasos. En ningún lugar está seguro, siempre hay alguien tras de él. Está atrapado y no hay escapatoria.

Su vida es dolorosa, no se supone que un niño de su edad pase lo que él está pasando. Aún así Sasuke es fuerte, resiste todo en silencio, sobrevive manteniéndose callado y alejado del resto del mundo. Crece entre una mezcla de gotas rojas y saladas. Con el sabor metálico impregnado siempre en sus labios, de modo que a sus diecisiete años, sólo alberga rencor para el mundo, para sus padres y sobre todo para Itachi.

Sí, sobretodo contra Itachi, pues él lo abandonó en ese infierno, él no cumplió su promesa de regresar.

La única hora buena del día es el descanso durante las clases, en el patio trasero de la escuela hay unos enormes árboles que lo ocultan de la vista de los demás, ahí se reúne con sus amigos. Ellos saben todo de su vida y nunca lo han tratado con lastima. Ellos son las únicas personas con las que puede contar. Karin siempre trata sus heridas con afecto y paciencia, sin hacer preguntas sobre el origen de estas. Jugo se sienta en silencio junto a él. Suigetsu por momentos hace que se olvide de su dolor con sus ocurrencias. Ninguno de ellos toma clases con él y nadie sabe que son sus amigos. Lo prefiere así, pues si alguien llegara a saberlo, probablemente los hombres malos también lo sabrían y sus amigos estarían en peligro.

**SNS**


Ese día se sentía especialmente frío, el invierno en todo su esplendor. Sasuke prefiere los días como ese, nunca usa ningún tipo de abrigo, de modo que el frío le cala hasta los huesos, y concentrarse en eso lo hace olvidarse de todos sus oscuros pensamientos.

Al llegar a su salón de clases, se sienta en su mismo sitio de siempre, al fondo junto a la ventana, en ese momento una cabellera rubia llama su atención. Iba atravesando el estacionamiento a toda prisa. Tal vez se trataba de un nuevo alumno llegando tarde, pensó Sasuke, pues no llevaba la vestimenta formal propia de un profesor. No le dió mayor importancia y se olvidó del asunto.

Tras media hora de clase, el chico rubio entró en su salón de clases, y no habría significado nada de no ser porque al parecer nadie más que él notó su presencia; no se presentó ni se disculpó por llegar tarde, el profesor tampoco dijo nada al respecto, y el resto de los alumnos no se inmutaron para nada. Empezó a sentirse confundido, ¿acaso sólo él podía verlo?

"Genial", pensó, ahora tendría que añadir la locura a su lista de problemas, como si no hubiera suficiente mierda en su vida, además tendría que sumar el hecho de alucinar con un chico rubio bastante atractivo.

Fuera real o fuera imaginario, Sasuke sabía que lo mejor que podía hacer era ignorarlo, su vida era una completa basura, pero él ya tenía una rutina establecida y no quería arriesgarse a complicarse más la vida. Aunque ciertamente la apariencia de ese chico le recordaba a los ángeles de los que su madre le habló cuando era pequeño, pensar que sólo él podía verlo porque se trataba de su ángel personal que había aparecido para salvarlo del infierno, le parecía una idea absurda y muy ridícula. Así que definitivamente, sí nadie más parecía verle, él fingiría que tampoco podía hacerlo.

Al terminar las clases se fue al centro comercial, no tenía dinero para comprar nada de lo que se exhibía en los llamativos escaparates, él ni siquiera entraba al lugar pues había demasiadas personas y mucho ruido, lo que le dificultaba estar alerta y lo hacía presa fácil de sus perseguidores.

Sasuke siempre se dirigía a la parte trasera del lugar, a hurgar en los contenedores de basura, la comida que encontraba ahí era mejor que la que recibía en casa, y además así se aseguraba de que no estuviera envenenada. No podía asistir todos los días, así que cuando no lo hacía prefería no comer nada de lo que hubiera en casa; su madre ya no cocinaba con el amor que antes le tenía y en cada plato Sasuke percibía su desprecio.

Después vagaba por las calles hasta el anochecer y luego volvía a casa, Sasuke sabía que tenía que llegar cada noche pues ya había tratado de pasar la noche fuera y nunca resultaba bien.

Los hombres malos siempre le buscaban, y no importaba cuanto corriera o que el callejón en el que se ocultaba estuviera profundamente sumergido en la oscuridad, ellos siempre le encontraban. Llenos de furia por tener que buscarlo, descargaban en él toda su ira, Sasuke perdía la conciencia, despertaba al siguiente día tirado en algún lugar que era incapaz de reconocer, herido y confundido.

Por esa razón prefería no huir, únicamente trataba de vivir su vida lo más normal que podía, aunque por dentro estaba tan roto que parecía imposible romperlo más.

Era sólo un cascarón; un cascarón vacío.

Pero ese chico rubio apareció para cambiarlo todo.

Con cada día que pasaba estaba más convencido de que sólo él era capaz de verlo; entraba a clase todos los días a la misma hora, se sentaba en la parte de atrás y nadie parecía notar ni la más mínima señal de su presencia.

Sasuke estaba intrigado, y al mismo tiempo empezaba a creer que su presencia en la escuela se debía a él. Quería acercarse pero no tenía idea de cómo hacerlo. Era el precio por mantenerse alejado del resto del mundo tantos años. Sus amigos secretos no contaban pues ellos fueron quienes le buscaron, y él casi nunca hablaba.

Ya encontraría la manera de acercarse, tendría que ser en un lugar donde no hubiera nadie pues no quería arriesgarse a que alguien lo viera y lo tacharan de loco por andar hablando solo.

**SNS**


Había ocasiones en las que le era especialmente difícil levantarse por las mañanas, esos días prefería quedarse en casa y no asistir a la escuela. Sus profesores nunca comentaban nada al respecto, él no le importaba a nadie.

Este era precisamente uno de esos días, Sasuke cerró mejor las cortinas de su pequeña habitación y volvió a la cama pensando dormir hasta el anochecer. Divagaba en su mente cuando percibió un aroma diferente en la habitación, abrió lentamente los ojos y contempló el cielo frente a él, parpadeo apresuradamente. No era el cielo, eran los ojos azules del chico rubio. Sasuke nunca había visto un cielo tan despejado.

Se quedó en completo mutismo por la sorpresa, su alucinación parecía tan real que podía sentir su cálido aliento rozando su mejilla. Extendió su mano para tocarlo, era demasiado real, tanto que llegó a pensar que alguna de sus heridas se había infectado y ahora la fiebre le provocaba estas visiones.

Y cuando pensó que nada podía ser más vivido, él chico le saludo con un hola y una brillante sonrisa.

Le dijo que no lo había visto en la escuela y se había preocupado, en ese momento el corazón que Sasuke no recordaba tener, dió una pequeña señal de vida esparciendo por todo su cuerpo una sensación desconocida, pero sumamente agradable.

Su nombre era Naruto, y aunque no mencionó nada acerca de ser un ángel, Sasuke podía imaginarlo perfectamente con un par de enormes alas de plumas blancas volando alrededor del mundo.

Y gracias a él, Sasuke volvió a soñar, soñaba que atravesaba un cielo azul, profundo, y al fondo estaba Naruto, esperándolo para decirle que a partir de ahora todo estaría bien.

A partir de ese día Sasuke y Naruto empezaron a acercarse. Todos los días al finalizar las clases Naruto invitaba a Sasuke a comer a diversos lugares. Naruto hablaba mucho; le contó de su infancia, de sus amigos, de los lugares que había conocido. Sasuke en cambio casi nunca decía nada, ¿Qué podía contarle? Toda su vida era un asco y Naruto le parecía tan limpio y luminoso que Sasuke no quería ensuciarlo hablándole de su vida.

Cuando estaba con él, Sasuke se olvidaba del resto del mundo, probablemente ese fue su error. Bajó la guardia, fue descuidado.

**SNS**


Ese día Naruto lo llevaría a la feria. Sasuke nunca había asistido a alguna, y aunque la idea de ir a un lugar lleno de gente no le entusiasmaba, Naruto estaba tan emocionado que terminó por convencerlo de aceptar ir.

Después de la clase de deportes fue a las duchas como el resto de sus compañeros. De pronto mientras tomaba un rápido baño, el agua comenzó a teñirse de rojo. Salió furioso a reclamarle a sus compañeros por la broma pero nadie parecía comprender lo que él les reclamaba. Uno de ellos se rio y eso bastó para comprender que era el culpable. Se abalanzó sobre él y empezó a golpearlo violentamente. Dos de sus compañeros lo sujetaron para poder separarlo del muchacho que casi termina inconsciente.

Todos estaban en su contra, le miraban con una mezcla de miedo y confusión. Se soltó del agarre que lo sujetaba y salió corriendo del lugar para dirigirse a la salida.

Cuando estuvo fuera, sintió el viento golpear con fuerza su cuerpo desnudo, quiso regresar pero ya era demasiado tarde. Ahí estaban esos hombres, sus torturadores. De inmediato lo tomaron con fuerza para llevárselo del lugar. Sasuke forcejeo, gritó hasta dañar su garganta, pidió la ayuda que nunca antes había pedido, pero nadie en toda la escuela movió una mano por él.

Ni siquiera Naruto.

Entonces Sasuke se rindió. Fue un iluso por creer que había esperanza y ahora iba a pagar el precio por querer volar sin tener alas.

Los hombres estaban furiosos, se enteraron de Naruto y no les agradó la idea de compartir lo que consideraban suyo.

Fue arrojado con fuerza al interior de lo que parecía una bodega abandonada. Al instante aquellos hombres se convirtieron en buitres y Sasuke era la presa.

Nadie iba a salvarlo y él estaba ya tan cansado que simplemente desapareció. Su cuerpo estaba ahí, siendo ultrajado por aquellos despreciables seres, pero su mente se había marchado lejos. Sus ojos permanecían abiertos, pero no veían nada de lo que estaba ocurriendo.

Sasuke estaba muy lejos, cruzando el cielo, buscando entre las nubes a su ángel rubio, perdiéndose en esa inmensidad azul, alejándose del resto del mundo por completo.

Quien sabe cuánto tiempo pasó, cuando de pronto la única puerta del lugar fue abierta con violencia, los rayos del sol lo iluminaron todo y cuando sus ojos se acostumbraron a la luz pudo distinguir la inconfundible silueta de Naruto.

Quiso levantarse y correr hacía él, pero esos hombres aún lo detenían. Le pidió que lo liberara de ellos.

"No hay nadie más aquí, Sasuke", fue la respuesta de Naruto.

¿Quién era Naruto? ¿Por qué no podía verlos?

Todo empezó a darle vueltas, cientos de voces comenzaron a gritarle, eran tantas que no podía comprender lo que le decían y el fuerte ruido lo aturdía. El dolor le oprimía intensamente, como si estuviera frente a una verdad que sus ojos eran incapaces de ver.

Se levantó y salió huyendo del lugar, empujando a Naruto en el proceso.

Afuera todo estaba cubierto de nieve, blanca y resplandeciente. Sasuke nunca la había visto en su vida y ahora no tenía tiempo de apreciarla.

Pensó que se encontraba en un lugar desconocido, pero al salir se dió cuenta que se encontraba a las afueras de la ciudad, en lo que antes había sido la fábrica de su padre y que ahora era solo un lugar abandonado.

Muchas imágenes golpearon su mente, cosas que él no recordaba haber vivido; una madre dulce, un protector padre y un increíble hermano mayor. Todo perdido por su causa.

Se sentía desesperado y sólo quería que todo saliera de su cabeza, así que corrió para dejarlo todo atrás, corrió hasta internarse en el bosque para desaparecer en él.

Naruto lo seguía, los hombres malos también. Tropezó y ya no pudo correr más, ellos lo alcanzaron, iban a aprovechar la oportunidad para hacerle más daño, pero Sasuke ya no estaba solo, gritó pidiendo ayuda para que Naruto pudiera encontrarlo.

Cuando Naruto llegó, le pidió que lo liberara, había muchos monstruos queriendo devorarlo. Naruto caminó despacio hacia él, ignorando las amenazas de todos los sujetos, seguro de lo que estaba haciendo.

Cuando estaba por tomar su mano, uno de ellos se lanzó para atacar a Naruto por la espalda. Sasuke apretó su puño con fuerza sintiendo como algo se clavaba en su palma, era un pedazo de vidrio que ni siquiera recordaba haber tomado, pero que le dió el suficiente valor para ayudar a Naruto. Se arrojó sobre el tipo que iba a atacar, lo derribó, rodaron sobre la nieve mientras forcejeaban.

Y de pronto todo se quedó en silencio, las voces cesaron, los horribles hombres que habían convertido su vida en una pesadilla desaparecieron, huyeron como los cobardes que eran.

A lo lejos, Sasuke divisó a sus padres, de nuevo le sonreían, le habían perdonado y estaban esperando el momento  para acercarse a él y estrecharlo en sus brazos.

Naruto tomó su mano, le regaló una sonrisa y le dijo que todo estaría bien. Entonces Sasuke lo supo, al fin había ganado.

Ahora él, al fin, era libre.

Notas finales:

Este es el primer capítulo de esta historia que no había podido publicar aquí. Espero que les guste.


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