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94. Silk Room (08) por dayanstyle

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Notas del fanfic:

OH OHHHHHH 

ya estoy gritando por este libro

—Voy a tener que devolverte la llamada, Jung Shin. —Empujando el teléfono en su bolsillo, Jong Bin observó cuando Vincent entró en su club. No estaba seguro de cómo el hombre había ido más allá del gorila, pero iba a tener unas palabras con Phillip.

No discriminaba cuando se trataba de clientes que pagaban, pero Vincent era la excepción. El tipo era alto, delago, tenía los ojos pequeños y brillantes que le recordaban a una comadreja, y era el más grande estafador en el área triestatal. No confiaba en el hombre por lo que podría echarlo, y desde que tenía apenas 1, 58 mts y pesaba 50 kg, no había posibilidad de que eso ocurriera.

Vincent también era un vampiro, que conseguía una emoción enferma de obligar a la gente, a hacer alguna mierda sombría. La última vez que había aparecido en su club, el vampiro había estafado a tres chicos, para que le entregaran sus billeteras. Cuando lo había enfrentado al respecto, el vampiro había intentado patearle el culo. Por suerte, sus porteros habían intervenido y lo habían salvado y también el vampiro había recibido una paliza. Desde entonces, él y Vincent se odiaban mutuamente a simple vista.

Se acercó a Ki Ho, su principal camarero-guardia, y cabeceó hacia la puerta principal, donde Vincent estaba parado, mirando por encima de la multitud, sin duda, buscando una víctima. —¿Despediste a Phillip?

Las cejas oscuras de Ki Ho se fruncieron, mientras miraba hacia abajo a él.

—Sabes que no despido a la gente. Ese es tu trabajo.

—Entonces, explícame por qué Phillip dejó que Vincent entrara en mi club.

—señaló con el dedo, hacia la puerta principal. —Di órdenes estrictas, para mantener a ese pedazo de mierda fuera.

Ki Ho se encogió de hombros. El tipo era tan corpulento como alto. Su pelo oscuro, estaba cortado elegantemente corto en la parte superior y afeitado en los costados. Tenía los ojos grises y llevaba una baja barba y bigote. Ki Ho era lo que uno podría llamar un hombre varonil, y él no andaba con rodeos sobre cómo hacer su trabajo y lo hacía bien.

Solía pertenecer a una banda de motoristas, en el oeste. Jong Bin sabía algunas cosas acerca de esa vida, la televisión era una cosa maravillosa y uno no se retira normalmente de una banda de motoristas. Ki Ho lo hizo. Más o menos. Casi había muerto, dos veces, y eso lo había convencido de empezar de nuevo en una nueva ciudad, con un nuevo nombre podría ser prudente. Sabía que el tipo estaba escondiéndose, de esa banda. Lo había contratado, de todos modos. Tal vez tenía deseos de morir. A él le gustaría pensar, que era simplemente un tipo que cree en las segundas oportunidades.

 

 

O que simplemente le gustaba tener al más grande y más malo, protegiendo su inversión. Si alguien más grande y más malo llegaba, se ocuparía de ello entonces. Un problema a la vez, por favor.

Con un movimiento de cabeza, Ki Ho se dirigió hacia la puerta principal, usando su enorme peso para atravesar la multitud. Era como un tren de carga, rodando en las vías. A todo vapor. La gente se separó para él, mirando hacia el gorila de 1,98 mts, con los ojos abiertos. Esa era una de las razones por las que había contratado al shifter lobo. Ki Ho obtenía resultados, y la mayoría estaban demasiado asustados de él, como para portarse mal en Silk Room.

Vio el momento, en que Vincent notó a Ki Ho dirigiéndose en su camino. El vampiro se volvió más pálido, y el blanco de sus ojos se incrementó. Se dio la vuelta y se dirigió a la puerta. Una multitud de hombres y mujeres entró en el mismo momento, cortándole el rápido escape.

Vincent era un estafador, pero también era un cobarde. La mayoría de los vampiros eran arrogantes, con un gran ego. No Vincent. Él era una comadreja viscosa, que operaba en callejones oscuros y evitaba la confrontación lo máximo posible.

Ki Ho tiró de Vincent por el cuello y lo "acompañó" hasta donde se encontraba. Vincent estaba con los ojos abiertos, como un niño atrapado, robando del tarro de galletas y haciendo todo lo posible para imaginar una excusa, antes de llegar a su padre. Vio las ruedas girando en la cabeza del vampiro, mientras se acercaba.

—Pensé haberte dicho, que nunca volvieras aquí—cruzó los brazos, sobre su pecho, haciendo todo lo posible para parecer intimidante. Esa era parte de la razón por la que había contratado músculos. Era delgado como un látigo. También era un hada. No había mucho en él, que asustara a la gente. Para eso era para lo que pagaba a sus guardias. Sin embargo, cuando se irritaba, sus empleados –así como los clientes– sabían que debían dejarlo solo.

—Ah, Jong Bin. Es tan bueno verte, de nuevo—Vincent se humedeció los labios, sus ojos lanzándose alrededor. Tenía la sensación, de que la única razón por la que no trataba de usar su fuerza de vampiro para liberarse, era porque Mino se dirigía hacia ellos.

Mino –otro de sus porteros más letales– era un vampiro arrogante. Tenía penetrantes ojos verdes y una sonrisa que deslumbraba a cualquiera que lo encendiera. El lóbulo de su oreja izquierda estaba perforado, y le recordaba al luchador Randy Orton. Sería un caballero medieval perfecto, si hubiera nacido en esa época.

Por otra parte, era un vampiro. Podría haberlo hecho.

—¿Por qué estás aquí? —Preguntó Jong Bin. Dos guardias más, se unieron a ellos.

 

 

Silk Room, era un club nocturno muy popular en Dalton Falls. Fin de semana o entre semana, el lugar estaba siempre lleno. Algunos residentes de la ciudad, intentaban al menos dos veces al año, cerrarlo. Decían que el lugar era una vergüenza y una mancha en su buena ciudad.

Lo que sea. Contribuía con una gran cantidad de dinero, para organizaciones benéficas en Dalton Falls y daba una mano, cuando la ciudad celebraba un evento. A la mayoría no les importaba su club, puesto que limitaba con la línea del condado.

—Me perdí—, dijo Vincent. —Pensé que había entrado en Hot Spot. Imagina mi sorpresa, cuando me di cuenta de mi error.

Hot Spot, era un club nocturno en Sugar Creek y estaba a treinta minutos de Dalton Falls. Para un estafador, Vincent era condenadamente estúpido.

Frunció los labios. ¿El chico lo creía tan ingenuo? —¿De verdad esperas que crea eso?

—Es la verdad—Vincent parecía sincero, pero sus ojos contaban una historia diferente. Vio el cálculo en sus negras profundidades. El tipo estaba en algo. Él no sabía qué era ese algo.

—Ve a comprobar a Phillip —, le dijo a Mino.

 

Si Phillip había permitido que Vincent entrara, lo más probable era que Vincent lo había obligado con su mirada. Por razones desconocidas, él había nacido inmune a la compulsión. Podía mirar a los ojos de un vampiro toda la noche y nada. Ni siquiera un tic.

—Ki Ho—dijo, mientras se giraba hacia el shifter lobo— ¿podrías acompañar a Vincent fuera de aquí? Asegúrate de que abandona la ciudad.

Ki Ho comenzó a alejarse, arrastrando a Vincent, pero este se encogió de hombros, saliendo del agarre del lobo, fácilmente. Se giró y miró a Jong Bin, y este vio tan profundo odio, en los ojos del hombre, que casi dio un paso atrás. Pero no lo hizo.

—Vas a pagar por esto, Jong Bin. Pronto tus preciosos guardias, no serán capaces de protegerte.

—¿Qué significa eso? —Preguntó.

—Lo veras. —Él sonrió.

Entrecerró los ojos. —Ki Ho, por favor, consigue a este pedazo de mierda, fuera de aquí.

El lobo cerró la palma de su mano, en el hombro de Vincent, empujándolo hacia la puerta. Vincent miró a Ki Ho antes de alejarse.

—¿De qué crees, que estaba hablando?

 

Se giró para ver a Sun Youl detrás de él. El tipo era un pequeño dulce humano, que era uno de sus mejores bailarines. Tenía el pelo negro azabache cortado en un corto puntiagudo desorden. Sus ojos eran azules, del color de los diamantes en bruto, que brillaban cuando la luz los golpeaba directamente. Era más bajo que Jong Bin e igual de delgado.

—No tengo ni idea.

—Sonaba bastante siniestro —, dijo Sun Youl.

—Puedo cuidar de mí mismo. —Esperaba. Aunque tenía algunos trucos bajo la manga, trucos que ni siquiera su mejor amigo, Jung Shin, conocía no estaba seguro de que lo ayudaran con Vincent.

—¿Has terminado con tu número? —Le preguntó a Sun Youl, mientras se dirigían hacia la barra. Se sirvió una Sprite. Nunca bebía en el trabajo. Era difícil dirigir un club nocturno, si estabas borracho.

—Listo por el momento—Sun Youl corrió por delante de él, y vio por qué tantos hombres y mujeres adulaban al chico. Nunca iba por el tipo twink, pero muchos otros lo hacían. Sun Youl pidió alguna bebida con sabor a fruta. Para entonces, Mino había ido detrás de la barra, para tomar el lugar de Ki Ho hasta que este regresara. Hizo la bebida de Sun Youl, mientras que Jong Bin redondeaba la barra, listo para ir a su oficina.

Se detuvo en seco, cuando vió a Ahn J.Jun Espelimbergo.

El vampiro había estado en la ciudad desde hace un tiempo, y los dos  habían tenido un solo encuentro. Una vez había sido suficiente para saber que J.Jun era su pareja. Una vez fue suficiente para saber que necesitaba mantenerse alejado del chico.

Jong Bin era un hada. Las hadas tenían prohibido acoplarse fuera de su especie. En realidad, era una ley entre los de su especie. Retrasada, anticuada, y francamente ridícula en su opinión, pero no menos cierta. No sólo iba a ser rechazado por las hadas, sino que Masao –Rey de las Hadas– también lo castigaría.

Aunque corrían rumores de que algunas hadas se habían apareado con otras especies, nunca había conocido a ninguna pareja mixta. Por otra parte, con la estricta ley, no había forma de saber si una justicia rápida había caído en ellos o si las parejas se habían escondido. Esa era probablemente la razón por la que nunca había conocido a ninguna y la razón por la que nunca podría acoplarse con J.Jun. Las hadas tomaban la ley muy en serio. Había oído que los elfos de la sombra, tenía el mismo tipo de ley. A pesar de que también había oído que tenían esa ley por una razón diferente. Se estremeció al pensar en cómo ellos practicaban la endogamia. Puaj.

Fue sacado de sus pensamientos, cuando vio que el vampiro caminaba con pasos seguros, sus ojos vigilantes, atentos, mientras se abría camino a través del club.

 

—Cierra la boca—Sun Youl bromeó, mientras se movía para estar a su lado, con la bebida de sabor a fruta en la mano, paraguas de papel incluido. —Vas a coger moscas, si dejas tu barbilla en tu pecho.

Cerró la boca y se aclaró la garganta, antes de que Sun Youl hiciera un gesto espantándolo. —Ve a buscar a otra persona, para molestar.

Sun Youl le sacó la lengua. —Hay un montón de hombres, a los que le encantaría ser molestados por mí.

Eso podía ser cierto, pero sabía que Sun Youl no era ese tipo de persona. A partir de lo que su amigo le había dicho, el humano había salido con dos hombres en toda su vida. Esa era difícil de creer, considerando que era un stripper, pero conocía al hombre, y fuera del trabajo, el tipo era tímido como el infierno, cuando se trataba de los hombres. Absolutamente una contradicción, pero así era la vida. Ignoró al stripper, mientras observaba a J.Jun lentamente caminar alrededor de la pared de los bailarines. Alguna canción hipnótica empezó a sonar, con un ritmo oscuro, y parecía como si su visión se había reducido a una sola alma.

J.Jun.

Oh hombre…

Era vampiro y actuaba el papel. Sintió el poder del hombre, a través del cuarto, cuando barrió con su oscura mirada de ida y vuelta. J.Jun había

entrado en Silk Room, como si fuera el dueño del lugar. Era todo aspecto    oscuro, músculos elegantes, y su abrumadora carisma sexual, casi tuvo éxito en ponerlo en sus rodillas.

J.Jun era el sueño húmedo de todos los hombres homosexuales. Se moría de ganas por tocar cualquier parte del cuerpo del chico. Sus dientes dolían por morder el culo bien redondeado del hombre. J.Jun era el sexo en dos piernas, y él quería saltar en sus huesos. Pero nunca había salido con nadie más que hadas, y esa era una regla que nunca rompió.

Excepto, que lo que veía, lo quería. J.Jun era un delicioso sueño caminando a través de su club, y debía seguir recordándose a sí mismo, que nunca podría tener al hombre. Lo que necesitaba ahora, era una ducha de agua fría.

J.Jun se detuvo y habló con Mino. Tenía la cabeza inclinada en un ángulo que indicaba que estaba susurrando. Los paranormales tenían audición superior. Eso solo le dijo que lo que J.Jun tenía que decir, era confidencial.

Empezó a desear, que el tipo le susurrara al oído, aunque lo que quería que J.Jun le dijera, podría ser ilegal en algunos estados.

Su aliento se congeló en sus pulmones, cuando el vampiro giró lentamente la cabeza y miró en su dirección. Sus ojos se encontraron, y le resulto difícil respirar. Desde el otro lado del club, y para su absoluta sorpresa, el hombre le guiño el ojo.

Casi se derritió en el suelo. Él, Jong Bin, empresario, hombre adulto, y bien versado en el sexo, se encontró sonrojándose como un colegial, con un enamoramiento. Fue difícil apartar los ojos, pero lo consiguió. Él no es un hada. Deja de babear sobre él.

Esas palabras continuaron en su mente, mientras se abría camino a su oficina. No podía bajar la guardia, ni por un segundo, por lo que su mejor curso de acción era huir. No estaba orgulloso de correr, pero ¿qué otra cosa podía hacer?

Algo rozó su espalda. Era sólido e inesperado. Energía fluyó sobre él. Su piel se estremeció, como si un millar de diminutos dedos de electricidad, lo estuviera tocando, mientras se giraba para encontrar a J.Jun de pie justo detrás de él. El hombre, fuerte e imponente, se acercó más, y el efecto fue intimidante.

—Hola, Jong Bin—La voz de J.Jun era profunda y suave, por lo que se estremeció. Se quedó mirando a los ojos del color del ónix y sintió como si se estuviera ahogando en ellos.

Incómodo, con el efecto que J.Jun tenía sobre él, dio un paso hacía atrás.

—Hey, J.Jun —dijo con una sonrisa forzada. —¿Qué te trae por aquí? J.Jun, se encogió de hombros. —Negocios.

 

Se había enterado, hacía poco, que Mino era del aquelarre de J.Jun. Parecía que era un mundo pequeño, y tenía la sensación de que Mino haría lo que le pidiera J.Jun, independientemente de lo que él quería. Mino le había dicho, que los dos se conocían de antes. Cuánto tiempo atrás, era una incógnita.

—Mino puede tener el resto de la noche libre, si lo necesitas—dijo, tratando de mantener su voz tranquila y uniforme. El vampiro lo afectaba. Por la forma en que el chico se le quedó mirando, también lo sabía. No le gustaba que J.Jun lo supiera. El hombre parecía un poco más arrogante, con ese conocimiento. Barrió el dorso de sus nudillos, sobre la mejilla de Jong Bin, haciendo a este sacudirse, mientras el calor bajo su piel, se elevó a niveles volcánicos.

—Ya está saliendo —dijo J.Jun, con un trasfondo de diversión en su tono.

—Sólo quise avisarte.

Mino podría haberle informado, que tenía que despegar. J.Jun había entregado el mensaje. Esta era la primera vez, que se habían visto desde su primer encuentro, y quería saber por qué, después de todo este tiempo, J.Jun había llegado a su club. Buscó los ojos del hombre, pero lo único que vio, en esas profundidades oscuras, era calor y hambre.

—Gracias por dejármelo saber—Estaba orgulloso de sí mismo. Su voz era firme, no inestable, que era de la forma en que sus entrañas se sentían.

 

Un lado de la boca de Jun, se contrajo, como si quisiera sonreír, pero luchó contra el impulso. Inclinó la cabeza. —Te veré por ahí, Jong Bin.

 

Observó a J.Jun girarse y pasear alejándose. Cuando el vampiro salió del club, la gente se movió a un lado. Tragó duramente. Y había estado pensando que había salido impune.

Tontamente, había pensado que J.Jun permanecería lejos de él, y los dos olvidarían que el otro existía.

—¿Qué fue todo eso? —Preguntó Sun Youl, como si hubiera estado esperando a un lado, a que J.Jun se fuera. Se quedó allí bebiendo su bebida de color rosa, con una pajita. —Creo que él está perdido totalmente por ti.

—No lo está—Negó con la cabeza. Había soñado con encontrar a su pareja, pero siempre había creído que sería un hada. Quería ir a cazar al destino y golpear a la perra, por ponerlo en esta posición. Suspiró con irritación. El hombre estaba fuera de los límites. Imaginó, que J.Jun era su pareja.

 

 continuara....


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