Era apenas un parpadeo de luz flotando en la oscuridad. Flotaba en el aire y luego se movía en línea recta. Parecía una luciérnaga solitaria y perdida. Pero, ¿qué luciérnaga tiene manos para sostener un pedazo de papel (¿un mapa?) y que luciernaga sabía leer en voz alta?.
Aunque, claro, si uno estuviera ahí cerca, no escucharía una voz, sino unos muy suavecitos bisbiseos que terminaban en unas pequeñas risitas tontas.
“Ah claro~ el oeste...entre dos árboles de acebos, cerca del lago...si...si...si, lo tengo, lo tengo”
Un HADA, eso era. Tal y como se le conocían. Pequeñas criaturas de cuerpo humanoide que poseían alas transparentes como los insectos. Todo su pequeño cuerpo brillaba con una luz púrpura con destellos dorados, dejando toda una estela de polvitos brillantinos que caían en el suelo y desaparecen de inmediato.
Vaya que era raro ver un Hada en esos lugares tan tenebrosos. Pues las hadas les gustan los bosques, la naturaleza...no las faldas de las montañas tenebrosas , frías y secas. Las hadas gustan de lugares de exuberante vida , no este sitio llamado “Moira”, el abismo negro.
Cierto, antes de ser llamado de esa manera tan lúgubre, era conocido como Khazad-dûm, el más gran reino enano del mundo. Pero eso ya fue hace tanto tiempo que se ha olvidado.
¿Que hacía un Hada en aquel siniestro lugar?.
Es conocido que las hadas odian las minas, pues el metal las daña mortalmente. Sin embargo esta hada de cabello color fucsia y peinado hacia arriba (como un arbusto expuesto al viento muchos siglos) parece disfrutar su excursión. Parece disfrutar su aventura a la oscuridad.
Moría de ganas de tocar el muro, el cual, con la ayuda de luz lunar, le mostrará la puerta secreta de la mina gracias al ithildin*. ¡Que emocionante sería ver los códigos y descifrar el antiguo enigma!. Deseaba ver los símbolos del emblema de Durín, coronadas por siete estrellas, los dos árboles. Ah. Deseaba tanto verlo.
¡Ah! ¡Pero no!. La decepción absoluta. La puerta estaba destrozada y toda ese momento teatral anhelado fue arruinado por la triste realidad. Ese sentimiento de que le han arruinado la vida por algo tan nimio es algo común entre las hadas, que aman el drama y sus berrinches, cuando eso pasa son de miedo.
Se tardó más tiempo de lo esperado, pero tuvo que levantar el muro, cada piedra, reconstruirlo para tener su momento épico. Si no…¡que chiste!
Eso Sí, NO es normal.
Esta hada posee una fuerza que definitivamente no es típico de un feari**. Las hadas se apoyan en la naturaleza para realizar sus proezas y sus encantamientos. Pero esta, solo usa su mente para hacer levitar los objetos más pesados y sostenerlos sin esfuerzo alguno. De ese modo arregla el muro por mero capricho.
Por supuesto que hace su entrada épica-triunfal, con fanfarrias y todo. Riendo y vanagloriándose de su valor.
Le encanta imaginarse el lugar en todo su esplendor y podría hacer un escenario digno de él, pero tiene poco tiempo para encontrar lo que está buscando.
El problema es que el hada se pierde en sus juegos, más aún cuando llega al cuarto de registros, a la cámara de Mazarbul, donde enloquece a ver los cadáveres y esqueletos enanos , orcos y un trol gigante.
A pesar de que el hada posee la cara de un niño dulce, travieso e inocente . El hada tiene una oscuridad que, tan euforico no puede ocultar. Juega como un niño malicioso. Tiene un espíritu corrupto, de la naturaleza oscura y cruel. Se divierte ante la tragedia, cosa que se nota cuando arma una gran obra teatral usando a los cadáveres como personajes de alguna retorcida historia que se inventa.
— Me traicionaste! ¡yo te amaba! Te di mi cuerpo, mi alma y mi virginidad. ¡dijiste que mi barba era hermosa! .
— Ju ju ju. ¿Amor?¿qué es eso? ¿cómo se come? . !Te utilice para satisfacerme! ¿entiendes?. ¡Hacerte gemir! ¡ah que placer! ¡ah que gozo!, !cómo lloraste!
Los ojos del hada eran rojos, como de insecto, sin pupila o iris, como un rubí hermoso que cambiaba la tonalidad de acuerdo a sus emociones. Y más por por tocar el tema tema tabú de las hadas: SEXO.
Las hadas tienden a romantizarlo todo, con su glamour ven el acto como algo mágico y hermoso. Los gemidos como cánticos al amor. El no. A el le gusta como lo ha visto en las bestias y con los demonios. Violento, asqueroso y viscoso. Se veía doloroso, como estár pariendo, como comer y cagar. Vivir es asqueroso.
—Y tu barba me daba asco!
— Monstruo!
Ju ju ju ju.~
Entonces dejó de reírse al acordarse de algo importante.
“Ah sí, qué tonto soy” recordó dejando todo sin preocuparse en acomodar el desastre que dejó detrás “debo encontrarlo…”
Encargar una misión de búsqueda a un hada no es para nada una buena idea, más por su tendencia a la distracción crónica.
“Un trato es un trato...debo encontrarlo, al demonio de fuego”.
Sabe vagamente dónde está ese demonio. Por lo menos, eso le dicen sus antenitas que nacen de su cabeza. Suele esconder sus antenas entre su cabello, pero ante la oscuridad estas se asoman, peluditas (como de polilla) y con sensores para captar la magia.
Pasa el puente roto de khazad-dum y desciende por el abismo horas y horas. El hada se aburre pero sigue descendiendo por que trata de imaginarse al demonio de fuego. El ancestral maiar corrupto por Melkor de la raza de los balrogs. Demonios de fuego y oscuridad.
Ahora solo quedaba uno y lo necesitaba. El llamado “Daño de Durín”. Quien yacía, aparentemente muerto, tras su lucha en el cuerno de plata.
A pesar del frío y de la nieve que lastiman sus alas, el hada llega al sitio donde está el cuerpo del demonio. Y no es que tuviera un cuerpo como tal. La mitad era oscuridad y la otra era...no tenía ni idea.
Recorre el cuerpo del balrog, examinandolo, picando con una ramita (que ahora no nos vamos a preocupar donde ha aparecido). Al ver que no tiene otra opción, el hada esparce sus polvos sobre el balrog. Eso le ayuda para levitar su pesado cuerpo.
No es fácil. Su mente es fuerte para cargar muros enormes, incluso árboles inmensos, casas enteras….pero cargar toda esa oscuridad con la mente no es sencillo. Pero solo él podía hacerlo. Nadie más.
“Cuando despiertes...seré recompensado...dejaré esta tonta existencia aburrida de feari, evolucionaré a la perfección absoluta… y no desapareceré..¡uf como pesas! Una dieta no estaría mal, eh!.”
¿Que tiempo pasa?. Pudo ser horas o días. No lo sabía en ese plano. Pero finalmente llegó al centro de la montaña, donde el magma ya era un mar rojo. Ahí lanzo al balrog, sin demasiada delicadeza, para que se hundiera en lava.
Ahora solo quedaba esperar.
“Revive, Balrog, para yo renacer…” el hada, se sienta en una roca, esperando que el balrog regrese, y mientras aguarda, juega con el látigo de tres colas que encontró por ahí, sin importar que era el tesoro más valioso del demonio que pretendía despertar. No le importa por que es un hada, y ellas existen para divertirse. Hace levitar el látigo como un dragón muy flaco y claro, inventa una épica historia con eso.
Pero lo que hace realmente despertar al Balrog ha sido el canto del hada. Un canto agudo, feliz y muy muy escandaloso.
—SILENCIO! —su voz gruñe —Odio tanto ruido! ¡silencio!.
Una forma oscura, quizá una sombra de un hombre, emergió de entre la lava. En esa sombra había un poder y un terror que iban delante de ella. De pronto las llamas subieron rugiendo a darle la bienvenida y se retorcieron alrededor, y un humo negro giró en el aire.
Con sus llameantes ojos busca al responsable de su despertar. Al principio no lo ve, por que es minúsculo y está sentado en una roca en la pared.
Y ríe. Ríe suavemente.
—Bienvenido, Balrog ~. —habla el hada en el ancestral idioma de queeadian**, habla cantarinamente, alargando las palabras como miel escurriendo por el panal — Me llamo Papillon y he venido a….
La gran mano de Balrog interrumpió su presentación espectacular. Incluso ese manotazo podría haber herido a un dragón. Balrog, sacó humo por la nariz cuando notó que había golpeado fuertemente a...nada.
Una fuerza en forma de burbuja protegía al pequeño insecto molesto y hablador. Y esta misma fuerza lo hizo retroceder.
— Me interrumpiste a mitad de mi presentación…...— gimoteo Papillón
— Quien….¿que eres?. Una clase de mini-elfo? …
Baja la mano, y camina lentamente hacia el bichito brillante de orejas largas y puntiagudas.
— En el mundo ya no hay elfos. Su Era acabó. !Venga¡ ¡Bienvenido a la Era dorada de los humanos, Balrog!. — comunicó Papillón, volando al hombro de Balrog para sentarse en este. El fuego no le molestaba. — de lo que quedó de los Elfos, nacimos las hadas. …somos sus sueños. Somos los sueños de los seres en general¨¨** O algo así.
El Balrog hace el ademán de quitarse de encima al feari, pero es muy pequeño, muy veloz y aunque no lo aparenta es muy fuerte.
Finalmente se rinde ante aquel estúpido juego y prefiere sentarse enmedio de la lava, asumiendo una postura meditabunda.
— ¿Por qué me has despertado?
— Estoy aburrido — respondió Papillón con una sonrisa tan inocente que chocaba y se contradecía con su energía oscura — ¿Te cuento?. Si, te contaré. Tienes cara de quien quiere escuchar una historia.
Balrog tiene la cara de todos menos eso. Gruñe.
— Hace unos días vino un sujeto a “Arcadia”, mi reino. Tenía una armadura tan negra como la noche sin estrellas, su cabello parecía una galacia, era largo y estoy seguro que varias flores se secaban a su paso. — claro, el hada tenía que dramatizar la narración con convincentes efectos de sonido — Quería un trato con las hadas. Se entrevisto con los Sidhe, las fearis de mayor status. Por cierto, yo soy un pooka¨*, se que tenías ganas de preguntarme. De nada.
Ahora lo mismo para Balrog empezaba a extrañar dormir y...morir. No es que el hada tuviera mala voz. La voz era su mayor atributo. Era encantador, atrapante...inexplicablemente convincente. Eso, lo más probable era uno de sus poderes.
— “No eres de este nuestro mundo”, dijeron los Sihne “Somos seres de luz, de vida y esperanza y tu eres la muerte misma”. El era lo opuesto a Ilúvatar. Nadie quería un trato con el...pero yo si. Si señor, yo no me acobardo ni acepto el destino de las hadas. Yo me arrodille a esa entidad y le dije: seré sus ojos. Seré su voz. Seré el recolector de muerte.
Papillón sonrió, maleficamente.
— Eres mi prueba. Si te llevo con Hades, dejaré de ser una común hada. Evolucionaré y tendré poder. Belleza e inmortalidad. No estaré atado al destino funesto de las fearis...
Balróg abré su mano de oscuridad, la que empuña su látigo de fuego. Y el hada Papillon deposita el látigo de Balrog, devolviendolo..
— Anhelas una batalla~ Balrog, Oh! !Gran daño de Durín!. Fuiste creado de fuego y oscuridad y anhelas servir al tu señor. Sé que tienes hambre...y una guerra se aproxima. ¿no te gustaría blandir una vez más tu furia?. ~~
— Hablas mucho….Papillón.
El hada sonrió triunfalmente. Balrog le había contestado con aquel pequeño titubeo que tuvo. Lo notó al ver sus flamas arder y la oscuridad hacerse más densa. Balrog anhelaba una guerra...y Hades le ofrecía una.
Pero balrog era una criatura testaruda, terca y orgullosa.
— Si a ti no te apetece, podría despertar a la última hija de Undoliant, la araña. Debe tener tanta hambre ..
Balrog gruñó
— ¿Ese es un sí?.
— Es un largate si no quieres ser aplastado…
— Es un si! — festejó el feari — Nos vamos a llevar muy bien, Balrog.
Este último estaba seguro que no.
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continuara