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Ofrendar al mundo por dark kirito

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Magi pertenece a Shinobu Ohtaka-sama. Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo.

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Ofrendar al mundo

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Si el amor dependiera de continuar asesinando. ¿Lo harías?

*Especial de Halloween

Judal x Kouha

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El tercer príncipe se destaca por cuidar en extremo su apariencia, pero también por ser un gran espadachín que no duda en bañarse de sangre si la situación así lo amerita. Misma razón de que vaya en dirección a tomar una ducha. Su piel no tiene un solo rasguño, más no puede decir lo mismo de la ropa, en tonos carmesí y marrón. Con algo de suerte aquello se quite, sería un desperdicio el lanzar prendas tan finas a la basura.

Por fin arriba a su destino. El agua caliente ya desprende su característico vapor, el aroma que llega a la nariz es por demás agradable. Coloca las manos en la cintura, satisfecho, sonríe. Junjun, Reirei y Jinjin son increíbles, se nota que han estado juntos por muchos años. Siquiera necesita decirles, no hace falta para que ya lo tengan listo. Es casi como si fuesen capaces de leer su mente. Da un par de pasos en dirección a la enorme bañera que más parece piscina, cuando lanza su sombrero hacia atrás, en un movimiento rápido y agresivo.

—Tómalo como advertencia – declara al aire — No me gustan los mirones. Si no quieres perder la cabeza será mejor que te vayas de inmediato.

Al no recibir respuesta sigue con lo suyo, se despoja de los zapatos y adornos en las piernas. Capta una sombra por el rabillo del ojo. Acto inmediato. Coge a alguien por el cuello, le estampa contra el piso, apunta un cuchillo a la zona en medio de los ojos.

—Sobre advertencia no hay engaño.

Es entonces que sus orbes se encuentran con unos más rojos que la misma sangre, el dueño de estos parece consternado. Como si fuese la primera vez que le ocurre algo así.

—Puedes verme, y no solo eso… – recita casi estupefacto.

—No subestimes los reflejos …

—Nah. No tiene nada que ver. Hay dos tipos de personas que me notan. Los magos – echa un vistazo fugaz, hace una mueca extraña curvando los labios – pero tú eres del otro tipo. ¿O me equivoco?

—¿Qué?

En un parpadeo. El visitante se encuentra de pie, inclinado en dirección al príncipe, con los labios muy cerca del odio ajeno.

—¿Qué se siente saber que las voces en tu cabeza son reales? Lo-qui-to.

Una estocada que bien pudo rebanar una garganta, solo lo hace con el aire. Kouha se queda a solas. Se tira en un sentón despreocupado, se lleva la diestra a la cabeza.

—¡JA, JA, JA, JA!

Estalla en una estruendosa y perturbadora carcajada.

—No pude decirlo mejor –se deja caer en el suelo – Así que las voces en mi cabeza son reales, ¿Eh? Si estoy loco, ¿qué eres tú que solo alguien como yo además de un mago te puede ver?

¿Debería estar asustado? ¿Suponer que como muchas cosas, esto también es fruto de su imaginación? No es como que comparta la innata curiosidad de su hermano Kouen pero indudablemente esto le ha dado algo de color a su día. De menos es intrigante. Se pone en pie.

—Será mejor que me duche, comienzo a sentirme viscoso y no quiero apestar.

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Por la noche, alcoba del tercer príncipe.

Kouha cepilla su cabello, odia que se le enrede, después de todo su adorada madre lo hizo con mucho amor para él, cada fibra y centímetro. Se dispone a realizar las tres trenzas en el flequillo cuando la cortina se mueve, es sutil pero lo advierte.

—Que confianza la tuya como para entrar por la ventana.

—Ey que todavía no lo hacía –se queja el visitante adentrándose a la alcoba por el sitio antes mencionado.

—Pues ahí no se encuentra la puerta. ¿Y bien? ¿A qué se debe el honor de tu visita?

—Tienes una pregunta, ¿o no?

El príncipe se acerca, quedando a medio metro del otro que es un poco más alto.

—¿Y qué ganas respondiendo?

—También tengo la mía.

—¿A sí?

—¿Eres vieja?

La sorpresa en el rostro de Kouha es genuina, pocos han tenido los tamaños como para confundirle con una chica, su hermano Kouen uno de ellos. Toma asiento en la cama, cruzando las piernas de forma sugerente.

—¿Tú qué opinas?

—Una vieja no asesina como tú, son más cobardes.

—Que nunca te escuche Kougyoku, te hará tragarte las palabras.

—Entonces tenía razón, eres hombre.

—¿Podemos dejarnos de bromas? ¿Qué ganas respondiendo mi pregunta?

—No prometí contestar, y ya que obtuve lo que necesito…

La suerte de bufanda que el invasor usa, cae al piso.

—Ni se te ocurra jugar conmigo – le amenaza el pequeño chico que ahora tiene prácticamente encima.

¿Cuándo se levantó? Imposible de saber. Que habilidad. Con razón ha matado a tantas personas sin sufrir graves heridas, porque claro que las ha tenido, es humano.

El ente coge la mano del príncipe, la olfatea.

—Me pregunto cuántos han implorado clemencia. ¿Cuántos cuerpos has partido a la mitad? ¿La cantidad de entrañas que han cubierto tu cuerpo?

—Ungh… – Kouha hace una mueca, da asco.

—Definitivamente estás loco pero no es la razón de que me puedas ver… la respuesta a tu pregunta es… – acerca los labios de nuevo al oído ajeno, es más íntimo e intimidante de cierta forma – Yo gano mucho con tu mera existencia… mi letal asesino.

Kouha se queda a solas de nueva cuenta. Se aproxima al espejo para mirarse.

—Asesino… asesino… asesino…

¿Cómo tomaría una persona normal el que le dijeran así? Porque lejos de sentirse insultado, fue un halago que le hace sonreír y sentir muy orgulloso. Bueno o malo, son habilidades para proteger a su amado hogar. Si eso le lleva a quemarse en el infierno por toda la eternidad, significa que lo hizo bien.

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Algunas semanas después.

El tercer príncipe respira agitadamente, se limpia la sangre del rostro con la zurda al tiempo en que sostiene su espada con la otra. A su alrededor, decenas de cuerpos desmembrados.

—¡Fiu! – el recién llegado echa un silbido –Si que te luciste.

Kouha realiza una estocada al aire para limpiar su arma, varias gotas de líquido carmesí caen al lodo que hasta hace nada era tierra. Gira en dirección contraria al otro.

—Ahora resulta que de buenas a primeras no me ves. Y yo que me tomé la molestia de regresar – expresa desanimado.

—Ya terminé mi trabajo aquí, solo vuelvo a casa.

—Así que el señor importante me ignora. ¿Enserio? ¿No te doy curiosidad? Porque tú a mí sí.

Se pone delante de él, impidiendo el paso.

—En un mundo en aparente paz, donde los conflictos se arreglan con palabras – le coge toscamente por la cintura, atrayéndole a su cuerpo, olfatea su cabello – Tienes el aroma de la guerra. Amo la guerra.

El más joven se aparta, empujando.

—Tienes el alma retorcida, suponiendo que la tengas – sonríe amable –me agradan las personas o lo que seas, como tú.

—Nos vamos a llevar genial.

—Me voy al palacio – toca su ropa con la punta de los dedos – soy un desastre.

—¿Es una invitación? –mueve una ceja con cinismo.

—¿La necesitas? La última vez entraste por la ventana.

—Pues si, aunque lo odies, no iré a ningún otro lugar. No hay nada mejor que hacer.

El príncipe se adelanta. El ente aprecia su espalda y los tonos rojizos que el sol del atardecer da a su cabello. Ese chico pelirrojo tiene muchas hermanas y dos hermanos pero el color de esas hebras rosadas-escarlata es único. Un chico difícil de describir, tan perfecto pero, no es la clase de persona que despertaría el interés de las masas, sino de alguien cuyo origen es la desgracia en sí misma.

Por siglos la humanidad ha rechazado, temido e incluso ocultado su existencia pero, ahí está un joven que de cierta manera se le parece. ¿Qué pensará al saber la verdad? ¿De dónde viene la repentina confianza que le inspira a buscar la cercanía? Sigue al príncipe con ligera apatía, coloca las manos por detrás de la cabeza en una pose despreocupada.

—Soy Judal.

—Kouha.

Un común intercambio de nombres se sintió mágico. ¿Será el destino? Cuando las circunstancias fluyen con tal naturalidad, sin duda lo es. La complicidad y alegría ya se respiran en el aire.

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Habitación del tercer príncipe, por la noche.

Judal se estira en la cama luego de dar varias vueltas en ella.

—Si que tienes muchas comodidades.

—Ya te dije que puedes tomar una de las habitaciones de los invitados.

—No son tan grandes como la tuya.

—Que mimado.

—Y lo dice el que ha dormido aquí desde siempre.

—No es así, no llevo una buena relación con el viejo.

—¿Ah sí?

—¿Vas a comer? ¿Necesitas alimento?

—Si vas a algún lado, adelante. De aquí no me mueves.

—Luego no quiero que te quejes.

—Si, si, ya.

Cuando Judal se queda a solas, sus ojos brillan como los de un gato, aunque, de manera siniestra, capaces de erizar los vellos de puro temor.

—Consigo de ti todo lo que necesito mi estimado Kouha, es por eso que no te dejaré ir jamás…

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Jamás, jamás, jamás le parecía poco tiempo hasta que Judal se encontró atrapado por el príncipe que se le ha pegado como koala a la hora de dormir. Intenta escapar pero es imposible, que fuerza la suya, no la desconoce porque parte humanos cual mantequilla pero esto... Forcejea, de pronto el jamás y para siempre no luce tan apetecible.

«—¡Que pegajoso!»

¿Y si usa su magia para asesinarlo? Si ya encontró a alguien como él, bien puede encontrar otro, y la próxima se asegurará de investigarle primero. Aunque ese aroma, el olor que desprende Kouha es tan irresistible para el, tan embriagador y seductor.

«—¡Maldita sea! ¡Soy un masoquista!»

Judal no tiene más opción que continuar con el suplicio, lo más espantoso de todo es que seguramente lo repita, huele aún mejor que esas cosas que los humanos llaman duraznos.

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Transcurren los días, algunos son increíblemente divertidos, otros absurdamente rutinarios pero, aún cuando Judal no es alguien afín a la tranquilidad, parece estar a gusto de una u otra manera. Quién lo diría, alguien como él cuya naturaleza es tan dudosa, satisfecho con la compañía de un chico un tanto extraño. No le desagrada verlo dormir o hablar de tonterías, literalmente. ¿A quién le interesa el clima, las estrellas y demás?

«—Si, me siento algo tonto.»

Se confiesa a si mismo. Bien podría llegar a ser un perfecto imbécil y no cambiaría su actual estilo de vida. Ya no recuerda la última vez que se alejó de Kouha. Ya no visita más otros lugares, ya no busca catástrofes y desgracias. ¿Para qué? El mundo está tan apacible, tedioso. ¿Es que los humanos ya no luchan por aquello llamado sueño o ambiciones? ¿Acaso es que aún saben blandir una espada o encender un cañón?

«—Debería hacer algo al respecto, mi vida depende de que los humanos se sigan matando entre ellos. Nah, de cualquier manera el único que me ve es el pegajoso de Kouha.»

El príncipe despierta para colgársele del brazo, costumbre adquirida hace un rato.

—¿Lo quieres arrancar o qué? – Judal hace un gesto de hastió –no eres ligero.

—Estas cómodo y de cualquier manera no te veo haciendo intento alguno por escapar.

—¿Para qué? Tarde o temprano lo haces de nuevo, a veces ni me doy cuenta.

—Te distraes con facilidad – sonríe – ¿Mis hermanos no podrán verte jamás?

—¿Por qué tan de repente la pregunta? Ya te dije un millón de veces que no.

—Un millón, enserio que te gusta dramatizar~.

—Idiota.

—Es una pena, En-nii se divertiría mucho.

—No soy un jodido conejillo de indias.

—Así es, eres un importante amigo para mí.

—¿Amigo?

Judal repite desilusionado. Qué menso, mira que repetir lo que le han dicho pero… de alguna manera, aunque jamás le han puesto un nombre a esa relación… ha pasado un tiempo considerable, se han contado muchos secretos, bueno, esto último no tanto pero si han conversado hasta altas horas de la noche. El que sean amigos, deja un sabor de boca amargo, le hierve la sangre.

«—¡Por qué diablos me siento tan furioso?!»

Seguramente porque anhela ser el centro de atención, la estrella donde se posen los ojos de todo ser capaz de respirar, y de pronto eso no es tan espectacular como en su mente. La anterior irá se transforma lentamente. De un segundo al otro las ganas de hacer cualquier cosa le abandonan.

—¿Qué sucede Judal? Pensé que harías un berrinche...

—Berrinche …

—Como que te dio por replicar lo que digo, ¿no?

—Eres un imbécil.

—Eso suena más como tú.

Kouha tenía la intención de sonreír, solo estaba jugando pero… el que Judal le restara importancia a ser su amigo le ha irritado inesperadamente. ¿Es que para él es más como un sándwich? Después de todo le dijo que gracias a el se alimentaba. Pensarlo de esa manera siempre fue desagradable, por ello ha intentado convivir más, incluso en algún punto se le ha ido de la mano y ha terminado por convertirse en una sanguijuela que para nada se despega. Si bien con la personalidad de Judal, no iba a tomar sus manos en un atardecer bendiciendo la amistad, lo que podría resultar perturbador. Tampoco esperaba un desplante de este calibre.

«—Oh vamos, si ya sé como es Judal. Solo ha de querer hacerse el importante. Seguro que espera le llene de halagos, que mocoso.»

Tan sencilla que parece la situación, arreglarla ha de ser igual. Aún así las palabras queman en la garganta.

«—Maldito bastardo, amigos. ¡¿AMIGOS?! ¡NO ME JODAS! ¡ESTARÁS TAN BUENO DESGRACIADO!»

¿Si no es su amigo, cómo qué diablos le ha visto? ¿Por qué hasta ahora cae en cuenta?

«—¿No somos amigos? Pensé que nos entendíamos.»

—Judal…/Kouha…

Los dos hablan a la vez, se interrumpen. Hay un silencio. Se oyen varias pisadas en el pasillo, alguien llama con fuerza a la puerta.

—¡Príncipe! ¡Un grupo de bandidos se acercan al Imperio desde el mar! ¡Necesitamos de su ayuda!

El destino siempre tan gracioso, ha postergado esa importante conversación. El más joven coge su espada.

—¿A dónde vas? – le cuestiona el otro con tono áspero.

—A proteger el hogar de mi familia.

—Te acompaño. No pueden verme pero seré de gran ayuda, estás de suerte. Acabemos con esa estupidez porque tienes que explicarme muchas cosas.

—Lo mismo digo.

Se miran con intensidad homicida, ¿qué clase de sentimientos hay en el corazón de ambos? Porque vaya que les han caído como regalo los invasores. Ninguno puede esperar a destrozar cuanto cuerpo se les ponga en frente.

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Costa del Imperio.

A lo lejos se contemplan varias embarcaciones, Kouha ha tomado la delantera a sus hombres que van en la retaguardia, como a dos kilómetros de distancia aún. Se llevará la vida de cuantas personas pueda para que ninguno de sus conocidos tenga que salir herido, en la medida de lo posible.

—¿Y cómo vas a acercarte genio? Los barcos de tus hermanos llegarán antes de que estos bajen a tierra.

—Eres un espíritu, demonio o qué sé yo. Algo puedes hacer, ¿o no?

—Desgraciado…

—Si yo los asesino, ¿no es mejor para ti?

—Se van a matar de cualquier manera, ya sea uno u otro el que lo haga es lo mismo para mí.

—Pero …

—¿Pero? Nah.

Judal se eleva en el aire, toma al príncipe por la manos y le lleva con el, este tuerce la boca, frustrado.

—Podrías llevarme de manera más elegante, en tus brazos por ejemplo.

—Sigue con las quejas y te suelto para que te ahogues. Además estás demasiado pesado, ya ponte a dieta.

—Es la espada.

—Ya quisieras.

Kouha mira hacia atrás, a esa distancia es difícil que alguien pueda ver a detalle, que flota en medio de la nada sin ayuda aparente, es fastidioso tener que explicar. Mientras haya resultados, el proceso es lo de menos. Claramente eso no se aplica a los rivales que ya le rodean, esperándole, justo en medio Judal le deja caer y cuando estos ya casi puede saborear la tibia sangre del príncipe, este realiza un ataque de múltiples cortes. Pedazos de cabeza, ojos, extremidades y torsos se riegan en el suelo.

—Aaaaaah~.

Kouha abraza con fuerza la espada, las mejillas se colorean de carmín.

—Vamos a jugar un poco~.

Judal puede sentir aquellas vidas cegadas, toda esa energía que debiera ir a algún sitio, cielo o infierno según los humanos pero no, con las almas caídas en la guerra no es así, no son más que mero alimento para él. Reboza de vitalidad, de sueños sin cumplir, de ego, orgullo y valentía, de cobardía, astucia, maldad. Tan centrado en las emociones que pasa de largo la cantidad de enemigos que se reúnen, que suben de las otras embarcaciones a una sola. Del rasguño en la cara del príncipe, de aquella patada que le estrelló contra la barandilla, del grito ahogado que dio al recibir una puñalada en el costado. De pronto un dulzor embriagante llega a Judal, le trae de vuelta a la realidad. Kouha está herido. Y antes de pensar en nada más queda en blanco, enloquece. Lanza rayos, estacas. Es un espectáculo demoniaco. Los invasores se hincan, lloran, imploran clemencia pero, si uno no los rebana hasta reducirlos a masas de carne, el otro les convierte en brocheta o carbón. El corazón del príncipe está inspirado, jamás nadie peleó hombro a hombro con el. Es tan emocionante, tan misterioso, tan agradable dejarse llevar, el no tener que preocuparse por la seguridad de su compañero, no porque deteste hacerlo, sino porque ahora es libre.

—¡WAAAAAAAAAAAH!

Gritos, alaridos, las que serían almas en pena fundiéndose con la de Judal. Siempre lo ha sabido, es una existencia repugnante, que no debería existir, una maldición. Pero si todos ellos igual se iban a quemar en las llamas del infierno, mejor que encuentren su final en él. Se escucha un sonido viscoso, el último cuerpo cae, la sangre escurre cual cascada por el suelo de la embarcación, llegando al mar que se tiñe de escarlata. Kouha se deja caer exhausto, lleno de paz, mira al cielo con una sonrisa. ¿Cuántos enemigos fueron? ¿Trecientos, cuatrocientos? Quizá más, en el fulgor del momento, posiblemente menos. ¿Interesa?

—Vaya actitud la tuya – le dice el otro– si que estás mal de la cabeza.

—No soy el único.

Judal se coloca encima de él, le acorrala con ambos brazos a los costados, afila la mirada desafiante.

—¿Cómo está eso de que somos amigos?

Kouha le devuelve el gesto, con aún más hostilidad.

—Para ti no somos ni eso. Si ya terminaste de jugar, lárgate.

Sin tiempo para reaccionar, Judal abre de jalón la prenda superior que de cualquier manera ya era un harapo, toca con suavidad la herida del costado, Kouha cierra un ojo y le detiene.

—Duele, es molesto.

—Eres un imbécil.

—¡¿Pero qué…?! ¡Eran demasiados ni En-nii…!

—Me valen los demás. ¡No dejes que nadie más que yo te toque!

Joder, joder, joder, eso fue realmente vergonzoso. ¡Peor que se le ha salido gritando! Fuerte y claro, sin oportunidad a la corrección. Los dos quedan perplejos, sonrojados involuntariamente, paralizados.

—¿Qué… significa que nadie más…?

—¡Que eres mi perra! ¡Ungh!

Un puñetazo en las costillas hace desistir a Judal de continuar diciendo estupideces. Se lleva la mano al sitio herido, con ganas de devolverlo pero... Kouha no está en condiciones de recibir el castigo. Recarga el rostro en el pecho del príncipe, suspira, desciende hasta la herida abierta que besa. La cara del menor arde, le toma por los hombros para alejarle.

—¿Q-qué haces?

—Es provisional pero no debería causar problemas en lo que alguien te revisa. El corte cierra ligeramente.

El ente toma asiento, ofrece la mano al otro para ayudarle a lo mismo. Hay silencio, es bochornoso.

—Kouha… no quiero ser tu amigo…

—Y-ya lo noté.

—Yo… antes de todo, debes saber lo que soy. Yo… – la mano del otro se estampa violentamente en su boca pero aquella expresión le priva de hacer queja alguna. Jamás le ha visto así, tan temeroso y vulnerable.

—Lo único que interesa es que seguirás existiendo mientras yo siga asesinando. Tu vida esta en mis manos, me pertenece.

—Vaya, mi rey salió muy posesivo. Pero… ¿estás bien con ello?

—¿Cuándo me quejé? Siempre estuve dispuesto a marcharme las manos para proteger mi hogar, a mi familia. Ahora tengo un motivo más importante para hacerlo. Es muy pronto para decir que te amo pero… me gustas Judal.

El aludido se lanza en un efusivo abrazo, ambos se van al suelo, las manos del ser del más allá acarician con brutalidad. Los besos son repartidos por doquier, mordidas, una cosa lleva a la otra y sin notarlo ya aplasta al príncipe con su cuerpo, con todo el peso de los pecados de ambos. Un río carmesí brota de nueva cuenta de la herida, el más joven ríe.

—Ja, ja, ja, tranquilo~. Se abrió de nuevo. Tienes que esperar hasta que me recupere.

—Rayos, te traigo unas ganas – se conforma con besar su mano – te deseo como loco mi ángel de la muerte.

—Ángel de la muerte.

—¿No te parece? – expresa con molestia.

—Eso te queda más a ti.

—¡Tu sabías…!

Un beso le interrumpe. Claro que Kouha siempre tuvo consciencia de lo que es Judal, de lo peligrosa y prohibida en tantos sentidos que es su relación, de lo enfermo y desquiciado que está por anhelarle. Pero vida solo hay una, si en el más allá debe pagar una eternidad por sus acciones, al menos disfrutará al máximo el presente. Puede que no sea un chico dulce y puro pero algo si puede jurar sin duda alguna, jamás nadie amó tanto como el. Talvez Judal crea que olvidó la voz de aquel día. Cuando su madre enloqueció y perdió toda esperanza. Parado en la barandilla de la ventana, mirando hacia abajo, un impacto que haría papilla su pequeño cuerpo de cuatro años. A nada de dejarse caer.

«—¡¿Porqué terminar todo aquí si puedes destruir a ese cerdo?!»

El odio a su padre Koutoku le impulsó a vivir, el tiempo le convirtió en el protector del Imperio, en el príncipe que a pesar de su extravagante personalidad se ganó el cariño y respeto de todos, incluidos sus idolatrados hermanos mayores. Y todo se lo debe a esa voz que reconoció en cuanto volvió a encontrarle.

«—Y jamás te dejaré ir de nuevo.»

Lo que el príncipe no sabe es que Judal existe hace siglos, que sus historias se parecen un poco y que buscó ayudarle con sus últimas fuerzas para que no se extinguiera al igual que él. Dos almas solitarias y sucias que nadie iba a recordar. Lo que no esperaba es que ese odio le mantuviera el tiempo suficiente para alimentarle con almas humanas. ¿Supervivencia, adaptación? Ni el mismo Judal sabe lo que ocurrió. Un dios de la guerra venido a menos y transformado por capricho, ¿de quién? No tiene la respuesta.

«—Kouha creció de manera interesante.»

Una relación nacida del odio, muerte y sacrificio no podría ser fruto más que de una historia de terror. ¿Porqué será entonces que se sienten plenos por primera vez? Si han de sacrificar vidas para estar juntos por un tiempo, no es mala idea ofrendar al mundo entero de una vez.

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Notas finales

Un poco tarde pero como dije, he vuelto y no podía perder la oportunidad de escribir mi especial de Halloween :3 aunque para ser de terror, Kouha y Judal son tan extraños que de alguna manera se siente normal. Como si una matanza mundial fuera cosa de todos los días (¿ Je je je, espero que les haya entretenido un rato, gracias por leer :3. Nos vemos en otra compañeros de vicio~. Y sip, este año también hay especial de Navidad, solo que aún no planeo la historia ni escojo la pareja :D. Ahora sí es todo por hoy :D.


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