-Tenemos que huir-
-Por favor, espera… No puedo…-
-Si nos detenemos ahora… Te llevaran con ellos, no lo puedo permitir-
-Es mi destino…-
-¡¡¡NO DEJARE QUE TE MATEN POR ESA TONTERÍA!!!-
-Pero… Es la profecía de mi reino-
-¡¡¡DEJA DE DECIR ESO!!!-
-Lamento lastimarte con esto-
-¡¡¡AHÍ ESTÁN!!!-
-¡¡¡ATRÁPENLOS!!!-
-¡¡¡NO PODEMOS PERMITIR QUE EL PRÍNCIPE ESCAPE!!!-
-Correremos, hasta llegar al reino vecino… Podremos…-
-Confió en ti-
Ese cálido tacto que ambos sintieron en sus labios, fue un instante muy feliz para ambos.
Pero sin importar, cuanto corrieron esa noche, por cuanto tiempo lo planearon…
Fueron encontrados en el bosque que limita aquel lugar.
Apresando al rubio que se atrevió a sacar al príncipe del castillo.
Seguía luchando por que escapara.
Mas el noble corazón del de cabellos lilas, no podía irse sabiendo que decapitarían a su amado.
-No lo hagan, por favor-
Se detuvieron, esperando que el mismo se enterara, no podían dañar a su príncipe.
-¡¡¡VETE POR FAVOR, DEBES SEGUIR!!!-
-Lo siento, pero no dejare que mueras por mi culpa, ese es mi destino-
Lo pudo notar, sus ojos derramaron lágrimas, pero camino firme.
-Iré con ustedes, pero déjenlo ir-
Miro a los guardias con determinación en sus ojos, no podían negarle algo a ese rostro.
Aceptaron, y cumplieron su palabra, pero el rubio quedo inocente, para que no se atreviera a seguirlos, intentando que el príncipe escapara.
Cuando despertó, no supo cuánto había pasado, la noche que logro ver antes ya era día.
Su corazón le dictaba que debía seguir, volver hacia el castillo.
Así lo hizo, pero… Su mayor temor se hizo realidad…
Las campanas sonaron y escucho como todos guardaron silencio, noto como usaban ropas negras y lloraban en su lugar.
La reacción más temida, la contemplaba, solo exista una explicación.
La profecía se cumplió, el príncipe de cabellos lilas y ojos verdes que vivió los últimos años con una leve alegría, pues su corazón había conocido el amor.
De la mano de un joven sirviente rubio, de una miradas fría y sin expresiones.
Ambos tuvieron un pequeño lapso de amarse.
Pero no se podía hacer nada, aunque trataron, el destino los supero en esta ocasión.
Llorar era lo único que podía hacer.
Le prometió que no lo dejaría solo y fue lo que sucedió.
Se maldijo una y otra vez.
El tiempo pasó…
Murió también… No pudo quitarse la vida él mismo, pues su amado príncipe siempre le decía que es hermosa la vida, aunque estuviera condenado a perecer tan temprano.
Defendió a otros… Y dos espadas clavadas en su espalda, provocando su deceso.
Tuvieron que separarse, la vida nunca puede ser justa, la mano humana es más cruel que la de algún Dios.
-¿Eh?- Abrió ahora sus ojos azules, parecía que despertara de una horrible pesadilla, pues su rostro estaba descompuesto, frunciendo el ceño de tristeza, su boca abierta de sorpresa y algunas lágrimas corriendo sus mejillas y cayendo sobre la suave cama.
Parpadeó varias veces, para acostumbrarse a la tenue luz…
-Fue… ¿Un Sueño?- Se miró sus manos, como si algo tuviera que encontrar entre ellas.
Sin embargo, rápido levanto la vista, para encontrase a un rostro dormido a su lado, sus ojos cerrados, sus cabellos lilas desordenados cayendo grácilmente por su cara y parte de la cama.
Se dio cuenta que aquellas imágenes solo fueron producto de una pesadilla horrible.
Tembló, pero sus brazos rodearon el cuerpo de su compañero, para abrazarlo, dándose cuenta que ambos estaban desnudos, solo cubiertos por una sábana blanca.
-¿Mmh?- Un leve quejido se escuchó de los labios rosados de quien aún estaba en brazos de Morfeo -¿Shaka?- Abrió sus ojos, exonerándose con los zafiros que lo miraban desde arriba.
-Mu…- Hablo tenuemente, besando los labios ajenos, con desesperación como si nunca hubiera podido hacerlo.
Esto provocó un sonrojo en el pálido rostro, pero sonrió al separarse, por al falta de aire y unidos por un hilo de saliva.
Se sentía atontado por ese delicioso beso, le gusta tanto cuando el rubio es así de intenso.
-Estas bien- Se apartó un poco, sin dejar de tocar su cuerpo, lo quería inspeccionar por todos lados.
Noto como existían marcas de besos, chupetones y leves mordidas en ese cuerpo blanco…
Recordó la noche anterior, se sonrojo, pero el mal sueño no desaparecía por completo…
-¿Qué te pasa, mi amor?- Esa sonrisa que podía contemplar es sin duda similar a aquel de su sueño.
-Nada…- Bajo su mirada, no sabía cómo decirle lo que acaba de soñar.
No le diría nada, a veces ese rubio prefería no hablar de lo que le molesta, pero Mu tenía el don de comprenderlo sin ni una palabra.
Poniéndose de rodillas con cuidado, pues sus caderas y cintura dolían algo, pero se impulsó para darle un abrazo a quien lo necesitara.
Con ese movimiento que dejo su pecho descubierto.
Shaka noto la marca de nacimiento que tantas veces contemplo al hacer el amor con quien su corazón anhela tanto.
Parecía una línea en diagonal, justo al nivel de su corazón.
Le pareció extraña la primera vez que la vio, como si representara algo que no le agradara, pero aun así amando esa marca, y dándole suaves besos cada que la veía.
Pensando que fuera un punto de dolor para el de ojos verdes.
-Shaka, solo fue una pesadilla- Dándole un beso en la frente –Siempre estaré contigo, te lo prometí el día que nos casamos-
Esas dulces palabras, fue lo que necesitaba para encontrar paz entre el dolor que vivió en sus sueños.
-Lo se Mu…- Lo aferro más a su cuerpo, sentir la calidez y desnudez de Mu, le provoca confort, pero igual necesidad de protegerlo hacerlo de nuevo suyo –Te amo-
Acariciando la espalda del rubio, sonrió divertido, pues pudo divisar en un espejo que estando de lado izquierdo, notando la parte trasera de su ahora esposo.
-Amo las marcas que tienes- Levanto su mirada –Para mí eres un ángel que perdió sus alas para estar conmigo- Podía decir cosas cursis en muchas ocasiones, es la naturaleza del pelilila, la sonrisa inocente no es comparación con nada en esta tierra.
Lo volvió a besar, pero esta vez fue apasionado, recostándolo en la cama y quedando encima, sin duda volverían hacer el amor, con cuidado…
Cuenta una leyenda, que las marcas que tenemos de nacimiento o lunares… Es la parte que debió ser herida y provocó nuestra muerte.
La zona que nos marcó en nuestra antigua vida, para renacer en esta era ajena a aquellos males.
Que no podemos recordarlo, pero se queda en nuestra piel, haciéndonos pensar que podría significar.
Para algunos es algo genético, otros el destino.
No se sabe, después de todo, las leyendas son así.
Y el amor con esto puede traspasar varias vidas, solo para encontrar a quien tiene la marca que encaja con la tuya.