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When I first saw you, the end was soon por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del fanfic:

No sé qué estoy haciendo. Pero, sí sé que el fandom de Juego de Tronos, Canción de Fuego y de Hielo, y en especial del Thramsay, me han ayudado mucho a sobrellevar la pandemia así que quería devolver un poco.

Sin beta. Aquí morimos como los hombres.

 

 

Myranda

—¿Qué es lo que sucede entre tú y él?

—Myranda.

Ella escucha la advertencia.

—Solo digo que pasas mucho tiempo últimamente en su compañía.

Ella tiene la intención de plantear la interrogante con tono desinteresado. No quiere, por nada del mundo, sonar celosa (o peor, acusadora), pero un poco de recriminación es claro en su voz, a pesar de todo.

—Es solo una distracción. Una buena distracción —responde Ramsay sin voltear a verla, colocándose la chaqueta y mirándose al espejo una última vez antes de salir. Como si sus palabras lo explicaran todo.

Y Myranda no puede hacer nada más que verlo irse. Quiere gritarle, quiere lanzarle la mitad de lo encuentre a la mano, quiere besarlo hasta que se le duerman los labios, pero no se atreve. Sus celos le aburrirían y no quiere que Ramsay la termine considerando un fastidio.

Últimamente, el desapego en su lenguaje corporal es evidente cada vez que su atención tiene que dirigirse a ella o a la vida que ella ha estado soñando para ambos.

Totalmente opuesto al alivio que se le nota en la caída de los hombros cuando recibe un mensaje de texto del maldito Greyjoy. O la sonrisa malévola que se extiende en su rostro, casi abrumadora, cuando lo tiene cerca, como el crescendo de una sinfonía terrible y bella.

Myranda hierve de amargura, pero tal vez todo está en su cabeza.

 

 

Robb

Theon siempre ha sido difícil y eso es algo que Robb puede admitir en la privacidad de sus pensamientos. Y al decirlo, Robb no se refiere a que Theon es una carga, si no al hecho de que Theon tiene un corazón frágil. Suave. Demasiado suave para una personalidad tan impulsiva. Siempre está dispuesto a correr tras la aventura, ignorando todas las señales de advertencia, con tal de saborear el peligro y la sensación de saberse aceptado con todos sus bajos instintos. Por eso, siempre es el primero en sufrir la caída.

Y Robb nunca puede salvarlo de sí mismo.

Si todavía no ha pasado, solo es cuestión de tiempo para que su mejor amigo esté a merced del Bastardo de Bolton. Es una certeza que le recorre el cuerpo, como hielo en las venas, desde que Theon empezó a declinar las invitaciones a pasar fines de semana viendo malas películas en su apartamento, para ir a conciertos de rock pesado y bares de mala muerte con Bolton.

Él conoce a Ramsay Bolton. Conoce su reputación y ha interactuado con él lo suficiente para saber que hay algo mal en él. Algo retorcido, que repta en su sonrisa llena de colmillos. Algo rígido, que brilla con crueldad en sus ojos de invierno. Es frío y distante de su propia humanidad. Mira a los que le rodean como experimentos a la espera de ser descubiertos. Como muestras de laboratorio que todavía no termina de etiquetar. Cuando conversa con otras personas, se le nota que siente un placer oscuro y sádico en incomodarles, y no hay nada que Robb odie más que un matón.

Esto solo puede terminar en tragedia, porque Theon se rehúsa a escucharlo.

Robb no entiende qué pasa y tiene miedo.

Porque Theon acusa a Robb de no confiar en él y su capacidad para tomar decisiones.

Robb le acusa de repetir las palabras de Ramsay. Insiste en hacerle ver que Ramsay está tratando de separarlo de sus amistades. Persiste en que no está buscando interpretar el papel de bravo caballero. Que confía en Theon pero no en Bolton, porque las cosas que se dicen de él son material de leyendas de terror.

—Este tipo es malas noticias y todo el mundo lo sabe. Su familia siempre ha estado asociada con cosas terribles, pero los rumores son particularmente viles desde que él comenzó a trabajar para su padre. Y no quiero ver cómo te conviertes en la obsesión de un hombre tan peligroso.

—¿Crees que está obsesionado conmigo…?

Robb lo escucha decir eso como si le faltara el aire. Observa al soberano idiota de su mejor amigo. Observa como sus ojos turquesa se llenan de ansia, de un anhelo profundo como el mar… y tiene la impresión de que acaba de empeorar las cosas.

 

 

 

Damon

Damon ha pasado suficiente tiempo en la cercanía de Ramsay Bolton como para saber que Theon Greyjoy es el epítome de lo patético.

La forma en que mira a Ramsay, maldición, como si le hubiera entregado la luna y las estrellas. Que los dioses lo ayuden, el pobre estúpido ha caído en la actuación de Ramsay de novio liberal pero solícito. Dadivoso y relajado.

Al pobre imbécil casi se le caen los pantalones cada vez que Ramsay le susurra alguna tontería al oído y le sujeta por la cintura.

Estaba esperando el momento en que Ramsay se deshiciera de la fachada y cayera sobre Greyjoy con toda su ira y brutalidad. Ni Myranda, en todos estos años, había logrado que Ramsay formalizara su relación con ella. ¿Qué le hacía creer a este pobre inocente que él era diferente? Este tipo iba a ser el hazmerreír del grupo durante décadas por venir.

Era imposible que el jefe quisiera a Theon para algo más que para divertirse, que para sacudirse el aburrimiento.

Ramsay no estaba hecho para el romance, no tenía la configuración neurológica adecuada y no había nada que hacer al respecto.

Pero los meses pasan. Las marcas y cicatrices empiezan a revelarse en algunas áreas de la piel de Theon que la ropa no logra cubrir, pero Theon no se va, Ramsay no lo lanza a los lobos y Damon está confundido.

En una noche libre del endemoniado dolor de cabeza, Damon se anima a preguntarle al jefe cuándo les va a prestar a Theon para jugar. El silencio domina la habitación en un instante. Alyn mira a todos lados menos a él, Desollador ha inclinado todo el cuerpo en dirección a la puerta y los demás miran el suelo.

Los gélidos ojos de Ramsay se le clavan en el rostro como dagas. Siente su mirada como algo físico y afilado contra su yugular. Con voz chorreante de veneno y falsa dulzura, Ramsay le pide que repita la pregunta. No le ha escuchado bien.

Damon recuerda de golpe todas las cosas que le ha visto hacer, con lentitud y precisión. Con placer.

Damon calla.

 

 

Jon

Sucede que ha acompañado a Sansa en su día de compras; de buena gana ha cargado con sus bolsas y ha expresado opiniones sinceras, aunque no tiene la menor idea de cuáles son las ventajas de un vestido con “corte emperador” con respecto a otros.

Ha aceptado con gusto la elección de restaurante de la adolescente, aunque está seguro que su padre no estará tan contento cuando le muestren las facturas.

Mientras esperaban la cuenta y Sansa aprovechaba para revisar su celular, Jon echó un vistazo a la clientela del local. Había un par de reporteros, patrocinadores y miembros de la alta sociedad que reconoció, recordando sus rostros de cuando alguna vez pasaron por la propiedad de los Stark, incluso si los nombres se le escapaban.

Estaba a punto de volver su atención a la mesa cuando captó, por el rabillo del ojo, dos rostros espantosamente familiares. Tan cerca el uno del otro, que era casi indecente.

Sansa descubrió el objetivo de su mirada y cayó en el mismo estupor por unos segundos. De ahí que buscara darle sentido a lo que veía y balbuceara lo primero que se le vino a la mente.

—Sabes… el amor no es como lo pintan, para algunos. Supongo. No tiene que ser de color de rosas. El amor es dolor también... Un dolor que no quieres dejar de sentir.

Jon resiste el deseo de rodar los ojos. Sabe que Sansa está haciendo su mejor esfuerzo para explicar una situación imposible. Volteó a ver por última vez al par de la esquina, ocultos en la intimidad de la penumbra.

Theon estaría de acuerdo con Sansa, pensó.

Jamás podría entender qué pasaba por la mente del tipo, pero no lo iba a juzgar.

 

Walda

Walda Bolton es buena usando el sentido común. Su familia, los Frey, nunca consideraron la posibilidad de que ella poseyera alguna cualidad relevante, y su reciente esposo no le pedía su opinión en nada, pero de todos modos, siente orgullo en poder dar sentido al caos y ver el orden donde parece no haberlo. Sobre todo, en poder ver el lado amable de las cosas.

En otra vida, quizás, le habría gustado jugar el juego de los grandes señores. Pero en esta, siente demasiada compasión por las demás, lo que la hace intuitiva a las necesidades de otros.

—Mi madre solía decir —le dice Walda al hijo mayor de Roose, al rato, mientras el chico hierve de rabia en un rincón de la propiedad— que nunca debes irte a dormir con una discusión pendiente.

—No soy yo el que esconde secretos —le escupe Ramsay como respuesta, de espaldas a ella.

Luego de la cena imperativa de todas las semanas, Roose solicitó hablar con Theon y cuando Ramsay hizo ademán de ir con ellos, una mirada tranquila e insensible de Roose bastó para dejarlo congelado en el comedor.

—Tu padre solo está preocupado por ti, tienes que saber eso. A su manera, ya sabes cómo es. Y a Theon se le nota que solo tiene ojos para ti —insiste Walda con ternura, colocando una mano sobre su hombro—. El amor es complicado, Ramsay.

Ramsay, quien ni se había dignado a mirarla a la cara, en ese momento voltea tan rápido que su cuello cruje y parece a punto de sufrir un ataque cerebrovascular, cuando Theon aparece, buscándolo.

Algo inhumano e impío pasa por los ojos de Ramsay, Walda sabe. Pero también toma nota de la desesperación, casi perfectamente oculta, con la que toma la mano de Theon y se lo lleva de allí.

Sí, Walda confía en su intuición.

 

 

— — —

 

 

+1

Roose

Roose ha especulado sobre la situación con su acostumbrada distancia emocional. Sin embargo, ha tenido curiosidad al respecto por mucho tiempo y, por lo mismo, hace la investigación pertinente porque el conocimiento es importante en su línea de trabajo.

Sobre todo cuando una gran parte de sus labores consiste en trazar los límites y malandanzas de Ramsay.

 

 

Del mismo modo que la vigilancia y la conciencia del entorno deberían de ser importantes para su hijo, dado el trabajo que hace para él y los enemigos que se procura.

Roose admite que pasar por el apartamento de Ramsay sin avisar y sentarse a esperar para discutir un cliente que ha probado ser difícil probablemente es descortés. No obstante, Ramsay tiene obligaciones que no pueden esperar y es obvio que está demasiado confiado en su sistema de seguridad si sus “trabajadores” le dejan pasar sin mucha interrogación.

Es un error de novato no hacer un barrido general del lugar, antes de entrar.

Antes de moverse con frenesí de una habitación a otra, a manos llenas del chico Greyjoy, despojándose de la ropa y las armas sin ningún cuidado.

Ramsay está demasiado distraído. Está demasiado ocupada, incluso.

Roose se sirve un poco de licor de la despensa de la pareja y se decide a esperar afuera.

Si fueran otras personas, no les haría la cortesía de esperar, pero Theon había respondido correctamente a todas sus preguntas la vez pasada y los salvajes cambios de humor de Ramsay se habían mitigado un poco. En honor a la verdad, a Roose le agrada Theon. Lo juzga como una buena adición a la familia.

Y a juzgar por los sonidos que llegan desde la habitación principal, Ramsay piensa lo mismo.

 

Notas finales:

Toda crítica que quieran hacerme será muy bien recibida, se los prometo. Se los recompensaré mejorando~

Gracias por leer.


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