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Salida con amigos/como amigos por DanyNeko

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Eran cerca de las 8:30 AM de un día normal y tranquilo.
Yugi y Yami estaban en la habitación del menor, que había pasado a ser su habitación compartida, dada la absoluta renuencia que habían demostrado ambos tricolores a estar separados más de lo necesario, después de que a Yami se le permitiera quedarse con su hikari tras del duelo ceremonial.

Claro, habían estado ridículamente apegados los primeros días, pero ya era un poco menos agobiante -y, por consiguiente, un poco menos evidente- su necesidad de contacto. Había pasado poco más de una semana, pero bueno, era un trabajo en proceso acostumbrarse a ser dos cuerpos separados y, en honor a la verdad, ninguno de ellos tenía prisa.

Sus amigos, por otro lado, bueno… era evidente que no estaban exactamente cómodos a su alrededor en esas circunstancias, y los tricolores no podían culparlos, nadie más que ellos mismos sabía cómo se sentían ni cuánto se necesitaban, no podían esperar que los demás comprendieran el alcance y la fuerza de su vínculo, o de su 'nueva' relación, de modo que la solución más lógica era simplemente poner un poco de distancia y eso hicieron.

Al principio, la pandilla no estaba muy segura de eso. Temían que, si los dejaban solos y fuera de vista (control), en lugar de acostumbrarse y reducir la necesidad de mantener al otro en su rango de visión y alcance 24/7, simplemente empeorarían.
Hicieron falta un cruce de palabras con Malik y Ryou, y tal vez unos pocos regaños, para aclarar el asunto. Malik y Ryou entendían absolutamente los sentimientos de la pareja tricolor, al menos, del lado de Yugi; ellos darían lo que fuera por estar en su misma posición, y tener a sus respectivas contrapartes consigo. De hecho, estaban trabajando en eso y, tan pronto como Yugi y Yami estubieran lo suficientemente equilibrados, los cuatro se podrían manos a la obra.

Por el momento, la pandilla había decido tomar el día para supervisar el "supuesto" avance de los tricolores. Habían quedado para almorzar, ir de compras y ver una película, no necesariamente en ese orden, pero básicamente iban a pasar toda la tarde juntos. La razón de la salida, según Tea, era que la familia Ishtar llegaría pronto a instalarse en Domino y deberían prepararles una agradable bienvenida, además de que Yami seguramente necesitaba organizar su propio guardarropa.

Y, bueno… razón no le faltaba. 

La magia de los tricolores solo podía hacer tanto para acondicionar la habitación para ambos. Sí, la cama se había vuelto más grande y Yami tenía ropa de su talla en el armario, pero todo era básicamente copias en una talla más grande de lo que Yugi tenía. Incluso si compartían algunos gustos, Yami tenía su propio estilo y Yugi realmente quería que pudiera elegir su propia ropa y accesorios, así que había accedido cuándo sus amigos llenaron un chat grupal con exigencias para reunirse y pasar el rato, bajo esos argumentos.

Así que ahí estaban ambos, esperando que fuera un poco más tarde para salir y encontrarse con los demás. Ya habían desayunado, ayudado al abuelo a arreglar la tienda antes de abrir y se habían preparado para salir. 
Yami estaba usando el atuendo gris oscuro con chamarra plateada que Yugi había llevado cuando probaron el juego de Duke, mientras que el menor llevaba una playera negra de manga ¾ y jeans azul oscuro, con su cinturón doble.

Por el momento, simplemente se acurrucaban en el lecho. Yugi estaba semi-recostado, con la espalda contra almohadones apoyados en la cabecera de la cama, mientras usaba su celular con una mano. La otra estaba acariciando el pelo de su yami. El oji-vino estaba recostado parcialmente sobre su luz, con la cabeza descansando en el pecho del menor, lo que le permitía escuchar perfectamente el suave y relajante latido de su corazón, la parte inferior de su cuerpo descansaba en la cama, entremedio de las piernas de Yugi. 

El oji-amatista había separado sus piernas para mayor comodidad, al recibir a Yami sobre él, en cuanto ambos se acomodaron en la cama, sin una pizca de vergüenza. Para ese punto, ambos estaban más allá de eso. Sin embargo, no había nada sexual en su postura, simplemente se mimaban el uno al otro, disfrutando de la paz y tranquilidad antes de salir.

Yami estaba en un estado letárgico entre el sueño y la vigilia, con las caricias de su aibou, el rítmico latir de su corazón, su tibieza y aroma envolviéndolo, para él era como vivir un paraíso.
Yugi estaba disfrutando de mimar a su ser querido mientras conversaba con Ryou y Malik por chat. El albino no se uniría a ellos en la salida, no solo porque ver y estar cerca de Yugi y Yami en esos momentos acrecentaría el vacío en su alma del vínculo roto con su propio yami, sino porque estaba ayudando a los Ishtar con diligencias en el museo y la casa a la que se mudarían.

 

Siento mucho que no puedas venir con nosotros, Ryou.
Y.

 

No te preocupes, Yug. No necesitan presionarse.
Malik y yo aún no terminamos de traducir todo pero estamos casi allí.
R.

 

Buena suerte con eso entonces.
Cualquier cosa que podamos hacer solo tienen que decirlo.
Y.

 

Lo sabemos. Gracias Yuu 😊
M.

 

Yugi ahogó un pequeño suspiro. Le sentaba mal dejar atrás a Ryou, a pesar de saber lo que le haría estar cerca de ellos. No le gustaba el hecho de que su presencia haría daño a un amigo, menos a uno tan cercano cómo se habían vuelto Ryou y Malik para él, pero confiaba en que pronto podrían solucionar eso.

Quería, honesta y genuinamente, que Ryou y Malik pudieran experimentar la misma felicidad que él vivía día a día, sabiendo que él y Yami podrían estar juntos siempre. Los dos se habían convertido rápidamente en confidentes, casi hermanos, para el tricolor. Tenían su propio tipo de vínculo.

— /¿Ocurre algo, aibou?/ —la voz de Yami en su mente coincidió con el ligero moviendo se su mejilla contra su pecho.

Yugi sonrió sin poder evitarlo. Era curioso ver a Yami siendo perezoso, era algo que nunca habría asociado con él, pero también era cierto que Yami nunca había tenido mucho que hacer mientras estaba en el rompecabezas, sin un reto o una amenaza por enfrentar, así que podía entenderse.

— /No es nada, Koi. Solo charlaba con Malik y Ryou/ —contestó del mismo modo, solo para no romper el tranquilo silencio. Afuera soplaba un poco de viento y los pájaros estaban trinando melodías agradables — /Sin embargo, deberíamos levantarnos y salir pronto, si no queremos llegar tarde/

Yami frotó con más insistencia su mejilla contra Yugi, apretándolo ligeramente entre sus brazos — /¿Cinco minutos más?/

El menor resopló, preguntándose internamente si él sonaba así cuando no quería levantarse para la escuela — /De acuerdo/ —de hecho, colocó una alarma de cinco minutos en su teléfono y lo dejó a un lado para poder abrazar mejor a Yami. 

Era muy fácil que ambos perdieran el sentido del tiempo cuando estaban en los brazos del otro.

Yami tarareó feliz cuando se encontró más apretado contra su hermosa y amada luz, obteniendo toda su atención. Una sonrisa boba se plantó en sus labios, aunque Yugi no pudiera verla, seguramente sabía que Yami estaba sonriendo.

Yugi deslizó sus dedos por la fuerte espalda ajena. La chaqueta estaba esperando en la silla de la habitación.

El mayor levantó la cabeza, apoyando los codos en la cama mientras buscaba los labios de su amor. 

— /Mi dulce luz/

— /Mi preciosa oscuridad/ 

Se dieron besos pequeños, castos y rápidos, aunque en cada beso de demoraban medio segundo más. Hicieron una pausa para besar las mejillas del contrario un par de veces y luego volvieron a la boca del otro. La mano derecha de Yami se deslizó por el costado de Yugi, mientras que la del menor subió hasta su cabello, acariciando mientras continuaban con los dulces besos.

Luego de unos minutos así, Yami atrapó el labio inferior de Yugi, dándole el más suave mordisco antes de soltarlo.

Ambos se miraron. Los ojos de ambos gritaban una sola cosa "te amo".

La alarma en el teléfono de Yugi sonó. El grito de un Kuriboh, nada menos.

Yami se rió entre dientes, mientras que Yugi suspiró, tomando su teléfono para apagar la alarma —Vamos, hora de irnos, Koi.

Yami presionó un rápido beso en su nariz antes de levantarse —Sí, habibi.

El oji-vino se levantó de la cama y fue a tomar su chaqueta mientras el menor se levantaba también, se estiraba y mandaba un último mensaje a sus amigos antes de guardar el teléfono y caminar con su otra mitad fuera de la habitación, y de la casa.

Se despidieron rápidamente del abuelo y se encaminaron hacia la plaza del reloj, dónde habían quedado con los demás.

Al principio fue un poco incómodo. Caminaban muy juntos y sus manos se rozaban, con el impulso instintivo de tocarse y entrelazarse, pero ya habían estado hablando sobre qué gestos sí y no podían hacer en público. Ver a dos chicos -no niños- andar de la mano por la calle equivaldría a atraer miradas de la gente que Yugi prefería evitar a toda costa.

Yami respetaba eso, incluso si pensaba que no importaba en lo más mínimo la opinión de ningún extraño en la calle ¿Qué sabría esa gente sobre ellos? Nada. Per se, no tenían derecho ni motivos para opinar.

Sin embargo, lo último que quería era hacer sentir mal o incómodo a su hikari.

Luego de unos minutos, tuvo una idea.

Estaban caminando por la acera de un parque cuando vio de reojo a algunos chicos, probablemente de secundaria, jugando. Uno tomaba el cuello del otro en una llave juguetona y le revolvía el pelo. Yami recordó a Joey y Tristán haciendo eso en más de una ocasión, entre ellos mismos y con Yugi, así que decidió probar.

Con mucho más cuidado y delicadeza, subió su brazo y rodeó los hombros del menor, permitiéndoles acercarse más y que su antebrazo colgara junto al pecho de su luz.

Yugi no se sobresaltó con el gesto, así que Yami buscó su mirada, preguntando silenciosamente si esto era aceptable. Yugi lo pensó un momento, claramente estaba bien para ellos, era más que suficiente contacto para sentirse cómodos. Arriesgó una mirada muy rápida alrededor y decidió que sí, estaba bien por ahora.

La gente probablemente pensaría que eran hermanos, de todos modos.

 

.

 

Tea ya estaba en el lugar cuando llegaron, esperando junto al reloj, y Duke venía caminando desde el lado contrario a los tricolores, jugueteando con las llaves de su auto en una mano.

— ¡Hola, amigos! —Yugi saludó animado, con una gran sonrisa.

—Buenos días —Yami saludó justo después, en voz más tranquila y una rápida inclinación de labios.

—Es bueno verlos, chicos —Tea les devolvió el saludo con su propia gran sonrisa.

—Sí, ya les echabamos de menos —Duke estiró una mano y Yugi correspondió al choque de puños. Yami hizo lo mismo con su mano libre.

No parecía que fuera a quitar su brazo de Yugi pronto.

— ¿Cómo has estado, Atem? — Tea se inclinó ligeramente hacia el tricolor más alto mientras preguntaba.

Duke apoyó una mano en su cadera y balanceó su peso sobre un solo pie —cierto ¿Cómo lo llevan ustedes dos? —amplió Duke, más gentilmente.

—Mejor —respondió el oji-vino, justo antes de compartir una mirada cariñosa con Yugi. El menor le dio una pequeña pero hermosa sonrisa, y asintió —nos estamos acostumbrando al cambio —respondió por ambos, inclinando su cabeza contra la de Yugi apenas unos segundos, lo que hizo más grande la sonrisa del menor.

Joey y Tristán los alcanzaron apenas un par de minutos después, saludando más animadamente a los tricolores, cosa que los obligó a soltarse para responder a los gestos juguetones de sus amigos.

Hubo un momento allí, mientras Tristán le palmeaba la espalda, en que Yami apretó las manos en puños y se obligó quedarse quieto, observando a Joey envolver el cuello de Yugi con un brazo. El conocimiento de que era algo usual estaba claro en su cabeza, tanto como que Joey no estaba lastimando de ningún modo al oji-amatista, pues este simplemente reía, pero Yami tuvo que reprimir conscientemente la necesidad de sacarle al rubio de encima para abrazarlo él mismo.

El ex-espíritu suspiró, diciéndose a sí mismo que eso no estaba bien, que no era un comportamiento adecuado y que era un gesto completamente innecesario. Después de todo, tenían que caminar hacia el centro comercial, que estaba al otro lado de la cuadra, así que Joey tendría que soltar a Yugi y el volvería a su lado para caminar juntos.

Excepto que no fue así. 
Tea fue la que tocó su brazo e instó a todos a caminar — ¿Vamos yendo o qué? —comentó a todos.

—Seguro ¡Vamos! —Joey apenas soltó a Yugi para darle un empujoncito y encabezar la marcha. Tea y Yami fueron justo detrás, y luego Tristán y Duke.

Yugi volvió la mirada hacia atrás unos segundos, y compartió una fugaz mirada anhelante con Yami, acto que no pasó desapercibida para los demás.

—Por cierto ¿Alguien sabe por qué Ryou nos dio él esquinazo? —preguntó Tristan.

Yugi bajó la cabeza, sabiendo cual era el principal motivo para eso. Conociendo los pensamientos de su hikari, Yami estiró una mano y frotó suavemente el centro de la espalda del menor, animándolo a contestar.

—No nos dio "un esquinazo" —refutó, levantando la cabeza. Agradeciendo mentalmente al toque de su yami —Ryou dijo que tenía cosas que hacer hoy, que no podía dejar para otro día. Por la forma en que habló, me parece que tenía algo que ver con su padre, pero también me dijo que iba a hacer un favor a la familia de Malik así que… sí, estaba realmente ocupado.

Joey, siendo el más empático respecto a "los problemas paternales" fue el más rápido en aceptar la explicación y cambiar el tema.

Yami subió su mano por la espalda de Yugi y le apretó suavemente el hombro antes de obligarse a soltarlo.

Atrás, Duke se inclinó hacia Tristán y le murmuró algo al oído.

Llegaron al centro comercial como habían planeado. Recorrieron un poco la primera planta mientras decidían qué hacer primero. Muy a pesar de Tea, la votación popular los condujo al salón de juegos en el tercer piso.

Oh, bueno. Eso estaba cerca del cine, de todos modos, pensó la castaña, suspirando mientras seguía a los chicos.
De algún modo, Yami se había alejado de ella para volver al lado de Yugi, aunque lo dejó pasar solo por el conocimiento de que había personas que se sentían aprehensivas subiendo y/o bajando por las escaleras eléctricas. Los tricolores estaban uno al lado del otro, un escalón por debajo de Joey, Tea estaba dos por detrás de ellos.

La mano de Yami había alcanzado instintivamente la de Yugi cuando se subieron al escalón móvil. No era la primera vez que usaba este tipo de escaleras y no le disgustaba de ningún modo, simplemente quería estar en contacto con su luz, y Yugi lo sabía, en consecuencia, se movió hacia su compañero, reclinándose contra su costado con familiaridad, y sonrió, mientras escuchaba de fondo a Joey diciendo como definitivamente iba a aplastar a Duke en el Mortal Kombat.

Atrás, el pelinegro lanzó un "en tus sueños".

Nuevamente, todos se mantuvieron en silencio sobre el gesto bastante cercano de los tricolores.

Una vez en el piso adecuado, Joey agarró la muñeca de Yugi y tiró de él, corriendo hacia el arco en la entrada del salón de juegos. Yami casi perdió el equilibrio por el repentino cambio y se apresuró tras ambos. Atrás, Tea los regañó por las prisas.

Yami no pudo evitar sonreír cuando entró en el lugar y miró a su alrededor. Por supuesto, siempre lo emocionaban los juegos y retos, aunque su sonrisa se basaba más en tiernos recuerdos de Yugi insistiendo en cambiar para que Yami pudiera probar las juegos y divertirse también.

Sus ojos color vino buscaron a su luz, y se conectaron rápidamente con las hermosas amatistas del menor. Supo de inmediato que ambos estaban recordando lo mismo.

Yugi se acercó y tomó su mano, dándole un suave apretón —Me gusta verte feliz. Siempre me ha gustado verte sonreír —admitió, con su propia sonrisa en los labios — ¿Qué te gustaría hacer primero?

Yami le apretó suavemente la mano de regreso —elige tú, aibou. 

El menor negó levemente con la cabeza, pero accedió a la solicitud y echó un vistazo alrededor antes de tirar suavemente de su alma gemela en una dirección específica. Una mini-estación de bolos.
A un lado suyo, Tristán y Duke se apropiaron rápidamente de una canasta de baloncesto, mientras la máquina en cuestión soltaba tres balones anaranjados al mismo tiempo. Yugi no pudo evitar reírse cuando los dos primeros tiros chocaron entre sí y le aconsejó que se coordinaran antes de mostrarle a Yami el movimiento típico para jugar a los bolos.

La pandilla estuvo ahí un largo rato, probando los diversos juegos. Tea compitió con Joey en una carrera, eligiendo las estaciones con motos en lugar de los volantes de auto, luego jugó con Duke en el Guitar Hero, antes de dirigirse a su fuerte, el DDR.
Mientras ella estaba en eso, los chicos hicieron una pequeña fila para la única mesa de hockey para cuatro que había allí. Yugi y Yami rápidamente se posicionaron de un lado, con el oji-amatista quedándose a la defensiva de la ranura para el disco y Yami a la ofensiva; Duke y Joey se posicionaron del lado opuesto.

La competencia fue entretenida y estimulante. Los tricolores tomaron la delantera tres a uno en apenas cuatro minutos, lo que desató pequeñas disputas entre el pelinegro y el rubio, cosa que les valió una derrota. Siete a dos, a favor de Yugi y Yami.

—A ustedes juntos no hay quien les gane en ningún juego —bromeó Tristán, viendo al otro par suspirar en derrota.

Yugi se rió entre dientes — ¿Qué puedo decir? somos un buen equipo —contestó en broma.

—El mejor, querrás decir —lo corrigió Yami, menos modesto pero aún en tono bromista, mientras se inclinaba sobre su hombro.

Yugi se giró hacia él y chocaron palmas antes de apretar suavemente la mano del contrario, compartiendo sonrisas cariñosas.

Esta vez, Duke se inclinó a murmurar algo a Joey, el cual se sobresaltó ligeramente. 

 

Cuando Tea finalmente saltó fuera de la plataforma de baile, luego de una buena ronda de varias canciones, y con una pequeña multitud de espectadores alrededor, alcanzó a Joey, Tristán y Duke en las tres máquinas de Skee ball disponibles en el salón de juegos, lanzando pelotas como condenados en una aparente competencia por ver quién obtenía más tickets premio.

A la chica le resbaló una gota de sudor por la sien al verlos, incluso Duke parecía fuera de su habitual aire relajado y elegante. Miró alrededor tratando de encontrar a Atem y Yugi, pensando que el oji-amatista estaría observando a esos tres entre risas y palabras de ánimo, pero ninguna de los dos estaba a la vista.

La castaña resopló. Les quitaba la vista de encima cinco minutos y…

El tiempo límite de las Skee ball casi coincidió con sonidos de celebración de una máquina arcade y luego exclamaciones sorprendidas de un pequeño grupo de personas agrupándose alrededor de la misma. Tea apenas escuchó a Joey celebrar su victoria por unos cuantos puntos antes de que los cuatro se movieran hacia el grupo de personas.

Fue una sorpresa, y a la vez no, ver que en el centro del grupo de personas estaban Yugi y Yami, con el más alto ligeramente inclinado sobre la máquina, presionando botones y moviendo el joystick con los ojos totalmente concentrados en la pantalla brillante y una gran sonrisa en sus labios que hablaba de cuánto se estaba divirtiendo.

Era el tipo de sonrisa ancha, que dejaba ver los dientes, que vería mayormente en Joey o Tristán, o incluso en Yugi. Verla en el rostro de Yami hizo que las mejillas de Tea se sintieran repentinamente cálidas.

Yugi estaba justo a su lado, lo suficientemente cerca para no estorbar el constante movimiento de los brazos de Yami, pero teniendo la vista perfecta del juego.

Tea lanzó una mirada rápida a la máquina. El nombre se le hizo ligeramente familiar, Prince of Persia, sabía que era un juego famoso de plataformas, ya algo viejo, pero no mucho más, y no entendía porque había una multitud observando y animando.

— ¿Por qué tanto alboroto? —afortunadamente, Joey preguntó a los que estaban alrededor, luego de tratar de meterse a empujones, más cerca de los tricolores.

—Ese chico está rompiendo récord de speedrun —contestó un muchacho, cerca de ellos, señalando al oji-vino —lleva ahí apenas más de cinco minutos y ya está en el nivel cinco.

— ¿Cuántos niveles tiene? —preguntó la castaña.

—Doce —suplió Duke, luego de que el muchacho que había respondido a Joey hiciera una mueca de fastidio —Prince of Persia se hizo famoso con sus doce niveles en mazmorras laberínticas, con puzzles de inteligencia y 'trampas mortales' para el jugador —elaboró el pelinegro —para ganar el juego debe completarse en un límite de 60 minutos… pero a Atem parece que le sobran unos 40 —se rió entre dientes. Se escuchó el aviso de un nivel superado —o 45 —miró con interés la partida del ex-espíritu.

Tea, menos que interesada en el juego, miró una vez más a Atem antes de echarle un vistazo a Yugi. Estaba satisfecha de ver que el oji-amatista no lucía ansioso ni inquieto por tocar al mayor, aunque le extrañó el hecho de que estuviera tan callado. Tea se esperaba al pequeño rebotando en su lugar, derramando alabanzas y ánimos para su compañero.
Desde donde estaba apenas podía ver la mitad del rostro de Yugi, pero era evidente que ostentaba su propia gran sonrisa; los ojos morados fluían entre su igual y la pantalla en constante cambio, brillaban de entusiasmo, diversión y algo más que Tea no supo nombrar en el momento.

Pasaron largos minutos. La multitud a su alrededor crecía y decrecía según la gente se aburriera u otros se acercaban, curiosos.
Finalmente, el enorme anuncio de victoria brilló en grande en la pantalla de la máquina arcade, declarando a Yami como ganador con un récord de tiempo, habiendo superado el juego más rápido que nadie en esa sala.

La gente a su alrededor silbó, exclamó y aplaudió en felicitaciones, haciendo que los tricolores parpadearan, desconcertados, y mirasen a su alrededor, aparentemente sorprendidos y sin haberse enterado de toda la gente que se había reunido.

Yami se dio la vuelta y, con una pequeña sonrisa nerviosa, levantó una mano, sin saber qué hacer con toda esa atención. Yugi se rió entre dientes y tomó esa mano, levantándola, cosa que desató otra ronda de vitoreos antes de que la gente se calmara y dispersara.

Yugi dejó que Yami bajara el brazo para envolver los suyos a su alrededor, en un rápido abrazo de felicitaciones. Sonriendo, Yami se inclinó hacia él, colocando un fugaz beso en su frente que nadie más notó.

— ¿En qué momento se juntó tanta gente? —preguntó Yugi, cuando se quedaron solos con sus amigos.

—Antes de los primeros cinco minutos, por lo que oímos ¿No se dieron cuenta? —habló el rubio.

Ambos se encogieron de hombros al mismo tiempo —estabamos totalmente concentrados, no oímos nada más que nuestras voces y los sonidos del juego —respondió esta vez Yami.

Tea estaba a punto de reclamar un "pero ninguno estaba hablando" cuando Duke se le adelantó —como sea, estuviste genial ahí. Superaste por quince minutos el récord de tiempo.

Yami se rió bajo —fue realmente divertido.

Yugi le dijo un suave empujón con la cadera —Duke tiene razón, estuviste increíble —le dio una mirada amorosa, inclinándose hacia él inconscientemente.

El oji-vino bebió felizmente del elogio de su luz, levantando una mano para acariciar la mejilla de Yugi con los nudillos. Las mejillas del menor obtuvieron un ligero sonrojo para deleite del oji-vino — /gracias/ —susurró a través de su enlace, con ganas de haberlo dicho con su boca contra la oreja de Yugi. 

Aún sin eso, el oji-amatista se estremeció suavemente con la entonación que hizo eco en su mente.

Un carraspeo interrumpe el pequeño momento. Tea tenía una mano hecha puño frente a su boca, claramente el origen del sonido. Duke les dirigía una mirada que era a partes iguales pícara y sorprendida. Tristán y Joey intercambian murmullos.

Las mejillas de Yugi se sonrojaron más, por una razón diferente —mm… uh —revolvió en su lugar, apenado — ¿deberíamos… seguir adelante o…? 

—Sí ¿Por qué no vamos al cine a ver qué hay en cartelera? —animó Tea, dándose vuelta para salir del salón.

—Derecha ¿Correcto? —volvió a preguntar el hikari tricolor.

Duke contestó con un zumbido afirmativo.

Yami miró a Yugi con ojos de cachorro, ligeramente ensanchados y confusos, cuando este empezó a caminar detrás de Tea — /¿Hice algo mal, habibi?/ —caminó a su lado, pero los ojos amatistas no lo reconocieron. Sin embargo, sí negó con la cabeza.

Los seis se dirigieron a la derecha, nada más salir del salón de juegos, encontrándose con carteles y posters de películas. La discusión sobre cuál película ver o no recayó mayormente en Duke, Joey y Tea. Tristán se quedó escuchando la disputa ir y venir, sofocando algunas risas, mientras que Yugi solo los observaba como a un partido de tenis… entre tres… aunque sin escuchar realmente. Yami, por otro lado, solo observaba a su luz.

Después de unos buenos cinco minutos de discusión integra, hubo una película elegida, así que fueron a comprar los boletos de la matiné.

Conscientes de que faltaban unas tres horas para el tiempo de almuerzo, Duke, Tea y Yugi decidieron comprar pequeños combos para acompañar la película. Joey y Tristán, por otra parte…

—Deténganse ahí —regañó Tea, cuando los escuchó soltar un listado de comida y bocadillos al vendedor —vamos a almorzar después de esto, no se atraganten.

El par le reclamó a su amiga, como niños regañados, así que Yugi se acercó para intentar calmar los ánimos, dejando a Yami para elegir las botanas de ambos.
Luego de que Tea finalmente logró que el rubio y el castaño hicieran un pedido 'normal', todos pudieron dirigirse a la sala que les tocaba.

Tea tomó el primer asiento, Duke junto a ella, seguido de Tristán y Joey, luego Yami y finalmente Yugi.

La enorme pantalla frente a ellos estaba presentado las recomendaciones sobre los teléfonos y los sitios donde se podía depositar la basura cuando se acomodaron, apenas unos segundos después, las luces se apagaron.
No había demasiada gente hasta donde alcanzaron a ver. Quizás un 35% de las sillas estaban ocupadas, aunque no era demasiado raro para una función temprana.

Yugi exhaló lentamente y se acurrucó en la cómoda silla cuando todo, excepto la pantalla, quedó a oscuras. Inconscientemente se movió hacia el lado de Yami pero el brazo en medio de ambos se interpuso
Yami, por supuesto, se dio cuenta de eso, así que cambió el vaso con refresco de Yugi al lado contrario y levantó el molesto obstáculo entre él y su hikari, antes de acercarse él mismo.

El menor no pudo evitar acurrucarse con él, apoyando la cabeza en su hombro y colocando una mano distraídamente sobre uno de sus muslos.
En respuesta, Yami besó su pelo, pero también le dio una pequeña sacudida para llamar su atención.

— /Ten/ —transmitió, apenas el oji-amatista se volvió para verlo.

Yugi notó, con el brillo de la pantalla que estaba iniciando los cortos previos, que Yami sostenía un trozo de algo entre sus dedos índice y pulgar. Ladeó la cabeza un poco — /¿pediste dulces, Yami?/

— /Un par. Sé cuánto te gustan/ —ofreció el mayor.

Yugi sonrió, enternecido — /Tú sí que eres dulce/ —bromeó, mientras se inclinaba y abría la boca para tomar el ofrecimiento, acariciando los dedos del oji-vino con sus labios intencionadamente.

Yami se rió bajito — /¿Oh? ¿Es por eso que me besas? Y aquí pensando que yo te gustaba, aibou/ —fingió un tono herido.

El oji-amatista se rió por lo bajo también, saboreando el trozo de chocolate — /No seas tonto. Sabes que te amo/

Sonriendo, Yami lo atrajo más cerca — /Yo también te amo/

Para los treinta minutos de la película, los bocadillos de los tricolores se habían terminado. Yami, ya con las manos libres, no tardó en deslizar un un brazo alrededor de Yugi, aunque lo que en realidad deseaba era sentarlo en su regazo o entre sus piernas, tenerlo contra su pecho y reposar la cabeza en su hombro.

Yugi se reclinó más hacia su pareja gradualmente, dedicando un pensamiento a tener una noche de cine casero con Yami en casa, en el sofá o incluso en su habitación, ambos mucho más cómodos, tal vez con una suave manta alrededor.
El pensamiento de un cálido edredón y los brazos de su amor envolviéndolo lo hizo más consciente del aire acondicionado en la sala, provocando un escalofrío por su cuerpo.

Yami se dio cuenta de inmediato — /¿Algo está mal, habibi?/ 

El menor negó ligeramente con la cabeza, mientras se cruzaba de brazos — /Nada, solo que esta sala está un poco vacía y se siente más frío de lo usual/ —explicó. El mayor rápidamente se sacó la chaqueta, como no tenía mangas, la colocó sobre Yugi como una manta en lugar de ponérsela, aunque el oji-amatista se negó un poco — /¡Yami, no es necesario! Y sé que toleras el frío menos que yo/ —lo miró con ojos preocupados.

— /No te preocupes, mi luz. Estoy bien así/ —lo abrazó suavemente — /aunque no me quejaré si quieres acercarte más~/ —tarareó con un tono sensual que hizo ruborizar un poco a Yugi.

El hikari, sin embargo, no perdió tiempo y se acurrucó lo más cerca que pudo de Yami, hasta que ambos hallaron una posición cómoda.

— /Deberíamos hacer esto en casa alguna vez/ —murmuró casualmente el menor, acariciando distraídamente los brazos que lo acunaban.

Yami tarareó en acuerdo. Ocasionalmente habría acompañado a su hikari en desveladas nocturnas, bien fuera para ver una serie, una película o jugar un videojuego; se sentarían uno junto al otro, obligándose a ignorar el doloroso anhelo por la atención y el afecto del otro mientras disfrutaban del poco contacto que podían permitirse.

No habían hecho nada como eso desde que habían regresado. Ahora, Yami realmente lo estaba esperando con ansias.

— /Me encantaría/ 

 

Una hora después, las luces en la sala se encendieron mientras los créditos corrían a velocidad por la pantalla, haciendo casi imposible leer algo correctamente. 

Yugi y Yami se soltaron con renuencia. El menor ocultó un bostezo tras su mano, se había sentido tan cómodo.

Joey y Tristán iban comentando en voz alta la película mientras salían de la fría sala de cine. Una vez fuera, Yugi se estremeció ligeramente, aliviado con el cambio de temperatura.

Tea lo notó — ¿Todo bien, Yugi?

—Sí, solo tenía un poco de frío al final —desestimó el menor, sacándose la chaqueta que su yami le había colocado.

La castaña asintió comprensiva —sí, yo también lo sentí —la chica había llevado una sudadera atada a la cintura, y ahora la llevaba puesta.

El oji-vino se re-colocó la prenda antes de tomar las manos de su luz entre las suyas, frotándolas suavemente. Yugi le dio una sonrisa amorosa en respuesta.

Duke, Tea, Tristán y Joey jadearon ligeramente al ver pequeños destellos de luz y sombras alrededor de las manos unidas.

—Chicos, un poco de cuidado con los trucos mágicos —siseó Tea, echando un vistazo alrededor, por suerte, nadie les estaba poniendo atención.

— ¿Qué? —inconsciente del detalle, Yugi ladeó la cabeza antes de mirar hacia sus manos — ¡Oh! Lo siento, ni siquiera me di cuenta —con un leve rubor, frunció el ceño en concentración, y las pequeñas chispas desaparecieron.

—Me disculpo —añadió también Yami, aunque estaba riéndose entre dientes.

Salieron al pasillo general, de vuelta a las escaleras para bajar al piso inferior.

— ¿Y qué? ¿Cada vez que se toman las manos brillan como luces de fiesta? —curioseó Joey, reclinándose contra un costado de las escaleras eléctricas.

—No es solo por tocarnos —Yami negó con la cabeza.

— ¿Entonces? —inquirió esta vez Tea.

—Es… un poco difícil de explicar —se apresuró Yugi, dándole un sutil empujón a Yami.

Los otros cuatro adolescentes entendieron que no iban a elaborar más al respecto y tuvieron que dejar el tema, intercambiando miradas llenas de confusión y curiosidad.

 

Después de eso, Tea y Duke los arrastraron de tienda en tienda. Joey y Tristán los seguían a regañadientes y aburridos, escabulléndose de vez en cuando, mientras la chica, el pelinegro y el oji-vino iban de aquí para allá eligiendo prendas para probarse y accesorios para comprar. Incluso Yugi tomó algunas cosas para sí mismo.
El oji-amatista no podía negar que le resultó divertido, en un principio, ver a su yami deambular por los pasillos de ropa, mirando de un lado a otro con curiosidad y comparando prendas que llamaban su atención, pero en su mayoría le causaba ternura.

— ¿Qué piensas de esto? —Yami le mostró a su luz una chaqueta de cuero con algunas correas, accesorios metálicos de color plateado, y grabados en la prenda que solo se veían cuando la luz le daba adecuadamente. 

El menor se mordió el labio para no reír cuando notó a Duke haciendo puchero por no haber alcanzado la exquisita prenda primero. Se inclinó hacia la oreja del mayor, cuidando de que nadie pudiera ver lo que había su boca —creo que se te vería increíble, Koi —susurró antes de presionar un par de besos debajo y a un lado de su oreja, sonriendo cuando lo sintió temblar y escuchó un pequeño gruñido deslizándose en su vínculo mental.

Yami tuvo que poner todo su autocontrol en no besarlo en ese mismo instante. Especialmente cuando sintió los labios y dientes del menor trazando cuidadosamente la línea de su mandíbula antes de apartarse.

 

Casi dos horas más tarde, y con una considerable cantidad de bolsas encima, los seis se movieron hacia la plaza de comidas para el almuerzo. El lugar estaba más o menos lleno, a partes iguales, con gente de traje -que probablemente trabajaba en la zona- y adolescentes que seguramente disfrutaban de sus vacaciones igual que ellos; no obstante, lograron hallar una mesa.

Yugi no pudo evitar la sonrisa en su rostro al ver a Yami juguetear con el aparatito que indicaba cuando su comida estaba lista, mientras charlaba con Duke sobre la nueva expansión que estaba desarrollando para su juego. 
Tuvo que morderse los labios, de hecho, cuando el aparatito zumbó, indicando que podían recoger su comida, y Yami casi saltó en su lugar, soltando la cosa. Joey se rió con menos disimulo y atrapó el objeto que zumbaba y se iluminaba antes de levantarse con Duke y Tristán para recoger los almuerzos.

El oji-amatista casi arrulló de ternura, ¡su yami se había sonrojado! Era una visión realmente inusual, y se aseguró de agradecer mentalmente -y aparte de su vínculo- a los Dioses por poder verlo.

— /No te preocupes, Koi, nadie más se dio cuenta/ —bromeó gentilmente, para no apenarlo más.

— /Tea me sigue mirando/ —contestó con ligera vergüenza y mortificación en su tono.

Yugi desvió sus ojos morados hacia la castaña en cuestión, descubriendo que sí, la chica estaba mirando a su yami, probablemente con la misma mirada enternecida y cautivada que Yugi había tenido. Sintió un pequeño vuelco en el estómago pero lo ignoró rápidamente cuando la cabeza de su pareja cayó sobre su hombro.
Un suave y placentero escalofrío recorrió al más bajo cuando el rostro de su otra mitad se ocultó en su cuello, proporcionando un toque ligero con la punta de la nariz, y la respiración del otro sensibilizando la piel.

El oji-amatista no sabía si Yami se estaba desquitando, o no, lo que había hecho más temprano en la tienda de ropa, pero ahí lo tenía, luchando contra un sonrojo.

—Yami, me estás haciendo cosquillas —resopló en voz alta, cuando obtuvo más de lo que podía soportar -en público, al menos- del aliento de su yami acariciándole el cuello… y en realidad empezaba a provocarle cosquillas.

El oji-vino se sorprendió ligeramente que el reproche no se transmitiera por su vínculo, hasta que lo escuchó contener la risa. Levantó la cabeza del cuello de su luz, solo para pasar a apoyar la mejilla contra su hombro —lo siento, pero te sientes tan cómodo.

—No hay necesidad de disculparse —corrigió el menor, levantando una mano para dejar que la yema de sus dedos acariciaran la mandíbula del oji-vino.

Yami cerró los ojos y sonrió con deleite.

Tea, mientras tanto, no sabía si perderse en la expresión del oji-vino, o poner atención a lo que hacían los dedos de Yugi (¿Qué? Podría ser información útil en algún momento) o voltear a ver por qué diablos los chicos tardaban tanto con la comida.

No se había decidido cuando las bandejas con platos, cubiertos y bebidas fueron colocados en la mesa. Saltó unos centímetros de su silla y patearía cualquiera que dijera lo contrario.

— ¿Todo bien, Atem? —Joey preguntó al ver a sus mejores amigos medio acurrucados — ¿Te sientes mal?

— ¿Mm? —Yami parpadeó lentamente. El olor de la comida lo motivó a moverse, pero una parte de él quería quedarse un poco más dónde estaba, por lo menos mientras los demás se organizaban en la mesa —oh, no. Fue solo que estar en el cine me adormiló un poco, se me olvidó mientras estábamos en las tiendas, pero ahora volvió.

Yugi le dio una suave mirada, acariciando estaba vez su mejilla con dos dedos —te entiendo. Podemos tomar una siesta en cuanto volvamos a casa, antes de ayudar al abuelo con la tienda ¿Te parece?

— ¿Una siesta los dos? Eso suena muy bien, hikari —una mano de Yami alcanzó el hombro de Yugi, dónde se estaba apoyando, y acarició el bíceps sobre la tela antes de sentarse correctamente.

—De acuerdo. Es todo, me disculpo si sueno grosero o lo que sea pero necesito preguntar —Duke soltó de repente, apuntando al par de tricolores con un batido grande en tonos rosado y crema. Los aludidos parpadearon, sorprendidos por el repentino arrebato del oji-esmeralda, pero solo asintieron —nosotros entendemos… más o menos… el asunto suyo de 'almas afines' y 'yami/hikari' y sus cosas de magia egipcia antigua —Joey y Tristán parecían de acuerdo con el pelinegro pendientes de lo que fueran a responder en consecuencia. Tea solo miraba a todas partes, esperando que nadie más los oyera, rezando para que la tierra se la tragara en ese instante y preguntándose qué diablos era lo que iba a decir Duke —pero queremos saber —hizo un gesto con la mano, aún con su batido, para señalar a Joey y a Tristán — ¿Dónde los deja eso? ¿Mejores amigos, hermanos, algo más…?

—Devlin ¿Qué diablos-? —se atoró la castaña.

Las mejillas de Yugi estaban ligeramente rojas. Se mordió el labio inferior y le dedicó un pequeño asentimiento a su yami.

—Bueno… para empezar —habló Yami, después de un tensó minuto de silencio, teniendo el permiso de su luz —no es solo "almas afines". Yugi y yo somos almas gemelas. Estábamos destinados a conocernos, destinados a ser.

— ¿Destinados a ser…?

Yugi retomó, colocando una mano sobre la del oji-vino —entiendo a dónde vas Duke, y sí, Yami y yo somos pareja —Yami entrelazó sus dedos, como dándole énfasis a la declaración, pero en realidad fue una reacción automática.

Lo que sí hizo, muy conscientemente, fue presionar un beso en la mejilla de Yugi, muy cerca de los labios.

Todo eso, en conjunto, desencadenó diferentes reacciones.
Tea, por ejemplo, se quedó congelada, el tenedor con una pieza de pollo apanado se le cayó de la mano.
Duke golpeó ligeramente la mesa con la palma de la mano, exclamando algo que sonó a "lo sabía" aunque no sé escuchó muy bien junto con las voces de Joey y Tristán diciendo algo sobre una apuesta.

Yugi casi estaba echando humo por las orejas. 
Yami se encogió de hombros y presionó otro beso en la mejilla de su luz antes de tomar el primer sorbo del batido de frutas que Yugi había elegido para él.

—Mm~ esto sabe muy bien. Siempre sabes que elegir para mí, habibi —comentó antes de tomar algo de la comida. 

Yugi, sabiamente, se quedó callado y empezó a comer su propia comida, sabiendo que probablemente se enredaría con su propia lengua si intentaba formular alguna palabra.


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Habibi: mi amor/amado (para hombre)

*Técnicamente, para Malik, sería alrededor de la una de la madrugada cuando está texteando con Yugi y Ryou.


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