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Una condición por Arlequin_17

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Notas del fanfic:

Este fanfic lo escribí hace un tiempo atrás, creo que nació de una entrevista o un comentario acerca de las obsesiones de Saga.

A tan sólo un par de horas para subir al escenario, se encontraba el pelinegro bajista de la banda, hincado sobre una pequeña tabla, sosteniendo una plancha, al mismo tiempo que acomodaba prolijamente cada brazo de su gabardina. No prestaba atención a nadie en ese momento, sólo a las pequeñas arrugas que el pliegue de dicha tela formaba en cada una de sus costuras.
 

 

Saga se jactaba por ser un obsesivo en cuestión del orden y de la prolijidad por lo que siempre procuraba realizar las tareas que sabía cómo hacerlas (o mejor dicho como le gustaba a él)

 

Nadie le hablaba cuando el mismo se encontraba tan concentrado porque su mal humor podría manifestarse casi de forma inmediata. Pero como a toda regla, le conlleva una excepción (una especie de trampita) había sólo una persona capaz de hablarle en ese momento crucial y no era nada más y nada menos que Tora.

 

El guitarrista de ojos pardos, era el único que tenía permitido interrumpir.  ¿La razón?  Nadie la sabía,  pero cuando Tora hablaba, Saga escuchaba atentamente y hasta podían compartir una conversación de lo más relajados. 

 

Aquella tarde, el bajista estaba rabiando con una pequeña y fina línea que parecía rebelde,  cuando sintió una suave caricia en su cintura, acompañado de un beso en la mejilla que hizo al bajista sostener la plancha sobre la fina línea,  llegando a casi quemar la tela. 

 

 

- ¿Qué...? - Exclamó,  ahogando un grito cuando se percató de que casi quema la tela.

 

-Sagacchi~ puedo pedirte un favor.- Exclamó casi en un tono algo infantil para convencerlo.

 

-Mhm Depende. Tendrás que pagarme bien-.Bromeó el pelinegro, mientras terminaba de planchar y dejaba su gabardina en una silla, al mismo tiempo que se quitaba la playera para reemplazar la misma por la camisa del traje.

 

-Recuerdas que me manche el saco en el anterior concierto.- Comenzó el guitarrista relatando.- Aunque la mancha salió,  no me gusto como lo han planchado y quería saber si usted podría plancharmelo. - Pronunció,  frunciendo sus labios.
 

 

-¿Acaso ahora soy un ama de casa?- Reto el menor,  negando con su cabeza.-
 

 

-Es un amo...Es mi amo, no lo olvide-. Se apresuró a responder el más alto, guiñando uno de sus ojos de una forma coqueta, sabiendo que ello derretiría por completo a Saga

- Con más razón sí soy su amo, como es que tengo que planchar su ropa.- Exclamó,  al mismo tiempo que abotonaba su camisa.

Tora aprovechó ese momento para acortar la distancia y ayudarle con dicha prenda, uniendo cada botón con sus respectivos ojales. A medida que lo hacía,  depositaba pequeños besos por el rostro opuesto, intentando persuadirlo, y solo faltaba un punto, sus labios.

 

El mayor abotono el último, llegando a besarlo en los labios, tomando con ambas manos el rostro ajeno para besar con  mayor determinación,  importándole poco que se encontraban en un backstage de un recital,  en los camerinos de una de las salas que ellos conocían de memoria.  La adrenalina corría por sus venas, cuando sentían que en cualquier momento podrían ser descubiertos por alguien.  Faltaba un mínimo ruido que reflejara su mayor temor que alguien abriera la puerta, lo que al fin de cuentas excitaba a ambos. 

 

Saga succiono el labio inferior ajeno antes de dar por terminado el beso, sonriendo como un idiota entre las manos de Tora.

 

-Está bien. Pero con la condición de que no te andes besuqueando con cualquiera-.

 

Tora se río, mientras se quitaba el saco para entregárselo al pelinegro, quién lo tomo con sus finos dedos, al mismo tiempo que elevaba sus cejas de forma enojada.

- No sé qué le causa gracia, más le vale que lo cumpla o soy capaz de quemarle el saco y también otras cosas.- Exclamó con un tono exagerado de enojo.-

-Se lo prometo amo, no besaré a nadie más- añadió con una voz segura y clara, pero atreviéndose a hablar justo sobre el oído contrario, logrando erizar la piel del menor.

 

Así fue como pronto estallaron en una risa, risa que sólo ellos entendían, llamando la atención de las personas que pasaban frente a la puerta de dicho camerino. 

 

Aquella  tarde noche,  tanto Tora como Saga llevaban sus prendas completamente planchadas, perfumadas y cada uno conservaban un recuerdo del otro escondido en sus  clavículas.

Fin.

 

Notas finales:

 

Es muy cortito, pero espero que lo disfruten. Gracias por leer, hasta la próxima!


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