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El voto de Parcas por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, muchas gracias por continuar su lectura.  Nos complace estar tan acompañadas con su apoyo.

Creemos que faltan apróximadamente entre 3 a 5 caps para terminar la historia. Todo se irá dando en el camino.

 

Por otra parte, les queremos compartir el siguiente enlace sobre un trabajo literario muy interesante.  Esperamos que también les agrade: EL DON DE LA FUERZA INMORTAL

Sin más, a leer¡¡

 

–       Si, esta vez, el santuario no contará conmigo - espetó el mayor mientras dejaba la caja de su armadura frente a ellos- renuncio a ser un santo de Atenea.

 

El resto de los caballeros lo miraron con asombro pues no esperaban que Ikki no quisiera tomar partido en eso.

 

–       Pero hermano no puedes decir eso, entiendo lo que dices sobre Seiya pero esto nos sobrepasa.

 

–       ¿Entonces piensas traicionarnos?, sé que Seiya es nuestro amigo pero si él decide ir contra Atenea no podemos hacer nada- espetó Shiryu.

 

–       Vine aquí a sabiendas de que quizá tomarían está decisión, tanto ustedes como Seiya son mis amigos, no planeo tomar partido en ello, aunque eso signifique estar en contra de Atenea, después de todo, ella contribuyó al sufrimiento de Seiya- no dudo en decir el fénix. Sin más, Ikki se dio la vuelta caminando fuera del templo.

 

–       Solo piensen bien las cosas y tomen la decisión que les convenga más–. El caballero de fénix desapareció tras cruzar la puerta dejando completamente confuso a sus compañeros.

 

 

Mientras tanto en el inframundo, se encontraba un castaño acompañado de un azabache.

 

–       Con esto los preparativos están listos, desconozco que lado tomara el fénix y el resto de tus amigos, debes estar preparado para enfrentarlos.

 

–       Lo sé, espero no tener que enfrentarlos, son como mis hermanos–.El castaño puso un semblante sombrío y triste lo cual no fue del agrado de Hades.

 

–       Harás que me ponga celoso si pones ese rostro mientras piensas en otros hombres.

 

–       ¡¡Tonto!! Son mis amigos, como puedes decir eso– se sonrojó mientras hacía un ligero puchero demostrando molestia, lo cual le encantaba al azabache.

 

–       Lo olvidaba–  dijo mientras tomaba la mano del menor y lo guiaba tras de sí. Bajaron por unas escalas en forma de espiral, hasta una planta oscura y con un pasadizo de rocas. El dios tomó una de las antorchas en la pared y prendió fuego en ella. La luz parecía jugar a las escondidas en ese laberinto.

Hades hundió una roca, haciendo que una de las paredes se convirtiera en la entrada a una mazmorra.

 

–       ¿ Qué lugar es este, Hades?

 

–       Ya lo verás .

 

El mayor prendió todas las antorchas de la estancia, dejando ver en una perfecta fila, varias armaduras y armas de guerra.

A pesar de estar en ese lugar, las armaduras negras brillaban como obsidianas. Había una que resaltaba, grande e imponente. Con alas majestuosas, como un ángel del infierno.

Seiya la reconoció perfectamente y se acercó a ella, era la Sapuris de su amado, la que lo había protegido tantas veces de sus meteoros.

La acarició con suavidad, con respeto y aprecio.

 

–       Gracias por protegerlo tanto de mi- susurró el menor.

 

–       Siempre me ha gustado la conexión que tienes con las armaduras.

 

–       Ellas nos cuidan y protegen, son las constelaciones encarnadas.

 

–       Fantástica conclusión, pero no es lo que quiero mostrarte, ven–. Tomó al menor de la mano y lo condujo un poco más al fondo. Allí se encontraba en una hermosa base de oro y plata, una brillante y pulida Sapuris de un Pegaso. Esta tenía unas prominentes alas y el negro de la armadura resaltaba con los brillantes diamantes que traía implantados.

Una espada yacía a su lado, muy parecida a la de Hades.

 

–       Este iba ser  mi regalo de matrimonio, junté los elementos más resistentes de todo el inframundo para crearla. Es resistente al fuego, al hielo y a los rayos de Zeus. Tiene mi sangre y por ende, te da cierta parte de control sobre el averno.

 

–       Ha… Hades, es, bellísima - expresó el caballero casi sin aliento por la sorpresa.

 

–       Aún falta- mencionó el dios mientras sacaba de su vestimenta una caja con grabados de ónix y plata– nos quitaron la oportunidad y no quería perderla de nuevo–  espetó mientras sacaba una sortija– Seiya, ¿aún estás dispuesto a ser mi esposo, reinar conmigo y darle color al Inframundo?

 

El castaño no pudo evitar mirarlo con asombro, realmente no lo esperaba, se había quedado perplejo por las emociones que en ese momento recorrían su ser.

 

–       Claro que quiero, yo… no sé qué hacer, ¿este es el momento donde debo gritar como doncella enamorada?–. El castaño estaba realmente emocionado y nervioso pero su humor nunca podría dejarlo de lado aunque eso rompiera un poco el ambiente romántico.

 

–       Preferiría que no gritaras y solo aceptaras la sortija– sonrió Hades.

 

–        Yo… acepto–. Tendió su mano algo avergonzado mientras el dios del inframundo colocaba la sortija en su dedo.

 

–       Bueno ahora reinarás conmigo y por fin mi vida tendrá color.

 

–       Y estoy feliz de poder darle color a tu vida, debo admitir que no esperaba que fueras tan cursi, pero me gusta–. En cuanto el azabache se puso de pie, el Pegaso no dudo en tomar sus labios sellando los con un apasionado beso.

 

***

 

En el lugar más divino de todo el planeta, un hombre de cabello platinado estrellaba una copa de vino contra la pared.  Estaba completamente molesto, casi salido de sus cabales y eso solo ocurría cuando sus planes no salían como lo esperaba.

 

–       Padre… por favor, cálmate.

 

–       ¿Cómo me pides que me calme? te entrometiste en mis asuntos, si maldijimos a Hades fue porque no quería verlo morir, es mi hermano, uno de los grandes dioses, por eso ahora la tierra es un maldito caos, todo por tus caprichos- mencionaba molesto Zeus, el regente del Olimpo a su hija Atenea.

 

–       Lo siento padre, Seiya… él es un formidable guerrero, valiente, por eso creí que tenerlo a nuestro lado era lo mejor.

 

–       Veo que has heredado la impertinencia de tu padre- comentó la diosa Hera entrando a la estancia- de poner los ojos encima de alguien prohibido…

 

–       Hera, no vas a empezar con tus celos, esta es una discusión entre Atenea y yo.

 

–       Dejó de ser privada cuando involucró a todo el Olimpo.

 

–       Padre, solo quiero que lo encuentres y lo salves, es todo, será nuestro aliado- suplicaba la mujer de cabellos lilas.

 

–       ¿ Atenea que parte no has entendido? solo quien lanza la maldición puede retirarla o si esa persona muere…. - dijo Zeus mientras se impactaba- espera… ¿Pegaso aún no se recupera y fuera de eso está perdido?– pregunta exaltado a su hija.

 

–       Así es padre…

 

–       ¡¡ No puede ser!! - dijo el mayor dejándose caer en su trono- Ha… Hades sigue con vida.

 

–       Si eso es verdad, seguramente él tiene a Seiya, necesitamos ayudarlo, Hades podría hacerle cualquier cosa- exclamó la joven diosa de cabellos lila.

 

–       Él no le hará daño, ¿no recuerdas la maldición y la profecía?

 

–       Claro que recuerdo, ellos están destinados a odiarse y luchar en cada reencarnación.

 

–       Eso no es todo, recuerda que la era de los dioses olímpicos terminaría.  ¡De verdad lo complicaste todo! ahora uno de ellos deberá morir y desde ahora te digo que no pienso matar a mi hermano.

 

–       ¿Pero qué estás diciendo padre?,  ¿Dejarás morir a Seiya?- la diosa no pudo evitar dejar caer algunas lágrimas.

 

–       Solo espero que aún no hayan restablecido sus recuerdos, de ser así, él no tiene salvación, es Pegaso o el olimpo.

 

–       Ahora si echaste todo a perder pequeña Atenea- dijo en son de burla Hera mientras acariciaba el terso cabello lila.

 

–       No te metas en esto Hera- palmeó con odio la mano de su madrastra.

 

–       Es imposible todo el olimpo está involucrado y obvio eso me incluye a mí-

 

***

 

El santuario era un caos. Los doce caballeros de oro, el patriarca y los caballeros de bronce estaban reunidos debatiendo la veracidad de las palabras del fénix.

 

–       Me niego a creer en las palabras de fénix - comentó Milo- todo es una vil mentira para hacer quedar mal a nuestra diosa.

 

–       Mi hermano no es un mentiroso- defendió Shun.

 

–       No podemos enfrentarnos entre nosotros, lo importante de este asunto, es que se aproxima una nueva guerra santa y debemos estar preparados - concilió Mu.

 

–       Una contra el averno y al parecer, contra Seiya - expresó indignado Aioria.

 

–       “El mayor amigo de la verdad es el tiempo; su más encarnizado enemigo, el prejuicio; y su constante compañera, la humildad”.

 

–       ¿De qué estás hablando, Shaka?- intervino Shura.

 

–       A que debemos considerar que esta guerra santa es por capricho de los dioses y eso incluye el capricho de Atenea por Pegaso.  Si bien juramos lealtad a nuestra diosa, lo hicimos más a los principios de sabiduría y justicia que ella profesaba, ahora eso se desdibuja ante la inminente realidad…

 

–       ¿Insinúas que no peleemos por ella?- preguntó sorprendido Camus-

 

–       Solo digo que todos deben reconsiderar y analizar.

 

–       Yo no pelearé por Atenea- mencionó máscara de muerte- soy el más cercano al inframundo de todos ustedes y por ende considero que el inframundo es más justo y loable, ya que fénix lo expone.  Creía que estaba mal al creer eso sirviendo a Atenea, pero ahora comprendo mejor todo. 

 

–       ¡¡ Eres un traidor!!- gritó exacerbado Tauro.

 

–       Ustedes no saben lo temible que puede ser Hades enojado, yo solo quiero vivir y por eso me iré hacia el lado ganador - dijo con suficiencia el ex caballero de cáncer- abriré el portal al inframundo, los que se quieran unir, solo tenemos esta oportunidad.

 

Todos observaban atónitos la situación, ¿en qué momento la lealtad que le tenían a Atenea se había desdibujado tanto? La incertidumbre creció más, cuando tras de Máscara de Muerte, caminaba Shaka.

 

–       ¡¡ Shaka¡¡ no puedes traicionarnos - expresó Aioros-

 

–       Esta es la única oportunidad que tengo para cerciorarme de algo y lo pienso hacer. Espero no tener que enfrentarme a ninguno de ustedes.

 

–       Maestro Shaka, yo voy con usted - expresó Shun-

 

–       No Shun, no vayas- intentó detenerlo Hyoga-

 

–       Al igual que el maestro, también quiero corroborar algo.

 

–       Bien, nos vamos - espetó Máscara de la Muerte, para abrir el portal por breves segundos y desaparecer.

 

–       ¡¡ Maldición!! - gritó colérico Milo- son unos malditos traidores, pero tendrán su maldito merecido.

 

Si bien todos los que quedaron tenían el mismo pensamiento, su corazón profesaba todo lo contrario. ¿Serían capaces de pelear contra Seiya y los demás?, ¿tendrían el valor para asesinarlos?... eso lo sabrían únicamente al momento de enfrentarse.

 

***

 

En el averno, Hades y Seiya estaban recostados en la cama, besándose con intensidad cuando el mayor se detuvo de repente.

 

–       ¿Qué pasa? - indagó el menor.

 

–       Parece que tenemos visitas…

 

–       ¿Visitas? ¿Quiénes?– Seiya se  alejó del azabache, expresando en su rostro preocupación. Hades sin pensarlo mucho acaricio su rostro buscando calmarlo.

 

–       ¿Deberíamos ir a recibirlos?– preguntó el menor.

 

–       Ellos no tardarán en llegar aquí, considerando quienes son.

 

 

El dios se puso de pie dirigiéndose a la estancia donde le dijo a Seiya que esperara, sin más él se encaminó a recibirlos. Al llegar a la puerta por la que habían ingresado se encontró con los caballeros, sorprendidos de verlo.

 

–       Imagino que ya saben todo, la cuestión aquí es ¿vinieron aquí para unirse a mi causa o para intentar detenerme y salvar a la mentirosa de Atenea?

 

–       ¿Dónde está Seiya? No decidiré hasta asegurarme  que él esté bien- espero el pequeño Shun.

 

–       ¿Y ustedes?– expresó Hades al ver a los otros dos intrusos.

 

–       De mí ya deberías saberlo, soy el más cercano al inframundo ¿lo olvidas?- dijo sin dudarlo máscara de muerte. Shaka guardó silencio, sin embargo, Hades no notó ninguna intención de pelear de aquel caballero.

 

–       Bien, síganme los guiaré a Seiya.

 

Tras un rato llegaron a su palacio, el cual Shun no pudo evitar mirar con asombro. Ciertamente no esperaba que Seiya aceptara estar en un lugar tan desolado como el inframundo.  Por eso quería escuchar con sus palabras las razones que tenía.

Al entrar, los guío a la estancia donde Seiya se encontraba concentrado comiendo, al notar quienes eran, sonrió saltando de alegría acercándose sin dudar a ellos.

 

–       ¡Vaya! ¿Qué hacen aquí? Me alegra tanto verlos- los abrazó sin pensarlo mucho.

 

–       Me alegra que estés bien, debo admitir que dudaba un poco de Hades pero ya no.

 

–       Oh vamos Shun,  sé que es difícil de creerlo pero Hades no me hará nada.

 

Mascara de muerte no sentía un especial afecto por Seiya, en realidad por nadie solo estaba ahí por considerarlo el lado ganador. En cuanto a Shaka, se acercó a Seiya tocando su rostro.

 

–       Veo que no estás muerto, aunque eso ya lo sabía, es difícil no sentir tu cosmos por más alejado que estés.

 

–       ¿También me alegra verte?–. El joven castaño no supo cómo responder ante las palabras de Shaka, en realidad era un caballero muy misterioso y que rara vez se relacionaba con los demás, a su parecer era muy reservado pero amable, debido a que no había hablado tanto con él, no sabía cómo interpretar sus palabras, las cuales solían ser directas.

 

Hades guardó silencio ante el reencuentro, no obstante, no bajó la guardia ni un momento. Los tres jueces se encontraban salvaguardando la estancia y Pandora, con toda su elegancia y sutileza, llevaba una charola con tres tazas de té negro para los visitantes.

 

–       Las visitas de mi amo, son bien atendidas - mencionó la dama ofreciéndoles las bebidas.

 

–       No creo que seamos invitados del señor Hades - respondió Shun.

 

–       Tan dulce e inocente como siempre - rio la dama cálidamente- hablo de mi señor Seiya, ustedes son sus invitados.

 

–       ¿Señor Seiya?- preguntaron a coro Shun y el mismo Seiya, que no creía lo que escuchaba.

 

–       Así es - se escuchó una voz grave en toda la estancia- como mi futuro consorte, también eres amo y señor del inframundo - aclaró Hades a todos los presentes, mientras tomaba la mano de su amante y la besaba.

 

El Pegaso tan solo se sonrojó ante la exposición de Hades.  Máscara de muerte escupió el té; Shaka disimuló con un carraspeo su sorpresa y el caballero de bronce, dejó resbalar la taza entre sus dedos.  Solamente el sonido del estruendo en el piso lo sacó del trance.

 

–       ¿ Es… es eso cierto, Seiya?- preguntó el peli verde-

 

–       Ehh… si...si, lo es -  respondió avergonzado- Hades y yo nos hemos amado desde siempre, pero se han empeñado durante siglos en separarnos - acotó con determinación.

 

–       Ja¡ lo sabía!, algo me decía que el inframundo era la mejor opción- dijo con presunción  el ex caballero de cáncer.

 

–       Me permitiría unas palabras en privado - fue la escueta petición de  Virgo-

 

–       Concedido - manifestó el dios- en cuanto a los otros, son bienvenidos, siéntanse en su casa, Pandora los atenderá. El azabache caminó lentamente, dándole a entender al rubio que lo siguiese.  El dios bajó su mano y con este gesto los tres jueces dejaron sus posiciones de defensa. 

Llegaron al despacho y allí le pidió al caballero de Atenea que tomara asiento.

 

–       Soy todo oídos.

 

–       Tengo mis dudas sobre lo que acontece, es como si hubiesen arrancado una parte esencial de mí, como si hubieran arrebatado un fragmento de un rompecabezas.  Por más que he meditado, no logro hallarlo.

 

–       ¿Creíste que viniendo al Averno, lo lograrías? - indagó Hades mientras recostaba su rostro en el puño de su brazo.

 

–       Es una probabilidad y no pensaba desaprovecharla.

 

–       Hiciste bien caballero– expuso  Hades y sin darle tiempo de reaccionar a Shaka, le tocó la frente con el dedo índice.  Para lo que en aquel momento fue un segundo, para el rubio fue una eternidad, puesto que observó varias de sus vidas pasar y todas en la oscuridad de aquel olímpico secreto.

 

–        Esa es la verdad que te escondían, el fragmento que sellaron en ti, pero te he dado la llave para que salgas de la jaula y vueles por tu cuenta.

 

–       No puedo creer que Atenea nos haya ocultado algo así y nos obligase a pelear por una desleal causa - comentó con disgusto.

 

–       En este momento, ustedes son unos traidores a ojos del santuario - dijo el dios para levantarse con lentitud y mirar por la ventana– tienen dos opciones, o se unen a mí para derrotar al Olimpo, o quedarán exiliados y perseguidos por todos los reinos.

 

¿Qué hace que luchar al lado del rey del inframundo sea loable? - preguntó el ex caballero de Virgo antes de tomar una decisión.

 

–       Que amo a Seiya y está de mi lado, esa es mi convicción, es así de simple… caballero– espetó con serenidad, mientras a lo lejos alcanzaba a escuchar las risas de su amado.

 

Mientras el caballero de Virgo y el dios del inframundo se habían alejado para tener una charla privada, lo cual mantenía curioso a Seiya, el resto de mantuvieron bebiendo el té.No tardó mucho para que Pandora les ofreciera unos pocos alimentos mientras esperaban el regreso del resto de invitados.

 

–       No me puedo creer que tú y Hades… tengan ese tipo de relación, digo… pensé que tú serías el caballero más leal a la diosa Atenea– mencionó el caballero de bronce.

 

–       Sé que es difícil de creer, yo tampoco lo creía cuando fui salvado por Hades, sin embargo, en realidad está es mi tercera vida, hasta hace poco pude recuperar mis memorias y en cada una de ellas amé a Hades, simplemente nos obligaron a pelear.

 

Máscara de muerte simplemente observaba y escuchaba, no tenía mucho que decir al respecto, aunque de cierta manera también le sorprendía lo que estaba sucediendo.

 

–       No lo sé, ¿por qué los obligarían a pelear?

 

–       Por qué juntos somos un peligro para el Olimpo. Aún aprecio a  Atenea, pero ella forma parte de esto, ella lo sabía y lo ocultó.  Estaba al tanto de  que nos amábamos y que siempre había sido así en todas nuestras vidas, aun así, lo escondió y me obligaron a pelear contra él.

 

Todos guardaron silencio al ver como el caballero de Virgo y Hades salían de la estancia. Los tres pares de ojos observaban atentos cualquier reacción.

 

–       He decidido pelear al lado del inframundo– fue la respuesta escueta de Shaka– Shun, Máscara de Muerte, debemos hablar para que ustedes tomen su decisión. Los otros dos caballeros lo siguieron aún atónitos, Pandora no necesitó de la orden de su señor, para saber que los tres caballeros necesitaban privacidad y vigilancia al mismo tiempo. Los dirigió a una estancia y luego le indicó sus alcobas para descansar.

 

Por su parte, Seiya miraba perspicaz a su prometido, pues tampoco esperó que Shaka se volviese en un aliado para el inframundo.

 

–       ¿Qué hiciste, Hades?

 

–       Un mago no puede revelar sus secretos – respondió con sorna el mayor.

 

–       Pues voy a sacarte esos secretos - fingió molestia el caballero.

 

–       Ojalá sea en la cama - susurró el dios al oído del otro, mientras entre besos se dejaban llevar por la pasión.

 

 Luego de aquel encuentro íntimo, Hades le explicó a su pareja lo ocurrido con Shaka y las únicas dos opciones que tenían. Lo comprendió mucho mejor todo, al otro día cuando Shun y Máscara de Muerte, también aceptaron ser parte del inframundo.

Seiya no dudaba de la capacidad de su amado, pero tampoco se lo había imaginado rigiendo sobre el Olimpo y los demás dioses… ahora con la alianza de Shaka, Shun, Máscara de Muerte y Ofiuco, entendía a la perfección por qué Zeus le temía.  Hades era un dios culto, sabía de tácticas de guerra y artes místicas. Manejaba a la perfección la oratoria, el arte de hablar con elocuencia. Era versátil en el discurso, la arenga, la disertación, el sermón, el panegírico, todo lo contrario a Zeus que obtenía todo por la fuerza, Hades lo hacía por disuasión, con inteligencia.

 

Salió de sus pensamientos, cuando observó a los tres excombatientes de Atenea, portando las hermosas y relucientes armaduras oscuras.  Ahora ellos hacían parte de las líneas de los espectros y si bien a algunos guerreros no les hizo gracia.  Entendían que la directriz de Hades era absoluta y que debían cumplirla a cabalidad para salir victoriosos.  Esa misma confianza la sentía Seiya, tal vez multiplicada por más y el regocijo del combate volvió a tomar su cuerpo.

 

–       Hades, quiero entrenar- se animó a decir.

 

–       Ya me lo esperaba- dijo con tranquilidad el dios- esta vez voy a hablarte como a un guerrero–  dijo el dios mientras miraba profundamente a su pareja. Conocía perfectamente las capacidades de Seiya y su vivacidad al momento de la lucha, pero también sabía que las emociones lo dominaban y eso podría traer errores.

 

–        Desde ahora tu comandarás el pelotón de los nuevos aliados, serás mi representación, manifestarás mis deseos y mi voluntad de batalla, además, entre los jueces y tú prepararan varios planes de ataque y defensa, cuando los tengan listos, me llamarán y los discutiremos. En nadie más puedo confiar esta tarea, porque tu destino y el mío depende del éxito de esta guerra.

 

–       Si su majestad- respondió solemne el Pegaso y es que entendía el compromiso y los ideales que Hades quería transmitirle.  Le demostraría a Hades, a las personas que vivían en el inframundo y a todo el Olimpo, que era digno de llamarse  “El asesino de dioses” y el “Consorte del Rey del Averno”.

 

***

 

El  santuario estaba hecho un caos, los caballeros restantes no perdieron tiempo en ir a buscar a la diosa Atenea e informarle lo sucedido con su amado caballero de bronce Pegaso. Pues todos notaban el trato especial que le tenía a este y lo apegados que eran, podrían pensar que tenía sentimientos por dicho caballero aunque ella siempre negaba tener un trato especial con él.

 

–       Él nos ha traicionado, ahora está con Hades. Virgo, Shun y Cáncer se le han unido- dijo sin pensar Milo quien aún no creía lo sucedido

 

–       ¿Dices que ellos planean atacarnos? No lo creo, ellos son caballeros leales no harían algo así.

 

–       Diosa Atenea, sé que no lo cree pero el mismo Fénix vino a informarnos del paradero de Pegaso, de inmediato ellos decidieron tomar partido a favor del inframundo.

 

–       ¿Dónde está Ikki? Necesito hablar con él.

 

–       Me temo que Fénix se ha ido, no luchará con nosotros– expresó el Patriarca.

 

–       ¿Él también está del lado de Hades?

 

–       No, dice que no tomará partido en esta pelea y renunció a ser un caballero.

 

La joven diosa no sabía qué hacer, su mundo comenzaba a derrumbarse, su padre argumentaba que todo esto estaba sucediendo por ella y su capricho con el caballero de Pegaso, pensaba todo se arreglaría con encontrarlo y volver al templo. Ahora veía que la situación era más compleja de lo que creía.

Mientras tanto, el resto de caballeros se encontraban discutiendo la situación fuera de los aposentos de la diosa.

 

–       No puedo creer que nos estén traicionando- espeto Mu

 

–       Un caballero no abandona su deber por intereses personales, no puedo creerlo, esto es tan molesto- Aldebarán estaba completamente molesto.

 

–       Pero tienen una buena razón, si lo que Ikki dijo es verdad… ¿Estamos haciendo lo correcto en defender al Olimpo?– Hyoga se encontraba dudoso, no estaba seguro de querer tomar partido en esto o de tomarlo no quería hacerlo a la ligera.

 

Todos miraron a Hyoga sorprendidos, no podían creer lo que decía, ¿Acaso también pensaba traicionarlos?

 

–       No me miren así, solo digo que hay que pensarlo bien, sé que Seiya tomó una decisión, pero piénsenlo, él era el caballero más leal de Atenea, ¿por qué cambiaría de opinión sin una buena razón?

 

 


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