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Captive por rivaida

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Mikasa Ackerman, veinticinco años, diagnosticada a temprana edad con un trastorno de la conducta, específicamente el día en que decidió matar a Eren y su familia, a los dieciséis años.


Las consecuencias desde luego no se hicieron esperar en su época, todo por la gestión de Levi, el primer testigo clave para delatar las verdaderas intenciones de la muchacha que había provocado tal caos en aquel pueblo tan tranquilo.


Desde aquel día, Mikasa no había olvidado en ningún momento al enano que la delató y le hizo terminar internada en una clínica psiquiátrica. Esa fue la principal razón por la que no pudo ir tras Eren en aquel momento. Estuvo cerca de dos meses internada hasta que estuvo lo suficientemente estable como para ser reinsertada en el mundo nuevamente.


La llenaron de drogas y la hicieron volver a su vida sin ningún propósito específico. Intentó quitarse la vida un par de veces, y en cada una de las ocasiones volvía a ser internada, drogada y liberada. Estuvo en aquel círculo vicioso hasta los diecisiete años.


La razón por la cual pudo dejar aquel estado cíclico de sucesos, fue Levi Ackerman. Se obsesionó tanto con él, que lo convirtió en su objetivo por un par de años, de allí provenía su intento fallido de pertenecer a la fuerza policial. Matarlo era su objetivo. Así como también su objetivo principal era encontrar a Eren y volver a tenerlo para sí misma.


Se esforzó tanto por comportarse que en algún momento sus impulsos dieron rienda suelta y terminó siendo expulsada de la academia de policías, completamente lejos de cumplir con su objetivo con Levi.


Le había perdido el rastro tanto a Eren como a Levi. En aquellos meses que vivió dopada, Levi había logrado una promoción, pero nunca supo a dónde ni en qué puesto. Por ello fue que al buscar a Eren, tardó cerca de un año en dar con su paradero, y no tuvo que planear demasiado, puesto que el lugar donde vivía era un almacén a las afueras de la ciudad, del cual se había apropiado sin permiso de nadie, lo que era perfecto para el desenlace de sus planes.


Y allí era donde mantenía recluso a Eren en la actualidad. Sin ninguna pizca de remordimiento. Ni siquiera por lo que había hecho en su adolescencia. Ni siquiera por haber matado, robado, mentido una y otra vez para lograr sus cometidos. Una insensible y carente de empatía. A los dieciocho años había sido re-diagnosticada con un trastorno de la personalidad antisocial, puesto que al cumplir la mayoría de edad, era catalogado como un trastorno de la personalidad y no solo algo de la conducta.


Esa era la razón por la que había empeorado conforme los años transcurrían. Se escapó por completo de las garras de los psiquiátricos y huyó tanto como pudo en busca de su libertad. Y cuando por fin saboreó lo que era actuar sin siquiera contenerse por reglas sociales sinsentido, es cuando desbloqueó otro nivel en su personalidad que le llevó a agredir a más y más personas, simplemente por el placer de iniciar una pelea. Y así fue como llegó a Eren.


Eren, la razón por la que encontraba algo de sentido en la vida. Parecía que su misión era nada más y nada menos que quebrarlo destruirlo.


Aquello era lo único que le hacía sentir viva.


Por eso disfrutaba tanto, ver cómo cada día parecía que la vida se iba marchitando de los ojos de Eren. El cómo la miraba y actuaba de forma indiferente, el cómo se entregaba a ella.


– Pronto podrás estar conmigo para siempre, Eren –. Susurró al abrir ligeramente la puerta de la habitación para observarlo dormir.


Eren, quien aparentemente estaba dormido, escuchó aquellas palabras y esperó a estar solo nuevamente para volver a relajarse e intentar conciliar el sueño. Si bien esas palabras deberían de haberle preocupado, solo le hizo sentir irritado.


En el fondo sabía cuál sería su final. Terminaría muerto en manos de su secuestradora. No había otro desenlace. Siempre fue así. Y aquellos años que pudo "vivir", fueron los años comprados de una falsa libertad que creyó poseer.


Soltó un suspiro y de pronto su mejor amigo de la infancia apareció en sus memorias. Armin. No veía al rubio desde que se marchó del pueblo donde vivían, y nunca más intentó encontrarlo. Esperaba que estuviera viviendo su vida feliz.


Sin razón, el rostro de Levi Ackerman se abrió paso entre sus memorias. Aquello le hizo sentir confundido, e intentó pensar en otra cosa, sin embargo fue inútil porque seguía allí molestándole de forma constante, por lo que, siguiendo su regla, decidió dejar de desperdiciar energía y simplemente le permitió su espacio.


Un momento... ¿Cómo es que recuerdo su nombre?


Se sentó en la cama mientras fruncía el ceño. Nunca fue cercano a Levi, de hecho siempre le tuvo miedo, pero ¿Por qué podía recordarlo con tanta facilidad? Y sin embargo, el rostro de la persona que le rescató del incendio, era algo que seguía bloqu...


Esto no puede ser verdad.


Soltó un bufido completamente incrédulo. No podía ser cierto. ¿De verdad Levi, el mismísimo Levi Ackerman, lo había rescatado y ayudado a sacar los cuerpos de sus padres del incendio? No... ¿Y cómo era que recién venía a recordarlo?


Ugh, qué fastidio, déjalo ser.


Se volvió a recostar en la cama y soltó un suspiro, sonriendo y negando con la cabeza ante su nuevo descubrimiento. Así que después de todo, la persona a quien más le temía cuando era un crío, había sido su salvadora.


Un momento, eso quiere decir que... No... Menuda sorpresa.


Comenzó a soltar una pequeña risa por la forma en que su cuerpo comenzaba a reaccionar por lo que acababa de pensar. Sintió un ligero calor en las mejillas, sintiéndose avergonzado sin saber exactamente con qué, pero los sueños de los últimos días volvieron a hacerse más que presentes.


Y ahora sabía quién era la persona que le abrazaba en sus sueños, sabía quién era la persona que lograba calmarle y hacerle sentir seguridad.


Levi Ackerman solo le había abrazado una vez, pero lo recordaba a la perfección. A pesar de que el mayor fuera más pequeño en estatura, recordaba lo bien que le había cobijado aquel día tan fatídico.


Se entretuvo en aquel recuerdo, dándole vueltas y vueltas a la idea de que Levi era la persona a la que estaba convocando en sus sueños de forma inconsciente. Jamás se esperó aquella sorpresa, lo cual le había devuelto algo de vida a su estado casi muerto, y una innegable necesidad de conocerlo se abrió paso en su voluntad, instaurándose como su nueva meta. A la cual se aferró con todas sus fuerzas para sobrevivir y mantenerse cuerdo en aquella locura.


Recordaba a Levi como una persona completamente inaccesible. Tenían una considerable diferencia de edad, por lo que cuando Eren fue consciente del contrario, fue solo para verlo desde lejos y sentir un grado de miedo y admiración por él. Se preguntó qué estaría haciendo en la actualidad, y si recordaría a su yo del pasado o siquiera pensaría alguna vez en su existencia.


Con aquellos pensamientos, Eren se aferró a su instinto de luchar, en lo que sus sueños le invadían y se dejaba abrazar por ellos sin más que una profunda sensación de bienestar y seguridad.


 

Notas finales:

Muy buenas noches, mi gentecitaaaa, ¿Cómo les trata la vida? espero que el capítulo de hoy les haya gustado y bueno, no quiero adelantar nada así que nos vemos mañana!! 

 

Cuídense mucho mucho, y gracias por leer


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