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Captive por rivaida

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Al día siguiente, todo lo que Eren parecía haber aprendido de sus rutinas, se vio completamente cambiado. Mikasa ingresó a su habitación sin mediar palabra y le liberó de los grilletes que le mantenían aferrado a aquella cama, pero no fue capaz de moverse, puesto que aún no tenía en claro cuáles eran sus verdaderas intenciones.

Se restregó los ojos y bostezó audiblemente estirándose en la cama, frunciendo el ceño por la luz fría que casi le hizo quedar ciego por lo improvisto de la misma.

– Diablos, qué te sucede de pronto –. Gruñó Eren girándose al fin en la cama para acomodarse boca abajo y abrazar la almohada, dormitando por mientras pensaba en las posibles causas de que Mikasa le hubiera liberado por completo.

Ninguna de las causas era buena.

– Levántate y sal. Ya es el día –. Respondió con calma.

Acto seguido, abandonó la habitación y caminó por el pasillo, comprobando que todas las puertas estaban cerradas con llave y completamente selladas, por lo que no había ninguna posibilidad de que el menor se desviara del camino e intentara escapar. Guardó las llaves que había robado en el bolsillo derecho de su pantalón, y luego llegó a la estancia principal, la cual estaba completamente vacía.

Un cuadrado de cemento frío era lo que haría como espacio de combate. Solo había una silla en la esquina y nada más. . Estaba todo pulcramente sellado, se había dedicado a sellar aquella habitación por completo, incluidas las ventanas y puertas, sin ninguna brecha posible.

Había esperado por mucho tiempo como para arruinarlo, no se dejaría llevar por meros impulsos.

Mientras regulaba la válvula junto a la salida, escuchó los pasos de Eren aproximándose. Se veía completamente confundido, pero su ceño estaba fruncido y su mirada decidida.

Mikasa se sorprendió al ver aquella determinación, sus ojos azul verdoso refulgían con una emoción que ella no había visto en todas esas semanas. Lo cual le hizo poner en alerta los sentidos.

– ¿Así que estás listo para rebelarte nuevamente? –. Inquirió la mayor, con un deje burlesco en su tono de voz.

– ¿Por qué me liberaste?

– Tendrás lo que querías. Pelear. Sé que te has entrenado para enfrentarme, no has tenido oportunidad de hacerlo y te la daré –. Comenzó a caminar en dirección a Eren y éste dio dos pasos atrás, adoptando una postura de ataque–. Pero si pierdes, será el fin.

– ¿Y si gano? –. Tensó los puños al conocer uno de los dos desenlaces de aquella escena.

– Podrás irte... –. Mikasa se miró las uñas con indiferencia, pero una sonrisa pequeña se apoderó de sus labios–. O tal vez no, tendrás que verlo por ti mismo.

Eren apretó los dientes y tensó su cuerpo mientras comenzaba a acercarse a ella para asestar el primer golpe, no iba a desaprovechar la oportunidad y era mejor atacar antes de que le anticipara más.

Dio un puñetazo en dirección al rostro de Mikasa, el cual ni siquiera alcanzó su objetivo sino que solo el aire. Pero no se detuvo, siguió repartiendo puñetazos y persiguiendo a la mayor, quien solo esquivaba los golpes sin inmutarse en ningún momento.

El menor no estaba pensando con claridad. Estaba dejando que sus emociones determinaran su actuar, y estaba tan desesperado por hacerle daño, aunque fuera un poco del que ella le había infligido. No estaba midiendo sus acciones ni movimientos. Fue por aquella razón que para la contraria no fue difícil predecir los golpes con solo un par de segundos, y asestó su primer golpe en respuesta.

Un rodillazo en el abdomen, lo suficientemente fuerte para quitarle el aliento y hacerlo caer de rodillas al suelo.

Eren se apoyó con ambas manos, intentando recuperar el aliento. La ira, el enfado, la desesperación esfumándose en cosa de segundos.

Cerró los ojos sintiéndose sumamente cansado. ¿Ya se estaba rindiendo? O mejor dicho ¿Hace cuánto se había rendido?

Apoyó los antebrazos en el suelo y luego la frente. Quería pelear. Había una persona que quería conocer todavía, había una persona a quien debía agradecerle la vida. No podía morir. No de ese modo tan denigrante.

Un gritó de frustración abandonó su boca, abriéndose paso y dándole la fuerza para levantarse, corriendo de improvisto en dirección a Mikasa, quien intentó evadirlo, pero de un momento a otro fue derribada en el suelo con una fuerza que le quitó el aliento al impactar contra el cemento, incluso su visión se nubló por el golpe que se dio en la cabeza. Emitió un quejido e intentó deshacerse del agarre contrario, pero seguía sin recuperarse del todo.

El menor, quien había optado por una técnica para derribar al oponente, había atacado de lleno contra la contraria, sujetando sus pantorrillas para inmovilizarla y hacerla caer con un fuerte estruendo en el suelo. Y sin darle tiempo a reaccionar, se situó tras suyo, y sujetó su cabeza, deslizando un brazo por su cuello en una llave para constreñir las arterias carótidas. Comenzó a hacer presión, sin necesidad de utilizar mucha fuerza, puesto que su adversaria era ligera en cuanto a peso, pero poderosa en cuanto a fuerza.

Mikasa le dio unos golpes en el rostro, los cuales le hicieron sangrar la nariz y acto seguido comenzó a patalear para liberarse del agarre. Se retorció de tal forma, que Eren comenzó a perder el control de la maniobra y poco a poco se fue aflojando, recibiendo una patada en el rostro que le llevó nuevamente al suelo.

Se protegió el rostro al cubrirse con los antebrazos, dado a que Mikasa empezó a lanzar puñetazos directos, y al ver que no podía herirle, se levantó y comenzó a darle patadas en el estómago con la única fuerza que poseía en esos instantes, la cual había comenzado a debilitarse con el paso de los minutos.

Ambos se encontraban débiles, les costaba respirar y sentían un dolor de cabeza que les llevaba a sentir náuseas. Por lo que luego de pocos minutos más, Mikasa cayó al suelo junto a Eren y sonrió completamente relajada.

Eren tenía la vista borrosa, por lo que parpadeó varias veces para comprobar que la mayor estaba a su lado, viéndose sumamente somnolienta, y al mismo tiempo él se sentía adormilado. Sentía un peso tras los párpados que le hacían querer cerrarlos y dormir. Pero sabía que aquello no era normal. Sabía que había algo extraño.

¿Habría estado recibiendo alguna dosis de sedantes o químicos en la comida que lo prepararon para ese preciso momento? ¿Por esa razón Mikasa había esperado un mes?

No supo la razón, pero se forzó a seguir despierto. Intentó respirar con todo lo que pudo, y se acercó a la mayor, revisándole los bolsillos y tomando las llaves que encontró en el bolsillo derecho de su pantalón.

Mikasa no podía moverse, estaba tan convencida de que su plan iba a dar resultado, que ni siquiera se preocupó de que Eren tomara las llaves.

Era muy tarde.

El monóxido de carbono había sido suministrado para que grandes cantidades se liberaran luego de cinco minutos. Eren ni siquiera se percató del olor. Y en solo unos minutos más estarían muertos.

Ella simplemente se acomodó para ver cómo Eren se arrastraba por el suelo, hasta que simplemente cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño, quedando inconsciente por la intoxicación.

 

Notas finales:

Buenas, buenas, mis queridxs lectorxs, les traigo un nuevo capítulo que nos acerca mucho a un desenlace final... No les quiero adelantar nada, así que espero traer una nueva actualización mañana (si la inspiración así lo permite). 

 

Muchísimas gracias por leer hasta aquí, mucho ánimo y cuídense muy bien! 

Lxs quieroooo <3


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