Contrario a lo que Eren esperó, Levi se detuvo frente a la reja del complejo de departamentos y miró al cielo nocturno, soltando una bocana de aire que de inmediato se convirtió en vaho, delatando el frío que descendía con cada hora que transcurría.
Ambos sentían los cuerpos entumecidos, pero por alguna razón, Levi no se encontraba tan entusiasmado en ingresar a aquel departamento a salvaguardarse del frío.
Luego de todo lo que había transcurrido, y de las incontables veces que había tenido que visitar el hogar del menor durante la investigación, sentía que estaba en sus horas de trabajo nuevamente, lo que provocó que todos sus músculos se tensaran en respuesta y sus piernas se negaran a reaccionar, reticentes a seguir con aquel rumbo que podría requerir el uso de una dosis extra de energía que no poseía a esas horas.
Después de todo, Ackerman era un aficionado al trabajo pero cuando terminaba un caso, lo cerraba para siempre, sin volver a involucrarse con sus factores de nuevo. Y Eren era el factor principal de un caso que acababa de terminar, lo cual le hizo reflexionar mejor acerca de lo que estuvo a punto de hacer.
– Hmm.
– ¿Levi? – Eren se detuvo cuando notó que su acompañante no lo estaba siguiendo. La confusión invadió su expresión a la vez que miraba al cielo, buscando alguna respuesta en el actuar adverso, pero no divisó nada que le diera una idea de lo que pasaba por la mente del contrario, solo había frío y nubes cubriendo el cielo.
– He cambiado de idea – Comentó el mayor, retrocediendo unos pasos y girando sobre sus talones para dirigirse nuevamente a su vehículo, dejando al castaño completamente desorientado.
– ¿A qué te refieres?
– No quiero ir contigo – Levi se encogió de hombros, frotándose las manos para hacerlas entrar en calor mientras se detenía en la puerta del conductor para mirar la reacción del menor.
Lo estaba poniendo a prueba en ese momento, sentía que no podía fiarse del todo de una persona que había sufrido dos eventos traumáticos en su vida sin siquiera haber acudido a terapia psicológica, lo cual, según su formación, era lo más recomendable en el proceso de curación de las víctimas. En su historial no había figurado ningún tipo de tratamiento, lo cual fue una señal de alerta al mayor.
Además, la forma en que lo había hecho caer tan fácil en aquella artimaña era para cuestionarse, aun cuando su instinto le avisaba que no era peligroso.
Por primera vez optó por no seguir sus instintos, los cuales le habían guiado a tantos éxitos en su trabajo.
Eren reaccionó de la forma en que Levi no esperaba. Simplemente hizo un amago de sonrisa, su expresión entristecida pero su mirada resignada, encogiéndose ligeramente de hombros para restarle importancia, a pesar de que por dentro quería pedirle que lo reconsiderara. No iba a insistirle si de verdad no quería, porque era consciente de cómo podía tomarse su propuesta de la nada, sobre todo proveniente de una persona que ni siquiera es cercana, y como si fuera poco, había sido secuestrado y estado al borde de la muerte en dos ocasiones.
El menor era consciente de su posición porque notaba la duda en la mirada ajena, se sentía un fenómeno de cierto modo, y aquello lo entristeció otro poco.
– Está bien, no hay problema, detective – Eren dio un paso adelante y luego otro y otro hasta encaminarse junto al mayor, deteniéndose a su lado y extendiendo la mano hacia él, pidiéndole algo en silencio.
– ¿Qué? – El mayor observó la mano ajena que pedía por algo y no supo el qué. Por lo que solo le tendió la mano y la situó sobre la ajena sin saber muy bien la razón, no estaba al cien por ciento con sus sentidos, por lo que ni siquiera pensó demasiado al tomar la mano ajena, actuó más guiado por la inercia que por su consciencia.
Y allí radicaba lo extraño, Levi no era de iniciar contacto físico con las personas por voluntad propia, de hecho ni siquiera daba apretones de manos a sus compañeros a no ser que fuera extremadamente necesario. Razón por la cual en ese momento frunció el ceño observando lo que acababa de hacer, hasta que el menor lo sacó de sus pensamientos cuando tomó un marcador y comenzó a garabatear números en su palma abierta.
– Es mi número, guárdalo y llámame cuando tengas tiempo para una cena – La mirada de Eren hizo que el mayor diera un paso atrás solo por sentirse ligeramente intimidado ante aquella determinación que le mostró, pero luego soltó un suspiro y se relajó asintiendo a su propuesta.
– Está bien, ahora vete y toma una ducha caliente, estás pálido como un papel por el frío.
Levi ya era muy viejo como para estar lleno de energía como le demostraba aquel muchacho, y solo le quedaba hacerle creer que iba a tomar su palabra en algún momento, cosa que sabía que no haría.
Aunque cuando se subió al vehículo y se cruzó el cinturón de seguridad, se quedó observando los números garabateados en su mano por varios segundos, negando con la cabeza y tomando su teléfono para digitarlos y crear el nuevo contacto. Acto seguido, dejó el aparato a un lado y puso en marcha el motor para finalmente irse.
Eren soltó un bufido al ver que el contrario ni siquiera miró atrás una vez, y se dio media vuelta para marcharse del mismo modo, sintiendo que en realidad le faltaba algo por hacer y decir, sin embargo para cuando supo el qué, Levi ya se había alejado considerables metros y solo pudo vislumbrar el vehículo a lo lejos.
– Por favor, no te olvides de llamarme – Susurró con un suspiro bajo.
Miró al cielo soltando un gruñido de frustración luego del ajetreado sábado que había tenido. Lleno de cosas sinsentido que le habían llevado a actuar por mero instinto. Tal vez en realidad debió pensar mejor las cosas e idear un plan más efectivo que aquel que quería comprobar.
– El plan para dejar de enamorarme de Levi ha fallado estrepitosamente.
Se dejó caer contra las puertas del ascensor una vez se cerraron y se golpeó suavemente la cabeza contra el metal mientras se regañaba por haber actuado tan impulsivamente creyendo que de esa forma iba a deshacer lo que había comenzado a germinar en el último tiempo.
Había subestimado lo atractivo que era el mayor. Se había convencido a sí mismo de que no podía ser guapo cuando ya tenía más de treinta años, pero claro, no había contado con que aquellos ojos fueran tan llamativos y sus expresiones tan divertidas. Tampoco había contado con que tuviera una presencia tan imponente que le hacía querer huir y esconderse, pero a la vez acercarse y desafiarlo.
Soltó un gruñido bajo y se giró para golpearse la frente un par de veces contra las puertas.
¿Cuándo se dio cuenta de que sus sentimientos por el mayor distaban de ser algo normal? Cuando fue secuestrado y el único consuelo de las últimas semanas era soñar con Levi, ya que era la forma en que lograba calmarse y aferrarse un poco a algo de la vida.
¿En qué momento dejó de sentir que estaba mal lo que sentía? Cuando acudió a su psicóloga luego de años de haber sido dado de alta de la terapia que recibió por el incidente en su adolescencia.
Eren acudió de forma voluntaria esta vez, porque sabía que se habían abierto heridas que en el pasado no habían sanado del todo, y también era consciente de que necesitaba un tratamiento adecuado si es que de verdad quería salir adelante como lo tenía planeado.
Por lo que simplemente pidió ayuda, apenas fue dado de alta del hospital, y se sorprendió al ser tan bien recibido. Al principio, las sesiones se realizaban tres veces a la semana dado al evento traumático que había desencadenado algunas crisis de ansiedad en el castaño, sin embargo, una vez se encontró más estable y seguro para poder dominar sus emociones, la psicóloga le propuso continuar con las sesiones una vez a la semana.
El muchacho estaba satisfecho de los cambios que veía en su vida. Si bien era muy pronto para presumir que todo estaba resuelto, sabía que iba por buen camino, sobre todo cuando se encontró hablando de su pasado sin sentir que iba a desmoronarse por los recuerdos. Aquella fue la primera señal de que estaba sanando, y le hizo sentir tanta esperanza, que realmente agradeció una docena de veces a la psicóloga por su buen trabajo.
Y en la última sesión a la que había acudido, se encontró hablando sobre sus sueños, lo cual le suscitó una gran vergüenza al contarlos a otra persona, sin embargo al no sentirse juzgado, se sintió libre de expresarse, incluso sus pensamientos en torno al tema, los cuales concluían en que sentía algo más que simplemente agradecimiento por la persona que le había salvado la vida.
– ¿Cuál crees que es la razón por la cual estás teniendo esos sueños, Eren?
– Bueno... – El aludido también se había hecho esa pregunta, y seguía sin saber muy bien el motivo, pero poco a poco se hacía consciente de las emociones que suscitaban al rememorarlos– Creo que de alguna forma me siento en deuda con él, pero también utilizo eso como una excusa para lo que realmente siento.
– Cuéntame lo que sientes.
– Creo, bueno, en realidad lo sé, es solo que me avergüenza admitirlo, pero... Ugh – Eren sintió que un calor se apoderaba de su rostro, y se extendió hasta sus orejas que prontamente se tornaron rojas al igual que sus mejillas– Creo que me gusta, pero ¡Es absurdo! Nunca he hablado con él directamente, tampoco lo conozco, sé que estoy mal...
– No lo estás – La psicóloga le interrumpió antes de que siguiera atacándose a sí mismo con palabras despectivas y le ofreció una sonrisa sincera junto con una expresión de completa empatía– Los sentimientos son algo complejo de desentrañar, y si eres consciente de lo que sientes y lo has admitido en voz alta, implica que son emociones reales, lo estás sintiendo de ese modo y no tiene por qué ser malo.
– Pero no lo conozco, siento que en realidad estoy obsesionado con él o algo por el estilo – Comenzó a juguetear con sus pulgares, girando uno contra el otro al tener sus manos entrelazadas en un gesto de nerviosismo.
– Tal vez podrías intentar conocerlo y quitarte esa duda que tienes, pero sin importar lo que elijas, solo tú sabes lo que quieres hacer, yo solo puedo orientarte a disminuir las repercusiones.
– Lo sé... Muchas gracias.
– ¿Hay algo más que sientas que quieres decir?
– ¿De verdad no está mal que me guste una persona que no tiene relación conmigo?
– No está mal, solo tienes preocupaciones infundadas de una persona que está pasando por un primer enamoramiento.
– ¿Pero no estoy un poco obsesionado con él?
– Los criterios para definir una obsesión incluyen el acto de pensar de forma recurrente sobre un mismo asunto sin poder realizar las acciones diarias de forma normal ¿Te has sentido de ese modo?
Luego de sopesar lo dicho por la profesional, se quedó en silencio para dar cuenta de que en realidad no era así, por lo que negó con la cabeza y recibió una sonrisa tranquilizadora por parte de la mujer.
– Entonces no tienes que preocuparte por ello, Eren. Llevas un mes conmigo y te puedo asegurar que no eres lo que temes, jamás olvides que has optado por venir aquí por tu cuenta, y estás acudiendo a todas tus sesiones, realizando cada ejercicio que te propongo, y estás cambiando por ti mismo. No desestimes tus esfuerzos, has pasado por mucho pero ya es tiempo de dejar el pasado atrás y perdonarte por lo que te recriminas y ser más gentil contigo mismo.
– Es solo que... Toma trabajo.
– Porque estás en un proceso de cambio. Pero todo trabajo tiene su recompensa, y estás avanzando muy bien.
– Gracias.