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Captive por rivaida

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Quince minutos. ¿De verdad se atrevía a llegar quince minutos tarde?


Tenía pelotas. Y vaya que las tenía.


De solo imaginarse la expresión del mayor, soltó una risita nerviosa. Tenía algo de miedo pero le entusiasmaba la idea.


Cargó la bolsa con las compras que había hecho minutos antes, y subió al ascensor revisando las notificaciones en su teléfono. No había nada que destacar.


Se había sorprendido al recibir la dirección de Levi en un mensaje aquella misma tarde, porque se dio cuenta de que vivían relativamente cerca, demasiado cerca a decir verdad. Por lo que ni siquiera tuvo la necesidad de utilizar su vehículo, ya que simplemente caminó hasta allí luego de haber pasado a comprar algunos ingredientes frescos a la tienda de conveniencia.


Por supuesto que había elegido qué platillo cocinar. Había estado estudiando la receta en sus tiempos libres a lo largo del día y había memorizado cada paso a seguir, sin olvidar ninguno. Esa noche iba a conquistar al mayor mediante sus artes culinarias, no cabía duda de ello.


Observó su reflejo en las puertas metálicas, y se evaluó a sí mismo. No era por nada, pero se encontró lo suficientemente atractivo como para conquistar a ese sujeto esa misma noche.


Llevaba una camiseta blanca holgada y ligeramente grande, solo lo suficiente para darle un aspecto relajado y jovial. Sobre aquella prenda llevaba un sweater negro delgado de botones y largo hasta los muslos, que combinaba con unos pantalones oscuros de pinza, lo suficientemente ajustados como para ser cómodos, finalizando el atuendo con unos mocasines café oscuro.


El cabello, ligeramente rebelde, se mantenía en varias direcciones, dándole un aspecto desaliñado pero atractivo. El estilo de ese día lo definía como seductor despistado.


No se había esforzado en exagerar sus cualidades y atributos, sin embargo resaltaba su naturalidad y confianza en sí mismo, lo cual era mucho más magnético que cualquier otra artimaña.


Eren intuía que Levi no tenía tiempo como para desarrollar relaciones amorosas, lo cual le daba un ligero desaliento, no obstante, quería intentarlo para no quedarse con el tan molesto “y si…”. Mejor una historia intentada que una imaginada.


Las puertas se abrieron y caminó soltando un suspiro tembloroso. Un par de metros más adelante se cernía la puerta del departamento de Levi, y no se entretuvo en dudas, por lo que simplemente llegó allí y llamó al timbre una vez.


Fingió despreocupación ante la cámara junto a la manija y sonrió levemente puesto que sabía que estaba siendo observado.


– Llegas tarde – Levi se quedó mirándolo desde la puerta, manteniendo la misma abierta al sujetarla con su mano izquierda.


La expresión del menor se tensó con líneas expresivas que denotaban preocupación, y la sonrisa se esfumó al fijar la mirada en el brazo inmovilizado por el cabestrillo.


– ¿Estás bien?


Levi lo observó unos segundos en silencio, escrutándolo sin descanso hasta que finalmente dio un paso atrás y le permitió ingresar al departamento.


– Estoy bien, gajes del oficio – Se encogió de hombros y esperó a que el menor ingresara para cerrar la puerta y quitarle la bolsa de las manos para cargarla en dirección a la cocina – Siéntete como en tu casa.


– Muchas gracias – Eren se quitó los zapatos para calzarse las pantuflas de invitados, y luego se quitó el sweater para colgarlo tras la puerta, siguiendo al mayor que lideraba el camino, observando lo impecable del lugar.


El nerviosismo inicial se había olvidado, y rápidamente se sintió cómodo al estar rodeado por aquel espacio personal del mayor. En el ambiente pudo identificar los matices suaves del aroma que lo había envuelto apenas ingresó al departamento, un toque de bergamota y esencias aromáticas como lavanda y té verde, entre otras que emanaban de un difusor de ambientes.


Sentía que se había ganado el premio mayor al tener la dicha de encontrarse allí, su sentido del olfato y visión estaban siendo bendecidos en ese momento.


Al contrario de lo que imaginaba, el departamento del mayor era mucho más acogedor y humano. Había fotos enmarcadas sobre algunos muebles, divisó con una sonrisa algunas donde se veía a un Levi muy pequeño jugando con una pelota y un perrito. A lo lejos pudo vislumbrar otras fotos de distintos momentos de la vida del mayor, en la escuela primaria y en la secundaria… Incluso había fotos de su graduación de la academia de policías, y en la mayoría se veía con sus padres, al menos eso concluía Eren al ver que aquellas personas compartían rasgos con el aludido. En otras fotos Levi se veía con un muchacho más joven que él pero podía notar cierto parecido… ¿Un hermano tal vez?


Sin duda estaba sorprendido por aquello.


– ¿…ás mirando, Eren? – El aludido volvió a prestar atención al anfitrión cuando su nombre fue llamado, y lo miró con una disculpa silenciosa puesto que no lo había escuchado – No te pierdas en tus pensamientos, estás con una persona mayor que tiene poca paciencia – Regañó.


–  No llevo ni cinco minutos aquí y ya me estás sermoneando, tienes algún complejo aparte de tener una personalidad obsesiva – Eren soltó una risita divertida y se acercó al contrario que estaba en la barra de la cocina mirándolo con el ceño fruncido.


Jaeger se detuvo a un paso del cuerpo adverso y se recargó en la cerámica mientras mantenía el contacto visual, mordiéndose el interior del labio inferior. No pudo detener su mirada de vagar por el cuerpo adverso mientras se encaminaba a su lado, se veía malditamente bien con aquella elección de colores. El negro le favorecía, y la forma en que resaltaba su cuello, hombros y espalda le hacían soltar un suspiro. Ni qué decir de la manera en que aquel jeans amenazaba con deslizarse por sus caderas ante cualquier toque.


El castaño respiró de forma entrecortada al volver a mirarlo a los ojos. No creyó que iba a caer tan fuerte por una persona como él, pero vaya que era guapo.


– Te gusta jugar, ya veo – Levi inclinó ligeramente el rostro hacia un costado, elevando una de las comisuras de sus labios en un gesto provocativo – Pero ten cuidado, estás en mi espacio ahora, lo que implica desventaja para el intruso.


Eren tragó duro por el doble sentido de sus palabras, aunque no supo si realmente esa era la intención del contrario. ¿Había sido doble sentido? ¿O simplemente él lo interpretó de ese modo al estar demasiado enfocado en leer alguna señal que le indicara que tenía luz verde para avanzar con sus tácticas seductoras?


Algo le decía que así nada más era la personalidad del pelinegro cuando estaba relajado, porque no vio ni un toque de perversión o seducción en su mirada ni expresión, lo cual le hizo sonreír con derrota, negando con la cabeza ante sus imaginaciones.


No la tengo tan fácil.


– Ya que soy el intruso, imagino que serás tú quien cocinará y todo ¿No? – Enarcó una ceja tomando asiento con libertad en el taburete frente al contrario, utilizando la barra de impedimento para no acercarse a él en exceso.


La risa baja de Levi le hizo sonreír de inmediato, se había percatado de que era fácil hacerlo reír en un contexto fuera del profesional, y eso se le hacía muy gratificante, quería hacerlo reír cada vez que pudiera.


– Buena jugada, pero tú vas a cocinar, ese era el trato.


– ¿Teníamos un trato? – Eren se hizo el tonto mirando hacia el techo mientras hacía un sonido que simulaba el estar pensando – No recuerdo haber estrechado tu mano o firmado algún documento, detective.


– Si quieres que este pobre viejo cocine con un brazo inmovilizado, está bien.


El castaño estrechó sus ojos mirándolo de mala manera, ¿De verdad Levi Ackerman podía jugar a hacerse la víctima como un ser humano común y corriente? Cada vez se sorprendía más y más descubriendo facetas ocultas de esa persona frente a sus ojos.


– Juegas sucio.


– Aún no me has visto jugar sucio.


Si el menor había estado sorprendido segundos antes, en ese momento estaba impactado, tanto así que lo demostró fácilmente en sus expresiones. Abrió sus ojos y boca con sorpresa, soltando una risa incrédula.


Eso no lo había imaginado. Levi de verdad había utilizado el poder del doble sentido en aquella oración. Y al quedarse en silencio, el mayor comenzó a indicarle dónde se encontraba cada utensilio que podría utilizar para hacer la cena, luego se excusó para ir al baño y lo dejó solo recuperándose todavía de su shock inicial.


Por otro lado, Levi se dirigió al baño, pero solo fue una excusa para escapar olímpicamente de lo que había sucedido.


Se había dejado llevar por el tono relajado y coqueto del menor, aunque al principio creyó que solo eran imaginaciones suyas, pero las miradas que el castaño le daba… Eran imposibles de dejarlas pasar. Ackerman había perdido la cuenta de las veces en que había pillado a Eren recorriéndole con la mirada de pies a cabeza, sumado a que sus ojos se ensombrecían ligeramente mostrando un color verdoso oscuro en sus ojos.


Se encerró en el baño por varios minutos, hasta que escuchó el sonido de cuchillos y movimientos metálicos provenientes de la cocina, indicando que el menor ya había comenzado con su cometido de aquella noche.


Aprovechó de serenarse y mirarse al espejo. Si bien no se había querido preparar para la ocasión, de pronto comenzó a sentir la urgencia de hacerlo, pero lo ignoró y simplemente se arregló el cuello del sweater y deslizó su mano por las hebras azabaches de su cabello.


Vestía como habituaba al encontrarse en la comodidad de su hogar. Un sweater negro de cuello tortuga, jeans del mismo color y ligeramente holgados que se deslizaban apenas un poco por sus caderas. Lo único que destacaba de su atuendo, era el cabestrillo blanco que mantenía su brazo inmóvil para evitar dañarse la herida.


Suspiró por lo bajo. Ya estaba muy viejo para estar imaginando cosas de ese tipo. Eren no había ido a coquetear ni mucho menos, aunque también existía la posibilidad de que así fuera, después de todo era un detective y sabía que había muchos motivos detrás de aquella invitación insistente que el muchacho le había hecho hace un mes.


Solo que todavía no lograba dilucidar cuál era la principal razón que lo tenía allí en su cocina preparando una cena para ambos.


Salió del baño una vez había serenado sus pensamientos, y optó por seguir actuando de forma natural, sin forzarse a reaccionar de otro modo cuando su instinto le decía que se dejara llevar.


La última vez que había desobedecido a su instinto, había terminado con una bala en el hombro.


Aquello era suficiente incentivo para su personalidad supersticiosa, no iba a ir en contra de lo que le dictaba su instinto nuevamente.


– ¿Cómo va esa cena? ¿Incendiaste algo ya?


Eren se sobresaltó al escucharlo puesto que al encontrarse de espaldas no había logrado anticipar su presencia. Soltó una risa y negó con la cabeza.


– Todo en orden.


– Bien, ¿Quieres beber algo? ¿Necesitas que te ayude?


– Vino estaría bien y no, no necesitas ayudarme, solo siéntate y descansa.


El pelinegro gruñó en respuesta a lo último, y se levantó para caminar al mueble que se encontraba junto al menor, tomando dos copas de vino y una botella cerrada que guardaba para las pocas veces en que tenía una cena preparada en casa.


Intentó abrir la botella con una sola mano, pero retirar el corcho era algo que requería del uso de dos manos, por lo que a regañadientes se encaminó al lado del menor e inclinó la botella para que tirara del descorchador.


– ¿Jalo? – El castaño enarcó una ceja al ver la botella inclinarse hacia su persona. Al ver el asentimiento del mayor, se limpió las manos en un trapo y sostuvo el cuello de la botella.


No pudo evitar malpensar aquella situación, sobre todo al ver la mano ajena cernirse sobre el cuerpo de la botella con tanta fuerza que se le resaltaron las venas, y se sorprendió al notar que aquellas manos eran más grandes de lo que parecían a simple vista.


Una media sonrisa se hizo paso en aquella fracción de segundo que le dio para pensar aquello, y miró al mayor mientras jalaba suavemente del aparato metálico hasta que el tapón de la botella salió por completo de un movimiento brusco.


El líquido rosáceo se derramó ligeramente sobre el frente de su camiseta y Levi observó la mancha fijamente por varios segundos luego de que el menor intentó limpiarse con un paño húmedo.


El pelinegro hizo acopio de mucho autocontrol para dejar la botella sobre la barra y luego marcharse de la cocina en dirección a su habitación para buscar alguna prenda que sirviera de reemplazo. Porque no, Eren no iba a conservar aquella camiseta cuando tenía una mancha que le hacía brotar un manojo de nervios, queriendo quitársela y meterla al lavado.


– Ten, por favor cámbiate.


– ¿Qué? – Jaeger, quien había seguido con sus labores de la comida sin siquiera inmutarse por aquel percance, se giró en redondo al escuchar al más bajo, sin comprender realmente hasta que vio una prenda en la mano del mayor – No, no hace falta, es solo una manch…


– Cámbiate.


El tono empleado por el mayor dejaba poco margen a un reclamo, por lo que luego de estudiarlo en silencio, simplemente cedió a su extraña petición, recordando lo que le había dicho acerca de ser obsesivo con ciertas cosas, supuso que aquella era una de esas.


– El baño está por el pasillo a la izquierda.


– No hace falta, es solo una camiseta.


Eren se mordió el interior de las mejillas para no delatar su sonrisa, y fingió una expresión tranquila mientras miraba al mayor al despojarse de la prenda.


Aquella era la oportunidad perfecta para medir las reacciones adversas, y Levi no se dejó intimidar. Simplemente le mantuvo la mirada al menor, enarcando una ceja al notar aquel brillo malicioso en sus ojos, por lo que solo le extendió la camiseta manga larga de color gris, y cuando el castaño comenzó a deslizarla por su cabeza, aprovechó esas milésimas de segundos para recorrer con rapidez el torso desnudo.


Y vaya que no se arrepintió de ver aquel físico marcado y ligeramente bronceado.


Sintió envidia de su contextura por segunda vez desde que lo conoció.


– Es la más grande que tenía.


Comentó el pelinegro al ver que la tela de la prenda se ceñía un poco a su cuerpo, sobre todo a su cintura delgada, lo cual le comprobaba la vista que había tenido segundos atrás.


Para su mala suerte, Eren no fue capaz de ver ninguna emoción ni expresión fuera de lugar en el rostro de Levi, su sentido detectivesco no era tan agudo como el del propio detective que tenía en frente, todavía tenía mucho que aprender.


El aroma del mayor estaba en aquella prenda y no pudo evitar soltar un suspiro de regocijo ante lo bien que se sentía llevar ropa del contrario. De alguna forma le hizo sentir feliz aunque fuera por un simple accidente.


Luego de aquel percance, Eren prosiguió con la cocina mientras el mayor se retiraba unos minutos para dejar lavando la camiseta. Luego volvió a servir las copas de vino y se sentó a hacerle compañía al menor, observándole moverse con confianza entre las ollas y utensilios, poco a poco denotando el buen aroma que provenía de lo que fuera que estuviera cocinando.


Con el paso de los minutos, y un par de copas que sirvieron de alicientes para que una cómoda conversación se instaurara entre ambos, la comida fue servida y sin preámbulos se sentaron a la mesa.


Eren experimentó el nerviosismo cuando se quedó esperando a que el contrario iniciara la degustación del plato principal. Se mordió el labio inferior al ver que Levi tomaba más tiempo del esperado en servirse, por lo que lo miró con una súplica silenciosa, recibiendo una risa baja de su parte antes de dar el primer bocado.


La expresión de Levi era completamente neutra, y Eren maldijo al contrario por su fuerte dominio de las emociones, cuando él era tan transparente con las propias. Se sentía en desventaja.


– No te quedes callado, al menos dime si ha quedado bien o no – Murmuró el castaño dándole una mala mirada.


– Estoy degustando un buen plato de comida, no me apresures, soy un viejo – Bromeó el mayor utilizando un tono de voz forzado para aparentar unos años más.


Eren soltó una carcajada ante la inesperada broma, y no necesitó de más comentarios para tranquilizar su nerviosismo. Sin más imitó sus acciones, dando comienzo a lo que sería una cena entre dos personas que no se conocían mutuamente del todo, pero que compartían un pasado y presente que estaba lejos de terminarse.

Notas finales:

Buenas buenas, queridxs lectores, como lo prometido es deuda aquí les traigo el nuevo capítulo de esta historia. Probablemente actualice el próximo domingo, yyyy, solo espero que estén disfrutando de todo lo que va sucediendo y sientan más calma en sus corazoncitos porque eso es lo que quiero transmitir. 


Muchísimas gracias por leer, y por llegar hasta aquí, cuídense mucho, lxs quiero a montones. <3


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