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Captive por rivaida

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– Tu camiseta está lista desde hace unos días ¿No que era tu favorita?


Sí, Levi había caído primero en aquel juego desafiante y había dado su brazo a torcer con humildad.


Habían transcurrido cerca de cuatro días desde que se habían encontrado, era domingo y Eren no había hecho ningún amago de aparecerse por su departamento. Lo consideraba extraño, pero a la vez sentía que era su culpa al mostrarse tan indiferente en la última velada.


Ackerman tuvo tiempo de sobra para reflexionar consigo mismo e iniciar una batalla interna entre lo racional y lo instintivo. Se había desesperado de sobremanera al encontrarse con tanto tiempo pensando en pequeños detalles que no eran propios de su persona.


Y finalmente, su batalla interna había culminado cuatro días después, con una conclusión más o menos aceptable.


¿Disculpa? – Eren fingió no saber de lo que hablaban, jugada maestra del papel que había adoptado esos días.


Una vez la cita con Levi había llegado a su fin, Eren se había encaminado a casa con un sentimiento confuso.


Desde luego la falta de señales del pelinegro le habían desconcertado un poco, pero su espíritu desafiante seguía descansando luego de haber sido utilizado por toda una noche. Sin embargo, se había propuesto una meta.


Había puesto en marcha su plan para conquistar al mayor, y había utilizado lo mínimo en su arsenal de conquistador, por lo que si no surtía efecto luego de una semana, tendría que volver a atacar.


El castaño había pensado en casi todo lo que involucraba su plan de simples pasos para hacerse con el corazón inaccesible del mayor, y de cierta forma sentía algo de lástima por el aludido, porque una vez Jaeger se hacía con un nuevo objetivo o meta, lo conseguía a como diera lugar.


Y Levi era lo que quería. Quería que se enamorara de él, así como él lo estaba.


Es por ello que apenas recibió la llamada aquella mañana, esperó unos segundos antes de contestar, ya que se encontraba saltando por el departamento y gritando por lo feliz que se encontraba.


Había sido duro esperar cuatro días, pero tenía planeado hacerlo siete días en un caso extremo. Había valido la pena la espera, lo sabía.


– ¿Huh? ¿Ahora juegas al que se hace de rogar?  – Levi tenía en mente que el menor era ligeramente manipulador, porque él mismo lo era y podía identificar a otro con facilidad. Sin embargo, no esperó que realmente el castaño se atreviera a usar artimañas de ese tipo con él. No pudo evitar sonreír con diversión.


¿Levi? – La voz sorprendida del menor hizo que el aludido frunciera el ceño con molestia, aun cuando sabía que aquella artimaña era una actuación – ¡Oh! Perdona, estaba recién despertando, no alcancé a ver el identificador.


– Uh huh.


Tuve mucho trabajo esta semana, no pude ir a visitarte.


– Pues deberías venir a almorzar.


Eren se levantó de un salto del sofá, con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro mientras contenía la respiración por la invitación que le había dejado caer el mayor con tanta naturalidad. ¿Acaso había logrado colarse al corazón del detective?


– Vaya…


– Necesito que vayas al supermercado y compres algunas cosas que me faltan, no puedo conducir y tampoco quiero salir.


Desde luego que Levi no iba a invitarlo así como así. Eren se bajó de su nube de ilusiones con una risa suave. Había aspirado a mucho con tanta rapidez, sabía que las cosas con el pelinegro eran lentas y a paso de tortuga, pero a veces se olvidaba de ese detalle y fantaseaba mucho.


Claro… ¿Tienes alguna lista?


– Sí, te la enviaré por un texto… – Levi sonrió completamente divertido por el tono del voz del contrario, fue tan fácil imaginar su expresión ilusionada derrumbándose – Dame el número de tu cuenta bancaria, te haré el depósito para que hagas las compras.


No es necesario, luego te lo cobro.


– Insisto – El tono empleado no dio espacio a réplicas, por lo que el castaño comenzó a dictar los números correspondientes hasta que el mayor lo anotó y realizó la transferencia de dinero en el minuto – Listo.


Bueno… Te llevaré las compras y aprovecho de devolverte la camiseta.


– Y te quedas a almorzar.


Y así de fácil, las esperanzas e ilusiones del castaño fueron renovadas nuevamente.


***


Escogió los vegetales más frescos y siguió empujando el carrito de compras por los pasillos. Echó un vistazo a lo siguiente en la lista y lo agregó con cuidado.


Era sorprendente lo meticuloso que era Levi al momento de detallar sus compras, pero agradecía aquello, ya que sino habría escogido cualquier producto, sin siquiera pensar dos veces si era de la calidad que el mayor quería.


Sonrió genuinamente emocionado al imaginarse a Levi a su lado caminando y realizando compras mundanas de supermercado. Juntos.  


Podría haber venido conmigo, hm.


Un amago de puchero se mostró en sus labios ante ese pensamiento, sin embargo siguió con lo suyo para luego dirigirse a la caja registradora y pagar por todo con el dinero que le habían depositado.


Entendía que Levi no tenía ánimos de salir y que tampoco podía manejar por la herida que tenía. Eren se preguntaba si acaso el detective estaba yendo a realizarse las curaciones necesarias, o probablemente no había ido todavía. Aprovecharía de preguntarle para buscar otra oportunidad de pasar tiempo con él.


Aquello le hizo sonreír mientras subía los productos con delicadeza a la cinta transportadora y luego envasaba todo en las bolsas reutilizables que había llevado.


Una vez tuvo la boleta en manos y las bolsas por otro lado, se dirigió a su vehículo, sacando cálculos mentales entre la suma de dinero que le había transferido Levi y la cantidad que había gastado.


– ¿Lo habrá hecho a propósito? – Murmuró para sí mientras dejaba todo en el portamaletas.


El dinero que le había depositado era una suma considerablemente elevada, por lo que se sentía ligeramente presionado en devolverle el resto sobrante.


Soltó un suspiro y escribió un mensaje al pelinegro para avisarle que iba en camino. Se subió al vehículo para luego ponerlo en marcha en dirección al departamento del mayor.


No tardó más de quince minutos en el transcurso de un punto a otro, y agradeció que el portero estuviera en aviso de su ingreso, puesto que le abrieron el paso al estacionamiento subterráneo y pudo aparcar cerca del ascensor.


Cargó las cuatro bolsas, dos en cada mano, y se subió al elevador que lo llevaría al piso de Levi, presionando el botón con algo de dificultad por la carga que llevaba en ambas manos.  


Dentro de una pequeña bolsa de papel, llevaba la prenda que le había sido prestada la última vez, lavada y planchada sin ninguna arruga. Se había esmerado de sobremanera en ese último aspecto, esperando que el mayor no encontrara alguna imperfección en su más pulcro trabajo.


Intentó no prepararse demasiado para esa “cita”, puesto que realmente no quería dar la impresión de verse desesperado. El concepto de aquel día se podía resumir en un look completamente natural. Solo se había preocupado de escoger ropa cómoda luego de ducharse.


Pantalones deportivos grises y una camiseta y sudadera de color negro, junto con converse blancas. Se quitó la capucha de la sudadera para echarse un vistazo, denotando lo liso que su cabello se veía, cubriéndole la frente y parte de los ojos.


Con ese estilo aparentaba menos edad de la que poseía y sonrió por el ligero toque inocente que llevaba luciendo de ese modo. ¿Tal vez así lograría más avances ese día? Después de todo, Levi se había contactado primero.


Se bajó del ascensor con cuidado de no golpear las bolsas, y caminó hasta la puerta del departamento. Se detuvo y miró el timbre con enfado. Tendría que hacer malabares para tocarlo.


– Tardaste menos de lo que esperaba – La puerta fue abierta con rapidez, provocando un sobresalto en el menor quien retrocedió un paso mirándolo con sorpresa.


– Dios, eso dio miedo.


– Eres demasiado despistado – Levi rio genuinamente por la reacción adversa, y se acercó a tomar algunas de las bolsas que cargaba el castaño para ayudarlo a entrar al departamento – Pasa, pasa.


– Gracias – Ingresó al departamento con cuidado y se quitó los zapatos para calzarse las pantuflas y seguir al mayor por el pasillo.


Todo estaba tal como unos días atrás, y sonrió al ver nuevamente las fotos, mordiéndose la lengua para no hablar de forma imprudente. Quería preguntar si tenía hermanos y por su familia, quería saber si tenía amigos cercanos y si disfrutaba de pasar tiempo ellos, cómo había sido su infancia y qué lo llevó a ser policía…


Había tantas cosas que quería saber de la vida personal del mayor que las preguntas querían abalanzarse fuera de su boca a trompicones, pero no era lo apropiado todavía, aún no estaban en ese nivel de confianza.


– Me sobró mucho dinero de lo que transferiste – Fue lo único que pudo comentar para mantenerse calmado.


Levi le miró de soslayo con una media sonrisa, dejando las bolsas sobre la barra de la cocina, esperando a que Eren se acercara y dejara las propias en el mismo lugar.


– Es para que me proveas de alimento estas semanas.


– Así que todo tenía un fin subrepticio.


– Desde luego, debo aprovecharme de la vitalidad de un joven como tú – Levi rio ante la expresión molesta del menor y extendió su mano disponible para desordenarle los cabellos con gentileza.


Aquel gesto dejó a Eren completamente sorprendido. La secuencia de reacciones varió de abrir los ojos como platos a mirar a Levi con desconfianza.


¿De verdad eso estaba sucediendo?


Posteriormente cerró los ojos, inclinando ligeramente la cabeza hacia ese toque, sintiendo el corazón desbordado por la emoción del momento.


Eren se dijo a sí mismo que estaría dispuesto a cualquier cosa con tal de recibir aquellas recompensas.


Levi por otro lado, se contuvo la risita que le provocó la actitud del menor, casi podía verle la cola moviéndose de un lado a otro con felicidad, al igual que las orejas inclinadas. Era como un adorable perrito.


– Bueno, no te saldrá barato – Comentó el castaño una vez se calmó y el contacto se terminó.


El mayor enarcó una ceja, dándole una mirada interesada antes de volver su atención a las bolsas de compras que le había traído. Revisó el contenido de cada una y comenzó a sacar los productos con lentitud al solo disponer de una sola mano.


– Puedes cobrarte del dinero que deposité a tu cuenta – Murmuró el pelinegro sin mucho preámbulo, comenzando a guardar las cosas en la despensa.


Eren bufó por lo bajo, rodando los ojos ante el comentario. Su primer intento de conseguir un coqueteo había sido evadido con éxito. El mayor era experto evadiendo sus artimañas, y aquello le hizo suspirar por la frustración.


Caminó hasta donde se encontraba el pelinegro acomodando algunas cosas en las repisas, y sonrió al ver que se estaba levantando sobre las puntas de sus pies para lograr alcanzar el último estante.


– Te ayudo.


– No, yo puedo solo.


– Insisto.


El castaño aprovechó para situarse tras el mayor, presionándole con su cuerpo ligeramente para luego estirarse sobre sobre él y ordenar las bolsas de alimento no perecible. Una media sonrisa se apoderó de sus labios al notar lo tenso que se tornaba el cuerpo del más bajo, quien había comenzado a ser demasiado consciente de la anatomía contraria.


Si Levi había tenido un buen vistazo al tonificado cuerpo del castaño días atrás, ahora podía sentirlo directamente, y la dureza de aquellos músculos le hizo sentir un escalofrío recorriendo su espina dorsal. Frunció el ceño, mirándolo por sobre su hombro con una mirada fulminante por la acción que estaba realizando.


– Presumes de tu estatura ¿Quieres morir?


– No, pero es divertido – Eren rio sin miedo alguno, situando una mano a cada lado del contrario para atraparlo allí, inclinándose ligeramente para apoyar la barbilla en la cima de su cabeza – Eres del tamaño perfecto para abrazarte, me gusta.


– No me estás abrazando.


Levi giró en la cárcel que había hecho el menor para atraparlo entre ambos brazos, y lo miró de frente frunciendo el ceño. Estaban muy cerca el uno del otro, y al contrario de sentirse nerviosos, se sentían en una comodidad y tranquilidad única, por lo que se quedaron mirando en silencio por varios segundos que parecieron minutos y horas.


Ninguno fue capaz de musitar algo, solo disfrutaron de ese momento mientras se perdían en la mirada ajena, hasta que Levi se hizo del valor necesario para rodear el cuerpo adverso con su brazo libre, apoyando la mejilla en el pecho del más alto.


Era tan cálido y agradable, que cerró los ojos y soltó un suspiro gustoso por aquel contacto, sonriendo al sentir el golpeteo del corazón adverso contra su oreja, era tan rápido el latido que no necesitó de más pruebas para comprobar sus sospechas acerca de los sentimientos que poseía el menor.


Eren por su lado, tardó un par de segundos en reaccionar, pero cuando lo hizo, rodeó el cuerpo del mayor entre sus brazos, apretándole ligeramente, pero luego aflojando al escuchar el quejido por la herida del detective.


Ambos rieron por lo bajo ante la torpeza del más alto, pero una vez se apartaron y rompieron el abrazo, se sintieron más tranquilos y con un poco más de confianza para hablar, volviendo a la tarea anterior de guardar las compras.


En poco menos de quince minutos habían terminado de guardar todas las cosas, por lo que despensas y nevera se encontraban llenos.


– ¿Cuándo tienes control para cambiarte el vendaje de la herida? – Preguntó el castaño de forma casual luego de haberse amarrado el delantal con el cual iba a dar comienzo a su labor de cocinero, puesto que la comida no se hacía sola y Levi no daba indicios de querer participar en aquella tarea.


– Hmm, fue ayer, uno de mis compañeros de trabajo vino a visitarme y me llevó – Levi caminó junto al menor y lo observó cortar verduras con maestría, soltando una risita por sus talentos – Deberías venir a cocinar para mí todos los días, eres la esposa perfecta.


– No me ilusiones, Ackerman – Levantó el cuchillo con el que estaba cortando unas zanahorias y apuntó en dirección al pelinegro entrecerrando los ojos. Sin quererlo, Levi había hecho que el corazón del más alto se acelerara por la emoción de haber insinuado un amago de pareja.


– Quién dice que es ilusión – Canturreó el más bajo alejándose con una sonrisa divertida en dirección a la mesa para arreglar la misma.


– Maldición – Masculló Eren fulminándolo con la mirada por jugar con sus sentimientos de aquella manera.


¿Acaso ya sabe que me gusta y disfruta de torturarme así?


Eren cortó con furia, ahora una cebolla, limpiándola antes de comenzar a trozarla en finas piezas, lloriqueando levemente por el escozor que le provocó aquello. Negó con la cabeza, refunfuñando palabras inconexas para sí mismo, maldiciendo a la cebolla que le estaba haciendo llorar en ese momento.


Levi se acercó a tomar las servilletas que se encontraban en el estante superior a donde se situaba Eren, y frunció el ceño al escucharlo sorber por la nariz, entonces lo vio con lágrimas corriendo por las mejillas y de inmediato se alertó llevando una mano a la barbilla del castaño para que lo mirara.


– ¿Qué pasó? ¿Te hiciste daño? – Eren solo cerró los ojos por el increíble escozor que sentía, sintiendo las lágrimas resbalarse por las esquinas de sus ojos. Solo pudo negar con la cabeza antes de intentar abrir los ojos nuevamente, notando la mirada preocupada del mayor que rápidamente cambió y se tornó más gentil y suave – ¿Es por lo que dije? ¿Crees que no me tomo en serio tus sentimientos?


Un momento ¿Cómo fue capaz de saberlo?


Eren tragó duro ante la sorpresa, y parpadeó rápidamente para poder mirarlo sin perderse detalle de aquella expresión. Una sonrisa pequeña se apoderó de los labios del mayor, a la vez que sintió el cálido tacto adverso limpiando sus mejillas de la humedad.


– Está escrito en todo tu rostro, mocoso.


– No estoy llorando por algo que hayas dicho… La cebolla me hizo llorar – Musitó luego de unos segundos, deleitándose con la vergüenza que vio en el rostro ajeno, encantado de poder mostrarle con detalle la forma en que le hacía sentir cada vez que le daba alas y luego se las quitaba con comentarios indiferentes.


Una pequeña venganza y victoria para Jaeger.


Le tomó la mano antes de que la apartara y le besó la palma, dándole un suave apretón con una media sonrisa de suficiencia.


– Así me siento cada vez que juegas con mis ilusiones.


Levi elevó ambas cejas luego de que su vergüenza inicial se esfumó, siendo reemplazado por una genuina molestia, estirando la mano para halarle de una oreja con ligera fuerza.


– Respeta a tus mayores.


– Si, si, lo siento, abuelo.


– Sigue cocinando, pondré la mesa.


– Sí, cariño.


Un estremecimiento recorrió la espina dorsal del mayor mientras caminaba al comedor, soltando un bufido por el apodo utilizado por el menor.


Definitivamente ese tal vez le daré una oportunidad, estaba avanzando rápidamente a un le daré una maldita oportunidad después de todo.

Notas finales:

¡Muy buenas! Es un gusto traerle un nuevo capítulo (Que ya viene a ser de los últimos casi), muchísimas gracias por leer hasta aquí y apoyarme desde las sombras, no saben lo feliz que me hace saber que hay más personitas leyendo mi historia ):


Importante: probablemente quedan 3 (o 4) capítulos para que esto llegue a su fin, afírmense. 


Nos vemos el domingo con una nueva actualización! Por favor, cuídense mucho y descanses apropiadamente estos tiempos. 


Lxs quiero a mares <3


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