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Captive por rivaida

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Eren despertó con un sentimiento de vacío tan grande, que por un momento le faltó el aliento, sin embargo volvió a respirar por mera inercia. Miró a sus muñecas para encontrarlas vendadas y sin ningún tipo de metal alrededor de las mismas, lo cual le hizo sentir desconfianza ¿Estaba en una prueba? ¿Acaso Mikasa creía que no iba a atacarla si le soltaba las manos?


Movió los brazos y los estiró al fin, llevándose las manos al rostro mientras temblaba. Se mordió el interior de las mejillas con fuerza, respirando de forma más pesada por la oleada de ira que le invadió.


Intentó calmarse y aparentar una tranquilidad que no sentía. Apenas Mikasa entrara iba a atacarla, ya lo tenía decidido.


Se removió en la cama para intentar sentarse, entonces se percató de que seguía amarrado a la cama por los tobillos. Aquello le hizo sentir más impotente y contuvo un grito de frustración simplemente para no delatar que estaba consciente.


Se sentó en la cama y se acercó a revisar los grilletes que se envolvían alrededor de sus tobillos. Comenzó a forcejear con ellos teniendo una batalla inútil, luego se rindió dejándose caer de espaldas sobre la cama, cruzando un brazo por sobre su rostro para cubrirse el mismo.


No podría atacar a Mikasa en esas condiciones. Bien sabía que la única posibilidad de obtener una ventaja era teniendo completa libertad de sus extremidades. Sus habilidades en el combate cuerpo a cuerpo nunca habían sido para destacar, de hecho Mikasa siempre le salvaba el trasero cuando se lograba terciar en alguna pelea con pandillas en la escuela, por eso razón era que tenía una desventaja en ese sentido.


Sin embargo, poseía más fuerza que en antaño, y eso era producto de sus entrenamientos constantes. Porque sí, Eren no había perdido el tiempo del todo, se había dedicado a cultivar algunas habilidades y aprender artes marciales mixtas. No era el mejor de su clase, pero tampoco era el peor, sabía defenderse y para poner a prueba aquello, necesitaba completa libertad de movimiento.


Aunque para Mikasa parecía no ser obstáculo. Ella siempre era buena en todo.


Escuchó pasos acercarse y se quedó en su misma posición, cubriéndose el rostro hasta que sintió a la contraria tomar asiento a su lado. Le dio una mirada furibunda y apartó la mirada a otro lado.


– ¿Te sientes mejor?


– No lo creo.


– ¿Quieres comer algo?


– No.


– Eren... –. Extendió una mano para tocarle el rostro y Eren le dio un manotazo para apartarla.


– No me toques –. Masculló el muchacho, manteniéndole la mirada por largos segundos.


– Sigues igual, no has cambiado ni un poco –. Comentó la contraria con una sonrisa tranquila y una expresión interesada–. Pero debes saber que no escaparás de aquí, estás condenado a una vida a mi lado, Eren. Te lo dije.


– Eso es lo que crees, pero descuida que huiré de una forma u otra.


– Buena suerte intentando, pero no te contengas, harás de la experiencia mucho más interesante –. El sonido burlón de su voz al decir aquello, gatilló una reacción instintiva en Eren, quien no tardó en extender los brazos e intentar asfixiarla al rodearle el cuello con las manos, pero ni siquiera tuvo oportunidad, puesto que no se percató de nada hasta que terminó retorcido sobre la cama con la muñeca a punto de quebrársele si se movía tan solo un poco–. Te has vuelto más tonto, Eren. ¿Te atreves a desafiarme?


– Maldita... –. Fue lo único que pudo mascullar puesto que de pronto sintió un pinchazo en el cuello y una sensación de ardor y adormecimiento le invadió de inmediato, atribuyéndolo a algún sedante que le inyectó la mayor, cayendo completamente dormido por quién sabe cuánto tiempo.


***


En ese mismo momento, en una estación de policía cercana, se encontraba un detective recibiendo la denuncia de desaparición de una persona. Erwin, el jefe de Eren, preocupado por la ausencia repentina de uno de sus empleados más nuevos, quien prometía un futuro brillante puesto que el entusiasmo era notable y el buen desempeño había destacado en las pocas semanas que llevaba trabajando, esa era la razón por la que le parecía extraño que Eren hubiera desaparecido por dos días sin aviso, sumado a que nadie sabía nada. De ese modo, optó por dirigirse a la estación de policía y dejar una constancia de desaparición, después de todo no perdía nada con hacerlo y de paso servía para darle algo de tranquilidad a su conciencia.


Sin embargo, había un desorden implacable en la estación desde que Erwin había llegado allí, y eso se debía que tres de sus subordinados habían decidido acompañarlo sin aviso y sin escuchar ninguna objeción. JeanConnie Sasha estaban sumamente preocupados por Eren, a pesar de que lo conocían hace poco tiempo, se habían encariñado con el muchacho explosivo, y por ello estaban en ese momento lloriqueando y haciendo dramas al imaginarse lo que pudo haber sucedido con el nuevo.


– Les digo que se calmen, por favor –. El policía novato no sabía cómo controlar la situación, pero estaba comenzando a salirse de sus manos y sabía que si los detectives y la teniente volvían a la estación y encontraban aquella escena, recibiría muchos regaños.


– ¡Es que no lo entiende! ¿Y si está muerto porque alguien quería vender sus órganos en el mercado negro? –. Lloró Connie.


– ¿Y si se desmayó en la ducha y se golpeó la cabeza y se murió? –. Propuso Sasha lanzándose a los brazos de Connie.


– Cállense, par de idiotas –. Jean interfirió dándoles un golpe en la cabeza a cada uno. El policía se sintió aliviado al tener a alguien que podía controlar a aquellos dos–. Probablemente solo lo atropellaron y está en alguna zanja.


– ¡JEAN! –. Gritaron los dos primeros en un pánico completo, comenzando a lloriquear de nuevo ante la aterradora idea.


– Por favor, perdone a mis empleados, están demasiado paranoicos y algo asustados –. Excusó Erwin, llevándose una mano a las sienes que le punzaban por los incesantes gritos de sus subordinados–. Como le decía... Eren Jeager... –.


Al rubio le fue difícil seguir adelante con la oración, puesto que de un momento a otro Sasha y Connie se habían comenzado a pelear por una absurda situación, y Jean, quien intentó ser el pacificador, recibió golpes a diestra y siniestra, terminando por formar parte de la pelea, haciéndola peor de lo que ya era.


Erwin estaba a punto de levantarse y ayudar a los oficiales de policía que estaban por intervenir, sin embargo la puerta principal de la estación se abrió con una fuerza que retumbó por todo el lugar, dejando a todos congelados y con los ojos bien abiertos. Incluso el trío, que tenía a todos exhaustos, se quedó quieto en medio de la pelea para mirar al responsable de aquella entrada tan imponente.


Por supuesto, no se trataba de nada menos que de un detective. Y no cualquier detective, sino que el más temido entre todos por su mal genio y obsesión por la limpieza.


– ¿Qué diablos está pasando aquí? –. Gruñó luego de haber dedicado una fría mirada a todos los presentes en el lugar, sin dejar a ninguno excluido. Más de uno quiso esconderse para no ser objeto de su atención, entre ellos el trío problemático que se sentó lentamente sin rechistar ni una palabra más.


 

Notas finales:

Hola, bellezas, les traigo un capítulo más extenso para ir ingresando más en la historia, espero que les guste, los veo en los comentariossss, mucho amor y corazones para ustedes, gente bonita <3


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