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Invierno. Primavera. por NNK

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Notas del capitulo:

Gracias a todos por haber leido los capitulos anteriores. Les recuerdo que los pertonajes pertenecen a J.K.Rowling y yo solo los ocupo para dejar fluir mi imaginación.

 

 

Capítulo III

 

Remus abrió su mochila negra y guardó su varita, junto a un pergamino con sus huellas mágicas, deseando que su plan funcionara para distraer a su padre, el tiempo suficiente para que él llegue lo más lejos posible. Escucho los pasos del elfo doméstico que servía a su familia en el pasillo, mordió su labio, sabiendo que tendría que mentir. Suspiro y tomando el mayor coraje que pudo, salió de su cuarto.

El elfo doméstico, se giró al final del pasillo y le dedicó una sonrisa amable, mientras hacía una leve inclinación de cabeza. Remus solo sonrió y camino a paso seguro para ver como el elfo se perdía en la cocina. Entró a la cocina, viendo como el elfo ocupaba su magia para dejar un bol de cereal con leche y un pequeño frasco con un poco de la poción matalobos. Aquella cosa, solo le recordaba cuán peligroso podía ser.

—Amo, ¿Necesita algo más?—preguntó el elfo con una sonrisa amable

 

—No te preocupes, prepárale el desayuno a mis padres, yo siempre quedo satisfecho con el cereal—comentó con una sonrisa, para desviar la atención del elfo doméstico.

 

El elfo doméstico asintió con la cabeza, viendo de reojo la mochila negra de su amo, pero prefirió seguir preparando el desayuno. Remus abrió el frasco y tomó la poción, haciendo una mueca de asco, dejó el franco vació en la mesa y comenzo a comer su cereal con leche para quitar ese sabor amargo de su boca, sin retirar la mano de una de las correas de la mochila.

 

— ¿Para qué tiene su mochila, amo?—preguntó el elfo doméstico preocupado, su niño estaba actuando extraño últimamente.

Remus dejó de comer, tragó el cereal que había en su boca, pensando en algo creíble que provocará una conversación natural.

—Thonks, me pidió llevarle dulces comunes de este pueblo— explicó Remus con una sonrisa—Así, que pensé que después de desayunar, podría ir a comprarlos a la dulcería, para que ella pudiera comerlos frescos—Remus, volvió a comer al ver la hora en el reloj de la pared de la cocina.

—Pero, amo ¿Tendrá tiempo? Recuerde que su padre le vendrá a buscar a la casa para ir a dejarle —El elfo doméstico le observo preocupado.

—Relájate, mi madre me dijo que mi padre vendría por mí, al medio día y en comprar los dulces, solo me demorare un máximo de una hora, cuando mi padre llegue yo estaré listo—comentó Remus. Su elfo doméstico le miró con una sonrisa amable, odiaba mentirle a su familia.

—Está bien amo, confió en usted—comentó el elfo con una sonrisa. Remus se alivió al ver que la atención de su elfo doméstico se concentraba en otra cosa. —Solo vaya con cuidado.

—Descuida, estaré aquí, antes del medio día— comentó Remus.

Tomó su mochila, poniéndosela en la espalda, mientras veía como su elfo, hacía volar el bol al lavaplatos para limpiarlos. Fue al baño, se lavó los dientes. Movió el mueble del baño y sacó un sobre de carta marrón, lo abrió y revisó que todo estuviera en orden, su billete de avión y su pasaporte estaban allí, lo guardó en la mochila, en su bolsillo secreto. Estaba listo.

Salió de su casa despidiéndose de su elfo, camino hasta el final de la calle, se adentró por el camino del bosque, corrió atravesando el pueblo, salió a la cera nuevamente, observo para ambos lados y cruzo, camino por el mismo callejón en dirección a los casilleros, Saco la llave de su bolsillo y abrió el tercer casillero de la tercera hilera. Saco la mochila negra de ayer y solo cambio el sobre marrón, antes de dejar la mochila que tenía su varita y las huellas mágicas en su casillero.

Cerró el casillero, camino hacia el otro lado del callejón, vio como algunas dulcerías ya estaban abiertas, cruzó la calle y se fue por el siguiente callejón hasta el segundo camino del bosque, sabía que si lo cruzaba corriendo, podría llegar al aeropuerto en un periodo de quince a veinte minutos. Hoy en su pueblo había luna llena, lo que significaba que su fuerza estaba de su lado, odiaba usarla, pero no tenía una nueva opción.

Llevo en el tiempo, previsto, se puso una gorra en su cabeza y se fue al baño para cambiarse la ropa, se puso unos jeans negros y una polera blanca, se puso una chaqueta. No le gustaba esta ropa muggle que había conseguido, pero debía aguantar si quería pasar desapercibido lo más rápido posible. Sacó el sobre marrón con su pasaporte y su billete de avión, volvió a ponerse su mochila.

Salió de la cabina y se miró al espejo. Solo faltaba una hora y podría desaparecer de la vida de sus padres para siempre y comenzar a aprender a controlar su licantropía. Camino hasta la zona de registro y luego de pasar por todo el sector de seguridad, llegó a la zona de embarque. Se sentó en la silla, observando para ambos lados, no debía mirar el suelo, si lo hacía sería mucho más sospechoso que ahora.

Se asustó cuando al frente suyo, vio a un chico gritando porque el otro le tiraba del pelo, para alejarlo de una chica que se sentía bastante intimidada. Supo en sus actos, que él que lo regañaba era tal vez su hermano menor, le hubiera gustado tener uno, pero sus padres decidieron no tener más cuando ese hombre lobo lo atacó en su cuarto. Miró al suelo, cuando el tercer chico de lentes le observo.

Suspiro aliviado cuando escucho por el parlante que llamaban a todos los pasajeros del vuelo 700 con dirección a Whittier, Alaska, se formó en la fila para mostrar su boleto, detrás del chico que había regañado a su hermano. Su aroma se le hizo extrañamente familiar, pero cuando este se giró a mirarle solo desvió su vista de ese chico.

Al entrar al avión, camino entre los asientos, viendo como ese mismo chico se quedaba atrás con sus amigos. Se sentó en el asiento que indicaba su pasaje, observo por la ventana, no tenía que estar nervioso, este aparato muggle era para viajar como las escobas que ocupaba su padre, para llevarle de paseo. Nuevamente sintió el aroma de ese chico, pero no quiso voltear en ningún momento. Se tensó cuando sintió una mano en su hombro, se giró asustado, no estaba acostumbrado a que alguien desconocido lo tocara.

—Perdón, no quería asustarte ¿Es tu primer viaje?—preguntó Sirius al ver la expresión de su rostro—Pareciera que no estás acostumbrado a subirte a esta cosa, digo…Avión—nombró con una sonrisa nerviosa.

Remus le observo, por la forma de pronunciar y dirigirse a este objeto, supo que era tan mago como él, su mirada gris se le hizo extrañamente conocida, pero no supo su procedencia, tal vez lo vio en uno de los tantos trabajos de su padre. No lo sabía bien, pero algo le decía que podía confiar perfectamente en él.

—Sí, es mi primer viaje y no conozco esta cosa, solo asumo que es igual que volar una escoba—Remus al fin había dicho una verdad. Los ojos de Sirius se abrieron con sorpresa y solo llevó su mano a la boca de Remus, para cubrirla.

—Debes relajarte—pidió Sirius, viendo a ambos lados, percatándose de que nadie los escuchaba—También es mi primer viaje al estilo sin magia, ya sabes—rió Sirius. Remus quito su mano, volviendo a mirar por la ventana.

Sirius sonrió, el chico le había simpatizado. Era inocente y misterioso, eso le gustaba de una persona. Remus observo el reloj de muñeca de su acompañante, necesitaba saber la hora exacta, que el avión no saliera, lo ponía nerviosa.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?—consultó Remus nervioso.

—Soy Sirius Black y voy de vacaciones por tres semanas —se presentó Sirius con una sonrisa—Son las diez y media, debes estar tranquilo y dormir, yo puedo cuidarte—se ofreció. Remus le miró desconfiado unos segundos, ese chico estaba siendo demasiado amable y algo le decía que podría estar tramando algo, pero para no sonar maleducado, prefirió presentarse.

—Remus Lupin, voy a vivir en Whittier, Alaska—sonrió incómodamente—Gracias por decirme la hora.

Remus desvió su mirada hacia el cinturón de seguridad, asegurándose de que estuviera bien puesto. No quería morir en un avión. Observo por la ventana, viendo a Sirius con la cabeza ladeada hacia los asientos de enfrente. Tenía que estar tranquilo, su familia no sospechaba nada, su padre ya debería estar saliendo de su turno nocturno, su madre desayunando, mientras hacía la lista de compras que luego entregaba a su elfo doméstico. Aunque tal vez por hoy estaba viendo que su maleta tuviera todo lo necesario para ir de vacaciones a la casa de los Thonks.

Se sintió aliviado al sentir que el avión despegaba, había completado todos los pasos de su plan sin levantar sospecha. Ahora solo le quedaba descansar hasta llegar a su nuevo hogar. Cerró sus ojos y se durmió sintiendo ese aroma extrañamente familiar.

Sirius se asustó cuando sintió que algo golpeaba su hombro, se giró, sonriendo al ver que su acompañante no encontró una forma más útil, que utilizarlo de almohada, decidió dormir también. No le molestaba para nada la presencia del chico, es más se le hacía extrañamente familiar.

Notas finales:

Gracias a todos por leerme. Nos vemos en la siguiente publicación.


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