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Volveré a nacer por ti por dark kirito

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# Volveré a nacer por ti #
Magi pertenece a Shinobu Ohtaka-sama. Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo.

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Volveré a nacer por ti.

La primera vez fue difícil, la segunda imposible, la tercera destino.

Alibaba x Aladdin

 .

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En algún lugar de los barrios bajos.

Alibaba es un pequeño que si bien no goza de una gran riqueza económica, si lo hace de una mucho más importante como la del corazón. Jamás conoció a su padre pero ha vivido con su adorada madre y dos amigos que son una parte más de la familia, sus hermanos, Mariam y Kassim. Los días transcurren sin mayores inconvenientes, su progenitora hace grandes esfuerzos y logra poner comida sobre la mesa, que siempre es agradecida. Para Anise no interesa lo dura que sea su labor, al volver a casa siempre le reciben aquellos ángeles con una amplia sonrisa, ellos son todo lo que necesita para reanimar su fatigada alma. Superar el fallecimiento de su querido esposo Rashid no fue sencillo, ni mucho menos el ocultar la gran historia detrás de ello. No todos los días un rey se enamora de una simple plebeya, mucho menos la convierte en madre. Si tan solo Rashid no hubiese enfermado repentinamente, si hubiesen podido luchar contra el mundo y salir de las sombras, un príncipe como lo es Alibaba no tendría que vivir en esas condiciones, si el pudiera recibir la educación que a sus ojos merece aunado a todo lo que por derecho es suyo, no tendría queja alguna del destino propio, así le ejecutaran por el gran pecado de amar a un hombre magnífico. ¿Su hijo se habrá sentido miserable alguna vez? Niega con la cabeza, los diminutos brazos que se empeñan por rodear su cintura con torpeza le dejan claro que no es el caso. Ella haría todo por cuidar de tan frágiles seres, incluidos Mariam y Kassim que se han unido para hacer más alegre y deslumbrante el maltrecho espacio al que llaman afectuosamente hogar. Anise no tenía manera de saber que un día sin más, enfermaría de gravedad, que no volvería a tirarse en el pasto en compañía de los pequeños, inventando figuras a las nubes, mucho menos que exhalaría su último aliento en el regazo del niño de cabellos dorados. Alibaba tuvo que ser fuerte entonces, se vio obligado a contener las lágrimas por el bien de la destruida Mariam y para no angustiar a Kassim. Todo saldría bien si se mantenían como familia, no iban a romperse por algo tan doloroso, Anise debía estar orgullosa de ellos. Alibaba se llenó de una determinación jamás antes vista, en verdad influía confianza y seguridad. Los dos niños salían a realizar cualquier trabajo, siempre que fuera honrado, no mancharían las enseñanzas de esa mujer que fue madre de todos, por su parte, la pequeña se quedaba en casa y les acogía con los mejores platillos que con los años aprendió a cocinar. Tres chicos que tendrían orgullosos a sus padres de poder. Pero el destino a veces tiene la manía de jugar, de divertirse a costa de las existencias que tiene en las manos.

Una mañana, una Mariam de doce años despertó con fiebre, no nadaban en dinero pero fue el suficiente para ir con una curandera que les recetó algunas hierbas. Kassim le preparó una infusión y le tapó en la suerte de cama que tenían en el suelo, transcurridos varios minutos frunció el ceño. Ella no mejoraba y tenía que ir a trabajar. No te preocupes, le respondió Alibaba con una gran sonrisa, como si tuviese la mejor noticia del mundo; situaciones como estas se deben entender, jamás faltas, quédate con Mariam, yo convenzo al jefe. El moreno soltó una risita culpable, sabía que se estaban metiendo en problemas, aún así vaya confianza la de Alibaba. Definitivamente no podía abandonarla a su suerte, ¿si se ponía peor? No quería volver a pasar lo de Anise. Sin mucho por hacer terminó aceptando la propuesta.

Alibaba aún recuerda ese día, jamás podría olvidarlo, apenas arribó le explico toda la situación a su jefe, un sujeto regordete que les había contratado para subir vino a varias carretas. El hombre se portó inesperadamente accesible pero Alibaba tenía que cubrir el puesto de ambos, lo cierto es que con los gastos de recién es algo que le caía de maravilla. De inicio fue sencillo, nada del otro mundo pero al finalizar con el trabajado que le tocaba, el cuerpo estaba resentido, fue muy difícil cubrir la cuota, al acabar el jefe le pagó, dando un extra por su esfuerzo. Alibaba lo agradeció de sobremanera y le despidió muy contento. De camino a casa podría comprar un panecillo para Mariam, ¿hace cuánto no se daban un lujo como ese? Más al dar los primeros pasos todo el cuerpo le pasó factura, estaba agotado más allá de lo humanamente soportable, era imperativo descansar un poco si no pretendía colapsar en el camino. Buscó una pila de paja a la sombra, se echó y cerró los ojos de inmediato, sería un ratito, entre más rápido conciliara el sueño, más pronto volvería a casa. Sin embargo Morfeo le abrazó con más optimismo del esperado y Alibaba no despertó hasta que el sol se había metido en el horizonte. Se levantó de golpe en un solo movimiento, con ello un escalofrío recorrió cada una de sus articulaciones pero no le prestó atención. Corrió lo más veloz que sus piernas acalambradas se lo permitieron, seguramente estaban preocupados. Iba tan metido en ello que casi pasa de largo la única panadería del barrio, tan humilde pero con productos hechos por manos prodigiosas, una vez pidió el producto se dispuso a pagar metiendo la mano a su bolsillo; se le fue el aire, palideció y todo le dio vueltas. No estaba, ¿se le habría caído en la carrera? Kassim se iba a enojar como nunca por tan grande descuido. Negó, no es tonto, lo había resguardado muy bien. Alguien debió robarle aprovechando su pesado sueño. Alibaba no es idiota pero si ingenuo, se ha rodeado de personas que le hacen olvidar que vive en un barrio pobre y por demás peligroso, se recrimina por ello. Ha sido un día perdido, afortunadamente no del todo. El mercader ha quedado satisfecho, es seguro que si regresa pedirá sus servicios de nueva cuenta. No hay razón para ser tan pesimista. Ya le explicaría con calma a Kassim y se disculparía con ambos. Continuó su recorrido con ansías renovadas, ya quería verlos y saber cómo estaba su pequeña hermanita. Jamás le había parecido tan grande la distancia, conforme se acercaba se cruzaba con rostros conocidos que le contemplaban de manera extraña, algunos hasta fingían no notarle. ¿Qué sucedía? ¿Es que acaso había hecho el ridículo sin darse cuenta? No, es distinto, es incómodo. La pesadez se siente en el aire.

—¡Alibaba! ¡¿Dónde diablos estuviste todo el día?! ¡Te estuvimos buscando!

Fue Zeinab que cruzándose en su camino le cogió de los brazos, estrujando con una fuerza que le provocó un mal presagio que bajó por toda la espina. Sin dar oportunidad a la mujer de explicar, corrió, lo hizo como si no hubiese un mañana, como si su vida dependiera de ello. Al llegar al sitio donde se supone estaba su hogar no había más que ruinas.

—¡Kassim! ¡Mariam!

Se dispuso a retirar los escombros, aún cuando era evidente que nadie podría estar ahí. Se abrió la piel con la madera, se cortó con las rocas pero no escuchaba las voces de los presentes, hasta que alguien tocó con suavidad su hombro.

—Es suficiente Alibaba.

Le había detenido Hassam.

—Por la tarde un sujeto de la realeza paseaba con varias carrozas, no sabemos que hacían aquí pero iba con su guardia, quería lucirse… al no tener cuidado, dos de ellas se atascaron y fueron a estrellarse en… tu casa… todo cayó, Kassim salió apenas, muy herido, con Mariam en brazos pero… ya era tarde. El sujeto… dio la orden de borrar la escena, así que… varios soldados… los atravesaron con lanzas… y luego les prendieron fuego… Kassim aún estaba… gritaba que ser pobres no los hacia basura y…

Un golpe en pleno rostro interrumpió el relato.

—¡¿Porqué no los detuvieron?!

Hasta entonces Alibaba cayó en cuenta de lo maltrechos que estaban Zeinab, Hassam y vatios de sus vecinos cercanos. Es evidente que lo intentaron con toda su alma pero no había mucho que pudieran hacer en contra de soldados bien armados.

—Lo siento — respondió el hombre — si fuera más fuerte …

—No — le frenó el rubio — yo debí estar aquí.

Alibaba jamás en su vida había experimentado tanta culpa pero además de eso había un sentimiento nuevo, tan grande y oscuro que parecía capaz de tragárselo y que nublaba peligrosamente su juicio.

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A las afueras de los barrios bajos, el camino que lleva a la ciudad, un par de meses más tarde.

Superar la muerte de Mariam y Kassim no fue fácil para Alibaba. El echo de no tener un hogar era lo de menos, Zeinab y Hassam le dieron sustento, y lo agradece. A saber lo que habría sido de él cuando las primeras tres semanas no hizo más que dormir y llorar todo el tiempo, difícilmente comía y solo porque la chica le obligaba, le era difícil soportar tanto dolor, su mente está en caos, con un pensamiento recurrente, desaparecer. ¿Qué sentido tenía el continuar en un mundo donde ninguno de sus seres amados estaban más? ¿Cuál era el propósito de sobrevivir si Mariam, siendo una niña había muerto? Debí estar con ellos, se repetía. Pero no podía abandonar el trabajo por el cual le darían un pago, el cual le han robado… si las personas pudiesen mejorar su situación no harían cosas como estas. De pronto rememora a Anise quien seguramente vivió experiencias dolorosas para mantenerles, debió ser incluso traumático, en los barrios pobres no hay muchas labores que una mujer pueda desempeñar, y sin embargo llegaba con una sonrisa. En un sitio donde el dinero es muy escaso, ¿cómo podían conseguirlo? Alibaba y Kassim tenían que caminar bastante, lejos de casa para ofrecer sus servicios. ¿Y los clientes de su madre? Le parece haber visto algo una vez. Unos ricos en compañía de guardias a las afueras de la ciudad, habían ordenado a unas chicas a hacer cosas denigrantes, muy humillantes y al estar satisfechos les habían lanzado algunas monedas de oro a la cara, luego sus esposos se las habrían quitado. ¿Era esta la única forma de obtener algo? ¿Perdiendo la dignidad? ¿Qué se creen esas personas? Con todo lo que tienen podrían ayudar a los barrios bajos para subir de nivel, pero prefieren desviar la mirada y dar rienda suelta a su placer. Son como animales salvajes que buscan su satisfacció… una imagen aparece ante los ojos de Alibaba… un día buscando a su madre para enseñarle una flor, lo que no era común, la encontró con un cliente, no entendió entonces, su mami era aplastada por un tipo que no inspiraba más que asco, era obeso y de lejos olía a alcohol, Anise estaba desnuda y ese sujeto apretaba demasiado fuerte uno de sus pechos, la estaba lastimando. Alibaba quiso defenderla, y de alguna manera Anise terminó disculpándose. El hombre indignado le escupió y lanzó una moneda de cobre al suelo. “Ni creas que pagaré más después de esto.” Ella asintió agachando la mirada y escondiendo a su retoño entre sus brazos. El varón se vistió y marchó en un carruaje, después de haber usado a su hermosa madre. ¿Qué son los seres humanos que viven en los barrios bajos para los ricos? ¿Objetos? Recuerda las últimas palabras de Kassim. ¿Juguetes? ¿Basura? Que fácil es para los hombres con poder el sobajar, humillar e incluso asesinar con impunidad a los que no nacieron con derechos. ¿Quién escribe las reglas que dirigen una vida? El sistema no es justo, los dirigentes no son los adecuados. Alibaba es solo un chico, hacer algo como un golpe de estado escapa por completo a sus posibles pero, puede equiparar un poco las cosas. Todos los días camina lejos de los barrios, para que sus crímenes no sean vinculados con los ya de por sí desafortunados. Se cubre bien la cabeza con una tela enrollada, en primera para no ser reconocido y en segundo lugar, porque su madre seguramente estaría decepcionada del camino que ha elegido, no consentiría que su amado hijo por el que sacrificó tanto se haya convertido en ladrón.

Se muerde los labios, afila la mirada escondiéndose tras un montón de piedras. A lo lejos una caravana, esta no es la primera vez que hace esto, la culpa y el repudio están de más a estas alturas. Es sencillo, será simple, entrar sin que nadie le vea, robar todas las bolsas de oro que pueda cargar y listo. Es increíble como hasta ahora nadie se ha percatado, con el trabajo que cualquier familia tiene para ahorrar una sola moneda de bronce, la brecha entre clases es muy evidente, sin duda. Se pone en posición para saltar, aún tardarán unos cinco minutos en pasar a su lado, van algo lejos. De pronto un carruaje es tragado por la arena.

—¡Rayos!

Alibaba sale de su provisional guarida, ya no es cuestión de equiparar o no las cosas. Esa caravana es atacada por una de las grandes bestias del desierto, es poco común que se acerquen tanto a las ciudades pero no completamente imposible.

—¡Corran!

Grita el muchacho con toda su fuerza, está demasiado distante como para ser escuchado, además de ser superado por los alaridos de terror y súplicas de los soldados, los conductores, incluso los caballos están al borde de la histeria. Varios sujetos son tragados por el ente, algunos partidos en dos por los tentáculos, decapitados, despojados de un miembro para desangrarse en segundos. Los vehículos reducidos a desperdicios. Para cuando Alibaba llega es demasiado tarde, se forma un silencio sepulcral. Cae de rodillas, da un golpe a la arena.

—¡Que inútil!

Se cataloga a si mismo, contempla con rabia los alrededores hasta que cae en cuenta de que hay una sola carroza intacta, a juzgar por su apariencia la más importante, lo que sea que transportaban está ahí. Se pone de pie, le sabe mal tomar algo que ha costado tantas vidas pero su pueblo también muere de hambre. Es rutinario, coger el botín, dejarlo fuera de varias casas sin que nadie le vea, sencillo. Respira hondo, le tiemblan las manos, las náuseas se agolpan en el estómago amenazantes. No está haciendo algo tan terrible, ese dinero es algo que nadie va a aprovechar. Llega y hace a un lado la cortina que sirve de puerta, la sorpresa es mayúscula, sus ojos no dan crédito. No hay bolsas con alhajas, ni pepitas de oro y plata, siquiera monedas. Solo un chico dormido con tal tranquilidad que pareciera no haberse dado cuenta de la masacre. Pero, ¿cómo podía ser? Alibaba lo escuchó a decenas de metros de distancia. No hace falta echarle más de un vistazo al mocoso para saber qué es rico, más que eso, las telas de la vestimenta son únicas, destinadas a la familia real. No hay mucho que Alibaba pueda hacer pero si obligar al niño a valorar todas las vidas que se han perdido por su culpa. Se detiene a unos veinte centímetros, le habla, alza la voz cuando no hay respuesta e incluso le toma de la ropa, alzándole del cuello hasta dejarle sentado, nada. Le suelta aterrado. ¿Acaso ese niño de no más de diez años también… ha fallecido? La verdad es que está pálido por decir lo menos. Se lleva las manos a la cara posándolas sobré las mejillas.

«—¡Uojooo! ¡Profane un cuerpo!»

Se inclinó varias veces haciendo reverencias, pidiendo disculpas, fue entonces que advirtió unas esposas en las manos del infante. Al analizarlas más de cerca eran notorios varios cortes en las muñecas, seguramente la víctima se las infringió buscando escapar, al revisar, también traía unas en los tobillos.

—¿Quién le haría algo así?

¿Acaso era un príncipe secuestrado por el que pagarían un rescate? Nada justifica que lo hayan tratado tan mal. Noble o no, a tan corta edad está indefenso. Alibaba saca un alambre de su pantalón y lo introduce en el cerrojo, es más laborioso que otros pero finalmente cede, igual con la de los tobillos. Un montón de mariposas doradas se reúnen alrededor, parecen entrar al pequeño cuerpo.

—Mmm…

El chiquillo se queja levemente, abre despacio los orbes, luce unos preciosos y puros zafiros que dejan en blanco a su héroe.

—¿Dónde… estoy?

—Ah… — todavía le sostiene entre sus brazos — En las afueras de la capital de Balbad… tu… caravana fue atacada por un monstruo del desierto.

—¡Oh no! – intenta ponerse de pie pero un mareo le tira en la anterior posición.

—Es… tarde… todos han… solo tú…

—Entiendo.

Alibaba no es muy difícil de impresionar pero, ahora siente algo más fuerte que eso, admira la entereza de ese niño a tan corta edad. A simple vista parece que la noticia no le afectó en lo más mínimo pero sus ojos, ellos no pueden esconder el dolor, las tremendas ganas de llorar.

«—¿No quiere preocuparme? Pero si no me conoce. Quisiera decirle que no tiene nada de malo llorar pero… Quizá pueda encontrar la manera de animarlo un poco.»

—No te preocupes, buscaré ayuda para devolverte a tu familia, seguro están preocupados por ti.

—No tengo …

—¿Eh? — no logra comprender a lo que se refiere.

—No tengo familia.

—Ah… eh… P-pero …

¿Los habrían asesinado durante el secuestro?

—Supongo que por mi ropa has pensado que soy de la familia real o algo así …

—Aaaaaah …

—No es así, soy un esclavo.

¿Esclavo? No tiene sentido, ¿porqué alguien vestiría tan bien a un esclavo? A menos que ese niño …

—¿Planean comercializarte… como si fueras una…? ¡No! ¡Esto no tiene que ser así! ¡Debes ser libre de entregar tu cuerpo a la persona que amas!

Una risita increíblemente dulce escapa de labios del menor.

—Dices cosas muy extrañas onisan, gracias por preocuparte por mí — le sonríe y toma asiento, esta vez por su cuenta — Esa no es la clase de esclavo que soy… ¿Has escuchado de los Magi?

—¿Quién no? Cómo Sheherezade, Yunan y el pesado de Judal.

—Entonces será más fácil de explicar. Yo… también soy un Magi.

—No es que no te crea pero …

—Solo pueden haber tres en el mundo. No soy de este mundo, mi hogar… no tengo a donde volver. Llegué aquí hace medio año a un lugar llamado Quishan… un onisan muy poderoso me encontró, se dio cuenta de que soy un mago, por fortuna pude esconder que no era exactamente así. El… quería que yo matara a sus enemigos… me lo ordenó pero no quise hacerlo, así que comenzó a castigarme… a torturarme pero yo… no me atrevo a lastimar a nadie… estuvo a punto de matarme varias veces, incluso obligó a otros magos… a hacerme daño con sus hechizos… —se estremece — se dio cuenta de que yo… no era del todo normal… así que al aburrirse de mi, solo me vendió. “El mago más fuerte de todos.” “El objeto ideal para experimentar”. Por eso tengo esta ropa tan bonita, es como el empaque de un… regalo je je je, así que no soy la persona tan importante que crees, lamento decepcionarte onisan.

El pequeño fue estrujado en un cálido abrazo, hasta entonces no había experimentado una sensación similar.

—No seas tonto, eres mucho más valioso de lo que pensé. Seguramente crean que has muerto también, no tengo mucho que ofrecer, pero ven a mi casa.

—Te causare problemas …

—Me harás compañía, hace mucho que estoy solo y de lo poco que hemos hablado, me agradas.

—¿Yo? — incrédulo y sorprendido a partes iguales —¿Yo te agrado?

—¡Claro que sí! Y con el tiempo estoy seguro de que podemos ser muy buenos amigos.

—¡Amigos!

Vaya ilusión que se pintó en el rostro del niño, como si hubiese presenciado el milagro más grande de la creación. Alibaba no puede evitar sonrojarse.

—E-está decidido, ahora solo hay que buscar algo de ropa, con eso llamaras demasiado la atención.

«—Además estoy seguro de que la odias.»

El rubio remueve por todos lados hasta encontrar un pantalón holgado blanco, una tela color crema que puede servir de cinturón y un chaleco azul. El infante se cambia rápidamente mientras el otro continua con la búsqueda.

—¡Lo hallé!

—¿Uh?

—Vendas, tenemos que tratar tus heridas.

—No te preocupes, cerrarán solas. Antes no lo hicieron porque las esposas servían para bloquear la magia del interior de un mago, pero al ser un magi no solo hacen eso, absorben mi magia que busca salir y tampoco puedo tomar la energía del rukh. Bloquea esa conexión. De no ser por ti… seguramente habría muerto en una horas. Gracias por salvar mi vida onisan.

—No tienes nada que agradecer, verás que jamás volverán a tratarte así.

—Muchas gracias.

—¿Y ahora que hacemos con esta vendas?

—Ah, del lugar del que vengo las usamos para cubrir el pecho, se llama sarashi, y la verdad es que me hace falta – se ruboriza encogiéndose de hombros.

—Oh claro… —se las entrega desviando la mirada en otra dirección —por cierto, aún no me he presentado, soy Alibaba.

—Yo Aladdin.

—Aladdin, ¿Eh? — sonríe — espero que nos llevemos muy bien.

—Seguro que si Alibaba-kun je, je, je.

El par sale del carruaje, el niño tropieza pero le alcanzan a sostener antes de que se haga daño.

—¿Estás bien?

—Ah si, lo lamento.

—Supongo que aún estas muy débil, puedo llevarte si quieres.

—No es necesario, solo tengo un poquito de hambre.

—Tengo algunas cosas en casa… de unos amigos, me quedo con ellos desde…

Las suaves manos de Aladdin le sostienen del rostro.

—Has pasado por mucho Alibaba-kun, yo… no puedo ayudarte pero al menos puedes llorar en mi hombro.

—Estoy ...

—No tienes que fingir ni soportarlo, lo que duele, duele.

—Pero no… no… yo debí estar con ellos. ¡Era mi obligación protegerlos!

El rubio rompe en llanto, ambos caen de rodillas y todo lo que tiene en el pecho estalla en ese instante, algo que le fue imposible descubrir ante las personas que comparten techo con el, y en solo unos segundos un completo extraño le inspira para quebrarse en su regazo. Solloza con amargura, entre alaridos le cuenta la historia, permite que acaricie su cabeza con dulzura, como lo haría una buena madre. Aladdin le escucha con atención y tranquilidad. Sin dar muestra de que le lastima ver a su primer amigo sumido en tanto sufrimiento, ni hacer muecas por las heridas abiertas que aún no sanan del todo, ni la debilidad que amenaza con hacerle desmayar, mucho menos el hambre casi salvaje. Esta ahí, dando su cariño, completamente fiel. Alibaba le cuenta hasta los pormenores, el cómo terminó por arruinar su vida.

—No sé porqué te platico esto… no lo había hecho. Ya te habrás dado cuenta de que no soy una buena persona, no puedes confiar en mí.

—Alibaba-kun es la mejor persona que he conocido.

—¿Eh? — alza el rostro para mirarle.

—Estás lastimado, pero no le has hecho daño a nadie, incluso corriste para salvar a la caravana y lamentaste sus muertes. Yo no veo a ningún hombre malvado, yo veo al amable chico de corazón gentil al que le debo la vida.

—Aladdin… — articula mientras tiene un gracioso flujo nasal, con las mejillas completamente coloradas.

—Alibaba-kun, ¿Sabes cuál es el trabajo de un magi?

—¿Crear imperios?

—Elegir reyes. Es cierto que un rey no puede gobernar sino tiene un territorio pero hay países que carecen de buenos líderes, el elegirlos es la labor más importante para un magi, la razón por la que nacemos. ¿Entiendes porqué te lo digo?

—¿Para ayudarte a buscar? Aunque no creo ser de ayuda, jamás he salido de Balbad.

—Pues no. Ya encontré a mi candidato.

—¿Eh?

—No importa lo que suceda, te haré rey.

—No merezco algo tan …

—¿Y qué si? Talvez las personas que más amas no están físicamente pero te acompañan en espíritu, cuidan de ti desde lejos y esperan siempre lo mejor. ¿Crees que Anise-san, Kassim-kun y Mariam-chan se alegrarían con tu desgracia? Estoy convencido de que gracias a ellos te conocí y haré mi mejor esfuerzo para protegerte, los cuatro lo haremos.

El rubio separa los labios perplejo, más antes de que haga comentario alguno, la pancita de Aladdin gruñe.

—Es cierto, que tonto. Tu con tanta hambre y yo aquí como cotorro. Será mejor que vayamos rápido.

—No creo ser capaz de correr, ¿podemos caminar despacio?

—¿Bromeas? — le muestra la espalda —Sube. Has hecho tanto por mi hoy, siento que limpiaste mi alma, volví a nacer. Estoy lleno de energía. ¡Te llevaré!

—Oh no — hace un ademán agitando ambas palmas — No, no, no, no. No quiero abusar de tu amabilidad.

—Solo estoy haciendo lo que deseo. Vamos Aladdin. Además estuve demasiado tiempo fuera, seguro que Zeinab y Hassam están muy preocupados.

—Mmm bueno, pero si te cansas no dudes en decirme, puedo caminar.

—Te lo prometo.

Aún renuente, el chico toma la posición indicada, apenas advierte la calidez cae dormido de golpe. Tan acostumbrado a los malos tratos, amenazas y torturas que hallar a Alibaba es como haberse topado con un oasis. Respira hondo lleno de paz. El otro por su parte sonríe, la culpa y remordimientos no se desvanecen como por arte de magia pero Aladdin hizo algo similar por él. No sólo le ha hecho ver que no es la basura que se consideraba, o que aún no se desvía por completo del camino, o que hay personas que le aman y aún si no puede verlas, continúan a su lado. Ha cometido muchos errores así que no va a decepcionarlos más, por si fuera poco, ahora existe una personita que sin tener nada que ganar, le ha obsequiado su fe.

De camino a casa, no son pocos los que se le quedan mirando, los barrios bajos no son un sitio turístico precisamente, así que las visitas son todo un evento por decir lo menos. Que un desconocido llegue y más aún, sin un séquito de sirvientes es inédito. Pero es algo que no preocupa al adolescente en lo más mínimo, ya se correría el rumor. En lo que a él concierne, Aladdin era un simple viajero cuya caravana devoró un monstruo, no estaría mintiendo del todo. Conoce a las autoridades de su país, no harán mucho al investigar, aún si esa cosa se tragó la mayoría, dejó lo suficiente para dar una idea de los acontecimientos. No arriesgarían la vida ni gastarían recursos por la muerte de “soldados comunes” ni “un simple mago” y aún si supieran que Aladdin era un magi le considerarían muerto por las condiciones en que le tenían… de hecho no hubiera resistido el viaje completo…

—¿Cómo pudieron ser tan irresponsables? ¿Porqué no les dijiste la verdad? —rememorando lo que Aladdin le contara, obtiene su respuesta, a saber lo que le habrían hecho entonces, quizá le hubiesen convertido en una fuente inagotable de magoi para la guerra – Y no querías eso, ¿verdad? Por eso decidiste soportar en silencio aún si te costaba la vida.

—No en silencio …

—¿Tiene mucho que despertaste?

—Recién.

—Disculpa no era mi intención …

—Está bien, esas experiencias son lo que me hacen lo que soy. Pero no soy tan increíble como piensas. Lloré y grite tanto que me quedé afónico muchas veces.

—¿Ni una sola vez te viste tentando a seguir sus órdenes?

—No. Pensé que no quería ocasionar el mismo sufrimiento a otros. Si era mi destino, lo mejor era que terminara conmigo y no en alguien más.

—Tu si que eres gentil. No puedo hacer nada por cambiar el pasado pero te lo voy a compensar de alguna manera.

El infante se abraza del cuello, teniendo la precaución de no asfixiarle, bueno fuera que mata a su benefactor.

—Pienso lo mismo Alibaba-kun, quiero hacerte muy feliz, aunque yo ya lo soy por conocerte.

—Llegamos.

—Este es mi hogar.

En cuanto pone un pie el casa, el matrimonio le contempla con desconcierto.

—Es un viajero que encontré en el pueblo vecino. Sus compañeros tuvieron que dejarle atrás porque está …

—Oh pequeño, ¿te sientes bien? — interroga la mujer.

—Si, gracias onesan.

—Estas muy pálido.

—No ha comido nada en días …

—¡¿Porqué no lo has dicho antes?! No tenemos demasiado pero dónde comen tres lo hacen cuatro.

—Gracias — sonríe débil pero radiante.

Alibaba considera sentarle a la mesa pero cabe la posibilidad de un desmayo y que su reacción para atraparle no fuera lo suficientemente veloz como para evitar que cayese de forma peligrosa, así que le acomoda en su cama.

—A partir de hoy dormiremos juntos.

—No es necesario, estaré bien en el suelo, no sería la primera vez. Únicamente necesito comida y estaré mucho mejor.

—No seas tonto, ¿qué pasa con esa actitud conformista? Ya no eres un viajero, eres mi invitado de honor.

—Y lo dice el mantenido — le molesta el hombre.

—¡Ey! ¡Que yo también me parto la espalda trabajando!

Si bien la mayoría de los tesoros que ha obtenido Alibaba son por parte de los robos, jamás ha entregado dinero mal habido al que considera su hogar. También sería extraño que de la nada abandonara todas las labores que ya desempeñaba.

—No es suficiente — se burla con sarcasmo la mujer que le entrega un plato con sopa a Aladdin.

—¿Tu también? — derrotado.

Apenas Aladdin lo saborea, advierte un nudo en la garganta, las gotas saladas recorren las mejillas.

—Si sabe horrendo no te obligues a comer. — el rubio que recibe un zape — ¡Auch!

—¡Tengo un gran talento para la cocina!

—Jamás había probado algo hecho con tanto amor. Está muy rico onesan — continua degustando.

—Ujum — victoriosa.

Poco después los demás se unen, platican, ríen y al finalizar se meten a la cama. En algún punto de la madrugada, Alibaba se aferra al pequeño cuerpo como si de un peluche se tratase. Así, a oscuras y en silencio Aladdin rompe en llanto. Así que existe algo tan valioso como la felicidad. Es la primera vez en toda su vida que se siente como parte de algo como ser humano.

A diferencia de lo que Alibaba creía, los habitantes de los barrios bajos aceptaron a Aladdin sin demasiadas preguntas y mucha, quizá demasiada naturalidad, como si siempre hubiese formado parte del grupo. No sabía a ciencia cierta si era por su encantadora y dulce personalidad, el hecho de aceptar que era un mago y ayudaba en varias labores (aunque disimulaba bastante su poder) o que era increíblemente hermoso, esto último le trajo muchas preocupaciones pues en varias ocasiones encontró al niño con malas compañías de dudosas intenciones, por suerte jamás le hicieron algo inapropiado, claramente era lo que buscaban pero era como si tuviese un tipo de aura pura que le protegía, ¿la bendición del rukh? De esa manera pasó un año en el que Aladdin ayudó a mejorar la vida de los habitantes, haciéndose querer, contagiando su bondad a los demás, lo mismo que Alibaba que se veía arrastrado como las olas en el mar. El par era sumamente querido, también respetado. Por fin eran un grupo unido, una enorme familia con centenares de miembros.

.

.

Alibaba camina de regreso a casa con una bolsa en la que lleva algunas frutas. Desde lejos distingue la larga trenza de su amigo, sonríe.

«—Seguramente ayuda a alguien otra vez.»

El positivo gesto se torna serio cuando observa a una chica de unos diecisiete años, bastante linda, hablan tan cerca, de una forma en que parecen novios. Alibaba siente un pinchazo bastante doloroso en el corazón, ¿a qué se debe? Faltan unos metros para llegar, ¿es apropiado? ¿Puede soportarlo? De buenas a primeras teme ponerse a llorar y cómo explicar lo que no comprende.

—Vamos Aladdin, has estado todo un año aquí, todos han notado lo mucho que te gusta, deberías decírselo.

El rubio queda clavado al suelo, petrificado. ¿Hay una persona que le gusta a su mejor amigo? ¿Por qué guardar el secreto? Aprieta los puños, se muerde los labios. No necesita ver el rostro del pequeño para saber que se ha sonrojado, tiene las orejas completamente rojas.

—No deberías tener miedo – ella prosigue — en una de esas te llevas una gran sorpresa. Bueno, me tengo que ir. Le prometí a mamá que le ayudaría a coser la ropa.

La muchacha se retira y un pensativo Magi se da la vuelta solo para estamparse en el pecho de su mejor amigo, se aparta dando un brinco para atrás.

—Alibaba-kun …

El aludido trata de sonreír pero consigue un resultado forzado dando la impresión de estar molesto

—Vamos a comer… —se adelanta.

Van en silencio todo el camino. Llegan a su morada, Hassam y Zeinab no se encuentran de momento. El mayor deja las cosas sobre la mesa.

—Alibaba-kun… ¿Hice algo por lo que estés enojado?

—No — responde sumamente cortante.

—Somos amigos, nos tenemos confianza, ¿ verdad?

—¡No me hables de confianza!

Grita de tal manera que el otro se encoge sobre si mismo, sorprendido.

—¡Somos amigos pero no pudiste decirme que te gusta alguien!

—¿Cómo…?

—Entonces es…  cierto… — los orbes se llenan de lágrimas — ¿Hasta cuándo ibas a esperar? ¿El día de tu boda?

—No es fácil para mí… a decir verdad no creo que esa persona me corresponda.

—No lo sabrás si no lo intentas, yo podría haber ayudado… ayudado… — repite ensimismado — ¡No quiero hacerlo! ¡Odio la idea de que una chica te aleje de mi! ¡Dijiste que me harías rey! No, no es eso. ¡Quiero tener muchas aventuras! ¡Quiero estar contigo para siempre aunque sea muy egoísta! ¡Se que un año no es suficiente para ser importante para ti pero para mí lo eres!

—No me arrepiento de mis sentimientos pero… si esa persona no me corresponde… puedo lastimarle. Es muy amable y se que no quiere causarme dolor… tal vez lo sabe… algunos pobladores me han dicho que se nota que estoy enamorado, mucho. Si no ha tocado el tema es porque …

—No puedes leer la mente, si es importante tienes que hablarlo, aunque al final el resultado no sea lo que esperas… los secretos no le hacen bien a nadie… el declarar tu amor debería… ¿tu… amor? ¿Entregar tu corazón?

—¿Alibaba…?

El mayor le coge por los hombros, con fuerza.

—Soy un cretino. Dando un sermón cuando no entiendo mis propios sentimientos. Escucha Aladdin, yo sé que amas a alguien y yo haré lo que esté en mis manos por apoyarte pero… una parte de mi es tan egoísta que desea te rechacen.

—¿Eh?

—No tolero imaginarte con alguien más porque te amo — admite sin más, de la forma menos romántica en el universo.

—¿Me…?

—Si, no me gustas, te amo, desde el día en que te conocí, cuando aceptaste lo más horrible en mi con tanto cariño… luego te hiciste mi mejor amigo…

Los zafiros se muestran en su máximo esplendor, las lágrimas corren por las mejillas sin control, a montones, como si no fueran a detenerse jamás.

—No, no, no — el otro angustiado — no llores por favor. Te aseguro que nada cambiará nuestra relación. Pase lo que pase seremos los mejores amigos.

—No quiero ser tu amigo…

Alibaba siente un gran agujero en el corazón, que parece capaz de tragárselo por completo.

—Vaya… duele más de lo que … — las dulces manos que tan bien conoce le toman del rostro como ya es costumbre.

—Alibaba-kun… no quiero ser tu amigo, no quiero ser solo tú amigo… la persona de la que estoy… enamorado… eres tú — se ruboriza increíblemente.

—¿Yo? — procesando — ¡¿YOOOOOO?! ¡¿P-pero cómo?! ¡¿Por qué?! ¿También fue amor desde el momento en que nos conocimos?

—Je, je, je, je. No…

—Ouh… — desilusionado.

—Ese día me agradaste muchísimo, también estaba agradecido porque salvaste mi vida y mi corazón. Me hiciste sentir la calidez que había olvidado. Pero… tu sonrisa todos los días, tu forma de arroparme y abrazarme cuando dormíamos, las historias que me contabas, tus sueños, amabilidad, tu interés de ayudar a todo el mundo, que me guardabas la manzana más grande… detalles pequeños, tantos de ellos… mi corazón no… se aguantó más je, je, je, je. ¡Oh!

Un sorpresivo abrazo deja helado al infante.

—¿Está bien entender que nos correspondemos… Aladdin?

El infante asiente tímido.

—Entonces todos se dieron cuenta de que amabas a alguien, menos yo… te hice sufrir y no lo merecías. Lamento ser tan lento para estas cosas. Perdón.

—No te disculpes — le observa — los sentimientos no son iguales para todos, ya es una fortuna que sientas lo mismo que yo… aún cuando soy…

—Me enamoré de tu alma… pero no negaré que físicamente me encantas, sobre todo tus ojos… — le da un beso en la mejilla — tu piel que es tan suave — olfatea el cuello — tu aroma.

—Ah~.

—El sonido de tu voz. Aladdin — se recarga en su hombro — yo no te quiero para un rato, no busco jugar. Voy muy enserio con esta relación… tu… ¿aceptarías ser mi novio?

—No.

Un aterrado y pálido Alibaba le contempla cual animal herido, en blanco. ¿A qué va tan repentino rechazo?

—Alibaba-kun, tienes que hacerte responsable de enamorarme así.

—¿Re-esponsable?

—Como me has enamorado mi vida te pertenece, y a mi la tuya. Tristezas, alegrías, libertad, todo. Y no quiero ser de nadie más, aunque la muerte nos separe yo…

—¿Mi prometido?

—¿Es demasiado rápido?

El mayor se arrodilla, le toma de la mano.

—Aladdin no tengo nada que ofrecer pero… quiero estar contigo en las buenas y en las malas, en la salud y enfermedad, aunque la muerte nos separe — le coloca un anillo imaginario — Espero poder darte en el futuro uno real pero ahora… ¿aceptarías ser mi esposo?

—¡Waaaah! ¡Si, si, si, si! — se lanza en un efusivo abrazo que les tira a ambos al suelo. Sonríen, Aladdin hace es mismo juramento, se observan bien enamorados. El rubio le toma del mentón y unen sus labios por primera vez, con suavidad pero tantos sentimientos desbordados que para ellos fue como hacer el amor. Se separan agitados, con dificultades para respirar y más felices que nunca.

—Esposos… — el pequeño.

—Si, esposos… wow.

Ambos comparten una gran carcajada llena de alegría.

Como es de esperar, la noticia no pasa desapercibida para todo el barrio, aunque era algo que de antemano adivinaban. Los amores de verdad son imposibles de ocultar, aún si los involucrados son los últimos en darse cuenta.

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Barrios bajos, medio año más tarde.

Si bien Aladdin y Alibaba no tienen intención de esconder la relación, tampoco de gritarla a los cuatro vientos porque es algo solo para ellos dos. Por ello deciden actuar con normalidad, sin pensar demasiado las cosas, únicamente para disfrutar su amor. Si un día se besan en la calle está bien, si les da por hacer simples bromas como los mejores amigos que también son, igual está bien. Al fin de cuentas son sus sentimientos honestos los que están a flor de piel. Por si fuera poco, como para nadie era desconocido lo que ambos sentían, no tuvieron que enfrentarse a preguntas incómodas o juicios de ningún tipo. Si, que dos varones sean pareja no es común pero tampoco algo que pueda catalogarse como pecado. El amor jamás se muestra de la misma manera, nace de acuerdo a las personas involucradas y solo ellas deberían establecer sus propias reglas. Además, ¿cómo juzgar a los responsables de que puedan vestir de manera decente a sus familias? ¿O que tengan un pan sobre la mesa? Mucho menos a los que les han ayudado en algún trabajo difícil de cumplir por la avanzada edad o condición del cuerpo, mucho menos a los que con magia les han curado las dolencias y enfermedades, ya ni hablar de los humildes pero numerosos obsequios que ha hecho a los barrios. El que hayas nacido en un hogar con bajos recursos económicos, no señala que será del resto de tu vida. Todos tenemos el derecho de crecer, de no estancarnos, de obtener las herramientas para defendernos contra la vida. Es con esta idea que Aladdin y Alibaba abren una pequeña escuela, por ahora solo les enseñan a leer, escribir y matemáticas básicas. Después de todo Balbad es una nación mercante, sin duda sería un buen punto a favor de ellos. La pareja logra adquirir a base de trabajo y esfuerzos algunas libretas que reparten a un grupo de veinte niños. Para los padres es una oportunidad, incluso para ellos ya que los niños les muestran y practican con ellos los aprendido en el colegio. Pero a las personas poderosas no les sirve un pueblo capaz de valerse por sí mismo. Si son ignorantes obedecen sin discutir, cuando no… entienden perfectamente la opresión.

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Un carruaje salido del palacio se dirige a los barrios pobres. Hace unas semanas corren rumores preocupantes. No pasa mucho para que ante los ojos de un tipo, aparezcan unos niños jugando en la tierra, pintando garabatos se dice, más cuando se inclina a mirar cae en cuenta de que son operaciones. ¡Alguien les enseño a contar! ¡¿Acaso sabrían el valor auténtico de una moneda?! ¿Qué opinión tendrían del aumento de impuestos? Carraspea y se agacha para estar a la altura de las pequeñas.

—Oh, parece muy interesante.

—¿Verdad que sí onisan? Es lo que vimos en la escuela.

Las rodillas casi se le suben a la garganta. ¡¿Escuela?! ¿En esa parte tan olvidada del mundo? ¿Con cuál presupuesto? Jamás escuchó de ello…

«—¿Es algo que la basura hizo con sus propios recursos? ¡Si tienen dinero para hacer esto también para pagar más al reino!»

—Entiendo. Me tengo que ir, que disfruten sus clases.

—Muchas gracias — sonríen.

Era imposible que unas almas tan puras como esas notarán las malas intenciones de aquel despreciable sujeto. Mucho menos que ese hombre trasgiversaria la verdad, diciéndole al rey que el pueblo conspiraba de manera peligrosa, que un golpe de estado era inminente. No fue de extrañar que se enviaran soldados muy bien camuflajeados a quemar no solo la escuela, sino a la población en general, incluso los encerraron con ayuda de las rocas de varios derrumbes provocados, de no ser por la magia de Aladdin, ni una alma se habría salvado. Al desaparecer la última llama, el magi cae de rodillas, con dificultades para respirar, su esposo toca su hombro con suavidad.

—¿Estás bien?

—Si, no te preocupes Alibaba-kun, es solo que tenía mucho tiempo sin usar tanto poder ah ah ah, pero en un rato estaré mejor.

—¡El rey intentó asesinarnos! — grita alguien en la multitud.

—¡Pagamos impuestos, no nos metemos con nadie y ni siquiera nos consideran humanos! — exclama fúrico uno más.

—Me dan asco — un tercero— ¿Qué somos para ellos? Si tan solo el rey entendiera que somos iguales, como lo hace Alibaba…

—¡Lo somos! — el rubio — Todos nos levantamos con los mismos sueños en el corazón …

—Díselo a ellos — una mujer con los ojos llenos de lágrimas — no les importó asesinar a los niños… tarde o temprano se darán cuenta de que estamos vivos… vendrán por nosotros… ¿quién va a salvar a mis hijos?

—El gobierno es una mierda… — un joven.

—Estoy harto de la familia real… — un anciano.

—Quiero un nuevo rey… — una señora.

—Yo también ….

—Y yo…

El rubio aprieta las manos con fuerza, de nuevo. La tragedia parece repetirse y solo es un testigo que nada puede hacer. La frustración se agolpa en el pecho, la rabia, irá y decenas de sentimientos negativos.

—Alibaba-kun… este día llegó más pronto de lo que pensé.

—¿Eh?

—Para que no pierdas de nuevo lo que más te importa.

—¿Eh?

—Te convertiré en rey.

Alibaba queda en shock, esto es demasiado sorpresivo y repentino. Sabe que Aladdin es un magi y que su trabajo es elegir reyes pero jamás se vio como uno. Sin embargo, las personas en el poder no pueden seguir ahí, hoy casi provocan una masacre, ¿y después? Todo el pueblo habla, son libres de expresar e intercambiar ideas, llegan a la conclusión de que es el único camino. Trazan un plan, se arman con las cosas que tiene a su alcance, la mayoría de uso común. Se dividen en tres escuadrones, el de Alibaba entraría del lado derecho, el que es dirigido por Zeinab y Hassam del lado izquierdo y Aladdin al frente. El magi invoca una gran magia que tumba las paredes para que sea más sencilla la infiltración, luego de ello una nube brillante recubre a la gente de los barrios bajos y a los soldados. Si bien esta molesto porque esos soldados debieron tener su propio juicio, de menos negarse a matar inocentes como el lo hizo, entiende que quizá no tuvieron mucha opción, después de todo sus familias son rehenes del sistema. Aladdin no desea la muerte de nadie, sin importar el bando. A excepción de aquellos en el poder y que son los únicos sin su protección, solo con su caída el destino volverá a su cause original. El niño suda frío, respira con esfuerzo.

—¿Aladdin? — le interroga una chica al notar su condición.

—Estoy bien, fue mucha magia pero tengo otras maneras de pelear — sonríe.

—Has hecho más que suficiente, deberías descansar.

—No puedo — se lleva la mano al pecho — algo me dice que tengo que estar aquí.

—Me preocupa… ¿en cuánto tiempo podrás usar magia de nuevo?

—No lo sé… una hora tal vez pero entonces será muy tarde …

—¡Rayos! No te apartes de mi, ¿quieres? ¡Te llevaré con Alibaba, verás por ti mismo cuando se haga rey!

—¡Muchas gracias onesan!

.

.

La batalla sigue en todos lados, gritos, súplicas, llanto. Porque si bien la barrera de Aladdin evita que mueran al centrarse en los puntos vitales, tampoco es como que haga milagros y la batalla debe de terminar de una u otra manera, así que quien pierda una pierna o brazo, así se queda. Transcurrida media hora la situación va bastante pareja, puede que los soldados tengan entrenamiento militar pero jamás debe subestimarse el deseo de vivir de los humanos comunes. Por su parte Alibaba ha noqueado a la guardia real, no tenía la menor idea de que tuviera algún talento con la espada, es un misterio porque su mismo cuerpo le dicta que hacer. Recibe numerosas heridas pero son generalmente rasguños. Es así como llega al rey que llora con toda la cobardía que le gobierna. Se pone de cuclillas cuando el metal de Alibaba se detiene a pocos centímetros de su cabeza.

—¿Ruegas por tu miserable vida? — le contempla con desprecio —Los que son como tú no se ponen a pensar en los demás. Mariam y Kassim no fueron escuchados. ¿Qué hay de aquellos que deseabas asesinar hoy? ¿Tan ebrio estás de poder que no ves lo que importa?

—Lo siento, no quise hacer daño. Solo tengo miedo.

—¡¿Y ellos no?!

—¡Yih! — se encoge sobre si mismo — M-me has derrotado, ya no tengo poder… ¿qué ganas al tomar mi vida? Déjame ir y nunca volveré a molestar, a nadie más, lo juro.

—¡Tu palabra no vale nada!

El rubio se dispone a decapitarle cuando se congela. No dudó en luchar ni arriesgarse, pero asesinar a sangre fría, por muy molesto que esté es… es… impensable. Da un paso hacía atrás, un instante, una milésima de segundo de duda, mismo que aprovecha el despreciable sujeto para coger una afilada lanza de uno de sus guardias caídos y que avienta con gran furia la verse humillado por un completo imbécil. Alibaba está demasiado aturdido para reaccionar, solo alcanza a ver el cabello azul de alguien que se interpone.

—¡ALADDIN!

Solo ello le hace reaccionar. El arma atraviesa el pecho del magi que no tiene energía siquiera para el borg más básico. Cae y es atrapado por su esposo, un hilo de sangre escapa de sus labios. En un arranque de pánico el mayor le retira la lanza, con la esperanza de que el Rukh haga su trabajo pero la herida en lugar de cerrar parece estar peor porque la sangre sale a montones.

—No, no, no, esto no puede estar pasando.

—A… Alibaba-kun… aún no termina.

El rey va contra el par empuñando una espada, corriendo, y sin pensar el rubio lanza su metal al cuello, cortando venas y arterias de tajo, el desgraciado es derrotado al fin, pero no podría importarle menos.

—Je, je, je. Al fin eres rey Alibaba… kun …

—No hables, la protección del rukh hará efecto de un momento a otro — se mece nervioso con su marido en brazos y regazo, como si fuese un bebé — Todo estará bien, mañana lo celebraremos comiendo sandías — las gotas saladas corren como si no hubiera un mañana.

—Alibaba… esa lanza… atravesó mi corazón… no hay nada que hacer …

—¡Ay mucho! ¡Todavía estás aquí! ¡UN MÉDICO! ¡NECESITO AYUDA!

—Está bien…

—¡NO LO ESTÁ! ¡ERES UN MAGI USA TU MAGIA!

—Estoy muy débil…

Alibaba entiende entonces que si Aladdin aún no ha muerto es por estar a su lado, aunque sea un poco. ¿Qué tan grande puede ser el amor? ¿Y porqué hay tan poco que pueda hacer? ¿Porqué no logra el milagro? La manita del niño toca su rostro, está tan fría que congela el alma, la sostiene con la suya.

—Ya hiciste demasiado por mi Aladdin, lamento no haber… si no me hubiera paralizado tú …

—Amo… tu… ingenuidad… jamás… la… pierdas – los zafiros se vuelven opacos, queda poco tiempo.

—Gracias. ¡Gracias por dejarme conocerte! ¡Gracias por enseñarme lo que es el amor! ¡Voy a cuidar de este mundo por ambos! ¡Vas a estar orgulloso de mi!

—Ya… ah, ah, ah… lo… estoy.

Los dedos de Aladdin aprietan un poco más fuerte, es un silencioso “no me quiero ir” no desea dejar solo y herida a la persona que más ama, si pudiera le evitaría el dolor que seguramente está sufriendo. Alibaba se inclina para darle un beso de despedida pero cuando logra tocar los labios del pequeño, este ya ha partido al más allá.

—¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Grita con toda su alma, ni despedirlo como merecía pudo, inútil hasta el final. Ese día quedaría grabado en Alibaba, más que ningún otro. No había nada que pudiera hacer para evitar el fallecimiento de Anise, tampoco de Mariam o Kassim pero Aladdin… Aladdin murió por su ineptitud. Había días en los que ansiaba quitarse la vida, pero era la misma que su esposo había protegido a costa de la suya.  Cargó con el dolor, sufrimiento y culpa. Llevó a Balbad a convertirse en el llamado “paraíso en la tierra”. Se la había pasado fallando todo el tiempo, no defraudaría el voto de fe de su otra mitad. Y así pasaron los años. Alibaba dictó las mejores leyes, hizo grande y próspero al reino, todos eran felices y sobre todo, jamás se casó de nuevo, porque aún si Aladdin no vivió lo suficiente para ocupar su lugar como consorte real, Alibaba siempre lo respeto de esa manera, y tanto soldados como pobladores saben que le debían todo al niño que salvó sus vidas y les obsequió un futuro.

.

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Época desconocida, ruinas de un palacio.

Un pequeño se mete sin permiso ya que es una zona altamente custodiada. Escenario de grandes leyendas y mitos, embrujada para muchos. El chico recorre los oscuros pasillos, tan abandonados, es un lugar que no reconoce del todo ya que solo lo vio una vez. Mira las ventanas y el actual paisaje. ¿Cómo habrá sido en su época de gloria? ¿Qué pensamientos habrían pasado por la cabeza del gran rey? Le imagina melancólico y se le oprime el corazón. Aún reza por estar equivocado. A ese lugar no entra una sola alma pero hace una semana hicieron un documental… nadie más pudo ver lo que él, ojalá sea su imaginación, ansía que el chico que tanto ama no se haya hecho algo así. Talvez no era su cabello, sino un destello de sol que se lo haya recordado y esa persona este en algún lugar, esperándole con una gran sonrisa. Se escucha un lamento, le golpea una ráfaga de viento que casi le hace caer para atrás, de pronto tiene una figura lastimosa delante de él.

—¿Porqué? — interroga al borde del llanto.

—Fue mi culpa que hayas muerto.

—Alibaba-kun, fue mi decisión. El mundo no podía perderte, yo no quería hacerlo. Fui egoísta… no debiste castigarte así.

El gran rey de la antigüedad ha sido reducido a un alma en pena, ¿cuánto tiempo lleva vagando?

—El rukh debe volver a su origen para luego regresar a este mundo.

—¡No merezco regresar!

El infante logra tocar su rostro, se sorprende porque hasta ahora, atraviesa cuanta cosa entra en contacto con él.

—Es cierto, morí en mi vida pasada pero todos lo hacemos tarde o temprano. Ahora estoy aquí, esperándote pero… — los ojos se llenan de lágrimas — No así Alibaba-kun, no soporto ser el único que te vea. Vuelve a donde debes, yo estaré esperándote, si no me alcanzas en esta vida será en la otra,  — se pone de puntitas para darle un beso en la mejilla – No tengas miedo, nos encontraremos de nuevo. Lo prometo.

—Siempre tu, siempre haciendo todo por mi. La próxima vez, seré yo quien te proteja.

Alibaba le estrecha entre sus brazos con fuerza, sin ganas de alejarse un solo segundo. Ninguno puede contener las lágrimas, Aladdin ya le extraña, Alibaba se culpa de hacerle pasar lo que él y a tan corta edad, ¿cuántos años tiene ahora? No luce mayor que la última vez. Rozan sus labios con suavidad, se han echado de menos por tanto tiempo. Este es el primer beso de ambos y también el último. Alibaba regresa al rukh. El pequeño hace su vida como de costumbre, sonriendo, siempre alegre pero con un gran vacío en el alma. Esperando el regreso de su esposo, cuando ya es viejo, en el lecho cuando sus pulmones apenas pueden retener aire mira a todos sus amigos, la familia que tenía (padres y abuelos) han partido hace mucho y jamás se casó. Como Magi siempre fue consciente de que Alibaba no reencarnaría a tiempo.

«—Pero no iba a darle mi corazón a nadie más.»

—Alibaba–kun …

Son las últimas palabras antes de abandonar este mundo.

.

.

En una remota ciudad.

Un pequeño lleva algunas cosas que su madre le pidió comprar para la comida. Va muy contento comiendo su paleta helada de sandía. Admira el cielo, sonríe. Desde la mañana ha estado de un estupendo humor, siempre está alegre pero es distinto. El corazón se le llena de algarabía, pareciera que todo lo bueno puede pasar hoy. Sube a un puente que le ayuda a cruzar un río. Escucha un fuerte crujido. Los zafiros se llenan  de pavor. Uno de los cerros cercanos  se desgajó y el material cayó al agua con tal violencia que una ola tremenda se acerca a él. No tiene un bastón a la mano y aunque así fuera, está vez no es un magi. Es solo un niño y por muy rápido que corra y es lo que hace, no podrá escapar. El agua le golpea con furia, le estampa contra el suelo y le alza, le arrastra. Estira la mano buscando aferrarse a algo, más traga líquido, empieza a sentirse mareado y con ello pierde el sentido.

«—Lo siento Alibaba-kun.»

.

.

Minutos antes en una preparatoria.

Un par de chicos van caminando de regreso a casa.

—Te digo que eres un idiota Alibaba, mira que irte a extra, pudiste estar en tu casa siendo sábado.

—¿Y quién lo dice? Eres un haragán de primera, ni siquiera te presentaste en el examen.

—De menos no soy un completo imbécil.

—Ya te dije que estaba distraído.

—Tu siempre sueñas despierto. Te digo que el enano del que tanto hablas no existe.

—Claro que si y me da igual si no me crees.

—Como sea, siempre que no le pegues tus alucinaciones a Hakuryuu no tengo problemas.

Alibaba hace un movimiento extraño, se va de lado hasta golpear su hombro contra la pared.

—¿Y ahora tú? Ni creas que te voy a cargar si…

Judal interrumpe la broma. Jamás le había visto esa expresión a Alibaba, tan llena de miedo y siniestra a la vez, es como si tuviera la palabra desgracia escrita en todo su rostro. Como si viese un muerto viviente.

—¡Aladdin!

—¿Que ese no es el nombre del enano?

—No, otra vez no. ¡Esta vez no lo voy a permitir!

.

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Una chica va con su hermano en un auto.

—¿Lo estoy haciendo bien Koumei-niisama? Estoy algo nerviosa, no quiero chocar en mi primera lección de… — voltea a ver a su acompañante, completamente dormido — ¡¿Nii-sama?! ¡No sé frenar!

A unos metros de ahí un chico le hace la seña de que le lleve pero al no poder detenerse, salta al frente del coche, lo que ella ve es a una persona en su parabrisas.

—¡Por dios atropellé a alguien! — entra en pánico, pisa el acelerador.

—¿Kougyoku?

—¡¿Alibaba-chan?! ¡Waaaaaaaaaa maté a mi mejor amigo!

—¡No me mataste… aún! — traga duro, si que teme resbalar y terminar como papilla, pero hay algo importante que hacer.

—¡No sé frenar!

—¡No te detengas!

—¡Nos voy a matar a todos!

—Todo saldrá bien, sigue el mismo camino por favor, rápido. ¡Tengo que salvar a Aladdin!

—¿Aladdin-chan? ¿Tu amigo imaginario?

—¡Es real! ¡Es muy real y va a morir si no llego a tiempo!

Los ámbares irradian dolor, no hay duda. Kougyoku pisa a fondo el acelerador.

—¡ME HUBIERAS DEJADO ENTRAR!

—¡NO HAY TIEMPO ALIBABA-CHAN!

Vaya cambio de actitud. El chico ve pasar sus vidas ante los ojos, sus equivocaciones y pecados. Hace cuanto puede por no perder el equilibrio, a lo lejos ve una gran ola que se lleva a alguien en el puente, la respiración se le detiene pues le reconoce.

—¿Mmm? — Koumei abre los ojos con pereza — No tan rápido hermana, es peligroso — mete el freno de jalón, para ellos no es más que un movimiento rudo pues traen cinturones de seguridad pero el pasajero del exterior es asunto aparte.

—¡WAAAAAH!

Alibaba sale disparado al río, un golpe que seguramente le dejará parte de la piel roja pero no tan intenso como para matarlo. El instinto le dicta la dirección, nada desesperado. Algunas piedras le hacen rasguños en piernas y brazos más no se detiene. Pronto le ve, acorta distancia con mucho trabajo pero sus esfuerzos dan fruto cuando logra tomarle la mano. ¿Y ahora? Alibaba lo abraza contra su pecho en un afán de protegerle, nada pero no parece estar cerca de la orilla, comienza a faltarle el aire. Busca desesperadamente hasta que una cuerda aparece como rayo de esperanza, la sostiene con ímpetu y está parece ir a un lugar. Pasados algunos segundos los chicos salen del agua violentamente, Alibaba tose pero el niño no reacciona.

—¡Alibaba-chan!

El grito de Kougyoku hace que el rubio salte sobre el infante, no respira.

—¡Maldita sea! ¡Esta vez no te vas a morir! ¡Vamos a ser felices!

Le da respiración de boca a boca, más no hay algo que parezca cambiar, cada vez más intenso, una cuantas presiones sobre el pecho, ritmo, de nuevo a la boca. Aladdin cada vez está más pálido, el otro no se rinde, incluso suda por el esfuerzo.

—¡Ah! ¡Cof, cof, cof!

Por fin, pasado un tiempo que pareció eterno, la víctima recobra el sentido y a su héroe es lo primero que ve, toca su rostro, su piel luego de varios siglos y usando otro cuerpo que luce igual.

—Esta vez tampoco me enamoré de ti a primera vista, Alibaba-kun.

—¡Pero nos acabamos de conocer! — alterado.

—No, al fin nos volvimos a encontrar — sonríe.

Los chicos se abrazan y unen los labios, está vez en un dulce, tierno y largo beso. Se sonrojan.

—¿Estás bien Alibaba-chan? — le cuestiona su amiga.

—Mas que bien, por fin, más que bien.

—Ah yo… es un gusto Aladdin-chan… es extraño conocerte porque escuché mucho de ti. No entiendo lo que pasa pero se ve que necesitan tiempo a solas, así que mi hermano y yo nos vamos… a menos que quieran que los lleve …

—Gracias Kougyoku pero ya me ayudaste mucho, en verdad,  gracias por lanzarme la cuerda.

—Para eso están los amigos… y ya me voy, no quiero molestar — se da la vuelta — Bienvenido Aladdin-chan.

—Gracias por todo Kougyoku-onesan, gracias por cuidar a la persona más importante para mí.

—Te lo repito, para eso están los amigos.

—¿Somos… amigos? — sorprendido.

—¡Pero claro! Y ya me voy o jamás los dejaré.

Los hermanos se van. Alibaba carga al niño en brazos, este se apoya en su pecho.

—Extrañé mucho ese sonido.

—Mi casa está cerca, vamos para que te cambies, no quiero que te enfermes.

—¿Puedo llamarle a mamá desee tu casa? Seguramente esté preocupada.

—Si claro.

El resto del trayecto que no es muy largo se mantienen en silencio. Alibaba le indica donde está el teléfono, el niño marca, se escuchan los tonos de línea.

—¿Diga?

—Mamá, soy yo. Mmm hubo un accidente en el río y me caí ¡pero estoy bien!

—¿Estás seguro? Espera en un momento…

—Estoy bien. Alibaba-kun me salvó y estoy en su casa, me prestará algo de ropa.

—Asi que al fin lo encontraste.

—¿Creíste todo lo que te conté?

—¿Porqué habría de dudar? No te angusties, estoy segura de que tienen muchas cosas por hablar pero asegúrate de volver antes de que el sol se ponga. Sabes que tu abuelo podría ponerse celoso.

—Je, je, je. Gracias.

Sheba cuelga. El pequeño da la vuelta y sigue el camino que recorriera el rubio antes, suponiendo que sea su habitación, se queda parado ante la puerta, duda en tocar pero ésta se abre, pronto el otro le abraza y besuquea todo el rostro. Ninguno puede contener las lágrimas.

—Al fin Aladdin, por fin estamos juntos otra vez, lamento todo lo que tuviste que pasar por mi culpa pero pasaré toda la vida intentando hacerte feliz.

El infante arruga la boquita, se aferra a la playera ajena con fuerza, haciendo pliegues en la tela.

—Jamás fue tu culpa, solo nos costó más trabajo de lo normal. Yo… te amo Alibaba-kun, todo este tiempo no he dejado de sentir este gran amor… yo… quiero ser tu novio …

—Aladdin… tres vidas son demasiado tiempo …

El corazón del más chico se parte a la mitad, ¿acaso se cansó de esperarle? Bueno, es natural pero… las cosas le dan vueltas, no estaba preparado para un rechazo. La mente se confunde aún más cuando Alibaba besa su cuello.

—¿Uh?

—Lo lamento Aladdin… tres vidas son demasiado… no puedo soportar más… quiero hacer el amor con mi esposo.

—¿Esposo?... ¿Aún soy…? Oh… — aprieta los ojos y se abraza a su pareja.

—Estás tan frío…

El rubio le despoja de la playera, le admira por primera vez el torso desnudo, traga saliva. Procede a quitarle los tenis y pantalón dejándole únicamente en ropa interior. Clava los ámbares en las piernas. Aladdin se cubre con los brazos como puede, completamente colorado.

—Alibaba… kun… n-no me mires tanto… por favor …

—¡Ay por dios! — el joven siente explotarle el corazón y posiblemente sea así ya que sufre una fuerte hemorragia nasal.

—¡Alibaba-kun!

—Ay no puedo, eres demasiado lindo. ¡Un paso a la vez! ¡Uno a la vez!

Corre al baño para limpiarse, seguido de su marido que se tapa como puede con una sábana. El rubio se suena desesperadamente hasta que el flujo da tregua.

—¿Quieres que llame a una ambulancia?

—Estoy mejor. Ah~ en verdad la sentí cerca. Aladdin eres un peligro.

—¿Eh?

—Te amo muchísimo más que antes. Tocarte de esa manera será difícil por un tiempo pero… — se planta delante de él, le da un beso en la frente y sonríe — ¡Pero no importa! ¡Al fin te encontré!

Los zafiros se llenan de lágrimas, se lanza a su pareja y unen sus labios con pasión. Poco importa que el niño esté de nuevo solo en ropa interior o que la hemorragia nasal apareciera de nueva cuenta. Porque sin necesidad de sexo, pueden entregarse por completo el uno al otro. La espera… valió la pena.

«—Te lo juro Aladdin, no interesa las veces que el destino nos separe, yo siempre volveré a nacer para ti.»

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Notas finales.

Este es un fic muy especial para mí, gracias por leerlo ( ˘ ³˘)♥.


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