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Wrong House por NNK

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Notas del capitulo:

Como siempre los personajes pertenecen a J.K Rowling y algunos son de mi completa autoria.

 

Capitulo XXIX: Parejas.

 

Aroa sintió aún durmiendo cuando el aroma de Tonks y Ron junto al de Harry se alejaban de su lado, él de Hermione estuvo con ella un período corto de tiempo, mientras tocaba su cabello. Sabía que tenía fiebre en cuanto sintió el aroma de Fred. En un instante, sintió el aroma de todos sus compañeros, luego el del profesor Lupin, seguido del de su padre, y por último, el aroma que más tiempo se quedó a su lado fue él de George Weasley.

Abrió sus ojos, viéndose en su cama, observo a través de la ventana, la luna llena se dejaba ver entremedio del atardecer. Giró su cabeza, viendo como George le miraba con una sonrisa, al verla despierta.

—Menudo susto le has dado a todos, te has enfermado—comentó, puso su mano sobre la frente de Aroa—Aún tienes fiebre.

—Qué raro, solo quería dormir una pequeña siesta—bromeó con voz débil—Perdón, no quería preocupar a nadie.

—Tranquila, solo saben algunos de nuestros amigos y la mayoría de ellos están ayudando a tu hermana a vengarse—comentó George con una sonrisa traviesa.

—Ya he dicho que he sido yo—repitió Aroa con una sonrisa.

—Mentirosa, no te ha creído ni la profesora Mcgonagall, no eres buena mintiendo, te falta práctica—comentó George, ayudando a Aroa a sentarse en la cama—Tu padre dice que debes beber esto y Ron ha dejado dos alitas de pollo para que comas, eran diez, pero mi hermanito se ha comido ocho—habló, haciendo reír a Aroa, mientras se bebía el líquido de la poción.

— ¿Por qué estás de canguro conmigo?—le consultó Aroa.

—Tengo que cuidar a mi futura novia y luego esposa ¿Tú no quieres ser mi novia?—preguntó George, viendo a Aroa con una sonrisa.

—No me gusta ser novia, porque hay que dar besos de esos en que la saliva se mezcla, solo me gustan los besos en la mejilla, porque demuestran más afecto—hablo de manera infantil, haciendo reír a George.

—Entonces ¿No quieres ser mi novia?—comentó haciendo un puchero.

—Sí, pero yo te daré un beso en la mejilla y tú dos —solicito con una sonrisa.

—Acepto, pero tú tendrás que darme diez besitos en la mejilla diarios—habló George, extendiendo su mano con una sonrisa.

—Cinco—pidió, mirando la mano de George Weasley.

—Nueve—negocio el precio con una sonrisa.

—Cuatro—bajó más todavía el precio.

—Tre…Veinte—habló rápido, viendo como Aroa estrechaba su mano con la suya.

—Trato—pronunció con una sonrisa alegre, pensando que George diría tres.

— ¡Sí, he ganado! Veinte besos en la mejilla diarios—comentó victorioso.

—Eso no es justo, primero dijiste tres—le reclamó Aroa, cruzándose de brazos.

—Allí van mis dos primeros besos—anunció, viendo que Aroa cerraba sus ojos, sonrojada.

Sintió como George besaba sus dos mejillas dejando un beso en cada uno, para después acariciar su cabello. Aroa abrió los ojos, viendo sonreír a George, se sintió extraña cuando su corazón palpitó rápido. Saludo con la mano al profesor Lupin al verlo en la puerta de su cuarto, viendo que George le miraba rápido.

—George, tu hermano Percy dice que bajes a cenar ya—comentó Remus, asomando su cabeza por la puerta de la habitación de primero.

—Está bien, Aroa nos vemos luego y vendré porque me debes mi beso en la mejilla—anunció George con una sonrisa.

— ¿Profesor Lupin puede quedarse?—preguntó Aroa, viendo que este le miraba algo urgido. George se detuvo en la puerta.

—Yo tengo que ir a dormir a mi cuarto, estoy muy cansado Aroa ¿No puede ser mañana?—preguntó con la esperanza de que la niña le dijera que sí.

—Aroa, nada de divertirse conversando, tú debes descansar para bajar esa fiebre y el profesor Lupin, debe irse de aquí, si no quiere contagiarse —anunció George, ante la mirada aliviada de Remus.

Aroa se cruzó de brazos cuando George le saco la lengua le encerró en su cuarto, quería salir de su cama y moverse, pero su cuerpo se había pegado a su cama. Ahora solo podía mover su cabeza y mirar por la ventana. Ya era Luna llena, pronto vio a alguien caminar, por su forma de hacerlo, supo reconocer a su profesor Lupin.

Cerró sus ojos, sus compañeras de cuarto, deberían estar cenando, así que prefirió concentrarse en los aromas de la habitación, algunos eran cítricos y otros dulces, pronto sintió el olor de las mascotas que había en todas las habitaciones de Gryffindor. Uno de ellos se le hacía familiar, el animal se movía inquieto, estaba buscando una salida del cuarto de hombres de tercer año.

Intentó incorporarse, pero por más que trataba no podía conseguirlo. Trató de hacer un hechizo no verbal como su padre le había explicado una vez cuando pequeña, pero no lo logró. Se desesperó al sentir que la pócima poco a poco le hacía efecto, haciendo que tuviera sueño nuevamente. Observo por la ventana, viendo como el curso de su hermana preparaba los telescopios para su clase de astronomía, parpadeo repetidas veces para lograr reaccionar, pero finalmente el sueño la venció.

Pronto se vio en los pasillos de Hogwarts, vio correr a un niño con gafas y otro con pelo rizado, empujaron a una chica pelirroja y un niño con el uniforme de Slytherin. Al momento supo que no eran sus recuerdos, su mirada negra se enfrentó a los ojos grises que se veían al otro lado del pasillo, le observo con cuidado, su instinto conocía esa mirada.

Volvió a sentir el aroma que sentía en su casa, que provenía de la caja de hierro que había en el ático, lo vio mover la boca como intentando decir algo. Llevo sus manos al pecho, le faltaba aire, ella sabía quién era, solo debía aceptarlo.

— ¡Papá!—exclamó, despertándose con la respiración agitada. Llevo sus manos a su cara al sentirla húmeda. Estaba llorando. Su papá le había lanzado un imperius en el bosque.

Draco y Harry observaron preocupados cuando Aroa volvió a recostarse en su cama, Draco regresó su mirada a Harry con una sonrisa, le gustaban los ojos verdes de su compañero y la preocupación que mostraba por Aroa, aun cuando no tuvieran parentesco alguno entre los dos. Sus miradas se enfrentaron y Harry no pudo evitar sonrojarse ante la sonrisa arrogante del rubio.

—Creo que debo ir a ver cómo está Phoenix—comentó Draco nervioso. Sabía que tenía que encontrar la forma de ser más cercano a Harry, pero había algo que no le dejaba acercarse como él quería.

—Te acompaño ¿si quieres?—propuso con la esperanza de poder pasar más tiempo con el rubio y romper de una vez por todas esa barrera que se formaba entre ambos.

—Claro, aunque no te molestes por lo que puedas ver, Phoenix es algo vengativa cuando utilizan a Aroa como víctima—comentó Draco preocupado, viendo que Harry sonreía y soltaba una carcajada— ¿De qué te ríes?

—Es que describes a Phoenix como una persona sobre protectora, cuando tú eres igual con tu hermana Eli, ambos son unas linduras cuando se enojan—comentó con una sonrisa.

Draco rodó los ojos con molestia al ver que Harry bajaba las escaleras hasta el salón central de Gryffindor, para que así los dos salieran a buscar a Phoenix antes de que está matara al culpable real de la broma de los Hufflepuff. Harry se sorprendió cuando Draco se puso a su lado y rosó sus manos, causándole un leve sonrojo.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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