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Wrong House por NNK

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Notas del capitulo:

Como siempre los personajes pertenecen a J.K Rowling y algunos son de mi completa autoria.

 

Capitulo XXXIX: La curiosidad de Severus

 

Baltasar sonrió al encontrarse de frente con unos alumnos de Slytherin, mientras caminaba por las mazmorras, los dos días que había venido a Hogwarts no paró en ningún momento de vigilar a Aroa, mucho más desde que esta llego de la tormenta. Intentó esos dos días idear un plan mucho mejor como se lo pidió Severus, pero aún no lo lograba, porque tenía una extraña curiosidad que le carcomía y no le dejaba pensar con claridad.

Por esa razón, se dirigía a la habitación de Severus Snape, tenía que sacar de su cabeza esa curiosidad que se instaló para fastidiarle, porque si resultaba cierta su sospecha, ya no tendría que hacer bastante trabajo. Se detuvo en la puerta del cuarto de Severus, tocó con su puño un par de veces, pasó su mano por la cabeza mientras esperaba una respuesta, tenía que arreglar su cabello y verse lo mejor posible en su aspecto.

Se sorprendió cuando la puerta se abrió y en vez de ver a Severus, se encontró con Aroa, quien le dedicó una mirada desconfiada.

— ¿Por qué estás tan bien vestido?—preguntó, luego de examinarlo de pie a cabeza.

— ¿No me puedo vestir bien acaso?—consultó Baltasar, sintiendo algo intimidado.

—Sí, pero acabas de peinarte y arreglarte mejor la ropa—acusó, viendo la sonrisa nerviosa de Baltasar— ¿No vendrás a coquetearle a mi papá, verdad?—le cuestiono, causando un sonrojo en el chico.

— ¿Por qué vendría a coquetearle? Tu padre es muy guapo, estoy seguro de que su esposa debe estar muy feliz—comentó Baltasar incómodo.

—Mi papá no tiene esposa, tuvo un esposo, pero hace doce años que no vive con nosotros—soltó la noticia, para ver la reacción del adulto. Ese chico no le agradaba nada.

—Que bueno es estar soltero y con dos hermosas hijas, debe tener una vida muy divertida—comentó, observando hacia el interior de la habitación ¿Dónde se había metido Severus Snape?

— ¿Por qué te hace tan feliz que esté soltero? ¿Es que quieres ir detrás de mi padre como una prostituta?—comentó, mordiendo su labio, ese tipo de lenguaje no era común en su hija Aroa.

—Solo era curiosidad, no tienes que contestar tan violentamente—comentó Baltasar, un poco ofendido por cómo fue tratado.

—Pues no me gusta tu curiosidad, mi padre es mío y si me lo quitas, te asesino—advirtió seria.

Baltasar tragó saliva al escuchar y ver como la pequeña pasaba su dedo por su garganta, mientras sacaba su lengua como si hubiera fallecido, para luego cruzarse de brazos y para observarle desconfiada. Vaya carácter.

—Aroa, basta deja de intimidar a la gente y vete a clases—regaño Severus a su hija, al llegar a su casa—Oh, eres tú, pasa. Tengo unos minutos antes de ir a clases.

Baltasar sonrió, nervioso ante la mirada de Aroa Snape, entró en la habitación, luego de ver que ella abandonaba la habitación. Guardó silencio por unos segundos, viendo que Severus le miraba con algo de impaciencia, mientras observaba su reloj de muñeca.

—Oye, si quieres hablar tiene que ser ahora, porque en veinte minutos, tengo clases al otro lado del castillo—apuró, sintiéndose algo inseguro al ver al chico tan nervioso.

—Cuando te conocí, vi un recuerdo tuyo, salvando a tu hija de un hombre lobo—comentó Baltasar, llamando la atención de Severus, quien le observo molesto.

—Te dije que no vieras o comentaras mis recuerdos—recordó Severus con una mirada amenazadora.

—Te comentó, porque vi que lo atacaste con un hechizo que hizo que ese hombre lobo, sangrara sobre tu hija—siguió contando, mientras se ponía en frente de Severus.

—Eso no te importa—recalcó, enfrentando la mirada del chico.

— ¿Te aseguraste de que al sacarla del agua de que a tu hija no le hubiera caído sangre en el ojo o aspirado su sangre, al intentar respirar?—preguntó, viendo que los ojos del adulto se oscurecían al sentirse ofendido.

—Ya cállate—advirtió con seriedad.

— ¿Por qué si no te aseguraste? No me resultaría extraño que tu hija haya encontrado doce alumnos en menos de dos horas—comentó Baltasar, ignorando por completo las amenazas de Severus.

— ¿Qué es lo que realmente quieres de mi hija?—preguntó Severus, llamando la atención de Baltasar, quien le sonrió victorioso.

—De tu hija no quiero nada, quiero que tú dejes de hacerte el ciego ante la conducta de tu hija menor. Aroa ha estado actuando extraño desde que llego de la tormenta—declaró Baltasar, acercándose a Severus, viendo que este se alejaba un poco con un leve sonrojo.

— ¿Raro, en qué sentido?—preguntó Severus, tratando de que Baltasar le diera una pista.

—No lo sé, averígualo. Un padre conoce a sus hijos como la palma de su mano—murmuró cerca de sus labios, antes de abandonar la habitación.

Severus suspiró, molesto mientras negaba con la cabeza. Sabía a la perfección que su hija Aroa no estaba actuando con normalidad, cómo si la hubiera cambiado, por más que observara los gestos y la forma de hablar de su hija, no podía encontrar nada que le hiciera desconfiar de ella, pero no era la única, Eli y Phoenix también se encontraban en igual condición, la única diferencia era que las chicas parecían inmersa en sus propios pensamiento y mundo.

Tenía el extraño presentimiento de que Phoenix le había mentido, había notado también que la mirada de Eli hacia Aroa cambió, de una llena de complicidad a una de sospecha absoluta. Por otro lado, durante la clase observo a ambas chicas. Su hija Phoenix estaba extraña, evitaba mirar a Luna y a Hermione a toda costa y en todo ese tiempo, no había sacado los ojos de la pócima que estaban creando.

A veces, Eli le miraba preocupada por segundos antes de volver a concentrarse en la clase, pero también se giraba a mirar por la ventana, perdiéndose por minutos en sus pensamientos, como si buscara una respuesta a alguna pregunta inconclusa.

No resistió más y prefirió primeramente enfrentar a Aroa. Por esta razón, la espero en los pasillos que llevaban a la torre de astronomía.

—Hola, papá… comentó nerviosa. Sirius le observo con burla, aún no se acostumbraba a ver a Severus, luego de estar doce años sin verle. Severus solo le sonrió.

—Una semana—pronunció Severus. Sirius le miró sin entender—He esperado una semana a que vengas a mí a pedir dinero para los dulces, pero no lo has hecho.

—Iba a serlo, pero aún me quedan reservas—aclaró, intentando seguir adelante, pero Severus la detuvo.

—Entiendo. Aroa—nombró con una sonrisa. Concentró su mirada en los ojos de su hija, tratando de encontrar algo físico que no fuera con su hija, pero la mirada segura de Aroa le causó algo de molestia—Vuelve a clases.

Severus la vio asentir con la cabeza antes de correr junto con Hator y Dennis quienes le esperaban al final del pasillo, por unos segundos dudo enormemente de que esa chica fuera su hija, pero al mismo tiempo algo le decía que su hija estaba mucho más cerca de lo que podía llegar a pensar.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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