Capítulo XLIII: El gran comedor.
Aroa llegó al gran comedor, que por esa noche se convertiría en los dormitorios de Gryffindor, rápidamente fue puesta en el lado derecho del salón por la profesora Mcgonagall. Se acostó al lado de Ginny Weasley y al frente de los gemelos Weasley. Se mantuvo observando lo que ocurría mientras la luz estaba encendida, la mayoría de sus compañeros de casa, ni siquiera se habian fijado en que la habian suplantado. Dennis y Collin se instalaron al lado de los gemelos y Dennis no dejo de abrazarla hasta que la profesora Mcgonagall vino a instalar las trampas, para que los niños no se pasaran a las camas de las niñas y viceversa. También instaló algunas para que ningún alumno saliera del gran comedor hasta el amanecer.
Puso su cabeza en su almohada, pensando en la historia que su padre Severus le había contado con relación a su padre Sirius, quería formar una idea positiva sobre él, pero con todo lo que le había hecho en estos cinco meses, era algo difícil para ella.
Se cubrió su cabeza con el saco de dormir cuando las luces se apagaron. Recuerdo la noche en que sus amigos y ella fueron atacados, su padre Sirius luego de morderlos se quedó con ella hasta segundos antes de que su padre Severus apareciera en su rescate, pero también durante su recuperación e incluso luego de ella la había ayudado como amenazado. Sabía que su padre Sirius no era malo, había visto sus recuerdos de niñez en su casa, los de su juventud en Hogwarts y los de adulto en Azkaban Pero a pesar de todo ello, no podía evitar sentir desconfianza hacia Sirius Black.
Por otro lado, su padre Severus parecía confiar en Sirius Black o al menos saber cuáles eran los límites que rigen su vida. Aun así, en el fondo de su corazón su padre Sirius le aterraba.
Levanto su cabeza de la almohada cuando sintió su estomago rugir, observo para ambos lados con la intención de ir a la cocina, pero se arrepintió al verlas trampas que había dejado la profesora Mcgonagall para que no salieran de allí. Todos los alumnos de Gryffindor dormían profundamente, menos ella. Sonrió al mirar al frente y ver como Fred abrazaba a George, utilizándolo de almohada. Pasó sus manos por los bolsillos de su pijama para ver si tenía algún dulce, pero no encontró nada. Iba a morir de hambre si no comía algo pronto.
—Aroa, duérmete—ordenó George, levantando la cabeza de su almohada, mientras llevaba su mano a su boca para cubrir su bostezo—Si no puedes dormir, ¿Puedes dormir conmigo?—le propuso en una pregunta, al ver que ella le miraba con atención.
—No creo que pueda dormir contigo. Fred se rehúsa a compartir—comentó Aroa, viendo que George se daba cuenta de que su hermano mayor lo utilizaba de almohada—Además tengo hambre—se quejo, haciendo un puchero.
—Luna ha dejado un pan de huevo debajo de tu almohada antes de que llegaras al salón—hizo saber a la menor, viendo como está levantaba su almohada, le brillaban sus ojos grises y se comía el pan en menos de cinco minutos—Estaba delicioso, como amo a Luna en este momento—comentó, sintiéndose más aliviado al ver que podía dormir sin preocupaciones— ¿Quieres dormir conmigo? —preguntó al ver que George hacía una mueca al escuchar esa confesión.
—No me puedo mover, Fred me utiliza como su almohada—se quejó un poco de no poder aceptar la invitación.
—Dame la mano—ordenó Aroa, estirando su brazo—Solo hago esto porque sé que te preocupaste por mí, así que no abuses—advirtió, seria mientras que George sonreía travieso, tomando su mano.
George cerró sus ojos, sintiendo la calidez de la mano de Aroa, mientras escuchaba la respiración acompasada de su hermano, sonrió al fin todo era como antes de la semana de la tormenta, Aroa estaba a su lado y su Fred volvía a confiar en él.
Aroa cerró sus ojos también, pero no se durmió ya que cuando lo estaba logrando, escucho abrir la puerta del gran comedor, reconoció el aroma de su padre Severus y del director Dumbledore. Les oyó decir algo sobre su padre Sirius en frente de Harry, Ron y Hermione. Abrió sus ojos, observando hacia aquella dirección, sorprendiéndose al ver que seguía despierto, mientras apretaba sus puños debajo de su almohada, sus miradas se cruzaron y ambos supieron que estaban relacionados directamente con Sirius Black.
La mañana llegó sin dejar rastro de que el gran comedor había sido ocupado por toda la casa de Gryffindor, los alumnos de esa casa, todos los alumnos de esta casa se sintieron aliviados al volver a su cuarto con sus pertenencias. Pero eso no evitó que la curiosidad de los alumnos de las otras casas junto a sus comentarios se adueñaran del desayuno.
Harry se alegró de terminar. Hoy no quería ir a clases de pociones así que simplemente no se presentó, tenía mucho que procesar y no estaba completamente seguro de poder prestar atención, ni mucho menos tener fuerzas para soportar los comentarios de Severus Snape. Su rostro mostró una sonrisa cuando entró a Aroa en frente del Sauce Boxeador, mientras observaba como el árbol trataba de quitarse toda la nieve que tenía en sus ramas con algo de violencia. Se acercó a ella, poniéndose a su lado sin interrumpir su vista.
—Tengo una duda en mi cabeza. Toda mi vida pensé que no tenía más familia que los Dursley y la persona que puede ser mi familiar si lo permito, es la misma persona que entrego a mis padres—comentó Harry a la menor de los Snape retrocediendo unos pasos al ver que un poco de nieve caía al lado—Tengo el presentimiento de que está conectado con Phoenix y tú.
—También tengo una duda en mi cabeza. Toda mi vida pensé que la persona que me dio a luz me había abandonado a mi hermana y a mí, pero ahora me entere de que no lo hizo porque quiso, si no porque no tuvo opción—comentó Aroa a Harry, viendo como el Sauce Boxeador nuevamente se movía con violencia—Pero, aun así no puedo confiar en él, porque me ha hecho daño dos veces y no lo puedo comentar con nadie, porque le prometí a mi hermana, que le daría un descanso emocional a mi padre y ella, que para colmo tiene todo el derecho a exigir—comentó riendo al saber que estaba entre la espada y la pared.
—Cuando yo me veo entre la espada y la pared, siempre trato de hablar con alguien que me inspire confianza, aunque siempre es Ron o Hermione o ambos—confesó con una sonrisa, viendo si podía aconsejar a Aroa.
—Cuando yo me veo en esta situación, suelo guardar silencio, mi padre y mi hermana ya tienen sus propios problemas como para preocuparse por los míos— comunicó con una sonrisa, sorprendiendo a Harry—En mi familia solucionamos los problemas nosotros mismos, aunque nos volvamos locos en el proceso—confesó lo aprendido a Harry, mirándole por primera vez—Busqué a mi padre Sirius doce años de mi vida y ahora que conozco un poco más de él, no sé si quiero llegar al final.
—A veces tenemos que llegar al final, aun cuando no queramos, porque solo llegando allí, podremos llegar a saber que realmente queremos, yo lo he comprobado dos veces desde que entre a Hogwarts y no me arrepiento—confesó, ganándose la atención de Aroa—No te rindas, es la característica principal de las cuatro casas de Hogwarts. No te rindas—aconsejo dos veces, antes de girarse e ir a su clase de transformaciones.
Aroa se giró al ver como Harry volvía al colegio. Sonrió, iba a tomar en cuenta ese pequeño consejo, de todas formas ella solo era una principiante ante los problemas que le daba la vida. Camino hacia dentro del castillo al ver que Dennis y Hator le hacían señas para ir a sus clases de vuelo. Camino hacia ellos, extrañándose al ver a Hermione aparecer de la nada en la entrada e ir al lado derecho del castillo, para después volver aparecer e irse por el lado izquierdo.
Negó con la cabeza ante esa confusión, prefirió ir a clases de vuelo, al menos allí podría distraer su mente unas horas antes de ir a clases de pociones con su padre.