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Wrong House por NNK

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Notas del capitulo:

Gracias a todos por llegar aqui, les advierto que los personajes pertenecen a J.K.Rowling y otros son propios mios. 

 

Capítulo V: Colapso.

 

Aroa suspiró por milésima vez en esa semana, su primera semana en Hogwarts había sido un asco. Solo para evitar la mirada de odio de sus compañeros y del demás alumnado de Gryffindor, había decidido, sentarse en las gradas, el lugar estaba vacío, la mayoría de los estudiantes mayores se encontraba en Hogmeade, mientras que los menores estaban en el patio o en Gran comedor jugando algo.

Jamás había deseado volver a casa como ahora, tan solo pensar en su hogar le causaba un pequeño dolor en el pecho. En una semana se había ganado el odio de toda la casa de Gryffindor, su padre había ayudado a incrementar ese odio. Solo en una semana había pensado en veinte formas distintas de volver a su casa, ni siquiera sentía que pertenecía a esa casa. Su amigo Dennis era con él único que hablaba y también a veces con Hator, con quien su padre le obligó a disculparse por dejarlo con los ojos hinchados por la conjuntivitis.

Tan concentrada estaba en su propia miseria que no se dio cuenta cuando Harry se sentó a su lado. Harry la vio tan ensimismada en sus pensamientos, que pasó una mano por su cara, viendo que esta se giraba y le miraba abriendo sus ojos sorprendidas.

—Genial otra persona que viene a restregarme su odio—susurró fastidiada Aroa.

—En realidad, vengo a esconderme de las pesadeces de Malfoy—murmuró Harry, igual de fastidiado, que su compañera de casa.

—Mi primo Draco te molesta porque tú le gustas, su propia hermana lo dijo, así que es fuente confiable—habló resignada, sorprendiendo a Harry—No te hagas el sorprendido, a ti también te gusta, se nota en la forma en que lo miras, te pone contento que concentre su atención en ti—dijo con molestia.

—Vaya, había escuchado de los profesores que eras directa, pero jamás pensé que tuvieran razón—dijo con una sonrisa alegre, mientras acariciaba la cabeza de Aroa—Con ese carácter, tendré más que claro que cada semana nos sacaran un total de quinientos puntos.

—No me lo recuerdes—susurró con un nudo en la garganta—No quería estar en esta casa, ni mucho menos que la gente me odiara, ni siquiera quería irme de mi casa. Quería quedarme y aprender de los elfos domésticos como lo he hecho siempre, pero mi padre dijo que no, que debía educarme correctamente, pero solo me gane el odio de todo el mundo, incluyendo el de mi papá—explotó llorando, mientras limpiaba sus lágrimas bruscamente.

Harry se levantó y se puso enfrente de Aroa preocupado, la chica no paraba de llorar y había comenzado a temblar. La vio llevarse las manos al estómago, mientras agachaba la cabeza, limpiando sus lágrimas.

—Aroa, tranquila—pidió Harry, tomándola de los hombros, viendo como está empezaba a toser e hiperventilarse—Aroa, respira—pidió angustiado.

— Yo…no…quería…esto—dijo, cubriéndose la boca para toser, sintiendo ganas de vomitar.

—Aroa, sé que no has tenido la semana que quería, que quieres volver a tu casa, porque no entiendes nada a tu alrededor. Créeme te entiendo perfectamente, yo tampoco tuve la mejor semana, en mi primer año. —Contó, viendo que Aroa le tomaba atención, mientras trataba de respirar normal—Me abrumaba mucho porque todos tenían sus ojos en mí. Todo el colegio pensaba que Snape, solo tenía una hija y ya, escuchar de tu existencia fue una sorpresa para todos, pero te aseguro que nadie te odia, solo están molestos—aseguro con una sonrisa, viendo como Aroa se calmaba—Además que son quinientos puntos, solo estamos a la primera semana, podemos recuperarlos, eso lo hacen de dramáticos.

Aroa sonrió, viendo como Harry también lo hacía.

—Ven vamos a la enfermería—animó, sintiendo que Aroa no dejaba de temblar—Pomfrey tiene que verte.

—Me duele el estómago—dijo adolorida, llevando sus manos a su vientre.

Harry la tomó de los hombros y ambos caminaron hacia el interior del castillo. Sonrió, Aroa era una niña bastante abierta en cuanto a sus problemas y eso le agrado, no tenía miedo a mentirse a ella misma. Sus ojitos negros estaban enrojecidos a causa del llanto y por unos segundos la sintió vulnerable.

— ¿Por qué no estás en Hogmeade con tus amigos?—preguntó Aroa a mitad del camino.

—No tengo un permiso que me permita ir—hablo Harry un poco apenado de no poder estar con Ron o Hermione.

—Pero tienes la capa de invisibilidad ¿No?—preguntó viendo a Harry—Si yo fuera tú, la ocuparía para ir a Hogmeade con mis amigos.

Harry sonrió, esa era una idea excelente, de seguro lo haría así cuando tuviera una siguiente oportunidad. Ambos entraron a la enfermería, llamando la atención de Pomfrey, quien dejó de escribir en su escritorio al ver la condición de Aroa Snape. Harry alcanzó a sostenerla antes de que cayera al suelo, desmayada.

—Ponla en la cama, rápido—pidió Pomfrey, acercándose a ambos alumnos— ¿Qué pasó?

—Se hiperventiló en las gradas, dijo que le dolía el estómago, por eso la traje aquí—explicó Harry apresurado— ¿Estará bien?

Pomfrey guardó silencio ante la pregunta de Harry, concentrándose en la salud de la pequeña. Suspiro aliviada, solo había sido un desmayado a causa de un ataque de ansiedad, típico de los niños de primer año.

 

Phoenix suspiro por quinta vez en la mesa de Slytherin, tenía un extraño presentimiento desde que había visto a su hermana menor en el desayuno, dio una mordida a su manzana verde. La profesora Mcgonagall había salido del comedor hace unos diez segundos y eso solo le causó sospecha, ella solo se ausentaba de la cena cuando uno de los chicos de Gryffindor se encontraba en enfermería. Observo la mesa, dándose cuenta de que al menos faltaban al menos veinte chicos de esa casa en la mesa.

— ¿Por qué miras tanto la mesa de Gryffindor?—preguntó Draco con desprecio.

— ¿Draco viste a Aroa esta mañana?—consultó preocupada. Eli dejó de comer y se quedó pensativa unos segundos, ella no había visto a Aroa desde el desayuno. Draco observo a la mesa de Gryffindor, la última vez que había visto a su prima Aroa desde la cena de anoche. Ambos hermanos negaron.

—Yo la vi, estaba sentada en las gradas, sola—mintió Hator. En realidad la había visto con Harry conversando algo muy interesante.

Phoenix suspiró preocupada, no le gustaba para nada que su hermana estuviera sola.

—Tranquila, tuvo una semana difícil, todo el mundo quiere estar sola un momento, cuando tiene días así—dijo Eli, animando a su amiga—Ya verás como vuelve para comer.

La puerta del gran comedor se abrió, los tres voltearon a mirar, viendo como Harry entraba y se acercaba a ello, pensaron que se sentaría en la mesa de los Gryffindor, pero tanto Phoenix como los hermanos Malfoy, se sorprendieron cuando Harry se paró atrás de Draco y apoyaba su mano a los costados mirando a Phoenix con preocupación, ignorando el sonrojo que se formó en Draco.

— ¿Qué pasa Potter?—preguntó, usualmente le hubiera tirado una pesadez, pero la mirada de su compañero de clase era seria.

—Aroa está en la enfermería, tu padre quiere que vayas—pronunció serio, llamando la atención de todos los presentes.

Phoenix se levanto, junto a los hermanos Malfoy para ir en dirección a la enfermería. Draco agradeció salir de la cercanía de Potter, esa acción le había sorprendido. Harry no le quito la vista al rubio hasta que desapareció por completo, solo esperaba que Aroa se recuperara rápidamente.

—Por favor, recupérate rápido, Aroa—pensó antes de sentarse junto a sus compañeros.

Severus se encontraba saliendo de la enfermería, cuando se volteó al escuchar pasos apresurados, como si estuvieran corriendo en su dirección. Volteó su cabeza, viendo como su hija junto a los hermanos Malfoy, venían a su encuentro.

— ¿Cómo está, Aroa?—preguntó Phoenix con la respiración agitada.

—Solo fue un pequeño ataque de ansiedad, ahora está durmiendo, es mejor dejarla descansar hasta mañana—comentó a su hija con una sonrisa.

— ¿No puedo verla?— insistió Phoenix a su padre.

—Es mejor dejarla dormir y mañana antes de que venga a verla, quiero hablar contigo —ordenó a su hija serio, viendo a sus dos ahijados—A solas. Ahora por favor vuelvas a su sala común.

Severus avanzó con los tres muchachos, sintiéndose apenado. Por culpa de su actitud su hija estaba en esa condición.

Notas finales:

Gracias a todos por leerme. Nos vemos en la siguiente publicación.


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