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LA HERENCIA por Kalixta Bell

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen a su respectivo autor, yo solo los tomo prestados para crear locas historias

Notas del capitulo:

Es un pequeño fanfic sobre una herencia... espero les guste

La Herencia

 

Inglaterra 1911

La calma de la tarde se vio interrumpida por el paso de un coche por el polvoriento camino, con rumbo a la vieja mansión de los Fenix.

La pesadez del sol y la nula brisa hacían la travesía más incómoda, pero la obligación familiar era primero.

Camus Acuarius, un reconocido abogado de Londres, conducía aquel coche en medio de la nube de polvo que se levantaba a su paso, su sombrero negro y su traje gris plomo, evidenciaba que gozaba de un alto estatus entre los suyos, además de la poca costumbre de visitar el campo en esos tiempos, donde ropas más frescas eran las predilectas.

Acompañaba a su cliente y amigo Ikki Fenix, que iba concentrado leyendo una y otra vez el escrito que tenía entre sus manos, su rostro era serio, sin la más mínima muestra de algún sentimiento posible, su fría mirada solo era capaz de reflejar la dureza y lo estricto de su ser.

_Pensé que jamás moriría _ pronunció con frialdad Ikki, guardando todos los documentos que había leído por el camino.

_ Debió haber sentido que pronto moriría _ comentó Camus siempre con la vista al frente _ Todo lo ha dejado detallado.

_ No habían muchos familiares a quien dejarle sus antigüedades.  El maldito se había reído muchas veces de la muerte…

_ Gracias a esa suerte, te salvó a ti.

_ El muy infeliz me salvó, no sé porqué, pero me trajo a esa vieja mansión para empezar de nuevo y tratarme como si fuera su maldito hijo, todo para comprometerme en matrimonio con una prima lejana. 

_ Es muy probable que lo hiciera para conservar el apellido familiar.  Aparte que ya le has dado bastante largas al asunto, este año cumplirás 30, no es bien visto que permanezcas en soltería aún.

_ No me agrada que me obliguen a casarme con alguien que apenas he visto un par de veces _ escupió con odio Ikki _ Y todo por la estúpida idea del bienestar de la familia Fenix.

_ ¿Qué harás, entonces?  Ella llegará mañana a la ciudad.

_ ¡Odio tener que cumplir con esa obligación! ¡Es absurdo! ¡No la amo! No soy capaz de sentir algo por esa mujer.  De seguro, mi tío quiso vengarse por haberme alejado de la familia.

Ikki continuó maldiciendo todas aquellas decisiones que su tío tomó sin su parecer, hasta llegar al portón, ya oxidado, de la entrada a la mansión Fenix.

Un joven rubio, a caballo, vino a abrir el viejo portón, dejando pasar el coche para posteriormente volver a cerrar la entrada, continuando el coche por el polvoriento camino que ahora estaba rodeado de diversos arbustos de amarillentas hojas, que al paso del carro iban cayendo, anunciando que el verano ese año sería más corto de lo acostumbrado.

Desde la entrada se podía observar la imponente casa, estilo victoriano, de color ladrillo, de 3 pisos y numerosos ventanales cubiertos por gruesas cortinas negras que anunciaba que la familia estaba de luto.

Cuando el choche llegó hasta la entrada de la mansión, la servidumbre hizo una fila para después de hacer una reverencia, recibir al nuevo señor Fenix. 

De primera y delante de los demás, Marin, el ama de llaves del Sr. Kagaho Fenix, hizo una reverencia en señal de respeto, para después presentar a cada uno de los que ahora en adelante servirían al nuevo señor de aquella mansión.

Pero para Ikki todo aquello le parecía abrumador e incómodo, por lo que sin voltear a ver la servidumbre, entró en la que de ahora en adelante sería su casa, percibiendo el olor a nostalgia en cada uno de sus rincones y lejanos recuerdos de cuando era niño.

_ Lleven las maletas a mi habitación _ les ordenó quitándose el saco y poniéndolo sobre uno de los ganchos de colgar prendas_ Para el Sr. Acuarius y para mi traigan té y un acompañamiento, debieron preocuparse más por la limpieza, los pisos debieron estar brillantes al igual que las otras maderas y la plata está opaca _ agregó Ikki entrando a la sala principal que era iluminada por una araña de 15 luces, fabricada en Francia, a pedido del Sr. Kagaho Fenix.

Ambos tomaron asiento en los sillones en tono marrón, observando Ikki como el lugar estaba descuidado y carente de limpieza.

_ ¡Deja mucho que desear la limpieza! Imagino que mi tío no se preocupaba por recibir amistades o hacer fiestas, es evidente que el mando se lo había dejado a otro, razón por la cual la servidumbre hacía lo que quería ¡Son unos holgazanes!

Al cabo de unos minutos, Marin y una joven sirvienta, ambas temerosas, entraron a la sala trayendo el té de los señores en una charola de plata y otra con repostería, dejándolas en una mesita de caoba.

Antes de retirarse, Marin sacó una carpeta de cuero de un mueble con gavetas que había en el salón y dirigiéndose a los presentes les dijo.

_ Sr. Fenix, su tío, me pidió que le entregara esta carpeta personalmente _ dijo entregándosela para luego salir de la sala dejándolos nuevamente solos.

_ ¿Más sorpresas? _ Preguntó Camus para después darle un sorbo al té.

_ Eso parece _ dijo detallando la carpeta para luego sacar los documentos y algo parecido a un diario _ Sin duda, estuve demasiado tiempo lejos de esta casa, ahora tengo mucho que leer _ Poniéndose en pie, volteando a ver a su amigo, le dijo_ Es mejor que regreses a la ciudad, mañana Pandora llega en el tren de media tarde, recógela y la traes a esta mansión, mientras ordeno a la servidumbre hacer los preparativos para recibir a la que será la Sra. Fenix.

Después de despedir a Camus y dar las órdenes necesarias a Marin para que organizara a la servidumbre en los preparativos necesarios para la llegada de la señorita Pandora, se retiró a la que, en su niñez y adolescencia fuese su habitación, que se conservaba incólume.

Una lámpara iluminaba aquella estancia, mientras que sentado en una silla, leía uno a uno los documentos que contenía aquella carpeta, dejando de último el diario.

Encendió un cigarro después de abrir la ventana y retirar la cortina negra.  Las doce campanadas sonaron en el reloj de pie que había en el comedor, un tanto sorprendido por las campanadas, sacó su reloj de bolsillo para corroborar la hora, parecía que el sueño aún no llegaba a su cuerpo. 

Encontró además una llave en el fondo de la carpeta, algo que hizo meditar a Ikki mientras caminaba por la habitación, por último, fue hasta la ventana para ver la inmensidad de la noche cubierta de estrellas, que con amargura sacaba todo el odio que había acumulado a través de los años en su pecho.

Sabía que si dormía, aquellas pesadillas volverían a atormentarle, entonces, sin cambiar sus ropas, salió de la mansión alumbrado únicamente por una lámpara de querosene.

El camino lo conocía bien, lo llevaría hasta la pequeña ermita que había en aquella propiedad, la cual, había sido construida por mero capricho de Kagaho Fenix, para que allí algún día, hicieran su funeral.

La ermita aún conservaba las flores, ya marchitas por el pasar de los días, al igual que los cirios a medio derretir utilizados para despedir al señor de la casa y alumbrar su camino al cielo, según las creencias de las gentes.

Pero Ikki no se detuvo a hacer una plegaria por el alma de su tío, mucho menos reparó en los detalles que aún se conservaban del día del sepelio.  Conocía un lugar secreto, un sótano que pocos conocían, pero que Kagaho había utilizado por años… Eso también lo heredaría, se lo debía a su familia, más que a su tío…

No inmutó su rostro al ver lo que había en aquel lugar, la última voluntad de su tío… Alumbró hacia una esquina, ahí encadenado lo observó… Estaba dormido, despeinado, sucio y descalzo, simplemente le asqueó ver aquel joven, no había duda alguna que se trataba del último miembro de la familia Kido…

Al igual que él, pertenecían a familias que habían sido enemigas desde muchos años atrás, al punto que los Kido perpetraron la matanza contra los Fenix, donde solamente Kagaho sobrevivió junto a su sobrino al esconderse entre los tablones del piso.

Kagaho nunca olvidó lo que le hicieron a su familia, al pasar los años les fue dando muerte a cada uno de los Kido, sin tener la más mínima consideración si se trataba de niños o adultos.

Frente a él estaba el menor de los Kido, según los escritos que le había dejado su tío, se trataba de Seiya Kido, el último a quien debían darle muerte.  Pero esta vida no debía ser tomada a la ligera, debía sufrir más que todo lo que sufrieron los suyos… Seiya debía sufrir por cada uno de los Fenix que murió esa noche… ¡Debía torturarle! Marcar en su cuerpo todo el dolor que le produjo a su familia.

Rencor, repulsión, odio… Lanzó una patada al joven para despertarlo, haciéndolo chocar contra la pared.  Acercando la linterna al joven, solo para corroborar que hubiese despertado.

Observó con asco que el rostro del joven estaba ensangrentado y la luz se reflejó en sus pupilas achocolatadas , acto seguido Seiya se arrinconó y tapó su rostro para no ser visto en tan lamentable estado.

Pero Ikki no tuvo consideración alguna, una lluvia de patadas vinieron a reflejar toda la ira y el odio que sentía hacia los Kido, mientras que Seiya se hacía una bolita para contrarrestar los golpes que recibía.

_ ¿Ya estás satisfecho? _ Hablo Seiya con voz temblorosa y sangrando por boca y nariz, justo cuando Ikki le propinaba otra patada.

_ Un perro como tu merece esto y más.

_ ¡Eres un idiota! No había nacido cuando mataron a tu familia.

_ ¡Eres un Kido! ¡Un maldito Kido!  Si habías nacido o no, eso no importa, los Fenix debemos vengar a nuestros muertos, maldito mocoso…_ dijo al patearlo de nuevo.

_ ¿Entonces qué te detiene? ¡Termina tu venganza de una buena vez!

_ Maldito mocoso, ten por seguro que de aquí no saldrás vivo _ Juró Ikki.

_ Mi vida ya no importa, de una u otra manera quería ser libre, que mi apellido ya no sea un peso para mí, porque aunque estoy aquí encadenado ¡Soy más libre que tú! Podré morir en tus manos que se mancharían por mi sangre inocente, esa será tu sentencia… ¡Soy inocente! Y no cargaré ya más con los pecados de mi familia.

_ Los Fenix hemos jurado vengar la injusta muerte de la familia.  Cuando ustedes hicieron la masacre, no perdonaron a inocentes, mataron a todos por igual.  Tu sangre no es de un inocente, está manchada por la sangre de mi familia, maldito mocoso.

_ Los verdaderos culpables ya han pagado, tienes la oportunidad de terminar con esta locura que ha azotada a ambas familias ¡Vete ahora mismo de la mansión, Ikki Fenix, y nunca regreses!

Ikki se sorprendió al escuchar aquellas palabras y dio un par de pasos hacia atrás.  Como era de cínico aquel jovenzuelo que lo retaba, aun estando ahí tirado a su merced, pensó.  Él tenía el control de todo, no iba a permitir que ese estúpido se atreviera a darle órdenes.

_ Tanto tú como yo _ habló Seiya con propiedad_ merecemos una vida lejos de toda esta porquería, mi muerte no te devolverá a tu familia, ni la tuya me devolverá a la mía.  Cuando vine a esta mansión a terminar con la vida de tu tío _ dijo Seiya quitándose las cadenas _ Era un viejo senil y decrépito al borde de la muerte, hubiese sido muy fácil terminar con su vida, sin embargo, él se tomó su tiempo y me habló de ti, hasta de ese pequeño detalle que tanto te avergüenza y lo que al fin y al cabo los alejó el uno del otro… “Tus dudosas preferencias sexuales”  Sin duda no serían bien vistas en la sociedad a la que perteneces… Sería muy lamentable para ti si se hicieran públicas… Porque toda esa sociedad que tanto idolatras te señalará, pobre huérfano homosexual _ Se burlaba Seiya mientras Ikki lo miraba como si de una fiera se tratase.

_ ¡A nadie le importa lo que hago con mi culo! Mucho menos a un ser tan despreciable como tú.

_ Te gusta mi cuerpo ¿No es así? ¿Te imaginas que ahora sea yo el que te dé una paliza?

_ Ni aunque estuvieras muerto tocaría tu cuerpo _ dijo Ikki con rabia y odio.

_ Entonces no te importaría si…_ dijo Seiya quitándose el harapo que usaba como camisa provocando que Ikki lo volviese a ver lleno de ira _ Me esperaba tu golpiza… Por eso preparé mi cuerpo para soportar tu ira, te he estudiado, Ikki Fenix; no te has casado aún porque huyes de las mujeres…

_ Eres un maldito idiota _ Dijo Ikki acercándose a Seiya con su puño en alto para golpearlo, sin embargo, Seiya fue más rápido y levantándose del suelo detuvo su avance.

_ ¡No más golpes! _ dijo Seiya aun sosteniendo el puño de Ikki _ Un golpe tuyo o uno mío, parece que estamos destinados a vivir en una guerra eterna, o morir aquí sin dejar un heredero que continúe con esta herencia sangrienta, aunque tu tío ya había desechado la idea de que le dieras un heredero a la familia.

_ Mataste a mi tío y ahora crees que tomarás mi vida.

_ Tu tío fue un buen amante, pero no lo maté, murió de viejo mascullando los odios de años pasados y tu _ dijo atrayendo a Ikki hacia su cuerpo y sujetándolo con fuerza _ ¿Serías acaso un buen amante?

Para sorpresa de Ikki, Seiya había unido los labios a los suyos con fuerza, siendo imposible para Ikki escapar de aquella prisión que le quemaba.  Justamente eso era lo que sentía, su piel ardía al contacto de aquella piel desnuda, fresca y juvenil a pesar de las heridas recibidas.

Aunque le parecía que lo aferraba a su cuerpo con dureza para que no escapara, Seiya se encargada también de devorar sus labios mientras Ikki miraba con rabia como aquel jovenzuelo, quien había cerrado sus ojos, disfrutaba de aquella pecaminosa unión.

Algo en el interior de Ikki pareció quebrarse permitiéndose bajar la guardia y sentir ¿Pero sentir que? Tuvo que ir más a fondo al permitir que Seiya explorara el interior de su boca.

Las caricias de Seiya quemaban su cuerpo y no era capaz de hilar un pensamiento coherente.  Era prohibido disfrutar del placer que su cuerpo era objeto y él dejándose llevar recorrió con sus manos aquel cuerpo juvenil que le llenaba la vida.

Justo eso sentía “VIDA” más allá de todo, aquella unión prohibida significaba que su corazón era capaz de vivir y su cuerpo no estaba muerto en vida, por el contrario aquel joven le había dado un elixir único del cual quería beber hasta la última gota.

No importaba el lugar, mucho menos que días atrás se hubiese efectuado un funeral en la parte superior, de donde ahora sus cuerpos desnudos se unían en perfecta armonía…

Ikki conoció un nuevo amanecer junto a Seiya, quien dormía abrazado a su cuerpo.  La muerte debía detenerse con ellos, los Fenix y los Kido dejarían de matarse después de eso… E Ikki sonrió, lo hizo como nunca antes lo había hecho sintiéndose por primera vez feliz y completo, liberándose de aquella nefasta herencia.

A media tarde Camus y Pandora fueron recibidos por Marin y la servidumbre, quienes se lamentaban del incendio que había ocurrido en la ermita aunado a la desaparición del señor Ikki Fenix.

Ante tal noticia Camus hizo pasar a Pandora, no sin antes ser presentada como la nueva señora de la casa Fenix, aunque para entonces sería tratada como una viuda virgen.

Sin embargo, justo al pasar al lado de un joven rubio con ojos celestes, este con disimulo le extendió un papel y una leve sonrisa se dibujó en su triste rostro.

Antes del anochecer Pandora observó a través de la ventana como el sol moría… Desdoblando la nota que horas antes le habían entregado… Esta vez su sonrisa fue más notoria.  Ella tampoco quería aquel compromiso y ahora Ikki le había liberado por completo y no solo eso… No tendría que buscar a los Kido, para esas horas ya estarían muy lejos…

 

Notas finales:

Si has llegado hasta aquí espero que haya sido de su agrado.

 

Saludos


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