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La primera vez de... Taichi por Yakaylex2

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Notas del fanfic:

Los personajes de Digimon y nombres utilizados les pertenecen a sus respectivos autores (Akiyoshi Hongo y Toei Animation). Fanfic sin ánimo de lucro. Hecho por una fan para fans.

Notas del capitulo:

¡Hola, amigos! Estaba revisando entre mis viejos escritos y me encontré con dos mini historias tituladas "La primera vez...”. Ambas las escribí como complemento de un fanfic crossover de Digimon 1 a Digimon 4 - de temática mayormente heterosexual -, pero no podía dejarlas solo para mí, abandonadas en mi laptop. En esta ocasión les presento - desde la perspectiva de Taichi- lo cansado que puede ser. Y sobre todo con Yamato. ¡Espero que les guste!

Taichi Yagami


 


Tu primera vez con Yamato es algo tan cansado, que deberían advertirte antes de siquiera pensar en hacerlo. Cualquier diría que un chico tan delgado no tiene tanto rendimiento, pero incluso yo que me someto a los más infernales entrenamientos en el campo de futbol, no podía seguirle el paso. Todo comenzó el día anterior a Navidad. Hacía unos meses que habíamos decidido vivir juntos, pero no habíamos podido tomarnos ni un solo descanso. Dada la naturaleza de nuestra relación, los medios informativos nos abrumaban con entrevistas. También teníamos obligaciones diarias (conciertos, partidos) que ocupaban la mayor parte de nuestro tiempo y energía.


Pero Navidad sería diferente. Lo tenía todo planeado. Haríamos un viaje al famoso "pueblo de Papá Noel,", en Rovaniemi, Finlandia. Una experiencia por demás única que nos haría sentir niños otra vez y regresaría a nuestras vidas el alegre espíritu de la Navidad. Haría las reservaciones para tener disponible una amplia cabaña con chimenea y grandes ventanas, que nos permitirían disfrutar el invierno nórdico y las auroras boreales de aquel país. Habría una cena especial, velas, villancicos suaves, un árbol navideño pequeño, pero ricamente decorado, una habitación calientita, una bañera burbujeante y... Nada. Una llamada suya lo modificó todo.


Un par de semanas antes, me avisó que lo habían contratado para dar un concierto a beneficio toda la semana de Navidad. Así que en lugar de viajar a Finlandia el viaje sería a Los Ángeles, California. Además, según le habían informado a Yamato, nuestros amigos deseaban vernos en Nueva York la mañana de Navidad, para aprovechar que todos estábamos en el país. Por supuesto sería un viaje en avión de aproximadamente seis o siete horas (sin considerar los retrasos). Y no conforme con eso teníamos que hacer las compras navideñas para todos ellos y nuestros familiares. Me ofrecí a realizarlas en el transcurso de la semana, pero Yamato quería estar presente.


Así que justo el veinticuatro de diciembre comenzamos nuestra expedición en los centros comerciales más grandes que yo había visto jamás. ¿Alguna vez han ido de compras justo en víspera de Navidad? No se los recomiendo. Más que un centro comercial parecía zona de guerra. Empujones, sonidos intensos, liquidaciones, vendedores queriendo arrastrarte dentro de sus tiendas, voces chillantes y escandalosas... ¡Caótico, simplemente caótico!


¿Dónde quedaron esos días de tranquilidad, adornando el árbol navideño, cocinando un delicioso banquete? ¿Dónde los tiempos de reflexión? ¿Los tiempos de alegría cantando villancicos navideños? A cada paso que daba mi ánimo se iba por los suelos. Estaría contento de pasar el día con Yamato, pero ni siquiera estaba cerca de él. El mundo de gente nos separaba constantemente. Además, tardábamos en cada local casi cuarenta minutos por lo tardado que era el entrar, poder elegir y pagar. Ni que decir de poder comer algo. Los restaurantes saturadísimos. Y los baños bueno, ya se imaginarán. Estuvimos allí cerca de cinco horas, que a mí me parecieron una eternidad. Eran las seis de la tarde, estaba por oscurecer y no habíamos probado alimento (más que un insípido helado de una maquina en la esquina del centro comercial). Estaba completamente exhausto. Sin embargo, Yamato no se veía agotado en lo absoluto.


- ¿Cómo le haces? - le pregunté cuando me recordó que aún faltaban dos destinos más.


- ¿Para qué? - me preguntó mientras terminaba con su lista de obsequios.


- ¡Para no cansarte! Estás tan fresco como una lechuga.


- Es algo normal. A menudo me enfrento con estos tumultos en mis conciertos así que no es para tanto. -Me miró un poco preocupado. - Pero, ¿tú estás bien?


- Claro...- dije tratando de parecer alegre, pero notó mi falsedad.


-Tranquilo - me abrazó con cariño, lo que me erizo de inmediato la piel - ya solo falta llevar esto a la paquetería y...


- ¿A la paquetería? -le pregunté confundido.


- ¡Pues claro! ¿Acaso crees que nos dejaran subir al avión con semejante equipaje? -me dijo señalando la enorme bolsa- ¡Creerán que somos Papá Noel! -terminó tratando de dar un toque humorístico al momento. Lástima que no me encontraba en mis mejores momentos. - Después de llevar esto vamos al hotel. Nos duchamos, cenamos algo rápido y nos vamos a tomar el avión. Todavía tenemos tiempo de sobra. ¿Allí podremos descansar, no te parece...?


- ¡No, no me lo parece! - estallé - ¿Acaso no te das cuenta de que estoy cansado, hambriento y molesto? Esto no es Navidad. Creí que podríamos tener un día tranquilo y feliz como en los viejos tiempos. Como cuando vivíamos con los señores Tachikawa y colocábamos el arbolito, cantábamos villancicos y bebíamos ponche. Creí que podríamos hacer algo especial tu y yo solos. Cenar, jugar, platicar ¿qué sé yo? Odio tener presiones todos los días y odio no poder estar junto a ti. Extraño a mis amigos, pero no quiero tomar un vuelo que dure ocho horas solo para poder llegar a tiempo. No en esta fecha. Era nuestra primera Navidad solos y se arruinó por completo y yo... – Callé de improviso. Pude ver como en su rostro se dibujaban líneas de dolor y sus ojos perdían brillo.


- Entiendo… - dijo sencillamente mientras inclinaba su rostro. Parecía muy lastimado. Mi corazón se suavizó de inmediato y una enorme sensación de culpa llegó a mí.


- Lo...Lo siento Yamato, - balbuceé. - No quise gritarte, ni decir eso...


- No te preocupes, al menos ya te ves mejor. - me miró directo a los ojos, sonreía de una manera tan angelical que logró que me olvidará por un momento de todo. - Mira, no dejemos que esto empañe nuestro día. Tienes razón, debía ser algo especial y lo arruiné.


- No fuiste tú, - me apresuré a decir, - fueron las circunstancias.


- Cómo sea. Mira, enviemos por esa paquetería los obsequios y vayamos directo al hotel.


- ¿Pero no faltaban dos sitios más? – Le recordé.


- No, no te preocupes. Tengo todo lo necesario. Vamos. - Tomó mi mano con fuerza y no la volvió a soltar.


 


Enviamos todo. Tomamos un taxi y le pedimos que nos llevara directo a nuestra habitación en el Waldorf Astoria Beverly Hills. Yo todavía no la había visto ya que había llegado esa misma mañana a L.A. Yamato tampoco, ya que se había estado hospedando en un pequeño hotel cercano al lugar del concierto. Aunque si me preguntan, en lo personal se me había hecho un gasto innecesario el rentar esa suite de lujo tan enorme y tan cara ($700 dólares por noche) solo para un rato, pero él había insistido. Camino al hotel nos quedamos dormidos, por lo que no nos dimos cuenta del tráfico tan intenso que había. Al llegar pude notar que ya estaba oscuro. Miré la hora. Las ocho y media. ¿Cómo pudo ser? Apenas nos daría tiempo de tomar la maleta y dirigirnos al aeropuerto.


Desperté a Yamato, le pagué al taxista y aun tomándolo de la mano comencé a correr por las escaleras. Las pocas personas que estaban allí nos veían con extrañeza. “Espera, Taichi,” me gritaba Yamato. Pero no podía parar, ya era muy tarde. Con rapidez busqué la llave en su abrigo y en cuanto llegué a la puerta la abrí de un golpe. Al entrar a la suite me sorprendí. El tamaño era impresionante, parecía un departamento con una pequeña sala, comedor, cocina, ventanales gigantes y varios cuartos.


El calor de la chimenea eléctrica me llegó directamente en la cara. La habitación había sido arreglada con adornos de temporada, con gruesas cortinas rojas y cojines mullidos en los sillones y lo más impresionante de todo: un árbol navideño enorme con hermosos adornos y bajo de él una gran cantidad de obsequios. El aire estaba impregnado con deliciosos aromas gourmet que no pude identificar. No salía de mi asombro.


- Vamos a perder el avión...- desperté de mi ensoñación y me tensé. De inmediato lo notó ya que comenzó a reír, mientras me abrazaba. - Estoy bromeando, Taichi.


- ¿Cómo?, ¿Por qué?, ¿Quién? - No daba crédito a lo que veían mis ojos. - Y ¿el avión?


- No va a ver tal viaje... - Me dijo divertido. - Preparé esta cena especial para pasar nuestra primera Navidad juntos. Hay juegos de mesa, videojuegos, ponche de frutas y... - Me giré rápidamente para besar sus labios, provocando que callara de inmediato. No supe porque, pero mis mejillas estaban húmedas. Mis ojos no paraban de llorar.


- ¿Qué pasa, Taichi? ¿Acaso no te gustó?


- Por supuesto que sí...- sollocé - Es que... estoy tan feliz... tenerte a mi lado es lo más maravilloso del mundo... yo...


- Discúlpame Tai. Debí estar desde un principio a tu lado, pero te juro que de ahora en adelante estaremos juntos para siempre porque te amo tanto. - Me dijo.


- Yama... yo también te amo mucho... - le dije con voz suave mientras lo abrazaba.


- Entonces, ¿qué te parece si nos damos un baño y nos disponemos a cenar? - me sonrió.


- ¡Mejor comemos primero! - le dije mientras oía el gruñido de mi estómago.


Después de eso toda la tensión se evaporó de nuestro cuerpo. Comimos con gran deleite nuestro banquete navideño, jugamos partidas interminables de monopolio, póker, videojuegos. Abrimos la montaña de regalos que Yamato tenía bajo el árbol y los que yo había preparado en mi maleta. Y finalmente a petición mía Yamato interpretó varios villancicos con su voz tan hermosa, que los mismos ángeles hubieran tenido envidia de él. Después de varias horas de diversión sana era tiempo de tener otro tipo de diversión, si saben a lo que me refiero.


Comenzamos con nuestro baño burbujeante que nos relajó de pies a cabeza. Después fuimos a la habitación. Comenzamos lentamente, disfrutando de cada momento, de cada detalle, extasiándonos con el placer y la alegría del compañero. Con cada beso y con cada caricia, la atmosfera de la habitación vibraba un poco más y la temperatura allí dentro contrastaba con la tormenta invernal que podíamos apreciar por los hermosos ventanales. Pasamos toda la noche y buena parte de la madrugada demostrándonos el sentimiento tan grande que teníamos el uno por el otro. Al día siguiente desperté un poco cansado del cuerpo, pero completamente relajado de la mente. A mi lado, Yamato se encontraba dormido completamente en paz. Una pequeña sonrisa se esbozaba en su rostro y su piel brillaba como el sol al amanecer.


- Yama...-besé su frente mientras sentía su suave piel. Era mi ángel navideño.


- Acabo de recordar - me dijo mientras abría sus ojos, - ayer también me llamaste así.


- Si...bueno... tú también me dijiste Tai. -le dije un poco nervioso. En Japón era muy raro el "acortar" nuestro nombre. Pero ahora se me hacía algo frio llamarlo siempre Yamato.


- Bueno, entonces está decidido. Serán nuestros nombres de cariño ¿Te parece, Tai? –


- De acuerdo, Yama. - le dije mientras le tomaba el rostro y besaba sus labios.


Definitivamente mi primera vez celebrando Navidad con Yamato había sido un evento muy cansado… Pero hermoso.

Notas finales:

Bueno, hasta aquí la segunda mini historia. Me gustaría publicar el fanfic original para que sepan como comenzó la historia de estos dos, pero no estoy muy segura si la página lo permita, ya que las otras dos parejas principales son Rika x Ryo y Mimi x Kouji (lo sé algo extraño, pero son mis personajes más favoritos) … Quizá en algun momento haga la prueba. Espero que les haya gustado y ya saben que cualquier comentario es bienvenido - Hagan sonreír a una persona hoy :D -. Por cierto, recuerden que la primera vez en la vida de una persona, puede abarcar una infinidad de situaciones, no solamente la más común. ¡Nos vemos en la siguiente!


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