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Juntos por Liss83

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Carlisle y Rosalie salieron disparados escaleras arriba en un abrir y cerrar de ojos. Se los escuchaba debatir sobre la conveniencia de calentar o no la sangre antes de suministrársela. Seth quería vomitar. Se preguntó qué tipo de atrezo de casa del terror tendrían guardado por allí. Una nevera llena de bolsas de sangre. ¿Qué más podía haber? ¿Una cámara de tortura? ¿La estancia de los féretros?

 

 

 

Daba la impresión de que a Jacob le faltaba la energía para mantener viva la llama de la esperanza que antes había prendido en él. Se quedó junto a su esposo. Ambos se tomaron de la mano y se miraron a los ojos, pero no era la típica escena pastelosa. Era como si estuvieran manteniendo una conversación. A Seth le recordó a las de Sam y Emily.

No, no era pastelosa, pero eso lo hacía aún más duro.

 

 

 

Sabía que a Leah le ocurría lo mismo: tenía que presenciar cosas como aquélla de continuo y oírlas en la mente de Sam. Todos se sentían fatal por ella, por descontado, no eran monstruos (bueno, al menos no en ese sentido) pero suponía que sí no podían culparla por lo mal que lo encajaba, pues los increpaba a todos en un intento de hacerlos sentir tan mal como ella

 

 

 

Rosalie bajó como un bólido al cabo de un segundo y entró en la habitación como una racha de viento tras hacer un alto en la cocina, donde se escuchó el chirrido de la puerta de una alacena. Removía un líquido caliente.

 

 

 

-          No la elijas transparente, Rosalie — murmuró Jacob, y luego Edward puso los ojos en blanco

-          Soy un vampiro Jake — dijo Edward sonriendo

-          Si pero a Seth le da nauseas — dijo Jacob

-          ¿a mí? — dijo este

-          Si a ti — siseo el alfa

-          Cierto a mí — dijo Seth y Edward sonrió

-          Te descompuso cuando fuimos a cazar en la isla Esme — dijo Jacob

 

 

 

La interpelada volvió sobre sus pasos a través del cuarto de estar y desapareció de nuevo en la cocina.

 

 

 

-          ¿Ha sido idea tuya? — susurró Edward con voz rasposa. Hizo un esfuerzo para hablar con el volumen necesario para que pudiera oírlo olvidando lo fino que andaba Seth de oído

-          A mí no me culpes de esto — dijo Seth — tu lobo ha elegido unos cuantos comentarios sarcásticos que hice. Ya sabes para eliminar la tensión

-          No esperaba verte de nuevo — admitió, a la vez que sonreía un poco.

-          Es mis sobrino — dijo Seth sonriendo.

 

 

 

Los vampiros habían retirado todo el mobiliario para instalar en su lugar un equipo médico. Estar de pie o sentado no importa mucho cuando eres de piedra.

 

 

 

-          Jacob me conto lo que se han visto obligado a hacer. Lo siento.

-          Está bien. Jacob es como mi hermano, eso te convierte en mi cuñado y él o ella ¿mi sobrino o sobrina? — dijo sonriendo.

-          Gracias Seth — susurro Edward en voz baja — Lamento meterte en problemas.

 

 

 

El chico soltó una risotada que tenía más de ladrido que de risa. Edward suspiró débilmente.

 

 

 

-          No tienes por qué quedarte a ver esto — comentó, sin articular apenas las palabras.

-          En realidad, no tengo ningún sitio adonde ir — replico Seth, haciendo un gran esfuerzo para que su voz no delatara emoción alguna  —. Y menos desde que se nos unió Leah

-          ¿Leah...? — preguntó él sin aliento.

-          ¿No se lo has contado? — inquirió a Jacob.

 

 

 

Éste contestó con un encogimiento de hombros y no apartó los ojos de Edward. Se dio cuenta de que Leah no era una noticia relevante y que no la consideraba a la misma altura de los demás hechos que se estaban produciendo.

Edward no se lo tomó tan a la ligera. Pareció considerarlo como una mala noticia.

 

 

 

-          ¿Por qué? — se interesó.

-          Para tener vigilado a Seth — se adelantó Jacob

-          Pero ella nos odia — susurró Edward. Jacob amaba cuando hablaba de ellos como si fueran uno

-          No va a molestar a nadie — salvo a mí, pensó el lobo  —. Ahora forma parte de mi manada — hizo una mueca al pronunciar esas palabras  —. Por tanto, acepta mi liderazgo — Edward no pareció muy convencido  —. ¿Te asustas de Leah y andas de buenas migas con la rubia psicópata? — un siseo llego desde el segundo piso y Jacob sonrió. Edward le puso cara de pocos amigos.

-          Jacob… — gimió el vampiro

-          Fue una mala broma — dijo Jacob besándolo suavemente

 

 

 

En ese momento llegaron y Carlisle. Ésta traía un plato con un sándwich y el medico llevaba en las manos una copa de plástico cubierta con una tapa y una paja flexible para beber. «No la elijas transparente.» Ahora lo Seth entendía. Edward, por alguna razón, se descomponía viendo la sangre

Carlisle vaciló y mantuvo el brazo de la copa medio extendido. Su paciente le miró. De nuevo tenía cara de pánico.

 

 

 

-          Podemos intentar otro método — ofreció Carlisle con sosiego.

-          No — susurró Edward  —. Voy a probar éste primero, no tenemos tiempo... — movió la mano sobre su estómago abultado — ¿listo para comer mi cielo?

 

 

 

Edward alargó el brazo y tomo el recipiente. Su mano tembló ligeramente y se alcanzó a oír el sonido del líquido en su interior. Intentó apoyarse sobre un codo, pero apenas si logró alzar la cabeza. Un golpe de calor le subió a Seth por la espina dorsal cuando tomo conciencia de lo mucho que se había debilitado en menos de un día. Jacob se acercó y Rosalie siseo

 

 

 

-          ¡Maldita sea, Rosalie! — dijo este molesto — es el hombre que amo y mi hijo ¿de verdad crees que les haría daño?

-          Está bien Rose — dijo Edward — es su hijo — y le sonrió a su marido

 

 

 

Jacob pasó el brazo por debajo de los hombros de Edward y le sostuvo también la cabeza, tal y como se hace con los recién nacidos.

 

 

 

-          Gracias — musitó Edward, cuyos ojos se dirigieron hacia Seth, todavía consciente de su presencia. Apuesto a que se hubiera puesto rojo como un tomate de no haber podido.

-          Haz como si no estuvieran — la instó el lobo pequeño.

 

 

 

El pequeño lobo no pretendía reclamar la paternidad de esa idea, pero tampoco incomodar más a su amigo. Edward alzó la copa hasta la altura de la nariz y olisqueó el extremo de la pajita. Dio un respingo e hizo una mueca.

 

 

 

-          Creo que ya no soy vampiro — dijo el embarazado

-          Edward, mi amor, podemos hallar una vía más sencilla — dijo Jacob al tiempo que tendía una mano para recoger el vaso de plástico.

-          Tápate la nariz — sugirió Rosalie mientras miraba la mano tendida de su hermano como si se la fuera a arrancar de un mordisco — yo te daré la hamburguesa en la boca

 

 

 

A Seth entraron ganas de que lo hiciera. Apostaba a que Jacob no se iba a quedar de brazos cruzados, y le hubiera encantado ver cómo le arrancaban una extremidad a la rubia.

 

 

 

-          No, no es eso, sólo que... — Edward suspiró hondo  —. No huele horrible — admitió con la boca chica.

-           Eso es estupendo — le dijo la Barbie con entusiasmo  —. Significa que vamos por el buen camino. Haz la prueba.

 

 

 

Después de ver la expresión de Rosalie, a Seth le extrañó que no se pusiera a celebrarlo con ese bailecito de los jugadores cuando anotan un touchdown. Edward se metió un pedazo de hamburguesa en la boca, puso la paja entre los dientes, cerró los ojos con fuerza y arrugó la nariz. Se pudo oír el borboteo de la sangre. El pulso a temblarle. Dio un sorbo en un segundo y profirió un gemido bajo sin abrir los ojos.

 

 

 

-          Edward, cariño... — susurro Jacob

-          Estoy bien — musitó. Abrió los ojos y le miró con expresión de súplica y de disculpa. Estaba asustado, Jacob lo sabía  —. También sabe bien.

 

 

 

A Seth se le llenaron las tripas de bilis hasta el punto que pensó en que iba a echar hiel por la boca. Apretó los dientes.

 

 

 

-          Eso es estupendo — repitió Rosalie, todavía encantada  —, y una buena señal.

 

 

 

Jacob le acarició la mejilla a su esposo, curvando los dedos para adaptarse a la forma de los frágiles huesos de Edward en esos momentos. El enfermo suspiró y dio otro mordisco al sándwich y se llevó la pajita a los labios de nuevo; esta vez se metió un buen trago para el cuerpo. Ya no lo dominaba la debilidad. Era como si el instinto estuviera tomando nuevamente el control.

 

 

 

-          ¿Qué tal el estómago? — quiso saber Carlisle  —. ¿Tienes náuseas?

-          No, ni pizca — contestó él con un hilo de voz al tiempo que negaba con la cabeza  —. Por ahora, ¿no? Lo… contrarresta

-          Excelente — Rosalie estaba radiante.

-          Me parece prematuro aventurar esa conclusión, Rosalie — le atajó el doctor.

 

 

 

Si aquel experimento tenía éxito y Edward vivía, Jacob no iba a ser capaz de despistarlo de ese modo, pues él volvería a tener unos sentidos tan agudos como siempre. Seth pensó que su alfa debería hacer un esfuerzo para ser más sincero. Los labios de Edward se curvaron, luchando por contener una sonrisa.

 

 

 

Edward apuró sin pausa unos cuantos tragos más con la vista fija en la ventana, sin mirarlos. Fingía que no estaban allí.

Después de un rato soltó una risilla entre dientes. Jacob volvió los ojos hacia él de forma inmediata y esbozó una media sonrisa al descubrir un atisbo de humor en su rostro. Seth supuso que Jacob no había visto en su esposo una nota de alegría en mucho tiempo.

 

 

 

-          ¿Qué te divierte tanto? — suspiró.

-          Seth — le contestó — aun en su mente te llama Alfa

-          Para que veas cuanto te respeto, Alfa — dijo Seth

 

 

 

Edward le dedicó otra sonrisa y dio otro trago de la copa. Jacob pego un respingo cuando la succión de Edward provocó un borboteo bien audible, indicativo de que no había más líquido.

 

 

 

-          Lo conseguí — anunció el enfermo, que parecía complacido. Su voz era más clara y fuerte, no como el susurro con el que había hablado hasta ahora  —. Si tolero esto, ¿me quitarás las agujas, Carlisle?

-          En cuanto sea posible — prometió él  —. Lo cierto es que ahora mismo tampoco están siendo de mucha utilidad.

 

 

 

Rosalie palmeó la frente de Edward y ambos intercambiaron una mirada de esperanza. Estaba a la vista de todos que el vaso lleno de sangre humana había tenido un efecto inmediato. Edward estaba recuperando el color, ya volvía a ser el de siempre, y había dejado de necesitar la ayuda de Rosalie para sostenerse, respiraba con menos dificultad

El espectro de la alegría en los ojos de Jacob se había convertido en algo tangible.

 

 

 

-          ¿Te gustaría tomar un poco más? — lo presionó Rosalie.

 

 

 

El aludido bajó los hombros. Jacob fulminó a su cuñada con la mirada antes de dirigirse a Edward.

 

 

 

-          No tienes por qué beber más ahora mismo.

-          Ya, ya lo sé, pero... quiero hacerlo — admitió con abatimiento — Tantos años luchando para…

 

 

 

Rosalie acarició el pelo ensortijados de Edward con esos dedos suyos largos y puntiagudos.

 

 

 

-          No te avergüences por eso, Edward. Tu cuerpo tiene antojos, y todos lo comprendemos — al principio, habló con acento suave, pero su voz adquirió un tono ronco cuando agregó — Quienquiera que no lo comprenda no debería estar aquí.

 

 

 

Era obvio que eso iba por Seth, pero este no iba a dejar que la rubia lo menospreciara. La mejoría de Edward lo alegraba, pero, ¿qué más daba si los medios para lograrlo le revolvían las tripas? No era como si él hubiera dicho algo.

Carlisle tomó la copa de las manos de su hijo.

 

 

 

-          Enseguida vuelvo — anunció.

 

 

 

Lo hizo minutos después. Edward extendió la mano para recoger la nueva dosis de sangre con aire distraído, como si estuviera pensando en alguna otra cosa, y empezó a beber con el mismo gesto ausente.

Cada vez tenía mejor aspecto. Se inclinó hacia delante con todo cuidado para no tener problemas con los tubos y se deslizó hasta sentarse en la cama. Rosalie se inclinó sobre él, con las manos preparadas para sostenerlo si le fallaba el cuerpo, pero el embarazado ya no la necesitaba. Se terminó el segundo vaso de sangre enseguida, respirando hondo entre un trago y otro.

 

 

 

-          ¿Cómo te sientes ahora? — preguntó Carlisle.

-          Ya no me encuentro mal. Únicamente siento como si necesitara tomar algo más, aunque no estoy segura de si se trata de comer o beber, ¿sabes a qué me refiero?

-          Míralo un momento, Carlisle — murmuró Rosalie tan pagada de sí misma como un pavo real con la cola desplegada  —. Parece evidente qué le pide el cuerpo, ¿no? Debería beber más.

-          Es un vampiro, Rosalie, hace más de un siglo no necesita comida. Démosle algo de tiempo para ver los efectos y luego quizá probemos a darle alimentos otra vez. ¿Hay algún plato que se te antoje, hijo?

-          Los huevos — replicó Edward de inmediato.

 

 

 

Luego, intercambió una mirada y una sonrisa todavía frágil con su esposo, pero su rostro tenía mucha más vida que antes.

En ese momento, Seth empezó a parpadear y casi se olvidó de abrir otra vez los ojos.

 

 

 

-          Deberías dormir algo, Jacob, de veras — me pidió Edward  —. por favor. Llevas días enteros entre rondas y cuidándome

-          Solo cuido lo que amo — dijo Jacob

-          Tú también deberías descansar, Seth — le pidió Edward  —. Estás invitado a hacer uso de las comodidades de esta casa, aunque lo más seguro es que te encuentres más a gusto fuera.

-          No te preocupes de nada — dijo Jacob  —, te prometo ir por ti si pasa algo.

-          Está bien — dijo el chico pensando en relajarse un poco. Se acurrucaría debajo de cualquier árbol lo bastante alejado como para que no llegara la pestilencia a vampiro. Jacob lo despertaría si algo se torcía. Lo había prometido.

-          Lo hará — le aseguró Edward.

 

 

 

Asintió al tiempo que ponía una mano sobre las de Edward, heladas como la nieve.

 

 

 

-          Mejórate — dijo el chico.

-          Gracias, Seth.

 

 

 

Edward giró la mano para estrechar la de su amigo. Seth sintió el aro fino del anillo de boda girando suelto sobre su dedo huesudo.

 

 

 

-          Tapéenlo con una manta o algo por el estilo — dijo mientras me dirigía a la puerta.

 

 

 

 

Notas finales:

Capitulo doble para compensar el retraso


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