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Juntos por Liss83

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1.  Recuerdos

Su rápido cerebro iba dos pasos por delante de aquel sinsentido.

 

 

 

-          Y pretendes forma parte de mi familia, ¡como mi yerno! — le chilló. Su voz cantarina repiqueteó ascendiendo dos octavas pero aun así siguió sonando como música. Emmett se echó a reír.

-          Detenlo, Jacob — murmuró Esme  —, porque tanto tú como él serán infeliz si le hace daño — Pero este no salió en su persecución.

-          ¡No! — insistía Seth al mismo tiempo  —. ¿Cómo puedes mirarlo de esa manera? ¡Por favor, es sólo un bebé!

-          ¡Pues eso es lo que yo digo! — aulló.

-          ¡Tú sabes que no pienso en él de esa manera! ¿Es que crees que Jacob me habría dejado vivir tanto si eso fuera así? Todo lo que quiero es que él esté a salvo y sea feliz... ¿Es eso tan malo? ¿Es tan diferente de lo que tú quieres? — me gritó en respuesta.

 

 

 

Más allá de las palabras, Edward le lanzó un rugido.

 

 

 

-          ¿A que es sorprendente? — murmuro a Jacob.

-          No se le ha tirado a la garganta ni una sola vez — admitió Carlisle, que sonaba extrañado.

-          Vale, ésta la ganas tú — reconoció Emmett a regañadientes.

-          Te vas a mantener apartado de él — le siseó Edward a Seth.

-          ¡No puedo hacer eso!

-          Inténtalo, y empieza ahora mismo — respondió Edward entre dientes

-          Eso no es posible. ¿Acaso no recuerdas lo mucho que necesitas estar al lado de Jacob? ¿Lo difícil que les resultaba permanecer separados? Es exactamente igual — Edward le miró con mala cara, sin estar seguro de lo que pretendía con eso

-          Huye mientras puedas — amenazo el vampiro.

-          ¡Edward! Yo también le gusto a Eli — insistió él.

 

 

 

El vampiro se quedó helado y se le detuvo la respiración. Detrás de él sintió un silencio repentino, una ansiosa reacción de los que estaban en la casa.

 

 

 

-          ¿Cómo... lo has llamado?

 

 

 

Seth dio un paso más hacia atrás, intentando parecer avergonzado.

 

 

 

-          Bueno — masculló entre dientes  —, ese nombre que te sacaste de la manga es un trabalenguas y...

-          ¿Le has puesto a mi hijo de apodo el nombre de una chica? — chilló y después le saltó a la garganta.

 

 

Quince minutos después, Edward se mordía el labio con saña en mitad de la sala

 

 

 

-          Lo siento mucho, hermano. Debería haber estado más cerca.

 

 

 

Jacob seguía aún disculpándose, y Edward no creía que fuera justo ni apropiado. Después de todo, Jacob no había sido quien había perdido el control de su temperamento, por completo y de forma inexcusable. Jacob no había intentado arrancarle la cabeza a Seth, que ni siquiera había entrado en fase para protegerse, ni le había roto el hombro y la clavícula a su propio marido cuando saltó entre ellos. Jacob no había sido quien casi había matado al mejor amigo de su marido.

Tampoco era que ese mejor amigo no tuviera unas cuantas cosas a las que responder, pero resultaba obvio que nada que Seth hubiera hecho podría justificar su comportamiento.

Entonces ¿no debería haber sido él que se estuviera disculpando? Pero es que...

 

 

 

-          Seth, yo...

-          No te preocupes por eso, Edward, estoy muy bien — dijo Seth al mismo tiempo que Jacob replicaba:

-          Edward, amor, nadie te está juzgando, lo estás haciendo muy bien.

 

 

 

Todavía no lo habían dejado terminar ni una frase. Y todo lo empeoraba el hecho de que Jacob estuviera teniendo muchas dificultades para eliminar la sonrisa de su rostro. Sabía que Seth no merecía de Edward reacción exagerada, pero Jacob parecía encontrar satisfacción en ello. Quizá habría deseado tener la excusa de ser un neonato para poder hacer algo físico en torno a su irritación contra Seth por una discusión infantil que habían tenido según le había mostrado Alice en su memoria.

 

 

 

Intentó extraer la ira por completo de su sistema, pero le resultaba duro, sabiendo que el Rosalie estaba fuera, con Elijah, justo en ese momento. Manteniéndolo a salvo de su papá, el loco neonato.

Carlisle ajustó otra pieza del cabestrillo del brazo de Jacob y éste hizo un gesto de dolor.

 

 

 

-          ¡Lo siento, lo siento, amor! — masculló, sabiendo que nunca conseguiría articular una disculpa por completo.

-          No te alteres, Edward — dijo Jacob lo abrazaba con el brazo bueno.

 

 

 

Seth no parecía sentir aversión por tenerlo sentado allí, al lado en el sofá, mientras curaba a Jacob, aunque obviamente ahora era diferente. Estaba imprimado de un semivampiro

 

 

 

-          Estaré bien en media hora — continuó él, todavía  —. Cualquiera hubiera hecho lo mismo, porque eso... — se detuvo a mitad de frase y cambió de tema con rapidez  —. Quiero decir, que al menos ni me mordiste ni nada. Eso hubiera sido una catástrofe.

 

 

 

Edward enterró la cabeza entre las manos y se estremeció ante el pensamiento, ante esa posibilidad tan real. Podría haber ocurrido fácilmente. Su ira lo había hecho olvidar que los licántropos no reaccionan ante la ponzoña de los vampiros del mismo modo que los humanos, porque los envenenaba.

 

 

 

-          Soy una mala persona. ni siquiera soy una persona

-          Claro que no eres malo. Yo tendría que haber... — comenzó Jacob.

-          Para de una vez — suspiró Edward. No quería que se pasara todo el tiempo echándose la culpa por eso como se echaba la culpa por todo.

-          Qué suerte tiene Eli... jah al no estar cargada de veneno — dijo Alice después de un segundo de silencio extraño  —. Porque se pasa todo el día mordiendo a Seth.

 

 

 

A Edward se le cayeron las manos.

 

 

 

-          ¿Eso hace?

-          Claro, cuando él y Rose no le meten la comida en la boca con la suficiente rapidez. A Rose le hace mucha gracia.

 

 

 

Se quedó mirándolo, sorprendido, y también sintiéndose culpable porque tenía que admitir que este hecho le agradaba, un poco en plan adolescente y caprichoso.

 

 

 

-          Bueno, Jacke — comentó Carlisle, levantándose y saliendo de la habitación  —, creo que esto es todo lo que puedo hacer. Intenta no moverte en, bueno, unas cuantas horas, supongo — se echó a reír  —. Ojalá el tratamiento en los humanos fuera igual de gratificante — dejó reposar la mano durante un momento sobre el pelo negro de su yerno  —. Quédate quieto — le ordenó y después desapareció escaleras arriba. Se escuchó cómo se cerraba la puerta de su despacho y Edward se preguntó si ya habrían eliminado los restos de su estancia allí.

-          Creo que podré arreglármelas para quedarme sentado un ratito — asintió Jacob cuando Carlisle ya se había ido y después abrazo a su esposo.

 

 

 

Con cuidado, asegurándose de no poner el hombro en mala postura, Jacob inclinó la cabeza sobre el respaldo del sofá y cerró los ojos. Unos segundos más tarde, se quedó dormido con la boca abierta.

Edward puso mala cara a su rostro sereno durante otro minuto. Jacob parecía tener el don de quedarse dormido a voluntad. Sabiendo que no podría pedirle disculpas otra vez durante un buen rato, sonrió con ternura y se levantó. El movimiento no removió el sofá en lo más mínimo. Todo lo físico seguía siendo bastante fácil, pero el resto...

 

 

 

Caminó hasta las ventanas traseras y vio a Leah que paseaba impaciente a lo largo del río, parándose aquí y allá y mirando una y otra vez hacia la casa. Era fácil darse cuenta de cuándo buscaba a su hermano o cuándo a Edward, pues alternaba miradas ansiosas y miradas asesinas.

Escuchó a Seth, Esmes y Rosalie en las escaleras de la fachada principal discutiendo en voz baja a quién le correspondía el turno de alimentar a los niños. La relación de la rubia y del lobo era tan antagonista como siempre. La única cosa en la que se ponían de acuerdo ahora era en que había que apartar al bebé de Edward hasta que estuviera recuperado al cien por cien de su ataque temperamental. Jacob había discutido ese veredicto, pero el vampiro lo dejó pasar. También quería estar seguro. Aunque le preocupaba que su cien por cien y el suyo no coincidieran del todo.

 

 

 

Aparte de esa discusión, la lenta respiración de Jacob, y el enfadado jadeo de Leah, por lo demás todo estaba muy tranquilo. Emmett, Alice y Esme se hallaban de caza. Jasper se había quedado para vigilarlo. Estaba apoyado discretamente contra el poste del porche, intentando no comportarse de forma odiosa en ese asunto.

 

 

 

Edward se aprovechó de la tranquilidad para pensar en todo lo que Jacob le había contado mientras Carlisle le curaba el brazo. Se había perdido un montón de cosas mientras ardía y ésta había sido la primera oportunidad real de ponerlo al día.

Lo principal había sido el final de la enemistad con la manada de Sam, lo cual era el motivo por el cual los otros se sentían libres de ir y venir a su antojo otra vez. La tregua era más fuerte que nunca. O quizás más vinculante, dependiendo del punto de vista que uno asumiera.

 

 

 

Vinculante, porque la más absoluta de todas las leyes de la manada era que ningún lobo mataría al objeto de la imprimación de otro lobo. El dolor que esto le ocasionaría sería intolerable para el resto de la manada. La falta, tanto si fuera intencionada como accidental, no sería perdonada jamás, porque los lobos implicados lucharían hasta la muerte, y no había ninguna otra opción. Ya había ocurrido hacía mucho tiempo, le contó Jacob, pero sólo por accidente. Ningún lobo destruiría de forma intencionada a un hermano de ese modo.

 

 

 

Así que Elijah se había vuelto mucho más intocable de lo que ya era, porque Seth sentía lo que sentía por él. Edward intentó concentrarse en el alivio que este hecho suponía más que en el disgusto, pero no era fácil. Había suficiente espacio en su mente para alojar ambas emociones intensamente y a la vez.

 

 

 

Deliberadamente redirigió sus pensamientos en otra dirección para controlar sus emociones. Consideró otro fenómeno interesante: aunque el silencio entre las dos manadas continuaba, Jacob y Sam habían descubierto que los Alfa podían comunicarse en su forma lobuna. No era como antaño, no tenían la capacidad de oír los pensamientos el uno del otro de la misma manera que antes de separarse. Se parecía más a hablar en voz alta, según decía Seth. Edward cerró los ojos para volverse a concentrar. Sam sólo podía escuchar los pensamientos que Jacob quería compartir y viceversa. Habían descubierto que también era posible transmitir en largas distancias, ahora que volvían a hablarse de nuevo.

 

 

 

No descubrieron todo esto hasta que Jacob fue solo, a pesar de las objeciones de Seth y Leah, a explicarle a Sam lo que había sucedido con Elijah. Seth lo había acompañado. Había sido la única ocasión en que había abandonado el lado de los niños desde que le puso por primera vez los ojos encima.

Cuando Sam comprendió que esto cambiaba todo por completo, regresó con Jacob a hablar con Carlisle. Conversaron en forma humana, y el tratado se había renovado. El sentido amistoso de la relación, sin embargo, quizá nunca volviera a ser el mismo.

Una preocupación menos.

 

 

 

Pero había otra cosa que, aunque no tan peligrosa físicamente como una manada de lobos enfadados, a Edward le parecía aún más urgente.

Billy.

Había hablado con Esme por la mañana temprano, pero eso no le había disuadido de volver a llamar unos cuantos minutos después de que Carlisle curara a Jacob. Carlisle y Edward habían dejado sonar el teléfono.

 

 

 

-           ¿Qué te pasa, hermano? — le preguntó Jasper en voz baja a Edward, comprendiendo su creciente tensión  —. Nadie está enfadado contigo — un bajo gruñido desde la orilla del río le llevó la contraria, pero él lo ignoró  —, ni siquiera sorprendidos... Bueno, supongo que sí estamos sorprendidos de que fueras capaz de reaccionar con tanta rapidez. Lo hiciste muy bien, mejor de lo que todos esperábamos.

 

 

 

La habitación se tornó muy tranquila mientras él hablaba. La respiración de Jacob se transformó en un sordo ronquido. Se sintió más serena, pero no olvidó su angustia.

 

 

 

-           En realidad, estaba pensando en Billy — Allí fuera, finalizó la discusión.

-          Ah — murmuró Jasper.

-          La verdad es que al final tendremos que irnos, ¿no? — pregunto Edward de manera retorica  —. Al menos durante un cierto tiempo, no quisiera ponerlo en riesgo.

 

 

 

Se imaginó la mirada de Jacob clavada en su rostro, pero el vampiro estaba mirando a Jasper. Y él fue el que me contestó en tono grave.

 

 

 

-          Sí, es la mejor manera de proteger a tu suegro — Edward rumió el asunto durante un momento.

-          No quisiera quitarle eso a los niños

 

 

 

Jacob, pensó. Resopló, y este alzó una ceja interrogante, pero el vampiro simplemente, sacudió la cabeza en su dirección.

A pesar de que echaría de menos a su suegro, sabía que había un problema aún mayor. ¿Habían podido soportar Sam, Jared o Quill un día entero sin ver el objeto de su fijación, Emily, Kim o Claire? ¿Podían? ¿Qué le haría la separación de Elijah a Seth, le causaría dolor?

Todavía quedaba bastante de esa ira mezquina dentro de él como para alegrarse por eso: no por su dolor, sino por la idea de alejarle de Elijah. ¿Cómo se suponía que iba a arreglárselas para admitir que pudiera pertenecer a Seth si apenas le pertenecía a él?

 

 

 

El sonido de movimiento en el porche de la fachada principal interrumpió sus pensamientos. Los escuchó levantarse y ya habían atravesado la puerta. Justo al mismo tiempo, Carlisle bajó las escaleras con las manos llenas de cosas extrañas, una cinta de medir, una balanza. Jasper salió disparado para situarse al lado de Edward. Como si hubiera alguna señal que se hubiera perdido, incluso Leah se sentó fuera y miró fijamente a través de la ventana con la expresión de quien espera algo tan familiar como falto de interés.

 

 

 

-          Deben de ser las seis — comentó Edward.

-          ¿Y? — preguntó, con los ojos fijos en Rosalie, Esmes, Seth, Elijah y Renesmee, que estaban parados en la entrada, la niña en los brazos de su tía y el pequeño en el de su abuela. Rose tenía un aspecto precavido y Jacob parecía preocupado. Los pequeños lucían hermosos e impacientes.

-          Hora de medir a Ness... esto, Renesmee — explicó Carlisle — y a Elijah

-          ¡Oh! ¿Hacéis esto todos los días?

-          Cuatro veces al día — le corrigió Carlisle con aspecto ausente mientras dirigía a los demás hacia el sofá. Edward creyó ver a Renesmee suspirar.

-          ¿Cuatro veces? ¿Todos los días? ¿Por qué?

-          Ellos siguen creciendo con mucha rapidez — le murmuró Jacob, la voz serena y contenida. Le apretó la mano, y su otro brazo lo envolvió con seguridad alrededor de la cintura, casi como si necesitara el vampiro apoyarse en él.

 

 

 

Este no pudo apartar sus ojos de sus hijos para comprobar su expresión. Tenían un aspecto perfecto, sanísimo. Su piel brillaba como si fuera un trozo de alabastro iluminado y el color de sus mejillas era como si llevara pegados allí pétalos de color rosado. No podía haber nada malo en unas bellezas tan radiante. Seguramente en sus vidas no había nada más peligroso que su papi, ¿o podía haberlo?

 

 

 

La diferencia entre el niño al que había dado a luz y aquél con el que se había encontrado hacía una hora habría sido evidente para cualquiera, pero la que había entre los Renesmee y Elijah de hacía una hora y éstos era más sutil. Unos ojos humanos jamás habrían sido capaces de percibirla, aunque estaba allí.

 

 

 

Sus cuerpos eran algo más largo y sólo un poco más esbeltos. Ya no tenían el rostro tan redondo, se volvía más ovalado con cada minuto que pasaba. Sus tirabuzones colgaban un par de centímetros más cerca de sus hombros. Renesmee se estiró obedientemente en brazos de Rosalie mientras Elijah lo hacía en los brazos de Esmes. Carlisle extendía la cinta en longitud de cada uno y después la usaba para medir el perímetro de sus cráneos. No tomó ninguna nota, lo recordaría a la perfección.

 

 

 

Edward era consciente de que Seth tenía los brazos cruzados con gran fuerza sobre su pecho, mientras que los de Jacob se trababan con firmeza su alrededor. Tenía las cejas fruncidas hasta formar una sola línea sobre sus ojos hundidos.

 

 

 

Ellos habían madurado de una simple célula a bebés de tamaño normal en el curso de unas cuantas semanas. Tenían muy buen aspecto, parecían camino de convertirse en unos bebé de un par de años de edad en apenas algunos días. Si seguían ese ritmo de crecimiento...

Su mente vampírica no tenía ningún tipo de problemas con las matemáticas.

 

 

 

-          ¿Qué vamos a hacer? — susurro Edward, horrorizado y los brazos de Jacob se tensaron, porque comprendió lo que estaba preguntando.

-          No lo sé.

-          Van algo más despacio — masculló Seth entre dientes.

-          Necesitaremos unos cuantos días más de medidas para poder establecer la pauta, Seth. No puedo hacer ninguna promesa.

-          Ayer creció cuatro centímetros. Hoy, menos.

-          Por apenas una centésima de centímetro, si mis medidas son correctas — replicó Carlisle con tranquilidad.

-          Sea exacto, Doc — repuso Seth, haciendo que las palabras sonaran casi amenazadoras. Rosalie se envaró.

-          Ya sabes que lo hago lo mejor que puedo — le aseguró Carlisle.

-          Supongo que eso es todo lo que puedo pedir — dijo Seth con un suspiró.

 

 

 

Edward se sintió irritado de nuevo, como si Seth me estuviera robando el papel, y además haciéndolo mal.

 

 

 


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