Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Juntos por Liss83

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Los ojos de Alice no pestañearon, pero fue como si un velo los hubiera cubierto, quedaron completamente inexpresivos. Sólo su boca mantenía aquella expresión horrorizada.

 

 

 

-          No tardarán mucho — replicaron Alice y Edward a la vez. Y luego ella habló sola  —. Hay nieve en el bosque y en la ciudad. En poco más de un mes.

-          ¿Por qué? — Carlisle fue el que preguntó esta vez.

-          Debe haber una razón. Quizá si supiéramos... — dijo Esmes

-          No tiene nada que ver con el matrimonio — repuso Alice con la voz cavernosa  —. Vienen todos: Aro, Cayo, Marco, todos los miembros de su guardia, incluso sus esposas.

-          Ellas nunca abandonan la torre — le contradijo Jasper con voz monótona  —. Jamás, ni siquiera durante los años de la rebelión del sur. Ni cuando los vampiros rumanos intentaron derrocarlos. Ni cuando fueron a cazar a los niños inmortales. Jamás.

-          Pues dicen que ahora sí vienen — murmuró Jacob.

-          Pero, ¿por qué? — repitió Carlisle de nuevo  —. ¡No hemos hecho nada! Y si lo hemos hecho, ¿qué puede ser que justifique todo eso?

-          Somos tantos — respondió Rosalie desanimado  —, que querrán asegurarse de que... — no terminó la frase.

-          ¡Eso no explica la cuestión crucial! ¿Por qué?

 

 

 

Entonces Edward comprendió que él sí conocía la respuesta a la pregunta de Carlisle, y que al mismo tiempo no la conocía. Renesmee y Elijah eran la razón, de eso estaba seguro. De algún modo había sabido desde el mismísimo principio que vendrían a por ellos. El subconsciente se lo había advertido a Jacob, y él lo había visto en su mente antes incluso de que se enterara de que los traería al mundo. Sin saber por qué, ahora le parecía que debían haber esperado este movimiento. Como si de alguna manera hubiera sabido desde siempre que los Vulturis tenían que venir a llevarse su felicidad.

Pero aun así eso no respondía la pregunta.

 

 

 

-          Ve hacia atrás, Alice — le suplicó Jasper  —, busca lo que ha ocasionado esto, busca — La interpelada sacudió lentamente la cabeza, con los hombros hundidos.

-          Ha venido de la nada, Jazz. No les estaba buscando a ellos, ni siquiera a nosotros, sólo rastreaba a Irina. Ella no estaba donde yo esperaba que estuviera... — la voz de Alice se desvaneció, con los ojos perdidos de nuevo. Se quedó mirando a la nada durante un segundo largo.

 

 

 

Y entonces alzó la cabeza con brusquedad, los ojos tan duros como el pedernal. Se escuchó cómo Edward contenía el aliento.

 

 

 

-          Ella decidió dirigirse a ellos — informó Alice  —, Irina acudió a los Vulturis. Y entonces ellos resolvieron... Es como si la hubiesen estado esperando. Como si ya hubieran tomado la decisión, y sólo aguardaran por ella...

 

 

 

Se hizo el silencio de nuevo mientras digerían la información. ¿Qué les habría dicho Irina a los Vulturis que diera lugar a la visión atroz de Alice?

 

 

 

-          ¿Podemos detenerla? — preguntó Jasper.

-          No hay forma. Ya casi ha llegado.

-          ¿Qué está haciendo? — preguntó Carlisle, pero Edward ya no prestaba atención a la discusión. Estaba concentrado en la imagen que de un modo tan doloroso se enseñoreaba de su mente.

 

 

 

Recordó a Irina acuclillada en el acantilado, observando al acecho. ¿Qué era lo que había visto? Un vampiro y un licántropo en términos de estrecha amistad. Se había concentrado en esa imagen, una que habría explicado de manera lógica su reacción. Pero eso no era todo lo que ella había visto.

También había visto a dos niños de belleza exquisita, saltando en medio de los copos de nieve, niños manifiestamente más que humana...

 

 

 

Rememoró lo relativo a Irina y a las hermanas huérfanas... Sabía que la pérdida de su madre a manos de la justicia de los Vulturis había convertido a Tanya, Kate e Irina en unas puristas en lo tocante a las leyes.

Apenas un minuto antes, el propio Jasper lo había dicho: «Ni cuando fueron a cazar a los niños inmortales...». Los niños inmortales... la ruina innombrable, el terrible tabú...

 

 

 

Teniendo en cuenta el pasado de Irina, ¿cómo podía ella entender lo que había visto aquel día en el pequeño claro? No había estado lo bastante cerca para haber oído latir el corazón de los gemelos, sentir el calor que irradiaban sus cuerpos. Por todo lo que ella sabía, sus mejillas sonrosadas podrían haber sido un mero truco por parte del clan Cullen.

 

 

 

Después de todo, Edward se había casado con un hombre lobo, los asesinos de Laurent. Desde el punto de vista de la vampira, quizá esto quería decir que no había nada de lo que no fueran capaces...

Irina, hundiendo sus manos en aquella inhóspita tierra nevada, no haciendo duelo por Laurent, después de todo, sino sabiendo que era su deber acabar con los Cullen, conociendo lo que les ocurriría si lo hacía. Por lo que se ve, su conciencia había vencido sobre siglos de amistad.

Y la respuesta de los Vulturis a esta clase de infracción era automática, ya estaba decidido.

 

 

 

Edward se volvió y se arrojó sobre los cuerpos dormido de los gemelos, cubriéndolos con su cuerpo, enterrando su rostro en sus rizos.

 

 

 

-          Piensen en lo que ella vio aquella tarde — exclamó Edward en voz baja, interrumpiendo lo que fuera que Emmett había comenzado a decir  —. ¿Qué le parecería Renesmee y Elijah a alguien que hubiera perdido a su madre debido a los niños inmortales? — Todos volvieron a quedar en silencio cuando comprendieron lo que él había adivinado ya.

-          Un niño inmortal — susurró Carlisle.

 

 

 

Jacob se arrodilló al lado de su familia y los cubrió a los tres con su abrazo.

 

 

 

-          Pero está equivocada — continuo el vampiro  —, Renesmee y Elijah no es como los otros niños. El crecimiento de ellos se había detenido, pero mis hijos son justo lo contrario. Ellos estaban fuera de control, pero los gemelos jamás han hecho daño a Charlie, Sue, ni les muestra cosas que puedan alterarles. Renesmee y Elijah son capaces de controlarse, de hecho lo hace bastante mejor que muchos adultos. Elijah es también licántropo. No habría razón...

 

 

 

Continuo parloteando a la espera de que alguien exhalara con alivio, confiando que aquella tensión helada que flotaba en la habitación se relajara cuando se dieran cuenta de que él tenía razón, pero la habitación sólo se volvía más fría cada vez. Incluso su voz débil terminó por desvanecerse.

Nadie habló durante un buen rato. Y entonces Carlisle susurró.

 

 

 

-          Ésta no es la clase de crimen por la cual ellos hacen un juicio, hijo — le dijo en voz baja  —. Aro verá la prueba de Irina en sus pensamientos. Ellos vendrán a destruir, no a razonar.

-          Pero están equivocados — insistió con terquedad.

-          No esperarán a que se lo demostremos.

 

 

 

Su voz aún era tranquila, dulce, como terciopelo... y aun así el dolor y la desolación en el sonido se distinguían a la perfección. Su voz era como los ojos de Alice antes, como el interior de una tumba.

 

 

 

-          ¿Y qué podemos hacer nosotros? — exigió Jacob.

 

 

 

Edward sentía a los gemelos tan cálidos y perfectos en sus brazos, soñando en paz. Se había preocupado tanto por la velocidad del crecimiento de los niños, de que sólo fuera a disfrutar de una década de vida... que ese miedo parecía ahora pura ironía.

Un poco menos de un mes...

Entonces, ¿ése era el límite? Ya había disfrutado de una felicidad mayor que la de muchos de su especie. ¿Acaso había alguna ley natural que exigiera cantidades iguales de felicidad y desesperación en el mundo? ¿Es que su alegría había desequilibrado la balanza? ¿Eran cuatro meses todo lo que tendría?

Fue Emmett el que respondió a mi pregunta retórica.

 

 

 

-          Lucharemos — dijo con calma.

-          No podemos ganar — gruñó Jasper. Edward era capaz de imaginarse ahora el aspecto de su cara, y cómo su cuerpo se curvaría protectoramente en torno a Alice.

-          Bueno, tampoco podemos huir. No con Demetri alrededor — Emmett hizo un ruido de disgusto, y Edward supo de forma instintiva que no le molestaba la idea de enfrentarse al rastreador de los Vulturis, sino la de escapar  —. Y no sé por qué no podemos ganar — insistió  —, hay unas cuantas opciones que considerar. No tenemos por qué luchar solos.

 

 

 

La cabeza de Edward se alzó con brusquedad al oír aquello.

 

 

 

-          ¡No tenemos por qué sentenciar a los quileute a muerte, Emmett!

-          Cálmate, hermano — su expresión no era diferente a cuando contemplaba la idea de luchar contra las anacondas. Incluso la amenaza de la aniquilación no cambiaría la perspectiva de Emmett, su capacidad para enfrentarse a un reto  —. No me estaba refiriendo a la manada. Sin embargo, sé realista, ¿crees que Sam ignorará una invasión de este calibre, incluso Seth aunque no tuviera que ver con Eli? Por no mencionar que, gracias a Irina, Aro sabe también ahora lo de nuestra alianza con los lobos. Pero pensaba más bien en otros amigos.

 

 

 

Carlisle se hizo eco de las palabras de su hijo mayor con otro susurro.

 

 

 

-          Otros amigos a los que no tenemos por qué sentenciar a muerte.

-          Vale, pues dejémosles a ellos que decidan — sugirió Emmett con tono implacable  —. No digo que tengan que luchar con nosotros — Edward pudo ver cómo el plan se refinaba en su cerebro conforme hablaba  —. Si tan sólo se mantuvieran a nuestro lado, justo lo suficiente para hacer dudar a los Vulturis... Edward tiene razón después de todo. Tal vez bastara con que fuéramos capaces de obligarles a hacer un alto y escucharnos, quizá eso nos permitiera demostrar que no hay motivo alguno para combatir...

 

 

 

Había ahora un asomo de sonrisa en el rostro de Emmett. A Jacob le sorprendía que nadie le hubiera golpeado a estas alturas. Él quería hacerlo.

 

 

 

-          Sí — convino Esme con rapidez  —. Eso tiene sentido, Emmett. Todo lo que necesitamos es que los Vulturis se detengan un momento, lo suficiente para escuchar.

-          Lo que necesitamos es algo así como una exposición de testigos — replicó Rosalie con dureza, la voz tan quebradiza como el cristal.

 

 

 

Esme asintió, de acuerdo con sus palabras, como si no hubiera percibido el sarcasmo en el tono de voz de Rosalie.

 

 

 

-          Eso sí es algo que podamos pedirles a nuestros amigos, sólo que actúen como testigos.

-          Nosotros lo haríamos por ellos — añadió Emmett.

-          Deberíamos explicárselo de la manera correcta — murmuró Alice; Edward la miró y vio cómo se abría en sus ojos un oscuro vacío otra vez  —. Tendríamos que demostrárselo con mucho cuidado.

-          ¿Demostrárselo? — preguntó Jasper.

 

 

 

Ambos, Alice y Edward, miraron a los gemelos y los ojos de Alice se vidriaron de nuevo.

 

 

 

-          La familia de Tanya — dijo ella  —. El aquelarre de Siobhan y el de Amun. Algunos de los nómadas... Garrett y Mary, seguro. Quizá también Alistair.

-          ¿Y qué te parece Peter y Charlotte? — preguntó Jasper, algo temeroso, como si esperara que la respuesta fuera «no» y le pudiera ahorrar a su viejo hermano la carnicería en ciernes.

-          Quizás.

-          ¿Y qué me decís de las del Amazonas? — preguntó Carlisle  —. ¿Kachiri, Zafrina y Senna?

 

 

 

Alice parecía estar totalmente sumergida en su visión como para contestar al principio, pero al final se estremeció y sus ojos se movieron para volver al presente. Se encontró durante una centésima de segundo con la mirada de Carlisle y después la bajó.

 

 

 

-          No puedo ver más.

-          ¿Qué ha sido eso? — preguntó Edward, su susurro convertido en una exigencia  —. ¿Vamos a ir a buscarlas a esa parte en la jungla?

-          No puedo ver más — repitió Alice, sin encontrarse con sus ojos y un relámpago de confusión recorrió el rostro de Edward  —. Debemos separarnos y apresurarnos antes de que la nieve caiga al suelo. Hay que dar una vuelta por ahí, encontrar al mayor número posible de aliados y traerlos para enseñarles — y declaró de nuevo  —. Ah, pregunta a Eleazar. Aquí hay mucho más que el asunto de dos niños inmortales.

 

 

 

El silencio se hizo ominoso durante otro buen rato mientras Alice volvía a estar en trance. Pestañeó con lentitud cuando se le pasó, los ojos peculiarmente opacos a pesar de que se encontraba en el presente.

 

 

 

-          Hay tanto trabajo pendiente, hemos de apresurarnos — susurró ella.

-          ¿Alice? — preguntó Edward  —. Eso fue demasiado rápido... No comprendo. ¿Qué fue...?

-          ¡No puedo ver más! — explotó ella dirigiéndose a él  —. ¡Seth casi ha llegado!

-          Me las apañaré... — dijo Rosalie dando un paso hacia la puerta principal.

-          No, déjale que venga — replicó Alice con rapidez, la voz más aguda conforme hablaba. Agarró la mano de Jasper y comenzó a arrastrarle hacia la puerta trasera  —. Mejor que me aleje también de Nessie y de Eli para ver mejor. Necesito irme. Necesito concentrarme de verdad y ver todo lo que sea posible. Tengo que irme. Vamos, Jasper, ¡no tenemos tiempo que perder!

 

 

 

Todos pudieron escuchar cómo se acercaba Seth por las escaleras del porche, y Alice tiró impaciente de la mano de Jasper. Él la siguió con rapidez, con la confusión reflejada en los ojos al igual que en los de Edward. Salieron disparados por la puerta hacia la noche plateada.

 

 

 

-          Apresúrense — les gritó a sus espaldas  —. ¡deben encontrarlos a todos!

-          ¿Encontrar qué? — preguntó Seth, cerrando la puerta detrás de él  —. ¿Adónde va Alice?

 

 

 

Nadie le respondió, todos quedaron mirándolos. Él se sacudió el pelo mojado y metió las manos por las mangas de su camiseta, con los ojos puestos en Elijah.

 

 

 

-          ¡Hola, Edward! Creía que se habrían ido a casa a estas horas...

 

 

 

Entonces lo miró, pestañeó y luego volvió a mirar a Jacob con más atención. Este observo en su expresión cómo la atmósfera de la habitación le afectaba por fin. Bajó los ojos al suelo y sus pupilas se dilataron al observar la mancha mojada, las rosas dispersas, los fragmentos de cristal. Sus dedos temblaron.

 

 

 

-          ¿Qué...? — inquirió con voz monótona  —. ¿Qué es lo que ha ocurrido?

 

 

 

Nadie sabía por dónde empezar. Tampoco nadie conseguía encontrar las palabras.

Seth cruzó la habitación en tres largas zancadas y cayó de rodillas al lado de Elijah y de Edward. Pudo sentir el calor que desprendía su cuerpo mientras los temblores descendían por sus brazos hasta sus manos convulsas.

 

 

 

-          ¿Él… ellos están bien? — preguntó con exigencia, tocándole la frente e inclinando la cabeza para escuchar su corazón  —. ¡No juegues conmigo, Edward, por favor!

-          A los niños no les pasa nada — consiguió hablar este con voz ahogada, las palabras quebrándose de modo extraño.

-          ¿Entonces, quién?                                                                                                                         

-          Todos nosotros, Seth — susurró Jacob y también apareció en su voz el sonido del interior de la tumba  —. Todo ha terminado. Hemos sido sentenciados a muerte.

 

 

 

____________________

 

 

 

Se sentaron allí la noche entera, como estatuas llenas de pavor y pena, pero Alice no regresó.

Todos estaban al límite, frenéticos en una absoluta inmovilidad. Carlisle apenas había sido capaz de mover los labios para explicárselo todo a Seth. La repetición de la historia únicamente sirvió para que todo pareciera aún peor, incluso Emmett se quedó en silencio y quieto a partir de ese momento.

 

 

 

No fue hasta que amaneció y Edward pensó que pronto sus hijos comenzarían a removerse bajo sus manos cuando se preguntó por primera vez qué era lo que le estaría llevando a Alice tanto tiempo. Esperaba saber un poco más antes de verse obligado a enfrentar la curiosidad de sus hijos, tener algo con lo que contestarles, y también alguna diminuta y minúscula porción de esperanza de modo que pudiera sonreír y evitar que la verdad la aterrorizara.

 

 

 

Su rostro permaneció paralizado en la máscara fija que había llevado puesta toda la noche. No estaba seguro de recuperar la capacidad de sonreír nunca más.

Seth estaba roncando en una esquina, como una gran montaña de pelo en el suelo, retorciéndose con ansiedad en su sueño. Sam lo sabía todo... y los licántropos se estaban preparando para lo que se les avecinaba, pero esa preparación no serviría de nada: los asesinarían junto con el resto de los Cullen.

 

 

 

La luz del sol irrumpió a través de las ventanas traseras, arrancando chispas en la piel de Edward. Jacob no había movido los ojos de los suyos desde que Alice se había marchado. Se habían pasado toda la noche mirándose el uno al otro, con la vista fija en lo que ninguno de los dos podía soportar perder: al otro. El reflejo de Edward relucía en los ojos llenos de agonía de Jacob conforme el sol le tocaba la piel.

Las cejas de Edward se movieron de forma infinitesimal, y después sus labios.

 

 

 

-          Alice — dijo.

 

 

 

El sonido de su voz fue como el del hielo al fracturarse cuando se derrite. Todos se rompieron y se ablandaron un poco también. Y se pusieron de nuevo en movimiento.

 

 

 

-          Lleva fuera mucho tiempo — murmuró Rosalie, sorprendida.

-          ¿Dónde estará? — se preguntó Emmett, dando un paso hacia la puerta.

-          No queremos molestar... — Esme le puso la mano en el brazo.

-          Nunca había tardado tanto — dijo Edward. Una nueva preocupación hizo añicos la máscara en que se había convertido su rostro. Sus rasgos volvían a parecer vivos, los ojos repentinamente abiertos por un miedo añadido, un pánico extra  —. Carlisle, ¿no crees que pueda ser algo... preventivo? ¿Habrá tenido Alice tiempo de ver si han enviado a alguien a por ella?

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).