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Juntos por Liss83

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Jacob no sabía cómo abordar el tema, así que trato de lanzar preguntas sueltas

 

 

 

-          ¿Crees que Alec es un buen luchador? — le preguntó Jacob  —, aparte de lo que es capaz de hacer, claro. Me refiero a si tuviera que pelear sin su don. Me pregunto incluso si ha llegado a intentarlo alguna vez.

-          ¿En qué estás pensando? — pregunto Edward y le echó una ojeada de repente. El lobo se limitó a mirar al frente.

-          Bueno, posiblemente no podrá hacerme eso a mí, ¿no? Si lo que hace es como lo de Aro, Jane o lo tuyo. Quizá... si él nunca ha tenido que defenderse... y si yo he llegado a aprender unos cuantos trucos...

-          Él ha estado con los Vulturis durante siglos — lo cortó Edward, con la voz teñida de pánico. Lo más probable era que estuviera viendo la misma imagen en su mente que él: los Cullen de pie, inermes, como pilares insensibles en el campo de batalla... todos menos la manada, eso si sus dones no afectaban a los lobos. Serían los únicos que podrían luchar  —. Sí, tal vez seas inmune a su poder, pero eres un lobo, Jacke. Los pueden morder, y sabemos que lo que eso puede provocar.

-          Quizá sí, quizá no. Es la única cosa que quizás somos capaces de hacer y los demás no. Incluso aunque sólo consiga distraerlo durante un rato... ¿Podría durar lo suficiente para darles a los otros una oportunidad?

-          Por favor, Jacob — replicó Edward entre dientes  —. No hablemos más de esto.

-          Sé razonable.

-          Intentaré enseñarte lo que pueda, pero por favor, no me hagas pensar en que eso serviría para que te inmolaras como distracción... — la voz se le ahogó, y no logró terminar.

 

 

 

Este asintió. Jacob tendría que hacer sus planes a solas. Primero Alec, y si contaba con una suerte milagrosa y le vencía, después Jane. Sólo con que fuera capaz de igualar algo las cosas y nivelar la abrumadora ventaja de los Vulturis en la ofensiva, quizás entonces podría haber alguna oportunidad. Su mente se desbocó al imaginar semejante posibilidad. ¿Qué ocurriría si conseguía distraerlos o quitarles de en medio? Honestamente, ¿por qué habrían tenido que aprender Jane o Alec habilidades de combate?

Si era capaz de matarles, menuda diferencia marcaría eso.

 

 

 

-          Tengo que aprenderlo todo. Tanto como sea posible introducir en mi cabeza en el próximo mes — murmuró y Edward actuó como si no hubiera hablado.

 

 

 

Entonces, ¿cuál sería el siguiente? Mejor que pusiera sus planes en orden de modo que, si vivía después de agredir a Alec, no hubiera ninguna vacilación en su próximo ataque. Intentó pensar en otra situación ser un lobo le diera una ventaja. No sabía mucho de las capacidades de los demás. Quizás luchadores como el tal Felix serian ideal para él, claro si Emmett no se empeñaba en acabar con el vampiro él mismo. Tampoco sabía mucho sobre el resto de la guardia de los Vulturis, aparte del tal Demetri...

 

 

 

Su mente se mantuvo por completo serena mientras reflexionaba sobre Demetri. Sin duda, sería un buen luchador. No había ninguna otra razón por la que hubiera podido sobrevivir tanto tiempo, siempre en la punta de lanza de cualquier ataque. Y siempre debía ser el líder, ya que era su rastreador... probablemente el mejor rastreador del mundo. Sin duda alguna, porque si hubiera habido alguno mejor, los Vulturis se habrían hecho con él. Aro no se conformaba jamás con los segundones.

Si Demetri no existiera, entonces podríamos huir. Al menos, los supervivientes. Su hija, tan cálida en sus brazos... Alguien podría escapar con los gemelos, Seth o Rosalie, quien quedara.

Y... si Demetri no existiera, entonces Alice y Jasper estarían a salvo para siempre. ¿Era eso lo que Alice había visto, que parte de su familia podría salir adelante? Al menos, ellos dos.

¿Le envidiaría eso a ella?

 

 

 

-          Demetri... — dijo Jacob.

-          Demetri es mío — replicó de nuevo Edward, con una voz tensa y dura. Jacob le miró con rapidez y vio que su expresión se había vuelto violenta.

-          ¿Por qué? — le susurró.

 

 

 

Él al principio no contestó. Estaban ya casi al lado del río cuando al fin murmuró.

 

 

 

-          Por Alice. Es la única muestra de agradecimiento que puedo ofrecerle por los últimos cincuenta años.

 

 

 

Jacob se dio cuenta que sus pensamientos iban en la misma dirección que los suyos. Escucharon las fuertes pisadas de las patas de Seth golpeando con un ruido sordo el suelo helado. En unos segundos, se estaba paseando delante de ellos, con sus ojos oscuros clavados en Elijah.

Jacob le dedico un asentimiento y luego volvió a sus preguntas. Tenían poco tiempo.

 

 

 

-          Edward, ¿por qué crees que Alice nos dijo que le preguntáramos a su amigo Eleazar por los Vulturis? ¿Ha estado él en Italia hace poco o algo parecido? ¿Qué podrá saber?

-          Eleazar conoce todo lo referente a los Vulturis. Se me había olvidado que tú no lo sabías. Él formó parte de ellos — Jacob siseo de forma involuntaria y Seth rugió a su lado.

-          ¿Qué...? — le preguntó con la voz llena de exigencia, imaginándose al hermoso hombre de pelo negro que asistió a su boda envuelto en una capa larga, de color ceniciento — te quiero lejos de ese hombre, y es definitivo

 

 

 

El rostro de Edward tenía ahora un aspecto más apacible e incluso sonrió un poquito. Por suerte los niños nos despertaron

 

 

 

-          Eleazar es una persona muy buena. No era del todo feliz con los Vulturis, pero respetaba la ley y la necesidad de defenderla. Sentía que estaba trabajando por el bien común y no lamenta nada del tiempo que pasó con ellos, pero cuando se encontró con Carmen, halló su lugar en el mundo. Son gente muy parecida, ambos son muy compasivos para ser vampiros — él sonrió de nuevo  —. Se encontraron con Tanya y sus hermanas y nunca miraron hacia atrás. Tenían madera para este nuevo estilo de vida. Si no se hubieran encontrado nunca con Tanya, me imagino que habrían descubierto algún día por ellos mismos una manera de vivir sin sangre humana.

 

 

 

Las imágenes desentonaban en la mente de Jacob, no había forma de que pudiera casarlas, ¿un soldado de los Vulturis compasivo? Edward le echó una mirada a Seth y respondió a su pregunta silenciosa.

 

 

 

-          No, él no era uno de sus guerreros, hablando en sentido estricto. Pero tiene un don que encontraban conveniente. Él tenía un instinto especial para captar los dones de los demás, las capacidades extraordinarias que disfrutan algunos vampiros — le contestó Edward  —. Sabía darle a Aro una idea general de lo que cada vampiro concreto era capaz de hacer sólo con estar en sus proximidades. Esto era muy conveniente cuando los Vulturis entraban en combate, si alguien en el aquelarre que se les enfrentaba tenía alguna habilidad que pudiera causarles algún problema.

-          Creo que lo entiendo — dijo Jacob

-          Claro, algo así era poco habitual, debía tratarse de una capacidad realmente sobresaliente para que supusiera un inconveniente para los Vulturis, ni siquiera durante un momento — dijo Edward  —. A menudo, el aviso le servía a Aro para salvar a aquellos enemigos que pudieran serle de utilidad. Hasta cierto punto, el don de Eleazar funciona incluso con humanos. Ha de concentrarse mucho en ese caso, claro, porque la habilidad latente en un mortal es más confusa. Aro le hacía probar a la gente que quería que se les uniera para ver si tenían algún potencial. Por eso sintió mucho su marcha.

-          ¿Le dejaron marchar? — preguntó Jacob  —. ¿Así porque sí?

-          Se supone que los Vulturis no son los villanos, como a ti te lo parecen, amoe — dijo Edward con una sonrisa ahora más sombría y algo torcida  —. Son los cimientos de nuestra civilización y de la paz. Cada miembro de la guardia escoge servirles, y se trata de algo muy prestigioso. Todos se sienten orgullosos de estar allí, y no se les puede forzar a ello — Jacob miró al suelo con mala cara — En teoría sólo les parecen malvados y abyectos a los criminales, Jacke.

-          Nosotros no somos criminales — dijo Jacob y Seth resopló, de acuerdo con su afirmación.

-          Ellos no lo saben.

-          ¿Crees de verdad que podemos hacer que se detengan el tiempo necesario para que nos escuchen?

 

 

 

Edward vaciló justo lo mínimo y después se encogió de hombros.

 

 

 

-          Si encontramos suficientes amigos que nos apoyen, tal vez.

 

 

 

Repentinamente el alfa percibió la importancia de lo que tenían que hacer ese día. La pareja comenzó a moverse con más rapidez, hasta que por fin corrieron y Seth los siguió de modo inmediato.

 

 

 

-          No creo que Tanya tarde mucho más — comentó Edward  —. Tenemos que estar preparados.

 

 

 

Pero, ¿cómo se íbamos a preparar? Organizaron las cosas una y otra vez, las pensaron una y otra vez. ¿Dejarían a los gemelos a la vista o la esconderían al principio? Y Seth ¿debería estar en la habitación o fuera? Jacob había ordenado a Leah que permaneciera cerca sin dejarse ver. ¿Haría él lo mismo?

 

 

 

Al final, los niños, Jacob y Seth, de nuevo en su forma humana, esperaron en el comedor, situado al otro lado de la esquina a la que daba la puerta principal, sentados ante la gran mesa de madera pulida. Jacob y Seth dejaron a los niños en un sofá, ya que querían espacio por si tenía que entrar en fase con rapidez.

 

 

 

Jacob intentaba evocar a Tanya, Kate, Carmen y Eleazar en la boda. Sus rostros aparecían hermosos, dos rubias y dos morenos, con rastros de amabilidad en sus ojos.

Edward se reclinó, inmóvil contra la pared donde estaba la ventana trasera, mirando con fijeza hacia la puerta principal, aunque no parecía que estuviera viéndola.

Escucharon el zumbido del motor de los automóviles al pasar por la autovía, sin que ninguno de ellos disminuyera la velocidad.

 

 

 

Renesmee se acomodó pegada al cuello de su padre, con la mano contra su mejilla pero sin imágenes en su mente. No tenía ninguna imagen para lo que sentía en esos momentos.

 

 

 

-          ¿Y qué pasará si no les gusto yo o Eli? — susurró y todos los ojos se dirigieron hacia ella.

-          Claro que les... — comenzó a decir Seth, pero Jacob le silencio con una mirada.

-          Ellos no comprenden sus existencias, Renesmee, porque jamás se han encontrado con nadie como ustedes — le explico, sin querer mentirle con promesas que podían no hacerse realidad  —. El problema está en hacérselo entender.

 

 

 

Ella suspiró, y en la mente de su padre relampaguearon imágenes de todos ellos en un súbito y rápido pase. Vampiros, humanos, licántropos. Ellos no encajaban en ningún sitio.

A Elijah se le cayeron los hombros mientras su hermana bajaba el rostro

 

 

 

-          Es que ustedes son especial, y eso no es malo.

 

 

 

Elijah sacudió la cabeza expresando así su desacuerdo. Pensó en las caras tensas de su familia y dijo:

 

 

 

-          Es nuestra culpa.

-          No — Jacob, Edward y Seth dijeron a la vez, pero antes de que pudieran argumentar algo más, escucharon el sonido que habían estado esperando: el de un motor que reducía la velocidad en la autovía y el de las cubiertas de las ruedas moviéndose del asfalto a la tierra.

 

 

 

Edward salió disparado hacia la esquina para esperarlos en la puerta. Jacob y Seth se quedaron mirándose el uno al otro a través de la mesa, con la desesperación pintada en las caras.

El automóvil se trasladó con rapidez a través del bosque, con un estilo de conducción más rápido que el de Sue. Le escucharon atravesar el prado y pararse delante del porche delantero, y luego cómo se abrían las cuatro puertas y se cerraban. No hablaron mientras se aproximaban hacia la puerta y Edward la abrió antes de que llamaran.

 

 

 

-          ¡Edward! — exclamó una voz femenina con entusiasmo.

-          Hola, Tanya. Kate, Eleazar, Carmen — Los tres murmuraron saludos.

-          Carlisle nos dijo que necesitaba hablar con nosotros de forma urgente — comentó la primera voz, Tanya, y Jacob percibió que todos permanecían en el exterior de la casa. Se imaginó que Edward estaba en la entrada, bloqueándoles el paso  —. ¿Cuál es el problema? ¿Algún lío con los licántropos? El matrimonio es para toda la vida Edward — y Jacob puso los ojos en blanco.

-          No — replicó Edward  —. Todo bien con Jake. Como pareja estamos mejor que nunca — Una mujer se echó a reír entre dientes.

-          ¿Vas a invitarnos a entrar o no? — preguntó Tanya y después continuó hablando sin esperar respuesta  —. ¿Dónde está Carlisle?

-          Ha tenido que marcharse — dijo el vampiro y se hizo un corto silencio.

-          ¿Qué es lo que está pasando, Edward? — inquirió Tanya con voz exigente.

-          Si me conceden el beneficio de la duda durante unos cuantos minutos — respondió él  —. Tengo algo difícil que explicar, y necesito que mantengan una actitud abierta hasta que puedan entenderlo.

-          ¿Carlisle está bien? — preguntó una voz masculina con ansiedad. Eleazar.

-          Ninguno de nosotros se encuentra bien, Eleazar — le informó Edward y después palmeó algo, quizá el hombro del vampiro  —. Pero al menos físicamente, sí, se encuentra bien.

-          ¿Físicamente? — preguntó Tanya de repente  —. ¿Qué quieres decir?

-          Que toda mi familia corre un peligro muy grave, pero antes de que me explique, les pido que me prometan que lo escucharan todo antes de reaccionar. Les suplico que escuchen toda la historia primero.

 

 

 

Su petición se encontró con un silencio más largo, tenso, a lo largo del cual Jacob y Seth se miraron el uno al otro sin palabras. Sus labios rojizos palidecieron.

 

 

 

-          Estamos escuchando — dijo Tanya al fin  —. Lo escucharemos todo antes de juzgar nada.

-          Gracias, Tanya — repuso Edward con fervor  —. No los habríamos implicado en esto de haber tenido otra posibilidad — Edward se puso en marcha y los del salón percibieron cuatro pares de pasos cruzando la entrada. Alguien olisqueó.

-          Ya sabía que esos licántropos tenían que estar en el asunto — masculló Tanya.

-          Estoy casado con uno — recordó Edward y el recuerdo de lo sucedido silenció a Tanya.

-          ¿Dónde está tu Jacke? — inquirió otra de las voces femeninas  —. ¿Cómo se encuentra?

-          Se nos unirá pronto. Y él está bien, gracias. Se ha incorporado a la familia con una sorprendente finura.

-          Cuéntanos en qué consiste el peligro, Edward — solicitó Tanya en voz baja  —. Todos te escucharemos y estaremos de tu lado, donde pertenecemos.

 

 

 

Edward inhaló un gran trago de aire.

 

 

 

-          Primero quiero que lo vean por ustedes mismos. Presten atención... en la otra habitación. ¿Qué oyen? — Se hizo un nuevo silencio y después algo se puso en movimiento — Sólo escuchen, por favor — insistió Edward.

-          Dos…, no tres hombres lobos, supongo. Puedo oír sus corazones — repuso Tanya.

-          ¿Qué más? — preguntó Edward. Se hizo una pausa.

-          ¿Qué es ese sonido como de repiqueteo? — preguntó Carmen o Kate  —. ¿Es... alguna clase de pájaro?

-          No, pero recordad que lo oyeron. Ahora, ¿qué huelen? Además de los licántropos.

-          ¿Hay ahí un humano? — susurró Eleazar.

-          No — Tanya expresó su desacuerdo  —. No es humano, pero... es más cercano a lo humano que el resto de los olores que hay por aquí. ¿Qué es eso, Edward? No creo que haya olido nada igual en toda mi vida.

-          Seguro que no, Tanya. Por favor, por favor, recuerden que esto es algo por completo nuevo para ustedes. Aparten sus ideas preconcebidas.

-          Te prometimos que te escucharíamos, Edward.

-          Muy bien, entonces ¿Jacke? Tráenos a los gemelos, por favor.

 

 

 

Este sintió las piernas dormidas, pero se forzó a no refrenarse, a no moverse con lentitud cuando se puso en pie, tomo a los gemelos y camino los pocos pasos que había hasta la esquina. El calor del cuerpo de Seth flameó muy cerca de él mientras lo seguía.

Dio un paso más hacia la habitación grande y entonces se detuvo, incapaz de caminar más. Renesmee inhaló en profundidad y después se exhalo, con sus pequeños hombros tensos, esperando ser rechazada. En el rostro de Elijah solo se veía determinación. Jacob pensó que se había preparado para su reacción, para las acusaciones, los gritos, para la inmovilidad del estrés agudo.

 

 

 

Tanya saltó hacia atrás cuatro pasos, con sus rizos del color de las fresas temblorosos, como un humano que se enfrentara a una serpiente venenosa. Kate también recorrió a saltos hacia atrás todo el camino hacia la puerta principal y tanteó a ciegas para ver dónde tenía la pared a sus espaldas. De entre sus dientes apretados brotó un siseo mezcla de sorpresa y miedo. Eleazar se agazapó delante de Carmen en una postura defensiva.

 

 

 

-          Oh, por favor — escucharon quejarse a Seth para sus adentros. Edward puso el brazo alrededor de su familia.

-          Prometieron escuchar — les recordó.

-          ¡Hay algunas cosas que no deben escucharse! — exclamó Tanya  —. ¿Cómo has podido, Edward? ¿Es que no sabes lo que esto significa?

-          Tenemos que salir de aquí — replicó Kate con ansiedad, con la mano en el pomo de la puerta.

-          Edward... — Eleazar parecía encontrarse más allá de las palabras.

-          Esperen — dijo Edward, con la voz endurecida ahora  —. Recuerden lo que oyeron, lo que olieron. Los gemelos no son lo que creen.

-          No hay excepciones a esa regla, Edward — replicó Tanya con brusquedad.

-          Tanya — replicó Edward con dureza  —, ¡has oído el sonido de sus corazones! Para y piensa en lo que eso significa.

-          ¿El latido de sus corazones? — susurró Carmen, mirando por encima del hombro de Eleazar.

-          No son niños vampiros completos — respondió Edward, dirigiendo su atención a la expresión menos hostil de Carmen  —. Son semihumanos.

 

 

 

Los cuatro vampiros se le quedaron mirando como si estuviera hablando en un idioma ininteligible para todos ellos.

 

 

 

-          Escúchenme — la voz de Edward se moduló ahora hacia su aterciopelado tono de persuasión  —. Renesmee y Elijah son únicos en su especie. Yo soy su padre; no su creador, no, soy su padre biológico… gestante — La cabeza de Tanya temblaba, aunque era un movimiento casi imperceptible. Ella no parecía ser consciente.

-          Edward, no puedes esperar de nosotros que... — comenzó Eleazar a hablar.

-          Pues dame otra explicación que te encaje, Eleazar. Puedes sentir la calidez de sus cuerpos en el aire. La sangre corre por sus venas, Eleazar, puedes olerlos.

-          ¿Cómo ha sucedido esto? — preguntó Kate, casi sin aliento.

-          Soy… su madre biológica — le contestó Edward  — por decirlo de alguna manera. Los concebí, los lleve en mi vientre, y di a luz a Renesmee y Elijah. Se podría decir que esos dias volví a ser humano. Eso casi me mató, así que Carlisle se vio obligado a introducir una cantidad suficiente de ponzoña en mi corazón para salvarme.

-          Los llevaste en tu… — dijo Tania

-          La… herencia de Jacke — empezó a explicar Edward — exige descendencia. Yo…

-          Nunca había oído hablar de una cosa así — replicó Eleazar. Tenía todavía los hombros rígidos y una expresión fría en el semblante.

-          Las relaciones íntimas entre vampiros y humanos no son frecuentes — contestó Edward, ahora con algo de humor negro en su tono  —. Y menos que esos humanos se conviertan en lobos y sobrevivan a este tipo de citas. ¿No están de acuerdo, primas?

 

 

 

Tanto Tanya como Kate le miraron con cara de pocos amigos.

 

 

 

-          Fíjate bien ahora, Eleazar. Seguro que puedes apreciar el parecido.

 

 

 

Pero fue Carmen la que respondió a las palabras de Edward. Dio un paso para salir de detrás del vampiro, ignorando su advertencia a medias y caminó con cautela hasta permanecer justo delante de Jacob. Se inclinó con ligereza, mirando cuidadosamente el rostro de Renesmee.

 

 

 

-          Parece que tienes los ojos de… tu padre — comentó con una voz tranquila y baja  —, pero el rostro de tu madre — y después, como si no hubiera podido evitarlo, le sonrió — aunque tú eres lo contrario — le dijo a Elijah — tienes los ojos de tu madre pero el rostro de tu padre

 

 

 

La sonrisa de Renesmee en respuesta fue deslumbrante. Elijah rozó el rostro de Seth sin apartar la mirada de Carmen. Se imaginaba tocando el rostro de Carmen y se preguntaba si eso estaría bien.

 

 

 

-          ¿Le importaría que Elijah se lo cuente? — le pregunto Seth a Carmen. Todavía estaba demasiado tenso para poder hablar en voz más alta que un simple susurro  —. Tienen un don para explicar las cosas — Carmen todavía le sonreía a la niña.

-          ¿Hablan, pequeños?

-          Sí — respondió Renesmee con su aguda voz de soprano. Toda la familia de Tanya se estremeció ante el sonido de su voz, salvo Carmen  —. Pero podemos mostrarte más cosas de las que podemos contar.

 

 

 

Elijah colocó su pequeña mano llena de hoyuelos en la mejilla de Carmen. La vampira se envaró como si le hubieran aplicado una corriente eléctrica. Eleazar estuvo a su lado en un instante, con las manos en sus hombros como si fuera a apartarla con brusquedad.

 

 

 

-          Espera — pidió Carmen casi sin aliento, con sus ojos que no pestañeaban fijos en el niño.

 

 

 

 


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