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Juntos por Liss83

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Aunque estaban al corriente de la regla sobre los niños inmortales, ni Peter ni Charlotte habían visto jamás a uno, de modo que su reacción negativa no fue tan violenta como la de los vampiros de Denali al principio. Habían permitido la «explicación» de los niños por pura curiosidad, y eso fue todo. En esos momentos estaban tan comprometidos con la tarea de servir de testigos como la familia de Tanya.

 

 

 

Carlisle había enviado amigos desde Irlanda y Egipto.

El primero en llegar fue el clan de los irlandeses y fueron sorprendentemente fáciles de convencer. Siobhan era su líder: una mujer de inmensa presencia y cuerpo enorme y tan hermoso como hipnótica su forma de moverse con aquellas suaves ondulaciones. Pero tanto ella como su compañero de rostro duro, Liam, estaban más que acostumbrados a confiar en el juicio del miembro más joven del aquelarre. La pequeña Maggie, con sus elásticos rizos pelirrojos, no tenía una presencia física tan imponente como los otros dos, aunque poseía el don de saber cuándo se le mentía y sus veredictos nunca se discutían. Maggie declaró que Edward decía la verdad, así que Siobhan y Liam aceptaron la historia incluso antes de tocar a Renesmee.

 

 

 

Amun y los otros vampiros egipcios fueron harina de otro costal. A pesar de que los dos miembros más jóvenes de su aquelarre, Benjamín y Tía, quedaron convencidos por la explicación de Renesmee, Amun rehusó tocarla y ordenó a su aquelarre que se marchara. Benjamín, un vampiro extrañamente jovial que parecía apenas mayor que un niño y tan seguro de sí mismo como despreocupado, persuadió a Amun de que se quedara con unas cuantas amenazas sutiles de disolver su alianza. El cabecilla del aquelarre no se marchó, pero continuó negándose a tocar a Renesmee y no permitió que tampoco lo hiciera su compañera, Kebi.

Parecía un grupito insólito, aunque todos los egipcios tenían un aspecto similar, con su pelo del color de la medianoche y aquella palidez olivácea, tanto que habrían pasado por ser una verdadera familia biológica. Amun era el miembro más antiguo y el líder indiscutido. Kebi estaba tan pegada a él que parecía su propia sombra y nunca se le oyó decir ni una sola palabra. Tía, la compañera de Benjamín, era también una mujer tranquila, aunque cuando hablaba lo hacía con una gran clarividencia y circunspección. Aun así, Benjamín parecía la persona en torno a la cual giraba todo, como si ejerciera algún tipo de magnetismo invisible del cual los demás dependían para mantener el equilibrio. Eleazar miraba al chico con ojos abiertos como platos y Jacob supuso que tenía un talento que atraía a los otros hacia él.

 

 

 

-          No es eso — le contó Edward a Jacob cuando estuvieron a solas esa noche  —. Su don es tan singular que a Amun le aterroriza perderlo. Igual que nosotros planeamos mantener a los gemelos fuera del conocimiento de Aro, él ha intentado reservarlo apartado de su atención — suspiró  —. Amun creó a Benjamín a sabiendas de que iba a ser especial.

-          ¿Y qué es lo que hace?

-          Algo que Eleazar no había visto nunca antes. Algo de lo que nunca habíamos oído hablar siquiera. Algo contra lo que tampoco el escudo de Bella podría hacer nada — dijo Edward y Jacob rumio ante la mención de la chica  —. Puede influir en los elementos de la naturaleza: tierra, viento, agua y fuego. Hablamos de una manipulación física real, nada de ilusiones de la mente. Benjamín aún está experimentando con ello y Amun pretende moldearlo para convertirlo en un arma, pero ya ves lo independiente que es, no permite que nadie le use.

-          A ti te gusta — deduje del tono de su voz.

-          Tiene un sentido muy claro del bien y del mal y por supuesto, me gusta su actitud, no él.

-          Más te vale — dijo Jacob abrazándolo por la cintura mientras asaltaba su boca y le acariciaba los glúteos antes de caer en la cama

 

 

 

La actitud de Amun era otra cosa, él y Kebi se mantenían muy reservados, aunque Benjamín y Tía iban en buen camino de hacer grandes amigos entre los de Denali y los aquelarres irlandeses. Esperaba que el regreso de Carlisle relajara la evidente tensión del vampiro egipcio.

Emmett y Rose enviaron individuos sueltos, cualquiera de los amigos nómadas de Carlisle que pudieron localizar.

 

 

 

El primero en acudir fue Garrett, un vampiro larguirucho, de ademanes impacientes, ojos del color del rubí y una melena rubia como la arena que anudaba a la nuca con una cuerda de cuero. Rápidamente los Black llegaron a la conclusión de que era un aventurero. Seth se imaginó que habría aceptado cualquier reto que le hubieran presentado, nada más que para probarse a sí mismo. Le cayeron muy bien las hermanas de Denali, y se pasaba el tiempo formulando preguntas infinitas acerca de su estilo de vida poco habitual. Jacob se preguntó si el vegetarianismo era otro desafío que emprendería sólo por ver si era capaz, de hacerlo.

 

 

 

Mary y Randall también vinieron y eran amigas ya, aunque no viajaban juntas. Escucharon la historia de Renesmee y se quedaron para atestiguar, igual que los demás. Como los de Denali, estaban considerando su actuación en el caso de que los Vulturis no se detuvieran a escuchar explicaciones. Los tres nómadas jugaban con la idea de permanecer con los Cullen.

 

 

 

Como era de esperar, Seth se volvía cada vez más hosco con cada nuevo recién llegado. Se mantenía a distancia cuando podía y cuando no, le gruñía enfurruñado a cualquiera, tanto que alguien iba a tener que elaborar un índice si esperaban que se acordase de los nombres de todos los nuevos chupasangres. A él le caían bien los Cullen, no los otros. Bella era algo muy diferente. A ella si le interesaba conocer más sobre los vampiros ahora que estaba irremediablemente unida a ese mundo

 

 

 

Carlisle y Esme regresaron al cabo de una semana mientras que Emmett y Rosalie lo hicieron unos cuantos días más tarde. Todos se sintieron mejor cuando llegaron a casa. Los gemelos no pudieron estar más contentos por eso, al igual que Edward que volvía asentir a su familia, aunque claro, faltaban dos miembros vitales.

 Carlisle trajo con él un amigo más, aunque la palabra «amigo» quizá podía inducir a error. Alistair era un vampiro inglés misántropo que contaba con Carlisle como su relación más cercana, aunque apenas podía soportar más de una visita al siglo. Alistair prefería con diferencia vagabundear a solas y Carlisle tuvo que recordarle un montón de favores que le había hecho para conseguir que viniera. Rechazaba toda compañía y quedó claro que no tenía muchos admiradores entre los aquelarres reunidos.

 

 

 

El inquietante vampiro de pelo negro creyó en la palabra de Carlisle sobre el origen de Renesmee y Elijah, pero rehusó, como Amun, tocar a los niños. Edward les dijo a Carlisle, Esme y a Jacob que Alistair tenía miedo de estar allí, pero más aún temía no conocer el resultado de ese asunto. Recelaba profundamente de todo tipo de autoridad, y en especial era suspicaz respecto a los Vulturis. Lo que estaba sucediendo ahora parecía confirmar todos sus miedos.

 

 

 

-          Claro que ahora sabrán que estoy aquí — lo escucharon gruñir para sí mismo en el ático, su lugar preferido para despotricar  —. No hay forma de que Aro no lo sepa a estas alturas. Esto se va a saldar con siglos de huida continua. Cualquiera con quien Carlisle haya hablado en la última década estará en su lista negra. No me puedo creer cómo me he podido ver envuelto en un lío como éste. ¿Qué manera es ésta de tratar a los amigos?

 

 

 

Pero si él tenía razón en lo de tener que huir de los Vulturis, al menos albergaba más esperanzas de conseguirlo que los demás. Alistair era un rastreador, aunque no tan preciso y eficiente como Demetri. Simplemente, sentía una fuerza difícil de definir hacia lo que estuviera buscando, pero esa fuerza sería suficiente para decirle en qué dirección huir, que sería la opuesta a Demetri.

 

 

 

Y entonces llegaron otro par de amigos inesperados, inesperados porque ni Carlisle ni Esme habían podido ponerse en contacto con las vampiras del Amazonas.

 

 

 

-          Carlisle — saludó una de ellas.

 

 

 

Eran dos mujeres muy altas y de aspecto salvaje. Saludó la de mayor estatura de las dos. Ambas parecía como si hubieran sido estiradas, con sus piernas y brazos largos, largos dedos, largas trenzas negras, y caras alargadas con narices alargadas también. No llevaban nada más que pieles de animales, túnicas amplias y pantalones ceñidos que se ataban a los lados con correas de cuero. No sólo eran sus ropas excéntricas las que les daban ese aspecto salvaje, sino todo lo que les rodeaba, desde sus incansables ojos de color escarlata a sus movimientos súbitos y apresurados. Edward nunca había encontrado unos vampiros menos civilizados.

Pero las había enviado Alice, y eso eran noticias «interesantes», por decirlo con suavidad. ¿Por qué estaba Alice en Sudamérica? ¿Había visto que ningún miembro de la familia iba a poder ponerse en contacto con ellas?

 

 

 

-          ¡Zafrina, Senna! Pero ¿dónde está Kachiri? — preguntó Carlisle  —. Nunca las había visto a las tres separadas.

-          Alice nos dijo que necesitábamos separarnos — contestó Zafrina con una voz ruda y grave que encajaba a la perfección con su apariencia rústica  —. Es muy incómodo estar así, pero Alice nos aseguró que nos necesitaban aquí, mientras que ella necesitaba mucho a Kachiri en otro lugar. Eso fue todo lo que pudo decirnos, ¿excepto que tenía muchísima prisa...? — la afirmación de Zafrina terminó decantándose en una pregunta y con un estremecimiento nervioso que nunca se le pasaba, no importaba las veces que lo hiciera, Edward les trajo a los gemelos para que los conocieran.

 

 

 

A pesar de su fiera apariencia, escucharon con gran tranquilidad la historia y después permitieron que los niños les ofrecieran su prueba. Quedaron igual de encantadas ellos que todos los demás vampiros, pero Jacob no pudo evitar preocuparse cuando observó sus súbitos y rápidos movimientos tan cerca de sus hijos. Senna siempre estaba próxima a Zafrina, aunque nunca hablaba, pero no era lo mismo que Amun y Kebi, ya que esta última parecía hacerlo por obediencia, mientras que las dos vampiras amazónicas era como si fueran dos extremidades del mismo organismo, y Zafrina representaba la boca.

 

 

 

Las noticias sobre Alice resultaron un consuelo para la familia, por extraño que pareciera. Sin duda, estaba en alguna oscura misión de las suyas con el propósito de eludir los designios que Aro le tenía reservados.

Edward estaba emocionado de tener a las vampiras del Amazonas en casa, porque Zafrina poseía un talento muy desarrollado, y su don podía ser un arma ofensiva muy peligrosa. No es que Edward fuera a pedirle a Zafrina que se alineara a su lado en la batalla, pero si los Vulturis no se detenían cuando vieran a nuestros testigos, quizá pararan por un motivo diferente.

 

 

 

-          Es una ilusión muy impactante — explicó Edward. Los ojos de Edward se desconcentraron ligeramente en ese momento  —. Puede hacer que la mayoría de la gente vea lo que ella quiera, y vea eso y nada más. Por ejemplo, justo ahora tengo la sensación de estar en mitad de la selva. Resulta tan nítido que es muy posible que me lo creyera si no fuera porque todavía puedo sentir tus brazos en mi cintura.

 

 

 

Los labios de Zafrina se torcieron en su ruda versión de una sonrisa y un segundo más tarde, los ojos de Edward se enfocaron de nuevo, y él le devolvió la sonrisa.

 

 

 

-          Impresionante — comentó él.

 

 

 

Renesmee estaba fascinada por la conversación y tendió los brazos sin miedo a Zafrina.

 

 

 

-          ¿Puedo verlo yo también? — preguntó.

-          Y yo — dijo Elijah

-          ¿Qué es lo que quieren ver? — inquirió Zafrina a su vez.

-          Lo que le has enseñado a mi papi.

 

 

 

Zafrina asintió y Jacob observó con ansiedad cómo los ojos de sus hijos miraban al vacío. Un segundo más tarde su asombrosa sonrisa le iluminó el rostro.

 

 

 

-          Más — ordenó Elijah.

 

 

 

Después de eso resultó difícil mantener a los gemelos lejos de Zafrina y sus «dibujitos bonitos». Jacob se preocupó, porque estaba bastante seguro de que Zafrina era capaz de crear imágenes que no serían del todo «bonitas», por lo que se atrevió a ver por el mismo, y pudo juzgar si eran apropiadas o no.

Aunque no la cedía de buena gana, Bella se vio obligada a admitir que era bueno que Zafrina mantuviera a Renesmee entretenida, porque ella necesitaba tener libres las manos. Era mucho lo que debía aprender, tanto física como mentalmente, y les quedaba muy poco tiempo.

 

 

 

La primera vez que la chica intento aprender a luchar no le fue muy bien.

Edward tardó apenas dos segundos en inmovilizarla, pero en vez de permitir que luchara para liberarse, dio un salto y se alejó de ella. Bella supo de inmediato que algo iba mal, se quedó inmóvil como una piedra, mirando a través del prado donde estaban practicando.

 

 

 

-          Lo siento, Bella — se disculpó.

-          No, estoy bien — le dije  —. Empecemos otra vez.

-          No puedo.

-          ¿Qué quieres decir con que no puedes? Acabamos de empezar — él no contestó  —. Mira, sé que no soy nada buena en esto, pero no podré mejorar algo si no me ayudas — Edward no dijo nada — ¿Qué va mal? ¿Por qué no quieres enseñarme? — Pasó todo un minuto antes de que hablara de nuevo.

-          Emmett y Rosalie saben tanto como yo, y Tanya y Eleazar es probable que mucho más. Pídeselo a alguno de ellos.

-          ¡Eso no es justo! Tú eres bueno en esto. Ayudaste a Jasper en su momento, cuando luchaste con él y los otros. ¿Por qué yo no? ¿Qué es lo que hago mal?

 

 

 

Él suspiró, exasperado. Tenía los ojos oscuros, apenas ningún destello dorado iluminaba el fondo negro.

 

 

 

-          Tengo miedo de que confundas las cosas y… — se estremeció  —.

-          ¿Es por Jacob? — pregunto Bella — yo ya no te veo así. De verdad. No es que si lo haga con Nessie, es una niña y todo eso, pero…

-          Te agradezco infinitamente lo que haces por mis hijos, y es algo que ni Jacke ni yo tendremos como pagarte, pero… — dijo Edward — Además, no es necesario, porque los Vulturis se detendrán. Haremos que entiendan.

-          Pero, ¿¡y si no es así!? Necesito aprender esto.

-          Encuentra otro maestro.

 

 

 

Y ésa fue nuestra última conversación sobre el asunto. Emmett fue quien se mostró más predispuesto a ayudar, aunque su estilo docente le pareció más cercano a la venganza por haberle "echado el ojo”, según él a su sobrina favorita. Jacob fue quien se apiado de ella antes estar de color púrpura de pies a cabeza. Rose, Tanya y Eleazar se mostraron tan pacientes como deseosos de apoyarme. Sus lecciones le recordaron a las instrucciones de lucha que Jasper impartió a los otros el pasado junio. Algunos de nuestros visitantes encontraron interesante su adiestramiento, y otros incluso ofrecieron su aporte.

Garrett, el nómada, hizo varios turnos y encontró que era un maestro sorprendentemente bueno. Se relacionaba con todo el mundo con tanta facilidad que Bella se preguntaba por qué nunca había encontrado un aquelarre. Incluso luchó una vez con Zafrina mientras Renesmee observaba desde los brazos de Jacob. Aprendió varios trucos, aunque nunca volvió a pedirle ayuda. Lo cierto era que aunque ella le caía bien y sabía que en realidad no le haría daño, aquella mujer salvaje le daba mucho miedo.

 

 

 

Bella aprendió muchas cosas de sus maestros, pero tenía la sensación de que sus conocimientos seguían siendo básicos hasta lo increíble. No tenía idea de cuántos segundos podría aguantar frente a Alec y Jane. Sólo rezaba por que fuera lo suficiente para que sirviera de algo.

 

 

 

Cada minuto del día que no estaba con Renesmee o aprendiendo a luchar, se iba al patio de atrás a trabajar con Kate e intentaba proyectar su escudo interno fuera de su cerebro para poder proteger a otros.

Pero resultó de lo más difícil. No había nada a lo que aferrarse, nada sólido con lo que poder trabajar. Sólo tenía su airado deseo de ser de utilidad, de mantener a salvo consigo a ese precioso bebe que algún día seria la mujer que amaría, a sus amigos y a tantos como fuese posible. Una y otra vez intentaba forzar ese escudo nebuloso fuera de sí, con nada más que algún fugaz y esporádico éxito. Se sentía como si estuviera peleando para estirar una goma invisible, una goma que cambiaba de algo tangible y concreto a un vapor insustancial a cada momento.

 

 

 

Únicamente Seth se prestaba a ser conejillo de Indias y recibía descarga tras descarga eléctrica de Kate, mientras Bella forcejeaba con incompetencia manifiesta con lo que había en el interior de su cerebro. Trabajaron durante varias horas por turno y Bella estaba cubierta de sudor por el esfuerzo. Su cansancio no solo era físico, sino también mental.

 

 

 

Bella veía sufrir al chico, con sus brazos inútiles a su alrededor mientras pestañeaba una y otra vez bajo la descarga más «baja» que Kate era capaz de emitir. Intentaba con todas sus fuerzas empujar el escudo alrededor de ambos, y de vez en cuando lo conseguía, aunque poco después se desvanecía de nuevo.

Odiaba estas prácticas, y deseaba que fuera Zafrina la que ayudara en vez de Kate. Entonces, todo lo que Seth tendría que hacer sería mirar las ilusiones de la vampira del Amazonas hasta que pudiera hacer que no las viera, pero Kate insistía en que necesitaba más motivación, con lo cual se refería a cómo odiaba ver sufrir a su amigo. La chica ya comenzaba a dudar de si, tal como había afirmado aquel primer día, era verdad que no solía hacer un uso sádico de su don. A ella le daba la sensación de que disfrutaba con todo eso.

 

 

 

-          Eh — dijo Seth con la voz alegre, intentando ocultar cualquier evidencia de dolor en ella, ya que estaba dispuesto casi a cualquier cosa con tal de mantener seguro a Elijah  —. Ese apenas me ha llegado, buen trabajo, Bella.

 

 

 

Bella inhaló un gran trago de aire, intentando captar con claridad qué era lo que había hecho bien esta vez. Probó la goma elástica, luchando para que se mantuviera sólida mientras la estiraba hacia fuera de ella.

 

 

 

-          Otra vez, Kate — resopló a través de sus dientes apretados.

 

 

 

Kate apretó la palma de su mano contra el hombro de Seth. Este suspiró aliviado.

 

 

 

-          Nada, en esta ocasión — dijo Seth y ella alzó una ceja.

-          Pues ése no fue nada flojo.

-          Estupendo — bufo Bella enfurruñada.

-          Prepárate — le dijo Kate, y alzó su mano hacia Seth de nuevo. Esta vez él se estremeció y se le escapó un siseo bajo entre los dientes.

-          ¡Lo siento!, ¡lo siento!, ¡lo siento! — canturreó, mordiéndose el labio. ¿Por qué no lo había conseguido ahora?

-          Estás haciendo un trabajo impresionante, Bella — comentó Edward, y Jacob gruño bajo  —. Apenas llevas trabajando en esto unos días y ya has conseguido hacer alguna proyección de vez en cuando. Kate, dile lo bien que lo está haciendo — esta frunció los labios.

-          No lo sé. Es obvio que tiene una habilidad tremenda, y sólo estamos empezando a acercarnos. Puede hacerlo mejor, estoy segura. Le hace falta un poco más de incentivo.

 

 

 

La chica se le quedó mirándola con incredulidad, mientras los labios. ¿Cómo podía ella pensar que le faltaba motivación cuando estaba sacudiendo con sus descargas a su amigo justo delante de mí?

Escuchó murmullos entre el público que se había ido reuniendo mientras practicaba. Al principio sólo habían sido Eleazar, Carmen y Tanya, pero luego se había pasado por allí Garrett y más tarde Benjamín y Tía, Siobhan y Maggie y ahora incluso Alistair estaba mirando fijamente a través de una ventana del tercer piso. Los espectadores estaban de acuerdo con Edward, pensaban que lo estaba haciendo bastante bien.

 

 

 

-          Kate... — le advirtió Edward cuando algo nuevo se le pasó por la cabeza a ella, aunque ya estaba en movimiento. Se apresuró hacia la curva del río donde Zafrina, Senna y Renesmee caminaban con tranquilidad, con la mano de la niña en la de la alta mujer del Amazonas mientras se mandaban imágenes la una a la otra.

-          Nessie — dijo Kate, ya que los recién llegados se habían acostumbrado enseguida al irritante apodo  —, ¿quieres venir a ayudar a Bella?

-          No — gritaron esta y los padres de la niña al mismo tiempo.

 

 

 

Seth abrazó a Bella de modo tranquilizador, pero se lo quitó de encima con una sacudida justo cuando Renesmee revoloteaba por el patio en su dirección, con Kate, Zafrina y Senna justo detrás de ella.

 

 

 

-          No, y es un no rotundo, Kate — masculló Edward.

 

 

 

 


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