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Juntos por Liss83

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Edward no respondió durante unos momentos, bien porque estaba escuchando la tormenta o bien porque lo mataba la sola idea. Cuando volvió a hablar, lo hizo muy despacio.

 

 

-          Bueno, no estoy dispuesto a vivir sin ti — puso los ojos en blanco como si eso resultara algo evidente hasta para un niño — no ahora que te encontré. Aunque no estoy muy seguro sobre cómo hacerlo. Tengo claro que ni Emmett ni Jasper me ayudarían..., así que pienso que lo mejor sería marcharme nuevamente a Italia y hacer algo que realmente molestara a los Vulturi. Esta vez no me perdonarían

-          ¿Qué es un Vulturi? — pregunto Jacob curioso.

-          Son una familia — contestó con la mirada ausente  —, una familia muy antigua y muy poderosa de nuestra clase. Es lo más cercano que hay en nuestro mundo a la realeza, supongo. Carlisle vivió con ellos algún tiempo durante sus primeros años, en Italia, antes de venir a América. De cualquier modo, lo mejor es no irritar a los Vulturi — continuó Edward  —, No a menos que desees morir, o lo que sea que nosotros hagamos — su voz sonaba tan tranquilla. — sería la manera más fácil

-          Estas muy convencido de esto — dijo el lobo

-          Jacob, de verdad creo que puede funcionar. Solo dame una oportunidad — suplico el vampiro

-          ¿Y lo que siento por ella? — masculló Jacob. Edward no respondió — Ya sabes lo mucho que me cuesta aceptar esto — murmuró Jake lentamente  —, pero... — Edward rio entre dientes — no te rías — exigió Jacob — ¿Y si al final decidiera que la quiero a ella a pesar de… lo que pueda pasar? — lo desafió Jacob  —, De acuerdo, es una posibilidad suicida, te concedo eso.

-          Te dejaría marchar — dijo Edward

-          ¿Sin más? ¿Simplemente así? — dijo Jacob — ¿no pelearías por mí?

-          ¿te gustaría que lo hiciera? — pregunto Edward con picardía y Jacob lo miro mal — En el sentido de que nunca te mostraría lo duro que eso sería para mí, sí, pero me mantendría vigilante. Mira, Jacob, también tú podrías dejarla algún día. Como Sam y Emily, tampoco tú tendrías opción. Siempre estaría esperando para sustituirla y me moriría de ganas de que eso sucediera.

 

 

 

Jacob resopló por lo bajo.

 

 

 

 

-          Bueno, has sido mucho más sincero de lo que tenía derecho a esperar, Edward. Gracias por permitirme entrar en tu corazón.

-          Como te he dicho, ya te amo — dijo Edward  —, Es lo menos que podía hacer... ya sabes, Jacob, si no fuera por el hecho de que la imprimación y que pretende robarme la que ahora es la razón de mi existencia, en realidad, creo que me volvería a caer muy bien.

-          Quizá... si no fueras un asqueroso vampiro que planea quitarle la vida a la chica que amo... — dijo Jacob — y meterte en mi cama. Bueno, no, ni siquiera entonces. — Edward rio entre dientes.

-          ¿Puedo preguntarte algo? — empezó Edward después de un momento en silencio.

-          ¿Acaso necesitas preguntar?

-          Sólo escucho tus pensamientos — dijo Edward  —, Es sobre una historia que Bella no tenía interés alguno en contarme el otro día. Algo acerca de una tercera esposa...

-          ¿Qué pasa con eso?

 

 

 

Edward no contestó, escuchando la historia en la mente de Jacob. Oyó su lento siseo en la oscuridad.

 

 

 

-          ¿Qué? — inquirió Jacob de nuevo.

-          Claro. ¡Claro! — a Edward le hervía la sangre  —, Hubiera preferido que tus mayores se hubieran callado esa historia para ellos mismos, Jacob.

-          ¿No te gusta ver a las sanguijuelas en el papel de chicos malos? — se burló Jacob  —, Ya sabes que lo son. Entonces y ahora.

-          Lo cierto es que esa parte me importa un rábano. ¿No adivinas con qué personaje podría sentirse identificada Bella? — A Jacob le llevó un minuto caer en la cuenta.

-          Oh, oh. Erg. La tercera esposa. Ok, ya veo por dónde vas.

-          Por eso quiere estar en el claro. Para hacer lo que pueda, por poco que sea, tal como dijo... — Edward suspiró  —, Ése es otro buen motivo para que mañana no me separaré de ella. Tiene una gran inventiva cuando desea algo, y si algo le pasa, tú sufrirás.

-          Pues ya sabes, tu hermano de armas le dio esa misma idea tanto como la propia historia.

-          Nadie pretendió hacer daño — cuchicheó Edward en un intento de serenar los ánimos.

-          ¿Y cuánto durará esta pequeña tregua? — preguntó Jacob  —, ¿Hasta las primeras luces? ¿O mejor esperamos hasta que termine la lucha?

 

 

 

Hubo una pausa mientras ambos pensaban.

 

 

 

-          Cuando amanezca — susurraron a la vez, y después ambos se echaron a reír.

-          Disfruta el momento, Jacob. Al final conseguiré tu amor — masculló Edward  —, Ya lo veras.

 

 

 

Se hizo el silencio de nuevo, y la tienda se quedó quieta durante unos cuantos minutos. El viento parecía haber decidido que después de todo, no los iba a aplastar y se estaba dando por vencido.

Edward gruñó por lo bajo.

 

 

-          No quería decir eso de forma tan literal.

-          Lo siento — cuchicheó Jacob  —, Podrías dejarme, ya sabes... dejarnos una cierta intimidad.

-          ¿Quieres que te ayude a dormir, Jacob? — le ofreció Edward.

-          Podrías intentarlo — le contestó Jacob, indiferente  —, Sería interesante ver quién saldría peor parado, ¿no?

-          No me tientes mucho — dijo Edward  —, No tienes idea lo que provocas en mi — Jacob rio entre dientes.

-          Mejor no me muevo ahora, si no te importa.

 

 

 

Edward comenzó a canturrear para sí mismo, aunque más alto de lo habitual, intentando ahogar los pensamientos de Jacob.

 

 

 

­­­­_______________

 

 

 

El sol estaba por salir cuando Jacob se levantó y salió de la tienda

 

 

 

-          Ten cuidado... — dijo Edward en voz baja, inaudible para un oído humano pero lo suficientemente alto como para el licántropo pero este salió de la tienda antes de que pudiera terminar la frase.

-          Dame un maldito respiro — murmuro mientras cerraba la cremallera.

 

 

 

Edward percibió el sonido de sus pasos al alejarse, como deseaba seguir. Ver como Jacob se movía ahora con sigilo.

Bella se despertó y acurruco en sus ropas de abrigo y se dejó caer contra el hombro de Edward. Se quedaron quietos un buen rato.

 

 

 

-          ¿Cuánto nos queda? — pregunto.

-          Alice le ha dicho a Sam que tardarían alrededor de una hora — repuso Edward con voz sombría.

-          Quiero que estemos juntos. Pase lo que pase.

-          Pase lo que pase — asintió él, con los ojos fuertemente cerrados.

-          Lo sé — dijo Bella  —, A mí también me aterroriza — Solo que Edward lo decía en un sentido tan diferente  —, ¿Te puedo hacer una pregunta? — y Edward espero en silencio — ¿Cuál ha sido tu noche favorita? La mía fue hace dos días, cuando accediste a casarte conmigo.

-          Yo no he… — dijo Edward controlando su rabia

-          Pero lo harás — dijo Bella emocionada — escuche a Alice que le decía a Jasper que debía preparar la boda

 

 

 

Un ensordecedor aullido de dolor desgarró el silencio imperante en el exterior antes de que pudiera contestar. El sonido reverberó en la roca desnuda de la montaña y llenó el aire de tal modo que podía sentirse llegar desde cualquier dirección.

El aullido invadió la mente de Edward como un tornado, tan extraño como familiar; extraño porque nunca antes había oído un lamento tan torturado, familiar porque reconoció la voz de modo instantáneo, identifico el sonido y comprendió el significado con la misma seguridad que si se hubiera producido en su interior. ¿Por qué no había escuchado a Jacob?

No cambiaba nada el hecho de que Jacob no fuera humano cuando aullaba. Se hallaba muy cerca y había escuchado todas y cada una de las palabras de Bella, y sentía un dolor agudo, como una agonía. El aullido se quebró en un peculiar sollozo estrangulado y después se hizo el silencio de nuevo.

Edward escucho su marcha con su alma rota, y noto el vacío que había dejado su partida.

 

 

 

-          ¿Jacob estaba escuchando? — pregunto Bella pero Edward no respondió

 

 

 

Seth Clearwater se hallaba a la sombra de un abeto de copa ancha, con la cabeza entre las patas; se acurrucaba en un área alfombrada por pinaza, donde era casi invisible debido al parecido del color arena de su pelaje y el de las agujas de árbol secas. Bella lo descubrió gracias al reflejo de la nieve en sus ojos abiertos, que la observaban con cierto aire acusatorio.

El viento se había llevado la nevisca. Era lo más plausible, ya que parecía improbable que se hubiera derretido por efecto del sol naciente que, desde el sudeste, proyectaba sus rayos sobre la nieve que había quedado. El aire tenía un filo cortante, pero estaba totalmente en calma y conforme el astro rey ascendía en el horizonte, con lentitud, se volvía cada vez más acorde con la estación.

 

 

 

Edward iba correr hacia los árboles de y Bella lo iba a seguir también, pero de pronto, Seth saltó sobre sus patas con el pelo de detrás del cuello completamente erizado. La chica miro a su alrededor sin ver nada. Iba a acabar tirándole un buen golpe como continuara con ese comportamiento. El lobo gruñó, un sonido bajo de advertencia, cerrándole el paso

 

 

 

Edward llamaba desesperado a Jacob mientras corría tras él. Lo alcanzo a la sombra de los árboles, lo cual le impedía ver su expresión con claridad.

 

 

 

-          ¿Qué quieres? Tengo prisa — empezó Jacob con tono de aburrimiento en la voz — ¿Por qué no acabas con esto de una vez?

 

 

 

Aunque no lo necesitaba, Edward trago saliva, con la garganta súbitamente tan seca que no estaba seguro de poder articular sonido alguno. Lo único que quería en ese momento era ir donde ese corpulento chico y acabar con ella

 

 

 

-          Limítate a soltarlo, y terminemos de una vez — dijo Jacob

-          Siento ser tan mala persona — murmuró Edward  —, Lamento haber sido tan egoísta. Desearía no haberme encontrado nunca contigo para no herirte como lo he hecho. No lo haré más, te lo prometo. Me mantendré apartado de ti. Ni bien termine la pelea me iré. Para siempre. No tendrás que volver a verme nunca jamás.

-          ¿Qué pretendes? — replicó Jacob con amargura, sin elevar su voz por encima del sonido de un susurro.

-          Hacerte feliz — dijo Edward — aunque me cueste… si tenerme lejos te hará feliz…

-          ¿Qué pasa si no quiero que te vayas? ¿Qué pasa si quiero que te quedes, seas egoísta o no? — dijo Jacob — ¿Acaso no tengo opinión si lo único que haces es ponérmelo cada vez más difícil?

-          Eso no serviría de nada, Jake — dijo Edward — Es un error que sigamos viéndonos cuando ambos queremos cosas distintas por completo. La situación no va a mejorar. Seguiré haciéndote daño y odio hacerlo — se le quebró la voz — sé que no me crees, pero… te amo

-          Detente — Él suspiró — No tienes que decir nada más. Lo comprendo.

 

 

 

Edward quería decirle cuánto le echaría de menos, pero se mordió la lengua. Eso tampoco ayudaría en nada. Se quedó quieto un momento, con la vista clavada en el suelo, y Jacob lucho contra la necesidad apremiante de ir a abrazarle para darle consuelo.

Y entonces su cabeza se irguió de manera repentina.

 

 

 

-          Bien, tú no eres el único capaz de sacrificarse a sí mismo — repuso, con la voz más fuerte  —, A ese juego pueden jugar dos.

-          ¿Qué? — pregunto Edward

-          Yo también me he portado bastante mal y te lo he puesto más difícil de lo necesario.

-          No Jacob — dijo Edward — Podía haberme retirado con elegancia al principio..., y también te he hecho daño. Ha sido culpa mía — dijo el vampiro — No voy a dejar que cargues tú con todas las culpas, Jacob, ni con toda la gloria. Sé cómo redimirme.

-          ¿De qué estás hablando? — pregunto Jacob mientras el miedo lo atravesaba. ¿En qué momento su circo se había puesto en su contra?

 

 

 

Lo asustaba el brillo fanático que de pronto había iluminado sus ojos. Alzó la vista al cielo; luego, le sonrió.

 

 

 

-          Se cuece por ahí una lucha encarnizada de veras — dijo Edward  —, No sería tan difícil que yo cayera en ella.

 

 

 

Sus palabras penetraron en lentamente en el cerebro del hombre lobo, una por una, y no pudo respirar. A pesar de todas sus intenciones respecto a sacar a Edward de forma definitiva de su vida, no se había dado cuenta hasta ese preciso instante de cuánto tendría que hundir el cuchillo para conseguirlo.

 

 

 

-          ¡No, no, maldita sanguijuela! No, no, no, no — alzo la voz horrorizado  —, No, Edward, no. Por favor, no — empezaron a temblarle las manos.

-          ¿Cuál es la diferencia, Jacob? Eso sería lo más conveniente para todos, sencillo, y ni siquiera tendría que mudarme. Mi familia podría seguir aquí…

-          ¡No! — Jacob elevo la voz  —, ¡No, Edward! ¡No lo permitiré!

-          ¿Y cómo me detendrás? — tentó el vampiro con acento ligero, sonriendo para quitarle hierro a su tono de voz.

-          Edward, te lo suplico. Quédate conmigo — imploro Jacob y se habría arrodillado de haber sido capaz de moverse.

-          ¿Durante quince minutos, mientras me pierdo una buena pelea, para que luego me abandones en cuanto pienses que ya estoy a salvo y te vayas con ella? — dijo Edward sonriendo — ni loco

-          No huiré — dijo Jacob desesperado  —, He cambiado de idea. Buscaremos alguna solución, Edward, siempre hay alguna manera de llegar a un arreglo. ¡No vayas!

-          Mientes.

-          No. Lee mi mente. Mírame a los ojos. Me quedaré si tú también lo haces. Quédate conmigo

 

 

 

El rostro de Edward se endureció.

 

 

 

-          ¿Para ver como sigues despreciándome? — dijo Edward — ¡no!

 

 

 

Pasó un momento antes de que Jacob pudiera articular palabra y aun así la única respuesta que le pudo dar fue:

 

 

 

-          Por favor.

-          Eso es lo que pensaba — repuso, serenando de nuevo su expresión, a pesar del brillo turbulento de sus ojos  —, Te amo, Jacob — murmuró.

-          Te amo, Edward — respondió este con voz rota. Él sonrió.

-          Eso lo sé mejor que tú — dijo este y se volvió para marcharse.

-          Haré cualquier cosa — grito el lobo con voz estrangulada  —, lo que quieras, Edward. ¡No vayas!

 

 

 

Él se detuvo y se giró con lentitud.

 

 

 

-          No creo que en realidad quieras decir eso.

-          Quédate — le suplico Jacob y el vampiro sacudió la cabeza.

-          No — dijo Edward, pero se paró momentáneamente, como si estuviera tomando alguna decisión  —, Me voy y dejaremos que decida el destino.

-          ¿Qué quieres decir? — pregunté con voz ahogada.

-          Sabes perfectamente lo que quiero decir. No haré nada con premeditación. Me limitaré a luchar lo mejor posible por mi familia y dejaré que ocurra lo que tenga que ocurrir — y se encogió de hombros  —, Salvo que tú quieras convencerme de que en verdad quieres que regrese, sin que te hagas el desinteresado.

-          ¿Cómo?

-          Podrías pedírmelo — sugirió.

-          Quédate Edward, — murmuro Jacob — sacudió la cabeza y volvió a sonreír — yo iré

-          No es de eso de lo que estoy hablando.

 

 

 

Le llevó un segundo entender a qué se refería, y durante todo el rato Edward estuvo mirándolo con su expresión suficiente, bien seguro de cuál sería su reacción. Tan pronto como se dio cuenta, sin embargo, Jacob soltó las palabras sin parase a contemplar el coste que acarrearían.

 

 

 

-          ¿Quieres besarme, Edward? — este abrió los ojos a causa de la sorpresa, pero luego los entornó, suspicaz.

-          Me tomas el pelo.

-          Bésame, Edward. Bésame y luego regresa.

 

 

 

El vampiro vaciló entre las sombras mientras se debatía consigo mismo. Se volvió a medias hacia el oeste, con el torso dándome ligeramente la espalda, aunque sus pies continuaban plantados en el mismo sitio. Todavía mirando hacia lo lejos, Edward dio un paso inseguro en su dirección, y después otro. Volvió el rostro para mirarlo, lleno de dudas.

Jacob le devolvía la mirada. No tenía ni idea de cuál era la expresión de su rostro.

Edward vaciló sobre sus talones y después se tambaleó hacia delante, salvando la distancia que había entre ellos en tres grandes zancadas.

Sabía que se aprovecharía de la situación. Lo esperaba. Se quedó muy quieto, con los puños cerrados a ambos costados

 

 

 

-          No — dijo el vampiro sorpresivamente dando un paso hacia atrás

 

 

 


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